Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

[Amor Yaoi no me acepta los guiones largos de toda la vida, así que he tenido que usar estos que son un poco más largos.]

 

Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 37: “Un error”:

 

 

Konan dio por finalizado el beso con su novio al notarle totalmente ausente. Su cuerpo estaba con ella, pero su mente debía estar a kilómetros de distancia. Aquello era extraño en él.

 

—Itachi, ¿estás bien?

 

El pelinegro reaccionó, mirándola con cierto arrepentimiento.

 

—Lo siento, estaba distraído —comentó lo obvio.

—Eso ya lo veo. —Asintió—. ¿Pero qué te tiene en ese estado?, ¿problemas en el trabajo?

—No. Es sólo… mi hermano me llamó por teléfono antes de que llegaras. Se escuchaba inquieto, pero no quiso contarme qué le pasa, dijo que quería hablarlo en persona.

—¿En serio? —Se movió un poco, acomodándose en el respaldo del sofá en el que estaba sentada junto a su pareja—. Deberías ir a buscarle para hablar.

—Se lo propuse, pero insistió en que prefería que habláramos aquí. —Miró la hora en su reloj—. No creo que tarde mucho más en llegar. —Ya había transcurrido más de media hora desde que su hermano llamó.

 

La mujer sonrió, sintiéndose ligeramente enternecida al ver, una vez más, la forma en que Itachi se preocupaba por su hermano. Cuando Sasuke sufría, Itachi también lo hacía, como si el afectado fuera él mismo.

 

Estuvo a punto de decir algo, pero unos golpes en la puerta la interrumpieron. Al instante su novio se encaminó presto a abrir, revelando tras la puerta a la persona que esperaba.

 

—Entra —le dijo de inmediato, dándole paso.

 

Sasuke ingresó, con las palabras de todo lo que le quemaba por dentro a punto de escapar de sus labios, pero al ver a Konan quedó mudo por unos segundos. Le dedicó un cordial saludo que ella respondió, pero interiormente suspiró con cierto fastidio, había esperado poder estar a solas con su hermano.

 

Notando su incomodidad, Konan se puso de pie.

 

—Acabo de recordar que necesitaba comprar algo —inventó—. Iré a la tienda 24 horas.

 

Tras brindarle un suave beso a su novio, se despidió y marchó. Un sutil pinchazo de celos retorció el estómago de Sasuke. Él también quería tener una relación tan sencilla como aquella con Naruto. Pero claro, él era un hombre al que le gustaba el riesgo, pensó con sarcasmo. ¿Por qué buscarse una relación con alguien mayor de edad que no le trajera demasiados inconvenientes cuando podía buscarse a un mocoso que sólo le traería quebraderos de cabeza? Oh sí, sin duda amaba el peligro.

 

En cuanto la puerta se cerró, caminó a la cocina y tomó dos botellines de cerveza de la nevera. Tras abrirlos regresó a la sala, donde su hermano le esperaba con disimulada impaciencia sentado en un sillón.

 

—¿Y bien? —Le miró fijamente, aguardando mientras Sasuke daba largos tragos a su cerveza. Al ver otro botellín en la otra mano de éste, asumió que era para él, así que extendió una mano para tomarlo—. Gra… —Pero antes siquiera de rozarlo, Sasuke abandonó el otro botellín, ya vacío, y empezó a tomar de ese—… cias. —Confundido le estudió con la mirada—. No deberías beber de esa forma. —En simples segundos Sasuke había acabado con dos botellines de cerveza.

—Lo necesito —murmuró limpiándose los labios con el dorso de la mano.

—Sasuke… me estás preocupando —confesó con seriedad, sin apartar la mirada de él.

 

Por un instante Sasuke dudó entre regresar a la cocina y tomar otra cerveza o comenzar a hablar. No sería bueno explicar todo estando ebrio, pero por otro lado en ese estado podría olvidar su metedura de pata. No, lo que hizo con Naruto no fue una simple metedura de pata, ¡fue más que eso! Un enorme error.

 

Estúpido mocoso… Le había enredado con sus sentimentalismos.

 

—Itachi… yo… —Suspiró, como si el peso de lo que fuera a decir le estuviera fatigando—. He cruzado la línea.

—¿Qué línea?

—¡Con Naruto! —exclamó como si fuera lo más obvio del mundo.

 

Preocupado, Itachi se puso de pie. Alzó ambas manos, pidiéndole serenidad a su hermano que había empezado a caminar de un lado a otro como un león enjaulado.

 

—Naruto-kun y tú… ¿habéis mantenido relaciones? —preguntó cauto, pero no recibió una respuesta inmediata.

—El idiota empezó a echarme cosas en cara, que si no le beso, que si no le quiero, que si le escondo de todos… incluso llegó a insinuar que sólo estoy saliendo con él porque estoy confundido. —Irritado tensó la mandíbula y apretó los puños—. ¡Vive en un mundo de fantasía! ¡No entiende los problemas que me crea tener una relación con él!

 

Cauto, Itachi se acercó a su hermano y le tomó de un hombro, incitándole a tomar asiento en el sofá. Sasuke se veía alterado. Pero justo entonces notó algo que le hizo abrir los ojos con sorpresa. Un chupetón adornaba un lateral del cuello de su hermano, pero evitó decir algo de momento al ver que Sasuke tenía intenciones de continuar hablando.

 

—Me sentí presionado, Itachi. Quería demostrarle que estaba equivocado, ¡daba igual la manera! —Recargó los codos sobre sus muslos—. Nos… bueno, nosotros… —balbuceó, sintiéndose estúpido—, nos masturbamos. ¡Pero no llegamos más lejos! —aseguró.

 

Lo peor del asunto es que se estaba detestando a sí mismo porque fue él quien empezó tocando a Naruto. Pudo haberle demostrado de decenas de maneras que estaba equivocado, que realmente le quería; pero no, prefirió dejarse llevar por el deseo y tomar la peor opción. Después de tantos meses conteniéndose, su paciencia había explotado con las acusaciones de Naruto. Deseaba golpearse cada vez que recordaba que tuvo varias oportunidades para detener todo porque al inicio su novio había estado muy inseguro por los nervios. Sin embargo, él insistió, molestando a Naruto para presionarle disimuladamente a continuar.

 

Ocultó el rostro entre sus manos. Se sentía un ser despreciable, tenía la sensación de haberse aprovechado de Naruto. ¿Qué clase de persona era?

 

Después de aquello, los segundos pasaron y todo quedó en un pesado silencio. Inseguro por la reacción de Itachi, alzó un poco el rostro, encarándole.

 

—Hermano, di algo. —Necesitaba más que nunca un consejo de su parte.

 

Itachi procesaba todo lo escuchado a marchas forzadas, tratando de aconsejar sabiamente a Sasuke, pero le estaba costando. Ya una vez le aconsejó darle una oportunidad a Naruto, pensando que así Sasuke sería feliz, pero ahora tenía a su hermano frente a él lamentándose como si acabara de asesinar a alguien.

 

Por otro lado, no podía juzgar a Sasuke por lo que había hecho con Naruto. En cierta medida lo comprendía, eran novios desde hacía ¿cuánto?, unos siete meses si sus cálculos no estaban errados. Hasta le resultaba admirable el aguante y paciencia que su hermano había tenido todos esos meses.

 

—Lo siento. —Suspiró—. No sé qué aconsejarte, Sasuke —confesó con cierta derrota, sentía que le había fallado a su hermano.

—¿Qué? —Le miró atónito.

—Por un lado te comprendo, Naruto-kun es tu novio, le quieres… es normal desear más contacto. Por otro lado, está ese tema espinoso: Naruto-kun es menor de edad.

 

Frustrado, Sasuke volvió a cubrirse el rostro con las manos.

 

—Si Minato y Kushina se enteran, estoy muerto.

—¿Temes que Naruto-kun se lo cuente a sus padres?

—A sus padres no. Pero ¿y si se lo cuenta a alguno de sus amigos? Ya sabes cómo son los mocosos, les gusta fardar sus intimidades como si fuera un tema de dominio público. ¿Y si alguno de sus amigos se lo cuenta a Minato o Kushina?

 

Si eso ocurría, el panorama que Itachi visualizaba para su hermano era a los progenitores del menor tomando medidas legales, a Sasuke pasando como mínimo un par de años en prisión, y quedando con su reputación enfangada el resto de sus días. Pero prefirió no decir aquello, no quería volver el ambiente más pesimista.

 

—Te estás adelantando a los acontecimientos, Sasuke. ¿Por qué no llamas a Naruto-kun y le pides que no hable con nadie sobre lo que habéis hecho?

 

El otro negó al instante.

 

—Lo último que quiero hacer ahora es hablar con él. Tal vez mañana…

 

Itachi volvió a suspirar, sin estar seguro sobre lo que iba a decir a continuación.

 

—Hace un momento has dicho que Naruto-kun no entiende los problemas que te crea tener una relación con él —comenzó a hablar, prudente—. No es la primera vez que te has quejado de eso. Si no te sientes cómodo con la situación en la que estás, ¿por qué no te tomas un tiempo con é?

 

Sasuke alzó el rostro, observando estupefacto a su hermano. La misma persona que en el pasado le hizo admitir sus sentimientos por Naruto y le aconsejó darse una oportunidad, ahora le sugería lo contrario.

 

—¿…qué? —logró musitar en un hilo de voz.

—No te digo que le dejes definitivamente —añadió—, pero tal vez… darte un tiempo con él te ayude a templar los ánimos. Tú mismo te has quejado varias veces sobre tu relación con Naruto-kun. Puedes tomarte ese tiempo para barajar los pros y los contras.

 

Sasuke tenía muy claros los pros y los contras de una relación con Naruto, incluso desde antes de iniciarla. ¡No necesitaba tomarse un maldito tiempo para esa estupidez!

 

—Tienes que estar bromeando, Itachi. —Le miró con cierto rencor.

—Lo cierto es que la situación es un tanto peliaguda, Sasuke. Ni yo mismo sé qué decirte. Sólo quiero lo mejor para ti en este asunto, y ahora mismo te estoy viendo sufrir, entiende que quiera apartar de ti lo que te está provocando ese sufrimiento. —La tensa expresión de enojo se suavizó en el rostro del menor al escuchar eso, comprendiendo sus razones para decirle aquello—. Si quieres, puedo hablar con Naruto-kun…

—No. —Interrumpió.

 

La respuesta no le sorprendió a Itachi, ya se la esperaba. A Sasuke le gustaba recibir consejos cuando se sentía en apuros, pero era entendible que fuera él quien quisiera arreglar el problema.

 

—¿Entonces qué harás, Sasuke?

 

Eso mismo era lo que se preguntaba el mencionado una y otra vez: qué hacer. Le preocupaba dejarse llevar de nuevo con Naruto y llegar más lejos, sería como ponerse una soga al cuello. Pero si seguía con el mismo comportamiento de estos meses, tarde o temprano Naruto volvería a pensar que no le quería y que estaba confundido.

 

Al no escuchar ningún consejo útil, de momento sólo podía desear estar solo para pensar.

 

—No sé…

 

Lo único que tenía claro era que no quería terminar su relación con Naruto. La simple idea de estar lejos de él para siempre le llenaba de amargura.

 

—Sasuke… ¿por qué no mejor vas a casa a descansar? —sugirió al verle estresado—. A lo mejor mañana ves las cosas desde otra perspectiva.

 

Asintiendo, Sasuke se puso de pie dispuesto a marcharse. A pesar de que se duchó antes de ir a ver a Itachi, tomaría otra ducha y se iría a la cama sin cenar. No tenía apetito.

 

Tras despedirse, Itachi volvió a tomar asiento, sumergiéndose en sus pensamientos. Entendía perfectamente el conflicto interior por el que estaba sufriendo Sasuke; la cuestión moral entre lo que perseguía y lo que creía correcto. No tenía dudas de que Sasuke quería a Naruto, pero a la vez su hermano era consciente de que mantener una relación con él era incorrecto.

 

Se hundió más en su cómodo asiento. El aguijonazo de la culpa punzaba en su pecho. Nunca debió empujar a Sasuke a los brazos de Naruto.

 

****

 

—¡Naruto, cuidado!

 

El aludido reaccionó demasiado tarde para esquivar el balón que veloz se dirigía a su cara. Terminó impactando de lleno en un lado de su frente, haciéndole caer al suelo. Sofocó una pequeña queja, sintiendo su espalda y frente palpitar de dolor. Al instante sus amigos aparecieron en su campo de visión, ayudándole a incorporarse; entre ellos estaba Gaara.

 

—Naruto, lo siento —se disculpó el pelirrojo. Era él quien había lanzado la pelota hacia la portería, y Naruto en vez de esquivarlo había permanecido mirando a la nada.

—Está bien. —Sonrió un poco adolorido, acariciándose la frente—. Fue mi culpa, estaba distraído’ttebayo.

—Al menos gracias a la parada de Naruto-kun no nos has marcado un gol —celebró Lee, palmeando la espalda de Naruto, su compañero de equipo. Tragó duro al recibir una seca mirada del pelirrojo, al parecer no le había hecho gracia la broma.

 

El rubio se limitó a asentir cuando Kiba, Chouji y Shikamaru insistieron en preguntarle si estaba bien. Pero Gaara no estaba conforme, sabía que algo estaba inquietando a Naruto. Desde hacía dos días parecía moverse como un autómata, su despiste en clases durante esos dos días no tenía precedentes, más de un profesor se había visto obligado a llamarle la atención; además, durante el recreo apenas comía.

 

Decidido, tomó a su amigo del brazo y tiró de él hacia la fuente, avisando a los demás que regresarían después.

 

—¿Gaara?

—Deberías refrescarte la frente, se está poniendo roja —explicó sin más.

 

Cuando Naruto empezó a refrescarse el rostro, dedicándole especial atención a la frente, se atrevió a actuar. Sólo conocía a Naruto desde hacía unos meses, pero le había tomado bastante estima, después de todo compartían mesa en clase y muchos trabajos los hacían juntos.

 

—¿Qué ocurre, Naruto? —El aludido alzó el rostro empapado, mirándole confuso—. Desde hace dos días no eres tú. —Se preocupó al no recibir respuesta, preguntándose si quizá Naruto no le tenía la suficiente confianza como para contarle sus inquietudes. O tal vez… el problema que le tenía en ese estado era tan grave que no se atrevía a hablarlo—. ¿Tienes problemas en casa? —insistió.

—No. —Alzó la camiseta, limpiándose el rostro con ella. La brisa de la tarde acarició su firme estómago gracias a tanto ejercicio—. Todo está bien.

 

Gaara se sorprendió a sí mismo mirando con cierto interés, por un instante, la porción de piel que la camiseta había desvelado. Pero rápido alzó la mirada a su rostro cuando su amigo se acomodó la prenda. Ignorando aquello, se centró en el asunto que le preocupaba.

 

—¿Entonces? —De nuevo no recibió respuesta—. ¿Acaso no confías en mí, Naruto?

—¡No se trata de eso! —exclamó de inmediato. Suspiró, dejando caer los hombros—. He metido la pata con la persona que me gusta, y desde entonces él me ignora’ttebayo —soltó a bocajarro, deprimido.

 

Prefirió hablar de Sasuke como “la persona que le gusta” y no como su novio.

 

—¿Uchiha? —afirmó en una pregunta, viendo a Naruto asentir.

—Sí.

 

Gaara se cruzó de brazos, no estando seguro de qué responder. No se le daban bien los temas amorosos.

 

—¿Has intentado hablar con él?

—Claro que sí. Ya he perdido la cuenta de las veces que le he llamado, pero no contesta. —Omitió decir que incluso le había esperado horas en su apartamento, pero Sasuke nunca apareció.

 

Cuando se marchó del apartamento de Sasuke, tres días atrás, su rostro brillaba de felicidad, incluso las tediosas clases del día siguiente le parecieron maravillosas. Pero a última hora de la tarde, cuando fue al apartamento de su novio éste no estaba allí, aquello fue extraño. Le llamó por teléfono pero no contestó, tampoco respondió sus mensajes en los que le preguntaba dónde estaba y cuándo iba a volver al apartamento.

 

Aquella noche regresó a casa con un mal presentimiento llenándole el pecho. ¿Sasuke le estaba evitando? Al día siguiente su sospecha cobró fuerza cuando nuevamente, al ir al apartamento de Sasuke, éste no estaba allí. Insistió en llamarle y escribirle mensajes, siendo ignorado de nuevo, así que regresó a casa caminando cual zombi, casi arrastrando los pies.

 

Deprimido, había decidido que aquel día no iba a pasar por el apartamento de Sasuke. Prefirió ir a jugar a fútbol cuando Shino le comentó en clases a Gaara y a él que todos habían quedado en el parque dos horas después de finalizar las clases. Pensó que sería buena idea ir y distraerse, pero hasta un niño de cinco años habría jugado mejor que él.

 

No tenía ánimo para nada, sólo quería saber qué demonios le ocurría a Sasuke. ¿Acaso había hecho algo mal?, ¿había dicho algo que había molestado a su pareja? ¡No lo entendía! Pensaba que después de lo que hicieron la última vez que se vieron, su relación sería un poco más estrecha.

 

—¿Me permites confesarte algo, Naruto?

—Claro.

—Sasuke es demasiado mayor para ti —dijo sin rodeos. Vio a su amigo arrugar ligeramente el entrecejo en clara señal de que no le había gustado lo que le dijo—. Me dijiste que es médico, ¿no es así? Eres un niño a su lado.

—No soy un niño —masculló con cierta molestia.

—Sólo digo que deberías poner tu atención en alguien con una edad más cercana a la tuya —aconsejó, posando una mano en el hombro del otro—. Además, por lo que cuentas ese hombre ni siquiera parece interesado en ti.

 

Frustrado, Naruto alejó de un manotazo el contacto de Gaara, sorprendiendo a éste.

 

—Me voy a casa —farfulló, comenzando a alejarse.

—Naruto…

—Te veo mañana en clase dattebayo.

 

Gaara permaneció en su lugar, sorprendido por la reacción de su amigo. Naruto nunca se había mostrado así con él. Ese Uchiha debía gustarle demasiado. Aunque no entendía qué tanto le había visto a ese hombre, cuando le conoció en la piscina le pareció alguien poco sociable y gruñón.

 

Suspiró, esperando que para mañana Naruto estuviera de mejor ánimo.

 

En la entrada del parque, Sakura parpadeó curiosa al ver que Naruto se dirigía hacia allí. Había ido allí con intención de ver a sus amigos jugar, Hinata la acompañaba. Escuchaba atenta lo que su amiga le contaba entre balbuceos sobre Kiba, quien cada vez disimulaba menos el interés que sentía por ella.

 

—Hey, Naruto. No me digas que ya habéis terminado de jugar, ¿hemos llegado tarde?

 

Sin responder a la pregunta, en cuanto la tuvo a su alcance tomó a Sakura del brazo y tiró de ella, obligándola a caminar a su lado.

 

—¡¿Naruto?! —atinó a decir.

—¿Na-Naruto-kun…? —Hinata estaba igual de sorprendida.

—Lo siento, Hinata, necesito hablar con Sakura-chan a solas —habló acelerado, sin detenerse.

 

Al escuchar aquello, la chica se dejó llevar sin rechistar. Naruto parecía estar inquieto. Antes de poder pensar cuál podría ser la razón, su amigo rompió el silencio.

 

—Lo he estropeado todo.

—¿El partido de fútbol?

—¡No! Hablo de lo mío con Sasuke.

 

Sakura liberó un pequeño suspiro. Claro, Sasuke. ¿Cómo no lo imaginó antes? A prisa se liberó del agarre y empezó a caminar a su lado, mirándole con atención.

 

—¿Ya no eres novio de Sasuke?

—Sí, pero hace días que me evita.

—No estoy entendiendo gran cosa, Naruto. ¿Podrías empezar desde el principio?

—Está bien. —Se detuvo, mirándola un tanto ruborizado—. Pero no te enfades con lo que voy a contarte, es un poco vergonzoso.

—Escuchar eso no me da buena espina —comentó con aire de preocupación.

 

Si el propio Naruto, que era un desvergonzado, admitía que era vergonzoso, es porque realmente lo era. No estaba segura de querer escucharlo, pero por otro lado sentía curiosidad. Su brazo de nuevo fue apresado y su amigo tiró de ella, ocultándoles en un callejón para tener más privacidad.

 

Un poco avergonzada se liberó del agarre y miró la salida del callejón.

 

—Naruto tonto —reprendió en un susurro—. Si alguien nos vio entrar aquí va a pensar que vamos a hacer… “cosas”.

 

Naruto se limitó a soltar una pequeña risa, sacudiendo un brazo en un gesto despreocupado.

 

—No te inquietes, Sakura-chan. No eres mi tipo’ttebayo… —Antes de poder terminar la frase se vio obligado a agacharse para esquivar un puñetazo que iba directo a su cara—. ¡Sakura-chan! —exclamó alarmado.

—¿¡Me estás llamando fea!?

—¡No, no…! —retrocedió hasta la pared de enfrente, aunque sólo unos tres pasos les separaban. Rápido cambió de tema para salvar su vida—. ¿Pu-puedo contarte mi problema con Sasuke?

 

Ella se calmó al instante al recordar el motivo por el que estaban allí realmente. Recargó la espalda en la pared y asintió en silencio. Naruto inspiró hondo antes de empezar a contar lo ocurrido con Sasuke.

 

—La última vez que le vi discutimos un poco… aunque eso no es tan raro, muchas veces peleamos, pero… ehm… bueno…

—¿Qué? —apremió.

—¿Te acuerdas de esa supuesta novia de Sasuke de la que te hablé hace tiempo? —Al verla asentir, continuó—. Trato de disimularlo, pero desde entonces me he estado sintiendo inquieto con eso. —Incómodo se pasó una mano por la nuca—. Empecé a reprocharle cosas a Sasuke…

—¿Qué cosas? —Le animó a continuar al notarle inseguro.

—Que no me quiere, que está saliendo conmigo porque está confundido; que me oculta de todos, que es un cobarde…

—¡Naruto! —exclamó asombrada.

—¡Sé que no debí hacerlo! Pero… estaba frustrado por la conducta de Sasuke y celoso de esa “novia” suya.

—¿Y? —murmuró tras un pequeño silencio—. ¿Qué pasó después?

—Después Sasuke me besó… y empezó a tocarme…

 

Las mejillas de la chica se tiñeron de rosa al instante.

 

—No sé si quiero seguir escuchando —habló acelerada.

—¡Pero tengo que seguir contándote! —Se acercó, mirándola inquieto—. Sabes que Sasuke nunca ha querido ir más allá conmigo.

—Sí, por su supuesta virginidad que yo no me creo —respondió, cruzándose de brazos.

 

Naruto asintió con un lento movimiento de cabeza, meditando lo que iba a decir sin que sonara muy incómodo para Sakura. Pero al no saber cómo hacerlo, prefirió soltarlo todo a bocajarro.

 

—Nos masturbamos. —En cuanto los ojos verdes se clavaron en los suyos, totalmente sorprendidos, enrojeció—. E-el problema es… —continuó agitado—, que desde entonces Sasuke me evita, y no sé si lo hace porque hice algo mal. A lo mejor no le gustó cómo lo hice.

 

Sakura dudaba si pedirle a Naruto que se callara y darle un puñetazo por la vergüenza que le estaba provocando esa conversación. Pero por otro lado, sabía que Naruto necesitaba ser escuchado y aconsejado. Era irónico cómo su amigo le pedía consejos sobre el amor cuando su vida amorosa era nula desde siempre.

 

Salió de sus divagaciones cuando escuchó a Naruto suspirar derrotado, volviendo a tomar la palabra.

 

—Tengo la sensación de que empujé a Sasuke a hacer algo muy malo, algo que no quería. Cada vez que pienso eso, yo…

—No digas eso —interrumpió al verle afligido—. No te culpes.

—¡Es que es mi culpa’ttebayo! Sasuke tiene razón, si no fuese un niño habría respetado su postura. Él se negó al principio, pero yo insistí y le presioné, como siempre. Después todo fue muy rápido, no me esperaba que Sasuke fuera a ceder.

 

Recordaba aquel momento como si hubiera sido ayer. Todavía podía sentir las manos de Sasuke tocando su cuerpo, sus labios besando los suyos, el calor de su piel, y su voz gimiendo su nombre al final… no podría olvidarlo jamás.

 

Unas palmaditas en la cara le hicieron reaccionar. Sakura le miraba curiosa.

 

—Naruto. Te has quedado ensimismado de pronto.

—Sólo recordaba… —balbuceó—. A lo mejor Sasuke se sintió decepcionado. ¡Puede ser eso! —se respondió a sí mismo—. Siempre me ha gustado provocarle, es divertido. Pero cuando él tomó la iniciativa sentía que me moría de la vergüenza dattebayo, a lo mejor le decepcioné, ¿y si esperaba que fuera más atrevido con él? Pero es que todo fue tan precipitado… —De pronto se detuvo en seco, guardando silencio. Sakura le miraba expectante—. ¿Y si Sasuke ha roto conmigo y por eso me está esquivando?

 

Ante aquella conclusión la chica soltó una exclamación de sorpresa, pensando que quizá Naruto tenía razón. A lo mejor Sasuke había roto con él y por eso le estaba evitando. Si aquello era cierto, le partiría la cara de un puñetazo por cobarde.

 

—¡Ese bastardo…! —masculló disgustada.

—¿Qué debería hacer, Sakura-chan? —preguntó desasosegado.

 

Con un movimiento decidido, la chica estrelló un puño en la palma de su otra mano.

 

—Enfréntale con la cabeza en alto, y si no te hace caso… ¡pártele la cara!

 

Ahora fue el turno de Naruto para soltar una exclamación de sorpresa. Su amiga nunca le había aconsejado algo tan radical.

 

—¿Tú crees…? —bisbiseó inseguro.

 

La chica le miró un poco más calmada en esta ocasión. Ni siquiera tenían la certeza de saber si Sasuke había cortado con Naruto. Hacer aquello sólo empeoraría la situación.

 

—Só-sólo bromeaba —mintió con una risilla floja—. Intenta localizarle y pregúntale directamente si vuestra relación ha terminado.

—¿Y si dice que sí? —preguntó algo temeroso ante aquella opción.

—En tu lugar, yo le preguntaría por qué.

—¿Y luego? —insistió.

—Intenta arreglarlo todo con él.

—¿Y si no quiere?

 

Liberando un suspiro de repentino tedio, Sakura se llevó una mano a la frente. Posó la otra en un hombro de su amigo.

 

—Deja de preocuparte por cosas que todavía no han pasado. Enfrenta la situación con calma —aconsejó—. A lo mejor nos estamos equivocando.

—¿Y por qué otro motivo podría estar ignorándome Sasuke?

 

Pensativa, Sakura se llevó un dedo a la barbilla por unos segundos.

 

—¿Y si ha sufrido un terrible accidente y está en coma en el hospital?

 

Supo que no debió decir aquello cuando vio a Naruto respingar en su lugar, y al instante, sin decir nada, abandonó aquel callejón corriendo todo lo rápido que podía.

 

—¡Na-Naruto! —Abandonó también el callejón, pero ya no había rastro de su amigo. Se había perdido entre la gente.

 

El adolescente apenas había recorrido tres calles, dirigiéndose al apartamento de Sasuke, cuando un llamado le detuvo.

 

—¿Naruto?... ¡Naruto!

 

Se detuvo en seco al reconocer aquella voz. Raudo giró, viendo a su progenitor caminar rápido hacia él.

 

—Papá… —mencionó fatigado por la carrera—. ¿Vas a casa?

—No. Iba en la misma dirección que tú. Incluso me has adelantado y ni me has notado. ¿A dónde vas tan acelerado?

—I-iba a… Ya sabes… Allí donde… —habló veloz, entrecortado—. ¿A dónde vas? —Sonrió inocente.

—A comprar flores para mamá —respondió. Con una repentina expresión de ligera vergüenza, se rascó una mejilla—. Sigue molesta conmigo por lo del otro día…

 

Naruto se detuvo un momento a pensar, y entonces recordó que días atrás su padre salió a beber con Fugaku; nada nuevo. El problema fue que ese día a Minato se le fue la mano con el alcohol y llegó tan ebrio a casa que vomitó un par de veces durante la noche. Desde entonces Kushina trataba a su esposo de forma arisca, enojada, reprochándole haberse emborrachado como un adolescente.

 

—Sólo a ti se te pudo ocurrir presentarte en casa tan borracho.

 

No era la primera vez que Minato llegaba en un estado similar, pero algo así ocurría en muy contadas ocasiones. Y siempre, Fugaku tenía que llevarle hasta su casa y pedir disculpas en nombre del rubio ante una furiosa Kushina

 

—S-se me fue un poco la mano —se excusó en un balbuceo—. Además, no necesito que me regañes como si fueses Kushina, en lugar de eso deberías ayudarme a elegir unas flores para ella.

—¿Crees que con unas flores te perdonará?

—Al menos lo intentaré. Unas flores, un buen masaje… también prepararé la cena, o podría llevarla a cenar fuera.

 

Al instante Naruto asintió con un movimiento de cabeza, aprobando la idea de su padre. Si eso no hacía que Kushina le perdonara, al menos sin duda aplacaría su furia.

 

—Lo de llevarla a cenar fuera me parece muy buena idea. ¿Cuánto hace que mamá y tú no hacéis algo así? —preguntó, aunque en realidad no deseaba una respuesta, sólo quería hacer reflexionar a su padre.

 

Y lo logró. Minato se dio cuenta de que no había invitado a su esposa a una romántica velada desde hacía años. Vivían sumidos en la rutina. Estaría bien hacer algo diferente para variar.

 

Se detuvo al llegar a su destino.

 

—Aquí. —Señaló el local, ingresando seguido de su hijo—. ¿Qué flores me recomiendas, Naruto? —preguntó a su hijo al ver a la dependienta atendiendo a una clienta—. ¿Rosas?

 

El adolescente sacudió una mano y negó al instante.

 

—Nuestro jardín está lleno de rosas, habría sido más fácil hacer un ramo con ellas y al menos te habría salido gratis. ¿Qué tal una flor más especial?

—¿Como por ejemplo? —preguntó con interés.

—¡Los girasoles! —Los señaló en cuanto los encontró.

 

Ahora fue Minato quien negó enérgico. Esa flor no le parecía romántica en absoluto. Era normal que Naruto hubiera señalado los girasoles, después de todo era su flor predilecta, y además, todavía era un niño, no tenía demasiado sentido del romanticismo.

 

—Necesito una flor romántica, Naruto. No eso. —Los señaló también.

—¡Hey! ¡Los girasoles son perfectos, no los llames “eso”! —renegó.

 

Entonces una voz femenina hizo girar a ambos, sacándoles un respingo.

 

—El girasol es una flor hermosa. Simboliza el sol, el amor y la admiración. Además representa la felicidad, la vida, la luminosidad.

 

Era la dependienta quien recitaba todo aquello de memoria, mirándoles con una sonrisa. Era una joven mujer rubia, con el cabello largo, muy largo. A Naruto y Minato les llamó sumamente la atención aquello, ya que sus cabellos eran tan largos como los de Kushina, quizá un poco más. Sus ojos eran azules, aunque el flequillo ocultaba uno de ellos.

 

Al notar que ellos la miraban casi sin parpadear, sonrió nuevamente y tomó la palabra.

 

—¿Las flores serán un regalo para una novia… —preguntó mirando a Naruto—… o quizá para una esposa? —continuó desviando la mirada a Minato.

—Para mi esposa— habló el hombre finalmente, observando las diferentes flores a su alrededor—. Pero no quiero recurrir a las típicas rosas.

 

Pensativa se llevó un dedo a la barbilla y segundos después chasqueó los dedos.

 

—Tengo la flor ideal. —Caminó unos pasos, tomando un catálogo que descansaba sobre el mostrador y abriéndolo en cierta página—: la camelia japónica. —Les mostró la fotografía en el libro—. Existe en tres variedades: blanca, rosa y roja.

 

Minato sonrió al reconocer la flor en las fotografías, no era la primera vez que la veía.

 

—¿Cuál me recomiendas para enamorar más a mi esposa?

—Deberías preguntarle cuál te recomienda para aplacar la furia de una bestia sedienta de sangre —masculló Naruto, pero la chica logró escucharle también y no pudo evitar reír.

 

Al instante Minato miró a su hijo entre avergonzado y enojado. Estuvo a punto de reprenderle, pero la explicación de la dependienta le interrumpió.

 

—La camelia blanca representa un amor puro e infantil; la roja el amor incondicional, la pasión, el deseo… La camelia rosa representa la seducción y el anhelo por estar con la persona amada. Si quieres ser dulce y a la vez persuadir a la persona que amas, esta es tu flor.

—Entonces no se hable más, ¡un ramo de camelias rosas!

—Estaría bien decorarlas un poco —comentó la chica—. ¿Qué tal con margaritas? El rosa y el blanco hacen una buena combinación.

—Lo dejo en tus manos. —Sonrió Minato.

 

La mujer se perdió dentro de una habitación para elaborar el ramo. Naruto suspiró, pensando que si Sasuke fuese una chica le compraría también un ramo de camelias para ver si así obtenía su perdón. Ahora que estaba más calmado, dudaba que Sasuke hubiera sufrido un accidente y estuviera ingresado en un hospital, Itachi le habría avisado de ser así. También Mikoto se lo habría contado a Kushina, y por ende ella lo habría contado en casa. ¡Se habría enterado!

 

Pocos minutos después la rubia regresó, mostrando un ramo elaborado con camelias rosas, margaritas, helechos y plantas silvestres. Minato tomó el ramo después de pagarlo y lo miró fascinado, como si fuese su tabla de salvación.

 

—Ninguna esposa podría resistirse a un ramo tan hermoso —aseguró la rubia, contenta al ver a un cliente más satisfecho—. Gracias por su compra. ¡Vuelvan pronto! —les despidió.

 

Caminaban de regreso a casa. Naruto decidió acompañar a Minato, ya que mientras la dependienta elaboraba el ramo, una idea cruzó su mente para poder pasar la noche junto a Sasuke.

 

—Por cierto, papá… —comenzó a decir Naruto con aparente desinterés—, ya que probablemente mamá y tú vais a cenar fuera, creo que al regresar a casa estaría bien para vosotros un poco de intimidad. Ya sabes… de “esa” intimidad.

 

El hombre le miró ceñudo y sonrojado, incómodo por la desfachatez con la que le hablaba su hijo.

 

—¿A qué viene eso?

—No me malinterpretes dattebayo. —Sacudió una mano—. Sólo trato de decir que estoy dispuesto a ayudarte con esto. Pasaré la noche en casa de algún amigo para que tengas total privacidad con mamá.

 

En silencio Minato agradeció el gesto de su hijo. Podrían hacer esto o aquello sin preocuparles ser escuchados por Naruto.

 

—Mientras no sea en casa de Gaara, perfecto. —Asintió.

 

Naruto disimuló una sonrisilla nerviosa al escuchar la respuesta. Minato seguía sin tragarse a Gaara, pero de momento ese no era un problema, su intención era quedarse en el apartamento de Sasuke.

 

—Me quedaré en casa de Kiba o de Shikamaru, o tal vez en la de Lee o Shino… No estoy seguro.

—Entonces bien.

 

Al obtener el consentimiento de su padre sin ningún problema casi grita de alegría. Podría pasar la noche con Sasuke. Podría hablar con él largo y tendido, arreglar sus problemas.

 

Al llegar a casa, se dirigió raudo a su habitación, tomó una muda limpia del uniforme estudiantil y ropa interior, metiéndolo en una mochila. Tomó también otra mochila que contenía los libros necesarios para la clase del día siguiente y con emoción corrió escaleras abajo.

 

Nada más ponerse las polvorientas zapatillas que usaba para jugar fútbol y abrir la puerta, se encontró de frente con Kushina que al instante le escaneó con la mirada.

 

—¿A dónde crees que vas a estas horas, vestido de esa forma?

 

El sol acababa de ocultarse. Naruto iba en pantalón corto, con unos gruesos calcetines hasta casi las rodillas, y apenas una fina camiseta térmica de manga larga le abrigaba de la suave y fría brisa que soplaba en la calle. Además no pasó desapercibido para Kushina que Naruto llevaba dos mochilas, una en cada hombro.

 

—Voy a pasar la noche fuera —respondió con rapidez, tratando de pasar de largo a su madre, pero ésta dio un paso a un lado, cortándole el paso—. ¿Qué?

—¿Con el permiso de quién? ¿Pensabas irte así sin más?

—¡Claro que no! Le he pedido permiso a papá y…

—Un hombre que se emborracha como un adolescente no tiene potestad sobre su hijo —farfulló llevándose las manos a la cintura.

 

El rubio sólo atinó a rodar la mirada y resoplar de forma disimulada. La borrachera de Minato tampoco fue para tanto, no se ponía agresivo cuando estaba ebrio, al contrario, a veces se volvía excesivamente mimoso. Y era algo que ocurría en muy contadas ocasiones. Pero Kushina se ponía histérica porque decía que como padre, le estaba dando mal ejemplo a su hijo.

 

—Bien, entonces… ¿puedo pasar la noche fuera? —preguntó con una sonrisilla forzada.

—¿Fuera?, ¿dónde? —exigió saber.

—En casa de Kiba, tal vez de Shikamaru… —tanteó.

 

Tras unos largos segundos en los que Naruto estaba esperando recibir una respuesta negativa, finalmente la pelirroja relajó su tensa expresión.

 

—De acuerdo. —Antes de que su hijo pudiera decir algo, le señaló—. Pero primero quiero que te des un baño y te cambies de ropa, estás polvoriento. No voy a tolerar que salgas vestido así a estas horas y sin chaqueta.

 

Si eso era todo lo que ella quería a cambio de dejarle pasar la noche fuera, lo haría sin problemas, pensó Naruto encogiéndose de hombros. Al instante dejó las mochilas en el suelo y corrió escaleras arriba, directo al baño.

 

Kushina suspiró. Su hijo siempre era un descuidado, ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría salir a la calle en pantalón corto a esa hora? Cuando estaba por entrar en la cocina, dispuesta a hacer la cena, se topó de lleno con su esposo que salía.

 

—Kushina, te estaba buscando.

—Estaba en casa de Mikoto —respondió con cierta frialdad.

 

Pero al instante sus ojos captaron el elaborado ramo en brazos de Minato, y el aroma dulzón de las flores llegó a su nariz.

 

Si Minato pensaba comprar su perdón con unas flores, estaba muy equivocado.

 

Pero cuando Naruto bajó, largos minutos después, ya aseado y con ropa limpia, encontró una escena empalagosa. Fue a la sala en busca de alguno de sus progenitores para avisar que ya se marchaba. Al entrar, descubrió a sus padres abrazados, fundidos en un beso que parecía ser interminable.

 

Sonrojado, tosió un poco. Al instante sus padres dieron por finalizado el beso. Minato le miraba con una sonrisilla nerviosa por haber sido interrumpidos, mientras que Kushina de pronto parecía la felicidad personificada.

 

—Yo sólo quería… Ya me voy… —balbuceó Naruto.

 

Kushina caminó a la mesa, tomando el ramo de flores y abrazándolo contra su pecho, aspirando su dulce aroma.

 

—Claro, hijo. ¡Vete, vete! —le animó con una sonrisa, mientras caminaba hacia la cocina. Iría a poner las flores en un jarrón—. ¡Diviértete!

 

Ya sabía que no hacía ni media hora que se había dicho a sí misma que no se dejaría ablandar por un ramo de flores. Pero era incapaz de decir no a un ramo de flores, un masaje y una íntima velada nocturna.

 

Cuando estuvieron solos, Naruto dedicó una sonrisilla pícara a su padre y alzó el pulgar antes de marcharse.

 

****

 

Tras una jornada laboral que pareció eterna, Sasuke abandonaba el hospital con pasos firmes y el entrecejo ligeramente fruncido. No estaba de muy buen humor en ese momento, y el causante tenía nombre y apellido: Naruto Uzumaki.

 

Desde la última vez que vio al mocoso había tenido que sufrir, por segunda vez, las mofas de sus compañeros de trabajo por ir con un chupetón en el cuello. Lucía como un idiota paseándose por el hospital con un pañuelo en el cuello, y para mala suerte, a veces se movía y dejaba ver parte del chupetón. ¡Jodido mocoso con complejo de vampiro…!

 

Aceleró el paso al divisar a Karin fuera de las inmediaciones del hospital. Parecía esperar a alguien, tal vez a él, aunque últimamente Karin no le buscaba con tanta frecuencia como antes para caminar juntos el poco trayecto que tenían en común hasta sus hogares.

 

—Karin.

 

La chica giró y devolvió el saludo. Cuando llegó a su lado y ella no empezó a caminar, supo que no era él a quien esperaba.

 

—¿Esperas a alguien?

 

No pasó desapercibido para él que ella se sintió incómoda por un segundo fugaz, aunque trató de disimularlo acomodándose las gafas.

 

—A Suigetsu —casi susurró.

—¿A Suigetsu? —reiteró, queriendo asegurarse de que había escuchado bien.

 

La pelirroja de nuevo se acomodó las gafas, esta vez con un movimiento brusco, sin poder ocultar ahora su incomodidad.

 

—¡N-no sé qué estás pensando, Sasuke, pero no! ¡Definitivamente no! —exclamó un tanto alterada—. Suigetsu y yo hemos quedado para tratar un asunto importante —se excusó. Pero Sasuke no dijo nada, sólo se mantuvo mirándola fijamente, impasible—. ¡Es cierto! Es sobre el cumpleaños de Juugo.

—¿El cumpleaños de Juugo? —reiteró una vez más.

—¡S-sí! —exclamó de nuevo—. ¡Sasuke, deja de pensar “eso” que estás pensando!

 

El pelinegro se limitó a encogerse de hombros y apartar la mirada. Era algo extraño que hubieran quedado sólo ellos dos para tratar sobre el cumpleaños de Juugo, quien era amigo suyo también. ¿Sería que Karin y Suigetsu estaban saliendo o algo parecido?

 

—Entonces me iré —comentó, pero antes de dar un paso Karin le interrumpió.

—¿Por qué no te unes a nosotros? Lo cierto es que no te había dicho nada porque Suigetsu dijo que todavía se siente algo incómodo contigo, pero pensaba contarte lo que hubiéramos acordado. Además, ya es hora de que nuestra amistad recobre la armonía que siempre tuvo.

 

Sasuke no tuvo ni oportunidad de pensar en la respuesta cuando Suigetsu llegó.

 

—Siento el retraso, Karin… ¿Sasuke? —Parpadeó sorprendido.

 

La pelirroja se aferró a un brazo del mencionado, dedicándole una mirada de advertencia a Suigetsu.

 

—Sasuke vendrá con nosotros. También es amigo de Juugo, tiene derecho a opinar sobre lo que podemos regalarle.

 

Suigetsu se rascó la nuca, removiendo los cabellos sin poder disimular una ligera expresión de incomodidad. Tenía sentimientos encontrados con Sasuke. Todavía sentía cierta envidia y rabia al ser consciente de que tenía una relación con Naruto, cuando estaba cerca de Sasuke se sentía un perdedor; pero por otro lado, extrañaba la amistad de ese bastardo.

 

Aunque de la misma forma que Karin estaba poniendo todo su empeño en enterrar sus sentimientos por Sasuke, él hacía lo propio con sus sentimientos hacia Naruto. Sabía que Karin tenía que esforzarse cien veces más que él, sus sentimientos por Sasuke venían de muchos años atrás, mientras que los suyos florecieron unos pocos meses. Sin embargo, Karin no se quejaba a pesar de que lo tenía más difícil, y él sí.

 

Suspiró. Era un tanto patético. Si Karin podía olvidar un amor profundo, él no sería menos, podría olvidar el gusto que tenía por Naruto. Ni siquiera podía decir que estuviera enamorado, pero el rubio le gustó lo suficiente como para intentar algo con él y ver si el amor surgía.

 

—Está bien —respondió finalmente. Aunque era consciente de que Karin no le estaba pidiendo permiso, lo daba por sentado.

 

La chica sonrió complacida y soltó a Sasuke, comenzando a caminar.

 

—¿A dónde iremos? Lo cierto es que me apetece un buen chocolate caliente, hace un poco de fresco —comentó cruzándose de brazos, tratando de transmitirse un poco de calor.

 

Sasuke meditó un momento las palabras de Karin.

 

—Conozco un buen lugar para eso.

 

Varios minutos después, Sasuke se detuvo frente a una pastelería-cafetería con un vistoso letrero que decía “Akatsuki”. Era el local de Konan. Aunque conocía la ubicación del lugar nunca había ido desde que ella abrió el negocio, no era amante de los dulces, así que no le veía sentido a pasarse por allí.

 

Al entrar les recibió un pequeño pero acogedor local, apenas había ocho mesas con cuatro sillas cada una y una larguísima vitrina llena de todo tipo de dulces; sobre las mesas reposaban dos cartas: una donde se mostraban los tipos de café, chocolate y helados que servían, y otra donde estaban escritos los nombres de los postres servidos en las vitrinas.

 

Sólo había una mesa libre, así que sin perder tiempo se dirigieron allí antes de que alguien se les adelantara. Sasuke paseó la mirada por el local, buscando a Konan, pero no la encontró. Atendiendo a los clientes había dos muchachas, una tras la vitrina y otra sirviendo en las mesas. Sin duda eran chicas contratadas por Konan.

 

Suigetsu se sentó junto a Sasuke, y Karin frente a Suigetsu. Los tres dejaron las finas chaquetas que portaban descansando en el respaldo de sus respectivas sillas, mientras que Sasuke se desprendió de su mochila y Karin de su bolso, dejándolos a sus pies. En cuanto la camarera se acercó, Karin pidió un chocolate, Sasuke un café y Suigetsu un capuchino de vainilla.

 

—¿Y bien? —comenzó a hablar Karin—. El uno de octubre está a la vuelta de la esquina. ¿Alguna idea de lo podemos regalarle a Juugo?

—¿Un loquero? —preguntó Suigetsu con cierto tono de diversión.

—No es mala idea ahora que lo… ¡Suigetsu! —reprochó la chica cuando reaccionó en sus palabras—. Seamos serios en esto.

—Apenas tengo contacto con Juugo —habló Sasuke finalmente—. No sé me ocurre qué podría necesitar o querer.

—Bien —dijo Suigetsu—, los gustos de Juugo son muy simples. Ama la naturaleza, los animales y sobre todo el silencio. ¿Y si le regalamos una mascota?, ¿un gato?

 

Los otros dos negaron, siendo Karin quien tomó la palabra.

 

—Se pasa el día rodeado de animales en el zoo, no me parece bien que en su tiempo libre también tenga que cuidar de un animal.

 

La camarera llegó con sus pedidos, depositando además en el centro de la mesa un platillo de galletas caseras cortesía de la casa. Al instante agradecieron y ella se marchó a continuar con sus quehaceres.

 

—¿Y si le compramos un Rolex también? —propuso Karin.

—Qué poca imaginación —protestó Suigetsu—. Podríamos salir por ahí a celebrar, pero Juugo se pone loco si escucha mucho jaleo a su alrededor. —Bufó—. ¡Juugo no es tan simple como pensaba!

—¿Y si le pagamos un viaje? —propuso Sasuke—. Un crucero.

—Mn… no me parece tan mala idea. Entre los tres será más barato costearlo. ¿Tú qué opinas, Suigetsu?

—Hermosa…

 

Confusa, la pelirroja dirigió la mirada hacia su amigo. Por un segundo se ruborizó al pensar que la estaba mirando y esa palabra había sido dedicada a ella, pero al fijarse mejor, notó que Suigetsu no la miraba a ella, sino a algo tras ella.

 

Curiosa giró para descubrir qué era lo que había dejado a Suigetsu con esa expresión de idiota en su cara. No vio nada llamativo, así que regresó la mirada al frente.

 

—¿Qué? —Quiso saber.

 

Suigetsu se limitó a alzar una mano y señalar al lugar donde una de las muchachas tras la vitrina atendía a una clienta. Era una mujer rubia que Sasuke conocía muy bien.

 

—Ino… —se le escapó en un susurro que sus amigos alcanzaron a escuchar.

—¿La conoces, Sasuke? —Se ilusionó Suigetsu, ¡podría presentársela!

 

Pero Karin se sumió en sus pensamientos, recordando cuando empezó a escuchar los primeros rumores sobre la supuesta novia de Sasuke que había sido vista en el hospital.

 

Habló con Sasuke sobre ello, le explicó que simplemente le habían visto hablando con una vieja conocida y todos dieron por sentado que era su novia.

 

No logró que Sasuke le contara gran cosa sobre ella.

 

¿Cómo se llama?

—Ino.

 

Pero sí estaba segura de que Sasuke dijo que se llamaba Ino. Todos en el hospital la describían como una mujer rubia y atractiva. Para ella aquella mujer no era la gran cosa, pero ciertamente era rubia.

 

Enfocó la mirada en Sasuke, quien le era imposible disimular que lucía incómodo. Incluso juraría que Sasuke debía estar deseando en ese momento ser invisible para no ser detectado por aquella mujer.

 

Pero sin duda la suerte no estaba del lado de Sasuke aquella noche. Cuando la mujer recogió su pedido, un largo vaso de plástico, y giró dispuesta a irse, clavó la mirada en Sasuke como si éste fuera la única persona en aquel local.

 

—¡Sasuke! —exclamó la rubia, acercándose sonriente.

 

En un acto reflejo, el pelinegro arrastró la silla hacia atrás, como si por un segundo su subconsciente le hubiera gritado que huyera. Pero volvió en sí al sentir un firme agarre de Suigetsu en un brazo.

 

—Sasuke, tienes que presentármela, ¡está buenísima! —le susurró ansioso al oído.

 

Como si hubiera sido invitada, Ino tomó asiento junto a Karin, teniendo justo enfrente a Sasuke.

 

—Cuánto tiempo sin vernos —le dijo al pelinegro.

 

Éste se limitó a asentir con un pequeño movimiento de cabeza. Los sutiles golpecitos que Suigetsu le daba en las costillas mientras le susurraba una y otra vez que le presentara a la rubia le estaban crispando los nervios.

 

—Ino —habló a regañadientes. Todo fuera para que el idiota de Suigetsu le dejara en paz de una vez—, te presento a Suigetsu…

—¡Soy el mejor amigo de Sasuke! —interrumpió—. Hōzuki Suigetsu. ¿Y tú eres…?

—Yamanaka Ino. —La actitud de aquel hombre le sacó una sutil risita.

 

Sasuke rodó la mirada. En cualquier momento las babas de su idiota amigo mancharían la mesa. Finalmente señaló a la pelirroja con un sutil movimiento de cabeza.

 

—Ella es Uzumaki Karin.

 

La nombrada sintió tensarse cuando se vio sometida a un reconocimiento visual de parte de la recién llegada. ¿Qué tanto le miraba esa tipa con aires de diva?

 

—¿Qué? —musitó incómoda.

—¿Así que tú eres la novia de Sasuke?

 

La rubia seguía estudiándola con la mirada, haciendo sentir a Karin que no rozaba ni el aprobado para Ino. Ceñuda se acomodó las gafas con un brusco movimiento.

 

—¿Novia? —reiteró—. ¡Para que lo sepas, Sasuke no tiene…! —Estuvo a punto de soltarle en la cara que no tenía novia, sino novio, pero Sasuke la interrumpió.

—No es ella, Ino —respondió raudo—. Y ahora, si no es mucha molestia nos gustaría estar solos. Estamos tratando un asunto privado.

 

Para Ino no pasó desapercibido que Sasuke no la quería allí. Había notado su actitud esquiva desde que se reencontraron tiempo atrás. Por otro lado, también había notado que Karin estuvo a punto de decir algo interesante que el propio Sasuke interrumpió. Se preguntó qué podría ser. ¿A lo mejor Karin había tratado de decir que Sasuke no tiene novia? Podría ser una opción. Después de todo ella recordaba que cuando conoció a Sasuke años atrás, éste le dijo varias mentiras. Aquel era un rasgo extraño del chico, pero eso no le restaba atractivo en absoluto. A lo mejor ahora le mentía al decirle que tiene novia.

 

—¡No seas gruñón, Sasuke! —exclamó Suigetsu, mirando con reproche a su amigo—. Ni que estuviéramos hablando sobre atracar un banco, sólo estamos debatiendo qué le vamos a regalar al desquiciado de Juugo por su cumpleaños.

 

Aprovechado aquello, Karin miró a la otra fémina con curiosidad.

 

—¿Así que Ino? —comenzó a decir con disimulado interés—. ¿Desde cuándo conoces a Sasuke?

 

La rubia se acomodó un mechón de pelo tras la oreja en un gesto de coquetería innata que a Karin le dio nauseas.

 

—Le conozco desde hace años, aunque hace mucho tiempo perdimos contacto y por azares del destino nos reencontramos hace poco.

—¿Hace años? —reiteró. Sasuke nunca había mencionado a Ino, para nada—. ¿Dónde le conociste?

—En una fiesta. Le vi tan solo… parecía aburrido, así que me acerqué y empecé a hablar con él —explicó sin más.

 

Suigetsu rió incrédulo al escuchar eso.

 

—¿Sasuke en una fiesta?

—¿Me estás acusando de mentir? —cuestionó Ino con repentina seriedad.

 

El otro se sintió sudar y rápido negó con la cabeza.

 

—¡No! Es sólo que me cuesta imaginarme al aburrido de Sasuke en una fiesta.

 

Incómodo con que hablaran de él como si no estuviera allí, Sasuke tomó su mochila del suelo.

 

—Me voy. Seguiremos hablando otro día.

 

Pero apenas dijo eso cuando se arrepintió. Si se marchaba y dejaba a Ino con esos dos, podrían interrogarla y estaba seguro de que Ino ventilaría intimidades que sin duda no quería que se supieran.

 

—Voy contigo —dijo Yamanaka al instante.

 

Temiendo que aquella rubia se marchara, Suigetsu tomó del brazo a Sasuke y le obligó a permanecer sentado.

 

—No te vayas todavía, bastardo. Dame oportunidad de hablar con ella —masculló, refiriéndose a Ino.

 

Sasuke le dedicó una mala mirada por el insulto, pero pensándolo mejor no era tan mala idea quedarse. Tal vez podría propiciar una amistad entre Ino y Suigetsu, y así ella desistiría de sus inútiles intentos de acercamiento con llamadas y mensajes que nunca contestaba.

 

—Está bien. —Volvió a acomodarse en su asiento.

 

Los ojos de Suigetsu brillaron de puro agradecimiento, emocionado con la idea de conocer a aquella rubia, pero ella parecía sólo tener ojos para Sasuke. Trató de llamar su atención.

 

—¿Qué has pedido? —Señaló el vaso que la chica tenía en su mano desde que tomó asiento con ellos. El vaso tenía una tapa de plástico.

—Oh, había pedido un capuchino de vainilla para beberlo mientras caminaba a casa…

—¡Capuchino de vainilla!, ¡como yo! —Señaló su vaso con emoción infantil—. Tenemos mucho en común, Ino.

 

La rubia sólo le dedicó una sonrisilla divertida ante aquella ocurrencia, mientras que Karin se cruzó de brazos y se acomodó en el respaldo de su silla al detectar el burdo intento de coqueteo de su amigo. ¿No que le gustaba tantísimo Naruto que no podía olvidarlo?

 

Por su parte, Sasuke agradecía los intentos desesperados de Suigetsu por llamar la atención de Ino, así ella no le prestaba atención a él.

 

—¿Y sueles venir mucho por aquí? —Se lanzó con otra pregunta Suigetsu. Si ella decía que sí, desde ahora frecuentaría aquel lugar.

—A veces. —Se encogió de hombros—. Me queda de camino del trabajo a mi casa.

—¿Y en qué trabajas?

—Tengo un negocio, una floristería.

 

Mientras los otros parloteaban de cosas que no le interesaban en lo más mínimo, Sasuke miró la hora en su reloj. Todavía era algo pronto para volver al apartamento, esperaría un poco más, no quería encontrarse con Naruto.

 

Sabía que estaba actuando como un idiota cobarde. Aunque le dijo a Itachi que no necesitaba tomarse un tiempo con Naruto, al final había terminado poniendo un muro invisible entre su novio y él. No contestaba sus llamadas y mensajes, y se aseguraba de volver al apartamento lo suficientemente tarde como para tener la seguridad de que Naruto ya no estaría allí.

 

Le remordía la conciencia por lo que ocurrió, pero no sólo eso, también le preocupaba volver a dejarse llevar con Naruto, por eso había puesto esa distancia entre ellos. Necesitaba un tiempo para él solo, para relajarse; pero a la vez una parte de él era muy consciente de que Naruto no se merecía aquel desplante, sino una explicación. Podría haber hablado con él y decirle que necesitaba tomarse unos días a solas, pero le preocupaba la reacción que tendría Naruto, y sobre todo, no quería enfrentarle. No todavía.

 

Suspiró. Su cabeza era una constante maraña de pensamientos contradictorios.

 

Abandonó sus cavilaciones al sentirse observado. Ino le miraba fijamente a pesar de que Suigetsu estaba hablándole quién sabe sobre qué. Ella le sonrió con la misma coquetería que hizo en aquella fiesta años atrás, pero él siguió mirándola inmutable. Si Ino pensaba que todavía era aquel adolescente que se dejaba llevar por los deseos de la carne estaba muy equivocada, ahora tenía a alguien especial en su vida… aunque a veces le trataba como si no fuese especial en absoluto.

 

Después transcurrieron largos minutos en los que Ino contó anécdotas sobre su tiempo viviendo en Estados Unidos. Entretanto, Suigetsu trataba de coquetear un poco más con ella, y Karin sólo podía atinar a rodar la mirada, cruzando palabra de vez en cuando con Sasuke que parecía haberse quedado mudo desde que aquella rubia llegó.

 

—¿Y vives lejos de aquí? —se aventuró a preguntar Suigetsu—. Si quieres puedo acompañarte para que no vayas sola. —Karin volvió a rodar la mirada—. ¿A lo mejor irás acompañada de tu novio? —tanteó. Quería saber si la chica tenía pareja para desistir en ese mismo instante.

—Oh, no te preocupes por mí. Sé cuidarme —respondió en un tono amable, y después clavó nuevamente su mirada en el pelinegro—. Además, Sasuke me acompañará. —Sonrió.

 

El nombrado la miró y alzó una ceja. ¿De dónde había sacado que él iba a acompañarla? Ni loco. No.

 

—Puedes fiarte de Suigetsu —dijo, tomando su mochila del suelo—. Yo me voy ya.

—Yo también —añadió ella al instante.

 

Sasuke quiso golpearse la frente contra la mesa para liberar la frustración.

 

—Suigetsu te acompañará, Ino —forzó un tono mesurado.

—¡No hablar! ¡No le conozco! —Tomó su capuchino y rodeó la mesa, abrazándose a un brazo de Sasuke que trataba de ponerse la chaqueta—. Iré contigo.

 

Un tic sacudió una ceja de Karin, esa rubia era empalagosa y le caía mal. ¿Quién se creía que era para colgarse del brazo de Sasuke de esa forma y para tratarle con esas confianzas? Suigetsu sólo atinó a adoptar una expresión de desilusión, sintiendo que de nuevo perdía la batalla contra Sasuke, y lo más triste es que está vez se notaba que su amigo ni siquiera tenía interés en robarle la atención de Ino, como sí ocurrió con Naruto.

 

Sasuke sólo suspiró y después le ordenó a la chica que le soltara a la par que se liberaba de su pegajoso abrazo. Ino obedeció, mostrándose inmutable ante su desprecio. Esa mujer parecía no entender las negativas, le exasperaba.

 

Tras despedirse de sus amigos y proponiendo quedar otro día, se marchó, logrando escuchar por un instante, antes de salir, a Suigetsu y Karin ordenarle al contrario que pagara las consumiciones. Quizá no era tan malo que Ino no se quedara con ellos, podría ventilarles a sus amigos cosas de su pasado. No quería que ellos supieran la verdadera relación pasada que tuvo con la mujer que caminaba a su lado. Le incomodaba.

 

—¿Por qué nunca respondes mis llamadas y mis mensajes?

 

La pregunta de la rubia rompió el silencio en el que caminaban sumidos. La miró un tanto incrédulo.

 

—¿Acaso no es obvio? —Al no recibir respuesta, continuó—. Ya te lo dije, no estoy interesado en repetir lo que hubo entre nosotros.

—¡Pero podemos ser amigos! —protestó—. Ya veo que yo pasé por tu vida sin pena ni gloria, pero tú fuiste alguien importante para mí. Nunca pude olvidarte.

 

La incomodidad invadió a Sasuke con aquella confesión. Con disimulo puso un poco más de distancia entre Ino y él, aunque continuaban caminando a la par.

 

—Acordamos que sólo era sexo. —Apartó la mirada, con desinterés en la conversación—. Y hace diez años de eso, quedó en el pasado. Podemos ser amigos si quieres, pero nada más.

 

La chica torció los labios en un mohín algo infantil para su edad al escuchar la seca respuesta. Desde que la vio por primera vez en el hospital, él se había empeñado en levantar un muro invisible entre ellos. Extrañó lo fácilmente accesible que fue Sasuke cuando se conocieron en aquella fiesta. Físicamente no había cambiado gran cosa, seguía siendo muy atractivo, incluso más; pero ahora era demasiado hermético.

 

—¿Por qué me mentiste diez años atrás? Un día simplemente dejaste de aparecer por mi casa. Te busqué en el instituto al que me dijiste que asistías, pero nadie conocía a un Uchiha Sasuke, también te busqué en la dirección donde aseguraste que vivías, ¡pero allí sólo vivían una pareja de ancianos que aseguraron no conocerte! ¿Por qué desapareciste?, ¿acaso hice algo mal?

 

Sasuke suspiró hondo, y se decidió a responder sólo para ver si ella se sentía satisfecha y abandonaba el interrogatorio.

 

—Noté que cada vez querías más de mí, y eso no es lo que acordamos en un inicio. Preferí cortar de raíz.

—¿Y qué mujer no querría más de ti? Cumples todos los requisitos de mi hombre ideal…

—No quiero seguir hablando de esto, Ino —interrumpió tratando de verse inmutable.

—¿De verdad tienes novia?, ¿o es otra más de tus mentiras?

 

En silencio Sasuke se detuvo, siendo imitado por ella. La miró fijamente, Ino sintió estremecerse por la intensidad de los oscuros irises. Después llevó una mano al pañuelo en su cuello y al que Ino no le dio importancia hasta ahora, y de un firme tirón se desprendió de él. Atónita, ella no tardó en detectar un llamativo chupetón que contrastaba en el blanco cuello.

 

—¿Esto responde a tus preguntas? —Una ligera ironía fue palpable en su voz.

 

Ella no dijo nada, pero la decepción estaba pintada en su cara. Pensando que por fin se desharía de ella, Sasuke continuó caminando, pero chasqueó la lengua al notar que Ino retomaba el camino a su lado.

 

—Vaya… —balbuceó la rubia largos segundos después—. Qué novia más fogosa. —Trató de emplear un tono divertido, pero no estaba segura de haberlo conseguido. La envidia punzaba en su interior.

 

No es que estuviera enamorada de Sasuke ni mucho menos, pero al igual que le ocurrió diez años atrás en aquella fiesta, en cuanto le vio quedó prendada de su físico y su penetrante mirada. Cuando se lo topó casualmente en el hospital, nuevamente quedó flechada de él al ver que ahora era un hombre mucho más atractivo. Sasuke despertaba interés en ella. Quería saber todo de él.

 

Pero descubrir que ya tenía novia la obligaba a tirar al traste sus anhelos.

 

—¿Cuánto tiempo hace que tienes novia?

—Siete meses. Y deja de preguntar —respondió, sonando más bien como una orden.

—Eso es poco tiempo —comentó, ignorando el mandato. Sasuke no la intimidaba.

 

Sentía curiosidad por ver a la novia de Sasuke. Estaba convencida de que debía ser una mujer realmente atractiva, y a juzgar por el notorio chupetón, también bastante fogosa. Bien, no era por darse aires de grandeza, pero ella no era nada fea, de hecho estimaba que entraba dentro del montón de “mujeres atractivas”, también se consideraba a sí misma fogosa en la cama. ¿Qué sería lo que tendría de especial la novia de Sasuke? A lo mejor estaba dotada con unos voluminosos senos, o quizá gozaba de una privilegiada posición económica.

 

Sacudió la cabeza. No. Sasuke no se fijaría en una mujer por algo tan superficial, ¿cierto?

 

Salió de sus cavilaciones cuando él se detuvo y la miró.

 

—Ino, será mejor que nos separemos aquí. —No quería ser acompañado hasta su apartamento por la chica y mucho menos que ella supiera dónde vivía—. Adiós. —Sin esperar respuesta se marchó.

 

Casi quince minutos después, Ino se ocultó en una esquina y sonrió satisfecha al ver a Sasuke entrar en un edificio. Le había estado siguiendo cuando él se marchó, camuflándose entre la gente o escondiéndose.

 

—Así que aquí es dónde vives —se susurró, sintiendo que había obtenido un gran logro, mientras caminaba hacia su propio hogar.

 

Podría pasearse de vez en cuando alrededor del edificio y propiciar encuentros “accidentales” con Sasuke para hablar con él. Por un segundo fugaz se preguntó si Sasuke y su novia vivían juntos en aquel edificio.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Hola! Capítulo extra largo para compensar la tardanza :)

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).