Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sahara por HitchNoDanna

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ya llegó por quién lloraban, b*tches!!!

Okay, olviden eso -_-u, todavía no se me pasa la desvelada. He aquí la décima entrega de esta historia, que pude terminar a la una de la madrugada, pero neta me dio flojera ponerle las notas y publicar, así que la vengo subiendo hasta ahora que tengo tiempo.

 

Notas preliminares: El capítulo en sí no lleva mucha secuencia con el anterior. Asimismo hay un cambio de perspectiva en la parte final. También habrá varias notas de autor, aunque no muy extensas.

 

Disclaymer: Los personajes y la historia original de Saint Seiya, así como la canción Sahara, son de sus respectivos autores. De lo contrario no estaría poniendo este disclaymer, :v.

Parte 10: De cuestionamientos y esperanzas

 

Seis meses. El tiempo corría inexorable, haciendo su obra en las vidas y los corazones de los hombres, incluido el del faraón. Unas semanas antes el mismo Shion había levantado el castigo que le impuso desde que el Cuentista de Asiria huyera de Egipto, hace ya seis meses. La razón era simple: según el Médico Superior (1), un eminente joven llamado Shijima, el estrés provocado por el enclaustramiento estaba causando estragos en su salud y en la de aquella vida que crecía en su interior. El cómo se había enterado su marido de esto último no le resultaba un misterio (2), pero sí lo eran el temple y serenidad con la que manejaba el asunto.

 

Por otro lado, si bien era cierto que durante su encierro nunca dejó de ser la Primera Esposa Real, su título de Divina Adoratriz se le había otorgado a una joven de noble cuna llamada Lyfia. Asimismo algunas de sus obligaciones como reina se le delegaron, por órdenes del faraón, al Ilustre visir del sur (3), Saga. Muy de vez en cuando éste lo ponía al día de todo lo que sucedía en el Alto y Bajo Egipto, con todos los pormenores… todos, menos uno: el paradero de su amado cuentista. Desde que recibió la noticia sobre su muerte, nadie salvo Afrodita había tocado el tema. Ni siquiera los mandos de élite como los visires Saga y Kanon, o el Ministro de Asuntos Exteriores, Aioros, hacían mención de su nombre, aun cuando hubieran tratado con el asirio más de una vez. Era como si pretendieran que el rubio jamás hubiese llegado a tierras egipcias. Sólo Afrodita —y tal vez Máscara de Muerte— se atrevieron a pasar por encima de las órdenes del faraón al entregarle aquellos documentos secretos que aún resguardaba bajo la trampilla.

 

Se encontraba inmerso en sus pensamientos mientras hacía anotaciones con un cálamo de caña (4) sobre una hoja de papiro de bastante baja calidad (5), conseguido clandestinamente por Saga.

 

—Te lo encargo mucho, Ikki —Saliendo de sus cavilaciones, entregó la hoja de papiro, cuidadosamente enrollada, a un mensajero—. Si obtengo la respuesta que necesito, te prometo que volverás a ver a tu hermano.

—Sí, Majestad.

 

Se le había asignado a un nuevo mensajero, un muchacho de unos 12 años llamado Ikki, para vigilarle y evitar que realizara cualquier intento de buscar al Cuentista de Asiria. Sin embargo, en una ocasión en que le hizo plática al chico, que siempre se notaba retraído, éste reveló que fue separado de su única familia hace algunos años. Entonces sintió empatía con él y se decidió a ayudarlo a cambio de su colaboración. Si bien al principio el chico estaba renuente, al final pudo más la generosidad de la Primera Esposa Real que la ira del mismo faraón. Además de ello, en su última visita Afrodita le reveló que el hermano del Ministro de Asuntos Exteriores sospechaba que el faraón mentía respecto a la muerte del asirio. Si bien conocía a Aioria como alguien impulsivo y temperamental, una acusación así de grave debía tener un fundamento o al menos un indicio suficientemente contundente para ser realizada. Por ello confiaba en que el castaño, gracias a quien pudo conocer a aquél a quien le entregó su corazón, atendería su mensaje y le daría respuestas.

 

El tiempo avanzaba lento a su gusto. Seis días habían transcurrido ya, y aún no obtenía respuesta. El temor lo invadió, pues seguramente Shion o alguien fiel al faraón había interceptado al mensajero y descifrado el mensaje codificado. Empero, al séptimo día la respuesta llegó.

 

—Disculpe la tardanza de mi respuesta —el mismo hermano del Ministro de Relaciones Exteriores se había presentado a palacio—, pero como sabrá, la seguridad fue reforzada y por poco matan a golpes a Ikki. El chico es algo altanero, usted lo sabe…

—Entiendo.

—Sin embargo su mensaje ha llegado íntegro hasta mí, y he venido personalmente a darle mi respuesta. —El castaño se aproximó hasta quedar apenas a unos centímetros. Se postró frente a él y, con el tono más solemne posible, expresó: —Lo haré.

—¿De verdad? —su corazón dio un vuelco ante la respuesta positiva de aquel amigo suyo y de su amado cuentista.

—Le doy mi palabra.

 

El resto de la tarde transcurrió ajetreada. Los latidos de su corazón y la tenue sonrisa que se dibujaba en su rostro mostraban el regocijo producido por la respuesta de Aioria. Por supuesto se cuidaba de no ser tan evidente, pues Shion no le había sacado de su encierro de buenas a primeras sin ponerle vigilancia. Soltó un sonoro suspiro. Reconocía que la culpa había sido suya al enamorarse de Shaka ya estando casado, y a sabiendas de las consecuencias que sus actos traerían. No obstante no esperaba que aquello trastornara tanto la personalidad del faraón, y la prueba estaba en los castigos impuestos. Los primeros meses de encierro fueron los más tortuosos debido a las visitas nocturnas de cada medianoche, pero los siguientes en que se le privara de la compañía de su hermano menor y la de Afrodita, e incluso perdiera el título de Divina Adoratriz, no lo habían sido menos.

 

Aunque el de los ojos magenta nunca lo expresara abiertamente, sabía que estaba dolido por su traición y que, más que cobrárselas, sólo le estaba transmitiendo su sentir. Sin embargo, en los meses que Shion sólo se limitara a contemplarlo mientras dormía, había mostrado una ternura tan inusitada que incluso le lastimaba no poder corresponderla del todo. No entendía, por tanto, cómo su hermano podía amarlo y portarse tan benevolente sabiéndose no correspondido. Era bien sabido que dioses y hombres podían hacer cualquier cosa por amor, como traicionar a su esposo o que éste perdonara sus faltas, pero también sabía que ambas cosas conllevaban un largo proceso que tomaba su tiempo. Por eso no comprendía por qué el cambio tan drástico. De hecho, no comprendía muchas cosas que anteriormente jamás había tenido la osadía de cuestionar, como su mismo matrimonio. Hasta donde sabia, la Primera Esposa Real iba a ser su hermana mayor Yuzuriha, pero al final Shion lo eligió a él. Según el mismo faraón, Yuzuriha era demasiado fogosa de espíritu y su temperamento le hacía tomar decisiones precipitadas y muy pocas veces acertadas, las cuales hubieran traído la ruina de un imperio tan poderoso como Egipto, y la deshonra de toda una dinastía. En ese entonces aceptó su destino de gobernar Egipto al lado de su hermano, pues siempre creyó que jamás amaría a nadie más que a sus hermanos y a su pueblo… hasta ahora.

 

—Muy buenas noches, amor mío.

 

Sintió sus brazos ceñirse desde su espalda, pasando por debajo de los propios, y cerrarse sobre esa parte de su cuerpo donde una nueva vida crecía y se preparaba para abrir los ojos al mundo. Sintió su amplio y rígido torso contra su espalda, su respiración cosquilleándole bajo la oreja, los fríos metales de sus ornamentos erizando la piel de su cuello… y también el cambio en su aura. Los años como Primera Esposa Real le dieron la experiencia suficiente para saber distinguir cuándo le afectaba al faraón un asunto de Estado o uno ajeno a éste, y a juzgar por la sensación de su aura, apostaba más por el segundo. Sin embargo el soberano de Egipto no emitió más palabras y permaneció a su lado, en completo silencio, haciéndole delicados gestos de afecto que sí podía corresponder.

 

—Gracias —emitió el faraón, en un suave murmullo conciliador.

—¿Uh? —inquirió, un poco extrañado por ello.

—Gracias por quedarte a mi lado… a pesar de todo.

 

En toda la noche no pudo conciliar el sueño. Era obvio que su marido estaba ocultando algo lo suficientemente grave como para no decírselo como siempre hacía. No podía preguntarle qué era lo que le aquejaba, pero intuía que tenía que ver con ese asunto declarado innombrable: Shaka. Asimismo temía hacer conjeturas apresuradas, pero… ¿y si Aioria tenía razón y el faraón siempre mintió sobre la muerte del asirio?

 

Las flores de loto blancas se cerraban al rápido despuntar del alba, y las azules se abrían a un nuevo día (6). En la villa en que vivía el hermano del Ministro de Asuntos Exteriores, éste se encontraba redactando una carta. Sin embargo en el momento en que se rompió la punta del cálamo con que escribía, sintió una presencia desconocida justo fuera de su casa. Raudamente guardó los instrumentos de escritura y destruyó aquella carta a medias, pues no podía arriesgarse a que nadie la viera. Hecho esto ordenó a un sirviente que le hiciera entrar, encontrándose así con una hermosa mujer de larga cabellera violeta y bonitos ojos azules, que portaba un vestido blanco a la usanza griega.

 

—Muy buenos días, querido Aioria.

—¿Quién es usted y qué desea de mí? —inquirió toscamente, debido a la impresión.

—Seguramente has escuchado de mí, mi nombre es Saori y soy clarividente. Conocí a tu amigo…

—¡Shaka! —completó, sobrecogido por esa declaración. Ella asintió. —Sí, me habló un poco sobre la revelación que le hizo… ¿Acaso ha venido a hacerme una también?

—Así es, querido Aioria.

 

El castaño instó a la mujer a sentarse y degustar unos bocados que los sirvientes trajeron anteriormente.

 

—Verás, en mi sueño tú y tu hermano salían del reino para cumplir una tarea encomendada por el faraón. En tu camino salvaste a una mujer del peligro, y más adelante ella te salvó a ti.

—¿Es todo? —preguntó Aioria, al ya no oír más— ¿Y qué hay de Shaka? ¿Vive?

—Él no apareció en mi sueño, así que no sabría decirlo, pero aquella mujer de la que te hablo mencionó que lo conoció alguna vez. Es todo lo que puedo decir.

—Muchas gracias, señorita Saori —Aioria le tomó las manos y se postró frente a ella, sumamente emocionado y agradecido por ello—. Mi reina se alegrará de esto, se pondrá tan feliz que…

—Tranquilo, Aioria, debes actuar con precaución. Las paredes tienen ojos y oídos… ¿verdad, noble Aioros?

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1. El Médico Superior era el médico del faraón, que se hallaba en la cúspide de la jerarquía médica; por debajo de él se encontraban los médicos de palacio, de los cuales uno era el Doctor jefe del norte y del sur, una especie de Ministro de Sanidad. A sus órdenes estaban los inspectores, supervisores y los maestros de los médicos. En un escalón inferior se situaban la inmensa mayoría de los médicos prácticos. En las Casas de la vida adjuntas a los templos, se realizaban los cuidados especiales a los enfermos y se formaba específicamente a médicos por medio de prácticas controladas por los sacerdotes.

2. En el antiguo Egipto podía realizarse ya un test de embarazo, tomando una muestra de orina de la mujer y empapando con ella unas bolsas que contenían trigo y cebada. Si la mujer estaba embarazada, la orina aceleraba el crecimiento del trigo si el bebé iba a ser niño o de la cebada de ser niña.

3. El visir o chaty (vocablos árabe y egipcio, respectivamente) era una especie de primer ministro, el cual cumplía las funciones y ayudaba al faraón en todos los asuntos del Estado: dirigía la recaudación de impuestos, determinaba los tributos que debían pagar los Estados vasallos, presidía el Tribunal Supremo y regulaba el tráfico de mercancías, entre otras muchas funciones. El visir era elegido por el faraón y el cargo no era hereditario  aunque a veces se mantenía dentro de una misma familia. Aunque hubo variaciones a lo largo de la historia del Antiguo Egipto, en el Imperio Nuevo el cargo de chaty se desdobla en el país de las Dos Tierras: existe un visirato al sur, en el Alto Egipto, con capital en Tebas; y un visirato al norte, en el Bajo Egipto, con capital en Menfis.

4. Cálamo: Pluma para escribir, ya sea hecha con el cañón de una pluma de ave, con una caña tallada o con cualquier otro material.

5. Debido a lo costoso que resultaba el proceso de elaboración del papiro de escritura (que básicamente consiste en despojar a la planta de corteza y flores, cortar el tallo en finas tiras, colocar alternadamente tiras horizontales y transversales, prensarlas, blanquearlas y pulirlas, y cortar el producto final), existían ocho clases de papiro, que iban desde el emporítico (usado para envolver, y el de más baja calidad) hasta el hierático (el de mayor calidad, empleado únicamente para textos sagrados).

6. Nymphaea lotus y Nymphaea caerulea, conocidas como loto blanco y loto azul, respectivamente, son plantas acuáticas de la familia Nymphaeaceae. La primera es conocida por florecer en la noche y cerrar su flor en la mañana, tiene hojas que flotan en el agua y flores que sobresalen de esta. Es una planta perenne que crece hasta 45 cm. de alto y prefiere el agua cálida, limpia, quieta y un poco ácida. Sus flores son blancas y a veces con matices rosados. La segunda son flores de 10-15 cm de diámetro, perfumadas, solitarias, de color azul claro y aún más claro hacia el centro con estambres amarillos. Quizá su papel más conocido en egiptología es su asociación con el renacimiento; el loto azul es su metáfora perfecta: al amanecer surge del agua y florece hasta el ocaso del día, luego se hunde bajo la superficie del agua y pasa allí toda la noche. Así cada día, todos los días.

 

Bien, de fic es todo por ahora. Gracias por la paciencia y por su apoyo. Por otro lado, he de hacer una pregunta que me ha venido rondando los últimos días.

 

¿Les gustaría que desarrollara un capítulo dedicado a alguna pareja, además de la principal?

 

Hasta ahora sólo he confirmado dos parejas además de la protagonista, pero me gustaría saber qué otras parejas les gustaría que aparecieran en este fic, o si les gustaría que ahondara un poco más en aquellas dos. Basándome en eso haré el especial.

 

Por último, me gustaría que apoyaran una página dándole like. Básicamente es mi página de escritora, donde podrán encontrar adelantos, estados, portadas y otras cosas más relacionadas con mis fics. Asimismo ahí contestaré reviews y subiré los links de mis actualizaciones, ya que no todos tienen cuenta en los sitios en que publico, y sí se siente un poco raro responder reviews anónimos sin saber si los leyeron o no. El link lo encuentran en mi perfil, pero lo dejo aquí de todas formas.

Hitch-no-Danna


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).