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Diez años por Takaita Hiwatari

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Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 18: “Un amor clandestino”:

 

Aquella tarde de domingo, Mikoto sonrió ampliamente cuando tocaron la puerta de su hogar, pensando que quizá sería Itachi o Sasuke, tal vez los dos. Su sonrisa se suavizó por un instante cuando al abrir la puerta descubrió que no se trataba de ninguno de sus hijos. Pero no por ello la visita era desagradable.

 

─Naruto, hola.

─Buenas tardes, Mikoto. ─Le devolvió la sonrisa.

─¿Qué te trae por aquí? Entra ─invitó. Al ver un poco inseguro al rubio, con confianza le tomó del brazo y le instó a ingresar─. ¿Es mi imaginación o te ves repentinamente tímido? ─bromeó.

─No quería molestar’ttebayo, pero… me preguntaba si… ─balbuceó deteniéndose en el rellano de la entrada─. Necesito hablar con Itachi, pero no sé dónde vive…

─Entiendo. ¿Quieres que te dé su dirección?

─Si no es molestia…

 

Con un movimiento de mano, Mikoto le indicó que le siguiera. Naruto se retiró el calzado sin cuidado y entró tras ella.

 

─¿Itachi trabaja hoy?

─No ─respondió la mujer, buscando papel y bolígrafo en la sala─. Y si está trabajando, seguro que lo está haciendo en su apartamento. ─Anotó la dirección en el pedacito de papel─. Por cierto, ¿para qué quieres ver a Itachi?

 

Era por eso que Naruto había dudado en pedirle a Mikoto la dirección de Itachi, porque temía esa pregunta. No se le había ocurrido ninguna excusa decente que decirle.

 

─Ah, pues… Te-tengo un amigo que tiene un problema… ¡necesita un abogado!

─En ese caso es mejor si te doy el número de Itachi y tú se lo pasas a tu amigo ─sugirió─. Itachi no recibe clientes en casa.

─¡No! Es sólo que… quiero comentarle el caso de mi amigo… ─Sonrió nervioso─. ¿Me das la dirección? ─casi suplicó, con una tensa sonrisa.

 

La mujer asintió, entregándole el papel con la dirección. Al instante lo guardó en el bolsillo del pantalón, agradeciendo por la información.

 

─Por cierto, ¿has visto a Sasuke últimamente?

 

La pregunta tomó por sorpresa al rubio que en un primer momento no supo qué contestar. No había visto a Sasuke desde que habló con él en su apartamento, y la verdad es que ya no aguantaba más la lejanía autoimpuesta. Más que un castigo para Sasuke, parecía un castigo para sí mismo.

 

─No ─se limitó a decir.

─¿No? ─Se sorprendió─. Pensaba que Sasuke y tú os estabais frecuentando. Después de todo sois amigos, ¿no? ─indagó.

─Algo así.

─¿Algo así? ─reiteró una vez más, con sumo interés, tomando la muñeca de Naruto y casi arrastrándole a la cocina─. Que descortés soy, no te he ofrecido un té. Vamos a la cocina y me cuentas.

 

Naruto abrió los ojos de par en par. ¿Contarle?, ¿contarle qué? No podía contarle nada. No iba a decirle que suspiraba por Sasuke, que era algo así como su novio.

 

─Es que tengo un poco de prisa. ─Trató de librarse de la inminente conversación incómoda.

─Sólo será un momento. ¿Vas a privarme de tu compañía?

 

Por un momento Naruto juró que Mikoto estaba manipulando la situación a su favor, tratando de convencerle al dedicarle la mirada más inocente y encantadora que jamás le había conocido a la mujer. Suspiró. No, eran imaginaciones suyas, Mikoto no haría algo así.

 

─Sasuke y yo nos entendemos, pero apenas nos vemos, eso es todo’ttebayo.

 

La mujer mostró una sonrisa, pero en el fondo no estaba muy convencida con la respuesta. Deseaba algo un poco más explicito.

 

─¿Sabes? Me alegra que mi hijo vea en ti un amigo ─confesó yendo a calentar agua para el té.

 

Entonces a Naruto la conversación no le pareció tan incómoda, al contrario, captó su atención de tal forma que sin ser invitado tomó asiento frente a la mesa de la cocina.

 

─¿Te alegra? ─reiteró.

─Sí. ─Giró a verle con una sonrisa─. Eres un buen chico, alegre, enérgico, extrovertido… Sin duda mi hijo necesita la compañía de alguien así.

 

Un rubor acudió a las bronceadas mejillas ante tanto halago. Siempre fue consciente de que le agradaba a Mikoto, pero no sabía que la mujer tenía un concepto tan bueno de él. Dejó escapar una suave risita avergonzada, rascándose la nuca.

 

─Pues… gracias ─balbuceó.

─Y aprovechando que ninguno de los dos tenéis pareja, podríais frecuentaros más. ─Una suave risa se le escapó cuando escuchó a Naruto toser repentinamente─. ¿Recuerdas aquella vez que te dije que mi hijo era novio de tu prima? Todo fue un malentendido. Sasuke está soltero.

 

Había querido aclararle eso a Naruto desde que supo que le había herido con aquel desatinado comentario tiempo atrás. En silencio percibió que al instante el rubio la miraba con interés, con un brillo en su mirada.

 

─Oh, aunque quizá me he aventurado demasiado y tú sí tienes novia ─comentó inocente, llevándose pensativa una mano a la mejilla.

 

Al instante Naruto negó sacudiendo las manos y la cabeza lleno de energía. No quería que Mikoto pudiera hacerse una idea equivocada y comentárselo a su familia, sería malo si Sasuke se enteraba y existía un nuevo malentendido entre ellos.

 

─¡No!, ¡no tengo novia dattebayo!

─Eso es perfecto, podréis dedicaros más tiempo el uno al otro, ¿no te parece?

─Supongo ─respondió con una ligera sonrisa nerviosa─. Pero Sasuke está muy ocupado con su trabajo.

─Lo sé. El trabajo acabará estresando a mi hijo, no me gustaría que se volviera más frío y reservado de lo que ya es, por eso pienso que tu compañía le hará mucho bien en su tiempo libre. Serás una buena influencia en su vida.

 

Inevitablemente, Naruto se preguntó si Mikoto seguiría diciendo lo mismo si supiera los sentimientos que tenía por Sasuke. Quizá ella dejaría de verle como un buen chico, ya no le tendría aprecio, le ordenaría que se mantuviera lejos de Sasuke porque era una mala influencia para él.

 

Mikoto seguramente prefería ver a su hijo emparejado con Karin antes que con él. Y no podía enojarse con ella, después de todo eso era lo “normal”, un chico emparejado con una chica.

 

Tras guardar un pequeño silencio, Naruto se puso de pie con intención de irse, pero la voz de la mujer le interrumpió.

 

─Por cierto, ¿le devolviste a Sasuke la chaqueta?

─Claro. ─Asintió─. Fui al hospital y se la di, como me dijiste.

─Te lo agradezco ─le dijo con una sonrisa, antes de girar para servir el té en un par de vasos─. Deberías salir más abrigado a la calle, Naruto. Por suerte ese día mi hijo te prestó su chaqueta, pero podrías resfriarte.

─Lo sé. ─Sonrió agradecido con la preocupación de Mikoto─. Pero cuando voy a jugar fútbol no me gusta abrigarme, y como voy directo a casa no me da frío. Pero ese día me entretuve hablando con Sasuke… ─Se interrumpió al ser consciente de que empezaba a hablar de más.

─Y te prestó su chaqueta ─finalizó por el menor.

 

Un pequeño mal presentimiento recorrió a Naruto en forma de escalofrío. Mikoto le recordaba a cuando su madre trataba de sacarle alguna información, y le inquietaba que esa información que Mikoto quería obtener estaba relacionada con Sasuke. Algo no andaba bien. Normalmente Mikoto le preguntaba sobre sus estudios y cosas por el estilo, pero ahora se mostraba especialmente insistente en hablar de Sasuke.

 

─¡Se me ha hecho tarde’tteba! ─exclamó de pronto, retrocediendo un paso─. Gracias por la dirección.

─¿Te vas?, ¿ya? ¿No vas a beber tu té? ─Trató de retenerle un poco más, dejando el vaso sobre la mesa.

 

Con prisa, Naruto tomó el humeante vaso de la mesa y bebió gran parte de su contenido. Estaba demasiado caliente, pero no se quejó.

 

─Gracias por el té. ¡Adiós! ─exclamó marchándose presuroso.

 

Mikoto suspiró resignada. Tal vez había sido demasiado obvia, Naruto parecía haber notado algo raro.

 

─Será para otro momento ─se dijo a sí misma, tomando asiento para beberse su té.

 

****


─¿Naruto-kun? ─La voz de Itachi se escuchó genuinamente sorprendida.

 

El rubio respiraba sofocado, tratando de decir algo. Al parecer había llegado corriendo.

 

─Ah… yo… Itachi…

 

El mayor se hizo a un lado, permitiendo a Naruto ingresar. Al ofrecerle un vaso de agua, el otro aceptó de inmediato, estaba sediento. En cuanto lo tuvo en su mano se lo bebió del tirón.

 

─Gracias’ttebayo. ─Se limpió un pequeño rastro de agua con el dorso de la mano, entregándole de vuelta el vaso.

 

Itachi dejó el vaso en una pequeña mesa frente a un sofá, ésta estaba llena de papeles. Naruto lo notó al instante y se detuvo observando aquello. Había interrumpido a Itachi en su trabajo.

 

─Creo que he llegado en mal momento.

─No te preocupes, Naruto-kun ─respondió tomando asiento en el sofá, invitando al rubio a acompañarle─. Confieso que me sorprende tu visita.

─Lo sé. ─Tomó asiento en el otro extremo del sofá.

─¿Sasuke te ha dado mi dirección?

─No, fue tu madre.

 

El mayor asintió, ordenando un poco el desastre de papeles que tenía sobre la pequeña mesa.

 

─Itachi, yo… quería disculparme contigo. ─Los ojos negros se posaron en él, mirándole con interés─. Ya sabes, te traté mal aquellas veces que intentaste hablar conmigo. Y yo no quise escucharte…

─No tiene importancia.

─¡Claro que la tiene! ─exclamó─. Todo fue un malentendido. Después de hablar contigo en la cafetería, hice lo que me dijiste y mantuve la distancia con Sasuke un tiempo. Le busqué después de Año Nuevo, y él estaba con Karin en su apartamento. Ella me aseguró que estaban teniendo una cita y Sasuke no lo negó. Traté de aferrarme a lo que me dijiste, pero no pude’ttebayo.

─Sasuke dudaba de tus sentimientos, por eso no negaba tener algo con ella.

 

Naruto asintió. Algo parecido habló con Itachi en la cafetería. Pero después de ver a Karin en el apartamento de Sasuke, y para rematar la conversación que tuvo con ella en el hospital, sembraron dudas en él.

 

─Lamento lo que ocurrió ─insistió tras un breve silencio─. Debí haber confiado en ti, o al menos haber hablado antes contigo.

─Lo importante es que ya has hablado con Sasuke, y espero que todo haya quedado arreglado ─comentó como si no supiera nada del asunto.

─Mn, sí. ─Asintió─. Pero no he visto a Sasuke desde que hablé con él ─confesó.

─¿Y eso por qué? ─preguntó con disimulada curiosidad.

─Necesitaba pensar dattebayo. Y también, quería darle a Sasuke un poco de su propia medicina.

 

Una ligera sonrisa se mostró en los labios de Itachi. Era normal que después de todas las inseguridades y mentiras de Sasuke, Naruto-kun no saltara a sus brazos a la mínima oportunidad.

 

─Estoy seguro de que Sasuke ha captado tu mensaje y no volverá a comportarse así.

─¿Tú crees?

─Sí, conozco a mi hermano.

 

Tras un pequeño silencio, Naruto habló.

 

─Te confieso que había esperado que Sasuke me buscara o me llamara, pero nada de eso ha ocurrido.

 

Itachi sabía perfectamente que su hermano había ansiado ponerse en contacto con el rubio, pero él mismo le aconsejó que no lo hiciera cuando Sasuke le contó que Naruto le había pedido tiempo. Pero continuó actuando frente a Naruto como si no supiera nada.

 

─Tal vez ha tenido mucho trabajo, o quizá te está dejando tiempo para que medites vuestra conversación ─comentó casual.

─Seguramente será eso. Al final de nuestra conversación le pedí tiempo para pensar y le dije que yo le buscaría.

─Entonces ahí tienes tu respuesta, Naruto-kun ─le dijo con una tenue sonrisa─. Apuesto que Sasuke te está esperando.

 

Un rubor apareció en las bronceadas mejillas. ¿De verdad Sasuke le estaba esperando? Le era difícil imaginar a ese teme esperando volver a verle.

 

─Gracias, Itachi’ttebayo ─dijo poniéndose de pie.

─¿Te marchas?

─Sí. Sólo quería disculparme contigo, te dejo trabajar.

─Puedes venir cada vez que quieras. Y si tienes algún problema con mi tonto hermano menor no dudes en hablar conmigo. Le haré entrar en razón.

 

Naruto rió al escuchar la forma en que Itachi llamó a Sasuke.

 

─Claro ─respondió.

─Entonces, Naruto-kun, ¿cuándo buscarás a Sasuke?

─Pronto. Muy pronto ─respondió antes de marcharse.

─Bien ─se dijo a sí mismo cuando se quedó solo. La espera de Sasuke había terminado.

 

Sin más regresó a su trabajo. Sabía que Naruto-kun no dejaría pasar un tiempo muy prolongado antes de volver a buscar a Sasuke. Sus sentimientos por él eran evidentes y estaba ansioso por dárselos a Sasuke.

 

****

 

Al ser domingo por la tarde, la cafetería estaba bastante llena. Sasuke esperaba tomando un café, aunque estaba algo inquieto y por ese motivo apenas había tomado unos sorbos.

 

La tarde anterior, en uno de sus descansos se topó con Karin, y aprovechando la suerte de que en ese momento la sala de descanso se encontraba vacía, trató de hablar con ella, retomando en parte la conversación que la chica zanjó la otra noche. Le dijo que sabía que Suigetsu se había acercado a Naruto incitado por ella. Al principio Karin se mostró reacia a mantener la conversación, pero finalmente la pelirroja acabó explotando y se excusó diciendo que lo hizo porque le amaba y no quería perderle. Manteniendo la calma, le contestó que eso no era amor, que gracias a su proceder había lastimado a Naruto, su primo; y a Suigetsu, un amigo de la infancia. Le ordenó que no volviera a hacer algo así, y aquello molestó profundamente a Karin quien abandonó la sala con un portazo.

 

Y fue en aquel momento que sentenció que la situación entre ellos se estaba volviendo insostenible. Así que a la mañana siguiente, aprovechando que era día de descanso telefoneó a Karin alegando que necesitaba verla por algo importante. No le costó mucho que la chica accediera. El problema vino cuando trató de hacer lo mismo con Suigetsu. A él sí fue difícil hacerle ceder, pero finalmente lo logró.

 

Así que a escondidas del otro, había citado a Karin y a Suigetsu en la misma cafetería, a la misma hora. Esperaba que aquello no terminara empeorando la delicada situación entre ellos.

 

─Lamento el retraso.

 

La voz de Karin sacó a Sasuke de sus meditaciones. Ignoraba que la chica había llegado tarde a posta con la esperanza de haber logrado que Sasuke se inquietara al menos un poco.

 

─Está bien ─concedió escueto.

 

La chica pidió un té en cuanto tuvo oportunidad de interceptar a un camarero. Después, miró atenta a Sasuke.

 

─¿Y bien?, ¿qué es eso tan importante que no podía esperar?

 

Sasuke estudió su alrededor, sin encontrar rastro de Suigetsu.

 

─Todavía no ─respondió.

 

Cuando el camarero le entregó su orden a Karin, Suigetsu apareció.

 

─Se me hizo un poco tarde… ─Se interrumpió al ver que Sasuke no estaba solo. Frunció el ceño con desconcierto─. ¿Qué significa esto?

─¡Eso me gustaría saber a mí! ─secundó la chica con incomodidad. No había visto a Suigetsu desde que tuvieron aquel enfrentamiento en el apartamento de éste.

─Necesitamos hablar ─les dijo Sasuke en tono obvio─. Siéntate, Suigetsu.

 

Aunque Sasuke pensó que no lo haría y que su plan de reconciliación se iría al traste, finalmente el otro tomó asiento. De mala gana, eso sí.

 

─No puedo creer que de nuevo me hayas mentido, bastardo. Aseguraste que estaríamos tú y yo.

─Si te decía la verdad lo más probable es que no hubieses venido.

─¡Pues claro que no! No quiero verle la cara a la bruja y al traidor.

 

Aunque la otra noche hicieron las paces, o algo parecido, para Sasuke era evidente que Suigetsu todavía le guardaba cierto rencor.

 

─¡No soy una bruja, idiota! ─rebatió ella.

 

Antes de que la pelea iniciara y probablemente les sacaran de la cafetería a patadas, Sasuke dio un manotazo en la mesa lo suficientemente fuerte como para llamar únicamente la atención de sus dos amigos, que guardaron silencio y le miraron.

 

─No nos hemos comportado como unos buenos amigos… ─comenzó, pero fue interrumpido.

─Habla por la bruja manipuladora y por ti. Yo no he mentido ni utilizado a nadie ─escupió con acidez.

 

Por una vez Karin no respondió al insulto y bajó la mirada con cierto pesar.

 

─Suigetsu, yo…

─No puedo creer que me utilizaras para conquistar a quien no quiere de ti ni la hora. Siempre has estado ciega, Karin, pero éramos amigos y trataba de apoyarte a mi manera. Pero ahora no me voy a callar lo que pienso: lo que sientes por Sasuke es obsesión. Nunca te verá como tú quieres.

 

Sasuke dudó que hubiera sido buena idea citarles allí. Quizá hubiera sido mejor hablar con ellos por separado. Pensó que al tratarse de un lugar público se contendrían un poco en sus humores explosivos, y sería más sencillo arreglarlo todo.

 

─¿¡Cómo te atreves a decir que es obsesión!? ¿Y qué hay de lo que sientes por Naruto?, ¿acaso no es una obsesión?

─¡No! ─sentenció─. Él realmente me gusta, mis intenciones con él son sinceras.

─¡Entonces no veo la diferencia entre tus sentimientos por Naruto y los míos por Sasuke, porque siento lo mismo que tú!

 

Un nuevo golpe de parte de Sasuke en la mesa les hizo enmudecer justo cuando un camarero se acercaba a tomar el pedido de Suigetsu. Cuando éste se marchó, Sasuke habló.

 

─Estamos aquí para tratar de solucionar esto ─les indicó─. Toda esta situación es mi culpa, lo sé. Por mis inseguridades. Tenía que haberme sincerado antes con Karin, y no debí ocultar mis intenciones con Naruto.

 

Al escuchar eso, ambos fruncieron el ceño, con los celos punzándoles.

 

─Toda esa palabrería no sirve de nada ─replicó Suigetsu─. Quiero saber qué va a pasar ahora. Deberíamos pensar lo mejor para Naruto, y lo mejor es que él esté conmigo. Yo le protegeré de una prima tan rastrera como Karin y de los mentirosos como tú.

─¡Naruto no es una princesa en apuros, imbécil! ─casi gritó Karin con evidente molestia.

 

No comprendía la fijación de Sasuke y Suigetsu por Naruto. ¡Sólo era un niño mimado y caprichoso!

 

Sasuke suspiró hondo, rogando por paciencia. No quería que se dedicaran a lanzarse reproches, sólo quería arreglar todo.

 

─¡Lo que pasa es que sientes celos de Naruto! ─picó Suigetsu con saña.

 

La chica se incorporó un poco para tomar a Suigetsu de la pechera en actitud amenazante. Acostumbrado a la actitud violenta de la pelirroja, él no se inmutó.

 

─¡Repite eso si te atreves!

─Basta ─ordenó Sasuke. Su voz serena pero autoritaria bastó para que Karin soltara su agarre en el otro y se sentara de nuevo. Lo que menos deseaba era empezar a llamar la atención de los demás y les echaran de la cafetería por alborotadores─. Karin ─llamó.

─¿Qué?

─Necesito que me prometas que no vas a intentar nada en contra de Naruto. ─Todavía le sorprendía recordar que Suigetsu llegó hasta Naruto incitado por ella. Pero no le reclamó nada sobre ese asunto. No se sentía con el derecho de hacerlo cuando Karin podía reclamarle a él la actitud que había tenido con ella durante años ─. Es tu primo ─le recordó.

 

Más indignada que sorprendida, Karin se removió en su asiento y se acomodó las gafas.

 

─Soy prima de Kushina, no de él. ¿Y por quién me tomas?

─Te toma por lo que eres ─intervino Suigetsu─: una bruja. Y me uno a Sasuke, nada de intentar algo contra Naruto.

 

Karin bufó molesta, mirando indignada a ambos chicos.

 

─No haré nada ─aseguró─. Sólo es cuestión de tiempo que Naruto os aleje de una patada. Primero a ti ─Señaló a Sasuke y a continuación a Suigetsu─, y después a ti. Sólo es un niño caprichoso que ha encontrado juguetes nuevos para jugar.

 

Sasuke abrió la boca para decir algo, pero Suigetsu se adelantó.

 

─Bien, pues entonces mantente a un lado y deja que estos “juguetes nuevos” se encarguen de la situación llegado el momento.

─¡Hum! ─Resopló con fastidio, cruzándose de brazos.

 

Un pequeño silencio se instaló entre ellos. Sasuke empezaba a cansarse de pedirles calma constantemente para arreglar las cosas. No esperaba que fuera a resultar tan complicado solucionar aquel asunto. En ese lapso de silencio, otro camarero se acercó a dejar la orden de Suigetsu. El chico miró su refresco y después enfrentó a Sasuke con suspicacia.

 

─Espero que esta vez no te marches sin pagar.

─Y yo espero que dejemos de desviarnos del tema principal una y otra vez ─respondió sin inmutarse con el comentario del otro─. Somos adultos, debemos poder arreglar esto.

─El hecho de que seamos adultos no significa que todo pueda repararse, hay cosas que no tienen arreglo, y menos cuando no te piden disculpas ─recalcó al final, mirando de soslayo a la chica que con cierta incomodidad tomó su vaso y dio un sorbo al té─. ¿Así que no te vas a disculpar por tu comportamiento despreciable, bruja?

─¡No me llames bruja, tú… basura!

 

Con la paciencia colmada Sasuke se puso de pie dispuesto a irse, cortando la inminente pelea entre sus amigos.

 

─¿Sasuke? ─preguntó la pelirroja, confundida.

─Si no queréis solucionar esto mejor me voy. Tengo cosas que hacer.

 

Antes de que los otros dijeran algo más, se alejó en dirección a la barra para pagar y sin despedirse se marchó.

 

Con una sonrisita de satisfacción, Suigetsu se cruzó de brazos y se acomodó en el respaldo de su asiento.

 

─Al menos esta vez no se ha ido sin pagar. ─Al no recibir ninguna respuesta de la chica, la miró, encontrándola cabizbaja y repentinamente pensativa─. ¿Y ahora qué?

 

Con el calor acumulándose en sus mejillas, Karin apartó la mirada y frunció el ceño.

 

─Yo… lo siento ─susurró tan bajo que apenas ella misma se escuchó.

─¿Qué? ─preguntó acercándose un poco más al asiento de la chica

─Que… bueno, lo siento ─repitió un poco más alto, todavía cabizbaja.

 

En esta ocasión Suigetsu sí la escuchó, pero decidió divertirse un poco. Ocultando una sonrisa de satisfacción, se acercó un poco más a ella.

 

─Todavía no puedo escucharte, ¿qué has dicho, bruja?

─¡Q-que lo siento! ─exclamó en un tartamudeo─. ¡Y deja de llamarme bruja! ─ordenó levantando la mirada, sorprendiéndose al tener el rostro contrario tan cerca─. Idiota, no te acerques tanto.

─¿Que sientes qué cosa? ─indagó, sin inmutarse por todo lo demás que ella dijo y sin apartarse ni un poco.

 

Karin chasqueó la lengua con fastidio, ese bastardo quería más que una insulsa disculpa.

 

─Escúchame bien porque sólo lo diré una vez: lo siento. No debí utilizarte a mi conveniencia. Actué sin pensar…

─Cuando se trata de Sasuke, nunca piensas ─interrumpió.

 

Un tic sacudió una de las cejas de la pelirroja, pero por una vez se mordió la lengua y no le dedicó una respuesta soez.

 

─Porque le amo, siempre le he amado.

 

Suigetsu soltó un hondo suspiro hastiado que chocó contra el rostro de la chica, arrancándole un involuntario y suave escalofrío.

 

─Eso no es amor. Si le amaras buscarías su felicidad sobre cualquier cosa, y él ya te aclaró que esa felicidad no se la vas a dar tú ─habló con cierta calma.

 

La chica le dedicó una mirada dolida, pero trató de no alterarse esta vez.

 

─Entonces aplícate tus propias palabras. Tú no eres la felicidad de Naruto, a él le gusta Sasuke. Si de verdad le quieres, busca su felicidad ─picó con algo de saña.

 

Suigetsu frunció el ceño. En el fondo ella tenía razón, pero había una diferencia entre ellos dos, y era que al menos él no había intentado conquistar a Naruto usando malas artes como ella había hecho con Sasuke.

 

─Yo sí me haría a un lado sólo por ver feliz a Naruto ─afirmó.

─Yo también haría lo mismo por Sasuke ─aseguró.

─¿En serio? ─No estaba muy convencido.

─¡Sí!

 

Por fin Suigetsu apartó el rostro, dándole su espacio a Karin.

 

─Si lo que dices es cierto, significa que has madurado más de lo que imaginaba, y en tan poco tiempo… ─comentó gratamente impresionado.

─¡Yo siempre he sido madura!

─Por favor… ─Rodó la mirada─. Ambos sabemos que cuando se trata de Sasuke se te olvidan la madurez, los modales, los sentimientos de los demás… ¡todo!, y sólo piensas en ti.

 

Karin chasqueó la lengua con fastidio. ¡Estúpido Suigetsu!

 

─De acuerdo, entonces hablaremos cuanto antes con Sasuke para contarle que has entrado en razón y te harás a un lado para que él sea feliz. ─Sonrió entre dientes.

─¡Claro! ─exclamó con ironía─. Y después iremos a hablar con Naruto para contarle lo mismo, ¿te parece? ─Fingió su mejor sonrisa.

─¡No te necesito para hablar con Naruto! ─replicó.

─Yo tampoco a ti para hablar con Sasuke, dientes de piraña.

─Bruja ─masculló con un tic sacudiéndole una ceja.

 

Con un movimiento brusco, la chica se puso de pie con intención de macharse a pesar de no haber terminado su té.

 

─Como sea. Ya me he disculpado contigo. ─Volvió al tema principal.

─¿Esperas que te perdone sin más y retomemos nuestra amistad como si nada hubiera ocurrido? ─Ella guardó un silencio evidentemente incómodo que le hizo sonreír en su interior. Al menos ahora sí lucía verdaderamente arrepentida─. ¿Volverías a hacerlo de nuevo?, ¿volverías a utilizarme?

─¡No! ─negó tajante─. Sé que no debí hacerlo, lo lamento mucho.

 

Suigetsu sonrió, ahora sí abiertamente, y con diversión alargó una mano para pellizcarle una mejilla a Karin.

 

─Efectivamente has madurado.

 

Un inesperado rubor se acumuló en las mejillas de la chica. Al instante cortó el contacto con un manotazo y se marchó presurosa, dejando confuso a Suigetsu.

 

─Está loca ─asumió encogiéndose de hombros, dispuesto a terminarse su refresco antes de marcharse.

 

La breve conversación con Karin le había hecho pensar sobre sus sentimientos por Naruto. Debía hacer algo cuanto antes.

 

****

 

─¡Naruto, mira!

 

El nombrado se detuvo cuando apenas salía de las inmediaciones del instituto, viendo a Kiba que se acercaba y abría su mochila que estaba a rebosar de chocolates envueltos en papeles de llamativos colores. El castaño le estaba presumiendo lo que él consideraba un trofeo, aunque la mayoría de esos chocolates eran de amistad y no de amor*.

 

─¡Oh! Este año has recibido más que el anterior’ttebayo ─comentó sorprendido.

─¿Cuántos has conseguido tú? ─Le incitó a que le mostrara sus chocolates, así podría comparar quién había recibido más.

 

Naruto abrió su mochila y rebeló el mismo contenido que su amigo, su mochila estaba también casi a rebosar. En su caso, la gran mayoría también eran chocolates de amistad, exceptuando a alguna que se había aventurado a regalarle chocolate de amor, y aunque él había tratado de rechazarlo, ellas habían insistido en dárselo.

 

─Ni creas que voy a contarlos para comparar quién tiene más. Hoy tengo prisa por llegar a casa, hay algo que quiero hacer.

─¿En serio?, ¿qué es eso tan importante? ─preguntó suspicaz.

 

El inesperado llamado de Sakura le vino como caído del cielo, ya que así no tendría que mentirle para no contarle que pretendía ir a ver a Sasuke.

 

─¡Naruto! Tonto, ¿por qué no me has esperado para salir juntos? ─replicó, respirando agitada cuando le alcanzó.

─Lo siento, Sakura-chan. ─Sólo atinó a disculparse con una pequeña sonrisa.

─Como sea, quería darte esto. ─De su mochila sacó un paquetito de plástico transparente, dentro se podía apreciar un chocolate de buen tamaño con forma de corazón, y sobre éste se podía leer “Amigos para siempre” escrito con chocolate negro─. Quería que mi chocolate fuese el último que recibieras.

 

El rubio tomó el chocolate con emoción, bajo la recelosa mirada de Kiba se que mordía el labio inferior y apretaba los puños.

 

─Sakura-chan, ¡gracias! ─De inmediato abrió la cajita, sacando el chocolate y partiendo el corazón por la mitad─. Toma, lo comeremos juntos dattebayo. ─Le ofreció una mitad.

 

La chica aceptó gustosa la mitad del corazón, y mientras ambos comían su parte, Kiba no pudo contener más sus celos.

 

─¿Acaso a mí no me vas a regalar chocolate, Sakura?

─Oh, cierto. Lo olvidaba ─comentó volviendo a buscar en su mochila. Kiba sonrió triunfante, obtendría otro chocolate especial de amistad como Naruto─. Toma.

 

Inuzuka quedó mudo cuando Sakura le extendió una pequeña bolsita de tela atada con un lazo rosa. Al abrirla apenas había un mísero puñado de bombones.

 

─¿Es una broma? ─replicó ofendido. Él merecía más que eso.

─¿Tienes algún problema? ─Alzó un puño en actitud amenazante─. Cómo se nota que no eres una chica*, no tienes ni idea de lo caros que están los chocolates, y son muchos los que tenía que comprar. ¡Sé agradecido, idiota! ─Se había gastado todos sus ahorros. Tenía muchos amigos a los que comprarles chocolates, además el de Naruto fue especialmente caro. Pero no se arrepentía.

─¡Ni-ninguno! ─exclamó cauto al ver el puño de la chica cerca de su rostro. No fuera que Sakura decidiera quitarle los bombones después de golpearle si la hacía enfadar. Después dedicó una mirada envidiosa a Naruto que terminaba su chocolate y se relamía los dedos mientras gimoteaba de gusto─. Estúpido Naruto… ─masculló. Ese chocolate tenía toda la pinta de ser caro, ¡apostaba que estaba más delicioso que todos los chocolates que llevaba en su mochila!

 

Se mantuvo en su lugar, viendo cómo Naruto y Sakura se dedicaban una sonrisa para después marcharse juntos a casa. Gruñó con fastidio. Después decidió que era mejor ignorar a esos dos e ir a buscar a Shikamaru, Chouji y los demás. Les preguntaría cuántos chocolates habían conseguido y compararían para ver quién tenía más y mejores chocolates.

 

****

 

Sasuke juraba que aquel era el peor día de su vida desde que había empezado a trabajar en el hospital. El peor lunes. El día anterior tras su charla frustrada con sus amigos decidió no ir a casa de sus padres, con tanto trabajo tenía la limpieza del apartamento un poco descuidada, así que se puso manos a la obra. Después cenó en el cómodo silencio de su apartamento, hasta que su madre llamó para preguntarle por qué todavía no había pasado por casa. Se excusó diciendo que había quedado con unos compañeros del hospital y que por ese día no les visitaría. Si le decía que en realidad le apetecía estar solo, Mikoto le habría terminado presionando para que fuera a casa. Tras eso se dio un relajante baño, y se fue a dormir.

 

Su desgracia inició cuando en algún momento de la noche, mientras dormía, la batería de su teléfono móvil se agotó y eso provocó que la alarma no sonara para despertarle. Por suerte su reloj biológico le había hecho despertar sólo una hora más tarde de lo que debería. Podría haber sido peor. Llegó al trabajo dos horas más tarde. ¿Las consecuencias? Pacientes furiosos por hacerles llamar horas más tarde de la hora prevista. Era raro el paciente que no le dedicaba una mala mirada, otros incluso le habían hecho unas llamadas de atención sobre su impuntualidad y la falta de respeto que eso suponía a los pacientes. Y él, como médico no podía perder los estribos tan fácilmente pero, ¡joder!, ¿acaso ellos nunca se habían dormido?, ¿eran perfectos?

 

Algunos pacientes se mostraban tan afanados en quejarse que ni recordaban el motivo de su cita médica. Muy pocos realmente fueron comprensivos cuando les explicaba lo que había ocurrido con su alarma. No le gustaba dar explicaciones, pero no quería quedar como un tipo incompetente. Algunos incluso llegaron a decir que exigirían que otro médico les viera en la siguiente revisión. En resumidas cuentas, un asco de día. Pero las cosas no terminaron ahí, algunas enfermeras que trabajaban en la misma planta que él le regalaron chocolates, y no fueron giri-choko sino honmei-choko*. Nada más hacía falta ver el costoso envoltorio de cada chocolate y el nombre de una marca valiosa para darse cuenta. Además, todos tenían forma de corazón y estaban decorados con esmero.

 

Su desconcierto fue notable cuando recibió el primer chocolate, con todo el problema que tuvo durante la mañana por haber llegado tarde, ni sabía en qué día vivía. Trató de rechazar todos y cada uno de los chocolates, pero cada una de ellas le pidió que por favor aceptara el chocolate aunque no aceptara una relación con ella. Para no ganarse más problemas ese día, a regañadientes los aceptó y los fue guardando en su taquilla personal. Cuando finalizó la jornada laboral, Karin se le acercó con toda la intención de darle un chocolate. Con disimulo chasqueó la lengua, sospechando que la chica le entregaría otro honmei-choko. Pero por una vez le alegró equivocarse. Karin le había entregado un tomo-choko*. Fue el único chocolate que aceptó gustoso, y más cuando supo que era chocolate puro. Detestaba el dulce, y Karin lo sabía. Le aliviaba pensar que quizá por fin estaba entendiendo que lo que quería de ella era únicamente una amistad.

 

Y ahora, ahí se encontraba, vaciando la mochila sobre la mesa de la cocina de su apartamento, donde cayeron todos los chocolates recibidos junto con su bata de médico. Debía ponerla a lavar y guardar una limpia en su mochila, pero primero tiraría todos esos molestos chocolates a la basura. Uno a uno los fue tirando. Realmente detestaba San Valentín, y también al tipo que decidió inventarse toda esa “festividad” comercial. Por suerte ya no recibiría más chocolates, había tenido suficiente por ese día.

 

El timbre de su apartamento sonó justo cuando tiraba el último chocolate a la basura. De mal humor frunció el entrecejo. No quería visitas indeseadas, es más, no quería ninguna clase de visita. El solo hecho de imaginar que podría ser alguna inquilina del edificio a la que se le había antojado regalarle chocolates aumentó su mal humor.

 

Abrió la puerta con un movimiento un tanto airado, dejando ver su desagrado ante la visita. No fue consciente de que había mantenido el entrecejo fruncido con tanto ahínco hasta que lo relajó al ver de quién se trataba.

 

─¿Naruto?

 

Incrédulo miró al rubio frente a él, quien vestía el uniforme estudiantil a pesar de que ya casi anochecía, y una chaqueta; llevaba su mochila al hombro. Había esperado cualquier visita, excepto esa.

 

─¿Llego en mal momento? ─Había percibido la momentánea expresión malhumorada en el otro.

─No ─respondió presuroso, sin poder disimularlo tanto como le habría gustado.

 

Después se instaló un incómodo silencio entre ellos mientras se miraban fijamente, cada uno esperando que el otro dijera algo. Naruto esperando que Sasuke le invitara a entrar. Sasuke esperando que Naruto le explicara por qué había tardado tantos días en aparecer. En realidad no habían sido tantos, pero para él había sido una eternidad.

 

Naruto carraspeó con cierto nerviosismo, rascándose la nuca para disimular la vergüenza. Se estaban comportando como tontos. ¿No se suponía que eran novios? No era un experto en el tema, pero adivinaba que los novios no se trataban de esa forma distante.

 

─¡Ah, lo olvidaba! ─exclamó en un intento de romper el hielo. Hurgó en uno de los bolsillos de su chaqueta, mostrándole a Sasuke su tarjeta del hospital─. Creo que ya es hora de que te la devuelva ─bromeó.

 

Todavía un poco sorprendido por la presencia del rubio, segundos después alzó una mano y tomó la tarjeta. Había ansiado tanto volver a verle, y ahora no sabía qué decir. Justo el día que no esperaba verle había aparecido.

 

Cuando un nuevo silencio se instaló entre ellos, Naruto retrocedió un paso, sintiendo la incomodidad aumentando en su interior. Por lo poco que conocía de Sasuke sabía que no era la efusividad andante, pero al menos había esperado que le recibiera de otra forma menos fría.

 

─Será mejor que me marche…

─¡Espera! ─habló antes de que el rubio siquiera se moviera. Soltó un hondo suspiro, relajándose─. He tenido un mal día ─dijo para tratar de excusarse por el frío recibimiento que le había dado. Se hizo a un lado, dándole libre acceso a su apartamento─. Entra ─invitó.

 

Naruto no tardó en aceptar la invitación. No fuera a ser que Sasuke se arrepintiera. Ese día no parecía estar de humor, sin duda había escogido el peor día para buscarle. Ilusamente había imaginado otro tipo de encuentro entre ellos. Un beso no habría estado mal. O dos, o tres… Pero quizá su comportamiento era normal. Sasuke había dicho…

 

─¿Así que un mal día? ─preguntó siguiéndole al interior del apartamento en un nuevo intento de romper el hielo.

─Desastroso ─admitió dejándose caer sentado en el sofá. Suspiró hondo, tratando de soltar la tensión acumulada durante el día. Con un movimiento de mano, invitó al otro a tomar asiento.

 

Dudó un momento sobre tomar asiento junto a Sasuke en el sofá, o en uno de los sillones, manteniendo una cauta distancia. Finalmente optó por el sofá, pero no demasiado cerca.

 

─¿Quieres hablar de ello?

─Quizá en otro momento.

 

Las rubias cejas se fruncieron ligeramente con aquella respuesta. Sasuke estaba especialmente por la labor de hablar menos que de costumbre. Pero después sonrió cuando algo pasó por su cabeza.

 

─¡Ya sé! ─habló de pronto, llamando la atención del otro. Bajo la atenta mirada de los ojos negros abrió la mochila, mostrándole varios chocolates─. Podemos comerlos juntos’ttebayo. ─Sacó un chocolate y se lo entregó al mayor.

 

Sasuke torció la boca con disgusto, terriblemente tentado a negarse y decirle que odiaba los dulces. Pero para sorpresa de sí mismo, en un acto inconsciente acabó aceptando y comiéndolo. Por suerte era pequeño. Se notaba que era uno de esos chocolates que se regalan por compromiso, seguramente era de alguna compañera de clase.

 

Se preguntó si Naruto habría recibido algún honmei-choko. Si minutos antes, cuando lanzaba todos sus honmei-choko a la basura alguien le hubiese dicho que acabaría comiendo un chocolate con Naruto no se lo habría creído.

 

─¿Por qué no has venido antes? ─Finalmente se decidió a romper el silencio.

─Tenía mucho que estudiar dattebayo.

─Pero parece que a pesar de todo pudiste sacar tiempo para una cita con Suigetsu ─comentó con falso tono casual.

─¿Una ci…?, ¿qué? ─balbuceó─. ¿De dónde has sacado eso?

─El propio Suigetsu me lo dijo. Que tuvisteis una cita que Karin interrumpió.

─¡No es así! Él sólo me invitó a comer ramen. Yo le aclaré que no era una cita, aun así él aceptó.

 

No podía creer que Suigetsu hubiera hecho eso. ¿Por qué? Tras un breve silencio, Sasuke habló.

 

─Empezaba a pensar que no me habías buscado porque necesitabas un tiempo para decidirte entre Suigetsu y yo.

 

Apenas dijo aquello cuando un puño de Naruto le golpeó el brazo con reproche. Él le respondió con una mirada ceñuda.

 

─¿Por quién me tomas? ¡No soy de esos que juegan a dos bandas! Además, ¿no se supone que… somos novios? ─finalizó un poco tímido, casi en un susurro.

 

Sin decir nada se observaron por un momento. Teniendo en cuenta la conversación que tuvieron la última vez que se vieron, se suponía que ahora ellos eran “algo”, pero habían estado varios días sin verse y la situación se había enfriado.

 

Un sonoro suspiro de molestia de parte de Naruto rompió el silencio. Con decepción cerró la mochila, lo mejor sería marcharse.

 

─De nuevo me he ilusionado para nada’tteba ─masculló, pero no lo suficientemente bajo como para no ser escuchado.

 

Sakura-chan tenía razón. De nuevo había sido un tonto iluso. Se puso de pie dispuesto a marcharse, y justo entonces un firme agarre en la muñeca acompañado de un tirón le hizo volver a caer sentado con brusquedad.

 

─¿Pero qué…?

 

Los labios de Sasuke silenciaron su réplica al instante. A duras penas pudo sostenerse con su brazo libre en el sofá para no caer sobre Sasuke, aunque después pensó que quizá era eso lo que éste había pretendido y él había estropeado el momento impidiéndolo.

 

─No se supone. Lo somos ─susurró Sasuke contra los labios contrarios, rompiendo el contacto lo justo para hablar antes de volver a retomar el beso.

 

El alivio embargó a Naruto y sonrió en su interior al escuchar aquella afirmación. Al instante rodeó al mayor con su brazo libre, al parecer Sasuke no quería liberarle del agarre en su muñeca. La efusividad de su abrazo propició que Sasuke perdiera el equilibrio y cayera ligeramente hacia atrás. Naruto sofocó una risita entre sus labios al verse arrastrado en la caída de Sasuke, pero se negó a separar sus bocas y terminar aquel beso suave y lento que disfrutaban. Sus labios se acariciaban mutuamente, con calma.

 

Hasta que un violento pellizco cortesía de Sasuke en una de las bronceadas mejillas le hizo alejarse con cierta violencia.

 

─¡Teme! ─protestó confundido por aquella acción.

─Ahora en serio, ¿por qué has tardado tanto en buscarme?

 

La mirada suspicaz de Sasuke le dejaba entrever que sabía que había algún motivo más a parte de sus estudios. Naruto se enderezó en el sofá.

 

─Era lo menos que te merecías dattebayo, no pensaba saltar a tus brazos sin más ─sentenció, sacando un tic en una de las cejas de Sasuke─. ¿Así que ansiabas verme? ─preguntó sonriendo con diversión antes de que el otro dijera algo.

─En tus sueños ─respondió cruzándose de brazos, apartando la mirada con falsa indignación que disimuló muy bien.

 

Naruto sonrió con diversión al ver la actitud del mayor.

 

─En mis sueños me diste un recibimiento más efusivo.

 

Al instante los ojos negros le observaron con cierta estupefacción. No había esperado una confesión tan descarada como aquella. Aunque si lo pensaba detenidamente, ese rubio siempre se las ingeniaba para sorprenderle. Pero cuando escuchó a Naruto soltar una carcajada sospechó que le había tomado el pelo una vez más, como cuando bromeó sobre tener una relación con Suigetsu.

 

─Sólo bromeaba, Sasuke. ─Sonrió entre dientes. Admitía que a una pequeña parte de él le resultaba gratificante molestar a Sasuke con pequeñas mentiras que le hacían poner esa expresión entre sorprendido y molesto─. Es tan sencillo engañarte…

─Y por lo que veo, también divertido ─casi masculló, tratando de mantenerse inmutable.

─Sobre todo eso dattebayo ─admitió sin reparos, escuchando como respuesta un gruñido del mayor. Pero en absoluto se sintió arrepentido─. No seas amargado, toma.

 

Sasuke movió los ojos apenas lo suficiente para ver que Naruto rebuscaba en su mochila y le ofrecía otro chocolate, esta vez uno con forma de corazón.

 

─Hn, ¿lo has hecho tú? ─preguntó nada más para molestarle, sabía que la respuesta era negativa─. ¿Usaste un delantal rosa mientras lo preparabas pensando en mí? ─se mofó.

─¡Idiota! ¡No soy una chica! ─replicó ceñudo─. ¿Vas a tomar el chocolate, o no?

─No me gusta el dulce.

 

Aquella confesión tomó por sorpresa a Naruto. No conocía ese aspecto de Sasuke, y en el fondo le alegró descubrir algo nuevo sobre él.

 

─¿En serio? Ahora comprendo por qué eres tan amargado’ttebayo, falta azúcar en tu vida.

 

Un tic sacudió una de las cejas de Sasuke. Pero evitó decir algo al percatarse de que la forma que habían encontrado inconscientemente para romper la tensión entre ellos era fastidiándose el uno al otro.

 

Eran un par de idiotas.

 

Aunque trataban de disimularlo, estaban nerviosos por su reencuentro. Pero en el fondo eso era bueno, ¿no? Significaba que a ambos les importaba el otro y el resultado de ese encuentro.

 

─Estamos actuando como idiotas.

 

Naruto guardó silencio un instante, dándole la razón a Sasuke en su interior.

 

─No sé tú, pero yo estoy nervioso’ttebayo ─confesó apartando la mirada, fingiendo observar cualquier cosa en un intento de aparentar naturalidad y calma─. He deseado mucho que llegara este momento, pero ahora…

─No sabes cómo actuar ─completó la frase, interrumpiéndole. Lo sabía porque él se sentía igual.

─Sí. ─Asintió, mirándole por un momento─. Hay muchas cosas que me gustaría hacer contigo, muchas cosas que me gustaría decirte. No sé por dónde empezar, ni siquiera sé cómo empezar. ─Esbozó una sutil sonrisilla de vergüenza. El simple hecho de estar ahí, sentado junto a Sasuke, parecía una ilusión cuando recordaba las veces que éste le había cerrado la puerta de su apartamento en la cara.

─Entiendo ─contestó con cierta turbación. Justo ahora acababa de darse cuenta de que Naruto parecía muy ilusionado con aquel encuentro, aunque se empeñaba en disimularlo, y tenía altas expectativas de lo que podría resultar. Sonrió para sus adentros. En esta ocasión pondría de su parte para no decepcionarle. Miró el chocolate todavía en las manos de Naruto, y decidió sacar un tema de conversación para relajar el ambiente─. ¿Has recibido muchos honmei-choko?

 

En un primer momento Naruto le miró confundido por el repentino cambio de tema, pero después le restó importancia y se encogió de hombros. Sacó el chocolate de su envoltorio, dispuesto a comerlo.

 

─Algunos.

─Quién diría que alguien como tú tendría tantas admiradoras.

 

Un tic sacudió una de las rubias cejas, mirándole ofendido.

 

─¿Alguien como yo? ─reiteró─. Soy más popular de lo que piensas ─alardeó. En realidad había chicos mucho más populares que él, pero eso Sasuke no tenía por qué saberlo─. ¿Y tú?, ¿has recibido algún honmei-choko? ─curioseó.

─Algunos ─respondió también.

 

Inevitablemente, un poco incómodo Naruto se preguntó si un chocolate de Karin estaba entre esos “algunos”. Era lo más lógico. Pero hasta donde sabía, Sasuke había hablado con Karin y le había dicho que estaba interesado “en alguien más”. Lo mejor era salir de dudas de una vez.

 

─¿Karin te ha regalado un chocolate?

─Sí. Un tomo-choko.

─¿Un…? ¿En serio? ─balbuceó entre sorprendido y aliviado.

 

Un poco más animado con la idea de que quizá Karin iba a abandonar su insistencia con Sasuke, se decidió a comer el chocolate antes de que se derritiera con el calor de su mano. Lo guió a su boca, pero una blanca mano se aferró a su muñeca, deteniéndole. Antes de poder decir algo, Sasuke le había arrebatado el elaborado chocolate con forma de corazón y lo había partido por la mitad.

 

─¿Qué…?

─No me gusta el dulce ─dijo, entregándole una mitad a Naruto y quedándose él con la otra─. Pero supongo que puedo hacer una excepción.

 

Naruto sonrió con aquella acción, y en un instante de valentía se acercó lo suficiente para robarle un fugaz beso a Sasuke. Después regresó a su lugar para comerse su porción de chocolate como si nada extraordinario hubiese ocurrido, o eso trataba de aparentar.

 

En silencio, Sasuke mostró una diminuta sonrisa alzando apenas las comisuras de los labios. Nunca le había agradado San Valentín, pero ese día, empezaba a tomarle gusto a aquella festividad puramente comercial. Con menos efusividad que su compañero, comió su porción de chocolate, y juraba que no volvería a comer más dulce hasta el próximo año, o más.

 

─¿Te gusta el ramen, Sasuke?

 

La pregunta le tomó por sorpresa cuando degustaba el último bocado de chocolate.

 

─No es mi debilidad, pero sí.

─¡A mí me encanta! ─Sasuke estuvo a punto de responder un “Lo sé”, pero prefirió guardar silencio─. ¿Por qué no me buscas mañana a la salida del instituto y vamos a Ichiraku ramen? ¡Yo invito dattebayo!

─Imposible. A esa hora estoy trabajando.

─Es cierto. Lo había olvidado. ─Suspiró con pesar. Adiós a su primer intento de cita. Si es que ir a comer ramen a Ichiraku podía llamarse así.

─Sería mejor si tú vas a buscarme al hospital cuando termine mi turno.

 

La ilusión regresó a Naruto al instante. Él, ir a buscar a Sasuke al hospital para tener una cita, o algo parecido.

 

─¡Cuenta con ello! ─exclamó efusivo.

 

Tras quedar en una hora concreta, el ambiente se volvió más relajado cuando iniciaron una conversación sobre el trabajo de Sasuke y los estudios de Naruto. Sasuke explicó brevemente sobre su trabajo día a día; Naruto le contó algunas anécdotas divertidas del instituto y le habló sobre sus planes de futuro siendo maestro de escuela.

 

Por fin parecía que los nervios se estaban disipando.

 

─Me gustaría ser tan buen maestro como Iruka sensei, y que mis alumnos tengan buenos recuerdos de mí como mis amigos y yo los tenemos de él.

─¿Y por qué has elegido estudiar magisterio de educación primaria?

─Iruka sensei siempre decía que los niños son el futuro. ─Sonrió nostálgico al recordar al hombre─. Me ilusiona el pensar que yo puedo enseñarles sus primeras lecciones, ver sus caras de emoción cuando aprendan algo nuevo. No sé… ─titubeó por un momento, rascándose la nuca─, quiero ayudar a esas generaciones del futuro’ttebayo. Además ─añadió antes de que Sasuke pudiera decir algo─, me gustan los niños. No como a “cierta persona”. ─Encaró al mayor con descaro, dedicándole una sonrisilla entre dientes, dándole a entender que se refería a él.

─No puedo evitarlo. Los niños son caprichosos, molestos, gritones, lloran por todo…

─¿Yo era así cuando me cuidabas? ─preguntó curioso. Él no tenía un concepto tan malo de sí mismo.

─Tú eras demasiado confianzudo y enérgico; y sí, quizá un poco molesto y gritón también.

─¡Serás…! ─exclamó con enojo fingido, impactando un puño con estudiada fuerza en el hombro de su acompañante por segunda vez. Pero Sasuke no se arrepintió de sus palabras, era lo que pensaba─. ¡Ah! Eso me recuerda algo.

 

En silencio, Sasuke miró que Naruto hurgaba una vez más en su mochila, sacando un papel doblado y arrugado que le extendió. Al abrirlo se encontró con un intento de dibujo. Espantoso, fue lo que pensó en cuando dio un primer vistazo. Pero después se dedicó a observarlo con más detalle, tratando de descifrar que eran esas “manchas” coloreadas en el papel.

 

Llamó su atención el título del dibujo: “Mis tres cosas preferidas por Uzumaki Naruto” De acuerdo, al menos ya sabía que los garabatos del papel eran las cosas preferidas del Naruto de aquel entonces. Justo entre el titulo y los dibujos había un pequeño texto donde se leía la palabra “Sasuke nii-chan” casi repetitivamente:

 

“Me gusta mi triciclo porque es muy divertido. Sasuke nii-chan una vez montó mi triciclo y jugó conmigo. También me gustan mucho mis girasoles, un día se los mostré a Sasuke nii-chan y creo que le gustaron mucho. Y mi cosa más preferida de todas es Sasuke nii-chan, él me ha cuidado, me ha llevado al cine, al parque, he dormido en su cama, y soy amigo de su mamá. De mayor quiero ser como Sasuke nii-chan”

 

Naruto estudió en silencio el perfil del mayor, preguntándose qué estaría pensando Sasuke en ese momento.

 

─Y mi cosa más preferida de todas es Sasuke nii-chan ─leyó el pelinegro en voz alta─. ¿Cosa? ─reiteró con un falso tono ofendido, encarando al otro que soltó una carcajada─. No soy una cosa, cabeza hueca.

─Lo sé. ─Rió, ignorando el insulto─. Recuerdo que mis padres me dijeron lo mismo. Iruka sensei también.

 

Sin responder nada, volvió a leer el pequeño texto. Realmente el Naruto de hace años le admiraba demasiado, siempre tuvo un concepto bastante exagerado de él. Entonces pudo empezar a reconocer los garabatos en el papel. Las manchas verdes y amarillas eran los girasoles, en el otro extremo estaba el triciclo, y en el centro él.

 

─¿Qué son esas manchas que hay a mi alrededor? ─Parecían moscas.

─Estrellas’ttebayo. Cuando te miraba, siempre parecías brillar.

 

Insistió en pensar que Naruto siempre tuvo un concepto exagerado de él. ¿Brillar?, ¿él? Sin duda todo era producto de aquella mentecilla infantil.

 

Tan sumido estaba en su escrutinio al dibujo, que no percibió que Naruto se acercaba hasta rebasar su espacio personal y así poder susurrarle al oído.

 

─Diez años después, sigues siendo mi cosa más preferida de todas, Sasuke nii-chan.

 

Un agradable escalofrío subió por la espalda de Sasuke y le erizó los cabellos de la nuca en el instante en que el cálido aliento chocó contra su oreja. Mocoso descarado, pensó afectado, aunque trató de mantenerse inmutable. Giró para encararle, descubriendo una sonrisa de diversión en los labios contrarios; mientras que él luchaba contra el calorcillo que se empeñaba en arremolinarse en sus mejillas.

 

El idiota había pronunciado ese “Sasuke nii-chan” en un tono sugerente que había activado sus alertas.

 

─No soy una cosa, dobe ─musitó, teniendo bastante cerca el rostro contrario.

─Ya lo sé.

 

La respuesta fue un susurro muy tenue, soplando las palabras contra los labios de Sasuke. Después los acarició con los suyos, despacio, sacando al otro de su breve ensimismamiento y obteniendo respuesta. Las manos de Sasuke dejaron de sostener el dibujo en algún momento, descansando una en un costado del menor y yendo la otra al brazo del sofá para sostenerse cuando Naruto amenazó con irse sobre él en el momento que profundizaron el contacto entre sus bocas.

 

La vergüenza que Naruto dijo sentir ya largos minutos atrás parecía haberse evaporado. Ahora estaba más confiado, sabiendo que no iba a ser rechazado. Pero aunque le habría gustado permanecer allí durante horas, disfrutando de los labios de Sasuke, soltando un suave gemidito de desgano se alejó.

 

─Debería volver ya a casa dattebayo ─dijo, poniéndose de pie mientras suspiraba con pesar─. Me fui sin avisar, y si tardo demasiado mis padres me harán un interrogatorio como esos de las películas policíacas ─bromeó tomando la mochila y colgándosela en un hombro. Había bromeado sobre el asunto, pero casi podía ver en su mente a Kushina siguiéndole por toda la casa mientras le interrogaba sobre dónde había estado, con quién y qué había hecho.

 

Cuando se despidieron, la puerta se cerró y todo quedó en silencio, Sasuke comenzó a procesar todo lo ocurrido en aquel apartamento. Realmente acababa de iniciar a escondidas de los progenitores de ambos una relación sentimental con un menor de edad. Menor que se había ido de allí con una sonrisa de oreja a oreja, pero él no podía evitar sentir en el fondo que era un asaltacunas.

 

Quizás lo más sensato habría sido esperar a que Naruto cumpliera la mayoría de edad. Pero no, ellos estaban empezando la casa por el tejado. ¿Qué debía hacer ahora?, ¿guardar silencio hasta que Naruto cumpliera la mayoría de edad y entonces hablar con los padres de ambos?

 

Ante esa pregunta sacudió la cabeza. No. Se estaba complicando demasiado. Ni siquiera sabía si lo suyo con Naruto funcionaría, quizá un mes más tarde ya ni siquiera estarían juntos; tal vez resultarían ser demasiado incompatibles como para mantener una relación.

 

Lo mejor era dejar de preocuparse por el futuro y averiguarlo por él mismo cuando el momento llegara.

 

Miró sus muslos al percibir algo que no había notado hasta el momento. Era el dibujo de Naruto. El tonto lo había olvidado. Se puso de pie, preguntándose si todavía estaría a tiempo de alcanzarle y entregárselo. Pero por alguna razón no se movió de su lugar y permaneció observando los garabatos por algunos minutos. Finalmente, una tenue sonrisa curvó sus comisuras. Se encaminó a su habitación y guardó el dibujo en uno de los cajones; ya pensaría un lugar mejor donde colocarlo.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Hola! Este capítulo está dedicado a Kiki que cumplió años el día 31 de agosto, espero que lo pasaras muy bien :D *lanza confeti* ¡Feliz cumpleaños! Y también me lo dedico a mí, que cumplo años hoy :D No suelo regalarme (?) actualizaciones, pero este año se me antojó regalarme un poco de SasuNaru, jaja…

 

1: La forma de celebrar San Valentín en Japón es regalando chocolates. Ni flores, ni cenas románticas, ni peluches… SÓLO chocolates. En este día son sólo las chicas quienes regalan chocolates, y no sólo a su novio o esposo, sino a muchos más. Hay diferentes tipos de chocolates:

Giri-choko: O “chocolate obligatorio”. Es un chocolate simple y barato que las chicas regalan a sus amigos o compañeros de trabajo.

 

Tomo-choko: O “chocolate para los amigos”. Este chocolate se da a los verdaderos amigos, incluso se pueden regalar entre chicas.

 

Honmei-choko: Este es el tipo de chocolate que se regala al novio o al esposo. También se le regala al chico que te gusta para declarar tus sentimientos. Este chocolate suele ser preparado en casa, o de lo contrario se compra un chocolate costoso de una marca valiosa.

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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