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The Nerd's Trouble por Killer Cobain

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Notas del capitulo:

Hey, hey... :'( 

Se que dije que iba a publicar el capítulo ayer en la noche si había mínimo 5 reviews más (todo gracias a NicouNeko e.e), pero me comencé a sentir muy mal por la gripe y no pude terminarlo bien hasta ahora en la tarde. Debo agradecerle a mi hermano, que se pusó a escuchar música de The Strokes en las vocinas y me dio la inspiración para terminarlo justo como quería :')  

Reptilia debe ser una de las mejores canciones de toda la década del 2000 e.e

Bueno, bueno, creo que no tengo nada más que decir porque les haría spoiler. De nuevo el capítulo no está editado, porque no pude hablar con IntentoDeEscritora, pero lo más seguro es que para la tarde le pida que lo edite y lo resuba.

Ella es tan linda <3

¡Amenla! >:v

Sin más que decir, pasen y lean! :D 

Las llamadas y mensajes en el buzón de su teléfono eran mínimos.

 

Una llamada de Danny, otra de Rose y una más de su madre. Y resaltando, un solitario mensaje de Rebecca, que se negaba a leer, pero al mismo tiempo, le provocaba unas apremiantes ganas de revisar.

 

El joven y aburrido Johnny White permanecía recostado sobre las sábanas revueltas de su cama individual, vestido solamente con un par de vaqueros negros desabrochados y los ridículos calcetines verdes de rayas rosas que su odioso primo Jackson le había regalado en su cumpleaños catorce. Estaban tan gastadas que tenían agujeros en los dedos y talones.

 

Sus dedos tocaban rítmicamente su vientre suavemente marcado, mientras que leía los mensajes (en medio de su conflicto interno por responderle a Rebecca o no) en toda su no demasiado grande habitación resonaba "Good Times, Bad Times" de Led Zeppelin.

 

La luz estaba apagada, puesto que siempre había sido fanático de permanecer a oscuras mientras estaba solo. Tenía una pequeña teoría de que si un asesino entraba a su cuarto para atacarlo, bien podría escaparse rápidamente en la penumbra. O al menos no mirar cuando lo matara.

 

Johnny no era muy listo, realmente.

 

Pronto, sintiéndose muy confundido, dejó su teléfono sobre la mesita de noche y prefirió tratar de dormir un poco. Hacía una hora y media que Jude estaba en su trabajo y sus padres no habían llegado aún, lo que le alegraba, porque no tenía forma de explicar las maletas con ropa ajena en la sala y el enorme gato que se paseaba por la casa despreocupadamente (y que había roto un par de tazas y platos que tuvo que remplazar). Supuso que probablemente vendrían de vuelta en al día siguiente, lo que daba tiempo para que Jude se fuera.

 

En resumen, estaba solo un viernes por la noche. La sensación de ser realmente una vergüenza no lo tomó por sorpresa.

 

–Soy patético… –susurró en la soledad de su habitación oscura, mientras que trataba de enfocar con la mirada las distintas cosas en su cuarto. Sus posters, los discos apilados sobre la mesa del ordenador, el pequeño punto rojo brillante en la computadora y los cuatro verdes en el módem que la compañía de Internet había instalado. Su vieja máquina de escribir, una Underwood portátil azul, guardada en una caja de plástico azul rígido, bajo la mesa, junto a una caja de cartón llena de hojas blancas y algunos pequeños recipientes de corrector líquido para texto.

 

Con un dejo de nostalgia, recordó cuando su padre se la había regalado a los once años, después de que Maxwell leyera toda una serie de relatos de fantasía que él había escrito en distintos cuadernos viejos y otro montón de hojas que desprendía de sus libretas escolares. En total, formaba una novela de doscientas cuarenta y seis  hojas, la cual Johnny jamás había titulado.

 

Johnny había llorado de vergüenza cuando su padre la leyó, porque sabía que él era un editor muy talentoso y lo intimidaba la opinión del hombre más influyente en su vida. Max (como su esposa y amigos lo llamaban), en cambio, le había conseguido especialmente a él, esa antigua Underwood portátil, siendo que como editor y escritor frustrado, veía una cierta reivindicación en el talento de su hijo. Solía decirle que Ernest Hemingway usaba una máquina igual a la suya.

 

Mucho tiempo después, Johnny se sentiría muy avergonzado al pensar en eso, porque era obvio para él (y también para su padre, aunque no lo admitiera) que muy difícilmente llegaría a la misma habilidad literaria que Ernest Hemingway.

 

Además que a él no le apetecía suicidarse.

 

Los siguientes dos años de su vida después de eso se llenaron con el sonido de sus pequeños dedos tecleando continuamente, casi sin detenerse durante horas, lleno de una aparentemente eterna inspiración. La máquina se había vuelto su mejor amiga y él la había apodado cariñosamente "Eleanor", como 'Eleanor Rigby' de The Beatles, la canción favorita de su madre.

 

Todo eso se terminó a los catorce años, cuando su padre empezó a presionarlo, obligándolo a participar en concursos que no lo hacían sentir cómodo y presumiendo el talento de su hijo frente a otros, casi en un desesperado intento para que Johnny fuera tan reconocido como él hubiese querido ser.

 

Johnny era un chico que sólo le gustaba escribir las cosas que pensaba y guardárselas para sí mismo y sus amigos, que también le alababan y lo apoyaban a seguir adelante. Así que cuando su padre comenzó a insistir en que hiciera todo lo que él no quería, comenzó a disminuir sus ratos de escritura (al menos frente a él).

 

Guardó todos los manuscritos que ya tenía, fingiendo que ya no escribía nada y quemó los que su padre conocía. Pasó el tiempo y Max dejó la obsesión que tenía con Johnny.

 

Aunque para el chico, siempre estaba presente la sensación de profunda decepción de Maxwell hacía él y estaba casi seguro que sería así por el resto de sus días. De ahí que su relación fuera un poco difícil, incluso aunque le había regalado un auto, aún podía sentir la tensión que había entre ellos.

 

Después de todo, él había esperado mucho de su hijo.

 

Así que su vieja y querida "Eleanor" seguía guardada en su estuche, puesto que después de que su madre le comprara el ordenador, todas sus novelas y distintos escritos estaban archivados ahí. Aunque Johnny la tenía relativamente bien conservada. Solía repararla y limpiarla muy seguido, con el permanente recuerdo de que con ella había pasado muy buenos y malos tiempos. Incluso cuando empezó toda su faena del enamoramiento con Jude, escribió cientos de cartas románticas en ella hacia él, que jamás se atrevió a entregarle. Debían ser alrededor de ciento setenta y cinco cartas distintas escondidas en una sucia caja de metal verdoso con seguro en el fondo de su armario, cuya llave estaba perdida en una caja de zapatos bajo su cama. La mayoría de sus viejos manuscritos estaban ocultos junto con esas cartas.

 

Y Johnny permanecía acostado de lado sobre su cama, frotándose de vez en cuando la áspera barba y acomodándose las gafas que se enterraban dolorosamente en su sien derecha. Se las quitó durante un rato, ya que su mirada no era tan mala sin ellas, sólo las necesitaba para leer ciertos textos de letra pequeña, pero en general veía bien. Y estando demasiado acostumbrado a leer continuamente, jamás se las quitaba.

 

Trató de dormir un poco, pero parecía que estaba extrañamente energético.

 

Se movía por todo el espacio de la cama, buscando arrullarse a sí mismo, aunque probablemente no se quedaría dormido pronto si seguía escuchando música de Led Zeppelin a todo volumen.

 

Se levantó de su cama y apagó el ordenador rápidamente, y regresó a ésta para tratar de descansar.

 

Pero mientras más insistía en quedarse dormido, su cerebro parecía recordarle una y otra vez el montón de cosas en las que no quería pensar exactamente.

 

Pensaba en lo que Bill le había dicho, en el hermano muerto de Jude, en sus padres que no conocía, en la relación de éste y Rebecca, y el propio contacto que la hermosa pelirroja trataba de entablar con él. Su vello corporal se erizó por completo ante tales circunstancias, aterrado de todo eso que no sabía.

 

Se la pasó dando vueltas sobre el colchón, en un inútil intento de quedarse jodidamente dormido, hasta que la alarma que debía haberlo despertado, asaltó sus oídos violentamente y lo asustó un poco.

 

– ¡Coño! –chilló Johnny al escuchar el grandioso riff de "Reptilia" por The Strokes sonar repentinamente en el frío silencio de su habitación. De una u otra forma, había permanecido despierto seis horas despierto creyendo que sólo había sido media hora.

 

Se puso de pie rápidamente, sorprendentemente sin terminar atrapado con las sábanas en las piernas o cayendo contra el piso.

 

Sólo tuvo que ponerse una sencilla camiseta que cubriese los vendajes, cerrarse los pantalones, colocarse sus cómodas zapatillas deportivas rojas y tomar una chaqueta cualquiera para salir de su habitación y correr escaleras abajo.

 

Se despidió de Page y Bonham, que curiosamente jugueteaban amistosamente bajo la mesa del comedor.

 

Pronto estuvo dentro de su auto, conduciendo a la una de la mañana exacta a un barrio donde casi violaban a su amigo, solo y sin que nadie supiese que iba para allá. No se dio cuenta de eso hasta que estuvo cerca del lugar, aunque a esas alturas parecía ya no importarle en absoluto. Estaba mucho más preocupado en ir por Jude, traerlo seguro de vuelta a casa y no aparentar demasiado que realmente estaba muy ansioso y que no había dormido nada nuevamente.

 

Llegó algo rápido al club para caballeros, puesto que a esas horas de la noche no había muchos autos o patrullas, así que o bien podía saltarse un par de altos o luces rojas, o podía conducir más velozmente por la falta de tráfico.

 

Otra vez, había un crudo frío en el ambiente y Johnny tuvo que cerrarse la chaqueta hasta el cuello, mientras se apeaba del automóvil estacionado junto a la banqueta del estacionamiento.

 

Caminó un par de metros antes de que el poderoso brillo rosa del anuncio luminoso con la figura de una curvilínea mujer le irritara los ojos descubiertos. No había traído sus gafas.

 

El estacionamiento del lugar permanecía lleno de muchas marcas diferentes de autos, más las vibraciones de la poderosa música que incluso fuera del local era audible. Aún pese a eso, más allá de los autos, no había mucha gente cerca. Un hombre de mediana edad, enfundado en un sucio chaleco de precaución naranja, dormitaba apaciblemente en la cabina de cobro.

 

Y sentado sobre la cajuela de un Toyota Corolla 2005 negro, el sexy Jude Black hablaba con un hombre. Johnny lo reconoció por el brillante púrpura de las mechas de su cabello y esa figura de curvas perfectas que sólo él tenía.

 

Aún llevaba sus pantalones negros y las botas hasta la rodilla, pero tenía una enorme chamarra de cuero sobre él, además de lo que White alcanzó a reconocer como manchas de maquillaje en la barbilla y mejillas. Sus pantalones tenían un par de rasgadas a lo largo de las piernas y uno de los cordones de sus botas estaba desatado. Ese aspecto desaliñado no disminuía su atractivo en absoluto.

 

Johnny sonrió, aunque un poco desconcertado, por la animada charla que tenía su joven amado con ese tipo al que no conocía. "Es un compañero de trabajo" se dijo White, aunque desde lejos podía ver los ligeramente coquetos movimientos que Jude ejecutaba frente al hombre. Y bien pudo pensar mal, pero inmediatamente recordó que el propio Black le había aclarado su eterna heterosexualidad. Resultaba más doloroso y humillante cada vez que lo volvía pensar, en opinión de Johnny.

 

Fue entonces que vio al tipo de gruesa barba castaña y espeso cabello grasiento ofrecerle amablemente un cigarrillo al dulce muchacho, quien para su aún más desagradable sorpresa, lo aceptó con una sonrisa. Fue aún peor cuando el tipo de cabello grasoso puso el cigarrillo entre los carnosos labios de cereza de Jude y lo encendió con su propio cigarrillo ya encendido. La íntima cercanía que hubo en eso lo puso de nervios.

 

Johnny se mantuvo de pie unos pocos momentos más, lejos de los dos chicos que fumaban sonrientes y compartían lo que parecía una botella de whisky en una bolsa de papel. Estuvo ahí, con las manos metidas en los bolsillos y soplando aliento congelado hasta que se hartó de ver a su amigo con ese tipo.

 

– ¡Jude! –gritó con la voz más masculina y grave que salió de su ronco pecho. Incluso lo sorprendió a él mismo un poco.

 

Los dos jóvenes voltearon al mismo tiempo en su dirección, aún con los cigarrillos en la boca y la cortina de humo denso cubriendo sus rostros oscuros de la vista de Johnny.

 

El otro tipo hizo cierta mueca de molestia, mientras que Jude no expresó mucho en su agraciado rostro. Se limitó a arrojar el cigarrillo apenas consumido al asfalto frío, saltar de la cajuela del automóvil y aplastarlo bajo la dura suela de sus tacones. Miró a su amigo de forma seria, quitándose la chaqueta y extendiéndola hacía él. El joven intentó dejársela, pero Jude negó amablemente y se alejó rápidamente de él. Johnny cayó en cuenta de que ese amigo suyo tenía un enorme moratón en la mejilla derecha, así como el labio inferior partido y manchas de sangre aún húmeda y cerveza barata en el pecho de su camisa blanca. Jude también tenía las mismas manchas de sangre y cerveza sobre la suya, aunque no se apreciaba ningún tipo de herida en él.

 

Un sudor frío recorrió la ancha espalda de Johnny violentamente, asustado y terriblemente preocupado de sólo ver a ambos chicos. Jude se alejó del hombre con una sonrisa pequeña y un ademán de la mano, caminando rápidamente hacia White. Corrió un poco y escuchó el rítmico golpeteo de sus tacones contra el concreto.

 

–Hola Johnny –dijo Jude con una sonrisa mientras se paraba frente a él. De cerca, su aspecto descuidado por el momento era más notorio, pero no realmente desagradable. Sólo su ropa estaba muy desordenada y su cabello un poco revuelto, sin contar las diversas manchas sobre su persona.

 

Johnny le devolvió la sonrisa, con una serie de confusos sentimientos encontrados dentro de él. Percibía claramente el aroma de su común perfume a bambú, mezclado con el agrio olor del whisky, el tabaco y la sangre. Aun así, su dulce aroma natural resaltaba más.

 

Después del pequeño saludo, los dos subieron al auto y no dijeron nada durante gran parte del trayecto de vuelta a la casa de Johnny. Jude veía por la ventana cerrada, dibujando pequeñas figuras sin sentido en las manchas húmedas de su aliento sobre el vidrio frío. Johnny sólo volteaba a verle de vez en vez, hasta que su curiosidad y preocupación pudieron más que él.

 

– ¿Qué le sucedió a tu ropa? –preguntó en voz baja, mientras detenía el automóvil en una luz roja del camino.

 

Jude volteó hacia él con expresión distraída y luego se acomodó en su asiento, para quedar de frente a Johnny.

 

–Había un ebrio revoltoso en el bar. Trató de propasarse violentamente con una de las chicas del lugar y yo me metí. Luego el trató de forzarme, pero Jim nos vio y peleó con él –respondió Jude con una mueca seria.

– ¿Jim? ¿Quién es? –preguntó aunque él mismo ya suponía la respuesta.

–Jim Manzarek, el chico que estaba conmigo en el estacionamiento.

 

Jude se quedó callado un rato más antes de llegar a la casa de Johnny.

 

– ¿Te molesta que fume? –dijo Jude con voz muy baja. Se pasaban los dedos por su cabello y trataba de alisar la maraña de hebras negras y púrpuras enredadas.

 

Johnny suspiró profundamente y se rascó la nuca nerviosamente.

 

–No es algo que me incumba ¿verdad? No tengo nada que decirte.

 

Llegaron a casa de Johnny y ambos entraron a esta rápidamente.

 

–Lamento si te incomodó un poco, Johnny. Pero normalmente estoy rodeado de adultos y universitarios, así que para cuando me di cuenta, ya estaba fumando y bebiendo. Lo siento –dijo Jude al atravesar el marco de la puerta.

–Está bien, Jude –dijo Johnny con cierto tono de decepción en su voz. De una u otra forma, se sentía algo deprimido.

 

¿Qué tan poco conocía a Jude? Realmente poco. Tenía cierto consuelo sabiendo que incluso que con sus amigos de hace años era muy distante. Pero enseguida, volvía a deprimirse porque eso sólo significa que su hambre de cariño de Jude jamás será saciada. Probablemente, con mucha suerte, algún día podría ser, por lo menos, un amigo cercano a él. Pero era lo máximo a lo que podía aspirar.

 

Porque era dolorosamente obvio que no había nada más allá de eso para él. Jude se conseguiría una chica, sería muy feliz con ella y Johnny se quedaría como el viejo amigo solitario que esperó por algo que nunca pasó.

 

No había una verdad más realista y deprimente que esa.

 

Johnny, aún más triste y depresivo de lo que normalmente llegaba a sentirse, se sentó en el sofá de su sala. Jude encendió la luz del lugar y a paso rápido, tomó sus dos maletas, subió por las escaleras hasta el cuarto de Johnny, donde dejó ambas y luego regresó al baño, ya quitándose la ropa en el camino.

 

White se quedó sobre el sillón un rato más, para luego ir por un par de cervezas y tomarlas mientras meditaba. Tendría que arreglárselas para reemplazar las botellas faltantes y evitar que su padre lo odiara un poco más.

 

Pasaron quince minutos, en lo que se terminaba ambas botellas y Jude se duchaba silenciosamente en la segunda planta. El sonido amortiguado de sus pasos sobre la alfombra del pasillo le avisó que ya había salido del cuarto de baño.

 

–Johnny… –dijo la voz suave y temerosa de Jude tras su espalda, repentinamente.

 

White se dio la vuelta y se encontró con Black, vestido con un sencillo par de diminutos calzoncillos púrpuras, calcetas negras hasta los muslos y una blusa de manga larga negra. Llevaba el cabello húmedo, una toalla sobre los hombros y de su cuerpo se desprendía un cálido aroma a perfumes caros. Era una estampa realmente sensual, pero Johnny no se sentía tan de ánimos como para medio morir por una hemorragia nasal. Aunque eso no evitó que su rostro tomara su acostumbrada matiz roja y apreciara como siempre, su impresionante atractivo.

 

– ¿Estás molesto, verdad? –preguntó Jude, para sorpresa de Johnny. El chico rodeó el sillón y se dejó caer junto a White sobre la mullida superficie de esta. Notó con cierta preocupación las dos botellas de alcohol vacías.

–No, no tengo razón para estarlo –dijo con voz más profunda y seria de lo normal, fijando la vista en algún punto de la pared frente a él. No estaba molesto, en absoluto. Sólo estaba muy deprimido. Realmente deprimido. Se puso de pie para ir por otra cerveza, bajo la mirada desconcertada de Jude.

 

Regresó al sofá, la destapó con los dedos (como el truco que Derek le había mostrado) y ofreció en silencio un trago a Jude. Éste se negó agitando la mano frente a él.

 

–No lo estoy, lo juro –terminó diciendo nuevamente después de dar un par de tragos a la botella y esbozando una sonrisa que parecía perfectamente feliz. Jude no preguntó más y se limitó a subir sus bellas piernas al sillón.

–Debe ser difícil trabajar con clientes borrachos ¿no? –dijo Johnny, tratando de iniciar una conversación. Sus ojos se desviaron al reloj de la pared, cuyas manecillas anunciaban que ya casi eran las dos y media de la mañana.

 

Jude bufó un poco y luego sonrió con expresión cansada.

 

–Bastante. Ellos suelen ir ahí para liberar tensiones, así que pueden ser un poco violentos o groseros. Molestan a las chicas, o a los propios meseros. Y creo que a mí siempre me toca la mala suerte de ser uno de los que más llaman su atención. Es desagradable.

 

Jude extendió las piernas hasta quedar acostado a lo largo del sofá, con la mitad de ellas sobre los muslos de Johnny. Éste se sonrojó aún más al sentir el peso de sus extremidades sobre su cuerpo. Carraspeó un poco para quitarse el siempre presente temblor de su voz al hablar estando nervioso. Luego dio un corto trago a la cerveza.

 

–Es algo normal. Después de todo, sería difícil que no le gustaras a alguien –dijo en voz muy baja, sin saber si quería o no que Jude le escuchase.

 

Pero para su mala (o buena) suerte, el chico de delicado rostro, le escuchó perfectamente.

 

Black esbozó una sonrisa y se enderezó sobre el sofá, viendo directamente hacía Johnny.

 

–Johnny –le llamó con voz suave.

 

El chico se dio la vuelta sólo para que Jude le tomará por ambas orejas y direccionara su cara hacía él.

 

– ¿Pasa algo? –dijo Johnny, adolorido por el fuerte jalón en sus orejas, y sonrojado por la sensación de tener las manos de Jude casi sobre su rostro.

–No traes lentes –dijo Jude con una sonrisa muy dulce–, Te ves muy bien –Johnny sonrió tímidamente de vuelta, girando su cuerpo hacia Jude.

– ¿En serio?

–Sin lentes y con barba, pareces un hippie muy guapo.

 

Los dos comenzaron a reír en voz baja, mientras que la cara de Johnny se calentaba poco a poco por la cercanía con Black. Jude, por su lado, se entretenía jalando y dando leves golpecitos a los costados de la cara de Johnny.

 

De un momento a otro, Johnny volteó violentamente su cuerpo hacia Jude, logrando que las piernas de Black quedarán alrededor de su estrecha cadera. Jude soltó una suave carcajada, como un niño muy feliz lo haría, sin apartar sus manos del rostro de White.

 

–Realmente, cuánto me alegro de que seas mi amigo –susurró Jude con voz increíblemente dulce, examinando el rostro de Johnny con mucho cariño.

 

Johnny sonrió verdaderamente feliz, ignorando por un momento que aunque quizá no tenía el amor romántico de Jude Black, tenía su cariño fraternal. Algo que ni esos idiotas que se llamaban "sus amigos" habían logrado en muchísimo tiempo.

 

El pequeño nudo que se formaba en la garganta antes las ganas de llorar, se hizo presente en él, pero pudo reprimirlo. "Vaya llorón" se dijo interiormente.

 

–Yo también, Jude –atinó a responder Johnny, ante la profunda mirada cariñosa de ojos púrpuras y la sonrisa de matices alegres y conmovidos que se extendía sobre la boca carnosa de la persona que amaba.

 

Estaba seguro de que él, Johnny White, amaría a Jude Black por el resto de su vida.

 

Los dedos delgados de Jude se perdieron lentamente entre los mechones castaños de Johnny, impregnado el cabello seco con pequeñas gotas de agua olorosa a jabón fino. Sus piernas delgadas se cerraron alrededor de Johnny, acercando inconscientemente el cuerpo corpulento de White a su frágil figura.

 

Las manos de Johnny, apoyadas a cada lado de la cadera de Jude, viajaron lentamente sobre la superficie acolchada, hasta llegar a la suave piel húmeda de su amigo, acariciando levemente con las yemas de los dedos. Pronto, ambas manos sujetaban los bordes de la cadera de Jude, revolviendo la tela mojada de las bragas púrpuras. Por ese momento, no había más intenciones tras los movimientos delicados de sus manos bruscas.

 

Jude había borrado su sonrisa por completo, pero sus manos seguían paseándose tranquilamente por la cabellera de Johnny. En cambio, White permanecía en silencio, tocando el cuerpo bajo del muchacho. Ninguno de los dos parecía caer en cuenta reales de qué estaban haciendo.

 

Una vez más, Jude aprisionó con mayor fuerza el cuerpo de Johnny, que se movía sobre el sofá para llegar a él. Las manos de Jude, que acariciaban la barba áspera de White, pronto se deslizaron desde su mentón hasta su cuello, mandando escalofríos placenteros a todo el cuerpo de Johnny. Sus manos sobre la cadera de White apretaron la carne con poca fuerza, más como un reflejo ante las caricias de Jude.

 

Ninguno de los sabía ciertamente en qué clase de situación estaban, hasta que el ambiente callado y tibio a su alrededor resultó extrañamente acogedor.

 

Los brazos de Jude rodearon el cuello enrojecido de Johnny, mirándose fijamente el uno al otro a los ojos.

 

–Hey… –masculló Jude en voz muy baja, deslizándose lentamente hacia Johnny. Las manos de este rodeaban por completo las anchas caderas de Black, incluso con algunos de sus dedos tanteando el final de su espina y entrando bajo el encaje de la ropa interior.

 

Johnny no dijo nada, mientras que a su nariz llegaba un golpe de distintos aromas mezclados en uno. El shampoo de fresa, la crema de fruta, la pasta dental de menta, hasta la dulce esencia del perfume de bambú.

 

Si algún día, viejo y solitario, volvía a aspirar el aroma del perfume de bambú, la imagen del bello rostro de Jude acudiría a su mente, una y otra vez.

 

Jude yacía sobre sus piernas, con el pecho apoyado en el suyo y los brazos cruzados tras su nuca. Johnny sintió una erección brincar dentro de sus pantalones al ver a Black relamerse los labios antes de cerrar los ojos.

 

Johnny hizo exactamente lo mismo.

 

Sus manos sujetaron firmemente su cadera y se preparó en todas las formas para dar el paso a eso con lo que fantaseaba. No escuchó en absoluto el sonido de un automóvil aproximarse velozmente y estacionarse cerca.

 

Muy cerca.

 

Sus labios ásperos y delgados rozaron muy levemente los de Jude por un par de segundos apenas.

 

Ahí venía todo…

 

Los fuertes golpes en la puerta, seguidos de un par de potentes gritos los tomaron por sorpresa.

 

– ¡Johnny! ¡Abre la puerta, por un demonio! –masculló su padre con molestia.

 

"Carajo" pensó. 

Notas finales:

Dejen un review con lo que opinan del capítulo y todo eso :3 

Si se ve mal o cortado, avísenme :0 

Gracias por leer, haste el viernes! :D

 

Nota al pie de la editora IntentoDeEscritora: ¡Corregido y resubido! Y sí... quedé como ustedes habrán reaccionado: Con instintos asesinos hacia Maxwell y hacia la autora. Les juro que si mi escritora estuviera cerca de mí le hubiera entrado a coñazos por ese final. Pero los que somos escritores sabemos que ese tipo de desenlaces son necesarios para dejar con ansias de otra tanda de capítulos (y esa es la idea).

Si les ha gustado la estética de los capítulos editados por mi, háganlo saber con un review. ¡Gracias por leer a mi querida escritora!


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