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Así en el Cielo como en el Infierno. por Matsuoka Miyano

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Notas del capitulo:

Ya mejor ni pido perdón, no lo merezco he deshonrado tanto a mis vacas que ni siquiera merecen se llamadas vacas  :’( pero después de 20 mil años aquí está la continuación, creo que es el capítulo más largo que he escrito hasta ahora así que disfrútenlo. Les dejo pañuelos y piedras por si las necesitan. 

Gracias por segir leyendo a pesar de todo y tambien gracias por sus lindos  comentarios

            Capítulo XI. "La misión encomendada por Amon"


El sonido producido por las alas de Rin  cada vez que aleteaban se iba haciendo  mas fuertes a medida que se estaba  acercando al castillo,  desde lo alto podía observar los ríos de lava que corrían bajo sus pies, partiéndose a la mitad dejando a la vista un camino de piedras delimitado por el fuego, único sendero por el cual podían acercarse al castillo todas aquellas criaturas que no podían volar y querían encontrarse con el príncipe Amon. Rin  siguió batiendo sus alas con fuerza hasta  toparse de  frente a una enorme puerta de color negra que era decorada por dos grandes torsos de esqueletos, cuyos brazos sostenían una guadaña cada uno, cruzándolas en el centro haciendo que de esta manera la puerta estuviera cerrada, a medida que descendía pudo observar que al pie de la puerta se encontraba adornadas con varias figuras de seres humanos ardiendo en hogueras, todas talladas en huesos.”Interesante adorno”  pensó él cuando sus pies tocaron el suelo, debido a que no todos los demonios en el infierno poseían alas existía una regla que prohibía a todos desplazarse volando a través del castillo a partir de la puerta, además de que era una forma algo sutil  de Amon de recordarles lo inferior que eran contra él.

 Ante la puerta se encontró con dos guardias corpulentos y de muy mala cara, cada uno sosteniendo firmemente unas lanzas  que le cerraron el paso y le pidieron en voz altanera que se identificara, lo cual se le hizo muy estúpido considerando que el mismo príncipe lo había mandado a llamar y seguramente estarían informados de su visita, pero no le quedo de otra, después de identificarse y decir su propósito a los guardias  las guadañas de los esqueletos fueron separadas y tras una serie de rechinidos y horroroso sonidos, la enorme puerta de metal se abrió ante él dejándolo pasar. Rin fue abriéndose camino con paso firme sobre la alfombra carmesí, atravesando el enorme corredor que era iluminado desde lo alto  por velas desgastadas que colgaban de antiguos candelabros de metal , las paredes  y pilares del pasillo tenían antorchas iluminando más el lugar, antorchas que nunca se consumían solo ardían en silencio. A través de los negros barrotes de las ventanas se lograba ver el tono rojizo del cielo que de vez en cuando era acompañado por los guardias que resguardaban el castillo dando sus merodeos aéreos. Sin duda el príncipe le había encontrado cierta afición a la época medieval, podía observarse claramente por los adornos y las paredes hechas de piedra. Aunque era la primera vez que se encontraba en aquel lugar, no se sentía nervioso o intimidado por el llamado de su príncipe, al contrario lo que ocupaba su mente eran algunas banalidades, no podía evitar preguntarse la razón de semejante altura del techo, tomando en cuenta que nadie estaba permitido para desplegar sus alas y volar, el único con ese era el príncipe del infierno que habitaba allí. Al principio cuando Nitori le había notificado su citatorio se paso dándole vueltas al asunto, preguntándose para que lo necesitaba ¿Lo iban a transferir? ¿Se había enterado el príncipe de lo suyo con Haru? Eso no era posible, Amon nunca lo había visto, no había descuidado sus obligaciones como líder de legión, al contrario su posición en la tabla general del entre todas las legiones había mejorado, ahora se encontraban en el puesto número 4 en fuerza, no podía ser sospechoso de nada ¿verdad? Tal vez  solo era algo normal, no es de extrañar que a veces a Amon quisiera encontrarse con los líderes de sus ejércitos, como no hacía mucho había asumido el puesto después de  que Mikoshiba fuera ascendido a otra legión  aún podría haber cosas que no sabía. Y con esa línea de razonamiento había logrado calmar sus pensamientos y ahora le permitían actuar normal y confiado. 

 Siguió con paso firme hasta  otra puerta de gran altura, no hizo falta presentarse de nueva cuenta ante los cuidadores, los guardias ya  estaban informados de su llegada  y  lo estaban esperando, al momento en que se iba acercando, la puerta de color rojo se abrió frente a él, adentrándolo a una estancia circular de gran tamaño, en el centro de la habitación se encontraba un gran candelabro del cual salían varia telas rojas y negras que se extendían hacia diferentes puntos la pared de piedra  cayendo perfectamente dejando notar  que tenían bordado en hilo de oro el mismo símbolo parecido a los puntos cardinales que él llevaba en el brazo , aquella imagen que representaba el escudo del príncipe de la ira. Caminó con la cabeza en alto hasta  llegar al  trono de marmol negro que se encontraba sobre unas escaleras casi al fondo de la habitación, sentando en aquel aposento  se encontraba un  hombre con  cola de serpiente y cabeza de lobo* observándolo atentamente  desde que cruzo las puertas de la estancia.

—Mi señor—Dijo Rin arrodillándose ante su presencia e inclinando su cabeza.

—Levántate — Ordenó con voz firme Amon mientras se erguía en su trono. Rin obedeció la orden y se puso de pie aun sin dejar de inclinar por completo su cabeza.

—He escuchado buenas cosas sobre  ti y tu equipo, Matsuoka Rin, como sabrás ahora mismo tengo la vista puesta  en las aldeas angelicales del suroeste—Inició sin darle muchos rodeos al asunto yendo  al grano de su plática desde el principio— Pero esos bastardos que he  enviado son unos inútiles  buenos para nada y  he previsto su inminente derrota dentro de  4 días —Gruñó con frustración al mismo tiempo que daba un puñetazo al descansa brazos de su trono haciendo retumbar un poco la habitación —Pero eso ocurrirá si las cosas siguen igual y no intervenimos, por esta razón te he llamado. Tengo una misión para ti.


—Agradezco que me considere para la tarea —Respondió Rin con sinceridad en sus palabras, que Amon lo reconociera de cierta forma no lo esperaba, de hecho dudaba que alguno de los príncipes del infierno de verdad le importara reconocer  el trabajo de sus subordinados, supuso que no les importaba ya que  era su obligación cumplir correctamente y de la mejor manera posible si no se desharían fácilmente de ellos  — ¿Qué es lo debo hacer?

—Me agrada tu disposición—Elogió levantándose de su asiento, arrastrando su cola de serpiente mientras iba bajando las escaleras para caminar alrededor de Rin. —Lo único que tienes que hacer es lo mismo que has estado haciendo todos estos años.

Rin frunció las cejas en un intento de entender  a lo que se refería, pero no capto y en cambio hablo con una interrogante — ¿Señor? —

—¡MATAR! —Exclamó acercándose repentinamente por la espalda al mismo tiempo que mostraba sus fauces  por un costado de cara del pelirrojo remarcando su orden, haciendo que los  ojos de Rin se abrieran inmediatamente al escuchar aquella palabra.

Amon lo había rodeado para quedar de nueva cuenta frente a él y lo señalo –¡TU!  debes ir hasta allá y  acabar con ellos, quiero que les enseñes como es un verdadero demonio, que se derrame la sangre enemiga, no me importan las suplicas, los inocentes o si intentan negociar contigo para que los dejes vivir, no quiero ningún sobreviviente. Roben y saqueen todo lo que sea de valor y después incendien la aldea. Eso servirá de escarmiento para todos aquellos ilusos que creen que tendiéndonos una trampa podrán ganar. Bastardos  como ellos deben aprender por las malas. ¡¿ME ENTENDISTE?! — Los  ojos del príncipe de la ira irradiaban chispas  y estaban inyectados de sangre producto de su vivida imaginación al visualizar los cuerpos de cientos de ángeles sin vida, siendo consumidos por el fuego que también iba acabando con su aldea, ardiendo hasta que no quedara ni un resquicio de la aldea o los seres que allí habitaron.

Matsuoka se encontraba en un completo lio en ese instante, pero no debía mostrarse dudoso ni contrariado, era una orden directa del príncipe al que servía y  era su obligación como demonio y líder cumplirla, aunque tampoco es como si tuviera otra elección más que obedecer.

Se arrodillo de nueva cuenta y respondió—Como ordene su majestad, mañana a primera hora mis hombres y yo partiremos. – Afirmó con tanta seguridad y convicción que cualquiera que lo escuchara no creería que  estaba debatiéndose internamente.

—Adelante, ve y prepara a tus subordinados cuanto antes —Apremio Amon haciendo un gesto con la mano para que Rin se levantara y saliera de su aposento. Este lentamente se levantó, hizo una leve inclinación con la cabeza  y camino hacia la salida.

—Matsuoka…—Llamó con voz profunda Amon  repentinamente, quien se había detenido a medio camino de las escaleras para volver a su trono, haciendo que el aludido se girara para verlo. —No me decepciones— Sin nada  más que decir, el príncipe retomo la postura que tenía antes de que el pelirrojo llegara pero sin quitarle la vista de encima.

Rin sintió que algo se estaba escondiendo en esa frase, algo en su interior  le decía que no se estaba refiriendo a la misión encomendada, lo que le causo un vuelco en su interior. Mordió la parte interior de su mejilla imperceptiblemente  y  asintió con la cabeza sin mencionar alguna palabra más antes de marcharse  cruzando la puerta que se cerró tras de él.

—¡Haizaki! —Exclamo Amon  mientras quien ya se había posicionado cómodamente en su trono.
—¿Que sucede mi señor? —Preguntó el demonio de ojos grises que había  cerrado la puerta por la que acababa de desaparecer el pelirrojo, saliendo  de entre las sombras donde se había estado  ocultando, avanzando hasta pararse frente al trono.
—Vigila al muchacho,  su futuro me muestra algo interesante.**—Ordenó entrelazando los dedos de ambas manos frente a su rostro.
—Como ordene mi Amo — Se arrodilló frente a él cruzando una mano sobre su pecho en señal de respeto y después partió sin esperar un segundo.
—Que interesante ángel acabas de conocer…Rin— Murmuro maliciosamente con una sonrisa feroz en su rostro.

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En cuanto Rin había puesto un pie fuera del castillo desplegó sus alas  entregándose  completamente a un vuelo rápido, Haizaki esperó a que este se alejara unos cuantos metros para que su presencia no fuera detectada y también emprendió el vuelo antes de que lo perdiera de vista. Al principio del recorrido todo parecía normal, Rin había regresado a su estación donde se había quedado un par de horas, las cuales Haizaki  había sentido como una eternidad y sentía  que moriría de aburrimiento. Lo único que el pelirrojo había estado haciendo era mirar una y otra vez un mapa de la región sur  perteneciente a los ángeles, trazando varias líneas a lo largo, anotando varias cosas en un bloc al mismo tiempo que repasaba quien sabe que mierdas de listas, al parecer estaba trazando su ruta de ataque y realizando los preparativos para la misión. ¡Joder! ¿Por qué no podía hacer algo más interesante?

Haizaki estaba a punto de retirarse completamente hastiado, cuando de pronto el líder del escuadrón 22 miro un reloj que tenía en una pared y dejo todo a un lado para ponerse de  pie  y salió de su recinto. Resignado el pelinegro se dijo a si mismo que no le quedaba de otra que echar un vistazo, por más que quisiera irse lo más  pronto posible. Desplegó sus alas una vez mas y lo siguió a una distancia prudente como lo había hecho horas atrás.

 Algunas veces cuando Rin salía del infierno se dedicaba a caminar por lo largo y ancho del rio en el  purgatorio, tal cual lo hizo  la primera vez que lo encontró, pero esta vez tuvo que mantener su vuelo y sobrevolar  el mar de  almas que cruzaban confusamente el puente hacia un destino incierto, la escena le recordó tal cual un ganado caminando hacia el matadero, al parecer una catástrofe había acabado con sus vidas, entre ellas había toda clase de personas, mujeres con bebés en brazos, ancianos, hombres y mujeres jóvenes, sin olvidar a los niños, quienes caminaban con lagrimas en sus ojos aferrados a las ropas de lo que parecían ser sus padres y algunos otros tomados de la mano de otros niños igual de asustados que ellos, tratando de calmar un poco su pánico con ayuda de los otros.  Matsuoka se preguntó cuantas de esas desdichadas almas pararían en  el cielo gozando una buena estancia y cuantas terminarían el infierno sufriendo por toda la eternidad, y algo en su pecho se contrajo al imaginar a los niños trabajando como esclavos, siendo azotados por los látigos de los demonios en turno o cosas mucho peores. Aunque sonara difícil de creer existían niños que  a su corta edad se habían ganado el inframundo. Inquieto movió su cabeza alejando esta horrible imagen, sin duda aquellos pensamientos lo sorprendieron,  antes le daba igual quienes fueran a parar a aquel lugar, bien merecido se lo han de haber tenido importándole poco la edad, pero desde hace un tiempo la parte que siempre trataba de suprimir y que hasta hace poco tenia bajo control  ahora no le daba tregua, volviendo a replantearse todo lo que había hecho a lo largo de su vida, no era su culpa , era lo que le habían enseñado, la forma en que necesitaba actuar  para sobrevivir en su lugar, pero eso no aminoraba  la carga en su  recién descubierta conciencia.

Y mientras Rin seguía divagando entre sus pensamientos y  volando distraídamente hacia su encuentro, era completamente ignorante de que alguien lo acechaba.

 El subordinado de Amon  que lo había seguía de cerca, al salir de la blanca bruma y posar sus pies en el suelo  se preguntaba mentalmente “¿Qué asuntos tenía Matsuoka en aquel lugar? ¿Tenía planeado ir al mundo humano? ¿Para qué? “ Miles de preguntas y teorías se formaron en su mente, donde la mayoría tenían que ver con sembrar el miedo en la tierra. No, eso sería darle demasiados créditos al pelirrojo, nadie podía ser tan perfecto. Y él tenía que averiguar cuál era su jodida debilidad y deshonrarlo frente Amon.  Haizaki fácilmente pudo haber extendido sus alas y emprender el vuelo para alcanzar a Rin que lentamente se iba alejando, pero eso significaba dar a conocer su posición y si Rin lo veía obviamente le pediría una explicación del porque está en ese lugar. Claro que no le debía explicaciones a alguien tan insignificante como él, pero mientras no advirtiera su presencia Matsuoka  actuaria normal y no  se cuidaría de nada, ventaja de la neutralidad del purgatorio, Rin había bajado demasiado su guardia, sin prestar suficiente atención  a su alrededor para advertir su presencia.

 Intento abrirse paso, empujando a las personas que estaban estorbándole, pero se dio cuenta que eran demasiadas y estaba causando un tumulto  que podría llamar la atención del perseguido. Acotando que su aspecto de demonio  no era lo mejor para presentarse ante un grupo de almas  que no hacían mas que  paralizarse y dejar salir algunos chillidos de miedo al verlo. Mierda, no le quedada  otra opción que esperar a que las almas dejaran de transitar para poder seguir su espionaje, pero eso significaba alejarse demasiado de su presa y por consecuente perder su rastro.

 En cuanto aquel mar de gente se había disipado lo suficiente para atravesarlo volteo a todos lados, agudizando su vista y tratando de captar con su olfato el aroma del pelirrojo , para encontrar la mínima pista del camino de Rin, aunque todo fue en vano, el maldito se había escapado, no se distinguía por ningún lado su perfil  y el aire estaba contaminado con el delicioso aroma a sangre, miedo y desesperación que desprendían esas personas.

— ¡Desgraciados hijos de puta! — Se quejó completamente irritado al ver que sus horas de aburrición y gasto de energía al tratar de ser discreto habían sido inútiles — Maldito  seas tú y  todos esos humanos que no pudieron conservar sus vidas un poco más.

No le quedaba más opción que regresar al infierno, frustrado por el fracaso en una misión tan personal y que teóricamente había pensado que sería fácil, el fallar le había dado en su orgullo y justamente cuando por fin parecía que ocurriría algo interesante. Esperaría a que una  nueva oportunidad se le pusiera en frente y si esta no ocurría él movería los hilos para crear una situación favorable y esta vez no la desperdiciaría como en esta ocasión. Y fue allí donde una idea surco su mente, “Sería una pena que el pobre  bastardo de Matsuoka  fracasara en una misión de tal importancia como la que Amon le había encargado, o peor aún, que alguien le informara a la tropa enemiga sobre  los refuerzos que se avecinaban dándoles a conocer el lugar preciso donde se instalaría el campamento de Matsuoka y de pura casualidad este muriera en un ataque sorpresa.” Pensó con fingida lastima, después de todo lo había visto planear su ruta durante horas, tantas, que la había memorizado y sería capaz de recrear el mapa

—Esta será mi oportunidad para demostrar que yo soy mejor que tú, Rin…—Hablo para sí mismo, mientras una sonrisa de lobo astuto  se posaba en sus labios.

 

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Por otra parte Nanase se encontraba completamente ansioso  esperando  en el segundo claro detrás de la cascada, revoloteando en círculos completamente alterado. Aunque intentara esconder su sentir  detrás de su cara seria y desinteresada como normalmente lo hacía,  las cosas no salían como él quería cada vez que se trataba de Rin, siempre terminaba dejando salir sus emociones para bien o para mal, y es que el pelirrojo lo  incitaba a hacer cosas  que jamás se le habían pasado por la cabeza, como desarrollar un afecto en aspecto romántico con alguien, sobre todo por un demonio, oponerse a Dios o escapar del cielo,  ayer  la plática (si podía llamarlo así ) con el pelirrojo no habían ido para nada bien, terminando con la temprana retirada de Matsuoka, quien seguramente  estaría enojado y completamente frustrado con él, y el hecho de que Rin se retrasara en su aparición lo hacía sentirse aún más inquieto y seguro de que no quería verlo por ahora… o nunca.

Por eso cuando advirtió un chapoteo  a su espalda volvió su rostro inmediatamente, suspirando con alivio en cuanto diviso a Rin atravesando la cascada.

Rin—Susurró tentativamente mientras se acercaba a él.

—Hola Haru—Correspondió el saludo sin mucho ánimos, su mente aun se encontraba algo ausente pensando en la misión, lo que haría, lo que le diría a Haru

—Rin, conforme a lo de ayer, yo lo lamento—Decía arrepentido al haberse negado tan rápidamente, al menos pudo decirle que lo pensaría y no cerrarse ante el pánico de cambiar su zona de confort.

No es necesario, fue mi error proponerte algo tan absurdo de un momento a otro, sin mencionar que fue muy egoísta de mi parte—Respondió con un semblante cabizbajo.  La noche anterior, después de su enfrentamiento con Momo  le había servido para pensar varias cosas, considerar pros y contras de lo que estaba haciendo, desde la razón por la que  Amon lo  llamó, hasta lo que había sucedido en su encuentro con Haru.

Haruka era muy diferente de él, no sabía si de verdad le gustaba lo que hacía ya que nunca había intentado otra cosa como le había dicho en sus primero encuentro, además de que parecía estar muy cómodo en el cielo, no tenia los mismos problemas que él. El hecho de que Rin quisiera huir no significaba  que tuviera  que obligar al ángel aunque no le disgustaría para nada que lo acompañara, además de que había otras cosas que debía tener en cuenta.

Si él escapaba no podía estar muy seguro de que fuera capaz de mantener el contacto con Haruka, ya que tendría que estar cuidándose siempre y no podría frecuentar el mismo lugar muchas veces, otra cosa es que Amon había puesto su atención en él, antes podía pasar un poco más desapercibido si era posible, pero ahora que su príncipe le había encargado una misión personalmente aumentaba el peligro en su huida. Al recordar la misión los ojos de Rin se ensombrecieron, ¿Por qué nada podía salir sin complicaciones?

¿Sucede algo?— Preguntó Haru angustiado al ver tan triste semblante en su pareja despertando a Rin, quien salió de sus pensamientos al captar  el tono de voz usado por Haru y  algo en su corazón se contrajo ¿Debía decirle que acababan de darle la orden de acabar con algunas  aldeas de su raza o simplemente ocultarle la parte sobre a quién debía eliminar? ¿Y  si Haru llegaba a odiarlo por lo que haría? No lo soportaría

Rin observaba aquellos ojos azules que mientras Haru mantenía la boca cerrada esperando una respuesta sus orbes lo miraban inquietos pidiéndole una respuesta lo antes posible.

Tomó todo el aire que pudo y lo expulso lentamente en un largo suspiro —No es nada Haru,  simplemente que estaré ausente unos días y no podré verte—Dijo con tristeza mientras enterraba su rostro en el cuello de Haru, por un momento pensó en decirle la verdad pero no podía, solo le diría la mitad de la historia.

— ¿Por cuánto tiempo?
—No lo sé exactamente, una semana a lo mucho.  
­ ¿A dónde iras?
Al sur, una guerra se librara allá en unos días. Haru sabía lo mucho que una parte de Rin odiaba ver las masacres a pesar de que este  las había visto desde su corta edad, lo recordaba, recordaba las imágenes que se reflejaron en sus ojos la primera vez que le conto sobre el incendio de las aldeas,  así que lo atrajo hacia él acariciando sus mechones rojizos entre sus dedos.

—No quiero ir pero tengo que hacerlo. — Continuo hablando débilmente  dejándose reconfortar por el suave tacto, mientras su voz era apaciguada por el cuerpo del pelinegro.

—Ganaras— Trató de animarlo mientras seguía pasando sus dedos suavemente entre el cabello de Rin.
—No sé si quiero ganar—Fue la respuesta que dio en un susurro casi mudo.

 Durante toda su estancia en aquel lago, algo mantenía inquieto a Haruka, de tan solo ver a su pareja algo en su interior no lo dejaba estar tranquilo, su corazón latía rápidamente,  sus manos temblaban levemente y un escalofrió lo recorría de vez en cuando.

En el momento en que llegó la hora de la despedida el ángel había tomado el rostro del pelirrojo entre sus manos, acunándolo, lo miraba con una mirada llena de preocupación y angustia. Rin giro un poco su rostro para depositar un pequeño beso en la muñeca de su amante mientras lo miraba directamente a los ojos.

Adiós…Haru—Se despidió Rin besando sus labios  antes de tomar las manos de Haru entre las suyas para quitarlas de su rostro y  desaparecer dejando a Haru con una inquietud y un gran vacío en su pecho. Sin duda algo andaba mal.

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­— ¡TODOS EN FORMACION!—Había gritado el ojirrojo haciendo que su sequito se formara en una línea al instante. —  Amon  ha previsto un desastre para el ejercito que ha enviado a las fronteras  y por lo cual nos ha confiado la misión de ir a acabar con las aldeas del suroeste, espero que todos estén dispuestos a traer honor y orgullo a nuestro Príncipe  o morir en el intento, no están en posición de dudar si lo hacen seré yo mismo quien acabe con ustedes. Así que alisten sus cosas, espadas, flechas, armas. Todo lo que sea necesario, quiero que lo traigan, partiremos al amanecer
—Si señor — Gritaron todos al unísono al mismo tiempo que adoptaban una posición firme.

—Eso es todo, rompan filas y  esfuércense por sobrevivir—Terminó su comunicado sin dejar notar la preocupación e inquietud  que estuvo presente en él. Había adoptado de nueva cuenta su antiguo ser, aquel demonio que había sido entrenado para la guerra y acabar con cualquiera que se pusiera en su camino, dejando notar  a través de sus ojos que el fuego de la ira que ardía en su interior había sido avivado.   

Aquella mañana antes de que la mayoría despertara o las actividades del inframundo dieran inicio, se veía al escuadrón 22 marchándose hacia una nueva batalla

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¡Haru!Gritó Makoto entrando completamente agitado  por la puerta de su estudio compartido donde Haruka se encontraba tallando en madera un boceto para alguno de los cuerpos.
¿Qué sucede Makoto? — Preguntó tranquilamente contrastando  completamente su voz calmada con la usada por el castaño, mientras no dejaba de tallar.
Las aldeas del suroeste han sido atacadas y  varios demonios han sido derrotados y asesinados.Haruka siempre había sabido de las continuas peleas que se libraban entre las aldeas de las fronteras y los ejércitos del inframundo, pero jamás le habían importado tanto en ese momento, no es que fuera indiferente  ante los terribles sucesos o las muertos de cada bando, simplemente se había acostumbrado a lidiar con eso   formando parte de algo de todos los días, y estuvo a punto de preguntar el porqué tanto alboroto hasta que en  su mente algo hizo click.

 

Estaré ausente unos días
—No quiero ir pero tengo que hacerlo
—No sé si quiera ganar..
—Adiós …Haru”

En cuanto todo encajo en su mente, soltó las herramientas que traía en mano las cuales rebotaron  en el suelo haciendo un sonido metálico —No Rin, No…—Susurraba para sí mientras el vacio que sentía se hacía cada vez más y más grande, todo tenía que ser una mala pasada, Rin no estaba allí, Rin estaba a salvo, era una simple coincidencia, se repetía como un mantra, tratando de convencerse a si mismo de que todo estaría bien, dentro de pocos días tendría al pelirrojo invadiendo su espacio personal, abrazándolo y calmando su ansiedad.

Notas finales:

Cosas curiosas (¿?)

*El aspecto de Amon varia, algunos textos dicen que tiene cabeza de búho, cabeza de cuervo nada más , dientes de perro y otros  dicen que tiene cabeza de lobo y cola de serpiente, me incline por esta ultima  desde que pensé en el tatuaje de Rin
**De acuerdo con mi investigación Amon tiene la capacidad de ver el pasado y el futuro de ahí el énfasis en esa parte y de  que pueda predecir algunas cosas.

En el capitulo anterior Amon  había mostrado interés en el hecho de que Rin ganara contra una legión de Lucifer, esto me pareció curioso porque después de que redacte el informe encontré que  Amon es hijo de Lucifer y  una vez intento destronar a su padre.


Ahora si, no me maten aún que la cosa a penas se va a poner buena (?)


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