«¡¿Que COÑO ES ESTO?!», se había dejado escuchar un grito tras haber cerrado la puerta de una pequeña habitación en la cual se encontraba Kai.
Todos estaban nerviosos por el hecho de que Al moriría y los demás serían testigos del crimen. Y no era plan.
La puerta se abrió al cabo de unos minutos que parecieron horas, sobre todo porque habían dejado solo a Lloyd esperar en el pasillo a su "amado". Los demás, incluyendo el que debería de morir, huyeron como ratones. El rubio, que se había disfrazado al más puro estilo de "El Fantasma de la Ópera", tragó saliva sonoramente, esperando lo peor tras aquélla puerta que hasta parecía que había rechinado.
Casi tenía una erección.
Kai salió, usaba un vestido largo que llegaba a arrastrarse por el suelo. Si mal no recordaba, a aquéllo se le llamaba "kimono". Era rojo -como se esperaba-, el cinto que tenía en sus caderas era de color dorado, y atrás de ésto, en donde debería haber un moño o algo similar, se hallaba un adorno hecho de dos palillos con listones y dos flores blancas -llevaba puesto uno similar en la cabeza-. Sus hombros estaban descubiertos, dejando ver la su suave piel blanca y, por consecuencia, las mangas cubrían sus manos. El menor no mentiría si dijera que Kai parecía la "Cenicienta" occidental.
Éste último suspiró mitad aliviado y mitad para calmar sus ansias de tomar al castaño ahí mismo.
—Kai, te ves bien— dijo sincero Lloyd, después de pasarse una eternidad admirando la belleza de su pareja. El rubor invadió las mejillas que estaban maquilladas del mencionado y, mirando hacia otro lado, se le escucho murmurar un «gracias» antes de caminar y tomar por el brazo al rubio menor.
—¿Y los demás?— preguntó Kai, mientras los dos caminaban por el pasillo hasta el Salón, encarnando una ceja.
—Huyeron al creer que los matarías— respondió nervioso Lloyd.
—Hicieron bien— habló Kai después de unos segundos de silencio. Los dos ríeron animados.
Cuando llegaron al "Salón", los que huyeron despavoridos se acercaron a los recién llegados para luego irse hasta donde estaba la mesa con sabe qué tantas porquerías pasando por la multitud habladora que ya estaba puesta ahí.
—Hey, Kai, ¿no crees que atraes muchas miradas curiosas?— preguntó Al, señalando hacía el centro del Salón donde las personas cuchicheaban, y sobre todo un trio de chicos vestidos como piratas que susurraban y miraban de reojo rápidamente al mencionado.
—No me importa, la verdad— respondió éste a su vez, mirando hacia otro lado que no fuera el enjambre caluroso de chicos y chicas bailando y platicando. Pero, a su vez, el castaño era observado mismamente por Lloyd, que se hacía la pregunta más difícil de responder en estos casos «Kai... ¿estará usando ropa interior de mujer?".
—¡Hee~y!— gritó Jayn, cuando la "fiesta" se volvió más "animada" -ya que todos, o la mayoría de los presentes, que no se sabía cómo carajos podían caber allí por ser más de dos mil, bailaban-— ¡Vamos a bailar, Zane!
—¿Eh? No, gracias— respondió secamente.
—¿Qué? ¡No aceptaré un "no" por respuesta! ¡Venga!— y empezó a empujar al peliblanco.
—¡Pero será extraño!— gritó éste antes de que ambos empezaran a bailar como si fueran pareja -porque lo eran, básicamente-.
Kai se rió por la escena, quedando él y Lloyd solos al lado de la mesa blanca, ya que Al y Cole se habían ido a quién sabe dónde a hacer quién sabe qué, pero la idea ya la tenía. Dejo el vaso de agua en la mesa que no se acabó y se inclinó hasta quedar recargado en el hombro del rubio, que se sonrojo y le miró.
—¿K-Kai?
—Ven, salgamos un momento— dijo, señalando la ventana enorme abierta que bien podría ser un balcón. Los dos salieron sin mayor problema, verificando que no eran vistos por nadie. Caminaron por el patio que rodeaba el edificio en el cual habían estado hace unos segundos.
Se detuvieron cuando creían que nadie los podría ver a la distancia y, tomándose de las manos, se besaron, mientras Lloyd acorralaba el cuerpo suave de Kai entre su cuerpo y la pared.