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Sangre del pasado por Fullbuster

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Fugaku Uchiha POV

 

Iba siendo hora de que nuestros hijos se independizasen. Habían sido dos largos y duros años, Minato había estado destrozado con la pérdida de Kakashi, aún le afectaba, veía a ese niño y le recordaba a Kakashi, tenía sus rasgos, su carácter, puede que fuera el cabello rubio de Minato, pero era idéntico a Kakashi y dolía. Su pérdida fue una de las que más nos habían dolido, se sacrificó por su hijo, salvó al amor de mi vida y al suyo, salvó a ese niño a costa de su propia vida y eso no lo podríamos olvida jamás.

 

Sabía que era mi mujer quien había ordenado matar a Minato, no soportaba que quisiera el divorcio y no soportaba que eligiera a Minato o a esos gemelos, ella haría cualquier cosa por mi dinero, por la reputación y la fama, ni siquiera sabía de qué me sorprendía… Sasuke le pilló en la conversación que tenía cuando dijo de hacer cualquier cosa con tal de que Minato desapareciera, incluso amenazar a sus hijos, a mí mismo me habían confesado todo lo que había llegado a hacer para matar a Minato y a esos niños cuando se enteró que eran hijos míos, era una mujer sin escrúpulos, sólo nos había hecho daño a todos.

 

Deidara y Naruto también habían pasado por sus momentos, sobre todo Naruto cuando tuvo que enfrentarse en el juicio a Orochimaru, pero todos estuvimos allí con él y conseguimos que el fiscal le condenase a treinta años de cárcel por abuso a menores, no iba a ser una estancia agradable para ese criminal y por lo menos ahora… Naruto podía dormir tranquilo, hasta habíamos conseguido separarlo de su hermano, ahora dormía con Sasuke, algo era algo…

 

Todas las noches, ahora me dedicaba a ir a arropar a mis hijos, sé que eran mayores, que habían crecido y todo eso… pero había perdido dieciséis años de sus vidas, dieciséis años que yo no había tenido la oportunidad de estar con ellos, de conocerles, de verles crecer y ahora los tenía frente a mí y puede que el pequeño Kakashi no fuera mío, pero yo lo quería como si lo fuera. Aún así… seguía manteniendo la ilusión de que algún día… pudiera criar a mi propio hijo al lado de Minato, uno en común de nosotros dos, un chiquillo al que poder ver crecer desde el primer día, un Minato embarazado de mí al que cuidar.

 

Todos los fines de semana, acompañaba a Minato al cementerio a dejarle flores en la tumba de Kakashi, sé que lo necesitaba, era un gran hombre que protegió a los seres más queridos cuando estuvo en vida, los cuidó y los amó, también sé que a él le amaron todos ellos, Deidara seguía diciendo que su padre era Kakashi, era algo normal, me reconocía a mí también, pero para él siempre sería Kakashi y lo sabía, lo tenía asimilado, no quería tener nada que ver conmigo teniendo en cuenta de que Itachi era mío, intentaba salirse de la norma para que no le acribillasen con eso de que eran hermanos.

 

Ahora Itachi nos había contado también que quería irse a vivir con Deidara y a mí me parecía bien… quizá algo precipitado, sólo tenía los dieciocho años recién cumplidos, pero también entendía su posición, no podían seguir viviendo con nosotros, saliendo de sus habitaciones a escondidas y teniendo relaciones con tranquilidad sabiendo que eran hermanos que convivían bajo el mismo techo, era poco saludable para su mente, así que necesitaban su espacio y yo me fiaba de Itachi.

 

Me extrañó que Minato estuviera de acuerdo, pero creo que también confiaba mucho en Deidara, así que acabamos ayudándoles a arreglar el piso, bueno… le ayudamos a Itachi, porque quería darle una gran sorpresa a Deidara el día de su cumpleaños. Yo quería haberle comprado algo de la casa… no sé, comprarle la cocina o el baño o no sé… pero Itachi sólo pidió una cosa… la cama.

 

Minato me dijo que le acompañase a elegir la cama y acabó mirándome muy raro… reconocía que yo tenía bastante mal gusto, siempre decoraban la casa mis hijos y ahora menos mal que estaba Minato por aquí. Yo parecía un colegial auténtico, no paraba de verle y sonreír como un idiota, él era toda mi felicidad y sabía que él se sentía igual que yo. Minato ahora estaba cada vez más feliz, más sonriente, se esforzaba siempre mucho en ser el padre perfecto para ellos y es que para mí lo era, lo daba todo por sus hijos y por mí. A veces aún pensaba si yo era suficiente para él después de todo el daño que le había hecho.

 

Cuando volvimos a casa, le dimos de comer a Kakashi y lo acostamos. Fui yo quien le leí un cuento antes de dormir y me di cuenta cuando iba a mitad del libro, que Minato me miraba desde el marco de la puerta donde se había apoyado y sonreía. Cómo quería a ese chico, el amor de mi vida sin lugar a dudas.

 

- ¿Hay un sitio para mí? – me dijo desde la puerta y sonreí aún sentado desde mi sillón.

 

- Claro, ven aquí – le dije y se sentó encima de mí.

 

- Te quiero – me dijo besándome con dulzura.

 

- Y yo a ti Minato – le dije – Eres lo mejor que tengo.

 

- Nunca creí volver a tenerte conmigo – me confesó Minato de golpe.

 

- No volveré a dejarte Minato, te lo prometo. Eres el padre que siempre quise para mis hijos y estoy orgulloso de los hijos que me has dado, sé que nuestra felicidad comienza ahora. Estos dos años contigo he sido más feliz que toda mi vida con Mikoto, por favor… perdóname por todo el daño que te hice.

 

- No Fugaku – me dijo susurrando para no despertar al niño y sonriéndome – perdóname tú a mí por todo lo que dije, por todo el daño que pude hacerte, por no haberte dicho lo de tus hijos.

 

- Esta todo bien Minato, los protegiste, los salvaste de mi mujer y no sé si yo podré compensarte alguna vez todo lo que has sufrido por su culpa, no me di cuenta de lo que ella te estaba haciendo.

 

- ¿Crees que ésta es nuestra oportunidad? – me preguntó.

 

- Sí – le dije convencido – seremos felices.

 

- Pero nuestras familias… - dijo entristecido – nadie nos habla.

 

- Me da igual – le comenté sonriendo – tú eres mi familia Minato, no necesito nada más, tenemos a esos gemelos increíbles, tenemos a mis hijos y ahora al pequeño Kakashi, somos una familia, no les necesitamos.

 

- ¿Te vienes ya a dormir conmigo? – me preguntó mirando a Kakashi durmiendo. Vi a Minato sonreír y acepté encantado

 

Fui con él a nuestra habitación y ni siquiera me dio tiempo a nada, ya me estaba tirando encima de la cama y subiéndose él mientras me besaba. Como me excitaba Minato, su cuerpo me volvía loco, ¿Cuántas veces había soñado con él y ahora era todo mío? Aún recordaba los celos que tenía de Kakashi cuando era él quien compartía la cama con el amor de mi vida y también recordaba como sufrió Minato tras su muerte, como estuvo meses encerrado en sí mismo, ni siquiera me dejaba tocarle, se sentía demasiado mal, demasiado culpable, pero era un luchador, salió adelante por ese hijo y al final… empezó a hacer caso a las palabras de Kakashi, empezó a abrirse a mí de nuevo y a ser feliz. Me alegraba de que le hubiera hecho caso.

 

Le besé con pasión y es que lo deseaba tanto a Minato. Pensaba muchas veces en pedirle que se casase conmigo, pero Kakashi una vez dijo que él no era de los que se casaban y eso me bloqueaba un poco para pedírselo. ¿Aceptaría si se lo llegaba a proponer? No estaba seguro. También quería un hijo con él, pero tampoco sé si querría después de haber tenido a esos gemelos y a Kakashi.

 

Metí mis manos bajo su camisa quitándosela casi de inmediato para poder acariciar su cuerpo, era tan perfecto, ¿Cuántas chicas había tenido a sus pies? A casi todas ¿Y chicos? Muchos, era guapo, rubio, ojos azules, inteligente, lo tenía todo, siempre preocupado por su familia, siempre haciendo el bien, siempre ayudando a todos cuando podía. Me volvía loco todo de él, su actitud, su carácter, su físico…

 

Pasé mi pierna por encima de su cintura y lo empujé bajo mi cuerpo. Me quedé un segundo embobando mirando su rostro, era tan puro e inocente, era realmente hermoso, pero había algo que conmigo no conseguiría y era dominarme. Puede que su anterior relación él llegase a controlar cómo le gustaba, pero esta vez, no sería así, siempre había sido yo quien había dominado en el sexo y seguiría haciéndolo.

 

- No cambiarás nunca – me dijo sonriendo con las mejillas sonrojadas.

 

- Ya me conoces Minato, esto era lo que más te gustaba de mí.

 

- Lo sé pero… ¿Qué te ocurre? Estás muy pensativo.

 

- Pensaba… en lo guapo que estás cuando te crece esa barriguita – le dije – más sabiendo que nace un nuevo ser dentro y que sería mío – le comenté, él se tensó.

 

Me apartó de repente y me moví para dejarle levantarse de la cama. Dio algún paseo por la habitación y me preocupé, quizá no debía haberle sacado el tema, aún estaba muy reciente lo del pequeño Kakashi. Me levanté preocupado y lo abracé por la espalda enrollando mis brazos en su cintura.

 

- Lo siento Minato, no debí decirte nada.

 

- No es eso… - me dijo – es que… tengo miedo.

 

- ¿De qué? – le pregunté.

 

- Del dolor, ya he pasado dos veces por el parto, no sé si puedo otra vez.

 

- Yo estaré contigo Minato, pero si no quieres no tenemos por qué pasar por esto otra vez, te apoyaré en todo, me has dado dos hijos maravillosos y es más de lo que podía haberte pedido.

 

- Quiero tener uno contigo, de verdad – me dijo empezando a llorar – pero…

 

- ¿No es el dolor, verdad? – le pregunté - ¿Qué es?

 

- Siento como si le traicionase a Kakashi – me aclaró al fin.

 

- No es así Minato, él siempre estará con nosotros, estamos juntos por él, ese niño nos recordará siempre a Kakashi, pero también me gustaría tener uno contigo, uno propio Minato ¿No te gustaría?

 

- Claro que sí – me dijo – está bien – me comentó limpiándose las lágrimas, intentémoslo entonces.

 

- ¿Estás seguro? No quiero que luego puedas arrepentirte.

 

- No lo haré – me sonrió – te lo prometo, jamás me podría arrepentir de nada que venga de ti.

 

Le atraje hacia mí abrazándole y le dejé con dulzura de nuevo en la cama. Me tumbé a su lado y le acaricié el vientre tratando de calmarle mientras él me acariciaba el cabello. Amaba a Minato Namikaze, no sabía cómo agradecerle todo lo que me había dado… mi felicidad, la de mis hijos, me había hecho padre, los había cuidado y protegido, era sorprendente y por fin… podíamos estar juntos. Agarré su mano entre la mía, entrelazando mis dedos a los suyos y besándole con suavidad. Me encantaba cuando estaba en este plan romántico, porque siempre había visto al Minato fuerte y valiente, pero ahora ante mí, estaba el dulce e inocente.

 

Esperé hasta que estuvo mejor y cuando reaccionó dándome pequeños besos en los labios mientras sostenía mi rostro entre sus manos, supe que podía decirle algo más y es que lo necesitaba, quería sacarme esta espina que tenía dentro.

 

- Cásate conmigo – le propuse y se quedó helado unos segundos.

 

- ¿Qué? – preguntó dudando de si había escuchado bien.

 

- Quiero casarme contigo y sé que tú no crees en eso del matrimonio pero… me haría ilusión y muy feliz que te casases conmigo.

 

Me besó con tal pasión en aquel momento que creo que era un sí, pero no estaba muy seguro de eso. Tenía miedo aún de que le hubiera sentado mal y quizá su reacción era esta antes de darme la mala noticia, pero no.

 

- ¿Es un sí, verdad? – le pregunté.

 

- Sí – me dijo sonriendo – si quiero casarme contigo.

 

 


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