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Sangre del pasado por Fullbuster

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Sasuke Uchiha POV

 

Tres días habían pasado y no había conseguido hablar con Naruto, me veía y se marchaba corriendo, no conseguía atraparle y para colmo… le veía en clase, sentado delante de mí pero no podía hablar con él ni acercarme mientras el profesor estaba explicando ¡Tan cerca y tan lejos a la vez! y cuando sonaba el timbre para salir… era el primero en largarse, recogía a la velocidad del rayo y se marchaba evitando que alguien pudiera retenerle más tiempo del que deseaba. Una vez traté de alcanzarle intentando no recoger las cosas, pero la gente siempre se levantaba, se ponían en medio y no conseguía llegar hasta él, acababa empujando a los compañeros de clase y llegaba a ver la espalda de Naruto salir por la puerta corriendo, era sorprendente la facilidad que tenía este chico para escabullirse.

 

Pensé en pillarle los días de laboratorio porque era mi compañero, por narices tenía que sentarse a mi lado, pero nada, no venía por esa clase, la evitaba igual que la de gimnasia y lo entendía, porque gimnasia también la daba su entrenador y a mí me ponía enfermo ver a Orochimaru tan tranquilo dando clases después de saber todo lo que le había estado haciendo a Naruto. Ya no sabía qué hacer para poder hablar con mi rubio.

 

Estuve todo el recreo en la cafetería solo esperando a ver si Naruto entraba, pero no, no creí que entrase porque en estos tres días no había parado de escuchar rumores e insultos hacia él y es que solamente a él se le ocurría insultar y decir que odiaba a todos los del instituto frente a todos. Ahora supongo que le habían cogido manía y era normal, él mismo se había declarado en contra de todo el mundo.

 

Lo que me preocupaba, es que tampoco había visto a Deidara por la cafetería en estos tres días y sé que deberían estar juntos, siempre iban juntos esos dos, se apoyaban en todo , no entendía dónde narices habían podido ocultarse, porque hasta por la biblioteca había pasado por si estaban allí y nada. Estos chicos eran muy escurridizos.

 

A última hora me tocaba gimnasia y como odiaba esta clase, no porque no me gustase o fuera torpe como Deidara… la odiaba porque la daba Orochimaru y verle me daba arcadas, me llenaba de odio. Nadie sabía nada de lo que le había hecho a Naruto pero yo sí lo sabía y él me miraba con el mismo odio que yo le lanzaba a él. Nos odiábamos mucho y trataba de hacerme la vida imposible en su clase, aunque no lo conseguía del todo. Siempre repetía una y otra vez cuando hacíamos algún deporte en conjunto lo malo que era ¡Aunque era el mejor de allí! Mis compañeros no entendían cómo podía decir esas cosas cuando me veían jugar, pero yo pasaba y de vez en cuando… alguna pelota se me escapaba a su cabeza.

 

Generalmente se quejaba pero yo me disculpaba con él con mi chulería habitual refugiándome en su excusa de que era malo en ese deporte y no controlaba bien la pelota ¡No podía decirme nada! él mismo había dejado claro delante de todos que era malo en ese deporte… así que no podía demostrar que lo hiciera adrede aunque lo supiera. Aún así… yo estaba preocupado por Naruto y cada vez que Orochimaru pasaba lista y preguntaba por el rubio, a mí me enfadaba, porque veía sus ojos lujuriosos buscándole, veía como pasaba su lengua por los labios como si ya simplemente pensando en él pudiera disfrutar de su cuerpo y me daban ganas de pegarle allí mismo, pero no podía, era un profesor. No sabía cómo descubrir a este cabrón y Naruto no estaría dispuesto a decir nada, eso estaba claro por la forma en que le esquivaba desde que había dejado el equipo, por la forma en que me esquivaba a mí seguramente por vergüenza de que yo supiera la verdad, de que le hubiera visto desnudo y atado mientras este tío lo toqueteaba a su antojo.

 

Me dirigí a los vestuarios a cambiarme de ropa y todos salieron antes que yo gracias a que Orochimaru como castigo por haberle dado… como unas tres veces con la pelota en la cabeza, me mandó dar un par de vueltas más corriendo a todo el campo más cincuenta flexiones. La consecuencia de esto es que me quedé solo en el vestuario, todos se habían marchado ya y al ser la última hora, imaginaba que estarían de salida en busca de sus padres o el autobús escolar.

 

Me cambié el pantalón corto de deporte por el mío vaquero largo y cuando ya me estaba cambiando la camiseta, escuché la puerta abrirse y supuse que era el cabrón de Orochimaru, pero ni me giré, terminé de ponerme la camiseta y guardé las cosas en mi bolsa dispuesto a marcharme pero cuando ya iba a pasar de él y cruzar la puerta, me retuvo colocándose en medio e impidiendo que pudiera salir.

 

- ¿Dónde está Naruto? Lleva tres días sin aparecer por mi clase – me preguntó.

 

- Y yo que sé – le contesté mal – no soy su niñera – le dije de forma borde para que dejase de preguntar por Naruto, porque claro que me importaba, pero no pensaba demostrarlo delante de él.

 

Intenté pasar pero él me retuvo de nuevo y me empujó hacia atrás evitando que pudiera salir y me estaba cansando este jueguecito que se traía, porque yo no pensaba decirle nada de Naruto, aunque ciertamente… tampoco sabía mucho de él últimamente, llevaba tres días desaparecido de mi vista. Orochimaru sonrió aún más.

 

- Tienes un buen cuerpo, quizá debería sustituir a Naruto por ti – me dijo con una mirada lujuriosa y cuando acercó su mano a mí la cogí y la rompí provocando que gritase como un loco tirándose al suelo por el dolor.

 

- A mí no me toques y si te vuelvo a ver cerca de Naruto, no será sólo tu muñeca la que romperé ¿Queda claro? – le pregunté.

 

- ¿Cómo narices has podido romperla así tan fácil? – me gritó enfadado.

 

- Diez años de Aikido – le dije – soy cinturón negro en artes marciales, mi padre se empeñó en llevarme a clases para aprender a defenderme – le dije y pasé para irme de allí.

 

Salí pensando en que este hombre no tenía remedio, seguiría buscando a Naruto para abusar de él y si no lo encontraba… buscaría a otro chico inocente pero no sabía cómo demostrarlo, sólo Naruto que había sido una víctima podía denunciarle… pero no podía llegar hasta él para hablar del tema, me esquivaba.

 

Itachi vino a recogerme como siempre y aunque me vio extraño, le comenté que no pasaba nada y tuvimos un tenso silencio en el coche a excepción de su única pregunta sobre si había localizado a la víctima para poder hablar. Le contesté que aún no y no volvimos a hablar en todo el camino.

 

Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue mirar hacia la casa de mis vecinos por si veía a Naruto, pero nada. Caminé hasta la puerta siguiendo a mi hermano y entonces apareció el autobús escolar dejando a Naruto y a Deidara frente a su casa. Le miré y bajé un par de peldaños para ir a hablar con él, pero al verme acercarme, salió corriendo y se metió en su casa. Para cuando llegué a mi habitación, había cerrado su persiana evitando que pudiera verle y me tenía un poco cansado esta situación, quería y necesitaba hablar esto con él.

 

Aquella noche no dormí muy bien, de vez en cuanto me levantaba a mirar la ventana de la habitación de Naruto, pero nada, seguía la persiana bajada y hasta cuando me levanté por la mañana para ir a clase, seguía bajada. No le vi mucha intención de abrirla. Empecé a plantearme si había sido una buena idea encontrar a Naruto en aquel estado y no haber hablado en aquel momento de esto, porque haberle dejado con su familia sin hablarlo le había hecho esto… sentir vergüenza de verme, de estar conmigo. Cuando ya creía que avanzaba y me acercaba a él poco a poco… ahora de repente pillaba más distancia que nunca de mí.

 

Desayuné y mi hermano me llevó al instituto. Busqué entre los autobuses que llegaba por si venía Naruto y su hermano en alguno de ellos, pero nada, no le vi. Entré en el edificio y miré mi reloj viendo que ya iba un poco tarde, debería darme prisa y corrí por uno de los pasillos cuando varios estudiantes pasaron corriendo en dirección contraria a la mía comentando algo sobre una pelea. Aquello me extrañó pero seguí corriendo hacia clase, hasta que escuché de uno de ellos el nombre de Naruto y me paré en seco.

 

Salí corriendo esta vez en dirección contraria porque si tenían razón y era Naruto quien se estaba peleando necesitaría ayuda, no creí que él fuera suficiente teniendo a todo el instituto en su contra después de sus palabras, necesitaría ayuda. ¿Cómo no se le ocurrió a este cabeza de chorlito pensar las cosas antes de hablar? ¿En qué lío se había metido ahora? Cuando llegué había mucha gente allí reunida y traté de abrirme camino a empujones entre todos aquellos alumnos que gritaban y animaban a los que se peleaban en el centro.

 

Cuando conseguí llegar hasta el centro, Naruto estaba en el suelo sangrando por la nariz y Deidara estaba arrodillado a su lado cogiéndole mientras gritaba al que se supone que había golpeado a su hermano. Me acerqué hacia ellos y menos mal que pude agarrar el puñetazo del atacante antes de que golpease también a Deidara. El silencio se hizo de golpe en cuanto me vieron a mí y aunque el que estaba peleándose me insultó, lo tumbé al suelo con un rápido movimiento y el chico empezó a asustarse de que yo podía ganar esta pelea, así que se levantó enseguida y todo empezó a disiparse.

 

Me quedé de pie junto a ellos, Naruto se agarraba la nariz y Deidara estaba con él abrazándole intentando calmarle. Me agaché colocando mi mano en el hombro de Deidara y lo mandé a clase.

 

- Pero… - se quejó Deidara.

 

- Ve a Clase Dei, yo le llevaré a la enfermería – le dije y Naruto se agarró a su hermano – vamos Naruto, vente conmigo – le dije sujetándole de la cintura y ayudándole a levantarse.

 

Dejé allí a Deidara sorprendido pero supongo que acabaría entrando en clase. Naruto no me hablaba, tampoco se atrevía a mirarme pero yo veía que estaba rojo como un tomate. Le acerqué a la enfermería y me quedé allí mientras la enfermera le curaba la nariz. No quise moverme aunque me dijeron que me fuera a clase, pero es que no tendría otra oportunidad de tenerle cerca. Cuando se marchó la enfermera a tomarse un café con el resto de profesores me acerqué con una silla hasta la camilla de Naruto y le vi volver a ponerse rojo mientras me apartaba la mirada.

 

- Mírame – le dije pero no me hizo caso y le cogí la barbilla girándole hacia mí – he dicho que me mires – le amenacé con más seriedad - ¿Qué pasa por esa cabeza?

 

- Os odio, os odio a todos – me dijo serio y enfadado - sois todos iguales.

 

- No es cierto – le dije – mírame bien Naruto, estoy aquí contigo, te estoy intentando ayudar, no quiero nada de ti excepto que estés bien. Pero… ¿Cómo narices se te ocurrió insultar a todos los del instituto?

 

- Te odio – me dijo empezando a llorar.

 

- No es cierto – le dije – no me odias, me evitas porque conozco tu secreto y a mí me da igual, deja de tenerme vergüenza, sé lo que te ha pasado con tu entrenador y sinceramente… si no llego a entrar habría abusado de ti otra vez, así que te hice un favor entrando allí y necesito que confíes en mí Naruto, sé que es difícil, que no confías en nadie, pero yo estaré aquí siempre por ti. Confía en mí por favor… puedo ayudarte.

 

- No puedes ayudarme, nadie puede – me dijo.

 

- Denuncia Naruto, tienes que denunciarle

 

- ¿Y qué todo el mundo se ría de mí por lo que me ha hecho? ¿Qué todos sepan lo que me hizo? No puedo hacerlo – me comentó llorando.

 

- Estaré contigo Naruto, pero tienes que denunciar, yo no te abandonaré.

 

- No puedo…

 

- Sí puedes – le repetí – eres más fuerte de lo que te crees, harás lo correcto lo sé, no quieres que otro niño pueda sufrir lo que te han hecho a ti, tienes que denunciarle.

 

- ¿Por qué haces todo esto por mí? – me preguntó y aproveché para acercarme y limpiar sus lágrimas con mis dedos.

 

- Porque me gustas – le dije muy sincero – siento algo por ti que no había sentido por nadie y así me cueste la vida entera conseguir que confíes en mí, lo haré, no voy a dejar de intentar conquistarte.

 

Naruto se había quedado paralizado por completo mirándome pero no se apartó ni cuando vio como me acercaba y me lo tomé con calma, me acerqué todo lo despacio que pude hasta que mis labios rozaron los suyos y no se movió, cerró los ojos y dejó que atrapase finalmente sus labios besándole. No quise profundizar con la lengua para no asustarle, sólo un roce de labios era suficiente por ahora y me sentía como en un sueño, ese chico rubio y desconfiado me estaba dejando besarle, me estaba siguiendo el beso con temor e indecisión… pero no se apartaba por muy asustado que estuviera, lo continuó intentando darme una oportunidad. Creo… que mis palabras y mi empeño le habían llegado.

 

- Gracias… - dijo y dudé un segundo – gracias por evitar que pegasen a mi hermano también.

 

- De nada – le dije – tienes un buen hermano, se metió en medio para que te dejasen en paz.

 

- Lo sé – me dijo entristecido – pero él no es bueno defendiéndose, por eso te doy las gracias – me comentó y está vez, fue él quien aún temblando, me dio un beso suave y rápido en los labios antes de bajar la cabeza de nuevo avergonzado y enrojecido.

 

 


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