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Sangre del pasado por Fullbuster

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Fugaku Uchiha POV


Menuda sorpresa me había llevado al ver a Minato frente a mi puerta… menuda coincidencia, ayer mismo estaba en el despacho peleándose conmigo y contra mi familia cumpliendo su trabajo y hoy acudía por mi casa con su pareja y uno de sus hijos a presentarse a los vecinos sin saber que era yo precisamente. La verdad es que Minato si antes era guapo… ahora lo estaba aún más, seguía enamorado de él como el primer día y es que no había conseguido olvidarle desde que llegó a mi despacho la primera vez, un simple estudiante de derecho que vino a una reunión a resolver una duda y que acabó cautivando mi corazón a lo largo del año. Fue mi mejor alumno y mi amante. Como me habría gustado haberme quedado con él pero supongo… que ya no había vuelta atrás, había encontrado a un hombre que le amaba y con el que había tenido dos maravillosos hijos igual de rubios que él pero yo seguía sin poder sacarle de mi cabeza, siempre sería aquel chico perfecto del que me enamoré.


Tenía tanta vitalidad cuando entró en la universidad, un chico diferente a todos los demás, con ganas de estudiar y de aprender, gran amigo de todos que no se saltaba ni una fiesta pero que luego… estudiaba como el que más para los exámenes y sacaba matrículas en todas las asignaturas, era excelente, un alumno brillante con una capacidad de aprendizaje increíble. No se perdió ninguna experiencia universitaria, lo vivió todo y lo disfrutó pero supongo… que también sufrió mi drama, también le partí el corazón en dos cuando le abandoné eligiendo a mi esposa que estaba embarazada pero… ¿Qué podía hacer? No podía abandonar a mi hijo, no podía dejarle en la calle y menos sabiendo cómo era su madre. Si yo no hubiera estado quizá hasta hubiera decidido abortar y no podría haber soportado perder a mi niño pequeño, Sasuke era un encanto, había crecido sano y saludable, con un inmenso amor hacia su hermano y con un terrible orgullo por su apellido y su familia.


Quizá había gente que le tachaba de engreído o de prepotente pero no lo era, él era orgulloso, llevaba su apellido con honor y quería siempre ser el mejor en todo para que nadie pudiera tachar ese digno apellido. Me habría encantado que su relación con su madre hubiera sido mejor de lo que era, porque últimamente ni siquiera eso, se llevaban fatal pero incluso Itachi había empezado a distanciarse de su madre y no entendía el motivo que les impulsaba a ser así, sé que nunca se había preocupado por ellos, se dedicaba a ir con sus amigas de compras y a la peluquería, pasaba tanto de ellos que hasta Itachi había acabado recogiendo a Sasuke del instituto cuando se sacó el carnet de coche. No había remedio con Mikoto, ya no sabía que más hacer para que estuviera a gusto en esta familia.


Aún recuerdo su discusión y enfado conmigo cuando descubrió mi infidelidad con Minato, pero es que estábamos ya tan mal ella y yo… hasta pensé en divorciarme cuando sólo estaba Itachi con nosotros, un chiquillo pequeño que no entendía por qué discutíamos tanto y al final… mi refugio siempre fue Minato, con él todo era fácil y sencillo, sabía lo que quería y me había disfrutar como el que más, me hacía sentir importante, me hacía sentir querido y lo perdí, lo perdí porque Mikoto se quedó embarazada y no tuve más remedio. Minato no podía seguir siendo mi amante el resto de mi vida y menos tras la bronca de Mikoto.


Me sentí fatal en aquel momento, primera por haber engañado a Mikoto porque jamás pensé que llegaría a caer tan bajo como para hacer una infidelidad así pero por otro lado… me sentí horrible con Minato, por haber metido en este jaleo a un chico inocente y sencillo, a un genio con un brillante futuro en mis problemas, fue mi culpa haberle enamorado, fue mi culpa haber escondido que estaba casado y aunque luego se enteró, también es verdad que él quiso continuar porque ya no podía ver su vida sin mí, le había enamorado demasiado y no había vuelta atrás para nosotros. Abandonarle fue el peor de mis errores pero no me arrepentía, lo hice por salvar a Sasuke y era lo que tenía que hacer, pero seguía amando a Minato desde lo más hondo de mi corazón.


Me había dolido su odio, sentía un gran odio por mí, sus palabras me retumbaban en la cabeza, sólo quería que le dejase en paz con su vida y yo me moría de ganas por saber qué le había pasado en todo este tiempo desde que le abandoné, quería saber cómo encontró a Kakashi, cómo se quedó embarazado de aquellos dos gemelos tan guapos que tenía ahora, cómo había conseguido entrar de abogado de oficio pudiendo ser el mejor abogado del mundo, cómo se había acabado conformando con ese trabajo para pobres como yo siempre lo había visto, me moría por saber de él y sobre todo… me moría por volver a besar sus labios aunque fuera una última vez, porque los echaba demasiado en falta.


Creo que estaba algo celoso de Kakashi, sólo pensar que él le tenía todas las noches en su cama bajo su cuerpo, en pensar como Minato susurraría su nombre en lugar del mío me volvía loco, no soportaba esa idea, no soportaba saber que tenía dos hijos tan guapos de Kakashi, no soportaba saber que tenía sexo con él todas las noches disfrutando de su compañía. Lloré en mi despacho por la impotencia, por la pérdida porque le había perdido para siempre. Puede que no estuvieran casados, pero podía ver cuánto se querían, cuánto se amaban y cuánto adoraban a sus hijos. Él tenía una familia hermosa y yo… yo tenía dos hijos maravillosos con la persona equivocada, porque al final del día, era yo el que siempre me acostaba solo en esa gran cama, mi mujer hacía años que no dormía en mi misma habitación. Minato tenía compañía todas las noches y yo llevaba años solo, sintiéndome penoso y aunque era un gran abogado, me sentí derrotado por la vida, no tenía amor, no tenía nada excepto el motivo de levantarme todos los días por mis hijos. ¡Qué diferente habría sido todo al lado de Minato!


Recordé entonces sentado en mi despacho bebiendo un vaso de whisky mis andaduras con aquel rubio de ojazos azules, recordé… las primeras veces que nos vimos.


 


Flashback:


Había llegado aquella mañana como siempre a la universidad… un verano entero que yo quería  haber disfrutado en familia… mi mujer decidió irse de vacaciones sola y yo tuve que quedarme con Itachi, un Itachi de apenas un añito. Mis vacaciones pasaron entre casa jugando con Itachi y en una oficina trabajando para mi familia y sus malditos problemas legales, porque al final para resolver problemas… siempre me llamaban a mí.


Aquel día mi mujer aún no había vuelto de sus vacaciones y no creo que lo hiciera pronto, así que tuve que llamar a una canguro para que se ocupase de Itachi mientras yo daba las clases en la facultad, hoy era el primer día de facultad y se me complicaba andar por el recinto con tanto estudiante nuevo buscando sus residencias. Cuando conseguí llegar a mi despacho, tomé un café con el resto de profesores y salí a impartir mi clase. Todos mis alumnos llegaron a la hora y cuando empecé a dar la clase… un chico rubio de ojos azules apareció con cinco minutos de retraso pidiéndome casi suplicante permiso para entrar en clase. Me dio tanta lástima verle como iba, sudando y tratando de coger aire para respirar que le di permiso y entró sentándose en unas de las filas del medio.


Seguí con mi lección hasta la finalización de las clases y cuando todos los alumnos salieron, el chico rubio aprovechó que estaba recogiendo mis libros y apuntes para acercarse a mí a disculparse por su retraso y prometerme que no volvería a pasar.


- No se preocupe señor… - miré y esperé que me dijera su nombre.


- Minato – me dijo – Namikaze Minato.


- Pues no se preocupe señor Namikaze, procure no llegar tarde a mi siguiente clase, hoy se lo paso por ser nuevo en el campus, yo también fui nuevo una vez y sé que esto puede ser un verdadero laberinto.


- Muchas gracias señor – me dijo con una sonrisa – no volverá a pasar, se lo prometo.


Cumplió lo prometido, no volvió a llegar tarde a ninguna de mis clases, me sorprendió porque incluso llegaba antes que yo, cuando no había alumnos en clase, él ya estaba allí sentado y me encantaba sus mirada, siempre atento aprendiendo cosas, con ganas y mucho entusiasmo, tenía una gran vitalidad. A medida que hacía preguntas en clase y corregía trabajos, me di cuenta de que sería un gran alumno y su nombre nunca lo pude borrar, aquel chico me había llamado la atención y estaba dispuesto a hacer de él, el mejor abogado con diferencia.


No tardó ni un mes en pasarse por mi despacho para preguntarme sobre unas dudas de una nueva ley que habían sacado y con gusto se lo expliqué. Me di cuenta que cuando me acercaba un poco a él, éste solía sonrojarse un poco y apartaba sus manos de las mías. Me resultó extraño que hiciera esas cosas pero tampoco le di mucha importancia hasta que en una de las reuniones que tuvimos, le propuse trabajar conmigo por las mañanas para ganarse un dinerillo y además… aprender practicando, estaría a mi lado en todo y le convertiría en el mejor, le enseñaría todos los trucos y él aceptó encantado.


Fue mi mejor alumno con diferencia pero un día en el despacho… no sé que fue exactamente lo que ocurrió cuando al dejarme unos papeles en la mesa, estábamos tan cerca que acabó besándome. Él se sonrojó al momento y se apartó muy rápido disculpándose por lo que había hecho tirando con la mano mi taza de café por el nerviosismo.


-        Dios mío – exclamó – lo siento mucho – me dijo agachándose para recoger la taza ahora rota con el café esparcido por el suelo – madre mía, lo siento de verdad, lo siento.


Se disculpaba una y otra vez y yo pasé al otro lado de la mesa para ayudarle a recoger los trozos de la taza cuando se puso aún más nervioso y acabó cortándose con un pedazo de porcelana de la taza. Escuché su quejido y cogí su mano enseguida mirando aquel corte que ahora sangraba. Le vi ponerse rojo como un tomate cuando metí su dedo en mi boca y lo lamí para reducir la sangre y realmente… me enamoré de su dulzura y su inocencia, tanto… que cuando aparté su mano de mi boca, devoré su boca con lujuria, ¿Cuánto tiempo llevaba deseando besar a ese chico? Demasiado. Desde que no había nada con mi mujer, aquel chico para mí fue como un ángel caído del cielo, tenía todo lo que me gustaba y por dios que no pude remediar subirle encima de la mesa mientras le quitaba la camiseta.


Él no se quejó en ningún momento, de hecho me excitó el doble cuando sentí como él mismo deseaba esto, creo que se estaba enamorando de mí y yo sabía que estaba mal, ni siquiera le había dicho que tenía una mujer, pero ahora con su torso desnudo frente a mí y esos ojos suplicantes que me pedían que le hiciera mío, no podía parar. Le besé una y otra vez, no podía dejar de hacerlo y él jadeaba, le gustaba estar conmigo y me hacía sentir deseado desde hacía demasiado tiempo. Estaba fatal lo que hacía… no sólo estaba engañando a mi mujer, engañaba a este chico y encima… era mi alumno, trabajaba para mí y me lo iba a follar en la mesa de mi oficina como si fuera un alumno que buscase una matrícula sólo por haberse acostado conmigo y no lo era, lo deseaba de verdad y sentía que él me deseaba a mí.


Acabé follándole encima de la mesa y disfruté con su cuerpo como nunca lo había hecho con ningún otro. Mis oídos se deleitaban con cada gemido, con cada palabra suya, me encantó cuando susurraba mi nombre y me pedía que se la metiera más y más, que fuera más rápido, que le hiciera completamente mío y es que ese chico me excitaba, lo tenía todo. A partir de aquel momento… hasta dejó de ir los fines de semana con sus amigos a las fiestas universitarias, se venía a mi despacho todas las noches y follábamos hasta la madrugada. Me enamoré de mi mejor alumno.


 


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