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Spin Off - Antes de Superarte, hay que tenerte por kurokaze

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Notas del capitulo:

KuroKaze:

Hola, he aquí esta humilde continuación de la historia como un tributo para calmar su sed de sangre por el cap 47 XD Bueno espero lo disfruten tanto como yo al escribirlo.

Perdon por estar tardando tanto pero yo ya había dicho que publicaría mensualmente, ademas la universidad me esta matando, tengan paciencia!!

Besos

 

Orphen: Hola gente bonita, espero que con esto quieran matar menos a Kurokaze por el capítulo 47 del otro fic XD y si no bueno al menos disfruten este.

El titulo nuevamente es el titulo de una canción. Puede que no le vean mucho sentido si no escuchan la canción, pero igual dejo el link, se que a muchos les da fiaca ir a los links pero yo amo estan canción y va totalmente con el tema del este capítulo. "The Next Storm" de Frank Turner. (solo den click al nombre de la canción para ir a ver el video)

SEPTIMA HISTORIA

– The Next Storm –

Imayoshi x Hanamiya   // Kiyoshi x Hanamiya  //  Imayoshi x Momoi

 

                  Las cosas no habían sido exactamente fáciles pero Teppei no podía quejarse, cierto, el carácter de Makoto era aterrador y sus cambios de humor podrían haberlo matado pero milagrosamente el castaño había sobrevivido medio año y su esfuerzo estaba por darle recompensa.  Pronto el hijo de Makoto nacería y eso no podía ponerlo más feliz, habían discutido un poco ya que el pelinegro no estaba cuidándose como era debió y se estaba esforzando de mas y como resultado hacia dos días que no le dirigía la palabra a no ser que fuese absolutamente necesario, era duro pero Kiyoshi no se daría por vencido.

                  Se encontraba en la cocina lavando los platos cuando escucho al pelinegro bajar. – ¿Qué estás haciendo? – Le pregunto al verlo tomar las llaves. – Se supone que debes descansar… – Dejo salir un largo suspiro al verse ignorado, no quería enojarse pero las cosas serian mucho más sencillas si pudiera atarlo a la cama. – Hablo en serio Mako el doctor dijo que necesitas reposo.

– ¡Cierra la maldita boca! Si sigo aquí me crecerán raíces. – Respondió bruscamente el otro poniéndose los tenis. – Tengo hambre así que iré  a la tienda.

– ¡¿A esta hora?! Ya es muy tarde, es peligroso. Mejor espera e iré en un rato a comprarte lo que quieras. – Le propuso entrando al pasillo.

– No gracias, no me rompí la pierna y aunque me la hubiera roto prefiero morir a ser un parasito. – Se defendió dispuesto a salir haciendo caso omiso a las protestas del otro, hasta que cierto sobre en tonos claros llamo su atención, estaba seguro que eso no estaba ahí esa mañana. - ¿Qué demonios es esta cosa?

– Ah eso. – Reconoció Teppei al ver que sostenía. – Estaba en tu departamento, parece una invitación, sino vi mal es de parte de Imayoshi-san y Momoi-san. Parece que en verdad van a casarse ¿No te parece increíble? – Comento con una sonrisa.

– ¡¿Y por qué demonios me invita?! Estúpido cuatro ojos ¡¿Qué no entiende que no quiero verlo?! – Grito furioso haciendo pedazos la invitación. En realidad no estaba molesto sino avergonzado, no quería enfrentar a Imayoshi porque eso significaría contarle la verdad y, aunque ni bajo tortura lo admitiría, eso lo asustaba. Así que era más sencillo enfadarse y culpar a sus cambios de humor por ello.

– ¡Mako espera! ¿Por qué haces eso? – Teppei intento quitarle los pedazos que quedaban pero ya era inútil, no quedaba nada que pudiera ser arreglado. – ¿Por qué hiciste eso? Imayoshi-san te estaba invitando muy cortésmente a su casamiento, si se tomo las molestias de hacerlo significa que quiere que vayas.

– ¡No pienso poner un solo pie allí así que no insistas imbécil! – Le respondió de mala gana.

– Ese no es motivo suficiente para triturar la invitación. Podías declinarla amablemente ¿O es que acaso te molesta algo? – Inquirió cuidadosamente, no quería presionarlo pero no era la primera vez que el otro se comportaba así cuando el nombre del ex capitán de Touo venía a conversación. - ¿Paso algo entre Imayoshi-san y tú que yo no sé? – Pregunto acercándose para abrazarlo.

La pregunta lo había tomado por sorpresa poniendo todos sus sentidos en alerta máxima ¿Qué pasaría si se lo contaba? Había vivido cómodamente alado de Kiyoshi todo este tiempo sin que este supiera quién era en verdad el padre de su hijo ¿Y si se enojaba? No era secreto para nadie que el cuatro ojos había andado desconsolado durante varios meses hasta que por fin pudo verse correspondido ¿Qué pensaría Teppei de él si se enterara de que se había acostado por despecho? Despecho, en su caso, totalmente injustificado dado que todo había resultado ser un gran malentendido. No quería, tenía miedo de contarle la verdad.

Apartó bruscamente la mano del castaño. – ¡¿Podrías dejar de entrometerte?! Si paso algo o no, no es asunto tuyo.

– ¡Si lo es! – Le recrimino sujetándolo del brazo. – Es asunto mío porque me preocupo, quiero cuidarte a ti y al bebé pero me lo haces muy difícil ¿Está mal eso? Solo quiero lo mejor para ustedes.

– ¡NADIE TE LO PIDIO! – Le grito zafándose. – Deja de entrometerte, deja de molestar ¡NI SIQUIERA ERES SU PADRE ASI QUE DEJAME EN PAZ! – Demasiado tarde se dio cuenta de lo cruel y duro de sus palabras. Teppei se había quedado mudo ante esas palabras una sombra de dolor cruzo sus ojos. Makoto quería darse un puñetazo por ello pero si volvía a abrir la boca seguramente volvería a arruinarlo. Tomo deprisa las llaves y huyo rumbo a la tienda y el dolor en su conciencia y en su pecho se hizo más grande al notar que nadie lo seguía.

De haber podido se hubiera dado un buen golpe, ahora sí que lo había arruinado todo, no había manera que Kiyoshi lo perdonara. Ni siquiera él podía ser tan idiota como para perdonarlo. Camino en silencio hacia la tienda sumergido en sus pensamientos, por lo general maldiciones y reproches para sí mismo ¿Qué demonios estaba haciendo? Teppei se había comportado realmente bien con él, lo había cuidado y lo había querido como nadie lo había hecho nunca ¿Y así era como le pagaba? Definitivamente no existía una sola cosa que hubiera hecho bien en esta vida, ni siquiera podía cuidar de su hijo como era debido. Kiyoshi tenía razón en eso también, no debería estar haciendo esfuerzos innecesarios ni comer de esa forma tan descuidada pero su modo “cabeza hueca” le impedía actuar en contra de su estúpido orgullo.

Debió de entrar en el combi con una cara realmente aterradora porque las personas desviaban la mirada con nerviosismo y evitaban ponerse en su camino, bueno una molestia menos. Se sentía miserable, ya se le había quitado el hambre pero tampoco quería volver a casa ¿Qué le diría a Kiyoshi? Dudaba que cosas como esa se solucionaran con un “lo siento” y ya. Mientras le daba vueltas al asunto e intentaba encontrar la mejor forma de disculparse comenzó a sentir dolores agudos en el vientre. Intento calmarse y respirar profundo pero eso no ayudaba mucho tampoco. “Perfecto ¿Justo ahora? No podrías ser más inoportuno” pensó para sí mientras buscaba su celular… ¿Debía llamar a Kiyoshi? “Claro y ya que estas dale una patada también”. No podía llamarlo después de todo lo que le había dicho en plan: “A perdona por haber mencionado que no eras el padre ¿Te lastime? Perdón, bueno ahora ¿Podrías llevarme al hospital porque mi hijo va a nacer? Ah y si te apuras seria grandioso”. No, debía arreglárselas el mismo.

Teppei necesitaba calmarse, lo que Makoto le había dicho le dolía pero necesitaba entenderlo. Hanamiya no era una persona fácil de entender y no había estado de buen humor últimamente, además Teppei tenía que reconocer que lo había estado presionando mucho con el asunto del padre de su hijo pero no podía evitarlo, necesitaba saberlo.

Las horas fueron pasando y la preocupación del castaño aumentaba hasta llegar al borde del pánico ¿Y si le había pasado algo? ¿Si había tenido problemas con su bebé? Estuvo a punto de salir a buscarlo cuando su celular sonó, el alma se le cayó  a los pies cuando escucho que la llamada procedía del hospital y antes de colgar ya había salido a buscar el auto para dirigirse allá. Al parecer había llamado una ambulancia y había entrado en labor de parto. Teppei se sintió un poco dolido de haber sido avisado por una enfermera en vez de por Makoto pero teniendo en cuenta el carácter del pelinegro y la fuerte discusión de hace rato podía comprenderlo.

Las horas habían pasado lenta y tortuosamente en la sala de espera, el castaño intento interceptar a cada doctor que pasaba pero no conseguía mucha información, al parecer habían surgido algunas complicaciones y eso lo aterraba. Rezo por que tanto Makoto como el niño estuvieran bien mientras sentía como el corazón se le encogía en un dolor agudo. Finalmente cuando le indicaron a que habitación dirigirse por poco tumba a una enfermera al pasar corriendo por el pasillo. Se detuvo en seco ante la puerta y dudo por una fracción de segundo, a continuación arrojo sus miedos por la borda y entró, Hanamiya se encontraba recostado en su cama con los ojos entre cerrados, parecía cansado pero hizo su mayor esfuerzo por sentarse cuando vio entrar al castaño.

– Viniste… – Era una frase idiota, obvio que había venido pero aun así Makoto se sentía feliz.

– Por supuesto que vine, si me hubieras llamado antes te habría acompañado desde el inicio pero lo importante es que ya estoy aquí. – Dijo sentándose al borde de la cama, no quería sonar como si le estuviera regañando pero se sentía un poco molesto.

– Tienes razón, actué como un cobarde pero últimamente eso no es novedad. – Reconoció con cierta amargura. – Perdóname, por todo… me he estado comportado como un verdadero idiota contigo, y sin embargo tú sigues aquí, a pesar de todo tú no me has… – La voz se le quebró a medio camino y callo.

Kiyoshi sonrió con dulzura y le acaricio el rostro, sabía que el otro tenía terror a que lo abandonaran y verlo así le daba ganas de protegerlo. – Todo está bien, estoy aquí y no me voy a ir. No te voy a dejar solo.

– Kiyoshi… ¿Quieres verlo? – Pregunto desviando la mirada  a un costado, hacia una incubadora junto a la cama. Una sonrisa que mezclaba alegría y culpa se formo en su rostro. – Como siempre tenías razón, a pesar de que ese pequeño me ha hecho salir adelante tantas veces yo no supe cuidarlo bien.

Teppei se acerco  a la incubadora lentamente reparando recién en ella, había estado tan preocupado por Makoto y se había olvidado del pequeño. Dentro de la incubadora había un bebé, su piel era clara y unos cuantos cabellos cortos asomaban por toda su cabeza de un intenso color blanco. – Parece saludable. – Dijo girándose hacia el pelinegro.

– Es albino. – Le contesto con pesar. – Por mi culpa su cabello es completamente blanco aunque según los doctores podría ser peor. El albinismo afecta cabello, piel y ojos. – Explico. – Podría haber tenido la piel peligrosamente sensible al sol o ser ciego, fue una increíble suerte que solo su cabello se viera afectado y apenas el tono de su piel.

Teppei se quedo observando al pequeño, deseaba abrazarlo pero comprendía que el bebé debía mantenerse allí hasta estar mejor. – Yo creo que es hermoso y no te culpes, lo has hecho muy bien.

– Gracias pero lo que digas no cambia el hecho de que termino metiendo la pata siempre… y sobre eso. – Makoto dudo unos instantes pero estaba harto de huir así que se armo de valor. –  Se parece a su padre… me refiero hace rato estaba despierto, tiene sus ojos. Incluso es bastante tranquilo cosa que obviamente no heredo de mi. – Comentó con una risa sin gracia.

El castaño no sabía que decir, trato de encontrar rasgos en el niño que pudieran darle una pista del padre pero era en vano, el parecido que había mencionado el pelinegro eran sus ojos y ahora los tenia cerrados. – Si no quieres hablar sobre esto no tienes que forzarte.

– Tengo que hacerlo, lo mereces. – Sentenció, tenía miedo de lo que vendría a continuación pero Teppei merecía saberlo, lo que pasara después lo aceptaría. –  Cuando enloquecí hace rato por la invitación de Imayoshi fue porque tenía miedo y vergüenza supongo. Tenía planeado no decirlo nunca pero tu si mereces saberlo. El día en que mi padre me abandono y pensé que tú y el cuatro ojos de tu ex escuela estaban juntos fui a emborracharme para olvidar. Me encontré con Ima… con Shoichi, tomamos y por despecho terminamos acostándonos juntos… – Makoto se llevo ambas manos al rostro y se escondió en ellas, no quería ver la expresión del castaño al escuchar eso. – Shoichi es el padre.

Se produjo un largo silencio pero el pelinegro no se animaba a levantar el rostro. Finalmente Kiyoshi rompió el silencio con una voz serena pero plana, sin ninguna emoción en específico. – Aun no tiene un nombre ¿Verdad? Debes ponerle uno. – Decidió centrado en el bebé. – Nació de noche y tiene el cabello completamente blanco… ¿Qué opinas de Byakuya? – Consulto con una dulce sonrisa observando al bebé.

– “Luna blanca”. – Repitió pensativo. – Me gusta, es un nombre hermoso. – Dijo con una sonrisa pero cuando estuvo  a punto de decir algo más el castaño se aparto y en silencio salió de la habitación.

Makoto tardo una semana en salir del hospital debido a la condición delicada de su hijo, pero tras varios análisis Byakuya fue dado de alta. Teppei no había vuelto a llamarlo, no lo culpaba, seguramente ahora lo odiaba. Aun así se dirigía a su casa en taxi, pero solo para buscar sus cosas, después de todo aun tenía su departamento por dos meses más y luego vería como se las arreglaría. Entro procurando no hacer ruido y encontró al castaño sentado en la cocina, Makoto lo miro durante unos largos segundos y luego se acerco con cierta dificultad al sentir sus piernas temblar.

– Hola… solo, bueno, pensé que seguro te gustaría sostenerlo. – Se excuso acercándose con Byakuya en brazos. – No es de llorar y esta con sueño así que dudo que te de problemas.

– Gracias, la verdad que si quería sostenerlo. – Reconoció Teppei tomando en brazos al albino sin dirigirle la mirada al otro.

El pelinegro se quedo en silencio observando al otro acariciar a Byakuya, besarlo, mirarlo con amor. Su corazón latía fuerte y a la vez le dolía, era como ver lo más hermoso del mundo y saber que jamás podría tocarlo, que no sería perdonado. – Voy a volver  a mi departamento. – Soltó de repente logrando que el castaño lo mirara a los ojos con el rostro en estupor. – Ya me has soportado mucho tiempo, te he hecho sufrir muchas cosas así que te libero. No tienes que sentir lástima, no tienes que sentirte obligado a cuidarnos. Te vuelvo a pedir perdón por todas las molestias que te cause, yo… – Su voz se quebró y varias lágrimas empezaron a recorrer su rostro.

Teppei se acerco lentamente y le acaricio el rostro secándole las lágrimas. – No te vayas. – Le rogo con cierto tono de desesperación tiñendo su voz. – Estas equivocado no estoy enojado, o en todo caso no contigo. Fue algo difícil de asimilar y necesite tiempo a solas para ordenar mis pensamientos pero créeme cuando te dio que jamás me han parecido una molestia ni tu ni Byaku.

Makoto negó con la cabeza y alejo su mano. – Byakuya no es hijo tuyo, no tienes porque hacerte cargo. Eres amable y sabes cuidar de la gente y hacerla sentir amada, no te merecer quedarte con alguien como yo que además de odioso ya tengo un hijo. – Intento persuadirle el pelinegro. Le dolía pero era lo correcto, no podía arrastrar al castaño en aquel caos.

– Mako jamás te dejaría. Byakuya y tú no son una molestia ni nada… Yo te amo Mako y amo a Byakuya, no me interesa que no sea mi hijo, yo quiero ser su padre. – Afirmo acariciándole el rostro al otro. – Jamás estuve enojado contigo, estaba enojado con Imayoshi, por dejarte solo. Él debió llamarte antes o mínimo ir a verte, es mayor así que tendría que haber sido cociente de lo que podía pasar cuando… lo hicieron. – Pronuncio lo ultimo arrastrando los dientes sin ningún esfuerzo por esconder sus celos.

– Yo también tengo la culpa, no quiero arruinar el casamiento de Shoichi así que por favor no digas nada. – Le pidió acariciando la mano del más alto y apretándola contra su rostro. – ¿De verdad estas dispuesto a sopórtame?

– Hasta la muerte e incluso después de eso. – Le aseguro el castaño con una sonrisa besándole la frente y el camino que sus lágrimas habían dibujado en su rostro. – Mako te amo, a ti y a Byaku.

Hanamiya, después de tanto tiempo, dejo salir una pequeña carcajada. – ¿Byaku? Entiendo que a mí me llames Mako, pero no hace ni una hora que lo conoces a él ¿Y ya le estas poniendo un sobrenombre ridículo?

– No es ridículo, es una declaración de amor para ambos. – Afirmo con una sonrisa separándose para dejar al bebé en su coche. – Mako quiero que me permitas cuidar de ambos, ahora y siempre así que Mako ¿Quieres casarte conmigo? – Pregunto clavando sus brillantes ojos avellana en los verdes del otro.

El rostro del más bajo enrojeció por completo apartándolo un poco. – Idiota… mira que preguntarme eso ahora… Eso es lo que odio de ti, que me pones las cosas de tal manera que me cuesta decir no… Te amo Teppei. –  Confeso entregándose a sus brazos y besándolo dulcemente.

– Me haces tan feliz… me hacen muy feliz. – Se corrió y fue a buscar al pequeño. – Así que Hanamiya Byakuya, un nombre muy lindo. – Comentó con el bebé en brazos y sonriéndole al pelinegro.

– Horriblemente cursi yendo al caso pero supongo que no soy quien para hablar. – Dijo el más bajo con una amplia sonrisa. – Bueno supongo que viviremos aquí entonces ¿Debo asumir que no tiraste mis cosas por la ventana?

– No solo eso sino que me tome la molestia de traer todo de tu antiguo departamento y cancelar el contrato. No sirve de nada que ese lugar siga vacio. – Anuncio Teppei.

– ¿Y con qué autoridad hiciste eso? – Pregunto en un tono divertido y desafiante.

– Con la autoridad que poseo como tu futuro esposo.

– Puedo arrepentirme. – Le recordó con un toque de malicia.

– No lo harás. – Le aseguro el otro robándole un beso. – Ahora será mejor que se pongan cómodos, voy a hacerte tu cena favorita. Ah y arriba hice unos cambios. – Informo con una amplia sonrisa. – Mude tus cosas  a nuestra habitación y en la que antes ocupabas prepare una sorpresa, espero te guste.

Makoto no protesto y subió en lo que el castaño se ponía a preparar la cena. Recorrer otra vez las escaleras de aquella casa y pensar que ahora era de ellos, que ese sería su hogar, parecía tan irreal. Ciertamente los mejores meses que había vivido desde la muerte de su madre habían sido los que paso allí con Teppei sin duda, pero había pasado tanto tiempo preocupándose por lo que podría pasar luego que estar allí ahora, con la idea de vivir juntos, formar una familia, casarse, todo parecía un mero sueño.

Byakuya comenzaba a removerse inquieto en sus brazos, al parecer todo aquel escándalo e ir de unos brazos a otros habían bastado para despertarlo y ahora el pequeño albino tenia los ojos muy abiertos. La habitación había sido remodelada de apoco, aun había muchos detalles pendientes, cambiar el color por ejemplo, pero la habitación tenía una cómoda nueva y en lugar de la cama había una cuna. La cuna tenía un par de animales de peluche y los barrotes estaban forrados con una tela acolchonada ¿Quién pensaría que un bebé de apenas una semana pudiera moverse lo suficiente como para rodar hasta los bordes? Aun así todos esos cuidados le hicieron sentir algo cálido en el corazón. Teppei no había estado pensando solo en él sino también en Byakuya, en serio pensaba hacerse cargo del bebé.

Se paso, lo que para él fueron unos minutos, observando la habitación e imaginando como arreglarla. Las paredes ocupaban el primer lugar, estaban pintadas de un amarillo limón horrible, a Makoto siempre le habían molestado pero la casa no era suya así que había callado sus opiniones al respecto. Sin embargo esa seria ahora la habitación de su hijo y no podía dejarlas así, tenía que comprar más cosas pero eso lo vería otro día, con su futuro esposo. La voz de Teppei lo saco de sus pensamientos, la comida ya estaba lista y por las escaleras el olor ya le abrió el apetito.

– Por tu cara veo que te gusto mi sorpresa. – Comento con una tierna sonrisa el castaño.

– Me hubiera gustado más sin ese horrible color amarillo pero si, lindo. – Se acerco con una sonrisa ladina. – “Byaku” se nos quedara ciego si cada mañana tiene que ver esas horribles paredes brillando con la luz del sol.

Teppei dejo salir una carcajada y tomo al pequeño en brazos como si estuviera hecho de la más delicada porcelana observándolo con cuidado. – Tienes razón, tiene los ojos de ese tipo, pero a él le quedan mejor.

– ¿En serio vas a empezar con eso? – Se mofo Makoto dándole un beso. – Vamos a comer.

Durante lo que quedaba del día ambos se la pasaron discutiendo sobre que debían comprar o como remodelarían la casa, Teppei no podía evitar sonreír ante aquello, su futuro esposo podía ser algo quisquilloso pero el que pusiera tanto empeño en arreglar su hogar le agradaba, era una clara muestra de que el pelinegro quería que vivieran juntos tanto como él.

Luego de acostar a Byakuya en su cuna y quedarse a su lado unos minutos ambos se dirigieron al que a partir de ese momento seria su dormitorio. Makoto sentía una mezcla de emoción y nerviosismo pero este último desapareció cuando Teppei le acaricio el rostro fijando sus dulces ojos avellana en los suyos. Se sintió seguro de inmediato, el solo ver al castaño tenía ese efecto calmante en él.

 

Makoto presiono sus labios dulcemente contra los del castaño  y al recibir una clara y apasionada respuesta del otro, poso sus manos en el fuerte pecho de Kiyoshi  y deslizo sus manos por debajo de la camisa de este acariciando la suave piel de su espalda. Oyó gemir al más alto contra sus labios y siguió recorriendo su amplia espalda disfrutando de la sensación de su piel contra la punta de sus dedos.

Teppei se separo por unos minutos y lo miro con sus brillante ojos castaños, paso sus manos por el contorno del cuerpo del pelinegro deshaciéndose de la ropa de de este y admirando con evidente deseo la piel desnuda de este. Volvió  a acercarse mordiendo los labios del más bajo y abriéndose paso de apoco en la boca de este, sus lenguas se deslizaron una contra la otra jugueteando y volviendo aquellos besos cada vez mas apasionados y profundos. Su miembro no tardo en despertar y comenzar a molestarle presionando contra sus pantalones, quería sentir a Makoto, la necesidad de juntar sus cuerpos lo carcomía por dentro como un fuego abrasador. Aparentemente el otro debía sentirse de igual manera ya que comenzó a frotar su pelvis contra la parte superior del muslo de su amante disfrutando de aquella fricción.

A medida que sus caderas seguían golpeándose y oprimiéndose la una con la otra, Teppei se aparto de la boca de Makoto empezando a repartir besos por su cuello, mordisqueaba y chupaba su cuello mientras él gemía de placer por ello. – Parece que alguien es bastante sensible por aquí. – Comento divertido lamiéndose el labio.

– Ahh… cállate idiota… pe pero… no te detengas… – Jadeo el pelinegro pasando sus manos por el cuello del castaño hasta su nuca enredando sus dedos en sus gruesas mechas y guiando a este por donde quería que su habilidosa lengua lo acariciara.

Entre las palabras de su amante, sus besos, y la forma en que sus cuerpos se movían juntos, Teppei no sabía cuánto tiempo más podría estar sin eyacular en sus calzoncillos. Su cuerpo estaba ardiendo y cada movimiento y gemido de Makoto solo le hacía sentir aun más desesperado por venirse.

– Mako ya no aguanto, necesito sentirte. – Le susurro al oído acariciándole el trasero y levantándolo hasta la cama. Lo tumbo recorriendo cada parte de su cuerpo con sus brillantes ojos castaños.

Hanamiya lo observo con un pequeño rubor en su rostro, la mirada de Kiyoshi sobre si era intensa y le quemaba, se había sentido cómodo entre aquellos fuertes y firmes brazos, y había usado todo su autocontrol en no dejar escapar un gemido cuando sintió el firme bulto entre los pantalones de su amante rozar contra su intimidad cuando lo llevo hasta el sillón. El cabello desordenado de Teppei, cortesía suya y de sus inquietos dedos, y sus brillantes ojos avellana relucían de afecto y le daban un aire sexy y dulce a la vez. Makoto puso sus manos sobre los firmes hombros de Teppei y los deslizo hacia arriba en la parte posterior de su cuello atrayéndolo contra si dándole intensos y demandantes besos, mordiendo sus labios y provocándolo cada vez mas.

– Makoto. – Susurro Teppei contra el lóbulo de la oreja del menor. – Quiero tocarte y admirarte, pero no quiero presionarte a que hagas algo si no te sientes cómodo.

El pelinegro sintió como su corazón se estremecía de amor, Teppei era distinto de Shoichi, demasiado. Mientras que el pelinegro era apasionado, algo salvaje y demandante, el castaño era dulce y considerado, lo cuidaba, realmente le importaba cuidar de Makoto por sobre todo lo demás y eso hizo que su corazón reventara de euforia. – Adelante Teppei… te quiero, también.

Con el permiso del menor Teppei propagó besos desde el pecho de este hasta sus erectos pezones, apretó suavemente la punta de un pezón mientras ponía su boca caliente sobre el otro y comenzaba a lamerlo. Makoto gimió y trato de arquear su cuerpo acercándose más al toque del castaño y de su boca, volvió  a hundir sus dedos en la espesa y desordenada cabellera de su amante mientras gozaba de las caricias de los suaves roces de los dientes de este. Teppei guio su mano por el pecho del más bajo hasta colarla por debajo de sus pantalones hasta la dolorosa erección que allí se formaba, la delineo con los dedos frotando la punta volviendo loco al pelinegro de placer.

Kiyoshi sonrió complacido ante las reacciones del otro y hábilmente se deshizo de los pantalones de este tomando su miembro desde la base masturbándolo un poco para luego acercar su cálida y hábil lengua lamiéndolo y masajeando sus testículos con su otra mano. Makoto sintió una gran oleada de placer recorrerle el cuerpo ¿Cómo podía ser tan jodidamente bueno? Podía correrse solo con observarlo, el castaño metió el miembro del menor en su boca succionándolo y lamiendo con una maestría desesperante. Envuelto en placer el pelinegro comenzó a mover sus caderas deseando más de aquello.

– Teppei… ahh… me corro… ngth. – Gimió Makoto sintiendo su semen brotar hacia la solicitada boca de Teppei. Este se alejo relamiéndose y mirándolo con satisfacción. No tardo mucho en quedarse completamente desnudo sobre él en el sillón y entonces Makoto pudo admirar su bien trabajado cuerpo, acerco sus dedos delineando los abdominales del más alto perdido completamente en su belleza y sus cálidos ojos. Makoto levanto las piernas rodeando la cadera del castaño con ellas y acercándose más con una sonrisa provocativa. – ¿Y bien? ¿Vas a dejarme con las ganas o vas a hacer lo que ambos queremos?

– A tus órdenes. – Contesto con una picara sonrisa y acercándose a devorar los labios del pelinegro hasta dejarlos hinchados. Mientras sus bocas se atacaban en una danza apasionada la mano del castaño se deslizo acariciando las caderas del pelinegro y luego su trasero, abriéndose paso hasta su entrada sintiendo como el cuerpo de Makoto se estremecía debajo de sí.

El interior del pelinegro apretaba sus dedos pero cedía bien, una gran ola de celos invadió al castaño al recordar que no era el primero, que Shoichi ya había tenido lo que él tanto anhelaba. Pero ese sentimiento no duro mucho, Makoto poso su mano en su rostro acariciándolo con cariño, le sonreía, quería indicarle que ya estaba bien que podía seguir pero Teppei quedo deslumbrado por aquella sonrisa. Cierto, quizá él no fuera el primero pero si era amado, Hanamiya lo amaba y eso se reflejaba en aquella sonrisa que le dedicaba a él y solo a él. Se besaron mientras sus cuerpos se fundían en uno, mientras prometían amarse y estar ahí el uno para el otro, mientras se olvidaban  de todo y se hacían uno.

 

Había pasado ya dos años desde que Makoto y Teppei se habían mudado juntos y se habían casado, Byakuya caminaba jugando con las brillantes llaves de la casa mientras el castaño lo seguía  a todas partes nervioso por si se lastimaba. Desde la cocina Makoto estaba cocinando el almuerzo mientras se reía de los exagerados gritos de su marido cada vez que su hijo se tropezaba o intentaba alcanzar con sus manitas algún objeto “peligroso”.

– Ya déjalo Teppei, si no se cae no aprenderá a levantarse y las cosas realmente peligrosas están fuera de su alcance. – Le recordó desde la cocina poniendo los ojos en blanco al saber que aun así el castaño no se tranquilizaría. – Si te pones así con Byakuya no me imagino el calvario que será cuando nazca Daizen. – Se quejo en voz alta acariciándose el vientre.

– Cuando eso pase serás tú el que deba soportarme. – Concordó el castaño riendo. – Ah y ya que hablamos de ello ¿Cuándo planeas decirle a Imayoshi? – Pregunto levantando en brazos al albino y jugando con este para no parecer nervioso frente a su esposo.

Makoto suspiro exasperado, Teppei venia insistiendo con ello durante un buen tiempo pero él lograba escapar con varias excusas ocasionales, pero eso no serviría eternamente. – ¿Y por qué tanta prisa? No es como si fuera tan importante.

– Claro ¿Por qué no esperar a que Byaku tenga 18? – Ironizo el castaño mirándolo con reproche. – Tarde o temprano él va a querer conocer a su padre y tendrás que contarlo todo, creo que sería mejor hacerlo ahora.

– No me gusta la idea. – Negó testarudo el más bajo. – Además ¿Con que excusa le hablo? No puedo simplemente levantar el teléfono y decir “Hola Shoichi ¿Recuerdas aquella vez hace dos años que estuvimos juntos? Bueno tenemos un hijo, que tengas un buen día”.

– Pues podrías invitarlo a festejar el cumpleaños de Byaku, sería una buena oportunidad… – Sugirió pero al ver como su esposo desviaba la mirada incomodo decidió cambiar la táctica. – Aunque bueno, si tanto miedo te da puedo llamar yo en tu lugar.

Era una provocación estúpida y lo sabia pero no podía dejarla pasar. – ¡Puedo manejarme solo! Yo le llamare así que deja de molestar. – Decidió tomando el teléfono y caminando hacia el living o donde no pudiera ver la cara de triunfo de su esposo.

Shoichi por su parte estaba ocupándose de sus últimos proyectos. Había comprado una casa grande en uno de los mejores barrios de Tokyo y estaba a pocos pasos de conseguir un gran asenso en la empresa para la que trabajaba. Llevaba un año casado con la mujer de sus sueños y no podía estar más feliz del simple hecho de poder despertar todos los días a su lado. Habían terminado de comer, afortunadamente comida que habían encargado a un restaurant aludiendo a que no había tiempo para cocinar, cuando su celular comenzó a sonar.  No había cambiado su número pero aun así le sorprendió mucho reconocer al remitente.

Tras colgar necesitó sentarse, todo había sido muy rápido y confuso. Admitió que en un principio la duda le había hostigado un poco tras aquella noche pero luego de que todo se le diera tan bien con Satsuki se olvido de todo por completo. Se sintió culpable, una basura ¿Cómo podía tener un hijo de dos años y no saberlo? Siendo el mayor tenía la responsabilidad de haber, mínimo, llamado a Makoto luego de aquella noche. Muchos pensamientos de ese tipo atravesaron su mente pero también había pensamientos positivos ¡Tenía un hijo! Y eso no era poca cosa ¿Cómo sería? ¿Cuál es su nombre? ¿Se parecería a él? La euforia de esos pensamientos era más fuerte que la culpa, unas débiles lágrimas de alegría escapaban de sus ojos y eso llamo la atención de su esposa.

– ¿Shoichi? ¿Sucede algo? – Inquirió preocupada sentándose a su lado y tomando su mano. – Sabes que puedes contarme cualquier cosa.

Imayoshi sonrió y se quito los lentes para secarse las lágrimas con el dorso de su mano. – Recibí una noticia un tanto shockeante pero muy hermosa a la vez… Satsuki… soy padre. – Confeso dejando escapar una gran sonrisa. Lentamente intento explicarle todo a su esposa, lo que había ocurrido con Makoto, como había terminado todo y lo que acababa de descubrir.

Satsuki lo escucho en silencio tomando su mano y cuando su esposo finalizo le dio una amplia sonrisa. – ¡Shoichi eso es maravilloso! – Grito emocionada.

– ¿No estás molesta? – Inquirió sorprendido el pelinegro, había creído que su esposa le gritaría o mínimo se enojaría un poco.

– ¿Por qué estaría enojada? Entiendo que hayas sido un irresponsable, debiste haber llamado a Makkun antes, eso si me molesta mucho y lo hablaremos luego, pero nadie es perfecto. En cuanto al hecho de que hayas estado con él… yendo al caso eso es en parte mi culpa, te estuve tratando mal, jugando con tus sentimientos sin querer. – Reconoció bajando la mirada apenada, pero cuando la volvió a levantar había un brillo especial en sus ojos. – Pero hay que concentrarse en lo positivo ¡Shoichi tienes un hijo! Eso siempre será algo maravilloso, incluso yo estoy emocionada.

Imayoshi la contemplo y su corazón se desbordo de amor al verla tan radiante, más hermosa que nunca. – Eres la mejor Satsuki, te amo. – Le dijo besándola y luego repartiendo varios besos en sus mejillas, frente y demás.

Habían comprado un pequeño regalo para el bebé y se habían alistado para ir a cenar a casa de Kiyoshi para festejar el cumpleaños de su hijo. La pelirosada revolvía la bolsa con la ropa que le habían comprado y los juguetes con emoción. – ¿Cómo crees que sea? ¿Crees que le guste esto o que le quede esta ropa? ¡¡Ahh, qué emoción!!  A partir de hoy el 20 de Noviembre siempre será una fecha especial para nosotros. – Festejo algo acelerada al llegar y bajar del coche.

– Satsuki tranquilízate un poco. Seguro le encantará los regalos y si la ropa no llega a quedarle solo habrá que cambiarla en la tienda. – Le calmo su marido llamando a la puerta.

Quien abrió fue Teppei recibiéndolos con una sonrisa e invitándoles a pasar. – Que bueno que llegaron, la cena ya esta lista así que llegaron en el mejor momento.

– ¿Eh? ¿En serio? – Contestó la pelirosada desanimada. – Y yo que quería ayudar en la cocina.

– Mi amor no hace falta, tus habilidades culinarias mejor déjalas para la casa. – Le sugirió su esposo recibiendo una mirada compasiva por pare del castaño.

– Teppei cierra la puerta que se enfriará la casa. – Le grito Makoto desde la sala con el pequeño albino en brazos. – Oh… ya llegaron. – Exclamo la ver a Imayoshi y a su esposa. No quería sonar tan seco pero no sabía cómo reaccionar ¿Qué se supone que le dijera ahora? – Él es Byakuya, hoy cumple 2 años. – Decidió informar sin más.

– ¿Byakuya? – Repitió pensativo Shoichi, no era el nombre que él hubiera elegido pero eso no le importaba, lo que llamaba poderosamente su atención era otra cosa. – ¿Qué le paso en el cabello? – Pregunto preocupado.

– Oh eso. – Makoto deseo que la tierra lo tragara, quería morirse ahí mismo.

– Byaku tiene un ligero albinismo. – Explico Teppei abrazando a su esposo por la cintura como un gesto de protección. Makoto le transmitió un mensaje de agradecimiento con los ojos. – No es nada grave solo afecto su cabello y un poco su piel pero su vista es normal así que no hay nada de qué preocuparse.

– ¡¿Albinismo?! – Pregunto el pelinegro alarmado. – ¿Cómo dejaron que llegara a eso? ¿Por qué no te cuidaste bien? – Le reprocho molesto.

Makoto se encorvó desviando la mirada, Shoichi tenía razón era su culpa pero el fuerte brazo de su marido se aferro a su hombro reconfortándolo y volvió a defenderle. – No es culpa de Mako, él tuvo que pasar por muchas dificultades y tuvo que hacerlo SOLO. Así que deberías pensar un poco antes de asignar culpas. – Le recriminó con una dura mirada que hizo que el moreno desviara la mirada algo incómodo por la intensidad.

– ¡Bien, empate! – Grito Momoi poniéndose en medio de ambos. – Creo que ya hemos hablado demasiado así que dejémoslo así. – Declaro girándose hacia el bebé y tomándolo en brazos. – Hola Byakkun, soy tu tía Satsuki, encantada de conocerte. Te traje muchos regalitos. – Le comento con una sonrisa y ganándose una sonrisa del pequeño. – ¡Kyaaaaa! ¡Qué mono! Mira Shoichi, le agrado.

Imayoshi suspiro y decidió calmarse, ante él tenía la imagen más hermosa que podría apreciar, su esposa y su hijo. Satsuki era sin duda maravillosa, aceptando así a Byakuya y prácticamente amándolo como si fuera suyo, tenía mucha suerte. – Sí, creo que en verdad le agradas. – Dijo tomando la pequeña mano del bebé y dirigiéndole la mirada a Makoto. – Me hare cargo, empezare los tramites para darle mi apellido y contribuiré con su crianza.

– No hace falta. – Se apresuro a contestar Makoto intentando que su voz no temblara ni sonara prohibitiva. – Quiero decir, no quiero causarte problemas, no me opongo a que le des tu apellido y eso pero no hace falta que nos pases dinero ni nada.

– Makoto, quiero hacerlo. – Contestó firmemente el pelinegro.

– Imayoshi tiene razón. – Siguió Teppei de mala gana. No le gustaba ni en lo más mínimo como aquel hombre pronunciaba el nombre de su esposo. Sentía unos celos impresionantes y cada vez le parecía peor la idea de compartir la crianza de Byaku con él, quería sacarlo de allí y quedarse solo con su familia pero por el bien de Byakuya debía ser tolerante. – Seria lo mejor para Byaku.

– Me alegra que lo entiendas. – Coincidió Imayoshi estrechándole la mano con fuerza y cierto aire de rivalidad.

 

 

Unos ocho años más tarde Makoto se encontraba extendiendo un mantel en el parque junto a una cancha de basquet mientras preparaba el picnic, sonreía al ver a su esposo correr con un balón en manos mientras sus dos hijos, Daizen de ocho y Byakuya, que ese día cumplía sus diez años, lo perseguían intentando sacarle el balón.

– Papá no es justo, eres demasiado alto. – Se quejaba Daizen haciendo un mohín.

– Vamos Dai no es tan difícil. – Le alentaba el castaño haciendo girar el balón en uno de sus dedos.

En eso el albino salto desde atrás del adulto quitándole el balón. – Buena distracción Daizen. – Le felicito Byakuya con una sonrisa traviesa.

– ¡Bien hecho aniki! – Le victorio el castaño menor intentando cerrarle el paso a su padre.

– ¡¿Qué?! Ustedes dos me engañaron. – Se quejo más sorprendido que molesto Teppei.

Byakuya se divertía haciendo drives y mirando como detrás de si Daizen se aferraba a las piernas del mayor intentando inmovilizarlo, obviamente algo que seria tomado como una falta en un partido real pero no importaba. El albino se freno ante la línea de tres y lanzo el balón dando un pequeño salto sintiendo como el tiempo se detenía y la emoción afloraba en su estomago. Cuando el balón entro limpiamente el menor estallo en euforia.

– ¡Lo logre! ¡Lo hice! ¿Viste eso papá? – Pregunto girándose hacia el castaño y bajando abruptamente la mirada al suelo sintiendo el rostro arder al darse cuenta de que había llamado “papá” a Kiyoshi. – Lo siento… quiero decir tío Teppei. – Se corrigió, entre su pálida piel y su blanco cabello el rojo de su rostro y orejas resaltaba incluso más.

Teppei le acaricio la cabeza sin poder ocultar una gran sonrisa. Adoraba esos pequeños lapsus cuando el menor se confundía y lo llamaba “papá”, le hacía sentir superior y lo reconfortaba mucho. – No te preocupes, por otro lado tu tiro fue increíble. Sin duda tienes talento. – Le felicito revolviéndole el cabello provocando un sonrojo aun más grande en el menor.

– Emmm gracias… estuve practicando. – Admitió con una gran sonrisa el albino. – Quiero ser igual de bueno que tú y que mamá.

– Tú padre también era un gran jugador si te interesa, incluso ahora podría ganarle a tu tío sin problemas. – Comentó orgulloso Imayoshi llegando junto a su esposa y a su pequeño hijo de 7 años.

– ¡¡Byakkun!! – Le saludo la pelirrosada corriendo a abrazarle y llenarlo de besos. – Awww estaba tan ansiosa, incluso te cocine unas tartas para que comamos juntos.

– ¿L-lo cocinaste tú tía? – Pregunto el menor nervioso, amaba a su tía pero no tenía ganas de que ese fuera su último cumpleaños.

– Tranquilo hijo, tu tía a mejorado mucho y con Ritsu le ayudamos ¿No es así hijo? – Dijo sonriéndole a su pequeño hijo.

El pelirosado sonrió y le guiño un ojo a su hermano mayor. – Sí, nosotros ayudamos a mamá, es completamente comestible.

– ¡Moo! ¿Qué quieren decir con eso? – Protestó la pelirosada molesta.

– ¡No es nada tía! – Se apresuro a decir Byakuya abrazándola. – Estoy feliz de que hayan venido y seguro cocinaste un montón de cocas muy ricas ¿Por qué no vas a ayudar a mi mamá a poner las cosas para el picnic? – Le sugirió amablemente y tras ello se giro a ver como sus dos hermanos hablaban emocionados sosteniendo una pequeña caja. – ¿Y ahora que están tramando ustedes dos? – Pregunto divertido acercándose a ellos.

– ¡Aniki! Estaba esperando a que Ritsu viniera para que pudiéramos darte tu regalo, lo compramos entre ambos así que ¡Feliz cumpleaños aniki! – Gritó emocionado Daizen extendiéndole la caja junto con Ritsu.

– Ayudamos a nuestras mamás en la casa para conseguir dinero y comprarte algo. – Le informo el pelirosado con una amplia sonrisa. – Es que aniki es un gran deportista y pensamos que esto podría servirte.

– Siempre te quejas de que el cabello te tapa los ojos pero te niegas a cortártelo así que con Ritsu se nos ocurrió regalarte esto. – Finalizo el castaño dejando que tomara la caja.

– ¿En verdad se tomaron tantas molestias? Gracias. – Dijo el albino contento abrazando a sus dos hermanos y dándole un beso en la frente a cada uno antes de abrir su regalo. Dentro de la caja había una banda para el cabello negra, era bastante grande pero supuso que sus hermanos querían que le durara varios años. Sin dudarlo se la coloco acomodándosela lo mejor posible, el cabello ya no le molestaba a la vista. – Gracias chicos, me encanta.

– Te queda genial. – Le alabo Daizen.

– Ojala te de suerte, sé que serás un gran deportista. – Continuo Ritsu con entusiasmo.

– Sin duda tiene futuro. Eres muy habilidoso Byaku, el triple de recién fue increíble. – Le felicito Teppei sacudiéndole el cabello.

– Me encantaría verlo, estoy seguro de que serás muy grande algún día. – Continúo Shoichi palmeándole la espalda orgulloso. – ¿Ahora qué tal unas canastas antes de comer? Luego podrás ver el increíble regalo que papá te trajo.

– Se nota que el empresario está acostumbrado a comprar a la gente. – Comentó por lo bajo Teppei.

– ¿Dijiste algo Kiyoshi? – Inquirió el pelinegro girándose hacia él con una sonrisa ladina.

– Nada, solo decía que a Byaku no le importa el tamaño o el costo de los regalos sino cuanto tiempo y cariño le dedicas. No me extraña que me llamara “papá” hace rato. – Se regodeó el castaño. Sabía que era idiota pelear de aquella manera con Imayoshi pero no podía evitarlo, cada vez que estaba con ese hombre un instinto de rivalidad y celos lo dominaban.

– Oh así que así deseas jugar. – Shoichi sonrió divertido. Si bien había cierta rivalidad entre él y Kiyoshi le gustaba seguirle el juego más que nada para ver cuánto podía llegar a molestarlo. Provocarlo de esa manera le resultaba realmente divertido y gratificante de cierto modo.

– ¡¡Ya basta!! – Les grito Byakuya, no le gustaba levantar la voz pero sabía como terminaban las peleas de su padre con su tío y sinceramente le exasperaban. – Ni siquiera Daizen y Ritsu pelean así, son adultos así que compórtense como tal. Ahora vamos a comer. – Decidió tomando de la mano a sus hermanos y yendo hacia dónde su madre y su tía los esperaban sin fijarse si los otros le seguían o no.

– ¿Ya se cansaron de ser sermoneados por un niño de diez o necesito gritarles yo? – Preguntó divertido Makoto al ver a su marido y a Shoichi caminar en silencio lanzándose miradas desafiantes.

– Bueno, bueno. Makkun y yo ya preparamos todo así que vamos a comer. – Anuncio emocionada la pelirosada poniendo el pastel en el mantel. – Byakkun tiene que sopar las velitas.

Makoto sonrió y le indico a Byakuya que se sentara a su lado, le acaricio la cabeza  peinándolo y acomodándole bien la banda. – Podríamos comer primero y dejar el pastel para el final, creo que sabría mejor. Tenemos todo el día para jugar en la cancha, comer  y el pronóstico dice que habrá cielo despejado así que hasta podremos ver las estrellas ¿Te gusta la idea? – Le pregunto con cariño y dulzura en sus palabras.

– Me gusta la idea. – Acepto el albino recostándose un poco en el pecho de su madre. – Que pasemos todo el día juntos, así que tomémoslo con calma, quiero disfrutarlo.

Teppei sonrió y le acaricio la cabeza. – Podrás cumplir diez pero tu mamá tiene razón, se nota que razonas mejor que nosotros.

– Al menos mas que tú seguro, y eso lo heredó de mi. – Comento divertido Shoichi tomando un sandwich.

– Moo Shoichi no empiecen de nuevo. Comamos tranquilos y disfrutemos del día como dijo Byakkun. – Propuso Satsuki besando a su marido y recostándose en su hombro mientras comía un onigiri.

De aquel día Byakuya aun tenía una foto en el mueble junto a su cama, había sido uno de sus últimos cumpleaños con toda su familia y aquellos recuerdos cálidos aun le causaban una gran alegría. Su familia se había roto, se habían dejado de hablar o peleado pero de a poco estaban volviendo a la normalidad, a aquella época cálida. Daizen lo había propuesto hace poco, volver  a festejar su cumpleaños todos juntos, y la idea le encantaba. Miro la fotografía con cariño y se alisto para salir a su cita. Todo iba más que bien así que quizá no fuese solo una fantasía pensar en tener  a su familia junta de nuevo. Hasta que ese día llegara esperaría con ansias, ahora tenía una cita y no quería dejar a Nai esperando demasiado tiempo, al fin y al cabo él también le había prometido una familia y también deseaba creer en eso. Tomo las llaves de su moto y salió con una gran sonrisa en el rostro.

 

FIN.

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

No olviden visitar la pagina del Ask del fic, donde pueden hacerle preguntas directamente a los personajes del fic así como a la autora. :)

 

http://ask.fm/Mak_KuroKaze

 

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