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Freistaat Bayern por Mizuki_sama

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Notas del capitulo:

creo que comienzan a dar vueltas por ahi algunos secretos ----

x-men history

Capítulo 6

Logan leyó con los labios apretados la nota de lady Alessa, era sorprendente el modo en que llevaba aquella mujer las cosas, aun mas se sentía extremadamente ofendido ante el hecho de que aquella “dama” creyera que el haría cuanta cosa le ordenara, porque la nota, escrita con dulce hipocresía no dejaba claro sino que él debía ir a aquella fiesta, si o sí.

“Mi muy querido James

Debo decir que me resulta vergonzoso escribirte tan pronto has partido de mi casa, y más cuando pude decírtelo entonces, pero mi memoria me fallo, culpo a la emoción de vuestra visita.

Quiero, querido mío, hacerte llegar mi alegría al saber que has recibido  tan pronto llegaste la invitación a la casa Carlton al baile de esta noche, la casa Carlton tiene unas bellísimas amistades y nuestra anfitriona es tan bella como un beso, te aseguro querido que será un placer verte tan pronto en ese baile, espero ansiosamente presentarte unos cuantos conocidos que sin duda te agradaran.

Hasta esta noche

Atentamente

Alessa Von Tomer, Duquesa Von Tomer”

Más allá del obvio hecho que ella insistía en llamarlo James, por encima de Logan, le desesperaba la sensación de estar obligado por aquella nota a asistir a aquella, sin duda alguna, odiosa fiesta, que podía tener él que hacer en el círculo de su majestad, el príncipe Alexander, dudaba que las debutantes que hubiesen allí fueran algo más que rostros bonitos, de solo imaginarse a sí mismo en compañía de alguna de esas jovencitas que a duras penas sabían sostener una conversación, no digamos ya una conversación decente, le daban ganas de tirarse de cabeza por la ventana de su estudio, y no dramatizaba.

Con un gesto adusto, se preguntó si también habría citado a Shadow a la misma fiesta, la idea lo tenso, el marques no le agradaba, había algo en ese hombre que le provocaba una sensación de desconfianza y ansiedad, estaba seguro que aquel hombre no era trigo limpio.

Movió negativamente la cabeza y suspiro ahogadamente antes de levantarse y mirar la hora del reloj, le quedaba una hora para prepararse, escribió a prisa una nota en la que agradecía la invitación a los Carlton y llamo a su mayordomo…

Tenía una fiesta a la que asistir.

No lejos de su hogar, a tres cuadras ocurría una escena diferente, Shaw ya terminaba de vestirse con un traje de gala para asistir a la casa Carlton, aunque aquel baile no era precisamente algo que el esperara con ansiedad reconocía la importancia de la invitación, después de todo el príncipe Alexander era el futuro monarca del reino, y Shaw deseaba estar en gracia con todas las grandes personalidades de la nobleza, aunque la consorte del principe fuera otro cuento.

__________________________________________________

 

Erick se había terminado de vestir para el baile del príncipe heredero de Baviera, Alexander,  hacia unos veinte minutos, y en aquel momento se hallaba esperando tanto a lady Emma como a la abuela de esta,  como todas las mujeres, ambas damas demoraban tanto como podían el proceso de arreglarse para el baile, una sonrisa una tanto cínica se formó en los labios del dux al recordar anteriores esperas semejantes, no podía evitar pensar que las damas demoraban demasiado, no importaba cual fuera su naturaleza.

Se llevó la taza de té (negro y sin azúcar) a los labios con deliberada lentitud, aunque nadie lo veía para calificar sus movimientos, mientras pensaba en Emma, la viuda de su antiguo tutor era realmente hermosa y su larga cabellera castaña era tan suave como la pelusa, sus brazos blancos eran delgados y sus movimientos sumamente gráciles, sus labios rojos como la grana, resultaban sumamente atrayentes cuando el a veía a dos palmos de su rostro y sus brillantes ojos verdes eran un mar de promesas, cuando se veían a los ojos, Erick podía jurar que no deseaba nada más que estar junto a aquella mujer.

Suponía que era resultado del hecho de que en realidad su idilio había sido tempestuoso y hacia poco que habían tenido una relativa calma, cuando la veía ahora, solo sentía un ligero vació, la adrenalina se había ido para dar paso a la complacencia, aquella sensación lo había sumido en profundas meditaciones, preocupado de que el sentimiento que los unía estuviese empezando a desaparecer, la sola idea le aterraba si resultaba sincero…

-Señoría- Erick aparto los ojos de la taza y miro a quien le hablaba, Lady Von Tomer le miraba, estaba absurdamente hermosa, con un vestido color malva y unos brillantes diamantes formando una media luna alrededor de su cuello, los ojos azules de la duquesa brillaban con la misma luz que los diamantes y cierta intensidad velada por una sonrisa cortes, el dux se levantó del diván rápida y sofisticadamente, dejando la taza de te olvidada en la mesita frente a él, realizo tranquilamente una reverencia.

-mi lady, ¿me permite decirle que esta hermosa? -pregunto con voz galante, adivinaba ahora más que nunca que aquella mujer debía haber sido hermosa, aun lo era entonces y con aquel vestido aquello se hacía extremadamente obvio, ¿Cuántos años tendría?, tomo con elegancia la mano enguantada de a duquesa y deposito un beso en el dorso de la misma, como le habían enseñado allá cuando apenas era un niño, le pareció que Alessa Von Tomer sonreía.

-arconte, sabe perfectamente que decir para que una mujer lo adore, ¿no es así? –pregunto con una atrayente sonrisa y los brillantes y astutos ojos azules mirándolo divertidos…

-mi lady es cruel, solo digo la verdad –sonrió él mientras se paraba cuan recto era y la estudiaba educadamente, el vestido color malva, era de seda pesada, sin lugar a dudas y los holanes, aunque pocos, se formaban con tal elegancia que solo podían lograr una imagen  sofisticada, los diamantes de los pendientes era brillaban lo suficiente y no demasiado, haciendo resaltar, más que el rostro de la mujer, sus ojos, Erick comenzaba a adivinar que ella quería que aquellos con quienes hablaran no pudiesen evitar mirar sus ojos, planeaba asustar o hacer obvia su autoridad?, por un segundo sus ojos se hicieron duros, hacía mucho que había notado que las mujeres tenían un gran deseo por dominar a los que las rodeaban, quizás como respuesta al control masculino, aquello se le hacía absurdo,, era como esperar que los omegas fuesen iguales a ellos, los alfa, la duquesa lo miro.

-¿ocurre algo arconte? –sus inteligentes ojos ahora lo estudiaban a él, Erick negó con la cabeza.

-estoy admirado duquesa, es todo, admirado por vuestra belleza –ella se rio grácilmente, entonces las puertas volvieron a abrirse y por ellas ingreso Emma, hermosa enfundada en un vestido negro que resaltaba la blancura de su piel, estaba hermosa y las únicas joyas que llevaba era la diadema de brillantes oscuros sobre sus castaños cabellos, incluso los guantes eran negros, el dux sintió su corazón latir rápidamente, estaba hermosa, pero por primera vez en aquella noche, por primera vez desde que arribaran a Baviera, por primera vez desde que abriera los ojos al mundo, el dux sintió miedo, aunque en aquel momento no supiera porque

Simplemente había sentido como su instinto se reformaba, había sentido como un presagio oscuro y maligno se abatía sobre él,  sin que pudiera hacer nada por detener el insufrible correr del tiempo.

.

.

.

Las puertas de la casa Carlton estaban abiertas de par en par permitiendo que los invitados ingresaran por ellas, hacia unos minutos que había tocado la hora exacta de la invitación, y los invitados habían llegado, el mayordomo recibía a cada invitado en la puerta y parecía inclinar la cabeza cada vez un poco más, sin duda sintiendo la presión de las altas dignidades  que habían sido invitadas aquella noche, lord y lady Brooke ingresaron  ella rubia y brillando con las esmeraldas familiares y el serio, con una rosa en la solapa, detrás de ellos el marqués de Antares llego con su familia, su esposa,  pálida y hermosa, además de extranjera, con su vestido color rojo acariciando exquisitamente  su figura,  detrás d, el marques enfundado en elegante traje negro, llevaba un clavel en la solapa y su expresión era tan honorable como hastiada, detrás de la pareja, sus dos hijos alegraron la vista del mayordomo causando casi que este se quedara mirando demasiado tiempo a la bella hija del marques, la muchacha llevaba un vestido blanco propio de una debutante, y unos preciosos diamantes alrededor de su cuello, parecía una estrella, a su lado, el mayordomo se vio sorprendido, lo mismo que otros invitados que no ocultaban la sorpresa ante la presencia del compañero de Raven Xavier, y la sonrisa clásica del muchacho solo servía para hacer dudar, a los presentes, el mayordomo agacho la cabeza un poco más y sintió como pasaban los invitados.

-bienvenidos señorías- logro decir ahogadamente, casi parecía un pecado ver al muchacho, despues de la completa cortina de humo que había a su alrededor, apenas había sido visto en sociedad hasta entonces, aunque no era ningún secreto que algunas altas personalidades habían hablado con él de manera privada y muy vigilada.

Charless sonrió un poco al sentirse observado, era algo que había ocurrido a menudo en los últimos días, grandes personajes quedaban sorprendidos al serle presentados, su padre formaba una delgada línea en sus labios cuando algún alfa lo invitaba, a bailar, bailaban con él, una hermosa alfa había pedido permiso para visitarlo y la respuesta de su padre había sido una tajante negativa,  incluso él, que era completamente ignorante de ciertos asuntos notaba la crítica mirada de su padre sobre ellos,  y se preguntaba en silencio como era posible que su padre esperara poder casarlo cuando actuaba peor que un anciana egoísta y celosa de su descendiente, sentía los celos y la desconfianza de su padre cada vez que alguien se le acercaba y  él solo podía sonreír y ahogar las ganas de echarse a reír,  sintió como Raven apretó su brazo, la miro interrogante….

-tranquila, Raven –le dijo con voz suave y serena, y por supuesto baja, apenas miro  a su alrededor hasta que su hermana apretó más su brazo sin dejar de mirar hacia el frente, Charless se volvió a mirar y vio sorprendido.

-¡su majestad!... ¡el príncipe Alexander! …- la voz ahogada de su hermana solo podía causar ansiedad en el joven, la acaricio su  suavemente y sonrió dulcemente –

-tranquila, no querrás causar una mala impresión en su serenísima majestad- su padre delante suyo caminaba sereno y correcto, su madre sin embargo parecía encontrar difícil mantener el paso de su esposo.

Su majestad el príncipe Alexander esperaba en la puerta del salón en compañía de la princesa  Lidia, ambos, muy a pesar de los rumores acerca de ellos, parecían la pareja perfecta en aquel momento,  ella sonreía de manera amable y sus ojos brillaban llenos de diversión, él tenía el aspecto afable y una mirada inteligente que pareció detenerse unos segundos de más en Raven y el escote de su vestido.

-majestad –la voz del marques de Antares detuvo el derrotero de los pensamientos de su primogénito, Charless observo como la princesa lidia le sonreía unos segundos de más a su padre y que este demoraba un poco antes de apartar los labios de la mano enguantada de la princesa.

-Xavier – la voz del príncipe era culta, y modulada, como la de su padre cuando daba algún discurso-  que franco placer volver a verte, marquesa –inclino la cabeza en dirección a la marquesa y esta inclino dulcemente la frente mientras sus ojos brillaban.

-no nos lo perderíamos por nada, majestades, permítame presentarle a mis hijos, -el marqués, recto como un poste extendió una mano y cogió a Raven poniéndola, con gracia, frente a sus majestades- Raven, marquesa de Lynd, mi hija.

-encantado mi lady –dijo amablemente el príncipe mirándola con un brillo ¿divertido? en los ojos, Raven realizaba con elegancia su reverencia, aun con la mano izquierda en la de su padre, su rodilla derecha se había doblado casi hasta el suelo y la otra se doblaba como soporte del cuerpo, la amplia falda rozaba el suelo como si fuera un beso, su cabeza, se inclinaba con gracia y sus ojos se habían cerrado por un segundo, logrando una imagen dulce  y encantadora.

- es un honor majestades- contesto con voz dulce y melodiosa, la muchacha.

-y… - el marques titubeo un poco, como cada vez que presentaba a su hijo, la sensación de ansiedad se formaba en su cuerpo, sintiendo que nadie era merecedor de su primogénito-  mi hijo, Charles Xavier, marqués de Antares, habrá escuchado de él.

-majestades- Charless avanzo con elegancia  hasta quedar frente a su majestades como antes lo había hecho su hermana y realizo una reverencia elegante,  la seda  de la chaqueta caía detrás de sus piernas y lograba, al igual que la cola del vestido de su hermana, una elegante caída, el  príncipe se quedó mirándole a los ojos, y la sonrisa  del joven tembló en sus labios.

-encantado de conocerlo y déjeme decirle, su padre no se equivoca, he oído de usted, vuestro dominio frente al antiguo arconte de Ansalli fue muy comentado, hace dos años – alabo  el príncipe mirándolo con franca, casi descarada, curiosidad, - sin duda me concederá un baile… -se detuvo como si pensara- ¿le parece tenerme guardado el tercero? -había sido muy directo y los ojos de Charless se abrieron con sorpresa, más aun después de haber visto como miraba a su hermana.

-será un honor majestad- logro decir inclinando la cabeza, con humildad.

-perfecto- sonrió Alexander -  nos veremos en la pista de baile, vendré por usted- su tono era el que se usaba para prometer cosas, y sus ojos parecían bastante dispuestos.

-nos retiramos, majestad –la firme voz del marques los corto, sus ojos brillaban de manera peligrosa- no queremos interferir en vuestro trabajo de anfitriones –era correcto, y aun así parecía tan seco que casi rayaba en la grosería,  su hijo guardo silencio y camino detrás de él al igual que su madre y hermana.

Cuando ingresaron en el salón , (para más precisión, el salón del príncipe Miscolv), Charless aguanto un gemido de admiración, el salón al completo estaba rodeado, con precisión artístico, de tapices que desarrollaba admirablemente la leyenda del príncipe, el dragón y las sirenas, sonrió de nuevo caminando detrás de su padre, observo como su madre se manejaba elegante y experimentadamente entre los demás invitados y presentaba inteligentemente  a Raven, escucho como algunos jóvenes, pedían a su hermana que les reservara algunos bailes,  algunos otros nobles también se lo pidieron a él y charles tenía que admirar su valentía ante la fría mirada de su padre cada vez que se acercaban, Charless sabía que no podía alejarse nunca lo suficiente de él.

Se sentó entre los asientos, cerca de las damas que ya eran demasiado viejas para atraer por sus encantos, pero demasiado importantes para ser ignoradas en las  invitaciones, pero también cerca de los caballeros con los que su padre conversaba, apretó ligeramente los labios, furioso al darse cuenta que por su situación sería imposible sostener conversaciones con aquellos mismos caballeros , negó ligeramente con la cabeza “soy demasiado caprichoso” pensó y  observo curioso como un desconocido caballero abordaba a su hermana y a su madre, cerca de las bebidas, miro a su padre a su lado y lo encontró, extrañamente ocupado en una conversación, con lady Blooson, sus labios se apretaron, se sentía como un invitado no deseado, sin nadie que se ocupara de él y aun así siendo observado por todos, porque el modo en que algunos invitados lo observaban era casi descarado, maldijo su antiguo comportamiento y también la decisión de su padre de ponerlo, así, sin ningúna anterior advertencia en el mercado matrimonial.

Suspiro.

Se volvió hacia un lado, el baile empezaría pronto,  decidió acercarse a su hermana y comenzó a cruzar el salón.

 

En la entrada del salón, la pareja de futuros gobernantes sonreía ante sus invitados, su serenísima majestad, la princesa Lidia, era una mujer hermosa y apasionada y al principio de su matrimonio se había sumido en una ardiente vorágine de pasión junto a su esposo, sin embargo trece años después de su matrimonio debía aceptar que los discretos idilios fuera de su matrimonio habían resultado más divertidos que su ahora aburrida vida matrimonial, y Alexander nunca decía nada, por eso, cuando el marqués de Antares, un íntimo amigo, la había saludo, se había sentido casi loca de anticipación, habían pasado cinco meses desde la última vez que se vieran y ya deseaba que los invitados terminaran, eran al menos cincuenta, a Alexander le gustaban los grandes números, y ya consideraba que el invernadero sin duda estaría vació, cuando ante sus ojos apareció una hermosa Alessa Von Tomer.

Por un momento la princesa sintió que le tiraban un balde de agua fría encima, la duquesa von Tomer era respetada y admirada, además de temida y habría sido una ofensa gigantesca no invitarla al primer baile que ofrecía la casa Carlton, sin embargo la duquesa y la princesa tenían una relación tirante, era más que eso Lidia la odiaba, la odiaba por su importancia y aún más, la primera vez que se habían visto, la duquesa la había mirado por encima de la nariz y ella, una jovencita debutante, al fin y al cabo, había tropezado frente a la entonces princesa von Tomer, cuanto agradecía que la duquesa hubiera abandonado el uso del título de princesa después de su viudez, aun así la vergüenza y el desprecio visto en aquellos fríos ojos azules seguía ardiéndole como una volcán en erupción en la garganta, detestaba a aquella mujer,, con toda el alma, y estuvo fría todo el tiempo de saludos, sin salir de sus furibundos pensamientos hasta que Alexander le dijo.

-… mi esposa, la princesa, Lidia, seguramente la conoce ya, si es cierto todo lo que he oído de vos –el tono jovial del príncipe era animada, y dulce como el tiempo que habían estado juntos.

Lidia los miro y se topó, no con los ojos azules y fríos de  von Tomer, habría sido preferible, sino con unos ojos, azules, no como el mar, el cielo o la noche, sino azules y fríos como el hielo.

-princesa –dijo el dueño de los ojos, inclinándose y depositando un beso en el dorso de su mano izquierda, Lidia le sonrió afectada, sintiendo que su corazón latía- un honor- pudo incluso observar con atención su rostro, si la misma boca cruel, la curvatura cínica y el mentón.

-igualmente-  respondió, notando como la duquesa, el hombre y una dama más pasaban al lado suyo, sintió como un viento frio, pasaba junto a ellos, sintió frio y se apretó contra el brazo de Alexander, ¡ese rostro!.

- ¿cansada querida? –pregunto el príncipe, viendo que sus últimos invitados habían cruzado la puerta del salón.

-un poco- logro decir y lo miro, viéndose reflejada en sus ojos verdes, eran tan hermosos, le sonrió suavemente, no quería decirlo, pero en aquel momento había tenido miedo, mucho más miedo que cuando se había enredado con Shadow, que era un sádico y la había chantajeado un tiempo,  más miedo que la primera vez que se enfrentó a su suegra, que era temible, no, la sensación había sido aterradora, no quería alejarse de Alexander en toda la noche, había sentido miedo, miedo de aquel hombre de ojos fríos, y de la sensación de sentirse perdida, odio un poco más a Alessa von Tomer, para alejar aquel pánico que casi había logrado olvidar después de tantos años, antes de sonreírle a su señor y decir- vayamos dentro, aquí ya hace frio.

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-

 

 

 continuara

Notas finales:

ojala os haya gustado, como ven no demore, tanto.

 


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