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Spin Off - Antes de Superarte, hay que tenerte por kurokaze

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Notas del capitulo:

KuroKaze:

Hola gente!!!!!!!!!!!!

Lamento tanto la tardanza pero es que ni vacaciones he tenido debido a los finales :P 

Gracias por tenerme paciencia y si bien me tardo mucho sepan que los caps son largos y me toman mas tiempo ademas de que tengo pc disponible solo los fines de semana. Bueno no vine aqui a darles lata con eso sino a traerles un extra muy especial, amodoro a esta pareja y espero les guste su historia. Besos a todos y los dejo leer tranquilos bye. 

 

 

Orphen:

Hola gente bonita que lee este grandioso fic

Como ya explico Fransua no puede actualizar el fic tan pronto como le gustaría pero tengan por seguro de que este fic no se dejará a la mitad ni nada, eso se los puedo asegurar como que viajo a argentina y la obligo a escribir a punta de pistora si es necesario.

Y ahora los dejo con lo que espera :P

SEXTA HISTORIA

– Sometimes In Winter –

Imayoshi x Hanamiya   // Kiyoshi x Hanamiya  //  Imayoshi x Momoi

 

 

Estaba llegando fin de año y mientras sus compañeros perdían la cabeza por la graduación o los exámenes de ingreso a la universidad Makoto miraba por la ventana perdido en sus pensamientos. Por la universidad no tenia de que preocuparse, había aprobado los exámenes para la universidad T en la carrera de abogacía e incluso había recibido adulaciones de los profesores que le comunicaban encantados que seguramente terminaría la carrera en tiempo record. Sin embargo aquello apenas si le interesaba, su atención estaba completamente en la graduación y en un doloroso recuerdo, hacia tres años en su graduación de secundaria su madre había muerto en un accidente automovilístico.

 

La  vida de Makoto no era envidiable, sus padres tenían buenos empleos por lo que nunca le falto nada pero su padre siempre había sido un hombre frio, distante y con un humor de mil demonios. Por el contrario su madre era un rayo de sol, tierna, amable, protectora y siempre pendiente de él, era la persona que mas amaba aunque como abogada también tenía su carácter, nadie podía discutirle o pasarle por encima y eso hacía que la admirara aun mas.

 

Las discusiones de sus padres eran cada vez más violentas y el día de la ceremonia habían discutido al marcharse y siguieron por teléfono, su madre iba más rápido de lo normal para evitar llegar tarde y por la irritante voz de su esposo en el altavoz del teléfono. Entre los fuertes gritos le fue imposible oír o prestar atención a su alrededor y antes de darse cuenta choco con un camión que había perdido el control.

 

Aquello le había parecido tan irreal, debía ser una broma de muy mal gusto. En un abrir y cerrar de ojos había perdido a la única persona  que lo había amado. Su  padre por su parte se mostraba más molesto por haber tenido que abandonar su trabajo en medio de un supuesto contrato importante que dolido por la pérdida de su mujer y eso solo enfureció mas a Makoto.

 

Y allí estaba ahora, tras tres años de aquel nefasto día, de nuevo otra ceremonia en la que su madre no estaría, de nuevo aquel vacio en el pecho acompañado de un nudo en la garganta. Elegir abogacía lo hacía sentir cerca de su madre y molestaba a su padre así que la satisfacción era doble. Su padre era arquitecto y prefería que su hijo se dedicara a ello en lugar de a acuerdos "sucios y vulgares" como su difunta esposa, pero su relación con su hijo era pesíma era pésima y Makoto prefería cortarse las manos y vivir bajo un puente a seguir los pasos de ese hombre. Aunque para sincerarse consigo mismo su actitud perversa y cruel la había heredado completamente de él, su padre siempre le había dicho que para ser exitoso debía ser cruel y sin escrúpulos, debía pasar por sobre quien sea mutilando la competencia, el talento no era nada, si se rompía a los "talentosos" solo serian basura.

 

Un año después mientras la primavera se deshacía de los últimos vestigios del invierno Teppei había salido dar una vuelta, había ido ayer al hospital y felizmente le informaron que su pierna ya se encontraba en óptimas condiciones. El inicio de su tercer año lo había pasado en América entre cirugías y rehabilitación, había regresado a Japón para participar en su última Winter Cup y nuevamente había empezado con rehabilitación hasta que la primavera del siguiente año le habían dado la buena noticia. Teppei se encontraba estudiando ahora en la universidad T un profesorado, adoraba los niños y había decidido convertirse en profesor de historia, cosa que había enorgullecido a sus abuelos. Sus notas eran buenas y si había algo en lo que el "corazón de hierro" era bueno era en hacer amigos, por lo  que se podía decir que era un estudiante popular y respetado.

 

A pesar de la atención que recibía y de que compañía seria lo último que le faltaría, la atención del castaño era totalmente para una persona: Hanamiya Makoto. Cuando se habían encontrado por primera vez no había sabido que decir o que hacer pero Teppei tenía un gran corazón y sin que el pelinegro dijera nada el ex miembro de Seirin se había acercado a él y tras un pequeño discurso donde le perdonaba por todo lo ocurrido se autoproclamo su amigo. Tras eso la poca tranquilidad de la que Makoto podía disponer se arruino, a pesar de estar en carreras distintas nada le impedía a Teppei esperarlo para volver juntos a casa, seguirlo por los pasillos en cada receso y acompañarlo en el almuerzo. No había caso, sin importar cuan desagradable intentara ser el pelinegro el otro le sonreía y seguía persiguiéndolo, finalmente termino dándose por vencido.

 

Si alguien le hubiera dicho hace unos meses que estaría sentado junto  al ex pivot de Seirin comiendo unos sandwiches que este preparo seguramente Makoto lo hubiera golpeado hasta que el pobre infeliz olvidara su nombre. Sin embargo se había sorprendido así mismo disfrutando de ello, sincerándose consigo mismo Teppei siempre le había llamado la atención pero de un modo fastidiante, odiaba como a pesar de todo seguía en pie, como le restaba importancia a sus sucias artimañas y se ponía en riesgo así mismo con tal de proteger a otros, odiaba que no lo odiase por casi romperle la pierna.

 

– ¿Sucede algo? – Pregunto el castaño sacándolo de sus pensamientos. – Desde hace rato que se te ve perdido en tus pensamientos, además has estado frunciendo el ceño todo el rato.

 

– Hmpth ¿Y porque crees que será? Esta cosa esta asquerosa, deberías aprender a cocinar. – Dijo Makoto arrojándole lo que quedaba de su sándwich.

 

– Jajaja lo tendré en cuenta. – Coincidió Teppei sin prestar atención a lo grosero de las palabras del pelinegro o a su actitud.

 

– Maldita sea ¿Qué tiene que hacer uno para que te enojes? – Mascullo por lo bajo enfadado con el castaño y la cara de idiota que ponía siempre, bueno mejor dicho mas idiota de lo habitual. – Como sea, cada día te vuelves mas insoportable, ya ni recuerdo como era pasearme por aquí sin escuchar tu desagradable voz.

 

– ¿En serio? Que bueno, es agradable saber que ya no te sientes solo.

 

– ¡¿Quién mierda se sentía solo?! – Protesto el pelinegro. – Como sea tengo que terminar unos trabajos así que no me esperes esta vez, vete solo a asa.

 

­– No tengo nada que hacer así que puedo esperarte. – Contesto el castaño juntando las cosas.

 

– No es necesario, ya soy un estudiante universitario, no necesito una niñera que me acompañe hasta mi casa así que piérdete de una maldita vez bastardo. – Contesto con brusquedad Makoto poniéndose de pie y regresando al edificio.

 

Teppei sonrió divertido terminando de juntar todo, en realidad en un inicio pasaba tiempo con Makoto para poder amigarse con el y dejar lo ocurrido con su pierna como algo terminado pero poco a poco fue disfrutando de su compañía. A pesar de como se mostraba  y de sus insultos constantes Makoto parecía ser una buena persona, algo solitaria pero justamente eso era lo que mas le atraía a Teppei. Considerando que el pelinegro parecía realmente ocupado pensó en hacerle caso por una vez y marcharse solo pero antes de que pudiera ir por sus cosas un mensaje de texto lo obligo a quedarse allí un rato mas.

 

Veinte minutos después Hyuuga había llegado al patio de la universidad donde había quedado en verse con Teppei. El ex capitán de Seirin trabajaba en la peluquería de su padre y tenia pensado abrir su propio dojo de kendo por lo que estaba muy ocupado juntando dinero y buscando alguna propiedad, Kyoshi estaba feliz de volver a ver a su amigo pero este parecía abatido y al borde de un colapso nervioso.

 

– No tienes buena cara ¿Ocurre algo malo? – Pregunto preocupado el mas alto.

 

– No, bueno si, en realidad depende. – Contestó dudoso algo nervioso el de lentes.

 

Teppei le sonrió y lo invito a sentarse con el en el suelo. – Empieza de a poco y tomate tu tiempo, tengo toda la tarde para escucharte.

 

– Gracias… es sobre Riko. – Confeso con la mirada en el suelo y sintiendo el rostro arder. – Estaba pensando, ya sabes, pedirle que saliera conmigo y eso. Quiero declarármele pero jamás encuentro el momento o las palabras exactas… había pensado que como tu la conoces mas, al haber salido con ella, quizá podrías aconsejarme algo.

 

– Entiendo, bueno nunca has sido muy bueno para ser “delicado”. Pero conociendo a Riko todo estará bien siempre y cuando seas sincero y hables de corazón.

 

– ¡¿Cómo rayos puedes decir esas cosas tan vergonzosas?! ¡Además idiota si te estoy preguntando es por que no se que decirle!

 

– Bueno bueno, cálmate Hyuuga. Insisto en que lo mejor es que vayas de frente y le digas como te sientes, si haces eso todo estará bien incluso si te rechaza.

 

– ¡¿Qué clase de consejo es ese?! – Le grito perdiendo la paciencia y tomándolo bruscamente de la solapa del saco agitándolo con fuerza.

 

Teppei soltó una pequeña carcajada y cuando finalmente logro que el pelinegro lo soltara intento proponer otra idea. – ¿Y si practicamos? – Pregunto divertido ganándose la atención del de lentes. – Esta claro que ser espontaneo no va contigo así que ensayemos. Si vas con Riko con un dialogo ya preparado creo que te será mas fácil decirlo. – Se explico con una amplia sonrisa orgulloso de su idea.

 

Hyuuga lo considero por un momento, la idea no parecía tan mala, si podía poner en orden sus palabras y practicarlas seria mucho mas sencillo luego repetirlas sin trabarse o al menos eso quería pensar. – Bien supongo que no es tan mala idea o al menos es la mejor que se nos ha ocurrido por ahora. Pero aun tengo una duda ¿Cómo seria esto de la “practica”? ¿Lo recito como si estuviera dando un examen? – Pregunto confundido.

 

– ¡Claro que no! Necesitas mas tacto, imaginar que se lo estas diciendo a Riko justo ahora. Mira hagamos esto, imagina que yo soy Riko e intenta declararte, si lo hacemos así será mucho mejor y mas realista así que ponle sentimiento ¿Ok?

 

– ¡¡CÓMO SI FUERA A HACER ESA IDIOTEZ!! – Respondió el pelinegro intentando controlarse para no estrangular a su amigo.

 

– Vamos no es mala idea, además si logras decirlo conmigo ¿Qué no será mas fácil y menos vergonzoso cuando se lo digas a Riko? – Repuso el mas alto con total calma.

 

– Bueno… no, si pero… te odio. – Finalizo Hyuuga fulminándolo con la mira pero cediendo ante la idea del mayor rezándole a dios que nadie les escuchara.

 

Makoto había terminado su trabajo y aprovecho para recopilar información y así adelantar tareas, le gustaba anticiparse a los demás y llegar a las fechas de entrega con todo mas que listo, además debía aprovechar esas oportunidades que tenia, con Kiyoshi siguiéndolo por todos lados y su padre molestándolo en el departamento eran contados los momentos de paz que tenia. Una vez hubo terminado juntó las cosas y se dispuso a regresar derecho a casa para poder finalizar unos resúmenes que había dejado pendientes en el escritorio de su cuarto. A pesar de que ese era su plan inconcientemente el pelinegro se paseo por todo el edificio de la universidad antes de irse ¿Qué buscaba? Aunque no lo admitiera a Teppei, una parte de el sabia que ese idiota seguramente se había quedado a esperarlo así que lo buscaría para regresar juntos a casa como siempre, como si volver con Kyoshi fuera igual a buscar a un cachorro que no se movería de su sitio sin ver a su amo. Le resultaba fastidioso pero muy en el fondo lo esperaba con ansias, esos paseos a casa a lado del castaño lo relajaban y hasta por un momento le hacían creer que tenia un buen hogar al cual regresar.

 

Estaba por darse por vencido hasta que detrás del edificio del gimnasio divisó a un chico alto de cabellera castaña, incluso de espaldas podía reconocerlo perfectamente, estuvo a punto de acercarse y gritarle algo pero se detuvo en seco al ver que el castaño no estaba solo sino con el ex capitán de Seirin y parecían hablar de algo serio. No era de su incumbencia pero de todos modos se quedo cerca escondido para poder escuchar de que tanto hablaban esos dos.

 

Hyuuga tenia el rostro teñido de un sutil rojo, esta seria la décima vez ya pero con cada intento mejoraba mas, claro el tener que imaginar a su mejor amigo como la chica que le gustaba le daba nauseas pero no había de otra el plan era bueno y no iba  a acobardarse. – Escúchame por favor. – Pidió tomando aire y tratando de verse decidió  y confiado. – Nos conocemos desde hace mucho tiempo y bueno… no soy bueno con las palabras así que nunca pude decírtelo antes, o mas bien lo intente pero no encontraba el momento  o mi estúpido orgullo me lo impedía. Siempre has confiado en mi y hemos estado juntos, sinceramente los años que pasamos en Seirin fueron los mejores y en todo ese tiempo mis sentimientos no han hecho mas que crecer… Dejare de dar rodeos. – Dijo dejando salir un suspiro y apretando los puños como para descargar tensión. – Me gustas, por favor sal conmigo. – Pidió con la voz firme y con la mirada en alto.

 

Al escuchar aquello Makoto se dio la vuelta y salió de allí inmediatamente envuelto en una dolorosa confusión.

 

Por su parte tras lo que había sido el intento numero 10, Teppei dejo salir una larga carcajada que solo hizo enrojecer y enojar más a Hyuuga.

 

– Perdón no debí reírme, pero estas mejor que la primera vez ¿Ves como si sirve esto de practicar? – Confirmo encantado de que su idea diera resultado.

 

– Bueno supongo que por una vez has hecho una estupidez útil… Gracias por ayudarme con esto. Pero cuéntale a alguien de esto y te asesino. – Finalizo por lo bajo desviando la mirada al suelo.

 

Teppei lo miro y soltó una pequeña risa apoyando su mano en le hombro del mas bajo. – De nada, ahora habla con ella o algo, seguro Riko también te esta esperando. – Le alentó dándole un ligero empujón.

 

Makoto caminaba con paso rápido por las calles sin levantar la vista completamente sumergido en sus pensamientos, lo que había escuchado recién lo golpeo de una forma que nunca hubiera imaginado. Que aquel cuatro ojos se hubiera confesado de ese modo  y encima Kiyoshi estaba sonriendo ¿Eso significaba que le aceptaba y le correspondía? Y de ser así ¿Qué carajo le importaba eso a él? Kiyoshi no era más que un tipo molesto que siempre lo atosigaba, ni siquiera le agradaba, pero si eso era así, entonces ¿Por qué le dolía tanto el pecho? Bueno podía ser terco pero no idiota, sabia porque le dolía pero no había querido reconocerlo. De apoco y casi sin darse cuenta se había enamorado del castaño y había caído en la idea de que las cosas se mantendrían así por siempre ¡Que estupidez! Nada dura para siempre y menos las cosas perfectas, era obvio que en algún momento Teppei conseguiría a alguien y dejaría de juntarse con él, al fin y al cabo su relación no era ni de amigos, el castaño simplemente quería hacer las pases tras el incidente con su pierna  y ya, él no le significaba nada y no tenia porque darle explicaciones o contarle con quien quería o no salir. Aun así dolía, verse nuevamente abandonado le dolía como nunca.

 

Ni bien puso un pie en el departamento arrojo su bolso y se dejo caer con rabia en el sillón, la garganta le oprimía en un doloroso nudo pero no iba a llorar ni a hacer ninguna de esas estupideces, se quedo así tirado en el sofá hasta que de apoco con el correr de las horas el dolor se apaciguo pero no desapareció. Al llegar la tarde fue que el pelinegro pudo darse cuenta de lo anormalmente silencioso que estaba su hogar, se suponía que su padre estaría en casa hoy y aunque hubiera tenido que salir ya se estaba haciendo tarde por lo que ya tendría que haber vuelto. Tras levantarse y revisar la casa, o más bien la cocina ya que le había dado hambre, encontró allí una nota junto a una maleta, Makoto ignoro la maleta y tras tomar de la nevera una lata de gaseosa se sentó nuevamente en el sillón a leer la nota.

 

El papel resbalo de sus manos hacia el suelo ni bien termino de leer y si no fuera porque afortunadamente había dejado la lata de gaseosa en la mesa esta hubiera hecho lo mismo, la carta era una despedida. Su padre había conseguido un aumento y su nuevo trabajo seria en el exterior, ya no se sentía atado a su hijo ya que este era mayor de edad y tampoco tenían ninguna relación afectuosa así que decidió simplemente marcharse. El maletín que había dejado contenía una suma considerable de dinero, al menos el suficiente como para que Makoto se las arreglara por su cuenta unos meses, su padre había sido claro: “Estas solo y por tu cuenta, te dejo recursos y ya no eres un niño así que si fracasas será exclusivamente merito tuyo”.

 

¡Que se vayan todos a la mierda! Maldito día de porquería que había sido ese, había sido abandonado de nuevo y dos veces para colmo. Si se hubiera dejado llevar por su rabia habría pateado todo y roto un par de muebles pero no podía darse ese lujo, a partir de ese momento debía apañárselas por su cuenta y no podía tener gastos innecesarios. Aun así lo que mas deseaba era tirar todo por la ventana o mejor aun tirarse el debajo de un tren. Su cabeza daba vueltas y su garganta volvía a dolerle pero no tanto como su pecho, lo de Kiyoshi había sido sorpresivo y lo de su padre, bueno jamás se llevaron bien pero aun así le había dolido. Despreciado y abandonado como un montón de basura inútil, así era como se sentía mientras en la soledad de su sala dejaba que unas finas lágrimas de rabia bajaran por su cara.

 

¡No! No se iba a quedar así, él no era ese tipo de persona, al diablo todo, si iba a amargarse al menos lo haría ahogándose en alcohol como era debido, con suerte quizá y hasta le daba un coma, aunque mirando lo nefasto que había sido el día eso seria tentar a la suerte. Ya había caído la noche cuando llego a un bar unas cuantas calles abajo cerca del distrito comercial, no estaba de ánimos para mirar a nadie así que se dirigió derecho a la barra y pidió una cerveza para empezar, no había llegado a la tercera cuando una risa absurdamente familiar llamo su atención.

 

– ¿No es demasiado ya para un niño? ¿O es que acaso a los prodigios se les permite tomar un poco más? – Pregunto con su típico tono burlón el ex capitán de Touo Imayoshi Shoichi sentándose a su lado.

 

– Tch justo cuando pensaba que este día no podía empeorar ¿Qué mierda quieres maldito zorro? – Masuyó con molestia y sin mirarle.

 

–  Solo venia a desahogar algunas penas, igual que tu por lo que veo ¿Sucedió algo? Sabes muy bien que puedes hablar conmigo, tu querido “senpai” te puede ayudar en lo que quieras. – Agrego divertido esperando ver la, ya anticipada, reacción del menor.

 

– Te diría que te vayas a la mierda pero por la cara que tienes debo adivinar que ya te mandaron tantas veces que te sabes el camino de memoria, idiota. – Se mofo el pelinegro enseñándole la lengua.

 

Imayoshi desvió la mirada y suspiro con una sonrisa cansada y triste a la vez. –  ¿Tanto se me nota? – Pregunto con cierta amargura dándole otro trago a la bebida que había pedido.

 

– Mas o menos, solo digamos que te conozco. – Reconoció dejándose de bromas y terminando su cerveza. – ¿Y bien, no vas a decirme nada? Es descortés pedirle a alguien que hable sino estas dispuesto a hablar, pensé que mínimo sabias eso.

 

– Vaya forma de terminar el día, recibiendo clases de modales justamente de ti. – Se rio el mayor. – Si tanto te interesa es por un desamorio que estoy así. Momoi Satsuki, supongo que la conoces, era nuestra manager en la cademia Touo y perteneciente a la generación de los milagros.

 

– Ah si, la pelirosada de grandes pechos ¿Qué con ella? – Pregunto intentando recordar bien a la chica, sinceramente jamás se había fijado bien en ningúna chica  y solo por tener buen cuerpo aquella no seria la excepción, solía encontrar divertido ver como los idiotas de sus compañeros perdían la cabeza solo por figuras voluptuosas pero le sorprendía pensar en Imayoshi como uno de esos idiotas.

 

– No es eso lo que me atrae. – Contesto el mayor adivinando el pensamiento del otro. – Momoi es una buena chica, es atenta, entusiasta, amable, inteligente, dedicada y muy dulce, no sabe cocinar pero eso es algo que puedo manejar, incluso la hace parecer mas linda. – Comento enumerando las cualidades de la chica.

 

– Y no te presta atención  ni de casualidad ¿No? – Le recordó con cierta malicia. – Bueno, quien diría que llegaría el día en el que pudiera verte arrastrándote y gimoteando por una chica. Quizá tu miseria me alegre un poco el día.

 

– Veo que conservas esa actitud tan molesta, serias mucho mas lindo si fueras un poco mas amable y honesto. No puedes poner una sonrisa y preguntar “Senpai ¿Necesita algo, puedo ayudarle o por lo menos escuchar sus problemas?”.

 

– Vete a la mierda. – Vociferó molesto terminando su bebida. – Mira la noche es larga y no puedo andar gastando dinero, si tantas ganas tienes de hablar te escuchare pero a cambio págame otra ronda. – Decidió tras recordar que no le convenía gastar demasiado, su padre le había dejado una suma de dinero y no pensaba tirarla en alcohol.

 

– Oh supongo que es lo justo, bien lo hare. – Decidió el mayor un poco más animado pidiendo mas bebida. – Bueno, técnicamente no me ha rechazado pero dudo que reaccione bien si me le declaro con todo lo que esta ocurriendo. Ella esta enamorada de Kuroko Tetsuya, el chico fantasma de la generación de los milagros ¿Lo recuerdas? – Pregunto divertido sabiendo de ante mano que la sola mención de ese chico hacía estallar en rabia a Makoto. – Bueno al parecer el y Kagami tuvieron un hijo, eso le dolío un poco a Momoi y ahora que su pequeño ya tiene un año y las cosas están bien planean celebrar su matrimonio como se debe. – Explico deteniéndose para darle otro gran sorbo a  su bebida poniendo mala cara al recordar lo que seguía. – Satsuki se puso a llorar observando la invitación el otro día. – Recordó con una sonrisa triste y amarga. – Ella quiere ir por que Kuroko sigue siendo importante para ella pero eso no cambia el echo de que lo ha amado durante tantos años, simplemente no puede deshacerse de esos sentimientos. Y yo aquí no puedo decirle nada, supongo que es tonto insistir en algo que solo duele pero como idiota sigo yendo, aunque se que no puedo reemplazar a su Tetsuya quiero verla bien.

 

Tras las palabras de Imayoshi se produjo un silencio, o al menos entre ellos ya que fuera de la realidad en la que estaban inmersos ellos dos el resto del bar seguía con su ritmo ensordecedor lleno de gritos y demás. Makoto lo observó detenidamente, normalmente se hubiera burlado enseguida y hubiera buscado la forma de hacerlo sentirse mal para así sentirse mejor consigo mimo pero esta vez le fue imposible. Y es decir ¿Cómo podía burlarse de un corazón roto si el suyo estaba despedazado y triturado? Podía entender como se sentía el mayor y por eso sabia que al igual que el lo que necesitaba era olvidar, enfocar su mente en algo mejor.

 

– A tu salud. – Propuso levantando su vaso. – Por que entiendo el sentimiento de querer tirarte en un poso o beber para no despertar y seguir con esta vida de mierda. – Brindó terminando lo que le quedaba de un solo trago.

 

Imayoshi dejo escapar una pequeña risa tras verlo y lo imito para luego ponerse de pie. – Andando, por tu expresión deduzco que una ronda más y no podrá ponerte en pie, además la cabeza me da vueltas y prefiero conversar en un lugar mas tranquilo. Acompáñame esta noche, desahoguémonos y tratemos de sacar al menos una cosa placentera de esta situación de porquería. – Propuso tomando al menor por la cintura y ayudándolo a ponerse de pie.

 

– Pff normalmente te golpearía por esto pero ¿Por qué no? No estamos poniendo estupideces como sentimientos de por medio, yo estoy roto y tu también, tener sexo para no sentir que estamos hechos pedazos suena bien, de ultima podemos culpar al alcohol. – Coincidió Makoto pasando sus brazos por el cuello del más alto.

 

Tras salir del bar se encaminaron hacia un hotel, considerando la zona de la ciudad donde estaban podían estar seguros que habría por lo menos uno a unas pocas cuadras de cada bar decente. La decisión fue inmediata y obvia, el departamento del mayor estaba demasiado lejos y Makoto no pensaba llevar a Imayoshi al suyo ni por todo el dinero del mundo. No perdieron tiempo, ni bien cerraron la puerta Shoichi tomo con cierta brusquedad a Hanamiya de la nuca besándolo con voracidad, relamiendo sus labios hasta lograr adentrar su lengua haciéndola danzar con la otra en el interior de la boca del menor, cada vez que la falta de aire se hacia presente Imayoshi aflojaba un poco y mordisqueaba los labios del menor empujándolo lentamente hacia la cama para poder volver a tomarlo y retomar aquellos besos desenfrenados. Las manos del mayor recorrieron la espalda del mas bajo buscando despojarlo de sus ropas para poder tocar su piel, rápidamente levanto las dos manos de Makoto y las sujeto con fuerza inmovilizándolo y buscando desabotonarle la camisa.

 

Ni bien sintió su cuerpo preso bajo el peso del mayor busco incorporarse y zafarse, pero la fuerza del más alto era mucha y en la posición que se encontraba no podía moverse mucho. Shoichi por su parte  ejerció un poco mas de fuerza con la mano que sujetaba las del menor y lo observo detenidamente, Makoto siempre se mostraba malhumorado y arrogante, en cambio ahora quizá en gran parte gracias al alcohol lucia nervioso y avergonzado, sin duda esta debía ser la primera vez de el y eso saco una amplia sonrisa de satisfacción en el ex capitán de Touo. No pensaba parar y tras ver las expresiones tan vulnerables del otro menos, atacó su cuello mordiéndolo y dejando un camino de marcas escuchando con deleite el sonido de la garganta del menor al contraerse para evitar soltar un gemido. El quería oírlo y nada se lo impediría. Paseo su boca por el torso ajeno deleitándose con los pezones del menor mordiéndolos con malicia y luego lamiéndolos dejándolos erectos y sensibles, sin embargo Makoto era orgulloso y prefirió morderse el labio hasta lastimarlo a darle al mayor lo que quería.

 

Con la mano que tenía libre Imayoshi se encargo de aflojar el cinturón del mas bajo y pasar su mano hasta el miembro del menor que poco a poco comenzaba a despertar debido a las intenciones recibidas por el mayor. Hanamiya intento zafarse o mínimo patearlo pero no podía, el mayor lo tenia completamente inmovilizado y era malditamente fuerte, lo único que el oji verde podía hacer era esforzarse por contener su voz, no iba a dejar que ese estupido cuatro ojos mancillara su orgullo por nada del mundo.

 

Imayoshi lo observó divertido y se acerco a lamer su oreja con lujuria para susurrarle haciéndole sentir su aliento contra su cuello. – Vaya se esta endureciendo bastante rápido, debes estarlo disfrutando mucho. – Comento mordiéndole la oreja. – Vamos ríndete de una vez, deja de contenerte.

 

– Vete… ah a la mierda… desgraciado. – Logro vociferar a duras penas ya que le costaba cada vez mas modular su voz, sentir la fricción sobre su miembro lo estaba volviendo loco pero era demasiado terco como para rendirse aun.

 

– Quiero escucharte gemir. – Demando con la voz que si en ya era ronca ahora estaba peor, pues el estaba igual de excitado que el menor, de nuevo subió a los labios dejando de lado el cuello para apoderarse ahora de aquella boca. Giro el rostro del menor y apenas comenzaron a besarse sus lenguas habían empezado a jugar entre ellas, era clara la excitación del par, mas evidente la del oji verde, pues Shoichi ya podía sentir lo húmeda que se encontraba su erección entre su mano aunque no era muy distinto en su caso pues su pantalón ya le molestaba. El poco control que le quedaba estaba desapareciendo, no podía esperar para hacerlo suyo.

 

– Para… ya no… Sho Shoichi… – Dejó escapar su nombre entre unos gemidos roncos, normalmente no acostumbraba a llamarlo de esa forma pero en el estado en que se encontraba resultaba imposible pensar en nada, su poca cordura intentaba ejercer el control suficiente para no acabar en la mano del otro pero ya estaba llegando a su limite. Su cuerpo no cesaba de estremecerse ante los estímulos que recibía y ya sin nada más que pudiera hacer finalmente terminó por correrse liberando al mismo tiempo su voz en un sonoro gemido. – ¡Idiota! Te dije que te detuvieras. – Musito entre dientes una vez fue capaz de recuperar un ritmo normal de respiración, mas que molesto se encontraba sumamente avergonzado por todo lo que había pasado.

 

Una gran sonrisa se apodero del rostro del mayor viendo su objetivo conseguido, Makoto lucia realmente tentador y extrañamente vulnerable, decidió liberar sus manos, habiendo llegado hasta aquí era poco probable que se fuera o lo golpeara. Contempló su mano llena de aquel liquido blanco y decidió a no desperdiciarlo a falta de lubricante, sin avisarle al menor se deshizo de sus pantalones y separando sus piernas guio su mano hacia la entrada de este, Hanamiya dejo salir un pequeño gemido tras la intromisión pero se apresuro a cubrir su boca con ambas manos dejándole vía libre a Shoichi para seguir con lo suyo. Aquello realmente lo excitaba, no solo por la vista que estaba teniendo sino por que sabia que el era el primero, que nadie mas que el había llegado hasta ese lugar, costo un poco pero menos de lo que había imaginado al tener los dedos lubricados con el semen del otro, estaba estrecho y caliente pero debía aguantar, si llegaba a meterla ahora podría terminar lastimándolo.

 

Al sentir la intromisión se tenso y se aferro con fuerza a las sabanas, sabia que aquello no le convenía pero no podía evitarlo, intento relajarse un poco y tras el segundo dedo poco a poco el dolor fue cediendo dándole lugar a la sensación de placer y volviendo a atrofiarle los sentidos. Al poco tiempo sin darse cuenta comenzó a separar las piernas y mover la cadera buscando intensificar aquello, el desgraciado de Imayoshi lo notaba y aun así lo hacia sufrir negándole aquel placer y jugando con sus dedos arrancándole gemidos cada vez mas sonoros que se perdían en el eco de la habitación..

 

Harto de aquel juego el menor se logro controlar lo suficiente para gritarle una única oración. – ¡Mételo de una vez! – Pidió tragándose el poco orgullo que aun tenía, suplicar de ese modo podría considerarse humillante pero poco importaba entonces pues no podía pensar en nada más que no fuera quien ahora se encontraba delante de sí.

 

En verdad estaba disfrutando de todo eso, Hanamiya Makoto suplicándole que se lo follara de una maldita vez, su erección ya resultaba dolorosa y si bien estaba mas que dispuesto y complacido de cumplir aquella demanda quería jugar un poco mas, quería ver el orgullo del menor completamente destrozado, escucharlo rogarle mas. Retiro sus dedos y tras separar mas las piernas de este introdujo su lengua ansioso de probarlo y continuar con aquel juego. – Disculpa no te escuche bien, ¿Qué es lo que quieres? – Solo separo su lengua para decir aquella frase pues apenas la termino de nuevo ya la tenia entrando en él buscándolo volverlo loco.

 

Hanamiya quería golpearlo, estrangularlo hasta dejarlo inconciente pero en ese momento le era imposible, estaba completamente a su merced. Mordió su labio en señal de frustración puesto que no era sencillo volver a repetir aquello pero sabía perfectamente que de negarse aquel desgraciado lo haría sufrir hasta que lo hiciera. – Quiero tenerte dentro. – Vocifero sintiendo que podía morir de vergüenza ahí mismo, cerro los ojos desviando el rostro para evitar que el otro lo observase, ya se había humillado bastante y no pensaba permitirle seguir con aquello.  Con sus piernas busco rodear la cadera del mayor que se había acercado para verlo mejor, busco acercarse lo suficiente para poder pegarse a su cuerpo necesitaba sentirlo, sentir ese calor en cual deseaba perderse y olvidarse de toda la mierda que tenia por vida.

 

Aquello fue mas que suficiente para Shoichi, ya se había divertido bastante y su miembro le pedía  agritos que lo liberara, torpemente debido a la prisa su deshizo de sus pantalones y dejo al descubierto su pene ya duro como una roca y bañado en liquido pre seminal. Sin perder tiempo se acomodó entre las piernas del menor y con una mano guio su erección hasta la entrada de este entrando con cierta brusquedad. Quizá de haber tenido un poco mas de autocontrol lo hubiera llevado con calma tratando de ser mas gentil ya que era la primera vez del otro pero en esos momentos no podía detenerse  a pensar en nada mas que en todo el placer que sentía y en como el interior caliente de Makoto lo apresaba con fuerza arrancándole algunos gemidos roncos.

 

Pese a que desde un principio Hanamiya no esperaba que se comportara de manera precisamente amable no pudo evitar estremecerse al sentir esa abrupta irrupción, no había comparación alguna en cuanto al dolor que sintió con sus dedos pues ahora incluso le costaba trabajo normalizar su respiración. Siendo más de lo que podía soportar alguna lágrimas se agolparon en sus ojos por lo que procuró hacer su mayor esfuerzo para evitar derramarlas. Realmente no deseaba que alguien pudiera verlo en ese estado tan penoso. En un intento por contenerse afirmó sus manos sobre la espalda del pelinegro clavando sus uñas sobre la superficie de su piel. – No te muevas… no te atrevas  a hacerlo aun…

 

Shoichi lo escucho y decidió hacer lo que le pedía, en lugar de moverse se acerco a sus labios y comenzó a devorarlo con cierta dulzura para distraer al menor y ayudarlo a relajarse un poco y permitiéndole arañar su espalda. De ese modo poco a poco pudo comenzar a moverse pero cuidando de  no ser demasiado brusco, las pequeñas lágrimas que escapaban de los ojos verdes del menor le indicaban que aún sentía dolor por lo que no debía dejarse llevar tanto. Durante todo ese tiempo o hasta que pudo moverse con libertad no había apartado la vista de los ojos del menor, poder verlo de aquella forma tan sumisa era algo increíble y a la vez encantador y pensaba disfrutar de ello también.

 

A medida que el dolor se disipaba y las embestidas iban en aumento Makoto se dejaba llevar llegando incluso a pedir mas cuando el mayor se adentro en aquella zona sensible que tanto placer le producía, sumergido completamente en ello y acompañando con sus caderas para seguir un ritmo mas desenfrenado.  Era una situación por demás penosa, incluso estaba comportándose al igual que una mujer mientras rogaba por más de aquel placer por lo que no podía evitar pensar que siendo alguien tan orgulloso debía repudiarle tener tal actitud lasciva. Consiguiendo el permiso del menor Imayoshi comenzó a embestirlo con más fuerza entrando y saliendo de él por completo aliviado de que todo se diera tan bien puesto que de tener que seguir con el ritmo lento inicial se hubiera vuelto loco. Dejándose llevar por el momento y decidido a ir por mas salió para cambiar la posición levantando las piernas del ojiverde hasta sus hombros para así poder llegar aun mas profundo sintiendo llegar el éxtasis pronto. Un nuevo gemido salio de la garganta de Hanamiya, ya se había olvidado por completo del pudor y se entrego completamente al placer, quería más de ello y ya no le importaba nada más. Bajo una mano hasta su miembro erecto y comenzó a masturbarse mientras que con la otra mano se acerco mas al cuello del mayor para dejar salir sus gemidos en el oído de este, quería vengarse por lo de hace un rato y de aquella forma podía conseguir que aquellas estocadas fueran en aumento.

 

– No hagas eso. – Dejo salir el mayor con la voz ronca mordiéndose el labio, aquello lo había excitado incluso mas aun cuando eso parecía imposible, si seguía de ese modo se correría pronto y no dejaría que eso sucediera. – Si puedes usar tu boca  para eso será mejor que la mantengamos ocupada con algo mejor. – Declaro con una sonrisa de lado devorando los labios del otro sin tregua alguna y mordiéndolos cada vez que se separaban para tomar aire, aquellos besos fogosos le excitaban y sabía que al otro también, su interior se ponía mas caliente a cada minuto.

 

El menor estaba completamente embriagado por el placer y cada mínimo roce en su piel lo hacia perder la cabeza, podía sentir su miembro resbaloso, sabia que no podría aguantar mas tiempo. Tras unas cuantas estocadas mas en aquel punto que lo hacia desvariar de placer termino por correrse liberando su esencia entre ambos, haciendo así que las paredes internas de este comenzaron a apretarse mas sobre el pene de Imayoshi. – Mmmff… si tan solo fueras así de adorable siempre… – Se mofo una ultima vez, un par de estocadas más bastaron para que llenara el interior del menor con su semen mientras soltaba un ultimo gemido, era la primera vez que sentía tanto placer, no por nada se sentía tan agotado.

 

La noche siguió dándole paso a la madrugada y tras tres rondas mas el par cayo exhausto dándole la bienvenida a un buen merecido sueño. Los rayos de condenado sol del medio día despertaron a Makoto, el pelinegro tenía una migraña terrible debido al alcohol y mejor ni hablar del dolor que sentía en el trasero o las caderas, decidió recostarse y dormir al menos tres horas mas. No le sorprendió saber que Imayoshi se había levantado temprano y se había ido sin decir nada, al fin y al cabo aquello solo había sido sexo, nada de compromisos, al menos el mayor había tenido la decencia de pagar el hotel antes de marcharse por lo que el oji verde solo tuvo que ducharse y volver a su departamento.

 

Lo mas difícil vino el lunes, tener que enfrentar a Kiyoshi fue difícil y evadirlo casi imposible. Hanamiya no quería hablar con el, cada vez que intentaba siquiera pensar en el castaño la escena de declaración que había presenciado volvía como un dolor punzante, para colmo Teppei no era fácil de ahuyentar sin importar cuantas excusas le diera o que tan mal le tratara el castaño siempre volvía, siempre preguntaba si había hecho algo malo, siempre se disculpaba, siempre lo miraba con esos ojos suplicantes desbordantes en ternura y amabilidad. Makoto ya no podía más con ello, verlo era doloroso, hablarle una tortura pero aun debían verse mínimo por un año más. No podía, no iba a lograrlo de ser así, con su intelecto terminar la carrera en un año mas seria pan comido pero, ver a Kiyoshi durante un año mas, sinceramente no se creía capaz de tal hazaña. Quizá fuese la salida del cobarde pero era lo único que podía hacer, dado a su “situación familiar” podía pedir estudiar desde la casa para buscar trabajo y demás, era un alumno brillante e impecable, no se lo iban a negar. Aun así no le terminaba de gustar de todo la idea, desaparecer, irse sin despedirse ¿No estaría haciendo lo mismo que le hicieron a él? No, no era lo mismo, la diferencia estaba en que él no significaba nada para Teppei.

 

Imayoshi por su parte tras aquella noche había decidido sentar cabeza y enfocarse de lleno en sus estudios, nada sacaba comportándose como un estupido adolescente con mal de amores, no obstante no se arrepentía de lo ocurrido la última noche pero tampoco le enorgullecía. Como el mismo Makoto le había dicho, solo eran dos personas rotas intentando olvidar su dolor. En estos momentos eso ya no importaba, debía concentrarse en el estudio y nada mas, o bueno eso al menos le duro una semana hasta que un mensaje de cierta pelirosada pidiéndole verse en la plaza se volvió su prioridad máxima.

 

– ¡Gracias por venir Imayoshi-san! Lamento estarlo molestando, seguro tiene muchas cosas que hacer. – Se disculpo la pelirrosada un tanto avergonzada por su egoísmo, el mayor seguramente debía estar ocupado con las fechas de examen a la vuelta de la esquina.

 

– No es nada, de hecho tenia tiempo libre. – Mintió el pelinegro más que feliz de poder compartir aquel momento con ella. – ¿Sucedió algo malo? ¿Volviste a pelear con Aomine-kun? – Aventuro conociendo por regla que la principal causa de inconvenientes para la chica era el peliazulado.

 

– Esta vez Dai-chan no tiene nada que ver… perdón ya debes estar harto, siempre que te llamo es para quejarme de Dai-chan, debe resultarte molesto.

 

– En realidad no, me hace feliz que me llames. – Explico el pelinegro ganándose la atención de la chica. – Tu siempre te esfuerzas mucho por los demás, tratas de hacer lo mejor para todos y el idiota de Aomine no sabe valorarlo a pesar de que siempre te preocupas por el. Tú también necesitas un hombro sobre el cual llorar y alguien con quien quejarte, por eso soy feliz al saber que puedo ser esa persona, y ser esa clase de soporte para ti.

 

El rostro de Momoi enrojeció un poco al escuchar las palabras del mayor, su corazón había comenzado a latir a un ritmo acelerado y tuvo que desviar la mirada o de lo contrario sentía que su rostro explotaría. No era al primera vez que se sentía así, de hecho cada vez que estaba con él sentía un sin fin de emociones nuevas para ella, cosas que jamás había experimentado. Sabia que siempre podía contar con que el estuviera para ella, que la escucharía, le aconsejaría desinteresadamente, que la haría sentir querida y apreciada pero ¿Qué era exactamente ese sentimiento? ¿Amor? No lo sabia, había estado enamorada ya y no había experimentado todo eso, no lo que estaba sintiendo era ser amada. Amar era una cosa pero ser el objetivo de ese amor era otra, se sentía segura, cuidada, como si en verdad fuera lo más importante en el mundo para alguien.

 

– Imayoshi-san… ¿Te enoja que hable siempre sobre Tetsu-kun? – Inquirió repentinamente la pelirosada. Era cierto, a pesar de que en parte siempre estuvo conciente de los sentimientos del otro ella siempre hablaba de Kuroko y de lo mucho que lo amaba ¿Cuanto había llegado a lastimarlo por eso?

 

La pregunta lo había tomado por sorpresa pero simplemente se limito a sonreír al saberse descubierto. – Como lo esperaba, eres muy lista. No, no me enoja. Siempre supe que tú lo amabas, incluso antes de saber que yo te amaba y por eso lo acepte. Tampoco es que disfrute oír sobre él pero, te vez feliz al hacerlo y eso me basta. Se que no puedo mantenerte a mi lado por eso quiero esforzarme para hacerte feliz. – Le confeso acariciando su mano y lentamente entrelazándola con la de él.

 

– Yo actuaba igual. – Coincido con una sonrisa. – Amar y dejarse amar, creo que eso debe ir de la mano para llegar a una relación. Sin importar que tanto ame a Tetsu-kun el no encontró la felicidad hasta que se dejo amar por Kagamin y este le amo también. Me dolió saber que yo no pude llegar a ello, me puse feliz por ellos también claro pero también me dio envidia. Llegue a pensar que sin importar cuanto me esforzara jamás lograría que alguien me mirara así. Como Tetsu-kun mira a Kagamin o Dai-chan a Kise-kun, que alguien me mirara como si fuera lo más preciado de su mundo. Creo que estaba tan obsesionada con esas miradas que no me di cuenta que ya había alguien  mirándome así.

 

– Bueno si me comparas con la generación de los milagros no es de sorprender que mi mirada pasara desapercibida, no soy fuerte como ellos pero si te miro. Miro todo de ti, cuando ríes, cuando te enfadas y cuando lloras, lo miro todo y lo amo todo de ti.

 

– Lo se, por eso te llame aquí hoy. Quiero dejar de mirar hacia el lado equivocado. Quizá sea egoísta pero Imayoshi-san ¿Podrías seguirme mirando?

– No puedes pedirme eso… después de todo ya te regale mis ojos hace mucho tiempo. – Finalizo el pelinegro clavando la mirada en los ojos rosados de la chica y en lo brillante que lucían hoy. Momoi le dedico una tierna sonrisa y con el corazón a mil lentamente Imayoshi le acomodo el cabello y ambos acortaron la distancia existente con un dulce y casto beso.

 

 

Ya habían pasado seis meses desde entonces Imayoshi había formalizado su relación con Momoi e incluso habían asistido juntos a la boda de la joven pareja de Seirin para desearles lo mejor, desde que habían comenzado a salir parecían mas metidos en su propio mundo e incluso ya había pequeños rumores sobre un posible casamiento para el próximo año pero nada confirmado aun, aunque observando la naturalidad con la que la pareja mantenía su relación no era difícil de creer aquello.

 

Por otro lado la realidad de Makoto era totalmente distinta, ya al pasar casi medio año el dinero que le había dejado su padre estaba por acabarse por lo que había tenido que buscar trabajo, eso sumado a que al estudiar desde la casa sus deberes eran el doble lo traía estresado pero no había nada que pudiera hacer. Odiaba su vida y la maldecía a todo pulmón, los estudios carecían de sentido, estaba bajo constante estrés, debía pagar demasiadas cosas y el dinero no alcanzaba y como si fuera poco estaba completamente solo. Sinceramente le hubiera encantado atarse una soga al cuello o tirarse desde un puente y terminar con su miseria de una maldita vez pero no podía. A pesar de las mil y un razones que podía tener para suicidarse había una que hacia que el seguir vivo valiera la pena y esa razón seguía creciendo día a día en su vientre.

 

La mayoría de las personas se hubieran horrorizado o maldecido su suerte si tras su primera vez hubieran quedado embarazados sorbe todo sabiendo que ese bebé no tendría un padre, pero a Makoto eso no le importo, saberlo fue la mejor noticia que había recibido en todo el año sin exagerar. Había un pequeño que lo necesitaba, que lo acompañaba, que sufría si el sufría y que necesitaba que alguien lo quisiera y lo cuidara. Podrían llamarlo cursi o lo que fuera pero estaba feliz y amaba a su hijo, porque aun recordaba ese lazo especial que tenia él con su madre y eso le daba fuerza para seguir adelante.

 

 

El invierno estaba llegando a su fin pero las noches seguían siendo heladas, Makoto había ido al centro para buscar material para sus estudios y algunas copias de leyes, luego de tener lo que necesitaba contó el dinero del que disponía y restándole el costo del transporte apenas si le quedaba para comprar algo decente de comer, no le importaba mucho, la comida no ocupaba su top de prioridades y se las arreglaba bien hasta el momento.

 

Observó con fastidio que pequeños copos comenzaban a caer anunciando una nevada y se acomodo la bufanda dispuesto a  llegar a casa antes de que la nieve empeorara. – “No se esperan nevadas si no hasta el fin de semana” si como no. – Se mofo molesto con el reporte del clima y su gran habilidad para errar de aquella manera. – Maldición… bueno supongo que puedo cenar algo de ramen, me vendría bien algo caliente ¿No crees? – Dijo con una pequeña sonrisa acariciándose el vientre que apenas se hacia visible gracias al grueso saco que los protegía del frío.

 

El reloj de la plaza estaba por dar las diez y la estación de trenes aun estaba algo lejos, sabía que debía apurarse o perdería el último tren y eso supondría el más grande de sus problemas pero por más que fuera conciente de eso no podía acelerar el paso. Sin darse cuenta había tomado el mismo camino que solía transitar junto a Kiyoshi al salir de la universidad y eso le trajo muchos recuerdos cargados de una fuerte nostalgia. El castaño vivía cerca por lo que no tenia que caminar por allí pero de todas formas insistía en acompañar al pelinegro hasta la estación de trenes y no paraba de atacarlo con mensajes de texto al rato de separarse para saber como iba en viaje o si había llegado bien a casa. Una pequeña carcajada escapo de sus labios al recordar lo molesto y tierno que le habían parecido aquellos gestos que el más alto tenía para con él. Perdido en sus pensamientos siguió caminando observando los alrededores como si los viera por primera vez, o como si de tan solo mirarlos pudiera verse a si mismo y al castaño regresando juntos a casa como hace tiempo. Gracias a eso tuvo la mala suerte de chocar con alguien y terminar sentado en la nieve con todos sus documentos esparcidos, pero esos inútiles pedazos de papel no fueron lo primero en preocuparle, ni bien aterrizo en el suelo lo primero que hizo fue llevarse casi con desesperación ambas manos al vientre temeroso de que aquello lo hubiera dañado, tras unos segundos de silencio recordó como se respiraba al comprobar que todo parecía bien.

 

– ¡¿Qué te pasa imbecil?! ¡¿Qué no ves por donde vas?! Tienes mucha suerte que no haya sido nada por que de lo contrario te hubiera asesinado. – Grito a todo pulmón al otro sujeto poniéndose de pie.

 

– Lo lamento venia perdido en mis pensamientos y no te vi yo… ¿Makoto? – Aquel tono tan espantosamente familiar y ese modo informal de dirigirse a él hicieron que el pelinegro levantara la vista prestando atención por primera vez a quien era la persona con la que había chocado.

 

Maldita suerte o estupido destino, si había un dios encargado de esto Makoto tenia serios asuntos que tratar con el y no serian nada pacíficos. – ¿Kiyoshi? – Pregunta algo estupida, era obvio que era él, pero así y todo esas fueron las únicas palabras que pudo pronunciar.

 

– Makoto. – Volvió a repetir el más alto pero esta vez con una sonrisa en el rostro. – No puedo creerlo, ha pasado tanto tiempo ya estaba preocupado. Justamente estaba pensando en ti, que coincidencia. – Admitió el castaño dejándose llevar por la alegría que el producía aquel encuentro.

 

– Si, si como sea, por estar pensando en tremenda estupidez pasa esto, me sorprende que no hayas chocado con un poste. – Contestó con un tono áspero, no quería seguir hablándole, lo último que quería era estar con él por lo que se apresuro a juntar sus cosas para poder irse. – Mira tengo prisa, si no me muevo perderé el tren y gracias a ti tengo todo el código penal esparcido por la nieve, si me llega a faltar una sola cláusula me asegurare de que dejes de respirar. – Le amenazo sin mirarlo.

 

– Ah lo siento mucho, déjame ayudarte. – Ofreció Teppei sin escuchar la obvia negación del otro y empezando a recoger las hojas. – Así que cláusulas de código penal, eso significa que sigues estudiando abogacía, que alivio. Cuando deje de verte por la universidad creí que habías abandonado, eso hubiera sido un desperdicio, con lo bien que te iba.

 

– Para tu información no todos tenemos la vida tan fácil, tengo trabajo y otras cosas más por lo que pedí seguir todo desde mi casa. No es fácil pero mientras menos tenga que estar viajando mejor. – Le explico. ¿Por qué? Eso a él no le concernía y para empezar, ¿Por qué le hablaba? ¿Qué no había decidido juntar todo y largarse? – Mira gracias por tu ayuda pero tengo prisa, se me va el tren y aun no he comprado la cena.

 

– Pero estamos lejos de la estación, no vas a lograrlo. – Protesto el castaño, en realidad quizá si podría pero no lo iba a permitir. Hacia mucho que no lo veía y quería poder hablar con él un poco, saber que fue lo que paso. – ¿Por qué no vienes a mi casa? – Propuso. – Queda aquí cerca, ya mañana podrás regresar además prometo cocinar algo delicioso.

 

– No gracias, ya te dije que no necesit… – Dejo al frase a medio terminar y se llevo las manos al vientre sonriendo de medio lado.

 

– ¿Sucede lago? ¿Estas bien? – Preguntó alarmado el mas alto al verlo acariciarse el estomago.

 

– Estoy bien… bien, fue solo una patada, al parecer estoy siendo demasiado terco. – Comentó manteniendo aquella sonrisa.

 

Teppei lo observo completamente embelezado por aquella sonrisa, jamás había visto a Makoto con una expresión tan relajada, tan tierna, tan llena de amor. Fue entonces cuando noto el origen de aquello, gracias a aquel abrigo no se distinguía mucho a simple vista pero mirándolo bien pudo darse de cuenta de que  se trataba. – Oh, un bebé… felicidades no lo sabía. Perdona, estoy aquí reteniéndote en medio del frío y tu seguro tenias que regresar a comer con tu pareja o algo así. – Soltó algo molesto, con el asunto y con él mismo por estar molesto, aquello era algo hermoso y el egoístamente se estaba enojando por ello.

 

– ¡Ja! Si claro, lamento romper la visión que tienes pero lo único que me espera en casa es un tazón de ramen y solo si consigo llegar antes de que cierren la tienda. Mi vida no es como crees, somos solo yo y él. – Le indico volviendo a acariciarse el vientre.

 

– ¡Espera! ¿Qué quieres decir con eso? – Demando saber el castaño sosteniéndolo por el antebrazo para asegurarse de que no se marchara.

 

– Mira quizá haya pasado solo medio año pero mi vida se ha ido en muchos sentidos al fiasco y no tengo tiempo o ganas de actualizarte sobre ello. Estoy cansado, tengo frío y tengo resúmenes que hacer ¿Podrías dejarme ir o debo noquearte para largarme? – Pregunto ya harto de todo esto.

 

Aun así Teppei no respondió, por primera vez Makoto pudo ver seriedad en esos ojos marrones, algo implacable que el aseguraba que se haría lo que él quisiera y nada podría hacer para contradecirlo. Y así sin decir mas nada el ex centro de Seirin lo condujo hasta su casa. Kiyoshi se había mudado de la casa de sus abuelos ni bien había comenzado la universidad pero aun iba a visitarlos los fines de semana, la pareja de adultos mayores lo amaba pero habían decidido que era hora de que tuviera su propia casa y formara su propia familia por lo que le habían ayudado a conseguir una. Makoto ya había estado allí un par de veces, una casa grande, demasiado para una sola persona, de dos pisos, un espacioso living y cinco habitaciones contando la que el castaño había destinado a su estudio. Solo estaba a unas cuantas calles de la universidad pero el camino se lleno con las dudas del castaño, la mayoría referentes al padre de su hijo pero Makoto no estaba dispuesto a hablar del tema, sabia que Imayoshi había logrado al fin conquistar el corazón de aquella chica por la que había estado tan destrozado esa noche en el bar y no iba a arruinarselo. Solo porque el fuera miserable no significaba que los demás debían serlo, además estaba agradecido, ese bebé era lo mejor que le había podido pasar y él se haría cargo.

 

Una vez dentro Teppei se encargo de cocinar una deliciosa cena para los dos, a pesar de que el pelinegro había insistido tercamente en que un poco de ramen estaba bien el castaño le había regañado por no alimentarse debidamente estando embarazado. – Esta delicioso supongo. – Comento tras terminar su plato.

 

– Hice también un poco de sopa de crema de hongos, es deliciosa y suave, anda mejor que un plato caliente para un día como hoy.

 

– No es para tanto pero supongo que acepto, hacia mucho que no comía tanto. – Confeso el pelinegro acercándole su plato.

 

– Eso esta mal, una mala alimentación podría perjudicar al bebé sin mencionar que tu estilo de vida también, debes empezar a cuidarte mas. – Le volvió a regañar el castaño tras servirle la comida. – Bueno supongo que tampoco puedo culparte, debió ser muy duro lo de tu padre ¿Estas bien?

 

– Tu pregunta llega seis meses tarde pero no me quejo. Jamás me lleve bien con el, solo me sorprendió y me agarro en un mal momento. Igual no me siento solo, él me acompaña… y si vuelves a hacer otra pregunta sobre su padre te arrojare la cuchara en la frente . – Le advirtió viendo que el otro estaba a punto de hablar.

 

– Esta bien me rindo con ese tema, no preguntare mas sobre el supuesto padre. Pero a aún así no puedes con todo solo, es demasiado estrés y ya deberías reposar, no es bueno exigirse tanto a estas alturas, en los últimos meses es esencial descansar.

 

– Claro y mientras tanto ¿Quién limpia la casa, hace las compras, retira los materiales de estudio, paga las cuentas y trabaja para que el dinero llegue? No es tan sencillo como decir “necesito descansar” y lo hago. Ya no me queda nada del dinero de mi padre, lo que había quedado lo utilice para pagar el departamento de aquí a cuatro meses mas. Pensé que por lo menos así no debería preocuparme por tener un techo hasta que mi hijo nazca, todo lo demás se fue en las compras y la universidad, si no trabajo no podré mantenerme.

 

– Entonces déjame cuidarte. – Pidió con suma seriedad tomando desprevenido al otro. – Lo digo en serio, puedes quedarte aquí y hacer los que haceres de la casa mientras estudias, de las compras y retirar tus materiales puedo encargarme yo. Aquí no hay que pagar un alquiler y mis padres me dan dinero todos los meses. – Explico buscando convencer al pelinegro de la idea.

 

– ¡No! No puedo aceptar eso, además no me gusta la idea. – Protestó desviando la mirada, una parte de él quería aceptar pero su terquedad era mayor.

 

– ¡¿Por qué no?! ¿Cuál es el problema? Se que no te gusta depender de  otros pero al menos piensa que esto es lo mejor para tu hijo, si te sigues sobre exigiendo tu cuerpo  no lo aguatará y todo podría terminar en un aborto… Se que es algo cruel hacerte pensar en ello pero puede suceder, a mi amigo Kuroko casi le pasa.

 

Hanamiya se llevo instintivamente las manos al vientre al escucharlo, no lo había pensado pero Teppei tenía razón, seguir con aquel ritmo podría resultar fatal para su hijo y no iba a perderlo. – No quiero que eso suceda. – Dejo salir abrazando su estomago, tenia algo de miedo, miedo por lo que podría llegar a ocurrirle.

 

Teppei se levanto de su asiento y fue hasta donde estaba el mas bajo tomándolo entre sus brazos y abrazándolo fuertemente contra su pecho. Por un lado se sentía mal por haberlo asustado así pero había que ser realistas, una vida no era algo para jugar y tenían que pensar en lo mejor para el pequeño. – Todo esta bien, no le va a pasar nada, yo me asegurare de eso. – Le prometió  y dejándose llevar por el momento beso su frente con ternura acariciando su rostro.

 

El menor no tardo nada en enrojecer y regresar a la realidad con eso, rápidamente se aparto del más alto de un empujón buscando imponer distancia. – ¡No hagas eso idiota! Yo no quiero problemas, para empezar deberías consultarle al cuatro ojos lo de dejarme quedar aquí, no seas impulsivo imbecil.

 

–¿Cuatro ojos? ¿Te refieres a Hyuuga? ¿Qué tiene que ver él en todo esto? – Pregunto desconcertado el castaño.

 

– ¡No te hagas el idiota! ¡Tú estas saliendo con él! No lo niegues, lo escuche confesándote en el patio de la universidad y tu aceptabas con esa risa estupida que tienes.

 

– ¿Eh? Espera… ¡¿Viste eso?! – Preguntó recordando aquel día y algo avergonzado de que alguien los hubiera estado observando. – ¡Te equivocas! Hyuuga no se me estaba confesando, estábamos practicando ¡Practicando! Él quería confesársele a Riko, nuestra entrenadora en Seirin y vino a pedirme consejo eso es todo, jamás pensaría en Hyuuga de esa forma. – Se apresuro a explicar sintiendo como su rostro enrojecía más y más hasta que cierta idea cruzo su mente calmándolo un poco. – Espera… ¿Eso significa que la razón por la cual dejaste de hablarme era porque creías que Hyuuga y yo estábamos saliendo?

 

Ahora fue el turno de Makoto de sentir el rostro arder en vergüenza, sin darse cuenta se había dejado solo en evidencia. – ¡¡Para nada!! Te deje de hablar porque nunca me caíste bien, punto. Ahora estoy muy cansado así que si vamos a hacer esto listo indícame donde voy a dormir y no me molestes hasta mañana. – Gritó aun avergonzado y desviando el rostro para no ver la cara de idiota que estaba poniendo el otro en ese momento.

 

Teppei dejo salir una pequeña risa y aprisiono al más bajo entre sus brazos por detrás. – Entonces estabas celoso, – Concluyo. – que alegría.

 

– ¡No saques tus propias conclusiones retrasado y suéltame! Se acabo suéltame ahora mismo ¡Arg! Ojala dejes de respirar mientras duermes maldito bastardo.

 

– Si como gustes. – Respondió con una sonrisa sin prestar atención a  los reclamos e insultos del pelinegro, en ese momento estaba demasiado feliz como fijarse en ellos, esta vez definitivamente no iba a permitir que Makoto se fuera de su vida, ahora que sabia todo solo quería que fuera suyo y nada iba a impedírselo.

 

 

 

 

CONTINUARA…

 

 

Notas finales:

 

Por petición y gusto de muchos hemos abierto un grupo de FACEBOOK para que entre fans puedan hablar del fic  y claro el motivo principal molestar a la planta. Esperamos su visita :D

CLUB MOLESTEMOS A LA PLANTA

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Aquel que no responda su test no se le dejará entrar al grupo.

 


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