Lo que fijaba Cole con sus negros ojos era tan difícil de asimilar como de captar. Y, por esto, además de la enorme confusión que en él causaba, abrió los ojos cual platos.
El niño idiota que erroneamente había tratado de ligar con Kai volvía a tener esa cara de sorpresa que a través de su bocota abierta se podían divisar sus pulmones mientras permanecía incado detrás de Lloyd y Kai, y con respecto a éstos dos. La situación era difícil. En serio que lo era.
¿Cómo te quedarías tú si cuando estás aburrido en la clase que detestas volteas a ver a tus amigos y los encuentras muy "unidos"? ¿Cuál sería tu reacción?
Seguramente de insertidumbre, porque eso no pasa todos los días. Y con "unidos" no te refieres a un abrazo, no. Te refieres a un beso. Pero no un beso cualquiera como en la mejilla de alguien, oh no. Es un beso de boca, pero no te atreves a decir que ese beso es de lengua, porque te daría el patatus de tu vida.
Y, bien, eso es lo que veía Cole.
Un beso de boca entre sus buenos amigos y hermanos Kai y Lloyd.
Se separaron, ambos con la cara toda roja.
Kai, que era el más sonrojado de los dos, o quien sabe, miró al niño que no paraba de dirigirles una carota de sorpresa. El primero le susurro algo y el chico asintió innumerables veces y salió corriendo a su respectivo banco.
Cole quería reír, gritar, tumbarse al suelo, golpear algo y después terminar muerto. ¿Qué carajos pasó ahí? Volteó a ver de nuevo a Zane y a Jayn, pues no quería de Kai y Lloyd se percatarán de que los había visto hacer algo tan... tan así en pleno salón y clase.
Zane y Jayn seguían platicando y riendo por lo bajo. Perfecto.
Lo mejor que podía hacer Cole era ignorar lo sucedido por el momento y, después pasado un tiempo, preguntar por lo sucesido. Así que, con este semi-plan en mente, prestó más que atención a la explicación detallada de la maestra.
—No se ustedes, pero Zane y yo nos lo pasamos bien en la clase— dijo Jayn, mientras comía.
Era la hora del descanso y todos los niños habían ido a la cafetería o eso se suponía que era.
—Sí, riendo todo es mejor— dijo Kai, con gesto de molestia. A pesar de lo que había pasado en la clase de Música, Lloyd y él seguían sentados juntos como si nada hubiera pasado.
—¿Qué pasó ahora Kai?— preguntó Zane.
—Ese estúpido niño... Les preguntaré algo y me responderán con toda la sinceridad que puedan— suspiró—, ¿en serio paresco chica?
Esa pregunta era más difícil que la operación de la clase de matemáticas. ¿Qué debían responder? Si respindían "sí", tal vez se ganarían un golpe en la cara y si respondían que "no", Kai sabría que mentian.
—Un poco— dijo Jayn—, pero sólo con esa ropa.
Kai suspiró, haciéndose hacia atrás, recargándose en la pared.
—¿Tu qué piensas, Lloyd?— preguntó.
Lloyd saltó en su lugar, se sonrojo y abrió su boca sin soltar palabra. Estaba vacilando.
—Más o menos...— dijo.
Kai volvió a suspirar y, parándose de su lugar, comenzó a caminar a quien sabe donde.
—¡Eh!, ¿adónde vas Kai?— preguntó Jayn.
Se encogió de hombros.
—A pasear, supongo.
—¿Voy contigo, Kai?— preguntó Lloyd.
—Cómo quieras.
Lloyd salió volando de su asiento para ir a un lado de Kai.
Ambos salieron por la puerta de la cafetería.
—Algo se me hace muy sospechoso...— dijo Jayn, entrecerrando sus ojos.
Cole hizo su cabeza hacia atrás y suspiró.
—¿Puedo contarles algo y lo guardarán en secreto?
Zane y Jayn intercambiaron una mirada, para asentir después.