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El cazador por Wolfy_chan

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Notas del capitulo:

¡¡¡Gomen, gomen, gomen, gomeeeeeen!!! Perdón por no escribir hace ya un tiempecito, es que estuve enferma una semana (no me dejaban ni ir al baño si no era absolutamente necesario) y luego cuando ya estaba bien, mi familia nos llevó a unas vacaciones a Acapulco de las que no sabía nada y allá no había ninguna compu en donde escribir. Disculpas, es que apenas anteayer regresé y ayer no me dejaron usar la compu. Espero que disfruten el capítulo, ya casi es el final. ¡Disfrútenlo!- Wolfy-chan

¡¡¡Hola!!!...bueno, aquí me tienen de nuevo, con otra historia de Full Metal Alchemist, de nuevo basándome en un cuento. Como he tomado la costumbre de leer últimamente los cuentos que me leían de niña, varios de ellos me parecen buenos para una historia. A ver qué les parece, ustedes me dirán cómo queda.

Disclaimer: Los personajes de Full Metal Alchemist le pertenecen a sus respectivos creadores, yo solo los utilizo con fines de entretenimiento, nada lucrativo.
 

Notas: Al ser basado en un cuento, la historia es AU y los personajes muy probablemente sean OOC. Basada en el cuento “Alex, el cazador”, que le pertenece a su respectivo autor.
 

“El cazador”
Por Wolfy-chan

Roy despertó lentamente, estirándose para alejar el sueño de su cuerpo. Era muy temprano en la mañana, la hora en la que siempre despertaba para empezar la cacería lo más pronto posible. Volteó esperando ver a Ed recostado a su lado, como siempre que despertaba, pero vio que el espacio a su lado estaba vacío. Se quedó un momento quieto, hasta que oyó a alguien moverse en el comedor, escuchándose el leve tintineo que los platos y los pasos sobre la madera, que lo hicieron entender que esta vez Ed se había despertado antes que él. Se vistió rápidamente y salió de la habitación.
Al salir vio a Ed sentado en la mesa, su ceño fruncido en señal de concentración y, al parecer, reflexionando cuidadosamente sobre algo. Tenía sus manos unidas debajo de su barbilla, recargando su cabeza en ellas y el cuero suave de sus botas hacía un leve sonido cada vez que su pie golpeaba el suelo. La mesa ya estaba puesta en sus respectivos lugares y había un pequeño platón con frutas, algo de pan y una jarra con agua. Al parecer Ed había despertado ya hace un buen rato para recoger la fruta e ir a llenar la jarra al río cercano a la casa.
Roy se acercó a él y se sentó en la silla que estaba a su lado, mirándolo con curiosidad.
-¿Ed, en que piensas?-le preguntó al ver que este se mantenía silencioso.
-Estoy intentando pensar en una forma en la que podamos salir del problema en el que nos metió el Führer, pero no se me ocurre nada-le contestó, aún con una expresión pensativa. Roy le dirigió una expresión seria. Sabía que el otro se preocupaba por él, pero prefería mantenerlo fuera del asunto, no quería que se involucrara.
-Ed, no te preocupes por eso, ya veré yo cómo hago para cumplir con la misión-Ed le dirigió una mirada molesta.
-¿Estas bromeando, verdad? Esta no es una misión fácil y vas a necesitar toda la ayuda posible…Además, lo último que quiero es que te pase algo si no se te ocurre nada-declaró el rubio, enderezándose y golpeando la mesa levemente con los nudillos-¡Maldición, no se qué hacer! ¡Cuando necesito que se me ocurra algo, resulta que no puedo pensar en nada, en eso tenía razón mi…!-Ed se silencio repentinamente, sus ojos muy abiertos y quedándose quieto.
-¿Edward? ¿Qué pasa?-Roy se preocupo ligeramente al ver que el rubio no contestaba.
-¡¡¡Eso es!!!-fue lo único que Roy escuchó antes de que su esposo se levantara rápidamente y se lanzara hacia la bodega donde guardaban algunas de sus cosas-¿¡Cómo puede ser que no me acordara!?
El cazador sólo pudo observar desde su lugar como su esposo aventaba al suelo muchas de las cosas que había dentro de la bodega, al parecer buscando algo desesperadamente. Se mantuvo mirando hasta que Ed se detuvo y se enderezó con una bolsita de terciopelo rojo en una mano, dirigiéndose apresuradamente hacia donde él estaba, sus ojos dorados brillando con entusiasmo. Una vez que llegó a su lado, Roy miró con curiosidad la pequeña bolsita y luego a su emocionado rubio, arqueando una ceja.
-¿Qué es eso?-le preguntó algo confundido. Ed le respondió con otra pregunta.
-¿Roy, recuerdas a mi maestra?-El cazador respondió haciendo un ligero asentimiento. ¿Cómo no acordarse de ella? Cuando se había casado con su pequeño, ella había asistido a la pequeña ceremonia y Ed se la había presentado. Era una mujer de ojos y cabello negro, además de piel pálida y apariencia severa. A Roy le había intimidado un poco la dura mirada de la mujer, pero cuando se acercaron a ella, sólo les había sonreído y les deseo felicidad, pero regresando a su anterior expresión al advertirle a Roy que no hiciera infeliz a su alumno y que lo cuidara como lo merecía. A el pelinegro le había parecido una mujer muy dura, pero a la vez muy sabia y que se preocupaba por Ed-Bueno, es que creo que ella nos puede ayudar-Ed abrió la bolsito y sacó un viejo pergamino con un mapa dibujado en él-Mi maestra me lo dio el día que nos casamos y me dijo que si alguna vez teníamos un problema, fuera a verla y nos ayudaría. Ella es muy inteligente y tiene muchos métodos, de seguro nos puede ayudar en eso.
Roy tuvo que aceptar que era una buena idea. Podría ser que les diera un método para cumplir con lo que le habían pedido, o por lo menos les podría dar un consejo.
-Toma lo que creas necesario y nos iremos en un momento-le dijo Ed mientras empezaba a buscar un abrigo para llevarse.
-¿Nos iremos? No, yo iré, tú te quedas aquí-le dijo Roy, sujetándolo del hombro para que se detuviera.
-¿Quedarme? ¿¡Por qué!?-protestó Ed.
-Porque no quiero que te involucres en esto y porque no hay necesidad de que vayamos los dos-Ed lo miró fijamente-Sé que quieres ayudarme y que quieres ir conmigo, pero es mejor que te quedes…Si el Führer está tan dispuesto a tenerte, créeme que va a tomar cualquier excusa para hacerlo, incluso alegar que si vas conmigo, lo que estuviéramos haciendo fuera escapar.
Ed soltó un suspiro de derrota y empezó a guardar comida y una cantimplora con agua en una alforja.
-Más te vale regresar sano a casa, ¿entendido?-fue lo único que le dijo a Roy como respuesta, tendiéndole la alforja-No es muy lejos por lo que veo, puedes ir caminando o ir a caballo, como gustes.
-Iré caminando, volveré lo más pronto que sea posible-le respondió mientras se acomodaba la alforja. Después de hacerlo y asegurarse de llevar sus instrumentos de cacería por si se daba la necesidad, abrazó a Ed con fuerza y le dio un beso en la frente-Quédate aquí e intenta no salir, es posible que el Führer intente venir para llevarte; en todo caso, si lo hace no lo dejes.
-Eso ya lo sé, ¿crees que quiero ir con él?-replicó el rubio y capturó la boca de Roy con la suya, besándolo rápida pero profundamente-Ve con cuidado y regresa pronto.
Roy asintió, tomó el mapa y salió, intentando ir lo más que podía.
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Ya habían pasado unas tres horas cuando Roy llegó a un paso que se encontraba entre dos montañas. El sol brillaba con fuerza y bañaba con sus rayos el cuerpo del cazador. Este se encontraba ya cansado después de la larga caminata, su rostro ya algo sudoroso y su ropa cubierta con una ligera capa de polvo. Cuando llegó a un punto donde podía ver un amplio valle, se detuvo un momento a descansar. Se sentó en el suelo y sacó la cantimplora, bebiendo ávidamente. Después de saciar su sed, sacó una manzana y le dio una mordida, mirando al cielo con atención. Aún no llegaba el mediodía, pero el sol ya estaba elevado, lo que significaba que no faltaba mucho para que lo fuera. Terminó de comer la fruta y se levantó para continuar. Descendió al valle hasta encontrarse en un prado, donde vio una cabaña muy parecida a la suya. Aliviado por al fin encontrar la casa, aceleró el pasó y al llegar tocó la puerta. Esperó unos momentos y la puerta se abrió, asomándose por ella una mujer.
-¿Roy?-fue lo único que ella pudo decir al reconocer al esposo de su alumno.
-Izumi-san, me alegra encontrarla al fin…Ed y yo necesitamos ayuda y él me comentó sobre lo que usted le dijo en nuestra boda. ¿Me permite pasar?-le dijo Roy, jadeando un poco por el cansancio.
Izumi, que había mantenido una expresión sorprendida mientras Roy le explicaba el por qué estaba ahí, volvió a su habitual expresión severa y dejó pasar al cazador. Éste le explicó todo lo que había pasado y ella escuchó atentamente, ya desde ese momento reflexionando qué hacer. Después de un momento, Izumi se levantó y se dirigió a un armario, buscando dentro de él.
-Es un problema complicado y sin duda sería una táctica perfecta para que el Führer lograra lo que quiere…Pero creo que tengo algo que puede ayudar-Roy levantó la vista de la mesa, incrédulo al oír eso.
-¿Pero cómo? Es imposible lograr hacer eso en una sola tarde, se necesitaría por lo menos unos 2 o 3 meses.
-Si es por los métodos normales, por supuesto que es imposible. Pero con mis métodos es algo muy sencillo-Roy la miró esperanzado, esperando lo que iba a decir-Tuve de amigo una vez a un hechicero, uno que servía al antiguo Führer, que me ayudó varias veces. Antes de irse de aquí, el me dio varios obsequios que dijo que podrían servirme. Creo que dos de ellos pueden ayudarles, de todas maneras yo no los necesito.
Izumi se acercó y le dio dos objetos a Roy. Uno era un pequeño espejo, con un sencillo marco de plata y el otro era un cuerno de caza, ya algo gastado por el tiempo. Roy miró los objetos y luego a la mujer con escepticismo. ¿De qué le servían esos simples objetos? Pero Izumi habló antes de que pudiera decir cualquier cosa:
-Tienes que esperar a que llegue el crepúsculo y cuando lo haga, debes hacer, con el espejo, que los últimos rayos de sol se reflejen en tu casa. Eso resolverá el primer problema. Para el segundo problema y también si se encuentran en problemas, lo único que necesitas es sonar el cuerno-viendo que Roy no parecía muy convencido, simplemente continuó-No te preocupes y confía en lo que te digo, sigue mis instrucciones al pie de la letra y no tendrás de qué preocuparte.
El pelinegro seguía no muy convencido, pero sintió que debía confiar en lo que Izumi le había dicho, así que guardo el espejo y el cuerno en la alforja.
-Muchas gracias por la ayuda, ya tengo que irme-dicho esto, se levantó y se dirigió a la puerta.
-Espero que regreses a tu casa con bien-lo despidió Izumi-Y sigue cuidando a Edward como lo has hecho hasta ahora-Roy solamente se volteó sonriendo, dio una leve inclinación y salió rápidamente de la casa, intentando llegar a la suya lo más rápido posible.
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Edward salió de la cabaña rápidamente, con un cubo en sus manos. Tenía que ir por agua al río y todavía tenía que juntar un poco de madera para hacer fuego. Había salido temprano en la mañana a una cacería rápida para la cena y el resto del día lo había pasado arreglando la casa y haciendo apuntes en su libreta. Ya empezaba a caer la tarde, por lo que esperaba que Roy hubiera encontrado algo de ayuda con su maestra. Se sentía mal por no ayudar a Roy, pero él le había pedido que se quedara, así que no le quedaba de otra mas que esperar.
Ya había dejado el cubo con agua dentro de la casa y acababa de regresar con la madera, dispuesto a preparar la cena para él y Roy, cuando vio a un hombre acercarse entre los árboles. Se puso tenso de inmediato, esperando ver llegar al Führer que llegaba para llevárselo, cuando se dio cuenta de que ese hombre no era a quien esperaba.
-¿Quién eres y por qué estás aquí?-le preguntó y el hombre mostró una sonrisa cruel que hizo que sintiera un estremecimiento.
-Soy John Kimbley, el consejero del Führer…Vengo a ver a ese joven que dejó tan impresionado a mi señor-le contestó éste, recorriendo con la mirada el cuerpo de Ed.
Éste se enfado con la mirada que le dirigía el otro , por lo que le dio la espalda y empezó a dirigirse a su casa. Ya estaba cerca de los escalones, cuando sintió que lo sujetaban del hombro y lo volteaban bruscamente. Vio de frente el rostro del otro, muy cerca del suyo y sintió como éste le sujetaba con fuerza la barbilla.
-Ahora entiendo por qué el Führer está tan interesado en ti…Eres muy hermoso, con esos ojos y cabello dorados y tu cuerpo, que parece tan delicado y exquisito como el de una mujer…Simplemente delicioso-Kimbley hizo el ademán de intentar besarlo, pero Ed rápidamente golpeó su rostro para evitarlo, logrando dejar una marca en la mejilla del consejero.
-¡¡¡Nunca vuelvas a intentar hacer eso, sólo Roy tiene derecho a besarme, ni tú ni ese bastardo pueden hacerlo!!!-le gritó Ed con furia, dispuesto a matar a golpes al otro. Kimbley solo sonrió con malicia y empezó a retirarse.
-Y además de todo tienes mucho carácter, cuando el Führer mate a ese cazador y se quede contigo, tal vez pueda convencerlo de compartirte conmigo-soltó una carcajada y se fue, dejando al rubio temblando de furia.
-Ya verás infeliz, yo no voy a ir a ningún lado, se que Roy no lo permitiría-dijo en voz alta e intentó calmarse, recogiendo la madera que se le había caído cuando Kimbley lo jaló.
Después de la desagradable visita, Ed se había mantenido haciendo la cena y continuando con sus apuntes, aún sin poder quitarse por completo la furia que le había causado el encuentro anterior. Se encontraba el día ya a unos minutos del crepúsculo cuando escuchó que alguien se acercaba. Se asomó por la ventana rápidamente y vio a Roy, luciendo cansado, acercándose a la cabaña. Con prisa salió de ella y corrió hacia donde estaba su esposo, que lo abrazó al momento que llegó con él.
-¿Roy, te pudo ayudar mi maestra? ¿Ya sabes qué puedes hacer?-le preguntó esperanzado. El cazador lo miró con ternura un momento para después mirar dentro de la alforja, donde se veía el brillo de la luz que reflejaba el espejo.
-Creo que sí, pero hay que esperar un momento-al ver que Ed estaba a punto de protestar, le dijo lo mismo que Izumi le había dicho a él-No te preocupes, solo confía en mí.
Ed cerró la boca y se quedó quieto junto a Roy, esperando lo que Roy había dicho. Unos minutos después, cuando comenzó el crepúsculo, Roy sacó el espejo e hizo lo que Izumi le había indicado, reflejando los últimos rayos de sol sobre su casa. Unos momentos después, sus ojos se abrieron en sorpresa, al igual que los de Ed, al ver lo que sucedía frente a ellos…

Continuará…


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