Llegó a la preparatoria a paso tranquilo. Le tomaba 45 minutos llegar a la escuela en pie, y personalmente no le molestaba.
Le gustaba andar, mientras escuchaba música en su teléfono con reproductor, miraba el ambiente, y sobretodo, observaba a Jude Black caminar del otro lado de la banqueta.
Parecía ridículo, pero realmente ese chico nunca lo había notado. Caminaba, igualmente escuchando música o leyendo un libro. Después de un par de cuadras, tomaba otra ruta que sólo él conocía o era llevado por cualquiera de sus tantos amigos que tenían auto y Jude se perdía de su vista.
Pensó en el Ford Mondeo 2002 que su papá tenía en la cochera trasera. A él le gustaba, estaba en buen estado y Johnny ya sabía manejar. Su padre solía decirle que podía usarlo, siempre y cuando fuera para algo necesario (lo cual sentía que su padre le decía con el sentido implícito de llevar a salir chicas). Solía pensar en usarlo para llevar a Jude a la escuela, pero le daba una sincera vergüenza. Sentía que se vería verdaderamente estúpido.
Entró al enorme y grisáceo edificio de dos pisos (uno de los tres que formaban la institución, más dos patios y una bonita cafetería con zona de almuerzo), caminando entre los pasillos abarrotados de adolescentes que daban menos pena que él.
Igualmente, era bastante incómodo, siendo que medía unos 1.87 y pese a eso no llamaba la atención, pero si solía ser reconocido como el "tipo alto y de lentes horribles". Pero de cualquier forma, nadie ahí era su amigo.
Se movió a su casillero, el 505 (cosa que le había agradado mucho como ferviente fan de Arctic Monkeys) y lo abrió con esa maniobra de un solo movimiento que movimiento que Derek le había enseñado.
En ese mismo momento, su teléfono vibró, señal de que había recibido un mensaje:
“Hey, hermano ¿a dónde van tus papás? Les vi salir esta mañana, enseguida te fuiste a la escuela.”
“Van a la casa de mi tía Marie. Al parecer está enferma de no sé qué y ellos son los únicos idiotas que son capaces de soportar a esa bruja.”
“No hables así de tu familia, niño Jajaja”
Johnny levantó una ceja y soltó una risilla silenciosa, al tiempo que escribía rápidamente con una sola mano.
“Mira quien lo dice. Nos vemos, tengo clase de historia. Adiós.”
“Adiós, consíguete una novia ;)”
Volvió a reír un poco más escandalosamente, mientras escondía su teléfono en su bolsillo delantero, sacaba sus cuadernos y cerraba el casillero. Se abrió paso entre todos los chicos y chicas.
No podía evitar reírse del mensaje de su único amigo en esa ciudad. Si supiera que él no tenía la más mínima intención de conseguir una novia porque la única persona que le interesaba realmente era un chico, y aparte, uno que probablemente jamás sabría que existe.
No pudo evitar deprimirse un poco por eso, aunque ya estaba acostumbrado. Siguió su camino, sin decir nada.
Sin embargo, se vio obstruido por una aglomeración de alumnos, que veían impresionados cierta escena.
—Por favor, Jennifer. Ya lo hablamos ayer, no hagas una escena —dijo una voz que Johnny reconocería en absolutamente cualquier lugar y momento.
Su amado Jude Black, su dulce ídolo de cabello negro y púrpura, estaba hablando. Y por lo que sabía, esa tal Jennifer era la odiosa bruja zorra de su novia. O para su felicidad, ex novia.
—Pero, pero ¡No lo voy a aceptar! ¡¿Por qué?! —decía la voluptuosa chica rubia (que sorprendentemente era unos 12 centímetros más alta que él) mientras se aferraba a su bracito al punto de enterrarle las uñas en la blanda carne.
—Ya te lo expliqué, por favor, Jennifer. No quiero que ninguno de los dos quede mal enfrente de todos —dijo Jude con delicadeza antes de zafarse de su agarre, tomar los libros que habían caído al piso y echarse a andar hacía el salón de historia.
La bella rubia se quedó llorando junto a un par de sus amigas, mientras el resto de los chicos se dispersaba, cada uno directo a sus respectivos salones.
Johnny miró con cierta lástima a Jennifer. Después de todo, debía ser muy doloroso que una belleza adorable tal como Jude Black lo era te dejará. También notó las expresiones de emoción y entusiasmos de las chicas y chicos que odiaban a la rubia solo por ser la novia del pelinegro, y que esperaban a que ellos terminaran, solo para tener una "oportunidad" que en realidad no existía.
Jude solo salía con chicas, las más populares, no sólo de esa escuela, sino de otras. Y siempre eran bellezas impresionantes dignas de revista. Eran raras las veces que salía con chicos. Por no decir que jamás había salido con un hombre. Pero era común verlo rodeado de muchachos que jadeaban y babeaban al ser capaces de estar cerca de tal deidad. Él sonreía y era amable, tanto con un hombre que con una mujer. Pero no le daba la misma importancia a la invitación de un chico que a la de una mujer.
Entraron a clase y como siempre, divisó a Jude sentado en el primer asientos de la tercera fila, lugar que quedaba de frente al pizarrón. El chico amaba la historia, así como le encantaba estudiar en cualquier materia. Podía ser increíblemente popular, pero también muy listo y con calificaciones excelentes.
Las clases pasaron como de costumbre, con el profesor Ronald preguntando, y Jude siendo el primero en levantar la mano para contestar. El trataba de poner atención a la clase, pero le era más importante observar a su adoración. Incluso a veces le tomaba fotos discretamente, pero era algo que en realidad la mayoría de sus admiradores hacía. Secretamente o no. Incluso había gente que las compraba, pero eso ya le daba escalofríos.
Al final, él día continuó como cualquier otro. Sin mucha novedad, más allá de la escena de esa mañana con Jude y Jennifer.
Así que llegaría a su casa sola, a quedarse ahí jugando videojuegos, leyendo manga o escribiendo sus continuas novelas románticas que sólo sus amigos Danny y Rose la leían. Aunque ambos lo alabaran acerca de su gran habilidad literaria, él seguía sintiendo que no valía mucho la pena. Simplemente lo hacía cómo un desahogo a todas las locas fantasías que tenía de un noviazgo imposible con Jude, realmente no buscaba el reconocimiento de nadie.
Llegó a su casa caminando, como siempre. E igualmente, como siempre, no vio llegar a Jude Black.
Eso era algo de todos los días, desde que se había mudado ahí.
El chico salía en la mañana, casi a la misma hora que Johnny, caminaba hasta que alguna lo invitaba a irse en su auto con él o tomaba una ruta secreta que al parecer, solo él conocía. Pero al finalizar las clases, Jude no regresaba a su casa hasta muy noche, o a veces ni siquiera llegaba. Johnny suponía que era porque debía estar en alguna fiesta o quedándose en la casa de alguna de sus novias o pretendientes. Le molestaba, pero no podía hacer nada.
Abrió la reja de su casa, saludó a su perro, un labrador retriever negro llamado Bonham, y entró a su hogar tranquilamente, seguido de Bonham. Enseguida encontró la nota de su madre, puesta bajo un pequeño adorno en forma de aves en el centro de mesa de la sala:
"Hijo, salimos a casa de tu tía Marie, aunque ya lo sabías. Tu padre dejo el carro cargado de gasolina y yo te deje suficiente comida en el refrigerador. Por si acaso, también hay 400 dólares en el tazón de azúcar falso. Si pasa algo, nos llamas ¿Ok? Cuídate.
Te quiere, tu mamá."
Johnny apenas hizo caso a su nota, luego dejó las llaves de su casa en el gancho de la pared y continuó su camino a la cocina para conseguir algo de comer.
Y como se lo esperaba, su día se fue en jugar videojuego solo en su cuarto y leer todos los mangas y cómics que había comprado en la tienda de cómics de la ciudad. Habló un poco con Rose por Facebook y mensajeó con Danny igualmente.
El reloj marcaba las 10:00 de la noche, cuando su teléfono recibió una llamada. La pantalla anunciaba a Derek con ese espantoso tono de música pop que el chico había escogido.
—Sabes que vivimos uno junto al otro ¿cierto? —respondió el muchacho con cierta ironía, mientras del otro lado de la línea escuchaba la estruendosa risa del joven veinteañero.
—Es que me da pereza ir hasta allá. Pero de cualquier forma, viejo, necesito un favor —dijo Derek enseguida paró de reír.
— ¿Qué clase de favor? —si le pedía dinero le rompería la cara por cínico.
—Mi auto se averió y necesito ir a la casa de una chica a pedirle de vuelta mi mochila con el equipo para jugar Béisbol. ¿Podrías prestarme tu auto? —el chico sonaba realmente necesitado, pero Johnny no era alguien fácil de convencer.
—Hermano, lo siento, pero papá me tiene prohibido prestar el auto. Especialmente a ti, te conoce —respondió Johnny al tiempo que abría una bolsa de patatas fritas.
—Pero que falta de confianza. Y yo que creí que Maxwell y yo teníamos algo especial—dijo con un falso tono dolido — ¿Entonces no?
—Lo lamento, Derek. Solo que yo fuera por el… —se tapó la boca inmediatamente.
— ¡¿Lo harías?! ¡¿Irías por ella?! ¡Gracias, Johnny! ¡De verdad lo necesito! —casi chilló el castaño tras la línea telefónica.
"Idiota" se dijo Johnny mentalmente, pero pese a que no era alguien 'fácil de convencer', solo por esa ocasión lo aceptaría.
Después de que el chico le diera la dirección, y que le agradeciera cómo 15 veces por algo que no quería hacer, tomó sus llaves, arrancó el auto y se fue.
Mientras manejaba, se dijo que en ese momento podría estar feliz en su habitación, viendo algo de anime o pornografía (vamos, que era un joven en plena adolescencia y sus hormonas tenían necesidades).
Pero sin saberlo, Johnny estaba entrando a la que sería lo mejor que jamás le pasaría en su aburrida vida de otaku.
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