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The Nerd's Trouble por Killer Cobain

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Notas del capitulo:

¿Adivinen quién por fin está publicado en su día de actualización y editado por su beta-reader? 

Pues yo! XD

No estoy orgullosa de eso ._.

Pero tengo mis montones de justificaciones, principalmente por la fucking preparatoria que no me deja tiempo de nada. Apenas terminé el capítulo hoy e IntentoDeEscritora, mi amable beta-reader, lo editó hace un rato.

Trato (de verdad trato) de hacer los capítulos más cortos y concisos, pero cuando estoy escribiendo los borradores, se me ocurren un montón de cosas que quiero incluir, pero pienso que debería distribuirlo a lo largo de toda la historia, para que finalmente termine poniéndolo todo en uno solo. Así que como pueden ver, de nuevo publico un capítulo de dos partes. La última parte la publicaré el siguiente día de actualización, o sea, el miércoles.

También quería pedirles un favorcito cómo mis amados lectores que son u.u:

Ya vamos a llegar a los 50 reviews! Haganme feliz dejando los 5 comentarios faltantes para llegar a ellos, please. Dejen más, si quieren XD 

Finalmente quiero hacer un par de menciones.

Le agradezco a IntentoDeEscritora por corregir todos mis errores en el texto y dejar un capítulo de lo más bonito. Ojalá les guste, porque es el esfuerzo de ambas. Gracias, nena <3

También a Jessica, lectora que constantemente me deja comentarios y a quien aprecio mucho por ello. Gracias por animarme a seguir <3

Y finalmente, a Nagisa (¿Así era, no? XD), lectora anónima que fue la única que hizo mención de los apellidos de Johnny y Jude. Es un detallito que a mi me gusta mucho y parece que ella fue la única que reparó en ello. Perdón nena por no hacerte la mención antes u.u

Sin más, pasen y lean! :D 

Eran las cinco y media de la mañana exactamente cuando la alarma de Johnny sonó. 

–Carajo… –masculló White con voz somnolienta.

Le dolía un poco la espalda, puesto que después de la desafortunada experiencia de tratar de acostarse en la misma cama con Jude Black, había decidido dormir en el suelo, sobre un montón de sábanas y un par de almohadas. 

Se puso de pie en un salto y con un movimiento torpe de sus dedos, apagó el pequeño aparato. Revisó la hora en su teléfono celular. 

Se dio la vuelta, para nuevamente, encontrarse con su cama absolutamente bien arreglada y un cambio de ropa para él. Jude se había levantado antes que él (como siempre lo hacía) y había dejado la habitación perfectamente ordenada. 

Sonrió embelesado. Jude resultaba una compañía sumamente agradable. Era amable y le gustaba ayudar en todo lo posible. 

Aunque llegaba a haber un par de cosas sobre él que lo confundían bastante. 

Había muchos detalles sobre los que quería preguntarle. Pero la vocecilla de prudencia en su mente, siempre le decía que no era buena idea. 

Así que solo lo dejaba pasar. 

Se acercó al espejo pegado en la pared junto al armario, para mirar su imponente figura (quizá sólo a ojos de Jude) en éste. Aún llevaba las vendas del brazo y el pecho, bajo las cuales, aún dolían las heridas. Escocían bastante, pero aún podía fingir que no lo hacían. 

Se cambió de ropa con rapidez y se dio una pasada del cepillo por su alborotado cabello oscuro antes de ponerse las botas para hombre que casi nunca usaba, para luego correr al baño a lavarse los dientes. Se metió el celular en uno de los bolsillos de los vaqueros. 

Mientras caminaba a través del pasillo de la casa, vio al enigmático Page andar elegantemente entre los pequeños muebles acomodados. Pasó cariñosamente entre las piernas de Johnny y bajó las escaleras con sus acostumbrados pasos delicados. 

Johnny sólo sonrió y continuó su camino al baño. Después bajó las escaleras, de camino a la cocina. 

El aroma a estofado inundó sus fosas nasales y se encontró con Jude comiendo un poco en la mesa. Bonham también comía, justo en la última esquina de la cocina. 

Jude, con el tenedor lleno de carne metido en la boca, saludó animadamente a Johnny. 

–Buenos días, Jude –saludó White mientras caminaba a la estufa para servirse un poco. 

–Buen día, Johnny. Desayuna rápido que tenemos que ir a la escuela y nos toca Matemáticas con el Señor Johnson –decía Jude casi al mismo tiempo que se acababa su plato de comida y corría hacía las escaleras–, ¡Voy a cepillarme los dientes!

Johnny soltó una risilla y se sentó a desayunar. Pero antes de que pudiera darle el primer bocado a su comida, su celular comenzó a vibrar en su bolsillo y posteriormente, a sonar. 

–Hola–contestó mientras se metía el trozo de carne en la boca.
– ¿Hijo? –la voz suave y tierna de Catherine White lo tomó por sorpresa. 
– ¿Mamá? ¿Pasa algo? –preguntó enseguida, tragando rápidamente la comida. 
–Hola hijo ¿Cómo la has pasado? –preguntó su madre con un tono de voz que oscilaba entre lo alegre y lo preocupado. 
–Bien, mamá. He estado…–pensó bien que iba decirle antes de que se le saliera algo. No pretendía decirle a su madre que había un desconocido (al menos para ella) en su casa–, un poco ocupado con la tarea de la preparatoria ¿Y tú, mamá? ¿Cómo está la tía Marie? 

Su madre emitió un fuerte bufido de irritación y luego soltó una risotada nada feliz. 

– ¿De verdad tengo que decirlo? –preguntó su madre con un tono de obviedad. 

Johnny rio un poco y siguió comiendo. 

–Sólo quería llamarte para saber cómo estabas. Lamento no haberte llamado antes, pero Marie es tan quejumbrosa que tu padre y yo tenemos que estar pegados a ella todo el día. Sólo hoy tenemos un ratillo para relajarnos. Esa mujer es un demonio –decía su madre todavía riéndose. 
–No deberías hablar así de tu hermana mayor, Catherine –Johnny acabó la comida muy rápido y caminó hasta la puerta de su casa. Salió al exterior y se sentó en los pequeños escalones de concreto de la entrada. 
–Oh, pequeño Johnny. Deberías agradecerme porque no te di un hermano. ¡Y Maxwell quería otro! No, no. Uno está bien.
–Hablas como si me odiaras, Catherine.
–Más bien como si te quisiera mucho ¡Y lo sabes, jovencito! 

Los dos reían en voz alta a través de la línea del teléfono. Eso siempre fue algo que agradeció acerca de su madre. Lo relajada y siempre fresca que era. Después de todo, con sus treinta y siete años aún era relativamente joven y el que bordeara ya la línea de los cuarenta parecía no importarle en absoluto. Al contrario de su padre, que estuvo deprimido todo su cumpleaños número cuarenta y casi lo encontraba llorando y comiendo helado en uno de los armarios de su habitación no lo hacía verse mejor. 

Se sacudió en un escalofrío y borró tan perturbadora imagen de su mente, rogando por no acabar igual que Maxwell Roger White. 

– ¿Has comido lo que dejé en la nevera? Siempre me esfuerzo por hacer comida deliciosa y nunca me lo agradecen –decía su madre con un tono de reprimenda cariñosa. Johnny casi podía verla haciendo un puchero, con las piernas dobladas una sobre la otra y jugueteando con sus largos dedos de uñas permanentemente esmaltadas con brillo transparente, probablemente sentada sobre el duro sofá de su hermana. 
–Lo he estado comiendo, Catherine. Está muy bueno, como siempre ¿ya puedes dejar de quejarte? 
– ¡Claro que no! –respondió su madre junto a una sonora carcajada, que aturdió un poco a Johnny. 

White iba a seguir hablando hasta que vio cómo un bonito Mustang de color rojo se aparcaba frente a la sencilla casa de Derek. 

Como lo supuso, el joven universitario bajó del auto, aunque no alcanzó a ver al conductor de este, puesto que tan rápido como llegó, el mismo auto se alejó. El sonido del motor arrancando sonó como un fuerte estruendo en la silenciosa mañana de ese vecindario. 

Derek tenía la apariencia de haber sido levantando exageradamente temprano y arrastrado hasta el automóvil. Su normalmente atractivo rostro se veía opacado por los labios resecos, los ojos vidriosos y las marcadas ojeras púrpuras bajo éstos. 

Tenía el cabello muy alborotado y la ropa un tanto desarreglada. Arrastraba un par de maletas por el camino de cemento que atravesaba su jardín sin reja alguna, la mochila dónde llevaba todo el equipo de béisbol y otra algo más grande. 

–Hey, mamá, perdón, pero tengo que ir a la escuela y es mejor que me apresure. Adiós, te quiero, Catherine –dijo Johnny sin apartar la mirada de Derek. 
– ¡Claro, hijo! ¡Regresaremos a la casa este viernes! ¡No lo olvi…! –no le dio tiempo de terminar, puesto que Johnny ya había cortado la llamada, se puso de pie, guardó el teléfono nuevamente en su bolsillo y caminó hacia su amigo. No faltaba decir que no le había puesto atención a su madre. 
– ¡Derek! ¡Hermano! –gritó Johnny, echándose a andar hacia la reja de su casa. La abrió rápidamente y salió corriendo. 

Derek bostezó y volteó hacía dónde escuchó a Johnny gritarle. Se tallaba los ojos con fuerza y parecía que apenas podía mantenerse parado.

– ¡Viejo! ¿Dónde has estado? No te pasaste por la casa ni una sola vez en los últimos cuatro días, desde el juego en el parque Lincoln –comenzó a decir Johnny enseguida estuvo frente a Derek. 

Éste sonrió con notorio cansancio y se pasó una mano por el despeinado cabello. 

– ¿Fuiste al juego? No te miré, o al menos no lo recuerdo –respondió Derek, balanceándose de adelante a atrás, mientras cerraba los párpados levemente. 

–Estuve ahí con Jude desde el comienzo. Ni siquiera habían llegado los del otro equipo.

Derek dejó de sonreír cuando Johnny mencionó a Jude. De una u otra forma, ese muchachito de bellos ojos púrpuras y curvas imposibles lo irritaba bastante. No lo odiaba realmente. Pero lo desorientaba la forma en que Johnny reaccionaba frente a él. Como su siempre serio y tranquilo amigo nerd sin ambiciones, el que ese joven lo alterara tanto le resultaba… insoportablemente confuso. 

– ¿Por qué no me llamaste? Ganamos el partido, pudimos haber festejado juntos –dijo sonriendo otra vez. 

Johnny se rascó la nuca un poco apenado y bajó la mirada al césped húmedo bajo sus botas. 

–Cuando acabó el partido, Jude me pidió que nos fuéramos, y pues… eso hicimos.

Derek se mordió la lengua ante ello y acentuó aún más su sonrisa, con obvia molestia que trataba de ocultar. 

–Oh, por supuesto… –masculló el muchacho. Cerró los dedos con fuerza alrededor de la agarradera de una de las mochilas. 
–Estuvo muy interesante ¿sabes? Jude me explicó algunas cosas acerca del béisbol y sobre lo que los universitarios hacen durante los juegos –enseguida comenzó a parlotear Johnny sólo para romper esa atmósfera tensa que repentinamente se había formado. 
– ¿Te habló acerca de las apuestas? Vaya, ¿mencionó a Miles Simmons? –preguntó el propio Derek, también queriendo deshacerse de toda esa incomodidad. 
–Sí, me habló sobre esas cosas y todo eso. También miré a Rebecca sentada en las bancas. Estaba muy concentrada en ti –se le escapó una pequeña risilla–, Debes gustarle mucho. 

Derek también se rio, pero de forma incrédula. 

–No lo creo, Johnny –dijo mientras seguía riendo. Derek se echó a andar hacía la pequeña banca de metal que tenía junto a la cerca de madera que separa su casa de la de los White. Johnny lo siguió de cerca. 
– ¿Por qué dices eso? –preguntó Johnny, dejándose caer en la banca junto a Derek. 

Éste dejó las dos maletas junto a sus pies y suspiró profundamente, al tiempo que sacaba una cajetilla de cigarrillos de su bolsillo. 

–Rebecca… es demasiado para mí. Y ella lo sabe. Sólo era una relación de sexo casual. Anoche estuve estaba con ella y me dijo que ya no quería seguir con eso –dijo mientras encendía el cigarrillo y se lo ponía entre los labios. 
– ¿Demasiado para ti? ¿A qué te refieres? 
–Es una historia muy larga, Johnny, es mejor que le preguntes a alguien acerca de ella. Alguien como Jude –la sonrisa en el rostro de Derek le resultó un poco aterradora. Y el humo que escapaba de sus labios no le daba mejor impresión. Aun así, en sus ojos se leía una total afirmación sobre lo que había dicho. 

Sin embargo, Johnny acabó demasiado confundido con tal respuesta ¿Qué tenía que ver Rebecca Shoreline con Jude Black?

Como siempre, Derek le ofreció un cigarrillo a Johnny y éste lo rechazó con un gesto de la mano y un grave "No gracias". Derek solo sonreía ante eso y seguía fumando tranquilamente. 

Al no obtener más respuesta sobre ello, continuó hablando. 

–Vaya, lo siento mucho…
–No digas nada, Johnny. No es que estuviera enamorado de ella o algo así. Rebecca es bellísima, pero no es lo que estoy buscando –dijo con seriedad, viendo fijamente la pared de su bonita casa. Luego volteó hacía Johnny–. Cuando fuiste a su casa el viernes ¿le dijiste algo?

Johnny levantó una ceja ante la pregunta. 
–No, en realidad. Sólo le pedí que me diera la mochila y eso fue todo ¿por qué? 

Derek sopló una densa nube de humo azulado, que se mezcló con el propio vapor del aliento congelado de Johnny. El joven universitario esbozó una sonrisa bastante enigmática. 

Con un par de dedos sacó un pequeño papel doblado del bolsillo de su camisa y extendió su mano frente a Johnny. 

–Me pidió que te diera esto –dijo mientras le daba una nueva calada a su cigarrillo. 

Johnny con una completa expresión de no entender nada, tomó el papelillo con una mano y lo abrió: 

"Rebecca Shoreline
654—432—789
Llámame <3"

Notas finales:

Pido perdón por adelantado si el texto se ve mal. Como IntentoDeEscritora lo edita y yo tengo que estarlo pegando y copiando, a veces el archivo se altera y se ve mal. Díganme si eso pasó, plox. 

Yales dije lo de los reviews e.e ¡Háganlo, please! Haganme feliz <3

Gracias por leer! :D 


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