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La Amistad Nunca Fue Una Opcion por Pocky Beagle

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Notas del capitulo:

¡Hola bombones! Aquí tenemos la segunda parte de esta pequeña historia. Muchas gracias a todos aquellos que la leyeron, y a quienes comentaron!! 

Espero que esta segunda parte cumpla las expectativas, Enjoy!

3/10/62

Luego de volver de la misión fallida en Rusia las cosas habían sido complicadas. Lo bueno, era que habían estado sumamente ocupados, así que no había habido tiempo para sentirse o comportarse incómodos. Igualmente Erik no se comportaba raro, ni mencionaba nada. Como si no hubiera pasado, como si hubiera sido una broma. Quizás lo fue, era más simple pensar eso. Debía dejar de preocuparse al respecto.

Ahora estaban en la mansión, los chicos se habían acomodado en sus distintos cuartos y al telepata le resultaba un tanto peculiar encontrar ese lugar lleno de sonidos y risas. Nunca fue así. Incluso cuando su padre vivía y todo era perfecto él era el unico niño allí. Y demasiado pequeño para hacer tanto bullicio. 

Pero bueno, en parte era mejor saber que había más personas. Personas jovenes y alegres, gente buena y especial. Eso le daba algo de alivio. Miro fijamente el techo encima de su cama, queriendo concentrarse en cualquier cosa lo suficientemente absurda para dormirse. Pero le costaba tanto. Esa mansión le traía tan malos recuerdos. Luego de que su padre muriera todo había ido en picada, y a pesar de la compañía de Raven había sido una época oscura.

Si, había logrado superarla, sobre todo cuando él y la metamorfa se largaron de allí. Pero ahora que estaba de vuelta se sentía extraño de nuevo. Y no podía conciliar el sueño. No después de la pesadilla que había tenido. Y recién eran las dos de la mañana, y quería dormir, necesitaba hacerlo. Los últimos tres días habían sido agotadores, mucho viaje, muchas emociones agobiadoras, la adrenalina, el miedo... realmente necesitaba descansar. Le dolía la cabeza, su cerebro no daba para más. Quería acallar cualquier voz a su alrededor, quería calmarse, necesitaba estar en paz. 

Se levanto por un impulso que nació del fondo de su alma. Él sabía donde encontrar la calma: justo allí, donde sus pensamientos más se complicaban. Se puso las pantuflas y salio del cuarto, sin querer pensar demasiado. Todos estaban dormidos a esa hora, lo que le daba algo de paz, el pensamiento de lo sueños siempre era más fácil de bloquear. 

Se detuvo frente a la habitación de Erik y se mordió el labio. No habían tenido una conversación muy larga luego de esa ultima “conversación” que tuvieron en el cuarto de la CIA, y ahora él estaba allí, queriendo entrar a su habitación en medio de la noche. Era absurdo, pero le parecía que era lo único que le daría paz. Si lo pensaba demasiado no se animaría y pasaría otra noche sin pegar un ojo. 

Abrió la puerta e intento hacer el menor ruido posible, pero la mansión era antigua y emitió un chirrido. Se mordió el labio, deseando no haberle despertado y termino de entrar, cerrando la puerta con lentitud detrás de él. Se quedo parado en la oscuridad un momento, sin saber que más hacer. ¿Que tal si Erik le atacaba por no reconocerlo? El polaco era algo alterado durante el sueño, a veces se despertaba listo para el ataque, y Charles no estaba de humor para un golpe.

-Deja de pensar tanto y ven aquí-murmuro la voz adormilada de Erik. Charles emitió un suspiro, como si el alma le volviera al cuerpo, era como tener los pies de nuevo en la tierra. Camino rápidamente hacia la cama, donde Erik se había removido. El magnético alzo las sabanas y estiro un brazo, en una clara invitación. Charles casi se arroja allí, pero supo controlarse y se metió con lentitud, apretándose contra su pecho, suspirando aliviado cuando la mano de Erik abrazo su espalda y las sabanas le taparon. El olor del magnético le llego, junto con su calidez, con la paz que todo eso le generaba. Era como estar en casa.

-No quería despertarte...-murmuro, enterrando su rostro en el hombro ajeno, presionándose más y sintiéndose relajado cuando los brazos ajenos le rodeaban con más fuerza.

-Estabas proyectando-murmuro la voz adormilada de Erik. De pronto Charles sentía como le pesaban los ojos, aun más cuando la mano del polaco había comenzado a acariciar su cabello con suavidad. No pudo disimular el ronroneo, y se acurruco más entre sus brazos. Erik resoplo una risa-. Sabes, no he tenido muchas experiencias al respecto, pero creo que los amigos no hacen esto-murmuro Erik contra su oído. Charles se mordió los labios, dispuesto a hacerse el tonto.

-¿Hacer que?-podía imaginarse la sonrisa ladina de Erik, engreída. Eso le hizo sonreír tambien. Se conocían tanto, en tan poco tiempo.

-¿Vas a la cama de todos tus amigos, en mitad de la noche, para dormir abrazado?-la voz era divertida, pero también acusadora. Erik estaba exigiéndole un poco más de lo que él estaba dispuesto a dar. Aun más estando tan cansado.

-Solo de los mejores-murmuro con voz adormilada, sin poder pronunciar del todo bien. Erik chasqueo la lengua, aun divertido por el asunto. Charles estaba cada vez más relajado, por su compañía, y por la cantidad de mimos y caricias que estaba haciéndole en el cabello y en la espalda. 

-¿Y son muchos?-volvió a interrogar. Charles se quejo por lo bajo, en un gruñido, por que quería poder dormir. Al parecer proyecto el pensamiento, ya que Erik volvió a reírse. O quizas se reía de él.

-De momento solo uno-no pudo evitar notar la felicidad ajena, como burbujas flotando en su pecho, estallando y generando un calor agradable. Era una proyección sumamente agradable y reconfortadora, que solo aumentaba su paz, y le daba más ganas de entregarse a la completa inconsciencia, entre esos brazos que le abrigaban tan bien.

-Espero que siempre sea así. Buenas noches, Charles-Erik inclino la cabeza para besarle la mejilla y Charles ronroneo en respuesta, finalmente dejándose arrastrar por los brazos de Morfeo. 

El ultimo pensamiento consciente fue que: su mejor amigo, que era su alma gemela, con quien dormía eventualmente abrazado, a quien no le interesaban las mujeres, que lo hacía sentirse enamorado y era condenadamente atractivo, también era la única persona que le hacia sentir seguro, y con quien quería dormir abrazado cada noche de su vida. 

Pero esa era normal, cuando eran mejores amigos, y cuando los dos tenían pesadillas. Era normal en amigos querer cuidarse mutuamente. 

Todos lo hacían. 

15/10/62

Erik contemplaba muy concentrado el tablero, Charles lo miraba muy concentrado a él. El polaco tenía los nudillos de su mano acariciando sus labios. Su mirada parecía estudiar cada posible jugada, se veía tan inteligente. Y a Charles le gustaba la inteligencia. Suspiro, cansado de que sus pensamientos vivieran traicionándole. Le dio un largo sorbo a su vaso, y cuando lo bajo Erik finalmente hizo su movida. 

Él se quedo contemplando esos dedos, que parecían acariciar la ficha al moverla. El magnetico siempre parecía tener ese detalle, de acariciar todo lo que tocaba, como sopesándolo. ¿Sus manos serian igual de cuidadosas para tocar otras cosas? Se obligo a cerrar los ojos un momento apartando los pensamientos. Necesitaba distraerse. Llevaban demasiado tiempo callados.

-¿Que opinas de la amistad?-pregunto, mientras contemplaba las distintas movidas que podía hacer. Erik se había relajado en el sofa y le miro un momento antes de volver a observar su propia bebida. Charles dejo de mirar el ajedrez para observarle. La expresión del otro hombre era bastante seria.

-No tengo muchas experiencias al respecto, creo que lo sabes-Charles chasqueo la lengua. Finalmente se digno a tomar una ficha, la balanceo entre sus dedos, jugando con ella, mirando con atención los detalles de la madera calada. Eran unas fichas tan hermosas. Dignas de ser jugadas en partidos tan apasionados y emocionantes. 

-Bueno, pero que piensas de las experiencias que haz tenido-los ojos celestes lo estudiaron con atención. La mirada ajena le estaba estudiando, analizando su expresión. Durante un momento el telepata se sintió como si le estuvieran leyendo los pensamientos. Se obligo a no apartar los ojos, a dejar que esos ojos le examinaran hasta que encontraran lo que sea que Erk estaba buscando. El polaco finalmente suspiro.

-¿Si te soy sincero no huirás despavorido como lo haces últimamente?-el telepatata frunció el ceño ante aquella acusación. Finalmente aparto la mirada y realizo su jugada. Erik ni miro el tablero. Charles bufo y le dio un trago a su vaso.

-Yo no huyo. Mucho menos de ti, o de tus palabras-los ojos ajenos se abrieron asombrados un momentos, antes de mostrarse divertidos mientras Erik alzaba la ceja. Se había dibujado una sonrisa en sus labios.

-¡Por favor! Si quiero verte tengo que venir a este estudio, procurando no decir cosas que puedan incomodarte o sin moverme demasiado. Si llego a levantarme de la silla, sales despavorido a cambiar la música, a servir whisky o a hacer cualquier otra cosa que te aleje de mi. Como si yo fuera a atacarte. Lo cual es extraño por que nunca te he atacado-se quedo callado un momento-. Ni tampoco he sido imprudente, he respetado los limites que me impones ¿verdad?-el mayor ladeo el rostro, mirándole inquisitivamente. Charles tenia el corazón latiendo como loco, sus ojos estaban abiertos en sorpresa. No había esperado que Erik le soltara todo eso, quizas por que el magnetico decía la verdad: nunca era imprudente.

-No huyo de ti-repitió sin encontrar otro argumento factible a todo lo que acababa de decirle. Erik suspiro y le dio un trago a su bebida, se relajo en el asiento nuevamente. Charles de pronto se sentía cada vez más turbado-. No es que nos vemos solamente aquí, pasa que....

-Te sientes seguro en esta biblioteca, tienes la certeza de que aquí no te haré nada raro, o que si lo hago nadie lo vera.

-¡Por dios, claro que no! Pero durante la mañana tu estas entrenado, y a la tarde trabajo con los chicos y...-la risa de Erik le interrumpió y eso le hizo sentir más nervioso aun. Tuvo el impulso de levantarse e irse, pero se quedo en su lugar, para no darle la razón al otro de que huía ante la menor oportunidad. 

-Vas a dormir a mi cama cada noche, entre mis brazos, y te escapas antes del amanecer-acoto por lo bajo. Ahora el tono sonaba algo triste. Erik miro la bebida antes de darle un largo trago. 

-Es solo que madrugo-los labios ajenos sonrieron mientras aun bebía. Cuando el mayor dejo el vaso a un lado negó con la cabeza mirando al techo y no borro la sonrisa.

-Me despierto a las seis y media de la mañana ¿a que hora te despiertas tu?-alzo la ceja, su expresión era burlista pero seria al mismo tiempo. Casi ofendida de que le estuviera tomando por tonto-Te escapas a tu cama, a dormir hasta las nueve-rodó los ojos pero luego su mirada mostró algo de ternura-. Charles, las veces que te haz dormido, me he levantado y hecho mis cosas. No he abusado de ti ¿sabes? A veces no te entiendo, ¿por que vas a mi cama cada noche si huyes en la mañana? Lo único que puedo pensar es que... eres un cobarde.

-No soy un cobarde-comento casi sin voz, bajando la mirada, sin atreverse a enfrentarlo por más tiempo. Se sentía angustiado y tonto, y sin poder huir. Le dolía el orgullo. Se sentía ofendido por las palabras ajenas, pero al mismo tiempo no podía recriminarselas, por que en el fondo sabia que eran verdad. Estaba comportándose como un idiota. 

-Pero no eres capaz de afrontar esto.

-¿Esto?-pregunto sin atreverse a mirarlo aun.

-A nosotros-finalmente levanto la mirada y sus ojos chocaron con los ajenos, que lo miraban con detenimiento. ¿Cuanto tiempo llevaba Erik guardándose todas aquellas ideas? Quizás desde el mismo momento en el que Charles vivía convenciéndose de que todo lo que pasaba entre ellos era normal. 

-Ya te he dicho que eres mi mejor amigo-Erik bufo y sonrio con malicia mientras negaba con la cabeza.

-Esta bien-acepto tras una larga pausa. Al parecer no estaba dispuesto a arruinar la noche. Charles apreto los labios mientras lo veía realizar una nueva movida. Igual él ya le había perdido el ritmo al juego. Se quedaron en silencio varios minutos, Charles no realizo su movida, por que por más que miraba el tablero simplemente no sabía que hacer. Estaba totalmente bloqueado. Pasaron unos minutos más antes de que Erik suspirara, rendido-¿Por que empezaste a hablar de esto? ¿Que querías contarme?-el telepata cerro los ojos un momento. Era obvio que Erik sabia que quería contarle algo, el magnetico lo conocía muy bien. 

-Hoy estaba leyendo unos libros viejos-comento, acariciando con su dedo el borde de su vaso. Los dos ya estaban más calmados, aunque el ambiente no había recuperado la calma, quizás nunca volverían a recuperarla. Eso extrañamente le angustiaba-. Siempre me ha gustado leer a los filósofos y sus análisis. Me gusta leer sus ideas utópicas de amor, amistad, política, economía, igualdad... son perfectas. Y aunque tu no lo creas, hay muchísimas personas con ideales igual de nobles y buenos. Que desean que el mundo cambie y que...-se mordió los labios a mitad del discurso. No era la idea tocar ese tema, no ahora. Era algo que hablaban bastante seguido. Sabía las ideas de Erik al respecto, y no creía poder cambiarlas. No esa noche, al menos-Aristoteles tiene unas ideas muy peculiares sobre la amistad. Él dice...-se quedo callado y miro la parte interna de sus mejillas. ¿Servía decir eso ahora luego de todo lo que Erik le había soltado? Era obvio que Erik no lo veía como un amigo-El dice que: “La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas”.-recito, haciendo una pausa al acabar. Apretó los labios un momento, sintiéndose algo angustiado. En realidad carecía de sentido decirlas ahora-. Pero ya no viene al caso por que...-se sobresalto cuando Erik se movió.

El magnetico se había inclinado hacia el frente en el sillón, sus ojos volvían a tener un brillo especial. Charles se sintió atrapados por ellos un momento. De pronto Erik esta sonriendo, algo nervioso, tímido.

-Charles, Charles escúchame...-lo vio estirar su mano, como si quisiera tomar la suya, pero por suerte estaban muy distanciados. Y Charles no se sentía con ánimos de estirar la suya para permitircelo. Erik se mordió el labio un momento-¿Y que tal si Aristoteles tenia razón? Y que tal si... Si somos dos partes de un todo, si compartimos una misma alma, un mismo corazón; si la amistad es así tu...-Erik pareció quedarse sin aliento un momento y luego suspiro-¿No crees que sería normal, si somos dos que en verdad son uno, querer fundirnos de nuevo, juntos?-le miro con seriedad un momento, sus ojos celestes parecían seguros, confiados.

Charles parpadeo un momento y luego no pudo evitar reírse-Esa es la propuesta sexual más bizarra que me han hecho en mi vida-admitió, sin saber si reír o golpearle. Erik resoplo mirándole con seriedad.

-No es una propuesta sexual, aunque quisiera que también incluya eso-admitió. Se levanto de a poco y Charles sintió sus alarmas encenderse, también se levanto, con el instinto de alejarse. Erik sonrió, sin quitarle los ojos de encima. Se veía ansioso, Charles también se sentía ansioso-. Me has dicho que soy tu mejor amigo, y lo eres para mi... pero no es solo eso...-se acerco tanto como podía, dejando sus cuerpos solo a centimetros. El ingles tuvo que levantar el rostro para mirarle, se sentía estático, sin poder mover ni un solo musculo. Su cuerpo no quería apartarse-Dime por favor que no soy solo yo quien siente estas ansias desesperadas por tocarte...-la mano de Erik se acerco a su brazo, no se atrevía a tocarle, la dejaba solo a milímetros, pero igualmente sentía su piel cosquillar. Era increíble el poder que tenia sobre él-Esta fuerza que me empuja a ti, que me hace pensar que besarte es lo que quiero hacer por el resto de mi vida-la mano, ahora más segura y agresiva se poso en su nuca, tirando de sus cabellos. Charles no pudo evitar gemir, y eso pareció despertar algo en el magnetico, ya que al instante lo estaba jalando más cerca, atrayendolo hasta pegar sus cuerpos. Los labios ajenos se posaron sobre los suyos, primero suavemente, pero duro apenas unos segundos... al instante siguiente Erik le estaba besando con exigencia, enterrando esa cálida lengua en lo profundo de su boca, recorriendo cada rincón, adueñándose de ella como si siempre le hubiera pertenecido. Y Charles gimió, tembló, su cuerpo entero vibraba de gusto. Era sin duda el mejor beso de su vida.

La respiración se le había agitado, jadeaba contra esos labios salvajes. La mano de Erik en su cintura lo atraía tanto como podía. En algún momento se había puesto de puntas de pies y sus muslos temblaban de pura ansiedad. Quería sentir más del calor abrazador de Erik, de ese salvajismo animal que le hacía no pensar. Habían estado retrocediendo sin que se diera cuenta, lo noto recién cuando sus rodillas chocaron con el apoyabrazo del sofá. Se sobresalto, apartándose solo unos centímetros, Erik sonrió travieso contra sus labios, antes de empujarlos a ambos. Cayeron en el sofá en un enredo de piernas y brazos, no pudo evitar gemir al sentir el peso ajeno encima suyo. Las manos del polaco habían comenzando a recorrer su piel y el solo podía retorcerse de gusto, y corresponderle al beso con un hambre que desconocía tener. 

-Quiero unirme a ti...-susurro Erik contra su boca, tomando las manos de Charles y sujetándolas sobre su cabeza. El telepata respiraba agitado, sentía el pecho latiendole con muchísima fuerza. Apretó los parpados y frunció ligeramente el ceño, intentando concentrarse. Sentía su virilidad endurecida, y la de Erik presionar contra la suya. Todo esto estaba definitivamente mal, no podía estar así con su mejor amigo. Volteo el rostro, pero solo logro que los labios empezaran a besar con ansiedad su cuello-. Quiero fundirme contigo.. quiero que seamos uno... quiero hundirme tan hondo en ti que...

-No, no, no-forcejeando se soltó del agarre ajeno. Tomando fuerza de donde no sabia donde, empujo el cuerpo musculoso de encima suyo. Erik se dejo apartar, algo aturdido de que Charles no compartiera su pasión y sus ansias. Quedo más confundido aún cuando vio el rostro sonrojado, los ojos lujuriosos, el bulto en los pantalones. La mente del magnetico era un lió, no entendía por que estaba siendo apartado si se notaba que lo deseaba tanto como él. Charles se sentó, aun agitado. No pudo evitar limpiarse la boca, la saliva de Erik escurría por su mentón-No soy rarito-las palabras casi salieron escupidas de su boca, y al instante se arrepintió al ver como los ojos celestes se endurecían y todo rastro de felicidad se borraba del rostro del polaco. Erik de pronto había tomado una expresión que daba miedo. A Charles llegaron varias proyecciones de triángulos rosa a su cabeza, y se arrepintió-. Lo siento no qui...

-¿No eres rarito?-una sonrisa cruel se dibujo en los labios de Erik mientras se levantaba lentamente. Se acomodo la ropa y peino el cabello prolijamente hacia atrás. Charles no pudo sacarle los ojos de encima. La sonrisa maligna solo se acentuó por eso, solo necesito un movimiento ligero de mano para que el pantalón de Charles se abriera y bajara hasta mitad de muslo. El telepata sorbresaltado intento sujetarlo, y al mismo tiempo cubrir la indisimulable erección que tenía-O, vaya que eres normal Charles. Me imagino que ese bulto que tienes es por imaginarte los pechos de... ¿Moira? Y no por que hubieras tenido mi pene frotándose contra el tuyo, no por que te caliente la idea de mi pene clavado tan en lo profundo de tu cu...

-Oh, por favor no seas vulgar-se tapo el rostro con una mano. Como pudo se había levantado el pantalón, abrochandolo. Erik rodó los ojos y negó con la cabeza.

-Eres patético-bufo.

-¿Disculpa?-el telepata aparto la mano para mirarle con el ceño fruncido-¿Soy patético por no tener tendencias homosexuales?-esas palabras solo hicieron reír más a Erik, frió, cruel, de un manera que le heló la sangre en las venas.

-No, eres patético por que eres un jodido ratito igual que yo, pero te niegas a admitirlo-al oírle apreto los labios, no pudo enfrentar los ojos celestes y eso solo le dio más confianza al magnetico-. Te niegas a admitir que te vuelves más loco por mi que por cualquiera de esas mujeres que te tiras en los bares.

-Eres un engreído-bufo de mal humor, desviando la mirada, aun sin atreverse a mirarle-. Eres mi amigo y...

-Oh, si, amigos-el telepata podía sentir toda la frustración, toda la ira, lo molesto que estaba el magnetico. A pesar de sentir un aura amenazante no se sentía asustado, algo dentro de él le decía que Erik no sería capaz de lastimarlo. Cuando se atrevió a mirarlo de nuevo los ojos celestes aun eran fríos, eran como armas que apuntaban acusadoramente a Charles. La barbilla marcada, tensa, tembló solo un momento cuando la delgada boca se entreabrió-¿De verdad crees eso? ¿Que así se comportan los amigos?-el telepata vio que las manos ajenas temblaban ligeramente. Erik parecía estar conteniéndose para no hacer ninguna locura-La forma en la que nos tratamos mutuamente no es como se tratan los amigos, es mucho más que eso. Y lo siento si eres muy obtuso, o muy cobarde, como para notarlo. Pero no puedo estar fingiendo ser algo que no soy, ¿no quieres un amigo raro? Entonces, me iré ni bien esto acabe... Pero si te jode ser rarito, eso es problema tuyo, no mio. No me arrastres, no te atrevas a decir que...

El telepata cerro los ojos con fuerza y exhalo un suspiro. Sentía un dolor en el pecho ante la idea de separarse luego de cumplir su misión. De verdad veía a Erik como alguien muy importante en su vida, no podía tenerlo lejos. No lo aguantaría. En ese momento necesitaba ser egoísta-Erik, de verdad... te aprecio mucho.-las palabras salieron como un ruego de su roja boca. Eso pareció ser suficiente para que Erik se detuviera. Al magnetico no le gustaba verlo liado, ni triste, ni nada malo. Charles tenía mucho más poder del que pensaba sobre él-Eres mi amigo, no quiero estar peleado contigo, no por esto. Nada de ti me molesta, incluso si eresasí, pero te estas confundiendo, no lo comparto. Solo quiero que...

-¿Quieres que sigamos siendo solo amigos?-las palabras sonaban tensas, duras, forzadas. Charles se mordió los labios, ya que es mirada continuaba siendo fría. De pronto sentía muchísimas dudas de que algo de eso pudiera volver a ser como antes. Dudaba poder ver lo dulce de sus ojos, su enorme sonrisa, sentir sus brazos rodearle. Pero no se animaba a poner en juego sus creencias, su orgullo. Todo eso que ellos sentían, lo que Erik sentía, estaba mal.

-No puedo ofrecerte nada mas-murmuro casi sin voz. El polaco dejo escapar el aire de sus pulmones, pero al mismo tiempo su postura era más derecha, fuerte, confiada. Asintió con lentitud, antes de voltearse.

-Bien. Amigos entonces-accedió, pero al mismo tiempo se alejaba de él. Al verlo irse Charles sintió como su corazón latía un poco más lento. Se sentía angustiado. El polaco se alejaba de él, con seguridad, sin miedo alguno. 

-Espera Erik, no es así como...

-Hasta mañana Charles, estamos bien-apenas y volteo el rostro para mirarlo por sobre su hombro. Su mirada mostraba demasiadas cosas: resentimiento, dolor, anhelo. Su rostro seguía tenso, tosco-. No vengas a mi cama esta noche, los amigos no hacen eso-una ultima sonrisa cruel, antes de salir y cerrar la puerta con un portazo. 

Charles se derrumbo en el sofá al quedarse solo. Cada latido del corazón le dolía, y una parte de él le gritaba que fuera corriendo atrás suyo y entregarse a sus brazos... lo que acababa de experimentar momentos antes en ese sofá, había sido la mejor experiencia de su vida. Erik era más que solo un amigo, una parte de él lo sabía. Pero todo eso estaba mal. Se repitió una y otra vez que él no era raro, él disfrutaba la compañía de una buena mujer.

Pero la verdad era que su mejor amigo, que era su alma gemela, con quien dormía eventualmente abrazado, a quien no le interesaban las mujeres, que lo hacía sentirse enamorado, que era condenadamente atractivo, con quien se sentía seguro; también era un magnifico besador que había querido ofrecerle más que una amistad, pero él lo rechazo. 

Por que era lo correcto. Ser raros no era una opción. 

**
20/20/62

-¿Que haces aquí?-esa voz lo hizo detenerse en seco, quedándose estático en medio de la habitación oscura. El frió del piso contra sus pies se extendió por todo su cuerpo. Se tambaleo, sin saber que hacer-Te dije que no vinieras más...-Erik prendió el velador, y Charles se mordió los labios al verlo acostado en la cama. 

Había intentando resistirse de ir, pero no podía conciliar el sueño si no lo tenía al lado. Se le hacía imposible. En esos cinco días, desde su “pelea”, casi no había podido descansar... y en el fondo de su alma sabía que pasaba eso por que necesitaba tenerlo al lado. Erik estaba distante, hablaba con él, aun jugaban al ajedrez, compartían tiempo... pero nada era igual. Ya no había miradas cómplices, ni roces significativos, ni sonrisas abiertas. Todo era... extraño. Quizás como una amistad verdadera debía ser, pero él no lo aceptaba. Ellos eran amigos mucho más unidos que esos, estar distanciado lo desconcertaba completamente. Le hacía sentirse tengo, angustiado, culposo-No podía dormir-admitió en voz baja, sintiéndose algo patético. La mirada celeste le estudio un momento, visualizo un rastro de piedad en ella. 

-Los amigos no hacen esto-aclaro la voz de Erik, como si él no lo supiera, como si no se lo hubiera repetido a si mismo cada noche, convenciéndose de no ir. Pero ya no aguantaba más-. Mucho menos deberías hacerlo con un amigo ratito...

-Tu no eres un rarito-protesto, sintiéndose algo frustrado al escucharle.

-Si lo soy, y estoy orgulloso, gracias-pudo ver la sonrisa cínica, y solo apreto los labios. ¿Valía la pena llevarle la contra? Se estremeció de frío y finalmente Erik suspiro y aparto las colchas antes de hacerle lugar. No dudo en ir hacía a él, se metió en la cama, sintiendo el calor rodearle al instante, junto con un brazo del polaco que abrazo su espalda. De pronto se sentia reconfortado, mucho más tranquilo-. No deberías estar aquí...

-Somos amigos-susurro a modo de defensa, enterrando su rostro en el pecho ajeno. Se había acostumbrado tanto a estar así: conciliar el sueño con su rostro enterrado en ese amplio pecho, aspirando ese aroma varonil, sintiendo los fuertes brazos rodearle. Dudaba poder volver a descansar bien si no tenía todo esto. Erik al sentirlo acurrucarse suspiró.

-¿Quieres acostarte con todos tus amigos?-soltó, sin tacto alguno. Charles sintió su cuerpo estremecerse, quiso alejarse, escandalizado, pero las manos de Erik lo sujetaron con fuerza por su cintura. Sus miradas chocaron, la celeste era determinada. No iba a dejarlo apartarse hasta que obtuviera una respuesta. Charles forcejeo con más fuerza, pero se quedo estático cuando la mano de Erik bajo por su cuerpo, dejando su cintura y tomando su trasero con firmeza, jalandole más cerca. Las piernas de ambos se enredaron, y luego la boca ajena se hundió en la suya, exigiéndole un acalorado beso.

En su mente el telepata pudo ver fuegos artificiales estallando, pero no supo si era cosa suya, o de Erik, o de ambos. No pudo evitar abrir la boca, sintiendo esa lengua hirviente recorrer su boca, logrando calentar su cavidad y mandar correntadas de placer por su cuerpo, logrando que este comenzar a hervir. Su respiración se acelero, y exhalo jadeos y gemidos contra la boca ajena. Intento negarse a si mismo que amaba la sensación de ese cuerpo musculoso presionando contra el suyo.

El magnetico se aparto apenas, sonriendo contra su boca, con confianza-Yo te quiero así y tu también-como si quisiera resaltar ese hecho lo jalo desde su trasero, acercándolo más, hasta que sus pelvis chocaron y sus dos bultos duros se refregaron. El telepata no pudo contener el gemido, estaba avergonzado de encontrarse tan excitado por eso, que era incorrecto. Pero su virilidad estaba más dura que nunca, apretada contra los bóxer, liberando precum que ya había humedecido un poco la tela. Una de las piernas de Erik se hizo lugar entre las suyas y el muslo termino contra su ingle. Sentía el pene ajeno presionar contra su propio muslo, firme, duro... perfecto. La ropa interior se sentía molesta, pero ninguno pareció preocuparse mucho más por ella. A pesar de todo era sumamente placentero.

La pierna ajena comenzó a refregarse contra su cuerpo, frotándose contra su pene, haciéndolo estremecerse de placer. Mientras tanto las manos de Erik apretaban sus nalgas, recorrían su espalda con ansias, o lo jalaban más cerca. No pudo evitar retorcerse preso de la ansiedad y del deseo, se arqueaba desesperado, queriendo repegarse más, buscando fundirse en el calor de su amigo. Sus bocas no se soltaban, el beso era cada vez más húmedo y agitado. Su cuerpo había dejado de obedecerle y se prestaba para lo que sea que Erik quisiera. Solo podía concentrarse en mover su boca, sintiendo la saliva escurrir, mientras el mayor mordía, lamia y penetraba a gusto. Era como si le estuvieran follando la boca, y no podía evitar gimotear y suspirar. Podía ver su reflejo en los lujuriosos ojos ajenos, era la imagen misma de la decadencia: su pelo alborotado, la pálida piel ardida, sus enormes orbes azules húmedos y dilatados por el deseo. 

Su muslo había comenzado a refregarse contra la virilidad ajena, sentía al mayor rugir contra sus labios y eso solo lograba que se sintiera cada vez más ansioso. Había clavado sus uñas en la amplia espalda de Erik y lo arañaba con fuerza, imaginando como dejaba surcos rosas de placer. Gimió cuando el polaco toco sus piernas y las hizo separarse casi por completo. Las manos del mayor lo habían jalado, y lo había dejado encima, cabalgandole, sintiendo como la virilidad de Erik se refregaba contra la suya y entre sus nalgas. Tuvo que tironear las sabanas, sobreexitado por la sensación de tener algo duro entre sus glúteos. No debería ser así, pero se sentía tan desesperado... tenia un vació en el vientre, que solo le generaba más y más deseos de sentir el cuerpo de su amigo contra el suyo, ese pene presionando contra su caliente y palpitante entrada. Movió las caderas, sintiéndose aun más ansioso cuando las manos de Erik se apoderaron de sus glúteos y los amasaron, queriendo colar sus dedos entre los interiores, buscando la piel desnuda. 

Erik, debajo suyo, también se movía pasionalmente, desesperado por tocarle más íntimamente. Charles jadeo, y luego mordió los labios ajenos, cuando sintió como este le jalaba el bóxer hacia arriba, logrando que se le meta entre las nalgas, prácticamente entangandolo. Ese acto lo hizo sollozar sintiéndose algo nervioso y sensible, con sus nalgas ligeramente abiertas. Tanto su pene como sus testículos habían quedado mu apretados bajo la tela. El elástico del boxer presionaba contra su glande húmedo, podía imaginar sus testículos tensos asfixiados por la tela, que cada vez se hacía más y más lugar en su canutillo. El magnetico se movía mas ansioso, había hecho que Charles se acomodara un poco más arriba, y ahora su virilidad se frotaba entre esas nalgas. La mente del telepata estaba llena de las proyecciones ajenas sobre cuando odiaba la ropa interior, y como quisiera poder arrancársela para poder acariciar ese redondo trasero, jugar con su entrada y luego follarle con gusto. 

Ese ultimo pensamiento le hizo gemir y arquearse por completo. Su mente sucia y acalorada proyecto una imagen de ambos: sin boxers, en la misma posición, y él separándose las nalgas de par a par para que luego Erik empujara ese duro y enorme pene entre estas y se lo clavara hasta al fondo, hasta dejarlo completamente flojo, y lleno, y tan deliciosamente abierto. Podía ver esa virilidad venosa, lubricada de precum, clavada en su trasero, profanandole... a Erik follandole con gusto mientras él temblaba y gemía y pedía por más. Ambos temblaron ante la imagen mental, Charles fue el primero en empapar sus bóxer con su cálida simiente, tembló y araño con fuerza la espalda ajena, el placer estallo vibrando en cada célula de su cuerpo, mientras los chorros de abundante semen embarraban sus interiores. Erik se movió con más ansias al sentirlo tan sensible, aparto un poco el bóxer para frotarse contra la caliente y suave piel, y apenas unos segundos después se vino, jadeando ronco. Su semilla callo desparramada en los redondos glúteos, y no pudo evitar desparrarmala con sus manos, queriendo dejar la piel de Charles pegajosa y marcada como suya.

Luego del orgasmo, los dos se habían quedado quietos, respirando agitados, dejándose llenar de relajación ante la liberación de endorfinas. De a poco sus pechos se fueron acompasando, hasta subir y bajar al mismo tiempo. El ingles aun estaba mareado, por el placer, la felicidad, la relajación... pero a pesar de todo aun sentía la espina en el fondo de su peco, recordandole que aquello estaba mal. Las manos de Erik habían dejado sus nalgas y ahora le acariciaban la espalda con dulzura.

-Dime que esto no es perfecto. Tu y yo, nos llevamos tan bien, compartimos tantas cosas, nos complementamos y... joder, esto ha sido una de las cosas más excitantes de mi vida y ni siquiera lo hemos hecho todo-la risa se ahogo contra su cuello, mientras sentía los labios ajenos besar la piel de ese lugar. Él aun no se atrevía a abrir los ojos, y prefería mantener su concentración en su propia respiración-. Quiero hacer esto cada noche de mi vida...

-No soy raro-susurro en respuesta, bajito, y sintió el cuerpo de Erik tensarse debajo del suyo.

-¿En serio eres capaz de decir eso? ¿Justo ahora cuando aun estas temblando por el orgasmo?-la voz era nuevamente acusadora. Charles apreto los labios y se levanto un poco, antes de dejarse caer a su lado en la cama. Miro el techo, pero sabía que Erik le estaba mirando fijamente.

-Pero es que esto esta mal, no puede ser...

-¿Por que? ¿Acaso no nos llevamos bien? ¿No nos complementamos? ¿No disfrutamos de nuestras charlas, del ajedrez, de cada momento juntos? ¿Por que te aferras a pensar que esto esta mal?-Erik le estaba sujetando el brazo, como si quisiera hacerlo reaccionar, bajarlo a la tierra. Pero Charles tenia los pies bien puestos en ella, sabía que todo esto jamas seria aceptado, que no era normal-Tu ansias esto tanto como yo, y eso me hace muy feliz... quiero estar contigo, ¿acaso tu no? Puedo dejarlo todo si eso es lo que quieres, estaría dispuesto a hacerlo por ti. Te ayudare a formar tu escuela, buscaremos a todos los mutantes, los educaremos, les enseñaremos a no temer. Podemos cumplir ese sueño juntos... quiero estar a tu lado-la mano bajo lentamente por su brazo, hasta que llego a entrelazar sus dedos. Charles apreto los labios, tuvo que cerrar los ojos por que los sentía arder.

-Si quiero cumplir ese sueño, y si quiero que estés conmigo-sintió la risa de Erik, y cuando se giro a mirarlo tenia la sonrisa más despampanante que le hubiera visto jamas. Se veía simplemente perfecto. Eso hizo que le doliera más el pecho y que las palabras que estaba por decir fueran más difíciles de pronunciar aun-. Pero esto no puede ser así, tu no eres una mujer-la sonrisa desapareció inmediatamente, como si esas palabras le hubieran quemado. Erik le soltó, le aparto y salto de la cama, alejándose varios pasos. El telepata no supo que hacer, se sentó, mientras lo veía moverse inquieto, caminando como animal enjaulado, mirándole con ojos que destilaban veneno.

-¿Tu excusa es que no soy una maldita mujer?-la respiración del magnetico era forzada, tenia el rostro rojo y las venas marcadas. Charles se sintió algo culpable, no sabía como reaccionar. Paseo los ojos por la habitación y vio como varias cosas de metal burbujeaba, como si estuvieran hirviendo-No, no lo soy y si lo fuera no sería asi... no sería como me ves, no nos llevaríamos como nos llevamos-Erik se detuvo enfrente suyo, rígido, aun mirándole como si Charles fuera el enemigo-. Si yo fuera una mujer seria distinto, y ¿sabes que? Aunque fuera exactamente igual a como soy ahora, no te gustaría tanto... ¡por que yo te gusto por que soy un hombre! ¡¡Por que eres un maldito raro igual que yo, al que le pones los penes!! ¡Y esta bien! No se por que no quieres entenderlo y aceptar que esto es nor...

-¡No te atrevas a decir que es normal!-salto él, sin poder contenerse. Le señalo con el dedo, mientras ahora también le miraba acusador-No es normal, normal es un hombre con una mujer, que puedan tener una familia y que...

-Eres patético, jodidamente patético, me da vergüenza estar enamorado de ti-Erik se había tapado el rostro con la mano. Apenas y se podía ver la sonrisa resignada en sus delgados labios-¿Me dirás que por ser mutantes somos anormales también? 

-No es lo mismo-contraataco por lo bajo-. Eso es evolución, esto es una anormalidad, una enferme...

-¡Vete de aquí!-Erik no le dejo terminar, sus ojos parecían fuego, y parecía más que dispuesto a atacar. Charles tembló de pies a cabezas-¡¡Que te vayas!!-repitió con más autoridad, pateando el piso. El ambiente se sentía turbio, y el telepata dudaba que su cuerpo fuera a responderle, negó con la cabeza. Vio a Erik acercarse varios pasos, amenazante.

-No pienso irme. ¿Que harás? ¿Golpearme?-alzo la ceja y lo estudio con la mirada, al verlo estirar el puño cerro los ojos, esperando el impacto. Pero este nunca llego, sino que la mano le sujeto de la remera y le jalo, para fundir su boca en un beso violento y ansioso. El magnetico volvió a apoderarse de sus labios, como si fuera el amo y señor de ellos. Charles no pudo evitar gemir y temblar, haciéndole más lugar en su cavidad a esa húmeda lengua. Erik corto el beso de golpe, dejando a Charles agitado, ni bien se separo escupió contra sus labios hinchados y semiabiertos que parecían esperar que el contacto continuara. 

-Me das asco-murmuro, antes de girarse y marcharse de la habitación. Charles se quedo en la cama temblando. Se sentía humillado pero aun más avergonzado. Con el dorso de la mano se limpio la escupida ajena, sintiendo los ojos arder con fuerza. 

Se dejo caer en la cama sollozando. A su mejor amigo, que era su alma gemela, con quien dormía eventualmente abrazado, a quien no le interesaban las mujeres, que lo hacía sentirse enamorado, que era condenadamente atractivo, con quien se sentía seguro, que era un magnifico besador y que sabía hacer estremecer su cuerpo; él acababa de alejarlo para siempre.

Erik no iba querer volver a hablarle después de esto.

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23/10/62

Miro de lejos al polaco que corría alrededor de la mansión. Se veía tan bien, tan fuerte, tan atractivo. Su cuerpo se desesperaba en ansias de ir a buscarle, pero se negaba a si mismo ese placer. Todo lo que sintió entre los brazos de Erik era incorrecto. Tenía que recordar que todo esto era inmoral y sucio. 

Pero lo que su mente parecía razonar con facilidad, su cuerpo y su alma precian detestarlo. Extrañaba a Erik, la camaradería, la felicidad en los momentos simples, los comentarios ingeniosos, la ilusión y el devoto anhelo con el que esos ojos celestes solían mirarlo. También extrañaba esos besos, los cuales disfruto tan pocas veces... y cada noche su cuerpo se ponía febril, desesperado por volver a sentir ese placer devorar su piel. 

No debería quejarse, por que las cosas eran como siempre debieron ser: el magnetico era cordial, amable hasta donde podía, y actuaba como si nada nunca hubiera pasado entre ellos. No había odio en la mirada celeste, pero si frialdad... y a veces pensaba que eso era mucho peor.

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26/10/62

Era un alivio que Moira les hubiera llamado. Mientras caminaba hacía la mansión presurosamente, sentía el corazón aun acelerado. Había sido una sorpresa que Erik le dejara ayudarle durante su entrenamiento, realmente había esperado que le insultara. Pero como siempre, el magnetico fue cordial, prudente.

Y cuando lo vio mover la antena, esa sonrisa enorme, con todos los dientes brillando, que parecía iluminar su rostro... le había atontado. Se había quedado hipnotizado por lo claro y feliz de su mirada, y lo fácil que se contagio de la felicidad ajena. Todo su cuerpo se agito, su interior se había revolucionado en alegría y una voz en su cabeza solo gritaba (completamente eufórica): “bésalo, bésalo, ¡¡Es tan hermoso, bésalo!!”. Y lo hubiera hecho, si no fuera por que lo salvo la campana, o más bien la voz de Moira. 

Apenas miro a Erik y supo que estaba pensando lo mismo: había estado por besarlo, sin importarle más nada, allí en medio del jardín. Se sintió emocionado y molesto por ello, ¿como se le podía ocurrir besarle allí donde alguien podía verlos? La simple idea de que les descubrieran borro cualquier rastro de ansiedad y felicidad. Se enojo con el magnetico, a pesar de saber que estaba completamente infundado. 

Él no era raro, él no era raro. Quizás la homosexualidad era contagiosa, quizás que Erik se fuera lejos no era tan mala idea. Aunque el corazón le gritaba de pena ante el pensamiento. 


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27/10/62

El dolor en la parte baja de su espalda era aturdidor y se disipaba por su cuerpo con puntadas agonizantes. Erik había corrido hacía a él, angustiado, proyectando gritos de su nombres y preocupación. Lo levanto entre sus brazos, con cuidado, pero el telepata no supo apreciarlo, todavía aturdido. 

Sus miradas se conectaron. Celeste versus azul, ambas llenas de dolor y pena. Charles no pudo evitar notar lo hermoso de su rostro, a pesar de la situación. Erik estaba allí, sujetándolo entre sus brazos, preocupado por él, a pesar de todo lo que habían pasado. Y a pesar de saber en su corazón que nadie lo querría de esa manera aun sentía un miedo absurdo de que los vieran así. De que alguno de los presentes notara que el magnético lo tocaba o lo miraba con algo que involucraba mucho más que la amistad. No quería que nadie se enterara de las cosas raras que pasaban alrededor de ellos. 

Esos ojos celestes, que eran más que celestes, que eran turquesa claro, se tiñeron de odio. Vio como el magnético levantaba la mano, atacando contra Moira. Charles no podía sentir su mente, pero casi podía imaginar las proyecciones: Erik estaba molesto por que una humana acaba de lastimar lo más importante de su vida. Eso le daba aun más miedo: la forma clara y simple, sin duda alguna, en la que Erik lo amaba. Era tan fácil de notar que le sorprendía que nadie más lo hiciera.

-Erik, Erik...-le llamo, y al instante ese rostro se volteo, atraido por su voz, dispuesto a obedecer su llamado. Charles apreto sus rojos labios. Sabía que lo que estaba por decir iba a destruirlo, pero era la única forma de que dejara de asfixiar a la pobre chica-. No fue ella, fuiste tu-debió estar preparado para la forma violenta en la que cambio esa mirada: de preocupación a asombro y dolor. El magnetico inmediatamente creyó que lo estaba culpando por aquello, aunque no era exactamente lo que él quiso decir. Estaba por corregirse, pero Erik se precipito.

-Enfrentarnos entre nosotros, eso es lo que quieren. Intente advertírtelo, Charles-la voz ajena sonaba como si quisiera hacerle reaccionar, como si quisiera despertarle de algún embrujo en el que Charles hubiera caído-Te quiero a mi lado. Tu y yo, somos hermanos-la elección de las palabras casi le hizo reír. Sabía que las dijo solo para no incomodarlo, seguramente quiso decir almas gemelas, o enamorados, o amantes, o cualquier otra cosa... pero definitivamente no hermanos. Erik no lo veía como un hermano. Y él tampoco. A pesar del dolor y todo, podía apreciar el calor de sus manos sobre su piel de una manera en la que no debería hacerlo-Tenemos que estar juntos, todos nosotros. Protegiéndonos-Erik se inclino un poco, sus narices apenas se rozaron, y Charles a pesar del dolor se aparto. No quería que nadie viera eso, como el magnetico le miraba o le trataba. Como se turbaban el uno al otro. Ninguno de allí tenía que pensar que ellos eran raros-Deseamos lo mismo.-fue una suplica de esos delgados labios. 

Erik le estaba suplicando por que finalmente acepte aquello. Acepte que se deseaban, que se veían mucho más que como amigos, que se amaban. Que decidiera que podían estar juntos, como pareja, y liderar juntos esa nueva raza. Esta era la ultima oportunidad, la ultima vez que Erik le suplicaría por ello. El ultimo ruego. Y Charles quería hacerlo, pero nunca podría entregarle al judío todo lo que este deseaba. Quizás Raven había tenido razón: él estaba desesperado por encajar, por ser normal. Y al lado de Erik no podía serlo.

-Amigo mio-la expresión de Erik cayo al escuchar esas palabras, como preparándose para el golpe que no tardo en llegar:-, lo siento, pero no es así-fue el rechazo más directo pero menos cruel que pudo hacerle. Igualmente el mutante se derrumbo un momento antes de que su expresión se volviera completamente fría: helada por el rencor, la desilusión, la decepción. 

Se dieron una ultima mirada, sabiendo que quizás esa era la ultima vez que estuvieran en esas condiciones: con el mismo uniforme. Charles acaba de sentenciar el destino de su amigo para siempre. Hizo que Erik muriera de desamor, y ante sus ojos nació el mismísimo Magneto, surgiendo de las flamas del odio y la desilusión. Presencio la transformación de amor a odio.

Y Erik le soltó, llamo a Moira para que le sujetara, y el contacto se sintió helado en la piel de Charles. Helado pero correcto, por que era el tacto de una dama. Era como debía ser. Era lo que él acababa de elegir.

Fue en esa playa de Cuba donde su camino se separo del de su alma gemela, quizás para siempre. Y no fue por que tuvieran causas distintas, sino por no tener la valentía de enfrentar ese amor. En el fundo de su alma, Charles supo que Erik no lo había abandonado, sino que él lo alejo de su lado. En el fondo de su alma, Charles supo que había aniquilado a su mejor amigo. 

**
2/11/62

Y aquí estaba él, sin poder mover las piernas, despidiendo a Moira (con un beso que se sintió demasiado antinutural y forzado), y quedándose con los otros mutantes en esa mansión. Las cosas habían desencadenado de una manera que nunca había esperado. Pero realmente, todo era su completa culpa.

Sabía que no estaba solo, pero se sentía así. Como si le faltara algo necesario para vivir, y sabía lo que era. 

Él había alejado a Erik. A Erik, su mejor amigo. Su mejor amigo, que era su alma gemela, con quien dormía eventualmente abrazado, a quien no le interesaban las mujeres, que lo hacía sentirse enamorado, que era condenadamente atractivo, con quien se sentía seguro, que era un magnifico besador y que sabía hacer estremecer su cuerpo. Aun no podía creer que lo hubiera empujado de su lado, que no hubiera sido capaz de aceptarle. 

Por que Charles Xavier, en el fondo, era un maldito cobarde que siempre había querido encajar en la sociedad. Pero ahora que estaba en esa mansión, lejos de la mayoría de la gente, empezaba a pensar que encajar no era tan importante. 

Quizás en su vida, Erik Lehnsherr, había sido lo único verdadero y esencial. Pero... ¿que importaba? Ya nunca volverían a estar juntos. Sus rumbos, sus vidas, se habían separado para siempre. Y aunque doliera, quizás lo mejor era que ambos cumplieran sus destinos por separado. Si así debía ser, estos volverían a unirse en algún punto. Solo esperaba no morir de culpa y arrepentimiento antes.

Solo podía esperar, anhelar y rogar con todas sus fuerzas, que aun quedara algo de Erik en Magneto. Que aun quedara algo de ese hombre que le profesaba tan devotamente su amor adentro de ese nuevo ser que parecía odiarlo. 

Mirando al cielo, que irónicamente estaba de un tono turquesa, solo pudo desear que, aunque el Profesor X y Magneto fueran rivales, Charles y Erik algún día pudieran volver a estar juntos. Prometía hacer todo diferente. Solo necesitaba otra oportunidad, u otra vida. 

Ojala algún día volvieran a encontrarse sin mascaras, y quería que su alma se fundiera con su gemela, y que sus labios y su cuerpo danzaran juntos, temblando en gozo y éxtasis. Que finalmente, Erik y Charles fueran lo que siempre debieron ser: uno. 

Fin
Notas finales:

No me odien. Soy amante de los finales turbulentos y trágicos. Quizas por eso me gusta tanto esta pareja (?)

Los personajes quizas les resultaron un poco OCC pero es que me imagino que ambos tienen muchas facetas disponibles, y en esta decidí experimentar el romanticismo de Erik y la necesidad de encajar de Charles. Creo que ambos tienen ambas cosas, solo que sus personajes lo muestran minimamente ya que obviamente no es lo esencial en la pelicula. 

No odien a Charles, todo esto surgió no solo por lo de filosofia, sino también por que me cuestionaba a mi misma si las cosas se darían tan fáciles entre ellos teniendo en cuenta la época. Charles solo es el vocero del pensamiento del momento, tarda en aceptarlo. Tambien creo que nos damos cuenta de cuanto queremos las cosas cuando se vuelven imposibles, por eso lo nota al final xD

En fin, dejo de delirar. ¿Les gusto? ¿Me odiaron? ¿Comentarios?


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