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Wounds por KoizumiKyuu

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Notas del capitulo:

Koizumi is back at it again with dem boyes

Capítulo 3


Invadido por su veneno, no podía evitarlo y dejar caer.


Incluso la corrupción se volvió pasión.”


 


Su cabeza yacía entre las piernas del hombre, tomando con sus manos el miembro de éste y para darle largas caricias con su lengua. Aunque no pudiera verlo, podía sentir su mirada sobre él y la mano sujetando firmemente su cabeza. impidiéndole alejarse.


Miró hacía arriba por un instante y pudo notar el leve sonrojo en su rostro, en el cual podía notar claramente la reacción que tenía sobre Ren, aunque no pudiera escuchar más que leves gruñidos de su parte, sabía perfectamente que estaba haciendo un buen trabajo.


Abrió su boca lo suficiente para introducir gran parte en ella, y lentamente engulló el miembro de su acompañante. Le tomó un par de segundos comenzar a mover su cabeza y poco a poco el vaivén fue aumentando, cada vez más rápido. No tardó demasiado en sentir la mano cogiéndole del cabello fuertemente y empujándolo más, casi haciéndole sentir arcadas. De pronto sintió su boca siendo llenada por el ya familiar líquido, no podía apartarse así que tomó todo conforme salía, tratando de no derramar una sola gota y causar un desastre.


La mano le soltó para darle una palmada en la coronilla. Syo miró a Ren mientras tranquilamente retiraba el miembro de su boca, este le dedico una sonrisa y sin más acomodó su miembro dentro de su ropa interior, subió el zíper de su pantanlón y Se levantó de su asiento, sin decir nada, dirigiéndose al baño. Probablemente a tomar una ducha.


Syo se quedó en su lugar, en el suelo, aún de rodillas, viendo como su amante se iba. Ahora ya no estaba tan seguro de haber hecho un buen trabajo, parecía estar molesto.


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—¡Hey, Otoya! ¡Juguemos soccer !— Gritó el rubio desde el otro lado del pasillo, seguro de que el guitarrista lo escucharía.


No tuvo que esperar pues el chico ya estaba listo con sus taquetes y balón en mano para salir al jardín y patearle el trasero, amigablemente por supuesto, una vez más al rubio.


Una práctica de soccer normal entre chicos, querían aprovechar lo que quedaba de los días de otoño antes de que el invierno llegara y les fuera imposible jugar por la nieve. De vez en cuando, Nanami los observaba jugar y hacía el papel de arbitro, no muy bueno la verdad, pero era suficiente para ellos dos.


Jugaron hasta que el sol se puso. Cansados, se tiraron en el pasto tratando de recuperar el aliento e hidratándose con sus bebidas. Se quedaron en silencio por un momento, mirando el cielo anaranjado del atardecer.


—Mira, la primera estrella. Pide un deseo — Dijo Otoya señalando el astro en el cielo y cerrando sus ojos para pedir un deseo.


Syo lo miró con un poco de incredulidad pero aún así cerró sus ojos y pidió un deseo.


Un suave viento comenzaba a soplar, refrescando a los chicos, fácilmente se podía decir que estaban en los últimos días de otoño. Todo estaba en silencio y las luces exteriores del jardín comenzaban a prenderse automáticamente mientras el sol se ocultaba en el horizonte.


Otoya miró atentamente a Syo, quien estaba distraído mirando perdidamente el pasto.


—Syo... ¿Puedo preguntarte algo? — Su voz estaba calmada pero aún no pudo evitar sentir nervios.


—¿Uh? — Syo no tenía ni idea de lo que el pelirrojo podría preguntarle. Parecía algo serio, tal vez podría ser importante.


—Últimamente te he notado algo raro...


Syo se tensó. Sabía a dónde iba a eso y quería evitarlo. Trató de simular tranquilidad y estiró sus brazos frente a él.


—¿Raro...?—Soltó una pequeña carcajada y sonrió hacía el pasto, intentando no mirar a Otoya.


—Si, raro. — Se inclinó para poder verle la cara — Triste, para ser más específico.


Syo suspiró y regresó la mirada a su compañero. Su cara estaba incómodamente cerca, se alejó un poco con un ligero rubor en sus mejillas y maldiciendo en su mente.


—He tenido días pesados, eso es todo. — Trató de cortar la conversación ahi.


Otoya exhaló aliviado, temía que su amigo estuviera pasando por algo más difícil. Juguetonamente y sin aviso se abalanzó contra él, dándole un fuerte abrazo hundiéndolo en su pecho.


—Cuando quieras puedes hablar conmigo para despejarte, ¿ok? — Lo apretó aún más — No es bueno que te guardes las cosas por mucho tiempo.


Syo trataba de safarze del agarre pero cedió al sentir el estrujón volverse más fuerte. Murmuró un 'gracias' en el pecho del pelirrojo, quien aún seguía apretándolo contra él. De cierto modo...esta cercanía no le molestaba.


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Corrió hacía la puerta principal, abrazándose a si mismo para proporcionarse calor, estaba que se moría del frío. Abrió la puerta y dejó que el agradable calor lo golpeara gentilmente en la cara. Mezclado con aquél calor pudo percibir el olor dulce del chocolate caliente. Sonrió. Ahh, de verdad que le encantaba el invierno.


Fue directamente a la habitación de Syo y Natsuki, había comprado un nuevo videojuego y quería probarlo con Syo. Llamó a la puerta varias veces, pero nadie respondía. Extrañado, abrió la puerta encontrándose con una habitación vacía. Echó un vistazo a su alrededor y dio unos pasos más adeltante, pudo escuchar que alguien estaba usando la ducha. Si tenía suerte y hasta podría ser Syo así que decidió esperar a que la persona terminara.


Esperó en el sillón checando su célular mientras tanto. Cuando escuchó el agua dejar de correr seguido por la puerta abrirse, volteó su cabeza, la suerte estaba de su lado y pudo ver a Syo salir del cuarto de baño.


El rubio se sorprendió al ver a su amigo sin ningún aviso en su habitación.


—O-otoya, ¿Qué pasa?


Otoya se había levantado de su lugar con su típica emoción, acercándose a Syo rápidamente.


—¡He comprado el vídeojuego que vimos el otro día! ¡Vamos...!—Su voz se desvió por completo al igual que sus ojos, lo cuales ahora miraban hacía un lado en lugar de los ojos del rubio.


Se había dado cuenta de que el menor sólo tenía una toalla en su cadera y no pudo evitar sentirse algo avergonzado.


—¿N-no quieres cambiarte?


Syo se sonrojó furiosamente al darse cuenta de que todavía estaba desnudo. Corrió a su ropero y directo al cuarto de baño. Quiso quedarse más tiempo, no queria dejar el baño hasta que la pena pasara lo más rápido posible. Ah, si que era un tonto.


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Jugaron en la habitación de Otoya hasta la madrugada, Tokiya y Rei no fueron un gran problema, les dejaron jugar con la condición de no hacer demasiado ruido y dejarlos dormir. Exactamente como dos chiquillos con juego nuevo.


Eran las 4 a.m. Y Syo con trabajo podía ver la pantalla frente a él, díficilmente podía ver alguna figura coherente. Otoya, quién no estaba muy lejor de alcanzar el cansancio al igual que el rubio, sugirió terminar la partida hasta ahi y descansar lo que les quedaba de noche.


Ambos estaban sentado en el sofá y envueltos en una cobija. Syo había dicho que dormiría ahí, pues volver a su habitación tan tarde era peligroso con Ai alli y quería evitarse problemas. Otoya al instante le ofreció su cama, a lo cual Syo se negó diciendo que él dormiría en el sofá y Otoya podría dormir en su cama.


—Eres demasiado terco...—Se quejó el rubio por debajo—


Otoya se quedó callado, simplemente observando a su amigo, quien se veía adorable envuelto en un cobija, con sus ojos cansados y su cabeza meciéndose levemente. Sin darse cuenta,se había acercado un poco más para tener una mejor vista de aquella imágen, era muy encantadora.


—O-otoya — Llamó Syo, algo nervioso por la corta distancia — Oye...


Pero Otoya había pasado ya tiempo observando los labios de Syo y sin ningún aviso se atrevió a besarlos suavemente. No pensó en si el chico le respondería, tal vez la falta de sueño era lo que lo había impulsado a hacerlo.


Syo se quedó quieto al inicio, sorprendido, pero no vaciló en corresponder gentilmente al tacto.


Era un beso casto, no había malas intenciones detrás. Era un beso lento y duradero. No sabían realmente que era lo que había pasado pero estaban seguros de que ya llevaban más de tan sólo unos cuantos minutos compartiendo caricias.


Sabía perfectamente dónde estaban sus labios y lentamente se alejó. Syo era su amigo y no tenía por qué haberlo besado. Sentía la culpa acumularse en su pecho, haciendo presión en él y causando una gran incómodidad.


—¡P-perdón, Syo! N-no fue... y-yo no....


—Está bien.


No se dejó mentir y aceptó para sí mismo que le hubiera gustado que esos besos tuvieran algún significado


Pudo leer la expresión en el rostro de Otoya y se adelantó a decir algo.


—No hay problema, en serio — Sonrió, tratando de asegurarle lo que decía —


Otoya, quien aún se sentía mal y avergonzado, intentó regresarle la sonrisa pero sintió una ligera y rápida presión sobre sus labios.Porque a este punto no tenía por qué temerle a besarlo un poco más.


Terminaron por compartir ambos el sofá. Otoya regcarganddo su cabeza sobre la de Syo, ambos envueltos en una cobija.


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Ciertamente, Syo no entendía, o mas bien no tenía idea de, cómo había terminado presionado por el cuerpo de Otoya contra un escritorio en la que alguna vez fue su escuela. Y por lo que podía sentir aún con su ropa puesta, éste estaba en el mismo estado que él. Ambos respiraban agitandamente, a falta de aire, falta de coordinación, y por supuesto, por emoción.


Sintió manos subiendo por su caderas y perdiéndose dentro de su camisa, apretando fuertemente su pequeña cintura y oprimiéndolo contra el escritorio. El vaivén entre ambos cuerpos comenzaba a desincronizarse, volviéndose más desordenado y sucio con cada embestida.


Un crujido a la distancia, un eco, fue lo que los hizo detenerse en seco por unos segundos. Fue entonces, cuando algo de cordura entró en uno de ellos y observó detenidamente el cuerpo en su agarre. Y aunque sus caderas pegadas a más no poder era una vista encantadora, incitándole a imaginar cómo éstas se verían sin nada de tela separándolos, no pudo evitar que sus morales tomaran lo mejor de él y aflojó su agarre de la pálida piel.


—N-no.


Syo se percató de la diferencia y extendió su brazo para volver a poner la mano donde correspondía en su cintura.


—Syo-- n-no podemos---


Aquello fue suficiente para hacer que Syo se girase para ver al pelirrojo a los ojo y hundirse en sus rodilla frente a él. Fue cuando sus manos tocaron el notable bulto en sus pantalones que Otoya entendió lo que Syo pedía.


—Acabas de restregarte en mi como perra en brama, no me pidas que paremos cuando ni hemos empezado.


No se molestó en deshacer los botónes, simplemente bajó y el zíper y sacó el miembro de su acompañante por la hendidura de su ropa interior. Imposible le fue el no compararlo con aquél de Ren y lo pesado que se sentía contra su mano y labios.


—S-syo...


Syo subió la mirada al momento de engullir el miembro por completo, viendo cómo la cara de preocupación de Otoya cambiaba a una de placer puro. Ya que se aseguró de haberlo salivado lo suficiente, lo retiró lentamente de su boca con un 'pop'.


—Otoya, —habló con una voz casi irreconocible, llena de lujuría, y al mismo tiempo utilizaba su mano para jalar en la virilidad del otro,— quiero que uses mi boca y no te detengas por nada. Quiero hacerte sentir bien.


Una repetición no fue necesaria, pues al momentp en que Syo soltó aquellas palabras, Otoya le tomó de la cabeza con ambas manos y se guió hacia el calor de la boca del menor, clavándose hasta el fondo de su garganta. Se quedo inmóvil por unos segundos, disfrutando del calor y los apretones que recibía al sentirla contraerse. Retrocedió lentamente, dándole tiempo a Syo de ajustarse y tomar aire para repentinamente hundirse de nuevo profundamente. No tardó en encontrar un ritmo rápido y acertivo.


El sonido húmedo que hacía el vaivén de sus movimientos dentro de la boca del rubio, la combinación de gemidos y arcajadas que salían de Syo, el choque de su cara contra su pelvis, todo era muy estimulante. Era completamente excitante. Y lo fue aún más cuando notó el momento en que Syo sacó su miembro para comenzar a masturbarse con su mano derecha, terminando rápidamnte.


Y exactamente como Syo se lo pidió, abusó de su boca hasta que llegó el momento que tanto esperaban y profanó aquella espléndida cavidad con su semilla, manchando su garganta de blanco. Ambos se quedaron quietos, Otoya con su pene completamente hundido hasta el fondo de la garganta del otro, dejando salir todo, y Syo con sus manos sobre su regazo y viendo la cara de Otoya al alcanzar el orgasmo. Cuando éste comenzó a suavisarse, se retiró lentamente de la boca y se compuso de regreso en su ropa.


Syo, por el otro lado, seguía callado pero ahora no podía mirar a Otoya. De alguna manera, el pensar en las palabras que había dicho y cómo se comportó le hacía sentir una repentina pena... No quería levantarse y mucho menos levantar la mirada para ver a Otoya.


Otoya pareció darse cuenta de esto, y siendo el chico genuinamente bueno que es, se arrodilló frente a Syo para llamar su atención.


—Hey, Syo, ¿Estás bien? ¿No...te lastimé?


Y Syo finalmente le miró a los ojos y negó con su cabeza lentamente.


—Entonces, ¿Cuál es problema?


Syo hizo un gesto con sus hombros 'no sé' y trató de evadir la intensa mirada de Otoya de nuevo, lo cual no resulto pues este le tomó delicadamente de la cara con ambas manos y le hizo fijarse en él.


—Estoy bien, ¿Podemos irnos ahora?


No quiso tomarselo personal y razonó que dejar la conversación hasta ahí sería buena idea. Ambos se levantaron e hicieron camino hacia el auto que los esperaba fuera de la academia. El trayecto en el auto fue callado y ciertamente había una pequeña ligera pizca de incomodidad en el aire que a ninguno de los chicos agradaba.


Al llegar al piso de sus respectivos dormitorios, Otoya ya se había decidido por dejarle ir sin más. Pero, algo en su interior fue lo suficientemente fuerte para jalarle de la muñeca y llevarlo directamente a su habitación. Revisó a su alrededor para asegurarse que ni Tokiya ni Reiji estuviese ahi. Cuando se percató de la ausencia de estos, se volvió a Syo para confrontarlo.


—Ya te dije que todo está bien--


—No hay nada de bien en ti después de eso. Syo, yo creo que te he demostrado varias veces que puedes confiar en mi y esta no tiene por que ser una excepción.


Syo exhaló, cansado y agobiado. Él sólo quería irse a su habitación, tomar un baño, escuchar el sermón que recibiría por parte de Ai por algún detalle insignificante y así poder ignorarlo, y finalmente irse a dormir.


Otoya mantuvo su mirada fija en él, y Syo maldijo su persistencia.


—Estoy confundido, ¿okay? — Finalmente admitió,— No hace mucho... había alguien más y... siento que lo que pasó no debió haber pasado, ¡No me arrepiento! Pero... tal vez es culpa...


Era turno de Otoya para quedarse callado. No pudo evitar el sentirse celoso y hasta cierto punto usado. Pero, Syo claramente dijo 'había', lo cual le hacía sentirse un poco mejor al asegurarle que no estaba siendo parte de un amorío.


—Oh, Syo...—Otoya llamó y lo envolvió en un abrazo cálido, reconfortante.— Seré honesto contigo, esto puede ser algo de una sola vez, no se lo contaremos a nadie y no volverá a pasar. Olvidado por completo. Pero, si quieres... esto, lo que sea que sintamos... puede continuar.


—¿Me estás dejando decidir, qué hay de ti?


—No estamos muy seguros, ¿no? — Syo asintió acertivamente — Entonces, no hay que preocuparnos. Podemos descubrirlo en el camino.


Syo le miró a los ojos y pudo reconocer ese brillo. Ilusión. Sintió su estomágo volcarse en su interior de los nervios. Este era Otoya, quien nunca tenía malas intenciones, no quería lastimarlo. Y aunque si, había continuado viendo a Ren incluso después de enterarse que estaba en una relación formal con una chica, y estaba herido y ofendido, tenía muy claro que no quería lo mismo para el pelirrojo.


—No me mires así — Dijo Syo con un tono triste. Acarició el rostro de Otoya suavemente y suspiró de nuevo, — Esto es una locura...


Otoya sonrió a la respuesta del rubio. Era un si. Cuando lo conoció, nunca se habría imaginado que terminaría en este tipo de relación con él


—¡Syo!


La emoción tomó lo mejor de él y le hizo plantarle un beso en los labios, lo cuales no había tocado desde aquella noche en su habitación.


Y él no tenía por qué pensar que Ren alguna vez lo besó con la misma pasión y ternura, pero todo eso cambió a caricias salvajes y besos voraces. Aunque admitía que le gustaba hasta cierto punto, no podía darse el lujo de ponerse en el mismo lugar para ser ilusionado y lastimado de nuevo.


Cortamente Syo ganó la compostura de vuelta y se separó lentamente.


—No tiene por que ser exclusivo, Otoya. Sólo veremos qué pasa...


Notó como el semblante de éste cayó por un segundo y luego volvió con una leve sonrisa.


No había nada de qué temer.

Notas finales:

Me tomó más de un año actualizar esto. No sé que esperan de mi.

Es gracioso que aún no haya borrado este documento. Tal vez haré un par de capítulos más, acortarlo mucho comparado con el proyecto original (16 capítulos), y darle un final definitivo pronto. Muchas gracias por los reviews.

 

Koizumi.


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