"Hay dos días en la vida
para los que no nací....
el primero de esos días
fue cuando te conocí..."
Yugi se quedó paralizado en su sitio, la penetrante mirada de Yami se posó sobre su persona y el sintió que comenzaba a faltarle el aire, sintió un escalofrió recorrerle la espalda y sus ojos llenarse de lágrimas.
- ¿Yugi, estás bien? – preguntó el abuelo – te ves pálido
Todas las alarmas se habían encendido en su cabeza, todo le gritaba que saliera de ahí. Las pesadillas volvieron a su mente y poco a poco sintió como su conciencia se iba apagando. Un grito “Yugi!” y luego todo fue oscuridad
Recuperó la conciencia cinco minutos después y su abuelo suspiró aliviado. Por supuesto el abuelo no sabía nada de aquello, que estaba frente al hombre que le había ocasionado su trauma y ahora, estaba comprometido con él ¡Vaya asco de situación!
- ¿Yugi, te encuentras bien? – preguntó Yami
- ¿Dónde está el abuelo? – esquivó Yugi
- Abajo preparándote un té para los nervios – contestó Yami
Yugi lo miró fieramente, tomó una almohada a modo de defensa aunque sabía muy bien que si Yami quisiera atacar, de poco le serviría.
- Supongo que no es necesario que me presente, cierto – intentó Yami
- Deberías irte – Respondió Yugi aunque sus manos temblaban
Yami suspiró
- Mira si vamos a ser esposos debemos llevarnos bien – seguía intentando
- No quiero - dijo Yugi mientras una lágrima rodaba por su mejilla
- Escucha yo… , ¿Qué piensas de mí? – preguntó Yami
- Que eres un estúpido, un patán, un violador y te odio – Contestó Yugi, esta vez haciendo acopio de un poco de coraje
- Y sé que lo merezco pero ¿No puedes darme una oportunidad?
Yugi le dijo que se largara, que prefería vivir totalmente solo en otro país o donde fuera con tal de estar lejos de él.
Yami escuchaba atentamente y apenas podía imaginarse el daño que le hizo al pequeño Yugi.
- ¿No hay alguna forma en la que puedas quererme un poco?
- Si, si estuvieras muerto – gritó Yugi, llorando
Yami comprendió cuán horrible debía sentirse Yugi y salió de la habitación dejando a un muy sorprendido Abuelo quién subía las escaleras con el té. El abuelo fue a consolar a Yugi y le preguntó qué había pasado, al no escuchar ninguna explicación se preguntó si había hecho bien al escoger al nieto de Mahaad – su mejor amigo y colega arqueólogo – pero esperaría un poco, Yugi había tenido un ataque de pánico como con cualquier chico y le llevaría tiempo superarlo para aceptar a su prometido.
Al día siguiente.
Yugi acudió a sus clases normalmente, charló cómodamente con Joey, Tristán y Tea. Jugaron un poco de duelo de monstruos y todo transcurría normal, pensó que le agradaría que el día se terminara con algo como eso, divirtiéndose con sus amigos, sin ver a Yami. Todavía no podía entender porque el abuelo eligió a un Hombre y además a ESE hombre.
Todos se disponían a tomar el almuerzo cuando justo en el pasillo que tenían que atravesar para llegar al comedor, estaba Yami esperando apoyado de espaldas en los casilleros
Yugi comenzó a sudar y a hiperventilar, Joey y Tristán se dieron cuenta que era por Yami y entonces
- Escucha viejo, estás asustando a Yugi, deberías largarte – dijo Joey
- Sí, no querrás que te demos una paliza – secundó Tristán
- No me iré hasta que hable con él – Contestó Yami sin moverse ni un poco
Yugi se negó a hablar con él, pensó que su suerte había terminado el día de hoy. Sus amigos pensaron que la mejor solución solo podría ser irse por otro lado. Evitando a Yami, dieron la vuelta
- Vamos Yugi, solo necesito hablar un momento contigo, por favor – dijo Yami
Yugi escuchó y un escalofrío lo recorrió entero, tragó saliva y salió corriendo de ahí seguido de Joey y Tristán. Tea fue la única del grupo que volteó a ver a Yami suspirando derrotado y caminando en dirección a ningún lado, se preguntó si el en realidad estaba arrepentido de lo que había pasado, se dirigió al comedor.
Una vez que terminaba ese período de clases, el siguiente era el de Gimnasia. El Abuelo Motou había conseguido el permiso especial de la escuela para que Yugi pudiera ir a casa. Al principio la escuela se había negado pero después de tres incidentes en los que Yugi terminó en la enfermería, finalmente concedieron el permiso.
Yugi ya había recogido sus cosas, listo para ir a casa se encontraba atravesando el patio de la escuela.
- Yugi, por favor escúchame un momento – era Yami corriendo detrás de él
Yugi corrió lo más rápido que pudo, sin embargo al ser tan pequeño no fue difícil para Yami alcanzarlo, Yugi sintió como una de sus muñecas era apresada y se removió tanto como pudo intentando zafarse del agarre jalando y golpeando, arañando, intentando todo lo que podía.
- ¡Escuchame por favor o no te soltaré! – gritó Yami
Yugi se tensó, intento zafarse una vez más pero era prácticamente imposible
- ¿Qué es lo que quieres? – dijo Yugi resignado
- ¿Me escucharás? ¿No saldrás corriendo? – preguntó Yami cauteloso
- No, no saldré corriendo – contestó Yugi, aunque todo en él parecía decir lo contrario.
Yami soltó su muñeca, se alejó un poco de él para intentar que se sintiera cómodo y comenzó
- Primero te debo una disculpa porque lo que hice estuvo mal – comenzó Yami – y entiendo que me odies pero lo que en realidad quiero saber es…- tomó aire - ¿De verdad no puedes darme una oportunidad de demostrarte que soy buena persona, que seré un buen esposo?
- No lo sé – fue la sincera respuesta de Yugi.
- Yugi mírame – Ambos se miraron a los ojos, Yugi se sintió muy nervioso - ¿Cómo llego a tu corazón?