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Enamorado de Minato Namikaze por Fullbuster

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 Shisui Uchiha POV

 

Habían pasado bastantes años desde que salimos de la academia, unos ocho para ser más exactos. Ahora tenía dieciséis años y lideraba mi propio equipo ANBU al igual que Itachi. Él era un gran ninja, un auténtico genio que había entrado a formar parte de los ANBU con sólo diez años y, a los trece, ya era el capitán de su propio equipo. Le admiraba mucho, era un gran ninja, fuerte, inteligente, un gran estratega y un estupendo líder. Aunque yo tampoco me había quedado atrás, puede que no entrase a formar parte de la élite ninja tan temprano como Itachi pero lo hice y es que los Uchiha éramos un clan de shinobis muy fuertes y poderosos. Itachi y yo habíamos llegado lejos, en cambio, el supuesto niño prodigio acabó siendo lo que Itachi y yo siempre dijimos que era, un pelele.

Ese niñato del clan Namikaze ahora era profesor de un grupo de Chuunin, se dedicaba a entrenar a unos críos y a hacer misiones de rango D. ¡Pero es que no servía para otra cosa! Tanto decir que era un prodigio y al final había quedado todo en palabrerías. Incluso sus alumnos eran unos débiles como él... Una chica sin ninguna habilidad especial y un Uchiha que ni siquiera había despertado su sharingan... era el equipo perfecto para ese blandengue. El único alumno que se salvaba de ese terrible equipo era el hijo de Sakumo Hatake, creo que se llamaba Kakashi, el cual a su corta edad ya era Jounin.

Por la aldea habían comenzado a circular rumores de que Minato era muy rápido, que desaparecía de tu rango de visión en el campo de batalla en menos de un segundo, sin que te dieses cuenta. Habían comenzado a llamarle el Relámpago Amarillo de Konoha, un nombre demasiado presuntuoso en mi opinión, le quedaba grande. Dudaba que ese pelele fuese tan rápido como decían, jamás le había visto luchar en el campo de batalla pero le conocía desde la academia y sabía que era un ninja mediocre que no destacaba en nada, muchos menos en su velocidad. Seguramente los otros shinobis se estaban confundiendo de persona o exageraban las capacidades de ese rubio de pacotilla.

Jamás me había caído bien, en la academia siempre nos plantaba cara a Itachi y a mí como si él fuese superior a nosotros aunque desde que Itachi le metió mano en medio de la clase, no volvió a enfrentarse directamente a nosotros pero tampoco llegó a doblegarse del todo, nunca llegó a obedecernos... bueno, a obedecerme porque desde ese día Itachi pareció perder el interés en él. En gran parte me alegré de ello, porque odiaba que siempre estuviese tan pendiente de él en todo momento, que le observase tanto y pusiese esa expresión de enfado cuando se daba cuenta de que ese pelele se quedaba embobado mirando a la pelirroja de nuestra clase.

Quería que se odiasen, que Itachi dejase de prestarle atención y se alejase de él, por eso le gasté aquella broma a su amigo Sano. Había escuchado la amenaza de Itachi y pensé que sería un momento idóneo para que Minato se cabreara con él. Al ser el único que le amenazó y al no haber nadie más allí, pensaría que Itachi me había mandado a quitarle la ropa a su amigo por su negativa, aunque nunca esperé que ese rubio fuera el que acabara medio desnudo en mitad del aula frente a todos los compañeros. Me reí por su humillación pero en el fondo estaba cabreado por la forma en que Itachi le miraba, podía notar que le gustaba lo que veía a pesar de que estuviese furioso porque los demás también estaban observándole.

Creí que eso conseguiría separarles pero lo que nunca me esperé fue que Itachi le masturbara allí mismo al día siguiente. Me puse muy celoso, quería que Itachi me hiciera eso a mí, siempre me había gustado pero nunca se había fijado en mí de esa manera, para él sólo era su mejor amigo. En aquel momento hubiese hecho lo que fuera para estar en el lugar de aquel pelele, me hubiese encantado que Itachi me tocara de esa forma y yo tocarle a él de la misma manera, pero no, era ese blandengue, ese ninja de pacotilla el que estaba disfrutando del tacto de la piel de Itachi. Iba a explotar de rabia en cualquier momento pero tuve que disimular mis celos y molestar más a ese estúpido rubio cuando se dio cuenta de que les estaba observando.

Cuando le pregunté a Itachi por qué había hecho algo así, me contestó que ése había sido el verdadero castigo a Minato por desobedecerle, que intuía que a partir de ese momento él sería más dócil y tuvo razón. Cambió su actitud hacia nosotros, creo que eso provocó que Itachi perdiera interés en él, ya no era divertido humillarle si ya no oponía resistencia, aunque yo lo intentaba de vez en cuando, era un hábito que nunca cambiaría. Después de todo, que me muriese de celos durante unos minutos tuvo su recompensa... Itachi ya no volvió a prestar atención a ese pelele.

En este instante, iba de camino al barrio Uchiha, había tenido una misión bastante dura y quería quitarme toda esta sangre de encima. Esta maldita guerra era un incordio, estaba deseando que acabase. Si nos dejasen a todos los del clan encargarnos de los enemigos, esta guerra ya habría terminado hacía tiempo pero no, el tercer Hokage seguía mandando a ninjas de bajo nivel como Minato e incluso escuché que una vez mandaron a sus alumnos. ¿Pero qué demonios iban a hacer unos críos débiles allí? Ese anciano sólo conseguiría que les matasen, pero no podía hacer nada, solamente obedecer órdenes y llevar a cabo misiones difíciles con mi equipo ANBU.

En cuanto me diese una buena ducha, iría a buscar a Itachi para invitarle a cenar en mi casa, sabía que había terminado su misión hacía horas así que ahora estaría libre. Sería un buen momento para confesarle que me gustaba desde hacía tiempo, creo que si le servía un poco de sake durante la cena, sería más fácil llevarle a la cama. Estaba deseando probar aquel cuerpazo que tenía, se notaba lo mucho que había crecido y lo fuerte que se había vuelto, sólo había que mirar aquellos abdominales para darse cuenta. Quería que mi primera vez fuese con él y esta noche lo conseguiría, dejaría que me la metiese hasta el fondo todas las veces que Itachi quisiera.

Iba centrado en mis planes cuando algo me llamó la atención a lo lejos, en una zona apartada bajo unos árboles. Parecían dos chicos escondidos que se estaban besando apasionadamente y parecía que la cosa iba a ir a más. Iba a seguir hacia delante y pasar de aquellos dos, pero se me ocurrió que podría apuntar algunas ideas para ponerlas en práctica con Itachi, por lo que decidí acercarme lo suficiente para verles mejor aunque no tanto como para que me pillasen. Me subí a una de las ramas de un árbol cercano ocultando mi chakra y me centré en aquellos dos, pero en cuanto mis ojos se posaron en ellos, se abrieron de par en par de la sorpresa e impresión. Creí que de alguna manera me habían metido en un genjutsu porque no podía ser verdad lo que estaba viendo... ¡Eran Itachi y Minato!

¿Desde cuándo esos dos estaban juntos? ¿Llevaban escondiendo su relación desde la academia? Tenía sentido... por eso ese pelele dejó de pelearse con nosotros y ése fue el motivo por el que Itachi dejó de molestarle... Estaban saliendo a escondidas y por eso no se veían capaces de pelearse de nuevo. Itachi me había estado mintiendo durante todos estos años, seguro que todo había sido idea de ese niñato, de alguna forma había engatusado a Itachi para que accediese a que me ocultase algo como eso. Volví a sentir los mismos celos que cuando Itachi le masturbó cuando éramos niños, apreté los puños enfadado y activé mi sharingan sin proponérmelo, quería saltar sobre ese rubio y pegarle con todas mis fuerzas por estar besando los labios de Itachi.

Ahora caía en algo... Seguramente esos dos ya habían tenido sexo juntos. Ese ninja de mierda había podido disfrutar del cuerpo de Itachi y le habría arrebatado su primera vez, esa que debía haber sido mía. ¡Tendríamos que haber perdido la virginidad juntos! Cada vez odiaba más a ese rubio, estaba a punto de interrumpirles y partirle la cara al pelele porque debía pagar por lo que había hecho pero se me ocurrió una idea mejor. Quien pudiese ver mi cara en aquel momento, seguramente saldría huyendo, intuía que tenía una sonrisa tan siniestra que daría miedo hasta al mismísimo demonio.

Me fui a casa, allí me di una ducha rápida, me vestí y cené tranquilamente. Durante la cena planeé mi estrategia para conseguir a Itachi, separaría a esos dos y me quedaría con mi moreno. Cuando terminé de cenar, miré la hora. Supuse que Itachi ya habría regresado a su casa por lo que salí de la mía y me fui hasta allí.  Al llegar, toqué al timbre y a los pocos segundos abrió la puerta Mikoto, la madre de Itachi, la cual se sorprendió al verme a esas horas.

- Shisui, cariño. ¿Ocurre algo? - me preguntó con tono de preocupación.

- No, señora Uchiha. Quería saber si Itachi ya había vuelto de su misión, necesito hablar con él – le respondí sonriendo.

- ¿Cuántas veces te he dicho que dejes las formalidades a un lado? Te conozco desde que eras un bebé y has pasado más tiempo en esta casa que en cualquier otro sitio, eres parte de la familia así que llámame Mikoto. Señora Uchiha me hace sentir muy mayor – me regañó dulcemente – Itachi volvió hace unos diez minutos. Ahora se está duchando, si quieres puedes esperarle en su habitación.

- De acuerdo, muchas gracias – accedí sin reparos.

Entré en la casa y la seguí por diferentes pasillos hasta llegar al dormitorio de Itachi. Su casa era bastante grande y lo parecía aún más al sólo haber tres personas viviendo allí.

- Entra, Itachi no tardará mucho en terminar de bañarse. Iré a preparar un poco de té para vosotros – me dijo de forma educada.

- No se preocupe, Mikoto-san. No hace falta que se moleste – intenté persuadirla ya que no quería que me interrumpieran cuando estuviera a solas con Itachi.

- No es ninguna molestia, no tardo nada en prepararlo – se volvió a ofrecer.

- En serio, no hace falta. Hace poco que he cenado y tengo el estómago lleno – seguí tratando de convencerla y creo que lo conseguí.

- Está bien, pero si cambias de idea, avísame – me dijo y después se despidió para dejarme allí solo.

Abrí la puerta del cuarto de Itachi y me introduje en él. Tenía una decoración simple, había un par de armas colgadas en la pared pero eso era lo único destacable. Me acerqué a su cama y me senté en ella, era bastante cómoda y amplia. Acabé tumbándome, respirando el aroma que desprendían las sábanas, el aroma natural de Itachi... olía muy bien. Puede que Minato se me hubiese adelantado en muchas cosas pero dudaba que alguna vez él hubiese estado en esta habitación, en la misma cama en la que me encontraba yo ahora mismo. Estaba convencido de que Itachi jamás había llevado a ese pelele a su casa, no se arriesgaría a que sus padres le pillasen con un chico, por algo mantenían su relación en secreto y eso era una carta que iba a jugar a mi favor.

Tras varios minutos, la puerta se abrió y por ella entró Itachi que sólo traía una diminuta toalla enrollada en su cintura mientras se secaba el cabello con otra. Creo que su madre no le había avisado de que tenía visita porque se sorprendió de verme allí tumbado en su cama sin apartar mi vista de su bien formado torso.

- ¿Qué haces aquí a estas horas y tumbado en mi cama, Shisui? - me preguntó acercándose a su armario para coger algo de ropa para taparse.

Pero antes de que pudiera agarrar alguna prenda, me aproximé a él, le cogí del brazo y le di la vuelta empotrándolo contra el armario besándole con pasión. Aproveché que estaba demasiado sorprendido por mis acciones para meter mi lengua en su boca y recorrerla a mi antojo, acaricié su pecho al mismo tiempo y fui bajando mi mano hasta su miembro. Tenía muchísimas ganas de tocarle y hacerle gemir, más de lo que gemía con ese pelele rubio, le haría darse cuenta de que conmigo disfrutaría mucho más que con él. Pero antes de que pudiese colar mi mano por aquella toalla y alcanzar mi premio, Itachi me apartó con brusquedad empujándome y yo caí sobre la cama. Por un momento pensé que se iba a colocar sobre mí e íbamos a continuar con los besos y las caricias pero no fue así, solamente se quedó allí de pie mirándome furioso.

- ¿Se puede saber qué te ocurre? ¿Por qué has hecho algo como eso? - me preguntó cabreado.

- Porque me gustas desde siempre – le confesé – y no entiendo cómo puedes hacer estas cosas con ese falso prodigio de los Namikaze pero no conmigo, con tu mejor amigo. Soy mucho mejor que él, te haría sentir un placer infinito, lo pasarías mejor conmigo que con ese blandengue que no sirve para nada – le dije enfadado.

- ¿Qué? ¿Cómo...? - me dijo atónito, era incapaz de formular la pregunta por completo al saber que su secreto había sido descubierto.

- Os he visto esta noche – le expliqué – Me has estado mintiendo durante todos estos años, te has estado tirando a ese rubio de pacotilla a mis espaldas.

- No es asunto tuyo con quien salga ni lo que haga o deje de hacer con Minato. Y deja de insultarle, es más fuerte de lo que crees. Siempre lo hemos infravalorado porque nuestro estúpido orgullo nos impedía ver sus verdaderas capacidades.

- Venga ya, si es un profesor, ni siquiera ha sido capaz de meterse en el cuerpo de los ANBU.

- Te sorprendería de lo que es capaz de hacer.

- No, si ya veo que tiene que ser muy bueno en la cama como para que te tenga tan enganchado y le defiendas de esa manera. Supongo que es para lo único que sirve, para que le follen porque como ninja es terrible – le dije mordaz.

- Lárgate ahora mismo – me dijo muy seriamente.

- No, no pienso irme – le contesté con seguridad – No me das miedo, Itachi.

- Pues deberías, porque no pienso permitir que sigas hablando de esa manera sobre mi novio.

- ¿Novio? Pero si lo mantienes oculto, tú también te avergüenzas de él - me burlé.

Sabía que ése no era el motivo por el que lo mantenía en secreto, conocía perfectamente a su padre y sabía que era por él por lo que nunca había llevado a ese estúpido chico a su casa ni les había contado a sus padres sobre su relación, pero es algo que usaría a mi favor.

- ¿O puede ser que sea por miedo? - le dije acercándome a él con lentitud.

Llegué hasta él y pasé mis manos por su pecho, apreciando la dureza de sus pectorales, se notaba lo mucho que entrenaba para mantener aquellos músculos tan firmes y duros. Itachi me agarró las muñecas y separó mis manos de su cuerpo.

- Ya te he dicho que me gusta Minato, no estoy interesado en ti, Shisui – me afirmó con rudeza.

- Pues qué mal para ti aunque eso se puede arreglar. Si dejas a ese pelele y comienzas una relación conmigo, te prometo que no le contaré lo que he visto esta noche a tu padre – le chantajeé – haré que te olvides de ese rubio y acabaré por gustarte – le dije sensual lamiendo su cuello.

Itachi volvió a apartarme de él y me miró furioso.

- No te atrevas a amenazarme porque saldrás perdiendo – me advirtió con su voz grave.

- Y tú no te atrevas a subestimarme, es posible que seas un genio pero estoy casi a tu altura, puede incluso que mi sharingan sea superior al tuyo a pesar de haberlo despertado más tarde – le dije serio – Sólo te estaba proponiendo un trato, puedes aceptarlo o asumir las consecuencias. ¿Qué decides?

- No pienso obedecerte, Shisui. Me gusta Minato y no pienso dejarle para estar contigo.

- Es una lástima porque nos lo hubiésemos pasado genial juntos – le comenté con una sonrisa lasciva mientras me acercaba de nuevo a él y paseaba mis manos por el borde de la toalla – pero si no eres mío, no serás de nadie – le aseguré con mucha seriedad antes de quitarle la toalla dejándolo desnudo y salir de su habitación hacia donde se encontraban sus padres sin darle oportunidad a que me persiguiera.

Había echado un vistazo al miembro de Itachi antes de abandonar su dormitorio, me había gustado lo que había visto, era de un tamaño considerable y grosor perfecto, estaba seguro que con esa arma, Itachi llevaría al cielo a cualquiera que estuviera entre sus piernas. Me dolía no llegar a tener la oportunidad de disfrutar de la anatomía de Itachi, en especial de su entrepierna pero no me había dejado otra opción. Si no quería estar conmigo, no dejaría que estuviese con Minato. Llegué al salón donde estaban los padres de Itachi y éstos me miraron extrañados por aparecer de repente ante ellos con cara de preocupación.

- Shisui, ¿te ocurre algo? - me preguntó Mikoto preocupada.

- Mikoto-san, Fugaku-san debo contarles algo que he descubierto esta noche sobre Itachi – les dije fingiendo estar apenado – por eso he venido esta noche, para intentar convencerle de que os lo contase porque ustedes se merecen la verdad... pero Itachi se ha negado.

- ¿De qué hablas? - me cuestionó esta vez Fugaku, el padre de Itachi, con seriedad.

Mikoto me miraba alarmada, mis palabras la habían preocupado aún más y creo que se imaginaban que se trataba algo relacionado con sus misiones o su trabajo como ANBU, pero iban muy desencaminados. Se iban a sorprender mucho cuando se enterasen de la verdad y Fugaku iba a poner el grito en el cielo liberando su furia en cuanto se lo contase pero, antes de que pudiese abrir la boca, Itachi apareció allí también. Se había puesto un pantalón y una camiseta con rapidez para llegar cuanto antes y así impedirme soltar aquella bomba.

- Itachi, ¿se puede saber qué demonios está pasando? - le preguntó su padre malhumorado.

- No es nada. Shisui no se encuentra bien esta noche, creo que le han atacado con algún jutsu en su misión y está sufriendo sus efectos. Será mejor que lo lleve al hospital para que lo revisen – le contestó Itachi agarrándome del brazo e intentando sacarme de allí pero no se lo iba a poner fácil.

- Soy un ninja extraordinario, bloqueo todos los ataques enemigos con gran facilidad por lo que no me ha pasado nada durante mi misión – dije soltándome de su agarre – Tus padres se merecen sinceridad y respeto por tu parte.

- Cariño, ¿qué ocurre? Sabes que puedes contarnos lo que sea – le comentó con suavidad su madre, se notaba que estaba muy preocupada.

- ¿Itachi? - llamó su padre a su hijo con enfado.

Itachi se mantuvo en silencio centrando su mirada en Mikoto, incapaz de enfrentar a su padre.

- Le he pillado besando y toqueteando a Minato Namikaze – dije al ver que Itachi no tenía intención de dar ninguna explicación.

- ¿Qué? - gritó su padre perdiendo la compostura mientras que su madre se había llevado sus manos a su boca y se le inundaban los ojos en lágrimas.

- Itachi me ha contado que llevan mucho tiempo saliendo juntos – seguí explicando.

- Shisui... - me amenazó Itachi tratando de hacerme callar.

- ¿Cómo te has atrevido a deshonrar de esa  manera el apellido Uchiha? ¿Cómo has ido capaz de deshonrar así a tu familia, a tu madre y a mí? Esto es imperdonable – gritaba fuera de sí Fugaku – Si alguien más se entera de esto seremos el hazmerreír de todo el clan, así que te prohíbo que vuelvas a ver a ese crío, ¿me has entendido?

Por primera vez, vi a Itachi mirar a su padre y mantener su mirada en él enfrentándole.

- No pienso alejarme de él, le quiero y pienso pasar el resto de mi vida a su lado – le gritó Itachi.

- ¿Quererle? ¿Qué sabes tú de querer? Aún eres un crío, tienes que aprender muchas lecciones aún. Esto no va de amor sino de honor, en esta familia ni en el clan Uchiha hay maricas, así que o te alejas de ese muchacho o dejarás de ser mi hijo. Te desheredaré y te convertirás en un paria, no formarás parte de esta familia, para nosotros será como si nunca hubieses nacido.

Mientras esos dos discutían, escuchaba los sollozos que se le escapaban a Mikoto y se me encogió el corazón. No sabía si lloraba por la noticia o por la pelea entre su hijo y su esposo pero comenzaba a arrepentirme por la forma en que había soltado aquella bomba hiriendo a esa mujer tan amable y cariñosa, la cual era como una madre para mí también pero Itachi no me había dado otra opción.

- ¿Qué decides, Itachi? ¿A ese chico, el cual seguramente te dejará en cuanto sepa que no eres un Uchiha nunca más, o a tu familia y a tu clan? - oí que le preguntaba Fugaku.

- No me puedo creer que realmente me estés dando a elegir. Se supone que debes quererme sin importar qué, soy tu hijo, maldita sea – le gritó Itachi – Eres un homófobo.

Antes de que cualquiera de nosotros pudiera reaccionar, Fugaku le había golpeado tan fuerte a Itachi que le había tumbado en el suelo, éste se llevó una mano a la comisura de sus labios para limpiar la sangre que caía por ella.

- Ahora ni te voy a dar a elegir. Te ordeno que no vuelvas a ver a ese chico y te aseguro que te estaré vigilando para comprobar que no lo haces – le garantizó con total seguridad.

Dicho esto, Fugaku se dirigió hacia fuera del salón pero antes de salir, apoyó una mano sobre mi hombro y me agradeció por haberles puesto al corriente de la situación, que se notaba que era todo un miembro del clan y que estaba orgulloso de mí. Cuando se fue me quedé estático, incapaz de mirar a Itachi. Vi a Mikoto aproximarse a su hijo para ayudarle pero Itachi se levantó sin darle la oportunidad. Anduvo hasta llegar a mi lado, sentía su mirada furibunda sobre mí pero yo no me atrevía a sostenerle la mirada.

- No quiero volver a ver tu cara – me dijo serio – tú y yo ya no somos amigos.

Después, salió de allí chocando su hombro conmigo empujándome para poder pasar. En ese momento, dirigí mi vista hacia el pasillo para observar la espalda del que había sido mi mejor amigo hasta ahora, alejarse cada vez más de mí. Acababa de perder a Itachi por completo, me entraron ganas de llorar también pero no lo haría allí, aguantaría hasta llegar a mi casa. Por culpa de mis celos había perdido a Itachi y había destrozado a una familia.

Había pasado un mes desde aquella noche... la noche en que perdí a mi mejor amigo. Le echaba mucho de menos, añoraba pasar horas y horas hablando de cualquier tontería, echaba de menos entrenar con él, ir a su casa y pasar tiempo con Itachi y su familia. Cuando me lo cruzaba por el barrio Uchiha o por el cuartel de los ANBU, me miraba con odio y pasaba de mí, ni siquiera en las pocas misiones en que nuestros equipos habían coincidido, se dignaba a hablarme y eso me dolía. Ahora me daba cuenta de que había hecho mal al descubrirle ante sus padres, debería haber hallado otra forma para que se alejase de Minato y se fijase en mí, sin involucrar a Fugaku y sin perderle pero ya no había nada que pudiese hacer. Aunque tampoco iba a pedir perdón, no formaba parte de mi personalidad.

Hoy teníamos una misión importante para el desarrollo de la guerra, una que podía inclinar la balanza a nuestro favor. Mi equipo lideraba la misión junto a otros ninjas de la villa que no formaban parte del escuadrón ANBU. Por norma general, prefería encargarme de las misiones sólo con mi equipo o algún otro que perteneciese al mismo rango que el mío aunque no me solía molestar hacer misiones con Jounin, sobre todo si pertenecían al clan Uchiha como los que me acompañaban ahora, pero hoy no iba nada contento con uno de los ninja que venía con nosotros. Se trataba de Minato. Habían mandado a ese debilucho a realizar la misión con nosotros y estaba convencido de que iba a ser más un lastre que una ayuda. Ya que enviaban a un ninja de tan bajo nivel, podrían haber asignado a otro porque no me apetecía trabajar ni estar con el culpable de que hubiese perdido a mi mejor amigo, si él no se hubiese metido entre nosotros ni hubiese conquistado a Itachi, no habría ocurrido nada de lo que pasó hacía un mes en su casa.

Intenté ignorarle mientras íbamos hacia nuestro objetivo, porque el muy idiota no paraba de intentar convencerme de que mi plan no era seguro y quería que escuchase su estrategia. ¡Un simple profesor pensando que era mejor estratega que un ANBU! Al final se cansó de que nadie le hiciese caso y volvió a su posición. Llegamos a nuestro destino, observando el sitio y comprobando que no hubiese ningún enemigo. Tras verificar que era así, mandé al resto de ninjas a sus posiciones, cada uno sabía su labor en aquella misión pero, antes de que pudiesen hacerlo, varias explosiones se activaron a nuestro alrededor y una de ellas estaba justo a mi lado. ¡Habíamos caído en una trampa!

Estaba un poco aturdido debido a la explosión, seguramente me habría lanzado bastante lejos y ahora debía estar gravemente herido. Intenté abrir los ojos para comprobar mi estado y el del resto de mis compañeros pero el humo me lo impedía. Cuando se disipó un poco, miré a mí alrededor y vi a todo mi equipo y al resto de ninjas a salvo, supuse que les habría dado tiempo a escapar, porque ninguno estaba malherido. Entonces bajé mi vista para revisar mi cuerpo y vi que no tenía ni un corte. ¿Cómo era posible? Estaba justo al lado de uno de los sellos explosivos, debería haber recibido el impacto de lleno pero no tuve tiempo de buscarle una explicación porque varios enemigos nos atacaron en ese momento.

Luché contra algunos de ellos usando mis ojos para meterlos en una ilusión sin que lo notasen y matarlos al instante. Vi que el resto de ninjas de Konoha también le plantaba cara a los shinobi que arremetían contra nosotros. No sé a cuántos maté, pero seguían apareciendo cada vez más y mis ojos empezaban a dolerme por usar tanto el sharingan. Estaba rematando a  uno de ellos cuando otro enemigo se lanzó contra mí, intenté usar mi sharingan contra él pero no funcionó. Su espada estaba a punto de atravesarme cuando vi un cabello rubio a mi lado y al segundo siguiente me hallaba muy lejos de aquel ninja que me iba a asesinar.

No me dio tiempo ni a procesar lo que había pasado cuando Minato había desaparecido ante mis ojos sin darme cuenta, porque sabía que el que me había salvado había sido él, era el único rubio que nos acompañaba. Me centré en observarle y mi boca se abrió del asombro al comprobar que los rumores que circulaban en la villa eran ciertos. Itachi decía la verdad cuando dijo que era más fuerte de lo que me creía, pero no era sólo su fuerza, era su increíble velocidad lo que me sorprendía. En ese instante me di cuenta de que era la segunda vez que me salvaba, estaba seguro que había sido Minato quien me había apartado de la explosión, por eso no tenía ni un rasguño.

Salí de mi ensimismamiento cuando noté a otro enemigo cerca de mí, bloqueé su ataque y le maté. Después acudí a ayudar al resto de mis compañeros y cuando terminamos con todos los enemigos, acabamos la misión con éxito, pero sólo fue posible gracias a la ayuda de Minato. De vuelta a la villa, sonreí melancólico, toda mi vida me había estado metiendo con él, insultándole creyendo que era débil y que no servía para nada, pero me acababa de demostrar que sí era aquel niño prodigio del clan Namikaze del que todos hablaban. Le había subestimado y resultaba que era un ninja que podía estar perfectamente a mi altura... ahora podía entender un poco más por qué Itachi se había fijado en él y me sentí aún más culpable por haberles causado tantos problemas.

 

Minato Namikaze POV

 

Hoy me tocaba entrenamiento con mis chicos, supongo que siempre quise ser ANBU pero cuando aquellos tres chicos se cruzaron en mi camino, decidí cambiar mi vocación para ser profesor aunque los ANBU muchas veces requerían mis servicios, supongo que me había convertido en el ANBU fantasma, nadie sabía que pertenecía a este escuadrón y la mayoría me veían como un simple profesor, pero me gustaba impartir clases aunque Kakashi era un poco complicado de llevar.

Obito y Kakashi no paraban nunca de pelear entre ellos, se insultaban y se metían el uno con el otro y yo les dejaba mientras les sonreía. ¡Ya cambiarían! Sabía que lo harían, en el fondo acabarían llevándose bien como yo acabé llevándome bien con el resto de mi equipo, excepto con Shisui, que siempre se negó a tratar conmigo. Ahora nuestros caminos se habían separado o bueno… ya hace años, él lideraba un equipo ANBU, Itachi otro, tal y como se suponía que harían los Uchiha, por algo eran los más fuertes de la villa.

Esta guerra no parecía acabar nunca, había llevado unas semanas de loco. A veces ayudaba en el frente y otras entrenaba junto a mis alumnos. Kakashi había estado conmigo un par de veces y es que ya era Jounin. No podía sentirme más satisfecho como profesor, esos chicos se habían convertido en mi mayor orgullo.

Llegué pronto y me subí a una de las ramas de los árboles. Recosté mi espalda sobre el tronco del árbol y esperé allí recostado en la rama a que llegasen mis alumnos al campo de entrenamiento. Unas explosiones se escucharon a la lejanía y pensé en Itachi, llevaba un mes sin verle. ¿Qué le ocurría? Él siempre sacaba algo de tiempo para venir a verme, a veces hasta entrenaba conmigo. ¿Por qué no había venido? Empezaba a pensar lo peor. Tantos años habíamos estado en esta relación.

Recordé mis días en la academia, yo persiguiendo siempre a Kushina. Tenía muy claro que quería que fuera mi novia, tenía algo que me gustaba y al final… había acabado con Itachi Uchiha, siendo su chico y esa palabra que antes me resultaba tan extraña, ahora la utilizaba como si nada, “mi novio”, así le consideraba, aunque bueno… era más bien “mi novio secreto” porque nadie sabía que estábamos saliendo.

Sé que su clan era muy restrictivo y supongo que en parte el mío también lo era aunque en menor grado. Los Namikaze nunca habíamos destacado por grandes acciones, no teníamos nada que pasara de padres a hijos como el Sharingan de los Uchiha, tan sólo nos perseguía la capacidad de perseverar y entrenar para ser buenos, no teníamos más opción que entrenar si queríamos sobrevivir.

- ¿Minato? – escuché que me llamaban bajo mis pies y al mirar, me encontré la sonrisa de Kushina, éramos grandes amigos.

Sonreí y bajé al instante, ella estaba ahora en mi equipo en plena guerra y me preocupaba mucho que le ocurriera algo pero la verdad… ya que era tan cabezota de querer ayudar a la villa y quería ir al frente, prefería que estuviera conmigo, porque así podía salvarla.

- Buenos días, Kushina – le dije enseñándole mi mejor sonrisa.

- Buenos días, Minato – me dijo ella con un leve sonrojo en sus mejillas.

Desde que me había hecho profesor y me había convertido en el “relámpago amarillo de Konoha” todas las chicas me seguían, había dejado de ser el “pelele” para convertirme casi en su ídolo pero yo pasaba de todas ellas, sólo Kushina me importaba aún y es que era mi mejor amiga, la quería como tal aunque mi corazón se lo hubiera dado a Itachi hace ya años. Kushina me vio cuando yo era apenas un niño, cuando la salvé empezó a fijarse en mí y eso siempre se lo agradecería, el resto de mujeres sólo se fijaban ahora que era importante.

- ¿Cómo te fue ayer con la misión? Ibas con Shisui, ¿verdad?

- Sí – le dije aún con mi sonrisa – volver a hacer misiones con mi antiguo compañero, qué ilusión – le comenté.

- Deja de fingir Minato, sé que no os llevabais nada bien.

- Es un Uchiha, ya puedes hacerte una idea de cómo fue la misión. Él mandaba y los demás obedecíamos.

- ¿Y ese corte del brazo? – me preguntó.

- Salvando al Uchiha, un Kunai me rozó, nada importante. Nos llevó a una trampa pero como le daba igual lo que le intentaba decir, no hubo más remedio que hacerle caso, él era el líder, ¿no? En serio no te preocupes, está todo bien.

- ¿Entonces por qué te noto tan melancólico?

- Hace días que no veo a Itachi, siempre entrenamos juntos y esperaba que no sé… - le medio mentí – esperaba simplemente que apareciera, estoy preocupado de que le haya ocurrido algo en esa guerra.

- Estará bien – me dijo – es un Uchiha, es el genio Uchiha.

- Sí, tienes razón – le sonreí – estará bien.

Aunque sonreía estando con Kushina… sentía en mi pecho una gran presión. Un mes sin Itachi era demasiado tiempo. Estaba enamorado hasta lo más hondo de mi ser de ese genio frío, que no se fijaba en mujeres y a la vez… pervertido, porque aunque todos dijeran que era muy serio, yo había conocido su lado más pervertido y me gustaba.  Apenas tenía dieciséis años, la gente me consideraba un niño pero en el campo de batalla, nadie me consideraba un niño ya.

Yo veía mi cuerpo cambiar, estaba más alto, mi voz se había hecho un poco más grave, tenía más fuerza corporal, más musculatura, mi miembro había crecido y ahora cuando Itachi me masturbaba nos llenábamos enteros de semen. ¡Creo que me gustaba más de niño cuando no manchaba! Pero ya no había solución a esto, era la naturaleza y la evolución, nada más.

Itachi sí que había cambiado, tenía dieciséis años y aunque todas las chicas seguían enamoradas de él persiguiéndole por todos lados, ahora las compartíamos y es que yo también tenía un pequeño club de fans, creo que estaban coladas por mi cabello rubio, mis ojos azules, mi sonrisa y mi buena educación, eso decían ellas… yo creo que aunque dijeran que era el más guapo de la villa, se habían fijado en mí por ser fuerte en el campo de batalla, porque jamás se habían fijado en mí en la academia.

En cambio en Itachi siempre se habían fijado, era un Uchiha, ya desde que nació era la admiración de todos, el genio, el chico prodigio, a todas se les caía las bragas con él. Ahora se había dejado crecer el cabello y a mí me encantaba quitarle esa coleta en cuanto aparecía, me gustaba sentir sus juguetones mechones haciéndome cosquillas entre mis dedos. Me gustaba su sonrisa que escasamente dejaba escapar, creo que sólo conmigo, me gustaban esos ojos negros y aún más sus ojos rojos, porque siempre los ponía para el sexo.

¡El sexo! Algo que seguíamos sin haber practicado y es que Itachi quería esperar a los dieciocho años así que seguíamos disfrutando de las ilusiones. Gracias a los años que llevábamos juntos y teniendo sexo en ilusiones, su Sharingan había mejorado tanto, era capaz de hacer cosas increíbles y tenía una gran resistencia. Pensar en Itachi me excitaba, yo quería probar el sexo con él pero ahí estaba Uchiha “cabezón” para decir siempre que no. ¡Lo pervertido que era para algunas cosas y lo tradicional que era para otras! Era de lo que no había.

- Kushina Uzumaki, Minato Namikaze – escuchamos ambos que nos llamaba un chico con máscara de ANBU – os reclaman en la oficina del Hokage – nos comentó y mirándonos durante unos segundos, empezamos a correr hacia la oficina, seguramente sería alguna misión.

Otro día más que no podría ver a Itachi, creo que no coincidíamos o eso quería pensar que sucedía para estar un mes sin vernos. Quizá podría haberle preguntado a Shisui, pero de nada habría valido. Al llegar a la oficina del Hokage me extrañó ver allí a Shisui y es que no creo que él quisiera repetir una misión conmigo, pero al parecer, había pedido que mi equipo le acompañase a una de las misiones más al norte y aquello sí que me extrañó, al norte estaban las villas más fuertes, los enemigos más peligrosos. Era lógico que quisieran ayuda pero no esperé que pidiese ese Uchiha arrogante a mi equipo. Miré hacia Shisui sorprendido y él mi miró sin apartar su mirada ni un segundo hasta que escuché al tercer Hokage y le di mi respuesta, al final accedí a ir a esa misión. El entrenamiento con mis alumnos debería de esperar.

Salimos de la villa mi equipo siguiendo al de Shisui y cuando estábamos ya fuera de la villa saltando de rama en rama en busca de nuestro objetivo, me di cuenta de que Shisui había frenado su paso y se colocaba a mi lado. Aquello si llamó mi atención pero yo seguí corriendo intentando no hacerle mucho caso, seguramente querría meterse conmigo como de costumbre.

- Ey, Minato – me llamó – quería disculparme contigo.

- ¿Por qué?

- Porque he sido yo el culpable.

- ¿El culpable? ¿De qué hablas?

- De Itachi Uchiha – me comentó con voz apenada – verás… yo estaba enamorado de él, le quería con locura pero él siempre se fijaba en ti. Un día os encontré juntos y cometí un grave error, le amenacé y conté lo vuestro a su familia. Le han prohibido verte, por eso lleva un mes desaparecido, él no puede verte, le están vigilando para que no lo haga – me dijo y me sorprendí.

Sentía ira en mi interior porque él me había arrebatado al hombre al que amaba, por su culpa no podía estar con Itachi, por su culpa llevaba un mes creyendo que le podía haber pasado algo en el campo de batalla y estaba tan concentrado en eso que mi oído captó tarde el sonido de un kunai viniendo y lo esquivamos todos, salvo que no caímos en la tarjeta explosiva que traía consigo y la onda expansiva de la explosión nos separó a todos derribándonos al suelo.

Moví mi mano, estaba tumbado boca abajo en el suelo y levanté mi vista con rapidez buscando a Kushina, era mi mejor amiga no podía permitir que le ocurriera nada a ella, en realidad… no soportaría que le ocurriera nada a ninguno de ellos pero sería peor si fuera Kushina.

La vi caer desde lo alto de un árbol y lancé un kunai paralelo al suelo hacia donde ella iba a caer teleportándome al kunai y cogiéndola en brazos para que no se golpease contra el suelo.

- Gracias – me dijo Kushina estando en mis brazos y yo sonreí antes de dejarla en el suelo.

- Ponte a cubierto, yo me ocupo.

Kushina me hizo caso y Shisui vino hacia mí preocupado. Mi brazo estaba sangrando por la explosión, me dolía pero no tenía tiempo para distraerme, tenía que pensar con rapidez cómo derribar a esos enemigos y sé que no sería nada fácil, estábamos al norte. Shisui era bueno peleando y derribaba uno tras otro mientras yo me trasportaba de un sello a otro eliminando también enemigos y cubriendo a los nuestros con mi velocidad hasta que vi una sello explosivo cerca de Shisui y de Kushina por lo que me lancé hacia ellos sacándolos de la trayectoria pero comiéndome yo el daño.

Escuché que me llamaban pero para mí era apenas un susurro a la lejanía. Mis oídos no paraban de escuchar un incesante pitido por culpa de la proximidad de la explosión y miré cómo a lo lejos venía Kushina corriendo hacia mí pero el rostro de un enemigo se interpuso en medio con una lasciva sonrisa. Sé que iba a matarme, hasta aquí había llegado yo, ya no podría salvar a nadie, dejaría de existir el relámpago amarillo de Konoha y entonces perdí la conciencia, alguien me había golpeado.

Cuando abrí de nuevo los ojos, estaba sentado con la espalda contra un árbol y al intentar moverme no pude, me habían atado al tronco. Intenté recordar lo que me ocurría, lo que había pasado. No debería estar vivo pero aquí estaba. Miré a mi alrededor y traté de coger uno de los kunais de mi espalda, pero al conseguir tocarlo, no estaban allí.

- ¿Buscas esto chico? – me preguntó uno enseñándome en sus manos mi bolsa de kunais.

- ¿Qué queréis de mí? – les pregunté - ¿Qué habéis hecho con mi equipo?

- Tranquilo, tu equipo salió huyendo como los gallinas que son los ninjas de Konoha.

- No es cierto, no os creo – le dije – me estarán buscando.

- Nadie te busca a ti, chico, relájate.

- ¿Vais a matarme? – le pregunté cuando le vi marcharse hacia una hoguera que habían encendido y es que estaba anocheciendo.

- Claro que te mataremos, en cuanto descubramos tu secreto para la teletransportación. Queremos el secreto de tu velocidad.

- No es un secreto para nadie, yo no soy un Uchiha ni un Hyuuga, no hay nada de genética tras la velocidad. Todo es entrenamiento.

Aquel ninja se acercó y se acuclilló frente a mí mirándome con una gran sonrisa. Era un ninja algo extraño, moreno de ojos oscuros y de cabello corto, en cierta forma me recordaba un poco a Itachi y eso me entristecía, porque sabía que él no vendría, que me había abandonado, llevaba un mes pasando de mí por completo. Aquel ninja cogió mi rostro con fuerza y unió sus labios a los míos. Intenté apartarme de él pero mi cabeza chocó contra el tronco del árbol y atado como estaba no podía evitarlo. Metió su lengua con fuerza y aunque traté de empujarla para evitar que entrase, no lo conseguí hasta que al final, le dejé entrar y una vez allí le di un mordisco.

Dejó de besarme al momento y escupí al suelo sacando la sangre por el mordisco mientras él gritaba escupiendo sangre también.

- Maldito mocoso – se quejó pegándome un puñetazo y haciéndome escupir esta vez de mi sangre cuando me partió el labio.

Estaba seguro de que me matarían en cuanto supieran el secreto de mi velocidad. Esperaba que no encontrasen el secreto de los sellos en mis kunais, aún así, no creo que consiguieran entender cómo funcionaban y me necesitaban pero tenía algo de miedo a que lo descubrieran, porque entonces ya no les serviría de nada. Sólo necesitaba tiempo para que mis aliados me encontrasen si es que me estaban buscando y no les había ocurrido nada.

Pensé en Itachi, seguramente ya no volvería a verle y lo último que recordaba de él fue aquel día en el parque. Él acababa de llegar de una misión y yo había terminado de entrenar a mis alumnos. Ya iba hacia casa cuando alguien agarró mi brazo y me empotró contra un árbol. No pude evitar sonreír al ver a Itachi, al sentir cómo su mano acariciaba con dulzura mi nuca y se acercaba con lentitud a mis labios rozándolos con los suyos hasta agarrarlos con fiereza. Me gustaba la fogosidad de Itachi, me gustaba su ternura y ahora lo único que conseguía entender es que no volvería a tener esos labios conmigo, daba igual lo que hiciera.

Si moría aquí estaba claro que ya no podría volver a sentir esos labios apoderándose de los míos, ya no volvería a ver a Itachi y ahora mismo también me daba igual si vivía, porque Itachi me había dejado, llevaba un mes sin verle, me estaba olvidando por lo que sus padres le habrían dicho. ¿Cómo iba el genio Uchiha a desobedecer a sus padres? Eso jamás pasaría.

- Dinos cómo funciona – me dijo enseñándome uno de mis kunais.

- Activando el sello – le dije.

- ¿Cómo se activa? – me preguntó cabreado.

- Activándolo – le dije sonriendo y me pegó otro puñetazo cogiéndome de nuevo el rostro para que le mirase.

- No te hagas el gracioso conmigo Namikaze, dinos el secreto de la velocidad de tu clan.

- Jamás.

Sentí las manos de aquel tipo tocar mis piernas y subir hacia mi entrepierna mientras el resto de sus compañeros sonreían. Tenía miedo, porque le prometí a Itachi ser suyo y sabía dónde acabaría esto, prefería morir a ser de otra persona antes que de Itachi. Cerré los ojos con fuerza al sentir sus manos tocar mi entrepierna. Me sonrojé al momento y no quería mirar nada hasta que preferí enfrentarle… tenía que hacerlo, no podía dejar que tocase mi cuerpo como le diera la gana. Abrí los ojos de golpe al sentir un chakra conocido, era un aliado, era más que un aliado… era mi chico y al mirar hacia la rama de un árbol lo vi. No pude evitar sonreír.

- ¿De qué sonríes, mocoso? – me preguntó aquel hombre.

- Yo de ti soltaría lo que tienes en tus manos si no quieres cabrearle.

- ¿Cabrearle? – me preguntó.

- Sí, cabrearle, mi novio es muy celoso.

- ¿Tu novio? ¿Y quién es tu novio? – yo sonreí ante sus palabras.

- El genio Uchiha… - le dije cuando el hombre se giró hacia donde miraba yo y lo último que vi es cómo Itachi cortaba su brazo frente al grito desgarrador que soltó aquel hombre.

Mis cuerdas se desataron en aquel momento mientras Itachi se colocaba frente a mí evitando que se acercasen los enemigos. Metió a todos en su genjutsu como si nada, apenas una mirada y ya tenía a todos bajo su control y no creí que fuera a tener compasión de ellos después de lo que me habían intentado hacer a mí. Vi cómo se acercaba hacia el hombre que me había intentado meter mano y al que le había cortado el brazo.

- Nadie toca la propiedad de un Uchiha – le dijo notablemente enfadado antes de asesinarlo allí mismo.

Itachi cogió mí kunai y se agachó cogiendo mi mano y dejándolo encima. Los enemigos estaban todos en el suelo, creo que muertos o atrapados en alguna de sus ilusiones, no estaba seguro pero yo no podía apartar mi vista de sus ojos.

- Lo siento – me dijo de golpe lanzándose a abrazarme, pasando su brazo por mi cuello y empujándome hacia él abrazándome con desesperación.

- ¿Por qué te disculpas? – le pregunté al escucharle llorar.

- Porque te dejé solo, tenía que haber estado contigo, tenía que haberte protegido. Lo siento mucho Minato, creí que estarías bien sin mí y lamento esto.

- Estoy bien Itachi – le dije – has venido y no me ha pasado nada. Todo está bien. ¿Cómo te enteraste de lo que ocurría?

- Estaba al Este de aquí con mi equipo y cuando te secuestraron Shisui vino a buscarme enseguida. Me contó lo que había ocurrido y vine a por ti. No podía dejar que te ocurriera nada malo, a ti no.

- Lo siento, me pillaron desprevenido – le dije.

- Siempre lo das todo por sus aliados, sobre todo por Kushina – me dijo – estoy un poco celoso, siempre la antepones a tu propia seguridad.

- Pero aunque sea así, tú siempre estás aquí para ayudarme, ¿verdad?

- Sí, Minato, yo siempre estaré para ti.

Itachi unió con suavidad sus labios a los míos en el beso más tierno y dulce que nos habíamos dado en todos estos años. No podía dejar de amarle, no ahora después de haber conocido todas y cada una de sus facetas, Itachi era el hombre perfecto, lo tenía todo y aunque jamás se metió en ninguna de mis misiones y confiaba en mi propia fortaleza, yo sabía que él era mi red de seguridad, siempre estaría aquí conmigo protegiéndome porque me amaba tanto o más como yo lo amaba a él.

Entre los árboles pude ver otros ojos rojos, creo que los de Shisui pero no dijo nada, ni siquiera se acercó y yo quise ir a agradecerle que hubiera ido a buscar a Itachi. Sé que había sido su culpa que me separasen de él durante un largo y agonioso mes pero… ahora había ido a por él, me había ayudado y eso merecía que se lo agradeciera. Itachi se negaba a soltar el abrazo, se negaba a soltar mis labios, nos besábamos una y otra vez hasta que le vi sonreír.

- Mi chico rubio – me dijo con una agradable sonrisa mientras acariciaba mi cabello.

- Itachi… quiero ser tuyo – le dije muy seguro pero él se tensó.

- No, Minato, quedamos que no hasta que cumplieras los dieciocho años.

- Pero estoy preparado – intenté convencerle.

- Lo sé, pero prefiero esperar hasta que cumplas la mayoría de edad. ¿Puedes entenderme?

- Sí – le dije un poco decepcionado.

- Te prometo que lo haremos, sólo son dos años más Minato. Yo siempre voy a ser tuyo.

- ¿Volverás a alejarte de mí?

- No – me dijo muy seguro – da igual lo que mi clan quiera obligarme a hacer, yo siempre voy a amarte, eso no lo pueden cambiar.

- Nuestra relación no va a ningún sitio Itachi, ellos jamás lo aceptarán, deberías buscar a alguien que te quiera y a la que puedas amar.

- Yo sólo puedo amarte a ti, Minato. Si a mi clan no le gusta lo que ve, puede mirar a otro lado o puede expulsarme, pero no voy a renunciar a ti pase lo que pase. Siempre serás mío y yo seré tuyo.

- ¿Vamos a seguir ocultos?

- Sólo un tiempo más, ¿vale? Por mi padre. Te prometo que hablaré con él y trataré hacer que cambie de opinión.

- Quieres esperar a ser tú el líder del clan para darlo a conocer, ¿verdad? – le pregunté.

- Sí – me dijo – cambiaré muchas cosas en la mentalidad de los Uchiha y tú me ayudarás porque voy a casarme contigo. Cuando sea el líder del clan lo primero que haré será pedirte matrimonio Minato, uniremos los dos clanes, los Namikaze y los Uchiha, te lo prometo – comentó juntando su frente contra la mía – sólo un poco más.

- Te quiero, Itachi – le dije.

- Lo sé. Vamos, te llevaré a casa.

Me subí a su espalda y es que mi pierna estaba destrozada por la explosión que había recibido. Itachi me llevó a la villa tal y como prometió y me dejó en el hospital más cercano para que revisaran mis heridas. No volví a saber nada de él en la siguiente semana, supuse que se había marchado de nuevo a alguna misión, pero a mí no me dejaban salir de esta cama de hospital hasta que no me recuperase del todo. Mi clan entero pasó por aquí trayéndome flores incluso mis padres, que apenas se despegaban de la puerta y es que estaban preocupados, al fin y al cabo yo era su único hijo, el genio de los Namikaze, el niño prodigio del clan.

Kushina también vino unas cuantas veces de visita algo que agradecí, con ella todo era un poco más animado, tenía una gran vitalidad. Me contó que Shisui últimamente estaba algo extraño y me preocupé. Sabía perfectamente cómo eran las expectativas del clan Uchiha y si se enteraban quizá de que yo le había salvado… las represalias caerían sobre él, por eso me había mantenido en silencio. Los Uchiha… ese clan tan arrogante, orgulloso… tan estricto con todos sus miembros. Me preocupaba Itachi, me preocupaba que él fuera incapaz de llevar el gran peso que habían colocado sobre sus hombros desde niño, que sucumbiera a la presión que ejercían en él.

Por la noche me quedé solo, no dejaban entrar visitas y me quedé recostado sobre mi cama mirando la ventana, mirando las estrellas y pensando cómo iría la guerra, si Itachi estaría bien. No creo que tardasen en darme el alta, necesitaban camas para los heridos que venían del frente y no podían estar ocupando una porque sí por una simple quemadura en mi pierna. Miré el libro en la mesilla, Jiraiya había pasado por aquí a darme su última novela y cuando leí el título sonreí, “Naruto”, el protagonista se llamaba Naruto y salvaba a los suyos de la guerra, era el que traería la paz al mundo. Me quedé con aquel nombre y pensé… que si alguna vez tenía la oportunidad de tener un hijo, ese sería su nombre y Jiraiya su padrino.

La ventana se abrió de golpe y una ráfaga de aire entró moviendo las cortinas con violencia, pero cuando vi a Itachi entrar por la ventana cerrándola tras de sí, sonreí. Al menos estaba vivo. ¡Cómo iba a morir ese chico! Era imposible.

- ¿Cómo ha ido tu misión? – le pregunté.

- Ha ido bien, como todas supongo – me dijo con su seriedad habitual - ¿Cuánto tiempo te queda aún en el hospital?

- Creo que mañana me dan el alta – le dije sonriendo – ya tengo ganas de salir de aquí.

- Entonces habrá que aprovechar hoy, ¿no crees? – me preguntó con su sonrisa pervertida.

- ¿Vas a crear otra ilusión?

- Ésta te gustará – me dijo.

Lo último que vi fueron sus ojos rojos mientras se subía encima de mí en la camilla. No podía negar que las ilusiones de Itachi me encantaban, pero a veces echaba de menos probarlo en serio, quería probarlo de verdad, saber qué era el sexo. Muchos de la academia ya lo habían probado pero yo con mis dieciséis años seguía aquí estancado en la difícil relación con Itachi.

Sentí sus labios sobre los míos con su furia y fogosidad habitual pero yo no dejaba de pensar que al fin y al cabo… era una ilusión por mucho que la disfrutase. Aún así correspondí sus labios mientras metía sus manos bajo esta bata de hospital recorriendo mi abdomen. Sé que Itachi era celoso en cuanto a mí pero también era un buen chico, me protegía y era muy dulce. A mis padres aún no me había atrevido a decirles que salía con un Uchiha, de hecho creo que toda la villa pensaba que tenía algo con Kushina, supongo que pasar mucho tiempo con ella era lo que tenía, que los rumores se difundían como la pólvora.

Gemí al sentir los labios de Itachi bajar a mis pezones besándolos y succionándolos con toda la morbosidad que él tenía pero cuando bajó a mi entrepierna me sobresalté. Itachi no era de los que solía bajar a lamer mi miembro pero cuando lo hizo sólo pude agarrarme con fuerza a las sábanas y a su camiseta disfrutando cómo lamía desde la base hasta la punta centrándose en ella y provocando que soltase más gemidos.

Cuando subió a besarme… sabía a mí pero no me importó mientras pudiera disfrutar de sus labios. Tal y como estábamos encima de la camilla, metió sus dedos dentro de mí colocándose en medio de mis piernas para tener una mejor posición. Toqué su miembro con mis manos empezando también a excitarle sin parar de besarle mientras él me excitaba a mí y me dilataba para entrar. Creo que me había echado de menos todo ese mes que habíamos estado separados, yo también le había echado mucho de menos.

Colocó su mano encima de la mía y soltó mis dedos con suavidad acariciándolos con dulzura mientras sonreía cogiendo su miembro y colocándolo en mi entrada introduciéndose en mí. Jadeé al sentirle y disfruté sobre todo pensando en que él siempre sería mío, habíamos empezado fatal en la academia pero ahora no podía ver mi vida sin este chico orgulloso y cabezón.

Me agarré a su cuello y a su espalda dejando que me penetrara, ahogando mis jadeos en su cuello, mordiéndolo con suavidad y jadeando cerca de su oído. Itachi también gimió moviéndose dentro de mí con impaciencia, se notaba que me deseaba desde hacía un mes, necesitaba hacerme suyo y yo necesitaba sentirle a él también. Era la primera vez que “hacía sexo” en un hospital, encima de una camilla, pero me daba igual, aún sabiendo que sólo era una ilusión y que aunque aquí llevásemos una hora realmente tan sólo habría pasado un minuto por los ojos de Itachi.

Me corrí encima de su abdomen y a los pocos movimientos más de Itachi, también se corrió él dentro de mí. La ilusión desapareció de golpe dejándome ver que realmente… Itachi había estado masturbándose y se había corrido encima de mi abdomen, pero yo sí le había llenado a él con mi semen. De verdad que quería probar el sexo real alguna vez, pero le había prometido esperar hasta los dieciocho, le había prometido que sería con él la primera vez.

 

Itachi Uchiha POV

 

Me había cabreado mucho saber que habían secuestrado a Minato, nadie de su equipo fue capaz de ayudarle cuando él lo daba siempre por salvar a los demás, por suerte y aunque estaba enfadado con Shisui, vino a avisarme de lo que había ocurrido y juntos perseguimos a aquellos enemigos aunque yo me adelanté por la preocupación que tenía encima. Si le habían hecho algo los mataría a todos.

Me centré en el chakra de Minato y corrí hacia allí todo lo rápido que pude. Había abandonado a mi equipo y lo sabía, pero Minato era demasiado importante en mi vida como para abandonarle a él, tenía prioridades en mi vida y ésas… eran ese chico rubio que había robado mi corazón en la academia.

Cuando llegué estaba aquel tío tocando el miembro de Minato y aquello no iba a aguantarlo. Sé que Minato sintió mi chakra porque sonrió y me miró fijamente en la copa del árbol. Avisó a aquel individuo de lo que le pasaría pero él… aún con su carácter prepotente y sin miedo alguno no se creía que su novio era celoso y lo era… ese hombre no sabía a quién había tocado ni contra quién iba a enfrentarse porque yo era Itachi Uchiha, el genio del clan más temido de Konoha.

Desaparecí de la rama del árbol y desenvainando la katana le corté el brazo a la altura del codo haciendo que dejase de tocar a un asombrado y algo asustado Minato. Me coloqué frente a él para protegerle cortando sus cuerdas con un kunai mientras con un simple movimiento de mi dedo que todos los enemigos siguieron, los metí en un genjutsu que acabaría con ellos de la forma más terrible y agónica que se me ocurrió. Una vez todo había finalizado, no pude evitar derrumbarme frente a Minato, le abracé con la esperanza de ocultar mis lágrimas de sus hermosos ojos azules, no quería que me viera llorar, pero me había preocupado demasiado, creí que le perdía, por un momento temí no llegar a tiempo y había sido mi culpa por haberme distanciado de él todo este mes por el seguimiento intensivo de mi padre. Ni siquiera le había dado una razón pero él… con su enorme corazón no me echó nada en cara, sólo se quedó allí sonriendo sosteniendo mi llanto, dejándome besarle, dejándome explicarme como siempre… Minato tenía un gran sentido para la comprensión.

Lo llevé al hospital y aunque quise ir a verlo, mi padre como siempre… me vigilaba muy de cerca. Sé que habían empezado a correr rumores por el clan de que Shisui era un blandengue que había tenido que ser salvado por el pelele de Minato y aquello aún enfurecía más a mi padre, porque no esperaba que un Namikaze del que su hijo primogénito estuviera enamorado pudiera ser más fuerte que un Uchiha. Shisui llevaría una gran deshonra encima y a mí me preocupaba que todo el clan cayera sobre él, al fin y al cabo aunque estuviéramos peleados, siempre había sido mi mejor amigo y me había ayudado a encontrar a Minato cuando lo secuestraron.

- ¿Cómo ha ido la misión, cielo? – me preguntó mi madre con su dulce voz.

- Como siempre – le dije algo entristecido – casi pierdo a Minato.

Aquello fue lo único que le dije antes de meterme en la habitación y cerrar la puerta tras de mí. Sé que mi madre no tenía nada que ver en esto y seguramente mi padre entendería que amase a Minato pero las exigencias del clan eran claras, ningún miembro del clan Uchiha iba a ser homosexual, así que no tenían más remedio que ser estrictos y más siendo mi padre el líder del clan, él era el más indicado para demostrar al resto la dureza del peso de la ley y las tradiciones Uchiha, pero cuando yo llegase a líder muchas cosas cambiarían, de eso me ocuparía yo en persona.

Esa semana tuve una misión fuera y me tocó ir, no podía dejar tirado a mi equipo y menos siendo yo el capitán, pero cuando volví lo primero que hice fue ir a ver a Minato al hospital. Le echaba de menos y sé que quería tener sexo conmigo, yo también lo deseaba, pero no quería hacerlo hasta que no cumpliéramos la mayoría de edad o nos meteríamos en un gran problema ante los ojos de la villa. No quería deshonrarle a él y menos porque sabía que él quería ser Hokage, lo iban a nombrar Hokage, había escuchado al tercero comentarlo a uno de sus consejeros, pero no quise decir nada. No podía hacerlo mío hasta que no lo nombrasen. Aún así sonreí… yo había luchado por ese puesto pero era a Minato Namikaze a quien se lo daban y creo… que no podía estar en mejores manos, él siempre se preocupaba por todos los de la villa, tenía un corazón de oro y le amaba. Yo votaría por él siempre y encantado sería el ANBU que le protegería con su vida si fuera necesario.

Aquella noche cuando llegué a casa tarde después de haber ido a visitar a Minato al hospital, mi padre me mandó llamar y no tuve más remedio que asistir a esa reunión. Allí estaba el consejo del clan Uchiha y la gran noticia… es que iban a casarme con la hija de uno de los altos consejeros para unir ambas familias, creo que mi padre estaba buscando algún tipo de alianza con ellos que yo no entendía. ¿Qué estaban planeando los Uchiha? Porque hacía demasiado tiempo que estaban raros, por rumores que me llegaban… creo que planeaban un golpe de estado y no podía permitir eso, moriría mucha gente allí. Sólo esperaba que no fuera cierto todo aquello, pero como había dicho… sólo eran rumores y ahora mi gran verdad… es que tenía novia… una novia Uchiha y que no sé cómo se tomaría esto Minato pero desde luego… yo no pensaba tratarla como a mi novia, yo no tendría relaciones con ella, se lo prometí a Minato, siempre con él.

 


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