Eran aproximadamente las 8:15 de la mañana.
Jude se había lavado los dientes, con un cepillo de reserva que Johnny guardaba, y el cabello, sumamente rápido.
Ahora estaban en la habitación de Johnny otra vez, él sentando en la cama, completamente embobado, con Jude de pie frente a él. Se secaba el cabello delicadamente con una toalla de Johnny y el agua que escurría de las hebras húmedas había empapado la blusa negra y las "bragas" del chico". Todo se pegaba a su cuerpo y le permitía admirar su deliciosa figura casi como si estuviera desnudo.
Pero solo se quedaba en un "casi".
Aunque pudo ver que llevaba una aún más delgada camiseta de tirantes muy finos bajo su blusa.
Johnny también tenía el cabello húmedo y ropa limpia, porque enseguida Jude terminó, él se dio una ducha rápida.
— ¿Me prestarías una camiseta? Sé que ya te he pedido muchas cosas y eso, pero mi ropa ya se mojó bastante, y pues… —decía Jude sin darse la vuelta para ver la cara de Johnny.
—Por supuesto —dijo levantándose de la cama para ir a buscar alguna camiseta en el armario. Tendría que ponerse la más pequeña que encontrara, porque si le daba una de las de su talla ahora, le quedaría como una carpa.
Finalmente encontró una caja en el fondo, llena de sus camisetas de cuando era más pequeño. Al parecer iba a donarlas a beneficencia en algún momento, pero lo olvidó.
Sacó la primera de encima, que era una algo vieja y gastada camiseta de "Nirvana" que solía usar mucho a los 12 años. La camiseta parecía ser lo suficientemente pequeña para ajustarse bien al cuerpecito de Jude.
—Aquí hay una, Jude. Espero que te quede —dijo dándose la vuelta y extendiendo la mano dónde sostenía la camiseta.
Jude, que ya se había puesto los ajustadísimos vaqueros azules tras de él, recibió la camiseta en la mano silenciosamente y masculló un leve "gracias" entre los dientes.
Johnny permanecía bastante serio. Se había vuelto a formar el silencio incómodo entre ellos y la situación estaba muy tensa.
Jude levantó la mirada de la camiseta que había estado escudriñando detenidamente, y esbozó una amable sonrisa.
—Tranquilo —susurró dulcemente, para la sorpresa de Johnny.
Johnny no habló ni hizo ningún tipo de mueca. Estaba algo… molesto.
Jude se quitó la blusa empapada, dejando al descubierto su esbelto torso, de hombros estrechos y piel suave. La camiseta de delgados tirantes, color rojo, solo estaba un poco mojada.
Johnny se dio la vuelta violentamente, casi tropezándose con sus propios torpes pies. Su cara estaba roja (nuevamente) y solo quería evitar otro incidente cómo el de la mañana.
Tener una erección entre las piernas enfrente de la persona que te gusta (y más si es un chico) no era particularmente divertido.
— ¿Nos vamos ya? —dijo Jude tras su espalda, un poco extrañado por ese giro repentino de Johnny.
El nerd asintió, aunque era obvio que Jude no podía verlo claramente, pero finalmente los dos se encaminaron a la puerta.
Ambos se despidieron de Bonham, que parecía saber perfectamente que los dos iban a salir, pero sin darle demasiada importancia. El perro solo corrió al tapete bajo la mesa y se echó a dormir. Jude rio ante ello.
—Bonham es un perro adorable —dijo cubriéndose la boca con una mano para ahogar la risa.
Johnny sonrió levemente. El mal rato de hacía rato ya se le pasaba.
Subieron al Ford Mondeo de Johnny, y rápidamente, él arrancó y se alejaron de la casa.
Pasaron a la casa de Jude, la cual Johnny ya conocía. Ligeramente más amplia y con un patio más grande y mucho más bonito que el suyo. Tenía una cochera y dentro de él, un Dodge Grand Caravan del 2007 color gris, que parecía estar en excelentes condiciones.
Cuando Johnny pasaba por ahí, de vez en cuando, ese auto no estaba estacionado en la cochera. A veces estaba en la acera de enfrente, y otras sencillamente no estaba.
Johnny permaneció en silencio mientras Jude bajaba del auto para adentrarse a su casa.
El nerd solo apagó el motor del auto y se relajó un rato sobre el asiento de tela.
No pasó mucho tiempo, en lo que Jude abría la alta reja negra de su casa, atravesaba el reluciente jardín lleno de flores y entraba. Enseguida salió de la casa con un esbelto y elegante gato siamés en los brazos.
Era delgado y grande, de intensos ojos azules, un brillante pelaje de color crema y negro en la zona de las patas, la punta de la cola y la cara. Jude también llevaba una pequeña bolsa de papel en la mano.
— ¿Él es Page? ¡Es hermoso! —El gato resultaba especialmente enigmático a ojos de Johnny.
Jude sonrió muy feliz. Sostenía a Page cuidadosamente, sin apretarlo ni resultar excesivamente cariñoso o encimoso. Subió al auto rápidamente y dejó que el serio gato se acurrucara en su regazo, donde también puso la bolsa de papel.
—Es muy grande y bonito ¿Cuántos años tiene?
—5, lo tengo desde los 13 años.
— ¿Qué llevas en la bolsa, por cierto? —preguntó Johnny al tiempo que arrancaba el auto y continuaba andando.
—Un poco de comida para gato —dijo mientras abría la bolsa para ponerla frente al rostro de Page en sus piernas. El gato, con movimientos sumamente tranquilos, se sentó de forma elegante y comenzó a comer— ¿Te vas a regresar a la casa para dejarlo ahí o...?
—No. Que vaya con nosotros.
— ¿En serio?
Johnny sonrió despreocupadamente. Ese gato le llamó mucho la atención. Tenía un intenso semblante de seriedad absoluta y sus ojos azules parecían analizar todo en ese auto, incluyendo a Johnny.
—Bueno, después de todo, Page es un gato muy listo. Sabe cómo evitarse problemas —decía Jude orgullosamente, acariciando el sedoso pelaje bicolor del gato.
Page no maullaba ni emitía un simple ronroneo. Solo observaba atentamente todo dentro del Ford Mondeo.
Johnny extendió una mano mientras manejaba y acarició con la punta de los dedos el esponjoso cuello de Page, encontrándose con el inusual collar de cuero negro del gato. Solo echó un rápido vistazo al bonito camafeo que colgaba de él y continuó manejando.
— ¿Un atrapa sueños plateado?
Page volvió a acurrucarse en los cómodos muslos de Jude y comenzó a dormitar apaciblemente.
—No quiero que Page tenga pesadillas —contestó
— ¿No es un poco raro? Después de todo es solo un gato.
Jude ladeó la cabeza y negó lentamente.
—No lo sé, Johnny. Page no es "solo un gato". Me gustan todas las criaturas, desde los insectos más pequeños hasta los grandes mamíferos, pero los felinos siempre han sido mis favoritos. Siento que de alguna forma son mucho más profundo que el resto de los animales.
Johnny le miró, escéptico. Jude solo sonrió y encogió un poco las piernas sobre el asiento, y apretó a Page un poco más contra sí.
— ¿Y qué es lo que los hace tan profundos?
Jude soltó una suave carcajada, que no logró despertar al silencioso Page.
—No lo sé, a decir verdad. Es solo que, cuando miras a un gato a los ojos, hay algo muy diferente en ellos que en el del resto de los animales. Es como cuando miras a los ojos a otras personas. Cada mirada, en cada hombre o mujer dice algo distinto —Johnny rio encantado ante el comentario del chico.
—No vuelvas a decir que es "solo un gato" o Page te odiará —dijo Jude con una sonrisa amistosa.
White volvió a reírse.
El resto del camino hasta el barrio donde Jude trabajaba fue en relativo silencio, solo con Page maullando de vez en cuando, y Jude haciendo sencillas preguntas acerca del auto y la licencia de conducir de Johnny.
Al parecer, Jude no tenía licencia ni sabía manejar, por lo que siempre iba a pie, en autobús o por los aventones que le daban sus amigos (que era graciosamente, su mayor medio de transporte). Johnny le preguntó si sus papás no lo llevaban, y él solo se quedó callado con una sonrisa mínima.
No preguntó más sobre el tema.
Llegaron hasta el mismo lugar donde Johnny había estacionado su auto cuando fue a pedirle la mochila de Derek a la hermosa universitaria pelirroja.
— ¿Es más lejos de aquí?
—A decir verdad, si, del callejón dónde me salvaste, cuatro calles después.
Johnny manejó un poco más hasta llegar a la calle donde vivía Rebecca, desde donde sólo era una calle a pie.
— ¿Quieres que te acompañe a buscarla? —dijo amablemente a Jude, quien se apeó y dejó a Page en el asiento del automóvil. El gato solo continuó durmiendo.
—No hace falta, solo tengo que ir y revisar que mi mochila este por ahí —respondió con una sonrisa, mientras caminaba con dirección a la salida de la calle, desde donde se podía observar una enorme zona comercial. Restaurantes, tiendas y demás.
— ¿En que trabajas exactam…? —pero Jude ya se había alejado corriendo, tal vez queriendo evitar la pregunta.
Johnny casqueó la lengua, y algo preocupado, bajó del auto para recargarse en una pared cercana.
El que Jude corriera solo para evitar que le cuestionara sobre su trabajo. En su cabeza comenzaban a formarse montones de hipótesis y teorías en las que ni quería profundizar.
Eran ya las 8:45 de la mañana y todo ese vecindario lucía bastante tranquilo y callado, con sólo algunos autos recorriendo la calle. Miró la casa de Rebecca, la cual no había apreciado bien por la oscuridad de la noche anterior, pero que era capaz de reconocer.
Era enorme, mucho más que la suya y la de Jude, de dos pisos y un patio delantero gigantesco. Tenía un elegante y sobrio color azul claro con un brillante tejado rojo. Había dos cocheras a cada lado de la casa, y ambas estaban cerradas. Anchos caminos de concreto se abrían paso entre el perfectamente podado césped que era regado por un par de pequeños aspersores amarillos. Se notaba que era la casa de un tipo con dinero. O en su caso, tipa.
Johnny seguía de pie contra la pared, cuando el reloj de su teléfono le aviso que ya pasaban de las 8:50. Bostezaba de vez en vez y revisaba que nadie sospechoso se acercara al auto. Planeaba ir a buscar a al pequeño adolescente para poder irse de ahí pronto.
Pero…
— ¡Enciende el auto rápido! —un grito en tono agudo azotó sus oídos.