10 de octubre de 2010
A Naruto la cabeza le dolía, toda esta realidad lo confundía. Su conciencia no paraba de decirle que él era su padre…pero…
¡su corazón decía que lo amaba!
Quería estar con él sin importar nada.
¡Pero eso no quitaba la punzada que le afectaba al imaginarse con él! ¡Sentía una bronca enorme por no poder saber qué era lo que le sucedía!
Su mente le decía que no, su corazón todo lo contrario.
Ya no sabía qué era lo correcto y qué lo incorrecto, lo único que entendía era que ya su mundo dio un cambio de ciento ochenta grados. Ya no tenía esa clásica sonrisa que lo caracterizaba, ya ni siquiera se enojaba, lo único que tenía era una mirada triste. No hablaba con nadie, ni con su novio. Tenía esas ganas de gritar todo el tiempo.
¡quería decir que su vida era una bosta!
Cada vez que veía a Sasuke quería decirle que lo odiaba por haberlo confundido, pero que a la vez lo amaba.
Ya no sentía ganas de ir al instituto, pero su mamá lo obligaba. Naruto había bajado sus notas de tal manera que a Ino le preocupaba.
— ¡Uchiha!, despiértese — decía un maestro malhumorado.
— ¿Qué sucede? — preguntó Naruto.
—Sucede que usted no presta atención en la clase. Uchiha, ha bajado mucho sus notas, en esta materia y otras.
—Entiendo — bajó su mirada.
Naruto se retiró del salón pero su profesor lo detuvo.
— ¡No se vaya, Uchiha! — gritó
—No me obligue a quedarme aquí…—suspiro— porque no servirá de nada. Hay algo que le quiero decir, profe.
— ¿Qué es lo que quiere? — él notó algo raro en esta situación.
— Es que mi vida bajó demasiado. Kami, nunca entenderá que yo ya no tengo ganas ni de vivir —hizo una sonrisa al costado que más que demostrar felicidad mostraba tristeza.
Al salir se encontró con Gaara y… ¡carajo! No podía verlo, no podía decirle los sentimientos extraños que sentía.
—Hola, Naruto.
—Hola, Gaara.
— ¡Feliz cumpleaños, Naruto! — el se sorprendió, se había olvidado que hoy era su cumpleaños, estaba tan perdido que se le olvidó
Quizás como sus padres no estaban cuando salió al colegio no se acordó, igual le importaba muy poco. Fingió que estaba feliz y le dio una sonrisa a Gaara.
—Gracias…— iba a decir algo más pero él le robó un beso, a Naruto no le agradó nada. Ya no quería ser besado por otro, que no fuera su papá.
— ¡¿Qué hacés?!
—Te beso ya que somos novios, ¿no te acordás? — dijo enojado.
Naruto se dio cuenta que él no lo hizo por maldad pero ya no quería saber nada. Se disculpó y se marchó.
Gaara lo iba a seguir pero Naruto se lo impidió. Después de eso salió corriendo y se dirigió al salón de natación, Naruto sabía que nadie estaría ahí. Se detuvo en la piscina y se vio en el reflejo del agua, empezó a llorar.
— ¡Te odio, Sasuke Uchiha! — gritó fuerte. Quería gritar más fuerte, quería sacarse así el sufrimiento que sentía. Después de unos segundos vio el reflejo de su mamá en el agua, no podía evitar llorar más— ¡A ti también, Ino! ¿Por qué lo elegiste a él como mi papá? — desarmó la imagen que se formó en el agua tirando su mochila. Ya odiaba todo.
Salió corriendo de ese lugar y fue hasta aula de gimnasia, que para su suerte estaba vació. Sintió devuelta las ganas de gritar pero esta vez no a sus padres sino a el.
— ¡Te odio!… ¡te odio…! Odio a Naruto Uchiha por haberse enamorado de él. ¡Eres impuro, Naruto! ¡Eres sucio, eres lo peor que pisó este mundo! Naruto, no merecés vivir
Lloraba cada vez más fuerte, se tiró al piso y empezó a patalear, a arrancarse los pelos de la cabeza.
— ¿Por qué me hiciste esto, Kami? ¿Qué hice en la vida para merecer esto? ¡¿Tanto me odiás, dios?! — gritaba. Tenía suerte de que nadie lo oyera en el colegio.
Pasaban los segundos, minutos y el estaba ahí tirado en posición fetal en el suelo. Se quedó así hasta que entró alguien.
— ¿Naruto?, ¡Naruto, ¿qué hacés ahí?! — dijo una mujer joven.
El no contestaba, solamente se quedó ahí en el suelo. La depresión que sentía era tanta que ya no aguantaba nada.
— ¡Naruto, levantate! — le extendió su mano.
El no hacía nada, era como si el se fue y dejó su cuerpo. La chica pelinegra no se conformaba.
— ¡Naruto, soy tu tía así que hazme caso! — el que estaba en el suelo sonreía.
—Está bien, Hinata — su tía se puso feliz de que al fin se levante.
Pero que Naruto se haya levantado no quiso decir que se encontrara bien. Cuando lo hizo se sintió débil, era como si su cuerpo perdió toda su fuerza, se cayó en los brazos de Hinata.
— ¡Naruto, Naruto!, ¿qué te sucede?
—El corazón, el corazón— parecía que se iba a desmayar pero no lo hizo.
— ¡Auxilio! ¡Auxilio, mi sobrino se siente mal!
—No llames a nadie, que lo que siento yo no tiene cura…
—Por favor, Naruto— le acarició el cachete.
Hinata estaba asustada ya que no sabía qué le sucedía a Naruto. Hinata sabía que su sobrinoera muy energético y eso de que estuviera así no le agradaba nada. Naruto la calmaba diciendo que lo de el no tenía que ver con una enfermedad, no tenía nada que ver.
Naruto abrazó fuerte y le empezó a decir cosas, pero omitiendo algunas cosas. Hinata entendió el porqué su sobrino estaba así.
—Así que estás enamorado de un hombre imposible— Naruto afirmó lo que dijo—. Naruto, no hay amores imposibles o prohibidos. Naruto, lo que hay son prejuicios. Si tú lo amas pelearas por ese amor— lo consolaba.
— ¡Pero no puedo quitarme dela cabeza que está mal lo nuestro!
—Yo me acuerdo cuando a mí también me decían lo mismo, que yo no podía estar con Itachi porque él es mucho más grande que yo—sonreía al contar esto.
—Pero lo de ustedes es diferente, lo mío es peor. Lo mío me puede llevar al infierno — lloraba.
— ¿Qué amor lleva al infierno? El amor no es un pecado —Naruto la miró y se dio cuenta que no sabía lo que decía.