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Mi odiado profesor por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada (Click para verla)

Actualización: A diario.

Número de capítulos:70.

Advertencias: No es una historia para gente sensible a temas de abuso etc... es un fic complicado y con temas bastante serios. Se intentará realizar una critica a estos abusos y los pone en énfasis negativo y aunque por escasez de tiempo y de capítulos voy a tratar los traumas con algo más de rápidez, hay que tener en cuenta que algunos de los traumas que se tratarán requieren tratamientos muy largos y continuados en el tiempo. Sin más, espero que lo disfrutéis, un saludo.

Atte: Fullbuster

 

Gray Fullbuster POV

 

Hoy era el primer día de clases, yo tenía obligado ir y la verdad… es que todo me daba igual hace mucho tiempo, mi única preocupación… era proteger a Naruto Uzumaki y él ni siquiera iría a clases. Miré las cuatro paredes de este inmenso cuarto, más de veinte camas todas cercanas y todo niños durmiendo, vivía en este orfanato desde hace demasiado tiempo y no veía el día en que pudiera cumplir los dieciocho años y marcharme de aquí, pero no quería irme sin llevarme a Naruto.

 

Miré bajo la cama aprovechando que todos estaban durmiendo aún y levanté un pequeño tablón del suelo comprobando que los billetes que conseguía quedarme seguían allí, necesitaba el dinero para poder llevarme a Naruto, tenía que sacarle de este infierno antes de que ocurriera algún desastre… se lo prometí a sus padres antes de que murieran, para mí era como mi hermano pequeño, sólo tenía quince años y por lo menos… alegraba mis días ver su sonrisa.

 

El colchón se movió de golpe y sentí la sonrisa de Naruto mientras me llamaba y se agarraba a mí abrazándome y me giré incorporándome en la cama sonriéndole, él era por lo único que yo seguía aquí, no podía sacarle, yo sólo tenía diecisiete años y me daba miedo ir al instituto dejándole solo, porque a Naruto… no lo mandaban a la escuela, le mandaban a vender periódicos para que el orfanato recogiera dinero… esa era la excusa, en realidad, se quedaban el dinero que ganábamos para ellos, pero no podía hacer nada aún sabiéndolo.

 

- Levántate Gray – dijo Naruto sonriendo y animado.

 

- Estoy en ello Naru – le dije intentando sonreír pero al abrazarme mientras saltaba en la cama, me dio sin querer en el abdomen y me quejé.

 

- Lo siento – me dijo Naruto preocupado por si me había hecho daño, pero no era culpa de él.

 

Naruto levantó mi camiseta preocupado y aunque yo traté de impedirlo, no lo conseguí, la levantó viendo el moratón de mis costillas y enfadándose.

 

- ¿Otra vez Gray? – Preguntó preocupado - ¿Te lo han vuelto a hacer?

 

- No pasa nada Naruto – le dije – venga, cambiémonos y vayamos a desayunar.

 

Prácticamente contaba los días que me faltaban para irme, sé que ocultaba dinero al orfanato, pero me daba igual, necesitaba el dinero para sacar a Naruto de aquí en cuanto tuviera los dieciocho años y si yo tenía que aguantar las palizas para que él estuviera bien, lo haría. Desde luego a mí no me tenían trabajando para ellos vendiendo periódicos… lo mío era peor, pero al menos conseguía evitar que Naruto estuviera metido en este infierno.

 

Me levanté de la cama y cogí la única camiseta que tenía en el armario colocándomela por encima y caminando hacia la puerta para bajar a desayunar, Naruto me siguió ahora con una sonrisa otra vez y es que él alegraba mis mañanas, tenía una sonrisa preciosa que contagiaba a todos, sólo esperaba que jamás la perdiera.

 

- Gray… ¿Cómo es el instituto? – me preguntó y le sonreí

 

- Aburrido – le dije

 

- ¿Eh? – dijo medio desilusionado, pero volvió a poner la sonrisa y sonreí - ¿Enserio? Pero… ¿Hay muchos niños, verdad? Y… ¿Aprendes muchas cosas?

 

- Algo así Naru – le dije tocándole el cabello y revolviéndoselo – Te pasas el día sentado en una silla estudiando – le comenté para quitarle esa ilusión, no quería que se sintiera peor por no poder ir él, así que trataba de camuflarle lo que era como podía.

 

- Pero… a ti te gusta ¿Verdad? Sacas buenas notas siempre – me dijo sonriendo.

 

- Saco buenas notas para aprender rápido y poder independizarnos – le dije

 

- ¿Por qué hay que aprender para independizarte? – me preguntó extrañado.

 

- Porque necesitaré un buen trabajo para ganar dinero – le dije sonriendo.

 

- ¿Y cuándo te vayas de aquí me llevarás contigo?

 

- Claro – le dije – somos como hermanos, ¿verdad?

 

- Sí – me dijo chocando la mano que yo le había dado y es que a él le encantaban esas cosas.

 

Cuando salí de la habitación y después de desayunar cuando ya me iba a recoger las cosas para irme a clase, Jellal salió detrás de mí. Sonreí al verle y aprovechó ahora que no había nadie por el pasillo para empotrarme contra la pared y besarme. Jellal era el chico más guapo del orfanato y era mi novio, le quería pero sé que lo pasaba igual o peor que yo estando aquí, muchas veces hablábamos de marcharnos, queríamos irnos, él también escondía dinero y esperaba que no nos pillasen, porque podíamos salir muy mal parados si se daban cuenta de que les engañábamos con las cuentas.

 

- ¿Estás bien? – me preguntó

 

- Sí – le dije mientras él acariciaba mi cabello

 

- Vi como te sacaban anoche y era muy tarde.

 

- Ya sabes Jellal… no te preocupes.

 

- Déjame ver – me dijo levantándome la camiseta y mirando el moratón – hay que curarte esto.

 

- Es sólo un golpe Jellal, ya está, se me pasará.

 

- No puedes seguir así Gray – me dijo

 

- No puedo hacer otra cosa, es Naruto – le dije – lo prometí, no puedo ver que le hagan lo mismo que a nosotros.

 

- Pero tú pagas el doble para que le dejen a él tranquilo. Te están destrozando.

 

- Aguantaré, te lo prometo… un año más, sólo un año más y seremos libres.

 

- Vale – me dijo resignándose.

 

- Hola Jellal – escuchamos a Naruto que salía del comedor y ambos sonreímos.

 

- Buenos días Naruto – le dijo Jellal – te has levantado con energía.

 

- Sí – nos dijo – ya me han dado el trabajo para hoy, así que me marcho ya – nos comentó enseñándonos con una sonrisa los periódicos que iba a vender.

 

- Espera Naruto… te acompañaremos la mitad del camino, está de paso hacia el instituto – le dije y él se esperó.

 

Caminamos bajo el cielo eternamente encapotado de Londres y dejamos a Naruto en el parque de siempre continuando nuestro camino hacia el instituto. La verdad es que me pasaba la mitad del tiempo preocupado por Naruto, me solía sentar cerca de la ventana y miraba por ella esperando la hora de salida. Hoy era el primer día y Jellal y yo caminábamos juntos y suspiramos con pesadez al entrar por la puerta principal hacia el patio. Los profesores estaban gritando a algunos alumnos para que dejasen de correr y yo sólo pensaba… que quería marcharme o por lo menos… esperaba que estuviera en la misma clase que Jellal, porque amigos… teníamos pocos, nos trataban como lo que éramos, los huérfanos, los del orfanato, los que no teníamos padres, ni dinero, ni nada que hacer aquí. En parte era cierto, pero solía meterme en muchos problemas, al menos en peleas.

 

Nos acercamos a la ficha colgada en el tablón para ver en que aula nos tocaba y con qué profesor y suspiré al ver el nombre de Jellal y el de Sai, al menos conocía a dos personas aquí y es que Sai, también estaba en el orfanato y en la misma situación que yo defendiendo a Gaara, un chico que había venido hace un par de años cuando un atracador entró a robar y mató a toda su familia delante del pobre niño. Al no tener más familia lo metieron al orfanato y ahora hablaba algo, muy poco, más con Sai, con los demás apenas hablaba, era muy reservado y eso que tenía la edad de Naruto.

 

De mi historia… era menos trágica que la de ese chico, mis padres fallecieron en el mismo accidente que los padres de Naruto, a mi hermano mellizo mayor se lo llevaron a una casa y a mí me llevaron junto a Naruto a otra casa. Lloré durante días por mi hermano, no entendía por qué nos habían separado. Un día vi como trataba de abusar el cabeza de familia de Naruto y al meterme yo en medio… acabé pagando las consecuencias. Por las noches me violaba y daba igual cuantas veces le decía y suplicaba que nos dejase en paz, seguía haciéndolo y cuando su mujer se enteró, nos tiró de nuevo al orfanato a Naruto y a mí para impedir que su marido… le engañase ¿Cómo si yo quisiera eso? Al final… no podíamos tener una familia por mi culpa y de mi hermano… no volví a saber nada, esperaba que a él le hubiera ido mejor, pero ya no sé si lo reconocería después de tanto tiempo, llevaba años sin él, prácticamente doce años sin verle, ni siquiera recordaba nada de él, ni un nombre para poder encontrarle.

 

- Tenemos nuevo profesor – me dijo Jellal mirando el papel

 

- Natsu Dragneel – leí - ¿Sabes quién es?

 

- Ni idea, será nuevo en la institución.

 

- Lo que me faltaba – le dije – da igual si son nuevos o no, siempre acaban pagándolo con nosotros.

 

- Lo sé – me dijo Jellal – no te separes de mí – me dijo preocupado – te protegeré de lo que pueda pasar.

 

- ¿Esperamos a Sai? – le pregunté.

 

- Sí, no tardará en llegar, seguramente habrá acompañado a Gaara a su lugar de venta de periódicos.

 

Tal y como dijo… Sai no tardó en llegar y nos saludó bastante serio, él siempre era serio, pero ya lo sabíamos, todos los que nos enfrentábamos al orfanato lo éramos, sólo Naruto parecía mantener su inocencia y sonrisa, los demás… no teníamos ya nada por lo que luchar, ninguna alegría, nos lo habían arrebatado todo. Sai se fijó en algo aún peor de ese papel y no fue el profesor.

 

- Mirad a quien tenemos – dijo mirando el papel – Sasuke Uchiha – comentó

 

- ¿Uchiha? – pregunté - ¿No es el apellido de ese político que quiere subir en las próximas elecciones? – le pregunté.

 

- Sí – me dijo Sai – viene de la familia más importante de la ciudad.

 

- Acabará metiéndose con nosotros – dijo Jellal – es otro niño rico que nos considerará muertos de hambre.

 

- Tratemos de pasar de él – les comenté.

 

- Sí – dijeron ambos.

 

Entramos por clase y yo traté de pasar de todos ellos, pero como no… el Uchiha que ya estaba sentado, me puso la zancadilla cuando caminaba hacia mi mesa y no me caí al suelo de milagro, menos mal que no solía ser muy torpe. Jellal me miró extrañado por mi tropezón y aunque quiso decir algo, le miré fijamente dándole a entender que estaba bien, que lo dejase correr, no quería problemas ya el primer día, así que se sentó y yo ocupé el sitio de al lado dejando a Sai sentarse a mi espalda.

 

- ¿Estás bien? – me preguntó Jellal

 

- Sí – le dije mirando hacia el Uchiha – yo sí.

 

Miré hacia las chicas de clase, todos miraban a Jellal y es que era muy guapo, casi todas estaban detrás de él y bueno… del Uchiha al parecer, porque también tenía su puntazo, aunque a mí me parecía un capullo. Jellal me parecía más guapo que el Uchiha, pero seguramente era demasiado subjetivo porque era mi novio. Me encantaban sus ojos oscuros, su cabello azulado, su tatuaje en el ojo, me gustaba su físico y su carácter protector, todo de él me gustaba.

 

- Vaya… tres muertos de hambre en nuestra clase – dijo el Uchiha como si nada

 

- Vaya… un capullo pijo y mimadito de papá delante de mí – le dije y se giró enfadado.

 

- ¿Tienes un problema conmigo?

 

- ¿Lo tienes tú? – le pregunté.

 

El profesor entró en aquel momento, ese tal Natsu Dragneel y parecía conocer a Sasuke… bueno claro que lo conocía, era el hijo del político más importante de estas elecciones, todos lo conocían, salía en las portadas con su padre publicando la integridad de su familia y bobadas miles, ni siquiera se daban cuenta de lo que ocurría en su país, ni siquiera en su ciudad… estábamos nosotros… niños huérfanos que necesitábamos ayuda pero ellos no miraban hacia nosotros, sólo miraban hacia sus ricas familias perfectas.

 

- Uchiha… haz caso a tus eslóganes y a los de tu padre y ponlos en práctica – fue lo único que dijo el nuevo profesor llamándole la atención por la falsa publicidad de que ayudarían a los más necesitados cuando se metían con nosotros, yo sonreí y él me miró con odio.

 

Miré al nuevo profesor, era muy joven, yo diría que acababa de salir de la carrera y éramos su primera clase, tenía apenas veinticinco años como mucho, de cabello extrañamente rosa, pero muy guapo, de hecho todos se giraron hacia él mirándole de arriba abajo embelesados. A mí me gustaba como venía, con esos pantalones vaqueros y una americana, tan formal y a la vez informal, no podía negar que era guapo, pero no sé si podría llevar una clase, era demasiado joven e inexperto, pero parecía venir con ganas de trabajar y hacer cosas, algo bueno tenía que tener a su favor.

 

Las chicas de clase empezaron todas a intentar seducirle, algunas hasta se bajaban un poco la camiseta intentando enseñar un poco de escote para llamar la atención y empecé a reírme mientras miraba a Jellal que también sonreía, a él también le habían hecho lo mismo las chicas de clase alguna vez para lograr su mirada, pero no conseguían nada… no creo que un profesor fuera a caer en las redes de ningún alumno, estaba prohibido que los profesores salieran con alumnos.

 

 


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