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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Sasuke Uchiha


Menudo día había tenido hoy. Ese crío rubio había osado lanzarme un café a mi elegante camisa y tenía un juicio importante. Mi compañero de trabajo Neji, me comentó que me cambiase en la oficina por otra. Menos mal que yo era precavido para las cosas y siempre traía ropa de repuesto por si acaso sucedía algún imprevisto.


Volví a la oficina y me cambié en mi despacho mientras pensaba en cómo iba a lograr que despidieran a ese chico. Estaba enfadado, no podía negarlo. Mis padres siempre se quejaban de lo rancio que era… que si era muy serio, muy frío, muy borde… que si no tenía vida social… al final siempre me mareaban con lo mismo y estaba cansado de escuchar los mismos discursos una y otra vez.


De joven había llevado a alguna chica a casa y entonces sonaba otra canción. “Qué si ella no es para ti”, “Qué si no vale la pena” “Que si es igual de aburrida que tú” total… nunca les gustaba nadie para mí. Esta vez había pensado un plan infalible para disgustarles tanto como ellos me disgustaban a mí con sus tonterías cuando llevaba a alguien que me importaba a casa, llevaría a un chico ¡! A un chico. Fingiría ser homosexual durante un tiempo y darles el disgusto de su vida, sólo tenía que encontrar a un idiota que hiciera un poco el teatro conmigo. Si ninguna chica les gustaba… esto les gustaría menos, al final tendrían que aceptar a alguien… o eso pensaba.


Quizá si les demostraba que era homosexual, dejasen ya por fin de meterse en mi vida y al parecerles tan mal la idea, tomarían de mejor grado a la chica que decidiese llevar en el futuro, esa era mi idea y para ello necesitaba a un chico que no valiera en absoluto la pena, que no fuera nadie importante, que no tuviera estudios a ser posible, alguien a quien mi familia jamás aceptaría. Eso podía parecer fácil, pero lo complicado venía ahora… necesitaba a alguien completamente diferente a mí para que no me vieran tan antisocial, ni antipático, que creyesen que tenía una vida social, a alguien con una gran vitalidad, un fiestero, eso sería complicado de encontrar.


Fui al juicio y lo gané, eso era evidente. Yo vivía exclusivamente para el trabajo, eso era mi vida, no tenía tiempo que perder en fiestas ni en nada extraño. Puede que mis padres tuvieran razón, era muy serio pero es que había nacido para trabajar, en mi agenda no había ni un segundo de disfrute, quería ser el mejor abogado del Estado y para ello… tenía que trabajar y esforzarme. Estaba a punto de conseguir ser socio en el buffet, ser respetado como uno de los mejores y lo iba a lograr costase lo que costase.


Neji decidió acompañarme tras el juicio a la cafetería de esa mañana para hablar con el gerente o el dueño, quería que despidieran al incompetente de él. Le conté a Neji mi plan maestro para enfadar a mis padres y se reía, me llamaba inmaduro por hacer esas cosas en vez de decirles abiertamente lo que sentía, pero es que él no conocía a mi familia. Necesitaba demostrarles a la fuerza que mi vida era solamente mía, ellos no mandaban. Llevándoles lo que tenía pensado, creo que aceptarían cualquier cosa después con tal de que no me fuera con alguien tan… vulgar.


Al llegar a la calle, me encontré con el revuelo que se había montado. La gente se agrupaba y entonces me enteré de lo que había ocurrido con aquel chico. Supongo que me dio un poco de lástima y decidí entrar para ayudarle, aunque claro… al ver en la comisaría que no podría pagarme, le recomendé que contratase un abogado de oficio.


El chico sonrió, me agradeció el esfuerzo de antes y yo me decidí a salir de allí. Era un chico muy raro. Le estaba dando esquinazo pero él sonreía, yo abandonaba su caso y él me agradecía que le hubiera ayudado antes en la calle. Al salir del despacho para ir a por un café de esa espantosa máquina me encontré a Neji.


- ¿Qué haces aquí? – pregunté.


- Me dijeron que estabas en la comisaría ¿Vas a ayudar a ese chico?


- No, el chaval no tiene donde caerse muerto y yo… soy un abogado de prestigio, mis honorarios no los pagaría ni en toda su vida trabajando.


- Pero podría pagarte de otra forma ¿No crees? ¿Qué pasa con ese plan que trazabas? El chico es guapo, no tiene familia, está con un pie en la cárcel… no es precisamente lo que tu familia desearía, podrías enfadarles mucho.


- Eso es cierto…


- Y es completamente opuesto a ti, él sonríe al menos – me dijo echándome también en cara lo serio que era yo.


- He cambiado de opinión – le dije volviendo hacia la sala.


Naruto se asombró de verme allí de nuevo, conversamos levemente y aceptado el trato, me dispuse a ganar su caso. No creo que fuera complicado, al menos si conseguía quitarle a Naruto esa manía de decir siempre la verdad. Supongo que era una cualidad muy buena pero yo estaba acostumbrado a mentir, me ganaba la vida con ello, ganaba los casos así tuviera que mentir, engañar o lo que fuera. Además, ese tipo, su jefe… también mentiría para evitar la cárcel.


Al menos conseguí sacar a Naruto bajo fianza y el juicio se iba a retrasar. La justicia siempre era muy lenta. Acompañé a Naruto a su casa o a lo que se suponía que era su casa, menudo lugar… no quise ni entrar aunque él me ofreció pedir algo de comida rápida como un chino o comida tailandesa y así ponernos al día sobre la versión que contaríamos para aparentar que estábamos juntos.


- No te preocupes de eso, algo se me ocurrirá. Tú sólo… no hables – le dije.


- De eso nada Teme – me insultó y me sorprendí – las versiones tienen que cuadrar, esto hay que hacerlo bien.


- Mañana lo hablaremos, mejor en mi casa, no quiero pisar…


- Vale, lo he pillado. Lárgate a tu lujosa casa – dijo ofendido cerrándome las puertas en las narices.


Me marché de allí y conduje hasta mi casa. Vivía en el centro de la ciudad, me encantaba mi apartamento, lleno de cristal con una vista perfecta de la luminosa ciudad de Tokyo.


El teléfono móvil vibró en la mesa pequeña donde lo había dejado antes de entrar a cambiarme y salí ya con el pijama tumbándome en el sofá cogiendo el teléfono para ver el mensaje que acababa de llegar.


- ¿Va todo bien con tu plan? – preguntó la persona al otro lado de la línea.


- Todo perfecto – le escribí – ya tengo un candidato.


- ¿Es guapo? – preguntó y sonreí levemente.


- No está mal, tiene un inusual cabello rubio pero es sólo un chico sin ninguna cualidad en especial. Servirá para el plan.


- ¿Cabello rubio? Debe de ser muy atractivo. ¿Es extranjero?. Espero que no te enamores de él.


- Por favor, no podría enamorarme de él, es todo lo opuesto a mí y no tiene futuro alguno, él sólo es parte de mi perfecto plan – le escribí.


- Buenas noches Sasuke, descansa y disfruta de tu plan.


- Buenas noches – le volví a escribir dejando el teléfono en la mesa.


Me marché a dormir y al día siguiente, estuve ideando un plan sobre qué tendríamos que decir Naruto y yo aunque cuando le llamé por teléfono para que viniera, no hubo forma de contactarle. Seguro que se había marchado a buscar algún trabajo mal pagado como los que él encontraba, pero… ¿Qué se podía esperar de él? Tenía los estudios más básicos, nada más.


Mi madre me llamó para invitarme a cenar, bueno… a mí y a mi “novia” así que le dije que sí. Menuda sorpresa se llevarían todos cuando descubrieran que mi “novia” iba a ser más bien “novio”. Decidí ir a recoger a Naruto a su casa y es que ya que no podía localizarle, al menos le buscaría.


Cuando llegué a su casa me abrió en toalla y mojado, se había duchado y no podía negar que era bastante atractivo, era más fuerte de lo que parecía vestido. Me sorprendió bastante. Era extraño que no tuviera novio o novia, tenía gran vitalidad, una impresionante sonrisa, un cabello rubio inusual, un cuerpo perfecto y unos ojos azules que captaban la atención de cualquiera al momento, desde luego no era en absoluto japonés y si lo era… sus padres no eran de aquí. Europeo quizá, del norte. No quise preguntarle, tampoco me interesaba mucho su vida, cuanto menos me relacionase con él mejor, total… esto acabaría pronto, sólo era un trato, no teníamos ni que llevarnos bien, tan solo fingir hacerlo.


- ¿Qué haces en la puerta de mi casa? – me preguntó sorprendido.


- Vístete, mis padres nos han invitado a cenar.


- Ah no – me dijo sonriendo sin creérselo – no me dijiste que tenía que mentirle a tu familia.


- ¿Y por qué iba a necesitar tu ayuda?


- Para tus amigos, yo que sé.


- Era para la familia.


- Yo no miento a la familia, la familia es algo importante para mí ¿Sabes?


- Tú no tienes familia.


- Eres idiota – me dijo tratando de cerrar la puerta pero yo puse el pie y se lo impedí.


- Vístete, era el trato. Me debes mucho dinero por tu juicio y serán solo unos días, tranquilo. Puedes contarles la verdad sobre ti, sólo será una pequeña mentira sobre que estamos saliendo.


- Está bien – me dijo algo enfadado y fui a entrar en su casa cuando él me lo impidió - ¿Qué haces?


- Esperarte en el sofá sentado.


- De eso nada, no te gustaba mi casa, así que espera fuera – me dijo cerrándome la puerta en las narices de nuevo. Empezaba a estar cansado de ver esta maldita puerta.


Esperé casi diez minutos aquí fuera y cuando salió finalmente iba a quejarme por su tardanza, pero estaba tan guapo con el cabello mojado que se me pasó por completo.


- Sécate el pelo – le dije – vamos a casa de mis padres, tienes que ir presentable.


- No tengo secador – me comentó y yo traté de mirar a través de la puerta pero él la cerró evitando que viera el interior.


- Te compraré uno entonces. No puedo permitir que salgas así todo el tiempo. Vamos a ver a mis padres, no a tus colegas – me quejé.


- Ni que fueran los reyes del mundo – me dijo serio – sólo son personas.


- Personas importantes.


- Para mí todas las personas son importantes, pero como te he dicho, no tengo secador.


- Pasaremos por mi casa primero a secarte ese pelo.


- Ah no, no pienso ir a tu casa. No necesito ver en qué inviertes todo tu dinero. Acabemos cuanto antes con todo esto. No quiero mentir tanto tiempo.


- No vas a mentir apenas justiciero de la verdad – le dije quejándome.


- Estoy sosteniendo la idea de que estamos saliendo y no es cierto, eso es una mentira.


- Es una leve ocultación de la verdad, pero si te sientes mejor, puedes decir y creerte que salimos hasta que rompamos.


- Eres idiota, yo no saldría jamás con un egocéntrico como tú – me dijo enfadado empezando a bajar las escaleras. Yo le seguí.


Esto iba a ser divertido, cena con mi familia y no sólo mis padres… mis primos estarían allí y eso iba a ser muy divertido. Ellos no aguantaban que trajese “novias”, siempre intentaban alejarlos de mí, así que tenía pinta de que sus bromas ya las tendrían preparadas para Naruto. Ese chico ni siquiera sabía nada de lo que tendría que aguantar en mi familia.


 


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