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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! 

No tengo idea como logré escribir este cap en un dia ewe xD no habia tenido mucho tiempo desde el miercoles pero bueh :D aqui está 

Solo dire que espero que les guste y que si encuentran algun error -que creo que ocurrira. Estoy escribiendo desde un puto pc con teclado ingles y las tildes no se como mierda marcarlas...pero creo que las he marcado todas xDDD- (Aqui no pero en el cap si xD) 

Gracias por leer! 

Abrazos! 

Capítulo 69: Ojos Negros”
 


- Aiden…-
el tacto de una mano fría acariciando mi mejilla me despertó.

- ¡A-Allen!- pegué un salto sobre la cama cuando abrí los ojos y vi su rostro a escasos centímetros del mío – N-No vuelvas a hacer eso-

- ¿Hacer qué?-
dio unas palmadas sobre las sábanas para llamar mi atención. Una bandeja con comida estaba sobre la cama - ¿Despertarte para que te alimentes? Anda, siéntate y come-  

Inmediatamente, el olor humeante de una sopa me inundó las fosas nasales.

- Es todo lo que he podido conseguir- Comenzó - Al parecer los cocineros que trabajan aquí solo hacen las raciones justas y bueno…llegué tarde ¿Te gusta la sopa instantánea?-

Me acomodé sobre la cama, tomé la cuchara y la sumergí en el plato hondo que olía demasiado bien.

- Nunca la he probado…- me llevé un poco a la boca y el sabor a vegetales deshidratados llenó cada espacio en mi paladar. La imagen de mis manos sosteniendo un tazón metálico con sopa atravesó mi cabeza rápidamente. Fue solo una imagen, un instante. Un recuerdo.

Creo que sí había probado esto antes.

- ¿Aiden?-

- ¿Eh?-

-¿Por qué estás temblando? ¿Pasa algo? -
miré la mano en la que sostenía la cuchara. Si estaba temblando.

- No es nada- me llevé las manos a la boca e hice una mueca de dolor – Solo me quemé un poco la lengua- mentí.

-Ten más cuidado-

Asentí con la cabeza y seguí comiendo ¿Qué había sido eso? ¿Por qué estaba recordando esa clase de cosas? Había dejado ya de tomar las pastillas que Wolfang me dio y aun así…

- Está bueno – comenté, queriendo generar un tema de conversación para alejarme de mis propios pensamientos.

- Nunca me gustó la comida en conserva…pero admito que me ha salvado todos estos meses-

-¿Meses?-

- B-Bueno…dos meses-
soltó una carcajada - ¿Terminaste?- asentí con la cabeza - ¿Qué…qué te gustaría hacer ahora?- noté un pequeño sonrojo sobre sus mejillas y recordé lo que me había dicho hace algunos días atrás ¿habíamos tenido algo? Allen no me desagradaba físicamente, de hecho, estaba seguro que debía ser muy popular entre las chicas. Pero no sé, a pesar de nunca haber estado con alguien, no me imaginaba con un chico.

Todo era muy confuso aún.

- Un café – dije, casi por inercia – Quiero tomarme un café -

Allen sonrió, su sonrisa era fría, tan distinta a la que había dejado escapar unas horas antes.

- Tenemos una cafetería ¿sabías?-

- ¿Podemos ir?-

- Claro, mientras no te separes de mí-
se levantó de la silla en la que había estado sentado y me tendió la mano para ayudar a levantarme – Tu padre me encargó expresamente que debía cuidarte en todo momento…ya sabes…debido a tu estado…- tomé su mano sintiéndome un poco enojado ¿Acaso era una maldita molestia el haber perdido la memoria?

- No deberías hacerle caso, puedo cuidarme solo-

- Lo sé y no me molesta estar contigo- se detuvo, me tomó por los hombros y me embistió con suavidad contra la muralla.

- ¿¡Q-Qué demonios estás…!?-

- ¿No te recuerda a nada esto?-


- A-Allen…- el calor de sus manos sobre mis mejillas me puso los pelos de punta. Sus labios se acercaron a los míos. Cerré los ojos con fuerza. Su respiración soplaba sobre mí boca.

Se apartó.

- Lo siento…me dejé llevar-  quitó sus manos con lentitud de mi rostro y  abrió la puerta para reanudar el paso. Mi corazón volvió a latir a su ritmo normal.

- E-Está bien…supongo que esto también es difícil para ti- mis mejillas se sonrojaron levente ¿Qué había sido eso?

- Lo es…Pero no es excusa, lo siento-
se adelantó un poco ydoblamos por un pasillo y entramos a uno que parecía el de un hospital.

– Es por aquí…no estamos muy lejos de la cafete…- sus palabras cesaron cuando yo me planté y me quedé helado bajo el umbral de la puerta abierta de una de las tantas habitaciones que había en el lugar. Dentro, una chica que no aparentaba más de dieciocho años estaba aparentemente inconsciente, su cuello era sujetado por un collar, seguramente se lo  había fracturado. Sus delgados brazos, sus piernas y su abdomen estaban vendados. Pero fue su rostro hermoso incluso estando herido, el rostro de muñeca bajo ese cabello blanco lo que me hizo recordarla vagamente.

- E…Eve…- balbuceé.

- ¿¡La recuerdas!?-

- N-No lo sé…-
sabía su nombre y pequeñas escenas junto a ella empezaron a pasar por mi cabeza, pero aún no tenía idea de cómo la había conocido – Ella es…-

- Mi hermana-
interrumpió.

- ¿¡Tu hermana!?- me sobresalté - ¿¡Está…está bien!?-

- Recibió parte del impacto de un lanzacohetes…-

- ¿¡Qué!?-

-El hijo de puta de Scorpion fue el que lo lanzó…creí que ella iba a…-

- ¿¡Y qué demonios haces cuidándome a mí cuando deberías estar cuidando de tu hermana!?-
grité e interrumpí y quizás mi enfado pareció un poco exagerado, pero yo entendía lo que era perder un hermano - ¿¡Acaso no estás preocupado por ella!?-

Sus ojos oscuros se posaron en la camilla donde descansaba la chica.

- Si…si lo estoy-

- Entonces no se diga más –
acaricié su hombro con una mano – Quédate aquí con ella, yo puedo encontrar la cafetería solo-

- No, Aiden…no tienes que…-

- Es tu hermana, Allen-

Su mano se posó sobre la mía.

- Gracias, Aiden-

Me alejé de la habitación con la sensación de que estaba haciendo lo correcto. En algún lugar dentro de mí sabía que esa chica, Eve, estaría bien. Pero nunca se sabe cuándo llegarán las desgracias.

Me detuve en seco frente a un pasillo que daba a tres pasillos más ¿Allen no me había dicho cómo llegar a la cafetería? ¿O sí?

- ¿Qué está haciendo por aquí, joven?- me sobresalté al oír la voz de James, con ese tono que ponía cada vez que me atrapaba haciendo algo que no debía.

- J-James…yo…solo buscaba la cafetería-

- ¿Para qué quiere ir a la cafetería?-

- Quiero tomarme un café-
los ojos azules del hombre se abrieron sorprendidos.

- ¿Desde cuándo que le gusta el café, joven?-

- No me gusta-
dejé escapar una risa nerviosa – P-Pero…me agrada la sensación que me da -

El soltó una carcajada.

- Supongo que ha crecido mucho –
James comenzó a caminar y me hizo un gesto para que le siguiera – Venga conmigo, lo llevaré a la cafetería- le seguí.

- ¿Le molesta que encienda un cigarrillo? Hace algunos días un grupo de zombies entró y desde ese momento que tenemos prohibidos salir al exterior, sería peligroso- el hombre se llevó un cigarrillo a la boca y lo encendió – No me queda de otra que fumar aquí adentro-

- No me molest…- me puse de puntitas y me acerqué al rostro del hombre, casi instintivamente - ¿Qué, qué es ese olor? ¿Menta?-

- Son mentolados… ¿Le desagrada? Puedo apagarlo-

- No, no lo hagas –
por algún motivo inspiré hondo y dejé que todo el humo que dejó escapar entrara en mis fosas nasales – Me gusta el olor -

- ¿¡No me diga que ha empezado a fumar!?-
el hombre detuvo su paso y me miró con el ceño fruncido.

- ¡N-no! – negué con las manos energéticamente – Solo me agrada el olor a menta – recé por qué me creyera. No sabría cómo explicarle que ese olor a cigarrillo me trajo la misma sensación de tranquilidad que me traía el café.

James dejó escapar un suspiro.

- Está bien…le creo…- dio un respingo cuando terminó de hablar y volvió a fruncir el ceño  - Demonios…nunca me acostumbraré a estas cosas…- del bolsillo trasero de su pantalón sacó un celular que estaba vibrando y se lo llevó al oído - ¿Si, diga?... Está bien, voy para allá- colgó y dejó escapar un suspiro – Era su padre. Lo siento, joven, no podré acompañarlo…pero si dobla por este pasillo al final encontrará la cafetería-

- Estaré bien –
sonreí y me despedí con la mano. Pude notar la mueca de desgano que puso cuando contestó el teléfono. Mi padre había cambiado en este tiempo y supongo que James también se percató de ello. Se había vuelto un cabronazo.

Doblé por el pasillo e inmediatamente el olor a café y a infusiones me llenó los pulmones. Avancé un poco más rápido y sentí algo de ansiedad por entrar a la famosa cafetería, pero apenas llegué toda esa ansiedad y todas las ganas se derrumbaron.

Estaba llena.

Me quedé estático bajo el umbral de la puerta. Era una gran cafetería pero estaba infestada de gente. Los delantales blancos de todos esos médicos con ojeras bajo los ojos se confundían con la cerámica del suelo que era del mismo color. Solo en ese momento me percaté que no le había preguntado a mi padre dónde demonios estaba ¿Era un hospital, no? Debía serlo.

Retrocedí sobre mis pasos y me alejé de ahí, el café podría esperar. Dentro había demasiada gente para mi gusto.

Me distraje y empecé a caminar entre los pasillos, pasear un poco siempre ayudaba a despejar la mente y  despejarme era lo que más necesitaba en estos momentos. Bajé por unas escaleras, todo el lugar era igual, a cada esquina, en cada rincón. Habitaciones y laboratorios, el suelo y las murallas tan inconfundiblemente blancas. Creo que jamás había visto un lugar así, tan pulcro, tan monótono.

Tan vacío y frío que sentía como me congelaba los huesos.

- ¡Sujétenlo!- unos fuertes gritos y ruidos llamaron mi atención. Sin evitarlo, empecé a caminar hacia ellos. 

Me quedé helado cuando doblé por el pasillo en el que se producía todo el alboroto.

¿Qué estaba pasando?

Frente a mí, un chico se tambaleaba de un lado a otro y avanzaba hacia adelante. Estaba empapado y parecía enfermo, cansado. Un extraño escalofrío me recorrió de pies a cabeza cuando le vi ahí y sin poder evitarlo la angustia me invadió, justo en el centro del pecho. Casi instintivamente corrí hacia él. Parecía malherido, debía ayudarle.

Necesitaba ayudarle.

Se tambaleó y casi cae al suelo, pero alcanzó a sostenerse en una muralla e intentó continuar su camino. Cuando estaba a punto de alcanzarle levantó el rostro hacia mí y se me quedó mirando, sorprendido.

Sus ojos negros me atravesaron y me estremecieron hasta la última célula del cuerpo. Sentí cómo mi respiración se detuvo y mi corazón aceleró.

Había visto ese rostro. Ese cabello y esos ojos tan oscuros. En una de mis visiones.

- A-Aiden…- su voz resonó tan profundamente en mis oídos que no me permitió oír nada más. Sin poder evitarlo, retrocedí un paso. Estaba asustado. El cayó de rodillas al suelo.

Sabía mi nombre.

¿Qué era esta sensación?

-¡Aiden!- tomó mi pantalón y me detuvo. Las manos me temblaban, mi corazón aceleraba. No podía respirar.

- ¡Conténganlo!- la voz de Wolfang me despertó – ¡Aiden, tu no deberías estar aquí!- miré dentro de los ojos negros que me observaban suplicantes y algo dolió en mi interior.

- P…Pero Wolfang…-

- Ayúdame, Aiden…- 
volvió a decir mí nombre y me paralicé. Debía conocerlo, de algún lugar. Estaba seguro. La sensación de angustia se volvió más sofocante aun. Tenía que ayudarlo, de alguna forma.

- ¿Quién eres?- pregunté. Necesitaba saberlo.

- ¿Qué?- oí unos pasos acelerados muy cerca de mí. Cuando me percate de ello, Allen ya había llegado corriendo y le había dado una patada al pelinegro que hace algunos segundos estaba arrodillado frente a mí. Mis manos se estiraron solas en dirección a donde había caído.

- ¡Llévense de aquí a Aiden!- gritó Allen, quién en un abrir y cerrar de ojos había caído sobre él y le había reducido. Unas manos me sujetaron con fuerza. Guardias.

La desesperación se apodero de mí.

- ¡Esperen un segundo!- grité y empecé a patalear para que me soltaran – ¿Quién es él? ¿Qué es todo esto? –  ¿Por qué demonios Allen le había golpeado? ¡El parecía herido, joder! – ¿Mi padre está al tanto de esto? ¡Suéltenme!- un grandulón me tomó en sus brazos y me cargó como a un saco de papas. Vi al pelinegro perderse entre Allen y un mar de médicos – ¿Van a ayudarle, no? ¡Tienen que ayudarle!-

- ¡Tranquilízate, niño!-
gritó uno de los hombres sobre mi oído y sentí como la respiración volvía en una bocanada de aire ahogada y dolorosa. Mis ojos se humedecieron.

Él me había pedido ayuda y yo no pude hacer nada.

El me conocía. Debí haberle ayudado.

Todos esos médicos…¿Iban a ayudarle, no?

Cerré los ojos, intentando contener esta nueva sensación. Era dolorosa, sin saber quién demonios era ese chico sentí que lo traicionaba.

Me sentí como cuando le disparé a Ethan.

El grandulón me bajó y me sentó sobre una silla que ya conocía. En algún momento habíamos llegado al despacho de mi padre. Solo entonces volví en mí.

Mi padre estaba sentado sobre su silla de cuero color negro. Con los codos apoyados sobre la mesa y ambas manos bajo su mentón, mirándome con el ceño fruncido. Parecía enfadado.

- ¡Papá!- miré hacia todos lados, nervioso - ¡Un chico! ¡Vi a un chico agonizando en el pasillo! ¡Wolfang estaba allí! ¿Van a ayudarle, no? ¡Tienen que ayud…!-

- ¡Aiden Rossvet!-
gritó y dio un golpe seco sobre la mesa, asustándome. Me quedé callado – ¿!Quién te dio permiso para deambular por los pasillos!? ¿!Cómo demonios llegaste hasta la otra torre!?-

- N…no me di cuenta, padre…solo empecé a caminar y…-

Otro golpe sobre la madera me sobresaltó.

- ¿¡No te diste cuenta!? ¡Está estrictamente prohibido ir a ese lugar! ¡Está lleno de infectados!-

¿Infectados? ¿Ese chico estaba…?

- No me dejas otra opción, tendré que castigarte- el hombre, que cada día que pasaba reconocía menos, pasó una mano sobre su cabello y soltó un suspiro frustrado – Las personas que están aquí son los únicos sobrevivientes, Aiden…somos el futuros, seremos la nueva esperanza para la humanidad-

- ¿De qué hablas?-

- No lo entenderás ahora. El caso es que tenemos reglas, te iras castigado por infringir las leyes-

- ¡P-Pero padre! ¡Yo solo…!-

- ¡Tres días en el calabozo!-
ordenó y giró su silla para darme la espalda – Llévalo a la torre N- me derrumbé sobre la silla en la que estaba sentado.

- Vamos, niño- la mano del grandulón me tiró del brazo justo cuando una bolsa de tela caía sobre mi cabeza.

Mi propio padre me estaba condenando a ir a un calabozo, por haber querido ayudar a alguien.

Obedecí sin forcejear las órdenes del hombre, su voz y su mano eran lo único que me guiaba a oscuras. Mi padre no quería que conociera el camino, no me interesaba saberlo tampoco. Caminamos durante varios minutos y lo único que me consolaba era la voz molesta del guardia quejándose de lo aburrido que era su trabajo. Me sentía desolado, estaba abrumado. Desde que llegué aquí todo había sido tan extraño. Desde que llegue aquí que nada era como antes, a pesar de no recordar cómo había sido antes. Sentía que no era mi lugar, yo estaba fuera de lugar. Yo no era yo mismo.

Todo era tan confuso.  

- Llegamos. Torre M- cuando me quitaron la bolsa la oscuridad fue la misma. Me empujaron y caí sobre suelo helado y húmedo. Escuché una reja cerrarse. Mi padre no había exagerado al nombrar este lugar un calabozo.

Los pasos del hombre se alejaron y con ello todo ruido. El lugar estaba en completo silencio.

Temblando, me acomodé en un rincón y me cubrí la cara con las rodillas y las manos para evitar un poco el frío. ¿Dónde estaba Allen? Necesitaba hablar con él. El parecía conocer mi pasado, quería preguntarle. Quería que me hablara sobre el joven de cabellos y ojos negros.

Esos ojos negros que me atravesaron la piel y los huesos. Esos ojos que llegaron a lo más profundo de mí. Esos ojos que allí, solo en la oscuridad, no podía quitarme de la cabeza.

Notas finales:

Criticas? Comentarios? Pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review. 


Aiideen! Sufres porque sabes que lo amas, puto Q.Q 


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