A lo largo de la historia y en distintos ámbitos socioculturales, ha primado la prohibición del incesto y la búsqueda de nuevos vínculos fuera del grupo social de origen, aunque sabemos bien que en un principio no éramos así, la construcción de la cultura como punto evolutivo, la religión, las determinantes sociales y la moral son quienes dictaron, el cómo, dónde y con quién hacemos lo que hacemos, el incesto entre hermanos es el más común, y del que hay menos constancia, pueden producirse contactos sexuales de mutuo acuerdo entre hermanos u otros familiares que tengan una edad aproximada, pero todo ello es teoría, teoría que muta cuando se hace carne y verdad, cuando se ha cruzado la zona roja de las llamas para adentrarse en la azul donde evitar quemarse es completamente imposible, entonces ¿Qué hacer cuando el sentimiento es mucho mayor que el hecho de saber que se posee la misma sangre?...
Nunca hubo dado besos tan intensos como estos, nunca creyó que su piel fuese tan maravillosa y profusamente sensible, no se imaginó que existía un botón mágico que apagaba la consciencia y encendía los instintos, un sustrato incomprensible que lo hacía sentirse hombre y no niño, Tao nunca imaginó que cuando las manos de Sehun lo tocasen él simplemente se dejaría hacer, sumisamente suspendido en un estado mixto entre el temor y la lujuria ¿Hay algo más prohibido que sentirse de ese modo por su hermano? ¿Hay algo más sucio que haberlo deseado desde que era un pequeño? ¿Estarían sus padres sufriendo por su causa en el otro mundo? Con apenas 15 años estaba transitando entre dejar de ser un niño y comenzar a crecer para enfrentar el mundo, pero sus cuestionamientos iban más lejos, él tenía justo en ese preciso momento un problema más grande que el de la mayoría, porque aunque “La moral vs El deseo” suena como un conflicto común a todos los seres humanos, en este caso adquiría tintes secretos y oscuros trazados por la sangre…
¿Existía una sensación más cálida que la de tocar la suave piel de su pequeño? ¿Por qué si todo eso era tan malo se sentía tan bien? Cuando tuvo el pecho del menor a su disposición lo admiró con ojos brillantes y entre susurros de “eres hermoso” acariciaba con el dorso de sus falanges cada rincón de aquella tez, mientras sentía como Tao se estremecía bajo su tacto lanzando escalofríos a sus vertebras, bajó de modo grácil despojándolo de toda vestidura hasta tenerlo en su real estado natural sobre la cama…Limerencia, aquel anglicismo era el que mejor definía el momento, los sentimientos de ambos, “estado mental involuntario, el cual es resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra, combinada con una necesidad imperante y obsesiva de ser respondido de la misma forma” porque en cada caricia que perpetúa deja ver un haz de luz suplicante llorando por ser correspondido, porque sueña que lo que está haciendo es dejarse llevar por el amor, sueña que su hermano menor también lo ama, sueña que no tienen la misma sangre, que el otro también lo desea, sueña que todo es hermoso, que no está mal… y sumido en su fantasía fluye como las olas del mar en una mañana de primavera, recorriendo cada rincón desde el alma hasta la piel dejando besos profundos, mordidas, huellas de pertenencia ¿Era real? Existía siempre la posibilidad que nada fuese real, finalmente las historias hermosas siempre son así, nos prometen desde lejos ser verdad y nosotros le pedimos al tiempo que las traiga hasta acá, pero finalmente en un sueño suelen ser simple casualidad…
Esta vez seguiría el ritmo de los segundos aún con el insondable temor incrustado en el alma de estar hundido en sus propias alucinaciones, porque su lengua percibía los miles de sabores del cuerpo de Tao estallando dentro, el deseo era superior a cualquier otro sentimiento, la necesidad de tenerlo, abrió los labios lentamente para tomar la extensión semi-endurecida de aquel niño que ya no era tan niño, porque bajo su cuerpo estaba mutando en ese preciso momento, cuando Tao sintió su miembro siendo envuelto por un calor infernal dirigió sus ojos hasta aquel punto con la agilidad que su cuerpo estremecido le permitía, observó a su mayor con los ojos cerrados mientras devoraba su masculinidad, aquel lugar tan íntimo, tan secreto, aquel lugar en donde nadie había estado antes, saliva, lengua moviéndose, deseo bestial, lujuria, pecado, la combinación perfecta para hacer que sus melifluos gemidos se transformasen a unos fuertes y roncos…
-Sehun…mmmmhhhh…-gemía el menor mientras sus ojos forzaban cerrándose por el placer.
Cuando pudo notar el líquido pre seminal de su hermano, el mayor detuvo su deliciosa maniobra, tener aquel delgado y algo infantil cuerpo esturdeciéndose, llamando su nombre, era como probar un pedazo de cielo en vida y no le importaba si a su muerte le esperaba el infierno porque este cielo valía más que cualquier cosa, le abrió las piernas con violencia sumergido en el deseo, y se deslizó como una pantera hasta los labios del menor para tomarlos como suyos nuevamente, el sudor perlaba los cuerpos de ambos haciendo los movimientos más fluidos y Sehun apretaba el cuerpo de Tao agresivamente con una necesidad torturadora de no separarse nunca, de que la noche no acabara jamás, mientras dejaba morenotes sin percatarse, recuerdos que quedarían marcados hasta el alma.
-¿Soy el primero en tocarte de este modo verdad? –espetó el mayor mirándolo a los ojos con una voz excesivamente dominante que hacía temblar a Tao.
-S-SÍ –Tartamudeo- eres el primero.
-Eres mío –gruñó para morderle el labio hasta hacerlo sangrar- solo mío… mío para siempre… ¡dilo! –Le ordenó- di que eres mío.
-Yo… -comenzó a llorar sin saber porque.
-¡Ahora, dilo! –Le gritó.
-Soy… soy solo tuyo Sehun –dijo Tao en un tono casi inaudible, el mayor bajó sus manos y apretó sus genitales logrando que un fuerte gemido escapase de la boca del menor.
-¡Dilo más fuerte! –Era un juego adictivo, era una parte de él, que ni siquiera él mismo conocía antes de ese momento.
-¡Soy Tuyo! –gritó el menor entre lágrimas.
Sehun sostuvo con una mano las dos manos de Tao llevándolas juntas sobre su cabeza, a modo de imposibilitarlo de usarlas, se incorporó dominante entre las piernas del menor, sabía que aquello era jugar sucio, sabía que lo dañaría y aun así no pudo detenerse, no pudo esperar ¿se estaba transformando? Había algo tan profundo pero a la vez tan animal en tener sexo con su propio hermano que lo hacía sentirse en un estado intermedio entre civilizado y bárbaro, una parte bestial estaba despierta sin deseos de volverse a dormir, él seguía con sus bóxer que constreñían dolorosamente su miembro duro, sin permitirle al menor cerrar las piernas buscó el modo de quitarse lo único que le quedaba, luego de un par de movimientos lo logró, ahí estaba palpitante, asfixiado, deseoso, necesitado, las pupilas de Tao se dilataron por el temor cuando vio a su hermano mayor acercando sin pudor alguno el pene hasta su entrada, comenzó a temblar más de la cuenta y a removerse intentando evitarlo, hasta ahora se había dejado llevar por las sensaciones pero en ese momento todo se le hizo más cierto y el miedo comenzó a gritar por sus poros diciéndole que debía detener esto ahora…
-Sehun no –suplicó fuertemente mirando a los ojos del mayor.
-No vamos a detenernos ahora –le dijo serio.
-Por favor detente, no lo hagas, tengo miedo –Rogaba.
-Shhhhh –le ordenó callarse.
-Sehun…Sehun…No!
El silencio lo inundo todo en el segundo previo al que un sonido desgarrador escapó de la garganta de Tao, sin preparación alguna, sin piedad Sehun entró por completo por su anillo muscular profundamente apretado, generando en el mayor un placer inimaginable y en el menor un dolor desquiciante, sintió su carne desagarrase, sintió llamas, era el purgatorio, era el precio por un corazón enfermo que latía a mil por hora cuando miraba los ojos de su mayor, era el precio de su pecado… cuello híper-extendido, manos aferradas a las sabanas, ojos cerrados en dolor, gritos, gritos de dolor, Sehun salió de aquel estrecho conducto anal para sostenerlo de las caderas y volver a entrar, generando en el otro el mismo dolor una y otra vez, gruñía en cada embestida, más profundo, más total, ruido sordo de los cuerpos chocando con violencia, mientras el menor repetía monótonamente una y otra vez un monosílabo que encerraba su necesidad de terminar con ese momento de tortura.
No…NO… -Tao seguía llorando y rogando.
Argggg… -Sehun solo soltaba gruñidos sumergido en su propio placer.
Por favor….Se…Sehun –Rogaba.
Pero tal como el dolor había llegado de modo total, un contacto, un punto en especial fue lo único necesario para hacerle sentir que perdía la cordura ¿Qué rayos estaba sucediendo? ¿Qué era esta sensación que le hacía sentir fuera de su mente? Sehun dio con el botón que lo enciende todo y Tao dejo de pedir que se detuviera para comenzar a moverse descaradamente buscando que el contacto fuese lo más profundo posible, casi como una necesidad enfermiza de fundirse con su mayor, los gemidos eran ahora fuertes pero de placer, de necesidad, porque Tao se sentía poseso, drogado, perdido y todo el maldito dolor le pareció entonces necesario, hermoso, perfecto.
Se curvó cruzando sus brazos sobre el pecho de Sehun para unir al máximo sus cuerpos, ambos se movían en un compás violento que hacía temer por la resistencia de la cama, el menor tensó la mandíbula por la sensación de lava hirviendo, era un volcán en erupción, su semen escapó a borbotones desde su cuerpo sin control alguno, se contraía una y otra vez… aquella emoción encarceladora del cuerpo del menor sobre su miembro, hizo a Sehun perder el control convulsionando en placer y se vino con una fuerza inusitada dentro del cuerpo de su hermanito, era como sentir fuego atravesándole la carne, era agua hirviendo, leche caliente, chocolate a punto de fusión, un grito grosero salió de su boca mientras el ultimo hilo de esperma ingresaba inyectándose en el cuerpo del menor, dejando respiraciones agitadas, cuerpos cansados post orgasmo, dolor, placer.
Una escena burda y asquerosa para los ojos sensibles, o erótica, seductora, perfecta, prohibida y envolvente para las mentes lujuriosas… el olor a concupiscencia lo inundaba todo, uno sobre el otro seguían conectados por su sexo, por entre las piernas del más joven caía una mezcla deliciosa y fatal producto del rebalse de su interior ensuciando también el cuerpo de su hermano mayor, semen y sangre, sangre por lo brutal del momento, sangre roja y espesa, sangre como muestra del dolor que les hacía saber que todo era real, sangre… las misma sangre que los unía desde siempre y para siempre.