—Lloyd...— susurró, mirando al suelo.
—Así es, ¿acaso no es motivo para alegrarse? Bueno... Lo sería si sigue viviendo, ¿no?— dijo burlona aquélla voz.
Abrió los ojos de sorpresa.
—¿A qué te refieres?— preguntó furioso, poniéndose de pie al instante, ignorando el subito mareo y las ganas de vomitar. Aún estaba débil. ¿Cuánto había pasado? ¿3 horas? Más o menos. La voz siempre le hablaba cada hora por lo mucho, y a base de ésto trataba de descifrar quién era la persona que lo mantenía encerrado ahí.
—Ahora mismo están teniendo una pelea. Quisiera que la vieras, en serio, pero... No. Sí que puedes— seguramente había sonreido maliciosamente.
Mientras golpeaba la pared con su puño, la puerta se abrió y retrocedió un paso. ¿Qué planeaba ahora?
—Sal— ordenó la voz— y cruza todo el pasillo hasta la puerta. No me encontrarás allí, pero podrás ver la pelea, ¿qué te parece? Es una buena idea, ¿no es así?
Apretó los dientes y arrastrando los pies salió como pudo de la celda o lo qué fuera. Miró a ambos lados del extenso pasillo. A la derecha seguía hasta un recoveco; a la izquierda se detenía, a unos cuantos metros, en una puerta cerrada. Frunció el ceño y camino lentamenten, temeroso y aletarta a cada paso que daba.
Cuando llegó, tomó el pomo de la puerta con su mano temblorosa y la abrió.
—¡Ahg!— gritó Cole al ser estrellado contra el suelo. De un sólo golpe, aquélla negra figura lo había mandado a volar. Chocó de espalda, haciendo que se retorciera de un dolor inimaginable.
Lloyd, con ayuda de Zane y de Jayn, de pusó de pie. Le dolía todo el cuerpo, pero sobre todo la espalda, como era lógico.
Ahora aquélla persona que se había declarado su enemiga, agarró con una mano la camisa de Al y la levantó hasta du altura. El pelinegro se quejó por la presión de la tela en su cuello. Con ambas manos, trató de alejar la que lo sostenía, pero era inútil. Sólo lograba lastimarse más y causarle una risa cínica a la mujer.
Miró a sus lados como pudo antes de volver a ser estrellado ahora contra el edificio que tenía tras él. Una y otra vez.
—¡Al!— gritó Lloyd, furioso. Se quitó a Zane y a Jayn de encima y, con todad sus fuerzas, corrió hacia donde estaba el pelinegro, para propinarle una patada a la mujer en la espalda baja. Gritó y soltó a Al, dejándolo caer sentado. Se quejó adolorido.
—Maldito... ¿Cómo te atreves a pegarme?— chilló para en seguida sonreír de lado maliciosamente. Miraba hacia un lado. Ambos siguieron aquella mirada encontrándose con Cole, herido en el suelo. Sin mover un sólo músculo. Antes de que pudieran decir algo, la mujer que ahora era un oscura sombra, se abalanzó contra Cole e hizo lo mismo que con el otro azabache, lo elevó. Pero ahora lo había tomado directamente por el cuello, ahorcandolo.
—¡Quita tus jodidas manos de él!— gimió Al, irguiendose con ayuda del rubio. Miraron a Cole. Tenía sus ojos cerrados fuertemente a causa del dolor y con sus uñas enterradas en la mano que lo sostenía, trata de arrancarla. Lleno de ira, el pelinegro fue avanzando hasta donde se encontraban, pero fue detenido por una mano en su hombro. Zane.
—Ustedes dos vayan a ayudar a Kai— dijo, serio—. Nosotros nos encargaremos de ella.
—¿Estás jodiendome?— preguntó con sorna y furia Al.
—En lo absoluto— respondió Jayn—. Vayan. Sólo hagánlo. La derrotaremos entre nosotros tres.
Al chasqueó la lengua. Lloyd asintió.
—Vamonos, Al. No debemos tardarnos más.
—Joder... Está bien. Pero más vale que la derroten.
—Prometido— sonrió el castaño.
Se miraron y salieron corriendo, pasando a un lado de la sombra.
—¡A dónde creen que van!— gritó ésta. Antes de que pudiera hacer nada, Cole le pateó el estómago fuertemente.
Al de adelantó pocos centímetros a Lloyd, para guiarlo correctamente. El rubio miraba al frente, con la cara ligeramente levantada hacia el edificio que era su destino. Apretó sus puños encajando sus uñas en la palma de la mano y aumento la velocidad. Ambos estaban jadeantes.
«Kai», pensó. «Ya casi estoy ahí... Sólo esperame, por favor».
—¡Jayn!— gritó el castaño, viendo la pantalla de una vieja televisión. En ella se podía ver una calle semi destruida, una figura negra amenazaba a sus amigos. Jayn había sido golpeado fuertemente y Zane luchaba junto con Cole, dando golpes certeros. Había visto como Lloyd y Al salían de la escena. En ese momento, una punzada de esperanza sintió en su interior y llevó sus manos al pecho.
—¿Y bien? ¿Ya estás feliz?— preguntó de nuevo la voz.
—No... En lo absoluto— mintió, en parte. Se sentía esperanzado, que era diferente. Sabía que Al y que Lloyd llegarían a ayudarlo, pero estaba preocupado por los demás y furioso con la estúpida voz que le hablaba casi al oído. Se desplomó en el suelo cuando un horrible dolor cruzó su cabeza.
—Oh, mi. Fue mala idea traerte hasta acá después de todo. Te has sorprendido bastante, ¿no?— escuchó varios gritos de dolor viniendo de la televisión. Apretó los párpados— Tus amigos están sufriendo bastante y sólo para rescatarte, ¿no te parece divertido? Es como el cuento de la Cenicienta... Tus pequeños e insignificantes compañeros tratan de ayudarte. Aunque saben que todo saldrá mal.
—Cállate... Cierra la boca, maldita sea— gimió. Cayendo por completo al suelo. Su mejilla rozaba el suelo polvoriento y respiraba la tierra. Tosió varias veces, sintiendo el dolor cada vez más fuerte.
La risa cínica inundó la habitación. Todo se volvió negro nuevamente, las voces sonaban lejanas, como si estuviera en el agua. Se iban apagando poco a poco, hasta que sus oídos habían dejado de recibir los sonidos.
Se terminó desmayando en aquél lugar.