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Sentimientos Humanos por Esca

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Notas del capitulo:

Ni Supernatural (Sobrenatural) ni sus personajes me pertenecen, no son mi creación y hago este fanfic sin animo de lucro (Tampoco es que alguien pagaria por leerlo ):

En fin si me pertenecieran se pareceria más a Secreto en la Montaña de lo que ya se parece. Si se que notaron Dean como guarda la gabardina de Jack digo Cas >.<

—Dean…

 

Ese sujeto no era Dean Winchester eso era evidente, aún su hermano Balthazar para quién los humanos eran todos iguales “Unos simios lampiños” en sus propias palabras más precisamente, lo hubiera notado al instante, no eran sus cabellos rubios, sus ojos no eran color verde esmeralda, no tenía pecas en su rostro y nariz, ni una sonrisa encantadora y cálida que le hacía como por acto reflejo esbozar la suya propia, pero sobre todo no hacía latir a su corazón como si recibiera descargas eléctricas cada cuarto de segundo, pero algo que no era evidente para Castiel era ¿Quién era ese sujeto?, ese que lo observaba de la punta de los pies hasta las puntas de sus cabellos desaliñados color azabache y se recostaba campantemente en el marco de la puerta con los brazos cruzados, como evaluándolo y ¿Qué hacía en el apartamento de Dean a esas horas?

 

—Oh Dean —Dijo finalmente, dejando salir su voz en un tono despreocupado y un poco altanero— esta dandose una ducha, tú debes de ser el chico que le trae a domicilio las cosas a Dean, ¿Cas verdad? —le dijo el extraño cogiéndole las bolsas de compra, de tal forma que aun sin conocer mucho sobre los humanos había notado cierta hostilidad en su manera de hacerlo.

 

—Sí... —Respondió con un susurro momentos después, se había quedado atónito ante su presencia totalmente inesperada, tanto que incluso había borrado de su mente la razón oculta de su visita a casa de Dean, “la declaración”.

 

Jamás había visto a ese hombre, pero lo hacía sentir horrible, como si su cuerpo “recipiente” se recordaba mentalmente, flaqueara por el solo hecho de su presencia. No sabía si era su voz la cual le transmitia una falsa amabilidad, o si eran sus ojos celestes que lo miraban bien fijo y le recordaban a los mares infestados de tiburones, pero había algo en él que le hacía notar que su presencia era por lo menos incómoda para este.

 

—Sabes ah dejado de comer mi comida, Dean es un desastre cocinando y nunca tiene nada en la heladera, salvo cerveza, es estresante convivir con él sabiendo sabiendo que es tan descuidado consigo mismo. No sabes cómo te agradezco que le traigas sus cosas, si fuera por el comería solo tartas y cerveza.

 

—Solo es mi trabajo —dijo alejándose de la puerta, dejando atrás toda idea referente a una declaración de amor— bueno debo irme, debo entregar muchos pedidos hoy.

 

Se excusó, ¿vivían juntos? ¿Qué tipo de relación tenían? se preguntaba.

 

—¿Por qué tanto apuro? Dean me ah dicho que eres muy servicial, demasiado diria para tratarse solo de tu trabajo ¿No crees?

 

Cada palabra que esté sujeto expresaba se sentía como una navaja de hoja fría y afilada atravesando desde las fibras de su chaleco azul hasta las paredes de su hígado. La actitud del sujeto estaba a tono con sus cabellos y barba rojiza, estaba claro para Cas había algo entre Dean y “el extraño”.

 

—Son cincuenta y cuatro dólares —Respondió Cas cortante, lo mejor sería irse antes de que este le hiciera una pregunta inconveniente de responder.

 

—Ten —Alcanzó a tomar el dinero cuándo vio a Dean salir de la ducha, con el cabello mojado, una toalla en la cintura y una sonrisa en el rostro.

 

—Cas. —Tan solo alcanzó a decir antes de que este se fuera corriendo.

 

—¡Cass! —Grito el rubio al notar como este se retiraba súbitamente, sin embargo Castiel no quiso voltear a verlo, aunque la forma en que se fuese fuera a resultarle extraña, por más que quedase en evidencia delante del otro sujeto. Esa situación lo estaba sobrepasando.

 

¿Cuándo había empezado a sentir algo por Dean?, ¿había sido hace poco? ¿hace una semana?, ¿hace un mes? desde el instante mismo en que lo había visto por primera vez, no lo sabía, de un momento para él otro, sin siquiera percatarse del completo sonreía ante su presencia o ante el mero hecho de pensar en él, ¿qué le llamaba la atención sobre él?, que tenía de especial que no había visto nunca antes en ningún otro ser, era un misterio, Gabriel no lo había notado, para Gabe Dean se veía exactamente igual a cualquier otro cliente que hubiese entrado en el supermercado, el mundo estaba repleto de seres humanos, ¿qué lo diferenciaba al resto?, si no lo hubiese vuelto a ver, si no lo hubiese conocido se sentiría mejor.

Se sentía un estúpido, actuaba irracionalmente, el no tenía nada con Dean, ni siquiera eran amigos, aun así se sentía traicionado, Dean vivía solo con ese sujeto, y era realmente obvio que a este él no le agradaba en lo absoluto, eso quería decir que probablemente había algo entre ellos y para colmo sus sentimientos habían quedado expuestos, no se había atrevido a decirle lo que sentía y ahora, ya era tarde, no podía hacerlo, sería una estupidez.

 

Mientras más le daba vueltas al asunto más le parecía que había sido un completo idiota, ni siquiera entendía del todo lo que sentía por Dean se decía a sí mismo, ni antes ni ahora, no entendía nada en absoluto. ¿Qué sabía sobre Dean? nada, entonces porque lograba hacerlo sentir tan bien cuando le sonreía y tan mal en este momento, no lo comprendía, debio considerar la posibilidad de que este podría estar con alguien más, eso no era una locura, sin embargo esa idea jamás había cruzado su cabeza, en dos meses de imaginar dia y noche la vida de Dean, esa idea no había cruzado nunca su mente. Él era un Ángel y el un humano ese solo hecho debió haberle hecho entender que no era posible que entre ellos existiese algo, se cuestionaba. Dean era un ser hermoso en cuerpo y alma, era obvio, tenía que tener a alguien.

 

—Soy un idiota —Le dijo a Gabe cuando llego al supermercado, ya casi estaban cerrando así que no había casi nadie alrrededor.

 

—No te preocupes Cassie, él es el imbécil. —Le dijo abrazandolo, ocultando su rostro en su hombro— sea lo que sea que halla sucedido, se que él es el idiota.

 

—Alguien más… nunca se me cruzó por la mente que podía estar viviendo con alguien más. —Dijo recordando al de los cabellos rojizos.

 

—¿Estás seguro de que no estás exagerando Cassie? ¿Qué idiota se podría fijar en ese rubio descerebrado?... excepto tú, claro que probablemente tenga una afección en el sentido del gusto. —Dijo tratando de animarlo, aunque con poco o nulo éxito.

 

—Ese sujeto me miraba como si fuera su enemigo. Si tuviera a Dean también intentaria protegerlo de cualquier persona extraña merodeando en su vida.

 

Él ya tiene a alguien especial en su vida, tristeza, dolor otros sentimientos humanos, unos que hubiera preferido no conocer en lo absoluto.

 


 

 

Al día siguiente, a la hora de llevar los encargos, dejó los todo listo para que otro de los empleados los llevará, el se quedaría en la caja o de repositor. Su hermano no se sorprendió del hecho, pero aún creía que debía aclarar las cosas con Dean, pero no iba a presionarlo después de lo mal que se había puesto ayer.

 

Castiel era consciente de que en algún momento volvería a verlo y que no tenía la más remota idea de que le diría si le preguntaba por qué se había ido de esa extraña forma, no sabía qué le diría pero si lo que no quería decirle, por eso prefería no verlo si era posible, aunque se sintiera triste de no hacerlo, mañana tomaría un descanso de todo eso, estar una semana lejos de ese lugar tal vez le haría bien.

 

Sí, su cabeza estaba hecha un lio.

Decidió tomarse un respiro, una semana alejado de su trabajo, sus clientes, su misión, de lo único que no se podía alejar era de los pensamientos que incluían inevitablemente a Dean, ¿Tenía una misión? ¿verdad? parecía que desde que había posado un pie en el umbral de puerta del departamento de Dean cualquier pensamiento respecto a su misión había pasado a un muy olvidado segundo plano, si su misión, que era responsable principal de que hubiese conocido a Dean Winchester, cien años para un humano eran toda una vida, sin embargo para un ángel era tiempo casi imperceptible, un extender de sus alas y volverlas a ocultar, Dean Winchester podría haber sido tan solo otra de las almas anónimas que su padre había creado y a las cuales no les había prestado ninguna atención en especial.

 

Como el tiempo transcurre increíblemente rápido cuando lo único que quieres es frenar una semana más tarde, (si, porque aunque su hermano fuese su empleador no lo dejaría faltar más que eso, más aún sabiendo que se la pasaba día y noche sentado en su sofá mirando TV, con una expresión nula), Castiel se encontraba de nuevo trabajando, todo estaba igual a como estaba desde su su primer día. Aun así, desde que había dejado de ir a casa de Dean el lugar se sentía distinto, trabajar en la caja se le hacía más pesado que reponer los artefactos, pero su hermano insistió en que de esa manera mantendría contacto con las personas, “¿Quién quería tener contacto con las personas?, eso solo trae problemas” pensaba. Además el trabajo era monótono y aburrido, las personas casi no le hablaban, y lo miraban de forma extraña, tal vez por la expresión de su rostro, no sabía qué era, lo único que sabía era que quería que el dia terminara rápido.

 

A las ocho pm vio como el nuevo chico de los pedidos salía a entregarlos, antes de que se fuera tuvo el impulso de detenerlo, ¿Pero para qué?, ¿Para preguntarle por Dean?, ¿Sabría siquiera quién era Dean si se lo preguntaba?, ni siquiera él conocía a Dean realmente, para este probablemente sólo era un repartidor como cualquier otro, jamás se habían tratado de una forma que demostrase lo contrario, aunque este atesoraba cada palabra casual que habían intercambiado.

 

Ya habían pasado veinte minutos de las nueve pm y la fila de su caja seguía pareciendole inmensa, ya ni siquiera le prestaba atención a los rostros de la gente que atendía, solo miraba la banda por donde debía pasar los alimentos:

Un chocolate, un sache de leche, una caja de té.

 

—Treinta y siete dolares ¿Efectivo o tarjeta? —Una señora con un bebé.

 

—Efectivo.

 

—Gracias por su compra —Decía en un tono lúgubre.

 

Un pack de pan lactal, un frasco de mayonesa, una gaseosa de litro.

 

—Veinte dolares ¿Efectivo o tarjeta?

 

—Efectivo.

 

Otro “Gracias por su compra” autónomo.

 

Un pack de cervezas, una bolsa de nachos, un paquete de chicles, la edición semanal de la revista bellezas asiáticas, una tarta de…

 

“¡Maldición!”

 

—Me llevare tambien un poco de cecina y un paquete de mentolados. —Dijo él dueño de la única voz que lograba inquietar.

 

—Dean… —Dijo en un tono serio, que con el tono grave de vos que tenía Castiel a cualquiera le hubiera parecido un tanto amenazador.

 

—Y un billete de lotería, creo que es mi noche de suerte. —Dijo poniendo una sonrisa falsa, que dejaba entrever que estaba molesto por alguna razón que a Cas le resultaba completamente ajena.

 

—¿Qué estás haciendo aquí? —Dijo Castiel en un tono malhumorado, puede que ellos no fueran nada, pero aún así, le parecía molesto que se apareciera así como si nada, ignorando sus sentimientos, los cuales no había expresado claramente pero de todos modos estaban ahí, lo tomó completamente desprevenido.

 

—Vaya, me alegro de verte, también, Cas. Parece que has estado ocupado estos últimos días.

 

—Sesenta dolares ¿Efectivo o tarjeta? —¿Por que estaba actuando así?, no quería tratar a Dean así y aún así no podía evitarlo, no podía controlarse y actuar de una forma menos cortante, menos evidente de que algo le molestaba.

 

—Tenemos que hablar. —Dijo cambiando completamente su expresión y tono de voz por uno serio. Cas nunca había vistoa Dean con ese tipo de expresión, pero eso no cambiaba el hecho de que lo que menos quería hacer en ese momento era intercambiar frases con él.

 

—Dean, ¿Sobre que quieres hablar? estoy trabajando, si no es importante...

 

—¡Si lo es!, —Dijo Dean viendo como Castiel quería evitar completamente cualquier tipo de conversación con él— ¿A qué hora termina tu turno?

 

Castiel se tomó unos segundos para deliberar, el no era un niño, se había enfrentado a cosas peores como “Batallas celestiales” por ejemplo, él no era un cobarde, si de verdad consideraba que lo que tenía que decirle era importante, el lo escucharía. Aún así respecto a su “escape” no planeaba dar ninguna explicación.

 

—Dentro de veinte minutos. —Respondió finalmente resignado, en algún momento tendría que confrontarlo, lo sabía,pero ¿Por qué debía ser tan pronto?

—Te espero afuera. —Dijo dirigiéndose al exterior a paso lento.

 

 
Notas finales:

Esta historia continuara... gracias por comentar y si les gusto (o si no) pueden volverlo a hacer :)


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