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Regular love? por aisaka-san

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Notas del capitulo:

Espero les guste el especial de Allan, son tres partes, no son tan largas asi que...disfruten!

 

 

Rigby estaba agotado mentalmente, pero escuchar la pregunta de Allan le instalo sorpresa en su corazón.

 



¿Escucharías la historia de un triste chico que perdió lo que más quería en su vida?

 



¿Porque había dicho aquello? Después de varios minutos que aquella pregunta fue hecha, no se había separado de aquel abrazo, Rigby estaba inseguro de que responder, de antemano sabía que aquella historia trataba del rubio pero no sabía si era correcto oír lo que aquel hombre tenía por decirle.



Se separó lentamente del abrazo para mirar al más alto y puedo ver su cara llena de completa tristeza, eso lo dejo algo impactado. Aquel chico que se burlaba de él hace algunos minutos; ¿era realmente el que tenía enfrente?. Rigby se sintió un poco mal, pues el rubio le había escuchado y el había descargado un poco de lo que llevaba encima haciendo eso. No dudo más y respondió:



-¡Si!

El rubio al principio un poco sorprendido pero después sonriendo un poco hacia el menor comenzó.



-Cuando tenía 5 años solía vivir con mis hermanos, en un orfanato. Todos aunque no teníamos padres éramos muy felices, nos cuidábamos uno al otro y cuando a alguno se lo llevaban, todos dormíamos juntos para no estar tristes, es más ¡Hasta intentábamos reír con el chico que se fue!



Pensábamos que ahora sería cuidado por unos buenos padres. Nuestros cuidadores (que considerábamos como padres) eran la mayoría de las veces buenos, como en todos los hogares, existían ocasiones donde los sacábamos de quicio; aun así eran personas admirables y un gran ejemplo a seguir para todos. En fin, un día estaba en el patio con dos de mis hermanos, estábamos jugando a aventarnos una pelota a cada quien. Cuando me lanzaron la pelota a mí, se resbalo entre mis manos, pero la pelota se fue colina abajo. Corría tras ella pero no podía alcanzarla, cuando estaba por tomarla entre mis manos la pelota se detuvo en los pies de alguien más cerca de un hermoso árbol que se hallaba ahí. ¿Quién me ha salvado de correr y correr por siempre? Levante la vista y mire a un niño de cabellos rojizos y rizados, sus ojos eran de un color cobrizo fuera de lo común, los rayos del sol le daban de perfil haciéndolo ver muy lindo, realmente parecía un ángel.



-Hola -me saludo el niño sacándome de mis pensamientos.



-¡Ho..hola! -apenas y logre responder el saludo, ese niño era extremadamente dulce y su voz era un deleite para mí.



-Creo que esto es tuyo -dijo alzando la pelota entre sus manita y extendiéndolas hacia mí -¡Tómala! No muerdo jeje -realmente su sonrisa me fascinaba, no sé qué me estaba pasando pero mi corazón quería salirse de mi pecho al verlo.



-Gracias -tome el objeto entre mis manos y por accidente nuestras manos se rozaron en el proceso, provocando un sobresalto en ambos. Me disculpe con él y solamente asintió riendo avergonzado, sin embargo se dio la media vuelta dispuesto a irse. No, yo quería que se quedara para hablar con él, conocerlo, jugar juntos, no quería que se fuera ya.



-¡Oye! -tome su mano antes de que se marchara, el solamente me vio algo confundido por mi acción -¿C..cómo te llamas? -el sonrio y me contesto



-Me llamo Isaac -su nombre era realmente lindo -¿Y cómo te llamas tú?


-Yo soy Allan -conteste al chico que me sonrió y retomo su camino- ¡Esp...espera! -ya llevaba un tramo recorrido cuando me oyó



-¿Qué pasa? -me contesto en un gritito debido a que ya estaba algo lejos.



-Volverás ¿Cierto? -le conteste con el mismo tono de voz.



-Si tú quieres que así sea volveré aquí -estaba por contestarle cuando las voces de mis hermanos me distrajeron.



-¡Allan! -gritaron a lo lejos, cuando devolví mi vista hacia donde se había marchado el chico el ya no estaba. Regrese con mis hermanos y no pude dejar de pensar en ese niño durante todo el día, en la noche dormí tarde pensando en él. Realmente no sabía que me estaba pasando ni porque no odia sacármelo de la mente, solo tenía una cosa es claro, tenía que buscarlo mañana y estar con él.



Al día siguiente casi a la misma hora en la que había sucedido el incidente de la pelota, me dirijo al mismo lugar donde me encontré con Isaac; estuve un buen rato al pie del árbol esperándolo, sin embargo no llegaba. Unas pequeñas lagrimas comenzaron a acumularse en mis ojos al darme cuenta que no llegaría. Me levante y comenzó a caminar hacia el orfanato con la mirada baja, ese niño causo tantas sensaciones en mí en tan poco tiempo que yo no sabía que hacer ahora con todos estos sentimientos.



Me encontraba a tan pocos metros de llegar hasta que una dulce voz que reconocí me impidió seguir avanzando.



-¡Espérame! -esa vocecita algo lejana me hizo voltear al instante, era Isaac; se veía tan tierno con su traje que traía puesto, venia corriendo hacia mí con una enorme sonrisa que me derritió el corazón, el viento golpeaba sus rebeldes cabellos revolviéndolos dándole un aire de inocencia.



Cuando llego conmigo tenía la respiración un poco agitada y las mejillas sonrojadas por el tramo que había corrido.



-¿Qué haces aquí? -le solté esa pregunta de forma seria, después de cómo me comporte ayer no quería que notara las sensaciones que causaba en mí, aunque esa pregunta salió más seria de lo que esperaba.



-Y..yo pensé que querías verme -susurro algo apenado, creo que lo asuste con el tono de voz que use -P..pero si no quieres...yo entiendo...- reaccione rápido y tome su mano antes de que echara a correr de regreso.



-N..no es eso -conteste exaltado, no quería que se hiciera la idea incorrecta -es que pensé que no vendrías -susurre avergonzado de haber pensado que este chico me dejaría plantado.



Isaac solo me vio sorprendido pero luego sonrió de nuevo -Yo lo siento, es que se me hizo un pico tarde -tomo mi mano con fuerza y corrimos hacia una esquina del patio. Ahí comenzamos a jugar con la pelota que hizo que nos conociéramos ayer, luego saltamos la cuerda y jugamos a las escondidas.



Estuvimos así un buen rato hasta cansarnos y tumbarnos en el árbol de ayer para relajarnos un rato. Comenzamos a hablar, yo le conté que era huérfano y que este era mi hogar, le hable sobre mis hermanos y como me la pasaba con ellos. El me conto que recién se había mudado, vivía al lado de mi 'casa' y que ayer por casualidad encontró una pequeña puerta que conectaban ambos patios, además me entere de que era más joven que yo y que según sus padres, tenían mucho poder en la clase alta, aunque ni él ni yo sabíamos que quería decir eso.



Nos la pasamos así hasta que comenzó a oscurecer y tuvimos que volver a nuestras casas, esa noche me la pase pensando en él y no dejaba de tener una 'tonta sonrisa', según mis hermanos, dibujada en el rostro.



Encuentros como aquel siguieron haciendo presentes, Isaac venia y a veces jugábamos con mis hermanos; también llego a invitarme a su casa; yo con mucha prensa acepte y me di cuenta que realmente era rico. Afortunadamente sus padres ni tenían prejuicios hacia los huérfanos como yo y me recibían gustosos en su hogar; también me entere que estaban a cargo de una importante empresa y que ellos eran grandes donadores del orfanato. Realmente fui muy feliz durante esa tierna época, pasaron tres años y no podía estar más contento, hasta que un día, eso cambio.



- ¡Allan! -corría Isaac hacia mí con los brazo extendidos.



-¡Hola! -le respondí y nos unimos en un abrazo.



-¡Juguemos!-me grito y comenzó a correr, yo lo perseguí hasta que nos cansamos. Nos sentamos en el mismo árbol de siempre y tomábamos un poco de jugo que no había llevado uno de mis 'padres'. Ahora estábamos solos, no podía evitar notar que Isaac se me quedaba viendo, cuando volteaba a mirarlo el solo se avergonzaba y regresaba su mirada a su jugo.



-¿Que sucede? -decidí preguntarle hartándome un poco de la situación



-N..no, nada -el respondió algo nervioso lo cual me extraño mucho.



-Sabes que puedes decirme lo que quiera ¿verdad?

-S..si -me respondió con las mejillas teñidas de escarlata -e..es que...yo -balbuceaba cosas inentendibles mientras se ponía mas rojo -q..quisiera intentar algo co..contigo.



-¿A si? -lo mire un instante mientras el asentía con la cabeza -Muy bien, yo poder ayudarte conteste simple ante la mirada sorprendida de Isaac.


-¿En serio?



-Claro, me gustaría ayudarte en lo que sea.



-Gra..gracias -contesto apenado, no sé qué quiera pero estaré dispuesto a hacer cualquier cosa que me pida. -P..pero no debes enojarte conmigo ¿Ok?



-¿Porque habría de enojarme cont...? -mi pregunta fue cortada al sentir sus pequeños labios sobre los míos, no sabía que estaba pasando, solo había visto que esto lo hacia la gente en la televisión y me parecía asqueroso, pero con Isaac siento muchas cosas menos esa. El contacto duro poco y el regreso a su lugar apenado. No sabía cómo reaccionar así que nos quedamos callados hasta que el rompió el silencio.



-¿E..estas enfadado conmigo? -pregunto con un sonrojo y su mirada apenada, no era capaz de enojarme con el por ninguna cosa.



-No -le conteste casi susurrando muy sonrojado -¿P..porque hiciste eso?



-E.es que..mis papás siempre lo hacen y yo le pregunte porque lo hacían, ellos me dijeron que lo hacían porque se amaban mucho -comenzó a jugar con sus dedos avergonzado- me dijeron que si lo llegaba a hacer tenía que hacerlo con la persona que más amaba en este mundo -me miro y sus ojos empezaban a llenarse de pequeñas lagrimas que amenazaban con salir.



Me quede impactado ante su confesión, él me quiere de esa forme. Mi pecho se llenó de una sensación agradable y entonces lo comprendí.



-Si no te gusto...¡Dímelo! -declaro con los ojos cerrados -yo se somos unos niños, pero realmente ¡Te quiero mucho! -lo calle con otro beso corto y el me miro sorprendido.



-Yo también te quiero -le dije en voz baja pero lo suficientemente audible para que me escuchara. Isaac me miro con sus ojos llenos de lágrimas de felicidad y una gran sonrisa, no pude evitarlo y lo volví a besar, esta vez más largo que el anterior, pero igual de torpe, pues apenas eran los primeros besos de ambos. Nos seguimos besando debajo de aquel árbol, sus hojas amarillas, rojas y naranjas comenzaron a desprenderse anunciando el inicio del otoño.



Sé que apenas éramos unos niños, yo apenas tenía 8 años y el 7, pero aun así sé que los sentimientos de ambos eran tan puros y verdaderos, sé que no estábamos confundidos, mi corazón me lo gritaba cada vez que lo volvía a besar. Eso que hacíamos era lo correcto, no podía separarme de él.

 


La noche llego y ambos decidimos no contar nada a nuestros padres o hermanos. Todos los días nos volvíamos a encontrar para jugar y luego besarnos al pie del árbol, nuestro árbol; así pasamos durante 6 meses. Todo era perfecto, era como un sueño, pero como en todos los sueños había llegado la hora de despertar.

 

 

 


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