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The Nerd's Trouble por Killer Cobain

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Notas del capitulo:

Hola, esta vez publica la famosa beta-reader de esta genial escritora... (famosa nada pero como la autora me nombra tanto xD) Ella se encuentra un tanto deprimida por una baja calificación que tuvo, así que denle ánimos a la pobre mujer con sus reviews ;)

Espero les guste el capítulo tanto como a mí. El título del capítulo se me ocurrió a mí así que si se preguntan porque es tan malo es por eso xDDD

IntentoDeEscritora out~

Jude saltó violentamente hacía atrás, casi dándole una bofetada a Johnny. Cayó sobre el mullido sofá, yéndose por poco de espaldas contra el piso.

 

White, consciente de la voluminosa erección dentro de sus vaqueros, tomó rápidamente un cojín del sofá y se cubrió la ingle con él.

 

Johnny estaba a punto de lanzar una exclamación de sorpresa, cuando la fina mano blanca de Jude apresó sus labios bajo la suavidad de su palma. Black se llevó un dedo a la boca, en clara señal de que guardara silencio.

 

– ¡Johnny, abre la puerta, carajo! ¡Tu madre y yo olvidamos las llaves de esta puerta! –gritó Maxwell nuevamente, dando sonoros puñetazos a la superficie de madera. Johnny apenas podía escuchar los apagados murmullos de su madre, que le pedía a Max ser menos ruidoso.

 

Jude se puso de pie sigilosamente y se acercó levemente a la oreja de White.

 

–Subiré a tu habitación, tú ábreles la puerta –dijo el muchacho antes de correr a la cocina, tomar a su gato durmiente, trotar con sumo cuidado hacía las escaleras y subirlas con aún más delicadeza, cubriendo el hocico del gato con una mano. Johnny lo escuchó correr sobre la alfombra y cerrar la rechinante puerta de su habitación.

 

Johnny se puso de pie, con el cojín sujeto aún contra la pelvis con ambas manos. El sudor frío bajando por su espalda hizo que la erección en sus pantalones desapareciera rápidamente y pudiera correr a la puerta.

 

Abrió el cerrojo y su padre la azotó con violencia, casi partiéndole la nariz al ésta rozar su rostro caliente.

 

–Johnny, por un demonio. Cuando te diga algo, es mejor que lo hagas –dijo Maxwell, con las fosas nasales abiertas y el ceño fruncido. Caminó por la sala dando fuertes pisotones, asustando a Bonham por las vibraciones en la madera.

 

Catherine venía tras de él, con una expresión que develaba molestia, cansancio y ligera vergüenza.

 

–Sólo cálmense un poco ¿quieren? –dijo la cariñosa mujer, mientras pasaba su mano de uñas esmaltadas sobre su enmarañada mata de cabello castaño claro. Tenía ojeras bajo los ojos y un poco de maquillaje corrido en la mejilla.

– ¿Cómo les fue? –dijo Johnny con voz aguda por el nerviosismo, caminando hacia atrás. Olvidó por completo las botellas de cerveza vacía sobre la mesita de la sala y sólo le quedaba rogar para que su alta figura las cubriera. Caminó hasta que sus pantorrillas chocaron contra el borde de la mesilla.

 

Maxwell dejó caer las dos maletas justo en medio del pequeño espacio entre la sala y la cocina. Se dirigió a la cocina, bostezando y tambaleándose ligeramente por el sueño que tenía.

 

–Estuvo mal, como siempre, Johnny. Tu tía Marie es una vieja bruja horripilante –dijo la buena Catherine, que en vez de ir directamente al sillón (para suerte de Johnny) se dejó caer sobre las dos maletas, que eran lo suficientemente grandes para soportar el menudo cuerpo de su madre–. No sé cómo la aguanté tantos años.

 

Johnny apreció cómo su padre estaba tan somnoliento que sólo tomó una cerveza del refrigerador, sin revisar nada más allá adentro. Cerró la puerta de éste y se sentó en una de las sillas del comedor.

 

–Ahora sabes cómo era cuando trataba de salir contigo –dijo Maxwell, acomodándose las gruesas gafas sobre el pronunciado tabique de su nariz. Tenía el negro cabello muy despeinado y se jalaba casi histéricamente el pellejo del mentón.

 

Catherine esbozó una sonrisa muy cansada y se puso de pie después de su improvisado descanso. Se alisó la falda del vestido delicadamente y se dirigió a las escaleras.

 

–Sólo quiero dormir un poco y relajarme. Nos vemos en la mañana, Johnny –dijo la adorable mujer subiendo lentamente a la segunda planta. Maxwell, al verla, se puso de pie, y aún con la cerveza en la mano, le siguió prontamente.

 

Lanzó una mirada ligeramente desconfiada a su hijo (como serían para el resto de su vida) y se quedó parado justo al pie de las escaleras.

 

–No hiciste nada malo ¿cierto? –dijo en voz baja, muy grave.

 

Johnny, serio y más tranquilo que antes, respondió en el mismo tono.

 

–No, realmente.

 

Maxwell relajó la expresión un poco, y finalmente subió por las escaleras sin decir mucho más. Johnny apenas escuchó el amortiguado golpeteo de sus zapatos contra la alfombra. El rechinido de la puerta, el golpe contra el marco, y sus padres ya estaban encerrados en su cuarto.

 

Johnny suspiró profundamente, y con velocidad abrumadora pero torpe, se dio la vuelta, tomó el montón de botella vacías tras de él para llevarlas a la basura. Las tiró todas juntas en el contenedor de plástico verde, atando la bolsa de éste con un fuerte nudo.

 

Pronto, subió rápidamente al segundo piso, tropezando y golpeándose ligeramente contra los muebles y paredes a su alrededor.

 

Cayendo al final de las escaleras, finalmente llegó a su habitación. Antes de eso, escuchó los leves sonidos de gritos en la habitación de sus padres. Parecía que estaban discutiendo, pero por ese momento, no le dio demasiada importancia.

 

– ¡Jude! –llamó en voz alta a su amigo, al mismo tiempo que azotaba la puerta.

 

Al entrar, se encontró con su cuarto completamente a oscuras, pero suavemente iluminado por el resplandor de la luna que se filtraba a través de la ventana abierta y sin cortinas.

 

Pero sobre el piso sucio y cubierto de distintas prendas de ropa, libros y demás cosas, se proyectaba la larga sombra de un joven que sostenía un bulto entre brazos.

 

–No enciendas la luz, Johnny –dijo la voz amable y cariñosa de Jude, sentado en el marco de la ventana abierta. Su enorme gato permanecía apacible acurrucado sobre sus largos muslos descubiertos, mientras él le acariciaba lentamente el mentón.

– ¡Jude! ¡Aléjate de ahí, te puedes caer! –chilló White escandalizado.

 

Jude le sonrió ligeramente enternecido.

 

–Tranquilízate un poco o tus papás te van a escuchar –le dijo en voz baja.

– ¡Johnny, cállate! ¡Ya pasan de las tres de la mañana! –repentinamente gritó su padre desde el pasillo, seguido de sus acostumbrados pisotones y el fuerte azote de la puerta del baño.

 

Johnny no hizo más que cerrar su habitación con el pestillo y acercarse a la ventana, donde Jude seguía sentado tranquilamente.

 

–Podrías quedarte e irte por la mañana. Sólo tendré que tener la puerta bien cerrada –ofreció Johnny con una sonrisa ligeramente temerosa. Sentía la comisura de los labios temblarle un poco.

 

Jude negó amablemente con un ademán en la cabeza.

 

–Está bien.

 

Los profundos ojos púrpuras de Jude se cernían de forma confusa sobre su persona. Johnny sentía que internamente, Black se preguntaba a sí mismo que había estado a punto de hacer. Después de todo, para la propia desgracia de Johnny, todas sus relaciones hasta donde sabía habían sido con mujeres, y por más insinuaciones e invitaciones que hubiera recibido de distintos hombres, eso no cambiaba su actitud en absoluto. Un beso con otro chico, a quien consideraba su amigo y que conocía de tan poco tiempo pudo haber sido realmente estúpido.

 

Y Johnny también se lo dijo a sí mismo. Sencillamente, Jude estaba buscando un amigo. No un 'novio'.

 

Y bien, si algún día llegaba a querer uno, obviamente no iba a ser un tipo como él.

 

– ¿Vas a bajar por el árbol? ¿Seguro? –preguntó Johnny con ojos fijos en el rostro pálido de Jude.

 

Graciosamente, Page saltó de los delgados muslos de su dueño hasta la gruesa rama del árbol junto a la ventana de Johnny. El enorme gato siamés se sentó elegantemente frente a las frondosas hojas. Jude sólo lo miró un par de segundos y se dio la vuelta hacia él, colgando sus largas piernas al aire helado del ambiente.

 

–Hace mucho frío allá afuera, Jude. Te congelarás en el camino a tu casa –Johnny se acercó a paso lento hacía a Black, apartando los diferentes objetos en el piso con sus enormes pies torpes.

 

Jude, apenas vestido con sus típicos vaqueros muy ajustados y una sencilla chaqueta de cuero delgado, le sonreía a Johnny confiadamente. A la memoria de Black venían los montones de desafortunadas ocasiones en que tuvo que escapar de habitaciones y hogares ajenos de diferentes mujeres con las que no hubo más de un acostón rápido.

 

–Hey, todo está bien, Johnny. Vendré por las maletas después. Saluda a tus padres de mi parte –dijo el muchacho amablemente mientras de un sorprendentemente sobrecogedor salto, cayó directo en la rama.

 

Johnny se quedó de pie junto al marco blanco, viendo el dulce cuerpecito voluptuoso de Jude bajar velozmente a través del ancho tronco del árbol, seguido de su enorme amigo felino.

 

Incluso pudo escuchar el taconeo de sus zapatos contra el concreto de la banqueta y su suave correr sobre la carretera desierta. Levantó una mano en el aire, en un coqueto ademán de despedida. El batir de sus caderas y cabello se perdió así como avanzaba en la penumbra general y las luces naranjas de la calle no alcanzaban a iluminar todo el barrio.

 

Era ridículo, pero Johnny no podía evitar preocuparse levemente. Su casa no estaba tan lejos de la de él, pero había una distancia considerable. Con mueca de ligera angustia, se quedó apoyado en la ventana un par de minutos más.

 

El fugaz tono que emitió su celular anunció un nuevo mensaje, que rápidamente abrió.

 

"Estoy en casa. Cálmate un poco, viejo"

 

Un corto y certero mensaje de Jude, a quien le había dado su número telefónico hacía unos días. Ciertamente, el sólo leer esas palabras desató una sensación de complejo alivio en su interior.

 

Cerró la ventana fuertemente y se acercó a su cama para dormir, cuando un nuevo mensaje activó el sonido en su celular:

 

"Voy a estar en tu preparatoria el próximo jueves, veré a unos amigos ahí, cerca de la cancha de fútbol. Búscame.

 

Rebecca <3"

 

El escalofrío que recorrió su espalda fue masivo y cada vello en su piel se erizó de forma inmediata.

 

Johnny leyó y releyó el mensaje, buscando alguna sensación de trampa entre las palabras, en las que realmente no había nada.

 

Sólo un mensaje de una mujer muy atractiva que quería verlo.

 

A él.

 

A Johnny White.

 

"Demonios".

Notas finales:

Quedó algo corto ¿no? No se quejen, que yo deprimida ni escribo e.e Y si escribo mato a algún personaje. Nuestra querida autora es fuerte :3

Les manda saludos~ Dejen amors en sus reviews~ Sayo~


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