PoV de Cole
Abrí los ojos de par en par, un grito agudo me había despertado de mi placentero sueño. ¿Quién diablos gritó así?
Cuando giré mi cabeza, y mi cuerpo, para ver quien provoco mi subito despertar, no pudé contener mi asombro.
El que había gritado, en primer lugar, era Kai. Lo cual no era tan común, pues fue un grito de miedo. Y en segundo lugar... Algo cambió notoriamente en él. Su físico era el mismo, ojos verdes, cabello castaño alborotado, esa cicatriz debajo de su parpado... ¿Qué cambio? Su estatura.
Era la de un... niño.
Oh, no. Por Dios, no otra vez. ¿Era en serio?
—Kai...— dije. Todos estaban más que despiertos, mirándose unos a otros... No será qué...
—Todos... Otra vez...— empezó Jayn. Al parecer también se percato de todo lo que estaba sucediendo. Y, sin lugar a dudas, todos, incluyendome a mí, habíamos vuelto a ser niños. ¿Es que acaso ese museo está maldito o qué pasa aquí?
—Joder— escupí. Esto no es nada bueno...
—Esto está muy mal— dijo Zane, notoriamente tranquilo. Bueno... Es Zane, ¿qué podemos esperar de él?
—Y que lo digas— hablo Lloyd, mirando sus manos, sus piernas, su cuerpo. Él, más que nadie, estaba familiarizado con todo esto de ser un crío... Porque aún, en cierta forma, lo era. O así lo declaraba parte de su mentalidad, pues su físico de 18 años lo obtuvo por aquella extraña posión o lo que fuera.
—Ahh... Genial, simplemente genial— rió Kai. ¿Soy yo o está bastante exasperado?—. ¿Y ahora por qué paso esto?
—A saber— dijo Jayn, encogiéndose de hombros—. También quiero saberlo, ¿alguna idea, Zane?
—Ni una— dijo—. Aunque... Dudo que sea una posibilidad, ya que es extremadamente tonta.
—¿Y cuál ese esa "tonta posibilidad"?— inquirió Kai. Se me ha adelantado.
—La niña de ayer.
—Vale— rió Jayn—, sí es tonta.
—¿Pero qué otra cosa tenemos? Dudo que fuera el ladrón de ayer— hablo Lloyd.
—¿Entonces qué? ¿Vamos a buscarla?— pregunté.
Después de una rato de silencio pensativo, Kai dijo:
—Si no hay más remedio, vayamos.
Sin lugar a dudas está notoriamente disgustado, ¿habrá pasado algo más? Kai no es, por lo general, alguien nervioso o que se disguste con facilidad, aquí hay algo raro.
Como si las cosas no pudiera salir peor, pasó algo que nunca nos imaginamos que sucediera. Y no era el hecho de que Nya o Sensei Wu sospecharan algo, no. Era mucho peor.
A lo mejor cometimos un terrible error al salir a estas horas a la ciudad de Ninjago o simplemente mala suerte, porque un policía, que cuidaba las puertas de lo que es ahora una escuela primaria, nos llamó y preguntó cómo salimos del colegio. A pesar de que negamos rotundamente el estar ingresados en la escuela nos reprendió y ahora estamos sentados en un enorme, considerando nuestra actual estatura de niños, sofá negro, en frente de una señora con aire más que intimidador, la directora de la primaria.
Nos mira de manera fría y calculadora, mentiría si dijera que no me está entrando un miedo... Creo que todos nos sentimos atemorizados, hasta Zane.
—¿Sus nombres, niños? Comenzando por apellidos y en voz fuerte.
—Walker Jayn.
—Julien Zane.
—Smith Kai.
—Bucket Cole— dije.
—Garmadon... Lloyd— hizo una pequeña pausa entre "Garmados" y su nombre. Al parecer no le gusta mucho el otro... Y debo decir que ni a mí me gustaría tener esr nombre, que aparte de ser largo, es un poco gracioso.
La señora nos miró otra vez, como queriendo calcular si lo que dijimos era verdad.
Suspiró, o eso creo, porque el sonido que emitió pareció más bien un gruñido de hipopótamo o algo así.
—¿No estudian aquí, cierto, niños?— preguntó. Negamos con la cabeza, no es como si quisieramos hablarle y que nos termine gritando, o peor, un golpe en la cabeza con sus enorme manos y dejarnos K.O.
—Pssss— me susurró Jayn, al oído, movido ligeramente hacía mí—, ¿qué crees que pasé ahora?
—No lo sé— respondí por lo bajo.
—¿Y sus padres?— preguntó otra vez la directora.
—No lo sé— respondí.
—De viaje— mintió Lloyd.
—Trabajando— dijeron Jayn y Zane, al mismo tiempo.
—Muertos— habló Kai.
Nos miramos mutuamente, para luego observar a Kai, que estaba imperturbable, sentado semi-derecho en el sofá, al lado de Lloyd. Lo que dijo no puede ser más incómodo de oír... O de decir.
La señora regordeta lo miró con sus ojos negros pequeños, estudiandolo con detenimiento. No soy bueno leyendo expresiones, pero se ve sorprendida por aquello.
—¿Muertos, has dicho?
—Sí, lo hice— respondió, en voz alta.
Se quedó callada, pensativa, meditando todo esto... O eso creo yo.
—¿Estudian en algún lugar?
—No— respondimos al unísono.
Ahora si que se sorprendió.
—Bien, es ese caso, creo que es mi deber como directora ofrecerles estudio— empezó.
—¿Huh?— dijimos, nuevamente, al mismo tiempo.
—... luego hablaré con sus respectivos padres— miró a Kai de reojo—, excepto los de alguien.
—¿Eh?
¿Esta señora está loca o está loca? ¿Planea meternos a estudiar en este colegio enorme, cabía añadir, sin siquiera nuestra voluntad? ¡Ya pasamos por esto! O por lo menos yo y Lloyd, seguramente Jayn también. Zane no lo creo y, respecto a Kai... No sé que decir. Tuvó que madurar antes de tiempo para poder proteger a Nya y trabajar después de la muerte de su padre. Eso es triste.
Lo siguiente pasó en camara rápida. La señora llamó a un sujeto, que nos condujo hasta lo que parecían ser habitaciones compartidas, nos dejo en una de ellas, con un par de uniformes y cerró la puerta, no sin antes decirnos que volvía dentro de una hora.
—¡Que fastidioooo!— gritó Jayn— ¡No quiero revivir esta étapa, ¿saben?!
—Ni yo, Jayn— dije.
—Bueno, es una experiencia nueva— apuntó Zane.
—¿Siempre ves lo positivo de todo, eh?— inquirió Lloyd.
—Además el uniforme es espantoso— habló Jayn, nuevamente.
Lo sostuvo con ambas manos, a la altura de sus hombros y, en efecto, lo era. Parecía más un traje de marinero que un uniforme para escuela primaria.
Volteé a ver a Kai, que estaba sorprendentemente callado, en una cama, con la vista fija en un punto y la cara sombría.
—¿Pasa algo, Kai?— preguntó Jayn, que también notó eso, acercandose a Kai por detrás. Miró lo que Kai miraba y se echo a reír, recibiendo una patada por parte de Kai.
—Cállate, idiota— dijo.
—Hey, hey, ¿qué pasa, Kai?— preguntó Zane, también acercandose a la cama. Rió igual que Jayn, pero no recibió patada, sino golpe en la espalda.
—¿Kai...?— turno de Lloyd— Oh— dijo. No se rió, y tampoco parecía aguantarse una risa. Más bien detonaba cierto disgusto en su rostro, pero sus ojos decían otra cosa que no se descifrar.
Ahora yo me acerqué, movido por la curiosidad. Si que es para echarse al suelo a reír a todo pulmón. El uniforme no es como el nuestro, de marinero, ni color azul o parecido.
Es el uniforme de niñas, tal parece, pues tiene falda. Mirando el lado positivo, es rojo y no rosa.
Me aguante la risa. Lo que la daba no era el vestido o imaginar a Kai con él -bueno, lo último si la daba-, sino que el tipo aquel, o la directora en sí, confundió a Kai con una chica.
Pero, si lo miras detendamente en esta sircunstancia, tiene en el rasgos bastantes fragiles. Pero lo que más detona es su cabello, no el hecho de que esté alborotado o su color, más bien es que ahora está mucho más largo, no tanto, sin embargo lo suficiente para hacerle un par de coletas con moños.
—V-vamos Kai... No es tan malo... Cuando aquel sujeto vuelva puedes reclamarle— dijo Lloyd, tratado de que Kai no se enojará más de la cuenta. Por primera vez desde de entramos a este sitio, Kai le dirigió la mirada a alguien, en concreto Lloyd, con sus ojos verdes. Son hermosos, si puedo decirlo, y más ahora que se ven como si estuviera a punto de llorar. Es otra cosa de su rostro que lo hace parecer mujer.
—Supongo que tienes razón...
En eso, la puerta se abrió subitamente. El tipo que nos trajo aquí había regresado, pero antes de la cuenta. No había pasado ni una hora.
—¿Pero qué hacen? ¿Aún no están listos? ¡Vistanse rápido, niños! No tengo todo el tiempo del mundo— acto seguido, cerró la puerta azotándola.
Zane y Jayn se levantaron del suelo y tomaron sus uniformes para vestirse. Lloyd también y yo no me quedé atrás.
Miré a Kai de reojo. Suspiró, resignado y tomó aquel uniforme de niña, ¿no va a decirle nada a aquel sujeto?
Es raro. Simplemente raro el hecho de que Kai, en medio de nosotros cuatro, esté vestido inacorde. Él de rojo, con falda y nosotros con complejo de marineros, destrás del chico que nos había propocionado estos horribles trajes. No nos llevaba con la directora, nos conducía hacia algún salón en toda la extensión de tremenda escuela, ¿cómo no se pierde?
Al final llegamos, ya que paró en seco su andar y volteo a vernos uno a uno.
—Este es su salón, niños. Espero que se hayan aprendido el camino, porque deberán regresar por ustedes al edificio de las habitaciones. Suerte.
Abrió la puerta del salón, dijo algo al o a la profesora de la clase, salió, volvió a mirarnos y se fue.
Entramos al aula, tan seguros como la complexión e un crío nos lo permite.