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Así en el Cielo como en el Infierno. por Matsuoka Miyano

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Notas del capitulo:

¡¡FELIZ NOCHE BUENA Y PRÓXIMA NAVIDAD, MIS AMORES!!

Como regalo en esta festividad les vengo a dejar un nuevo capítulo con más de 7,000 palabras <3 Es un capítulo para compensar mi ausencia durante este año dejando de lado el fanfic. 

Quiero agradecer a todos por leer, votar y/o comentar, los aprecio un montón , pero sobre todo quiero agradecerle a un lindo Rin tuvo el gesto de contactarme hace poco por Facebook para preguntarme sobre esta historia, su mensaje me conmovió demasiado así que en cuanto salí de vacaciones decidí poner manos a la obra y terminar este fic. 
 Así es mis queridas criaturas, este fanfic esta llegando a su fin, de hecho este es el penúltimo capítulo por eso su extensión, pero no se  pongan tristes aún falta el capítulo final y será aún más largo, pero no los distraigo más por el momento para que puedan iniciar con la lectura. Disfruten. 

Los ojos de Rin se fueron abriendo lenta y pesadamente, sin duda alguna este era uno de sus peores despertares, se sentía completamente desorientado, su cabeza le dolía horrores y el hecho de que todo le daba vueltas no ayudaba en nada, sin mencionar que su cuerpo también empezaba a quejarse por el daño últimamente recibido.

Trató de enfocar su vista apretando los ojos y parpadeando varias veces, el hecho de ser un demonio le daba cierta visibilidad en la oscuridad que se encontraba, pero aún así no pudo visualizar nada, todo lo que había a su alrededor eran paredes y una simple puerta de metal.

En cuanto tuvo un poco más de conciencia sobre su cuerpo, captó la desagradable sensación húmeda que estaba en contacto con su mejilla; haciendo un gesto de desagrado apoyó sus manos en el suelo y soltó un gruñido ante el esfuerzo que realizó al intentar levantarse fracasando rotundamente volviendo a caer de lleno contra el húmedo y asqueroso suelo donde se encontraba recostado.

Cansado, decidió reposar un poco más en aquella posición. La sensación contra su cuerpo y el horrible hedor que invadía su nariz le dieron la respuesta de su locación, sin duda alguna era una de las mazmorras del castillo, pero ¿Cómo había llegado allí? No lograba recordar mucho, lo último que recordaba era estar acostado en el claro, junto a...

—¡HARU!—Gritó de repente, tratando de ponerse de pie y moverse, pero un dolor indescriptible cruzó su cuerpo haciéndole imposible moverse, cayendo de rodillas, dándole a notar en ese momento que se encontraba encadenado a la pared por los tobillos y las muñecas.

Trataba de convencerse de que todo esto era un mal sueño, asegurando que él estaba dormido junto a Haru en aquel lugar donde se conocieron, pero una blanca luz acompañada de un sonido chirriante al abrirse la única puerta de la habitación, lo sacó de sus pensamientos.

—Veo que al fin estás despierto – Comentó una voz grave cruzando el umbral— Justo a tiempo para que me acompañes.

— ¿Acompañarte? ¿A dónde? —Preguntó sosteniendo su cabeza, la luz provocaba que le punzara aún más la cabeza gracias al golpe que había recibido con anterioridad.

Una sonrisa burlona se asomó en los labios de su captor ante aquella pregunta y respondió. —A la ejecución de tu novio—Dijo con denotado desprecio ante la última palabra.

El corazón de Rin dio un vuelco al escucharlo, esto no podía ser, definitivamente tenía que ser un sueño.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Atado y sin fuerzas para luchar, Rin arrastraba lentamente los pies, mientras iba pensando en una forma de liberar a Haruka y escapar de aquel lugar, trazando las posibles rutas de escape, ubicando las zonas donde encontraría menos enemigos y zonas donde pudiera perder a aquellos que lo siguieran, pero no pudo fijar por mucho tiempo la mirada en los pasillos o habitaciones que estaban a su paso, ya que sus cuidadores lo llevaban entre insultos, gritos y empujones a través del largo pasillo donde al finalizar le metieron el pie y lo empujaron, obligándolo a caer de rodillas, quedando tirado en el patio principal.

Al alzar la vista la luz lo cegó nuevamente, obligándolo a entrecerrar los ojos en un intento de acostumbrarse al resplandor, en cuanto sus ojos se adaptaron un poco a la nueva luz, frente a él se extendió la plaza del palacio utilizada para los juicios, la multitud ya se había arremolinado en las gradas superiores a su alrededor, causando un gran alboroto. En el centro de aquel lugar, una hoguera gigante se alzaba ante todos con gran imponencia, aunque para Rin eso no era lo más importante, al subir su vista se encontró a Haru atado en la parte más alta de la hoguera, sin poder moverse, estaba visiblemente cansado y maltratado, pero esa visión no fue lo peor. No, la mirada que le dedicó Haruka en cuanto sus ojos se cruzaron fue lo que le partió el corazón, su mirada no expresaba enojo o furia contra él, sino que le transmitía el enorme cariño que le tenía y la preocupación que lo invadía al verlo tan herido y de rodillas, haciendo que Rin se odiara a sí mismo por poner a su amado en esta situación y sobre todo, porque a pesar de su propia situación, el ángel seguía preocupándose más por Rin que por él mismo.

No había ninguna duda, debía sacarlo de ahí como fuera posible, así le costara la vida.

Sin darle más tiempo para pensar, dos guardias se acercaron por su espalda y lo tomaron de los brazos, arrastrándolo de rodillas hasta una tarima que se encontraba junto a un podio, justo a un lado de la hoguera. De pronto, la multitud fue encendiéndose más, siendo más ruidosa a medida que de entre las sombras aparecía un demonio de edad avanzada y de corta estatura, completamente oculto bajo una larga capucha de color vino algo desgastada. Dirigiéndose con paso lento y ayudado por un bastón hasta que alcanzó el podio, dónde tomó su lugar como juez de aquel acontecimiento, sostuvo el borde de la capucha con ambas manos y la retiró, dejando a la vista de todos, su horrible aspecto.

Rin recordó las historias sobre aquel sujeto junto a él, se decía que la causa de tal malformación fue la caída desde el cielo hasta el infierno, borrando todo rastro de hermosura en su aspecto, remplazando aquella belleza por aquel asqueroso y repugnante rostro. Sus facciones se encontraba desfiguradas por completo, su cara estaba hinchada con partes amoratadas y rojas, las cuales punzaban al mismo tiempo, dando la sensación de que podrían estallar en cualquier momento llenando todo de sangre y pus. Uno de sus ojos apenas era visible, siendo contorneado por un color negro dejando apenas notar el color verde claro del iris, mientras que el otro estaba completamente oculto por la hinchazón, su nariz se encontraba totalmente destrozada, apreciándose los bordes irregulares en toda su longitud, haciendo que su tabique nasal se viera fruncido hacia el lado izquierdo, sus labios estaban completamente cuarteados y una cicatriz recorría ambos labios de forma vertical sobre su lado derecho. Su cuerpo no se apreciaba de gran manera gracias a la capucha, aunque a pesar de esta, se veía lo fruncido de sus hombros hacia el frente, junto con la joroba que le hacía ver de menor tamaño. Por ultimo sus manos tenia dedos largos y huesudos, rígidos a simple vista, con uñas tan desprolijas que encajaban perfecto con su aspecto y carácter.

El nombre de aquel demonio era Razgut [1], uno de los primeros ángeles caídos, partícipe activo de la sublevación en contra de Dios en aquellos días y que ahora era encargado de hacer juicios y sentencias a cualquiera que fuera acusado ante él ¿Y por qué no? Crear un espectáculo capaz de satisfacer a la multitud y humillar al acusado al mismo tiempo.

—¡SILENCIO! —Fue el grito que retumbó con fuerza por toda la plaza, haciendo callar a la mayoría, aunque aún se escuchaban algunos murmullos en la tribuna— ¡HE DICHO SILENCIO, BESTIAS INMUNDAS! — Volvió a gritar. Golpeando el suelo con su bastón varias veces haciendo callar por completo a todos los presentes.

Una vez que quedo satisfecho con el resultado prosiguió con su tarea.

—Veamos que tenemos aquí —Se acercó con paso lento a Rin quien seguía de rodillas, sometido por dos guardias a su lado. Razgut le dio la espalda al público para poder quedar frente a Rin y con su bastón lo levantó por la barbilla, haciendo que el rosto de Rin quedara a la par con el de suyo

—Vaya, vaya, pero si no es nada más ni nada menos que el sargento Matsuoka, que gran honor el tenerte aquí— Soltó sarcásticamente haciendo que algunas risillas llenaran el lugar, risas que fueron calladas de inmediato con tan solo un gesto de su mano.

—Sabes, tú sin duda eres uno de los hijos bastardos de Amon—Confirmó mirando los intensos ojos de Rin, los cuales desprendían ira demoniaca en su contra —Que desperdicio de talento, tan prometedor que te veías—Dijo con notable desprecio para luego asestarle un golpe en la cara con empuñadura de su bastón, haciendo que de la boca de Rin brotara sangre.

Matsuoka había intentado esquivar el golpe, pero los guardias que lo habían arrastrado hasta el podio lo tenían completamente sometido, no permitiéndole moverse y tener que recibir el impacto completamente. Enfurecido, escupió el exceso de sangre que se había acumulado en su boca y volvió a mirar a Razgut, quien ahora le había dado la espalda y seguía con su discurso mirando a la multitud.

—Jamás comprenderé el poder de Amon para crear enemigos y que los enemigos se amen [2], ¡¿AMOR?! ¡JA! Que estupidez más grande. Lo único que se necesita en este mundo es DESTRUCCIÓN, HORROR, GUERRAS... ¡MATANZAS!

Las bestias se avivaron ante estas palabras, su sed de sangre los había dominado por completo, dejando sin importancia que la sangre que iba a ser derramada era de uno de su misma especie. Aunque claro, tampoco es que les importara mucho en realidad.

Estimulado por la reacción que había obtenido de los presentes, Razgut decidió empezar de una vez por todas con el castigo. Alzó ambas manos y comenzó con su discurso.
—Demonios, esbirros y esclavos, nos hemos reunidos el día de hoy en una ocasión muy especial, en una ceremonia para dar castigo a uno de los más grandes crímenes jamás cometidos, el amor entre un demonio y un ángel —Había iniciado Razgut en forma de burla la primera frase, simulando el diálogo de un boda considerando la relación de los acusados.

Mientras el discurso "nupcial" de Razgut continuaba, entre las gradas del palacio se abrían paso pequeños grupos de soldados pertenecientes las filas de Amon y Lucifer, mezclándose en parejas entre la multitud, ubicándose estratégicamente en todas las filas, separándose lo suficiente para poder cubrir la mayor área de las gradas posible, y al mismo tiempo poder ubicar a otro de su mismo grupo, esto en caso de que necesitaran refuerzos

Sousuke, quien se encontraba en el centro de las gradas junto con Nitori, miró a todos lados, observando cómo los grupos ya se habían colocado en su posición, dio un asentimiento con la cabeza y fijó su vista en Razgut quien ya había terminado su monologo y se disponía a dictar los castigos.

—Basta de introducciones absurdas, y pasemos a asuntos más interesantes, el espectáculo por el que todos han estado esperando ¡LA SENTENCIA!

De nueva cuenta las voces se avivaron, las bestias, golpeaban los pies al unísono en un gesto de impaciencia, apremiando al demonio a que empezara la sentencia de aquella pareja, cosa que Razgut hizo complacido. Miró por un momento a Rin quien no había perdido la oportunidad de mirarlo con despreció, cosa que a Razgut le dio por igual y solo le dedico una sonrisa burlona antes de seguir.

—Al demonio conocido como Matsuoka Rin se le acusa de confabular con el enemigo, además de intentar desertar no solo a su rango como líder de legión, sino al mismo ejército para escapar con el enemigo con quien mantiene una relación amorosa—Los abucheos e insultos no se hicieron esperar por parte de la multitud enardecida quienes pedían su muerte por su alta traición.

—Como castigo se le arrancaran las alas, quebraran las extremidades y encadenara para luego ser arrojado en el abismo más profundo que exista en el infierno, en donde estará acompañado de las más atroces criaturas, a las cuales servirá como juguete, sufriendo heridas graves, pero no lo suficientemente letales para morir, será regenerado cada día para volver a sufrir su castigo al día siguiente. Sufrirá el hambre y la sed, estando rodeado de árboles frutales que desaparecerán en cuanto intente coger alguno de sus frutos para alimentarse. Además, cuando intente inclinarse en el único lago existente para beber, el nivel del agua bajará, impidiéndole beber, así hasta el fin de los tiempos.

Los vitorees no habían parado en ningún segundo, haciendo que Razgut se regodeara de placer y poder, pero antes de pasar al siguiente castigo, miró sobre su hombro a Rin con una sonrisa sardónica y se acercó a él, lo tomó con fuerza por las mejillas y lo hizo mirar a Haru, quien estaba luchando por mantenerse despierto. Razgut se acercó a su oído, susurrándole las palabras para que solamente Rin pudiera escucharlo. Soltó el rostro del pelirrojo con violencia y volvió a alzar su voz a hacía la audiencia— Pero antes de eso, no se irá sin antes presenciar el castigo de su "amado" —Comentó con asco ante la empalagosa palabra.

—Yamazaki-senpai, tenemos que actuar ya o Rin-senpai y Nanase-san morirán— Los susurros de Nitori eran apenas audibles para el pelinegro, quien miraba fijamente a Rin, sabía que debía actuar lo más pronto posible o de acuerdo a como se veían las cosas, esto podría terminar de la peor manera.

Pero conocía muy bien a su amigo, sabía que Rin no se iba a quedar quieto por mucho tiempo, sobre todo después de escuchar su sentencia, de hecho contaba con que el pelirrojo creara un escándalo, esto con el fin de poder crear una confusión tanto en las gradas como en el centro de la plaza y dividir la atención de los guardias.

— Vamos Rin, ¿Qué estas esperando?—Murmuro Sousuke, apretando su puño con gran fuerza, siendo tentado a dar la orden para que sus hombres y la legión de Rin empezaran a actuar.

Mientras tanto Razgut se había alejado del demonio y ahora había fijado su vista en el ángel que seguía atado —Al ángel conocido como Haruka Nanase se le acusa de infiltrarse en territorio ajeno, mal influenciando a un oficial de alto mando, y considerando que es un enemigo de nuestra raza, se le ha condenado... ¡A la hoguera!—Los clamores explotaron en todo el lugar, las voces eufóricas eran ensordecedoras, todos estaban esperando ver la ejecución del ángel, ansiando escuchar el crepitar de madera y los gritos de dolor del ángel, hasta que su garganta se destrozara y muriera en agonía.

—"¡No...!"— Los pensamientos de Rin se arremolinaron, y las palabras que Razgut le había dicho hace un momento resonaron con más fuerza en su mente

"Míralo bien, porque esta es la última vez que lo verás con vida"

Él sabía que ese era el destino que le esperaba a Haruka, lo supo desde que lo vio en el centro de la plaza, pero escucharlo en forma de afirmación por parte de Razgut fue la gota que derramo el vaso, tenía que actuar y rápido o vería a Haru morir frente a él.

Una inmensa ira se fue acumulando en su interior esparciéndose y calentando cada rincón de su ser, sus manos formaron unos puños, apretó sus dientes con tanta fuerza que los hizo rechinar, y sus pupilas se encogieron en una fina línea. El demonio sediento de sangre que había tratado de domar acababa de despertar y más enojado que nunca.

Golpeó con sus manos atadas a los guardias que los sostenían y con sus afilados dientes logró romper la cuerda que apresaba sus manos; que estúpidos habían sido sus captores al sustituir las cadenas por cuerdas, sin duda lo habían subestimado al verlo en tan deplorable situación. Aunque aún tenía que deshacerse de las cadenas en sus pies.


— ¡ATRAPENLO! ¡No dejen que escape!—Gritó desesperado el horroroso demonio al ver el revuelo que se estaba formando, movilizando a todas sus tropas — ¡Y ustedes no se queden como idiotas ahí parados, enciendan la hoguera! —Ordenó a los esbirros, quienes sostenían varias antorchas alrededor de la hoguera y acataron su orden iniciando el fuego.

Varios de los guardias a su alrededor ya habían desenfundado sus espadas para enfrentarse a Rin, quien de inmediato había tomado su posición de defensa y en tres movimientos desarmo a su primer contrincante proporcionándole un arma con la cual enfrentarse. Los guardias no paraban de llegar, uno tras otro, tratando de atacarlo en conjunto, pero Rin no estaba de humor ni con el tiempo para entretenerse con ellos, estaba enojado y completamente desenfrenado.

Limitado aún por la cadena en sus pies, fijó su vista en uno de los guardias que cargaban consigo un hacha, esos tipos era unos completos brutos tanto en fuerza como en inteligencia, pelear contra ellos siempre era una molestia, no tenían una técnica de lucha o algo parecido, se valían por puro instinto, lo que hacía que sus golpes fueran peligrosos, pero Rin no tenía otra opción, aquella arma era perfecta para romper las cadenas, además tenía la ventaja de que el mismo peso del arma hacia lento a su contrincante. Así que sin más preámbulo, se abrió camino entre sus atacantes formando cadenas de asesinatos de mínimo 3 o 4 víctimas, usando los cuerpos de unos para cubrirse de los ataques hasta que por fin alcanzó su objetivo.

Más que pelear, esta vez Rin se dedicaba a esquivar y desviar con su espada cada golpe, estudiando con atención sus movimientos, intentando descubrir algún gesto o hábito que le indicara cual sería su siguiente movimiento. Lo que pudo apreciar con facilidad es que aquel bruto solía hacer un ataque horizontal con un amplio rango de ataque, no permitiendo que otros guardias se acercaran sin que corrieran el peligro de verse involucrados en la trayectoria entre el hacha y Rin; Justo después de ese ataque y ayudado por la misma inercia del movimiento anterior, aquel bruto lograba elevar su hacha por detrás de su cabeza y la dejaba caer con toda su fuerza enfrente de él en un ataque vertical muy poderoso.

Aventajado por el hecho de que podía volcar por completo su atención en el demonio frente a él, Rin tuvo el tiempo suficiente para calcular la distancia en la que caía el hacha, en cuanto lo comprobó, esperó la oportunidad perfecta para liberarse. Se acercó lo suficiente a su contrincante haciéndole creer que estaba en posición perfecta para ser aniquilado por su ataque vertical, y una vez que vio al hacha empezando a descender por encima de la cabeza de su contrincante, dio un pequeño paso hacia atrás e inclinó su cuerpo un poco más evitando la trayectoria del hacha, logrando así que esta impactara en el suelo, justamente en sus cadenas, rompiéndolas.

Rin esbozó una sonrisa de victoria antes de contraatacar dándole un rodillazo en el rostro a su adversario quien no había tenido el tiempo suficiente para levantar el hacha y evitar el golpe. Matsuoka tomó el hacha que su contrincante no había podido recoger y con un golpe certero terminó con su atacante.

Libre de sus cadenas, se abrió paso rápidamente entre los numerosos, pero estúpidos esbirros que intentaban detenerlo. Desplegó sus alas notando que estas se habían recuperado lo suficiente como para poder emprender el vuelo, el haber frecuentado aquel lugar donde el agua era la "gracia de Dios" le había servido proporcionándole una mayor resistencia a aquello que antes le hacía daño. Soltó una sonrisa ladina y se elevó hasta lo alto de la hoguera gigante que amenazaba con próximamente alcanzar al ángel, quien se encontraba en un estado de letargo, no estaba completamente inconsciente pero se apreciaba a simple vista que en cualquier momento se desvanecería. No dudo ni un instante, apresurando el vuelo y con la espada en mano cortó la soga, liberando a Haru.

Lo tomó entre sus brazos, pasando una de sus manos por detrás de las rodillas del ángel y la otra por su espalda, sosteniéndolo fuertemente, y se elevó con la intención de alejarse de allí, no obstante, sus intentos de huir fueron frustrados rápidamente en cuanto unos látigos se enredaron en sus tobillos y cuello haciéndole imposible escapar.

—Rin...—Exhaló en medio de la inconsciencia el ángel al sentir como los brazos de Rin se tensaban fuertemente a su alrededor.

—Tranquilo Haru, todo va a estar bien —Respondió con una sonrisa forzada tratando de tranquilizar al pelinegro, mientras intentaba con más empeño alejarse de allí.

Sin embargo, los látigos alrededor del cuerpo de Rin no cesaron su agarre, varios demonios se habían unido y ahora jalaban en conjunto de los látigos, provocando que el cuerpo de Matsuoka fuera atraído hacia abajo con gran fuerza, provocando que se precipitara contra el suelo con un gran estruendo. De inmediato, demonios y esbirros empezaron a rodear a la pareja con intenciones de matarlos, Rin ante esta situación cubrió el cuerpo de Haru completamente con ayuda de sus alas y cerró los ojos con fuerza esperando el impacto...el cual nunca llegó. Rin abrió los ojos y frente a él apareció la figura de Sousuke deteniendo con ayuda de su espada el golpe que iba directo hacia su cabeza.
—Sou..
— ¿Estás bien?—Preguntó quitando la vista de su enemigo por un momento para observar a Rin, este simplemente asintió con la cabeza viendo como más esbirros se acercaban a su posición.

—Tsk, Mierda —Chasqueo Sousuke al ver que los enemigos incrementaban mientras el trataba de hacerse cargo de todos aquellos esbirros que se acercaban.

En ese momento Momotarou y Nitori aparecieron en escena defendiendo los blancos expuestos. Seguidos de Uozomi y Minami quienes lo ayudaron a liberarse de los látigos que hace un momento lo apresaban.

—Chicos... —Murmuró Matsuoka incrédulo viendo como sus compañeros de legión se unían a él, defendiéndolo. En ese momento Rin notó el caos que se había formado a su alrededor, la legión de Sousuke y la de él se habían dispuesto a defender a la prohibida pareja. Pero mirando más detalladamente, notó que había dos legiones más que se habían unido a la pelea y de inmediato reconoció a los líderes de estas. 

~~~~~Minutos antes ~~~~~~

En el momento en que Matsuoka se había liberado de sus ataduras, Sousuke había dado de inmediato la señal a sus colegas, provocando pequeños tumultos entre las gradas, las cuales se fueron haciendo más y más grandes, hasta el punto en que ya nadie prestaba atención a lo que ocurría con los acusados y disminuía al mínimo el peligro de que los espectadores se entrometieran, ya que estos se habían enfrascado en su propia pelea.

El patio del palacio se había convertido en una arena gigante de lucha, una masacre digna del inframundo se había desatado. La sangre volaba por todos lados, el choque metálico de las armas llenaba el ambiente, acompañado de gritos de dolor y otros de completa euforia dejando de fondo el sonido sordo que hacían los cuerpos al caer derrotados y el crepitar de las cosas ante el fuego que se iba extendiendo cada vez más por todas las instalaciones del palacio.

— ¡¿Qué mierda creen que hacen?!—Había gritado furibundo Razgut al ver como varios demonios estaban peleando todos contra todos olvidando su verdadero blanco —Quiero a Matsuoka muerto, ¡¿Me escucharon?! ¡MUERTO! ¿Es que acaso no pueden hacer una maldita cosa bien? Juro que los voy a...

Sus palabras de furia fueron cortadas al mismo tiempo que el silbido de una flecha cruzando el aire fue clavada en su espalda, justo del lado de su corazón, dejando sorprendido al juez de aquella faena. Razgut giró lentamente sobre sus pies y clavó su vista en el techo del palacio.

— ¡Tú!..—Musitó al reconocer la figura que sostenía el arco—Maldito Seijuro.

El nombrado simplemente pudo esbozar una sonrisa ante del dolor ajeno.

—Bastardo...—Gruño entre dientes antes de tomar la flecha, sacarla de un tirón sin mostrar un gesto de dolor— Debes ser muy iluso para creer que eso sería suficiente para matarme. — Se bufó mientras partía la flecha en dos con una sola mano, como si no fuera nada.

—Esperaba que dijeras eso, si no, sería una completa lástima que murieras tan fácil. — Comentó con voz altanera, cambiando su arco por una espada —División especial ataquen ¡YA, YA, YA!—Ordenó haciendo una seña con su mano sacando de su escondite en el tejado a todos los demonios, antes de seguirlos y descender al lugar donde se encontraba Razgut, quien ya había desenfundado su espada de aquel aparente bastón.

En cuanto Seijuro había tocado el suelo, el deforme demonio se había abalanzado contra él, en un intento de no darle tiempo de reaccionar y acabar rápidamente con él. Pero Seijuro había previsto su ataque, haciéndole posible esquivarlo. Puede que Razgut ahora se viera como un adefesio completamente decrepito, pero no debía subestimarse, era un gran oponente. Desde que Seijuro lo vio por primera vez, algo en él no le agrado, sabía que ese viejo era más capaz de lo que mostraba, razón por la que actuaba políticamente "correcto" cada vez que se encontraba con él, pero tomaría esta oportunidad para probar las verdaderas habilidades del anciano.

Los movimientos lentos que Razgut aparentaba al caminar, eran una completa farsa, sus movimientos eran rápidos y fluidos, tan coordinados y certeros que parecían parte de una danza practicada por años. Aunque Seijuro no se dejaría impresionar.

El filo de sus espadas chocaban, una y otra vez, era un continuo esquiva y ataca, tratando de clavar la espada en su contrincante de una forma en que no pudiera esquivarla, pero al mismo tiempo cuidando su guardia, sin darle la oportunidad al otro de que viera alguna apertura para matarlo.

La lucha era muy pareja, la mayor experiencia que Razgut poseía en combate, Seijuro la compensaba con su juventud y decisiones rápidas. Los golpes no se reducían a simples choques de espada, eran combinaciones de puñetazos al rostro y costados, junto con patadas que eran lanzados cada vez que tenían oportunidad, causando al contrario el mayor daño posible. El sudor empezaba a correr por sus frentes, sin embargo sus energías no habían mermado ni un poco, la capa que Razgut había usado al llegar a la plaza del palacio estaba hecha jirones y ahora yacía olvidada en algún lugar del suelo, mientras Seijuro tenía unos cuantos rasguños en el rostro y brazos, los cuales eran tan superficiales que no sangraban.

—No te mentiré, eres un digno oponente— Había elogiado Razgut, mientras lo rodeaba con pasos lentos, acechándolo. Nadie había logrado mantenerse por tanto tiempo a su par, ni mucho menos había alcanzado a dañarle alguna prenda o parte del cuerpo. —Pero terminemos esto de una vez.

Seijuro esbozó una sonrisa retadora, mientras imitaba los movimientos del demonio más viejo, acechándose mutuamente —Me parece perfecto.

Ambos se detuvieron en seco, dejando de acechar el otro y perfilaron su mirada en el demonio que tenían enfrente, cuidando cada uno de sus movimientos, esperando hasta la más mínima flexión de dedos para atacar. El aire se había viciado a su alrededor, el humo y pequeñas cenizas que volaban no parecían afectar en nada su visión o concentración mientras que los sonidos que los rodeaban parecieron haber sido acallados, formando un especie de silencio entre los dos. Sin más preámbulo, se aproximaron el uno al otro con un grito de guerra, dejando de lado la cautela que hasta ahora habían mantenido, esto con la intención de poner toda su fuerza y concentración que poseían en su siguiente ataque. Era todo o nada.

Seijuro había canalizado toda su fuerza en su la espada de su mano derecha, lanzándose de lleno contra Razgut, quien con una sonrisa sardónica alcanzó a esquivar su ataque, tomando la muñeca de Seijuro con su mano izquierda y lo lanzó por arriba de él mientras que con su mano derecha aprovechaba el momento para crear un gran corte por el cuerpo de Seijuro, antes de poder azotarlo contra el suelo.

Seijuro esperando este movimiento por parte de Razgut, había cambiado su posición en el aire antes de tocar el suelo, permitiéndole caer sobre sus pies, flexionando un poco sus rodillas para amortiguar el golpe y para poder de inmediato abalanzarse contra él, asestándole un gancho en el estómago con su mano izquierda haciendo que Razgut aflojara su agarre sobre la otra mano de Mikoshiba, regresándole su movilidad. Valiéndose de este momento, Seijuro volvió a poner toda su fuerza en su espada, cortando de un tajo lo que tenía frente a él.

El silencio que había engullido a ambos después de eso, fue únicamente interrumpido golpeteos en el suelo, declarando un ganador.

La cabeza de Razgut rodó por el suelo unos pocos centímetros antes de que el cuerpo cayera con un golpe sordo a su lado, dando por terminado su encuentro. Mikoshiba se apoyo de inmediato en su espada para recuperar un poco el equilibrio y soltó un quejido al notar como el corte vertical que le había hecho Razgut se extendía por todo su pecho, debía darle créditos, no creyó que ese demonio pudiera atacarle al mismo tiempo que lo lanzaba por los aires. Seijuro tocó un poco la herida que sangraba, manchando sus ropas, comprobando que no había sido lo suficientemente profunda como para poner en riesgo su vida, al menos no por ahora.

Cuando Mikoshiba se alejaba de la escena para unirse a otra pelea, escuchó a su espalda como parte de la madera que estaba incendiándose a su alrededor cayó sobre el juez de aquel espectáculo, quemando el cuerpo, acabando completamente con él.

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Momotaro Mikoshiba, se abría camino entre las hordas de demonios que peleaban entre sí, esquivando algunos ataques y bloqueando algunos otros con su arma, en un intento de no involucrarse demasiado en la faena que tenia frente a él, y poder alcanzar a Sousuke, quien se había adelantado, alejándose de las gradas con dirección hacia el centro de la plaza, dónde la verdadera pelea de interés estaba.

Momo había perdido la concentración en la batalla que se desarrollaba a su alrededor al seguir con la vista a su superior, hasta que una flecha dio certeramente en el pecho de uno de los demonios que intentaba atacar a Momotarou por su punto ciego, haciendo que el demonio cayera a sus pies. El pelinaranja espabiló en ese momento y alzó rápidamente su vista reconociendo la figura que lo había ayudado.

— ¡Hermano, llegaste! —Dijo asombrado Momotaro al instante en que Seijuro se había colocado a su lado. La mirada de Momotaro recorrió la reciente herida que aún sangraba por todo el pecho de su hermano, lo miró preocupado en una especie de pregunta muda, pero un simple gesto de su hermano le hizo saber que estaba bien.

—Recibí tu carta, no pensaba abandonarte en esta lucha o a Matsuoka —Respondió cambiando su arco por una espada de nueva cuenta. —Lamento la demora, pero no vine solo — Agregó haciendo una seña con sus ojos para que Momotarou mirara a su espalda. El menor hizo lo indicado y miro asombrado como una legión de Asmodeo, príncipe de la lujuria, siendo comandados por Kisumi se habían unido a su causa, separando su grupo en dos, mientras que unos cuantos se habían acercado a donde Rin estaba, eliminando esbirros de su camino para que pudiera acercarse a Haru, otros se encontraban en lo alto apoyando con ataques aéreos.

Momotaro no podía creer lo que veía, sabía que su hermano se uniría a su causa sin rechistar, pero no esperaba que trajera consigo más refuerzos. Ante el escenario que se presentaba frente a él no pudo evitar soltar una sonrisa, antes de volver a poner su completa atención en la pelea de la cual su hermano ya era partícipe, acabando con aquellos que se cruzaran en su camino.

—Já ¿Crees que puedes ganarme?—Se burló Seijuro de su atacante, calvándole la espada en el abdomen y retirándola al instante. El menor hizo lo propio esquivando un ataque logrando clavar su espada en la espalda del agresor.
—Nada mal, parece que has mejorado—Elogió el capitán de la división especial.
—No solo tú tienes talento—Ambos mostraron una sonrisa cómplice y se lanzaron a la lucha al coro de un enérgico grito.

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—Rin, debes escapar. Makoto y los demás te esperan en aquel lugar, te ayudaran a perder a los pocos que puedan seguirte. —Habló Yamazaki en voz baja para que solo lo escuchara Rin, el cual ya se había levantado ayudándolo a defender a Nanase quien se encontraba inconsciente por la caída.

—No puedo dejarte así, todo esto es mi culpa.

—Escúchame bien, no estamos arriesgando nuestros malditos traseros para que te quedes aquí a morir con nosotros, así que te largas de aquí o yo mismo te asesino—Vociferó con fuerza clavado su gélida mirada en el pelirrojo quien se quedo un momento en shock.

—¡VETE!—Reiteró Sousuke pateando el estómago de su atacante quitándoselo de encima—¡AHORA! —Grito, sacando a Rin de su estupefacción, quien solo asintió con la cabeza.
—Gracias, te debo una — Dijo con total agradecimiento.

—Les dejo el resto— Dijo a su batallón, agachándose para alzar a Haru.

Sousuke sonrió de medio lado y murmuró. —Y te la cobrare muy cara— Y siguió conteniendo a los enemigos.

Presurosamente Matsuoka tomó a Haru entre sus brazos apegándolo lo más que podía a su cuerpo tratando de protegerlo de cualquier cosa, mientras se alejaba ponía un gran esfuerzo en esquivar la lluvia de flechas que se había desencadenado con la intención de derribarlo, en ese momento Matsuoka agradecía su alto rango y las alas que venían acompañados de él, ya que eran contados los enemigos que podrían seguirlo. Mientras volaba dirigía algunas de sus plumas envueltas en fuego tratando de derribar a sus perseguidores, haciéndolos arder en pleno vuelo, pero para su mala suerte no pudo deshacerse de todos. Siguió los caminos que había trazado mentalmente para su escape deshaciéndose de unos pocos más, en el momento en que quedo un reducido número de demonios, aleteo con más fuerza dirigiéndose a la montaña que en lo alto conectaba al purgatorio, tendría una ventaja si los perdía en la neblina que se formaba en la transición infierno-purgatorio. Y con esto en mente aumento su velocidad debía dejar a Haru en un lugar seguro, luego vería como se las arreglaría para matar a los demás

Mientras recorría con la vista el purgatorio, vislumbro a Nagisa que estaba oculto tras un árbol, se pregunto cuál sería su intención, pero no había tiempo de preguntar y pasó de largo. Al momento en que estaba a unos cuantos metros de distancia escuchó gritos y maldiciones provenientes a su espalda ,dio un pequeño vistazo hacia atrás notando lo que sucedía, Hazuki mantenía a los demonios alejados creando ráfagas de viento que les hacía imposible acercarse a su posición y a su vez alejándolos del escondite del rubio. En un instante logró observar como algunos de sus perseguidores se desplomaban de la nada, cayendo inertes (Esto era gracias a los canticos y exorcismos de Rei, pero Matsuoka no alcanzo a oír ni a divisar al peliazul), si después habían logrado eliminarlos sería una cosa que él nunca sabría.

Rin siguió adelante agradeciendo internamente al pequeño, volando presurosamente hasta que notó la entrada a la cueva que ahora estaba desnuda a la vista y a su lado encontró al castaño quien se tensó al ver a Haruka inconsciente, pero una mirada rápida de Rin le indicó que este se encontraba bien, dentro de lo que cabía.

Cruzó la cueva y la luz que entraba a su espalda por el orificio había desaparecido. Makoto con la ayuda de su elemento había bloqueado la entrada a la cueva con varias rocas agregando vegetación para ocultar la entrada.

El ojirrojo sentía como a medida de que ponía más distancia entre el infierno y ellos, sus fuerzas iban mermando, sus brazos estaban perdiendo el agarre que tenían sobre Haru y su visión se empezaba a nublar, haciéndole difícil continuar, no, debía resistir, al menos hasta estar completamente a salvo, así que agitó la cabeza un par de veces para sacudir esa sensación y sin detenerse ni un solo segundo, voló hacia el lugar donde consumaron por primera vez su amor, aquel lugar secreto detrás de la cascada, cerca del lugar donde los atraparon, pero lo suficientemente escondidos para que no supieran de la existencia de aquel lugar.

Rin cruzó con sus últimas energías aquella cascada y cayó precipitadamente en tierra firme.

La caída había sido lo suficiente fuerte para hacer que Haruka volviera en sí mirando confusamente a su alrededor descubriendo a unos cuantos metros el cuerpo del pelirrojo recostado sobre su costado izquierdo, inmóvil.

—¡RIN! — Haru se levantó lo más rápido que pudo y asustado corrió a auxiliarlo.

En cuanto Haru se hincó a su lado, la mano que había colocado en el suelo a modo de apoyo se había empapado de un cálido líquido carmesí, clavó la mirada en el pasto que yacía bajo ellos apreciando como un charco de sangre crecía bajo Rin; presuroso, lo tomó de un hombro y lo movió delicadamente en busca de la lesión, hasta que la encontró. Una flecha le había dado por la espalda, atravesándolo.

El pánico lo había invadido de sobre manera, pero aún así fue capaz de llevar sus manos a la parte de la flecha que sobresalía de la espalda de Rin, podía cerrar su herida de manera considerable, el problema radicaba en el hecho de que necesitaba retirar la flecha, la cual podría provocar una hemorragia si la quitaba, pero no tenia opción. Así que con una mano empezó a hacer presión y con la otra comenzó a retirarla lentamente, teniendo especial cuidado de no lastimar de más al demonio. Sin embargo, no pudo sacarla completamente, la punta se había quebrado, quedándose en su interior. Y por lo que pudo ver en los restos de la flecha que había extraído, esta había sido bañada en veneno.

El débil quejido que soltaron los labios de Rin alertaron a Haru, aliviándolo momentáneamente, Rin seguía con vida, aún tenía la oportunidad de salvarlo, debía actuar lo más ponto posible si quería que las cosas siguieran así.

Con cuidado, colocó a Rin de nuevo sobre su costado izquierdo, apoyando la cabeza del demonio sobre su regazo, sosteniéndolo firmemente con una mano, mientras que con su mano derecha había invocado al espíritu del agua, como lo había hecho pocos días atrás para sanarlo, y presionó con moderada fuerza sobre la herida en un intento de limpiarla y parar el sangrado que de ella brotaba. Los segundos le parecían horas, y su desesperación era palpable, nada de lo que estaba haciendo parecía funcionar, mientras tenía su mano en su espalda se había dado cuenta que sus respiraciones eran cada vez más imperceptibles e irregulares y por más que lo moviera, no parecía reaccionar.

—¡No! Rin...por favor... no — Haru trataba de embotellar sus emociones desesperadamente, pero le resultaba difícil, su voz se quebraba con cada intento de poder hablar y sus ojos ardían ante las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento, rendido ante su desesperación giró a Rin colocándolo sobre su espalda, se inclinó sobre el cuerpo de demonio, y empezó a sollozar. Sus lágrimas empezaron a surcar lentamente por su rostro cayendo sobre el pálido rostro del demonio que parecía estar dormido. Haru hacía uso de todos los conocimientos de sanación que poseía, había logrado retirar el fragmento de flecha que se había impregnado en su cuerpo, la herida había parado de sangrar y estaba completamente cerrada, pero al parecer era demasiado tarde... el veneno de flecha había llegado su corazón.

En estos momentos es cuando se maldecía por no haber intentado mejorar su talento excusándose con que no tenía ninguna razón para hacerlo, quedándose en su ideología donde su única misión era fabricar cuerpos, no repararlos. Y eso lo hizo sentir aún más culpable, si no fuera por su necedad nada de esto estaría pasando, si hubiera aprovechado su don, Rin no estaría al borde de la muerte. Sí hubiera escapado junto con él cuando se lo propuso, sí nunca se hubieran visto...Sí Rin no se hubiera enamorado de él, nada de esto estaría ocurriendo, todo de alguna forma era su culpa... Pero el hubiera no existe.

Y como si Rin pudiera leer su mente, acercó lentamente una de sus manos y acarició suavemente la mejilla contraria mientras limpiaba cuidadosamente con su pulgar las lágrimas que salían de esos ojos azules, sorprendiendo a Haruka.

—¡Rin!—La mano que sostenía firmemente a Rin, había abandonado su lugar para posarla sobre la del pelirrojo, agradeciendo que hubiera despertado.


—Te dije que te protegería—Le recordó Rin con una dulce sonrisa, la cual fue cortada por una mueca de dolor.

—Eres un idiota—Decía entre sollozos más fuertes apretando la mano de Rin entre la suya.

—No llores...Haru —Imploraba el pelirrojo entre pequeños quejidos. —Nada de esto es tu culpa, eres lo mejor que me pudo haber pasado. Gracias a ti descubrí que mi existencia no era tan miserable como lo pensé, que no solo traía desgracias a los que me rodeaban, aunque ahora no puedo decir lo mismo— Intentó bromear, pero una vez más el dolor se hizo presente, haciéndolo toser provocando que un pequeño hilo de sangre saliera por sus labios —...Lamento haberte traído malas experiencias...


—No digas esas cosas como si fuera una despedida—Regaño mientras las lágrimas impasibles surcaban su rostro, como dos ríos sin intención de parar en algún momento. Rin soltó un intento de risa y continúo.


—Sabes, creo que no seré capaz de ver los árboles en flor, mucho menos podre nadar rodeado de los pétalos de cerezo—Dijo al recorrer con su vista los alrededores dándose cuenta que no faltaba mucho para que los capullos se abrieran

—Claro que podrás, Rin —Respondió en un intento de convencerse más a él mismo que al demonio.

—Haru...— El débil llamado captó por completo la atención del ángel haciendo que este no alejara sus ojos del rostro de Rin, quien se esforzaba por mantener una fachada tranquila, ocultando su dolor — Gracias por amarme y dejarme amarte...es, es de las pocas cosas que puedo decir que he hecho bien en este mundo...Te amo demasiado y siempre lo haré...perdón por todo el dolor que te he causado.

Las palabras que Rin había dicho con tanto esfuerzo y amor siendo acompañadas con una débil sonrisa, se fueron desvaneciendo poco a poco en el viento, al igual que su vida. — Gracias...Haru.

El ángel veía aterrado como Rin se escapaba lentamente de sus brazos sin poder hacer nada, esos ojos rojizos que tanto amaba fueron perdieron su brillo mientras se cerraban lentamente, el cuerpo en su regazo era cada vez era más pálido y gélido, el fuego de sus alas se extinguía a cada segundo y su respiración se fue tranquilizando hasta ser imperceptible.

La mano que hace un momento acariciaba cariñosamente su mejilla cayó inerte en el suelo marcando con un golpe sordo, el final de su existencia.

Notas finales:

Por favor, no me maten. Bueno si, me lo merezco por tardar en actualizar  y al hacerlo venir a matar a Rin en épocas navideñas, pero todo es parte de un plan, lo prometo, este capítulo tenía aproximadamente medio año guardado como un borrador, según yo estaba listo pero no quería publicarlo antes de terminar el capítulo final,  pero al final le hice más modificaciones.

Pero no se preocupen el capítulo final ya esta casi listo

PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN

30 DE DICIEMBRE

*Así es, no tendrán que esperar demasiado y después podrán matarme si quieren, mientras tanto acompáñenme a ver el final de esta historia*

En cuanto a las notas en la lectura aquí esta su significado

[1] El nombre de Razgut lo tome del libro de Hija de Humo y Hueso, ¿La razón? desde que apareció ese personaje me dieron ganas de matarlo, así que aquí me desahogue aunque no me quede muy conforme con su muerte. 

[2] Razgut menciona" Jamás comprenderé el poder de Amon para crear enemigos y que los enemigos se amen" esto me pareció interesante desde que investigue sobre los demonios, ya que se dice que una de las habilidades de Amon era precisamente esta.

Extras:

El castigo de Rin fue una mezcla entre algunos castigos de los mitos griegos.
Una parte fue el de Prometeo, quien por ofender a Zeus fue encadenado, y castigado a que un águila se comiera su hígado, y Prometeo al ser inmortal su hígado se volvía a regenerar para que al día siguiente sufriera lo mismo.

Luego esta Tántalo, hijo de Zeus, quien fue castigado a estar en un estanque del cual no puede tomar agua y estar rodeado de árboles frutales que desaparecen en cuanto intenta tomar uno.

También les  recomiendo una canción que a mi me fascina y que fue parte importante para escribir este capítulo, les recomiendo que la escuchen al finalizar el capítulo para les de más el sentimiento, la canción es "Me, Me, She"  cantada por RADWIMPS. Aquí esta el link con subtitulos al español  https://vimeo.com/204992321  o pueden buscarla como "Me,Me, She" de RADWIMPS en Youtube hay algunos videos con letra y hay un cover de AIMER :)

Tal vez los reconozcan ya que ellos hicieron el Soundtrack  de "Kimi no na wa" y "Tenki no Ko" y serán parte importante para el final de esta historia. 

 

P.D Si ven algun error ortográfico no duden en decirme. Gracias y felices fiestas.


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