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The Nerd's Trouble por Killer Cobain

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Notas del capitulo:

Ufff xd

¿Saben qué es frustrante?

Tener que continuar una historia y NO TENER NI PUTA IDEA DE COMO HACERLO.

Cuando comencé a escribir toda esta historia, no pensé que mi inspiración se acabaría tan rápido x,d

Pero ya saben, nada es para siempre xd :,y

Así que después de un tanto tiempo de valer verga (como mi vida en general :y) por fin me puse a escribir y terminé el maldito capitulo xd

Más de 8000 palabras, y terminé probablemente a las 2:10 o algo xd

Lamento haberlos abandonado tanto tiempo otra vez, pero ustedes ya saben que la inspiración es una perra de esas que se van y  no regresan hasta que se les da su mugrosa gana :,(

Graciosamente, en estos últimos días he tenido tantas ideas de cómo continuar la historia, que mucho de lo que ya tenía planeado para el final, ha cambiado por completo uwu

Se viene algunas sorpresas, y no todas son buenas e.e

Así como un cambio de nombre y resumen, por unos más decentes xd

Sin ponerles más de mis excusas de siempre, los dejo para que lean c:

Ojala les guste :D

Bill apenas y le puso atención al portazo que sonó junto a él, mientras fumaba su cigarrillo de la mañana, con un vaso de café en la mano, y la otra golpeteando el volante del auto.

Sintió el automóvil moverse cuando Johnny dejó caer su trasero sobre el asiento, refunfuñando palabras inentendibles entre dientes.

— ¿Qué te sucede hoy, grandulón? —preguntó el joven futbolista, con tono burlón y una media sonrisa dibujándose en su agraciado rostro.

Johnny volvió el rostro hacia su amigo, y Bill se encontró con una imagen poco agradable.

White estaba repentinamente muy demacrado. Sus ojos se notaban rojos y vidriosos, y bajo ellos había marcadas ojeras oscuras. Su cabello estaba despeinado y opaco (casi como siempre) y parecía mortalmente pálido. ¿Acaso había estado llorando o era un maldito fantasma?

—Muy bien, en serio, ¿qué te pasa? —la voz de Bill denotaba algo de preocupación, así como examinaba toda la persona de White con la mirada.

Johnny le sonrió con pocas ganas y regresó la mirada al parabrisas del auto. Hundió el rostro entre las manos y exhaló de forma profunda. Bill hizo una mueca de compasión, el chico se notaba mal a leguas.

—Ayer fue un día un poco… emocional —Johnny se enderezó rápidamente, y Bill oyó como su espalda crujió ante el violento movimiento.

— ¿Te gustaría hablar de ell…?

—No ahora.

Bill le miró con pesar. Se quitó el cigarro de la boca, bebió todo su café de un trago, y aplastó la colilla encendida en el fondo del vaso vacío.

—Eres un raro —pronunció el futbolista sin mucha consideración. Johnny levantó la cara nuevamente y soltó una leve carcajada. Se talló los ojos con ambas manos y sonrió a duras penas.

—Que amable —la voz de White sonaba mucho más grave que de costumbre.

—No trato de ofenderte o algo, pero realmente eres un tipo extraño. Nunca hablas, siempre estás tan serio y parece que no te preocupas ni un poco por tu imagen o por lo que los demás estén pensando de ti. ¿Qué clase de demonio taciturno eres tú, maldito John White?

Johnny esta vez sonrió con mayor autenticidad, y en sus ojos apareció un ligero brillo de afecto.

Sí, en algún punto de ese último mes de convivencia semi forzada con ese tosco jugador de fútbol ultra popular, había terminado tomándole cierto aprecio a Bill.

Donovan podía decir lo mismo.

"Él es un completo idiota."

—No lo sé. Supongo que cuando no eres guapo ni bueno en algo en específico, la mejor opción que tienes es pasar desapercibido y ocuparte de tus propios asuntos. Después de todo, no tengo nada que mostrarle a nadie más que mi propia mediocridad. —White se rascó el cuello con dos dedos mientras revisaba un poco las cosas dentro de su mochila. Había un encendedor zippo raspado y sucio en uno de los bolsillos de la avejentada mochila. ¿Cuánto llevaba eso ahí?

—Eres listo, eso sí. —se limitó a responder Bill —Como sea, eres un buen tipo, supongo. Al menos mejor de lo que lo son la mayoría de mis amigos y los de Jude —entonces él soltó una agría risilla entre dientes.

El chico estaba a punto de encender el auto cuando él mismo pronunció el nombre del jovencito.

—Hey, ¿y Jude? ¿No se supone que tú y él suelen irse juntos a la escuela? Podríamos pasar a por él o algo —apartó la llave del contacto y miró atentamente hacia Johnny.

White se puso aún más pálido. Bill lo notó.

—No le he dicho nada hoy. Probablemente debería enviarle un mensaje o algo, a veces le gusta irse solo y eso —John tartamudeó levemente.

Bill le miró, interesado en las curiosas reacciones de su amigo al mencionar el nombre del muchachito de ojos púrpura. 
Era demasiado inteligente como para no darse cuenta que el desastroso estado de Johnny tenía que ver con él.

Y se enteraría pronto del por qué.

—Muy bien, vamos a pasar por su casa, ¿sí? Es temprano así que quizá no se ha ido.

—Claro, sí —White se mostró aún más angustiado. Aun así solamente se restregó la cara con sus largos dedos y fijó la mirada en algún punto perdido del paisaje fuera del auto de Bill. Todo olía a cigarro, a café barato y montones de colonia y aromatizantes para auto.

Dulces náuseas, pensó.

Bill realmente notó con molestia ese aura de pesar que se formaba a su alrededor cuando mencionaba el nombre del muchachito de ojos púrpuras. Ciertamente le intrigaba demasiado qué clase de relación llevaba con Jude. Los dos solían actuar extraño cuando estaban en presencia del otro, y no podría decir que uno de los dos lo hacía más que el otro. Jude se comportaba demasiado amable y Johnny parecía especialmente torpe y raro, pero al mismo tiempo como si quisiera ocultarlo.

"Es demasiado notorio que da un poco de lástima" se dijo.

— ¿Sabes? Tengo su número registrado desde la última vez que me llamó cuando pasó lo de tu amigo vagabundo ese, podría llamarle o enviarle un mensaje para preguntarle si se irá o solo o no —la voz de Bill se volvió inesperadamente afable, mientras observaba el perfil de su amigo decaído.

Johnny reaccionó pausadamente y volteó a verle.

—Está bien, creo.

Bill esbozó una sonrisa muy leve, y elevándose dificultosamente en su asiento, sacó su teléfono celular del bolsillo posterior en sus vaqueros.

Johnny no hizo otra cosa más que revisar sus propios mensajes mientras escuchaba a Bill teclear con una sola mano y golpetear su muslo izquierda con la otra.

A Johnny ya no le sorprendía ver mensajes de Rebecca en su bandeja de entrada, pero esa mañana, en vez de provocarle esa desconcertante pero agradable sensación de cariño y emoción singular, sólo alcanzó a apreciar un súbito sentimiento de enojo.

"Ayer fue muy divertido, en serio. Me gustó salir contigo pero creo que estaba algo cohibida en el momento como para decirlo Jajajaja. Espero que podamos salir de nuevo la siguiente semana o cuando quieras. Hasta luego, que tengas un bonito día".

Leyó y releyó el mensaje. Le gustaba leer el nombre de la chica en el tope de la pantalla, pero ese día en serio se sentía molesto.

No molesto con ella, en efecto. ¿Cómo podría sentirse molesto con ese terrón de azúcar que era Rebecca Shoreline? En absoluto podría enojarse con la rojita.

Estaba enojado, furioso, consigo mismo.

El problema era que tan poco sabía por qué estaba enojado. O él se decía eso.

“Has hecho lo mismo el último mes que llevas siendo amigo de Jude, pequeño idiota. No eres capaz de disfrutar nada ni un poco, de siquiera pensar en otra persona sin que la imagen de tu amor imposible se atreviese en tu cabeza. ¿Acaso no tienes ni un poco de dignidad, eh? Por favor, Johnny. Nada va a pasar entre tú y él. Jude es demasiado atractivo e interesante como para llegar a pensar en ti de ese modo. Tienes suerte de que siquiera quiera ser tu amigo”.

“Pero yo…”

“Abandona esas esperanzas ahora, mocoso idiota. Ten algo de orgullo y acepta que no tienes oportunidad. Deja de permitirle que se coma tu felicidad”.

¿Cuál era su maldito problema?

—Listo, mensaje enviado —Bill dejó su raspado Smartphone sobre la guantera de su auto. Se tronó los nudillos y echó la cabeza hacia atrás sobre su asiento —Deberías explicarme de una vez que mierda pasó para que luzcas así de mal hoy.

Johnny apartó la mirada de lo que fuese que estaba viendo y enfocó los ojos en el bien parecido rostro de Donovan.

¿Cómo rayos podía ser tan guapo y tan inteligente al mismo tiempo? White pensaba en lo fácil que sería todo si él fuera la mitad de atractivo o listo de lo que Bill lo era.

“Qué envidia.”

—Yo…

El teléfono de Bill vibró un par de segundos y seguido, oyeron ese gracioso tono de notificación de canto de pajarillo.

—Oh, supongo que es él —el futbolista estiró la mano rápidamente y cogió una esquina del celular entre los dedos —Veamos…

Su dedo índice se movió rápidamente en la pantalla de vidrio y no necesitó mirar más de un minuto sobre esta para leer el mensaje completo.

—Al parecer está en la escuela desde hace un rato, llegó temprano para ayudar en la biblioteca —el muchacho esbozó una mínima sonrisa y metió el teléfono nuevamente en uno de los bolsillos de sus pantalones —No me sorprende.

Encendió el auto sin decir más y se pusieron en marcha directo a la preparatoria.

—Ahora puedes explicarme lo que sea que tengas que —masculló Bill mientras se detenían momentáneamente frente al alto al final de la calle.

—Ayer salí con Rebecca —se limitó a decir.

—Pero mira nada más —Bill soltó una carcajada limpia mientras soltaba un suave puñetazo en el brazo izquierdo de White —el niño raro de la escuela estuvo en una cita con una de las tipas más guapas conocidas por aquí. ¿Qué se siente, eh?

Johnny no compartía ese ánimo repentino de su joven compañero. Le miraba con un poco de hastío, esperando a que se diera cuenta de que todo eso no era una situación del todo agradable para él. Bill notó la amarga mueca en el rostro de su amigo y paró su risa descarada.

— ¿Sucedió algo malo entre tú y ella o algo así?

—No precisamente.

— ¿Entonces…?

—Nos besamos un rato.

Bill elevó las cejas en verdadera sorpresa, sonriéndole de medio lado a Johnny mientras avanzaban entre los pocos autos de la carretera hacia el próximo semáforo. White notaba con cierto sentimiento de extrañeza como el aroma a cigarro en el automóvil del futbolista parecía hacerse más intenso, y al mismo tiempo, le hacía pensar en Rebecca.

El rostro de Rebecca, con esos grandes ojos verdes, en medio de la oscuridad de su feo Ford Mondeo, y la única luz de un cigarrillo encendido en medio de sus labios, iluminando su semblante juguetón durante unos segundos antes de volver a besarla.

La besó mucho tiempo en su mente, aunque apenas fueron unos minutos. Recordaba haber pasado todo esos momentos con la cabeza en la misma posición, con la boca bien abierta y los labios de Shoreline deslizándose sobre su cara casi entumecida. Cuando pararon, el sabor a tabaco en toda su lengua era demasiado potente y quiso devolver el estómago durante un segundo. Realmente pensó en abrir la ventanilla y vomitar, enfrente de ella y la adorable familia de cuatro personas en el auto contiguo a ellos.

Pero con una sonrisa, reprimió sus nauseas, le sonrió como pudo y apretó sus dedos delgados de uñas bien esmaltadas entre su mano áspera y helada. Sintió ganas de decirle que de algún modo la quería.

O la amaba.

“Mocoso raro”.

Obvio no la amaba, pero después de eso beso de minutos que parecía horas (días, meses, años…) por un momento creyó que lo adecuado era decir algo así. Soltó una risa nerviosa ante la imagen mental de haberlo dicho en verdad y la posible reacción de repulsión de Rebecca.

Pero la verdad era que la apreciaba la suficiente en tan poco tiempo de conocerla y en serio creía que era una chica estupenda. Además de que la había dejado besarla, por supuesto.

Aun así, no fue capaz de decirle que la quería. No fue capaz de decir mucho.

“Lo siento” masculló con los ojos clavados en el volante de su auto, y ella se río un poco mientras lo miraba sudar en una noche de pleno otoño. Incluso la mano que sujetaba la suya sudaba. Rebecca no hizo más que rascar suavemente la palma húmeda con sus largas uñas y sonreírle dulcemente.  

“No creo que haya una razón para disculparse, ¿o sí?” pronunció seguido de una nueva risilla sin tintes de burla. Finalmente Johnny soltó sus dedos y sostuvo el volante con ambas manos.

“Supongo” White no volvió a decir nada todo el camino a la casa de Rebecca, mientras ambos fumaban un último cigarrillo.

El vello de todo su cuerpo se erizaba al recordar una y otra vez todo lo que sucedió después de ese inesperado beso.

Tan vergonzoso…”

—Eso no parece malo, ¿cuál es el problema? —Bill puso en marcha de nuevo el auto cuando la luz finalmente cambió a verde.

—Me preguntó lo mismo —musitó el joven nerd con una sonrisa que no tenía nada de alegre —Me sentí demasiado abrumado después de todo eso, ni siquiera sabía que decirle. Sólo la deje en casa y fui a ver a Jude…

—Espera, ¿fuiste a ver a Jude después de tu cita con Rebecca? ¿Por qué?

—No sé. Sólo me sentía culpab… raro.

“No digas eso, pequeño estúpido, podría darse cuen…”

— ¿Y culpable por qué?

—Nunca dije “culpable”.

—Lo hiciste.

“Idiota”.

—Bueno, yo…

— ¿Por qué te sentías culpable?  

“PORQUE ESTOY ENAMORADO COMO EL CARAJO DE JUDE Y AÚN TENGO ESPERANZA DE QUE ME NOTÉ DE UNA JODIDA VEZ, EMPECEMOS A SALIR JUNTOS Y SEAMOS FELICES PARA EL RESTO DE MI MALDITA VIDA”.

—No lo sé.

“Eres un marica de lo peor, pequeño Johnny”

Bill sabía que ese inocente “No sé” era una mentira, demasiado obvia para no notarlo. Entrecerró los ojos, mirando a White con aire de sospecha y Johnny apenas se limitó a verle a la cara, sin idea de que debía hacer o que expresión mostrar, ya que en ese momento cualquier atisbo de seguridad que pudiera haber tenido antes, era totalmente nulo.

“Deja de mirarme así, por los mil demonios”.

—Tiene que ver directamente con Jude, ¿no es así?

Para cuando ambos se dieron cuenta, ya estaban frente a la preparatoria y aún faltaban 20 minutos para la entrada.

Bill tenía una idea algo difusa pero que comenzaba a concretarse dentro de sus pensamientos acerca de todo ese asunto y por qué demonios Johnny actuaba de esa manera.

—No, no para nada. No tiene que, en absoluto —Johnny se apresuró en contestar tanto, que sus palabras parecían salir disparadas de su boca, negando de forma violenta con la cabeza.

Es terrible mintiendo, se dijo Donovan sin apartar la grave mirada del rostro nervioso de White.

Se tomó su tiempo para pensar un poco, dejando el auto en un semi incomodo silencio que preocupaba a Johnny sin razón.

— ¿Sabes? —Bill finalmente dijo algo, mientras golpeteaba suavemente su muslo con la punta de los dedos y permanecía bastante atento a su amigo en el auto —Hay cosas evidentes en este mundo, y luego tú ridícula relación con Jude, ¿qué rayos se supone que está mal con ustedes dos?

Bill estacionó su auto lo suficientemente lejos de la entrada como para tener un poco de privacidad, con los pocos alumnos pasando tras de ellos hacia la preparatoria.

Johnny se sentía acorralado, con Bill comiéndoselo con la mirada. El chico quería respuestas y las quería en ese momento.

—Somos amigos, eso es todo.

—Dios santo, Johnny. TODOS dicen lo mismo en esta clase de situación. Deja de negar las cosas de una buena vez. Ahora explícame que sucede entre ustedes dos o iré directamente a preguntarle a Jude, —Bill centró los ojos directamente en los de Johnny y su expresión amenazante le provocó un escalofrío; —Y no te gustará lo que le diré.

Johnny tragó dificultosamente, se pasó ambas manos por el cabello y suspiro.

—Ni siquiera estoy seguro. Jude me gusta mucho —claro que no iba a admitir por completo que estaba enamorado de él —casi desde que lo “conozco”, y en algún momento bastante extraño nos volvimos amigos o algo así. Pero comienzo a sentirme obligado, no tengo idea de por qué. Salgo con Rebecca y trato de ser amable con ella, pero enseguida pienso en él y que traiciono lo que sea que tenemos.

La mueca en el rostro de Bill cambiaba lentamente hasta una de cierta pena, así como Johnny se ponía rojo de vergüenza pero sus ojos se notaban extremadamente tristes.

—Ayer estaba enojado conmigo mismo por haber besado a Rebecca y aun así no poder dejar de pensar en él. Y me enoja que siga teniendo esperanza —delicadamente se acomodó las gafas sobre su nariz y soltó una risa muy baja —Jude es mi amigo y en la vida me vería del mismo modo que yo a él, siendo que es tan heterosexual y todo eso. Es bastante frustrante. Pero bueno... —se restregó el rostro cansado con una mano y sonrió suavemente —Sólo deseo que él siga siendo mi amigo y confíe en mí. Durante mucho tiempo.

—Oh… —Bill se estiró sobre su asiento y volteó a ver fuera de la ventanilla del auto, para evitar ver a su amigo a la cara. —Eso es lindo… Y lo siento.

—Gracias.

Entonces el silencio verdaderamente incómodo empezó.

Johnny revisó la hora en su teléfono. 10 minutos para la entrada.

—Deberíamos ir adentro de una vez, Bill.

Bill no respondió enseguida. Resopló en voz muy baja y regresó a mirar al frente. Rápidamente, encendió el auto otra vez y se alejó de los demás vehículos estacionados ahí. Johnny no estaba seguro de lo que estaba planeando.

— ¿Qué hora se supone que es? —preguntó Bill mientras hacía un par de maniobras con el volante para esquivar un auto y salir de nuevo a la carretera.

—Faltan menos de 10 minutos para las 7 a.m., ¿a dónde vam…?

— Tengo hambre. ¿Te parece si vamos por unas hamburguesas? —Bill le sonrió, aunque la expresión de su cara era bastante extraña. ¿Estaba tratando de ser amistoso pero no tenía idea de cómo serlo correctamente? Probablemente era algo como eso.

— ¿No iremos a la escuela? —Johnny apenas alcanzó a echar una última mirada hacia atrás para ver la escuela quedar cada vez más lejos de ellos.

Cuando se dio la vuelta, sintió los dedos manchados de Bill golpear su frente en un extraño gesto de simpatía.

—No respondas a una pregunta con otra pregunta, tonto.

—Oh, en ese caso —Johnny le miraba desconcertado, tratando de no preocuparse o algo por el estilo —Supongo que está bien, pero no tengo mucho dinero.

Bill se río en voz muy baja y encendió la radio de su auto. Una canción de Green Day. Apagó la radio con una mueca de desagrado y Johnny río esa vez ante su reacción tan graciosa.

Johnny pensó que Bill era un buen muchacho.

 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~*~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

7:14 de la mañana.

Johnny se veía a si mismo sentado en la fría butaca acolchada de una mesa de madera pulida en uno de los Carl’s Jr. del centro de la ciudad. Ese al que tomaba unos 20 minutos llegar en auto desde la ubicación de su preparatoria.

No les tomo más de 3 minutos ordenar su comida y Bill se había puesto de pie para llenar sus vasos con sus bebidas favoritas correspondientes: Té helado Nestea y Sprite.

Muy diferentes los dos, ciertamente.

Lo miró regresar a su mesa, ya dándole un sorbo a su refresco y extendiendo la mano para entregarle la suya a Johnny.

—Gracias —masculló White, acercando el popote rayado a sus labios secos. Un trago. Dos. Uno más. Le fascinaba el té helado.

Bill sacó su teléfono celular y se puso a revisar unas cosas en él, mientras Johnny examinaba todo el lugar rápidamente.

Era temprano, muy muy temprano y el lugar apenas llevaba unos minutos abierto, aunque ya estaba limpio y bien ordenado. Esperaba que en todo el tiempo que Bill y él estuvieran por ahí llegara más gente, porque ciertamente se sentía algo incómodo estando ahí.

—Así que… —Donovan bloqueó la pantalla de su teléfono y con un movimiento lento, lo dejo boca abajo sobre la mesa, cruzó los brazos, apartó su vaso de refresco y miró directamente a la cara poco agraciada de John White — ¿Te gusta Jude, en serio?

“¿Por qué tiene que hablar de esto?”

—Sí —ya no tenía oportunidad para mentir y evitar todo la vergüenza anterior y posterior a ese momento.

—Al menos lo aceptas. —Bill sonrió y se echó para atrás de nuevo —Ahora que lo pienso, tú no llevas demasiado en la escuela, ¿cierto? No recuerdo haberte visto el primer semestre, ni tampoco durante el principio del segundo.

—Oh, bien. Supongo que eso sí lo puedo explicar —Johnny soltó una corta carcajada y acomodó su tosca persona sobre el asiento de cuero —Mi familia y yo nos mudamos aquí desde Pensilvania hace…

— ¿Eres de Pensilvania? Cool. ¿De Filadelfia o Pittsburg?

—Lancaster.

—Ah —Johnny sonrió levemente ante la reacción de su amigo —Continua.

El chico disminuyó su pequeño gesto.

—Papá trabaja como editor en un periódico local de la ciudad, Lancaster New Era, o algo así, pero al parecer se aburrió de ello —Johnny se río con un poco de pena y golpeteó la mesa —Uno de sus hermanos, mi tío Mark, vivía en esta ciudad desde hacía tiempo, y le contó que había una casa editorial independiente algo pequeña buscando nuevos empleados, así que papá nos hizo tomar nuestras cosas y viajar medio día en auto hasta aquí. Mamá empezó su pequeño negocio de organización de bodas y eso.

Bill daba sorbos a su refresco y le oía atentamente. Una pareja entró al restaurante y fueron a ordenar a la caja, naturalmente. Johnny no les puso mucha atención.

—Así que nos mudados aquí justo antes de que empezará la prepa, y papá le pidió a mi tío que me inscribiera en una buena preparatoria de por aquí y consiguiera una casa barata. Siendo que todo fue tan de última hora, acabé en la Preparatoria Jefferson, a media hora en auto de mi casa en auto.

—Esa es mala suerte —Bill se río en voz muy baja, y entonces los dos vieron a un joven mesero acercarse con las órdenes de cada uno. Johnny no tenía demasiada hambre, pero Donovan parecía muy ansioso por tomar un enorme bocado de su hamburguesa doble con queso. Lo vio morder con ganas y tragar de forma rápida —Lo siento, hace rato que no comía una de estas.

—Supongo que está bien —White sonrió amablemente.

—Sigue contando, dude.

—Viví en el mismo vecindario que Jude durante todo el primer semestre que estuve en esa escuela, y supongo que por eso no le noté. O tal vez le vi, pero lo confundí con una chica —soltó una risa muy suave —Hasta que me cambiaron a la preparatoria donde estoy contigo, y creo que eso fue a mediados del segundo semestre, quizá.

Bill le miraba con sus serios ojos grises abiertos en un intento de ponerle la mayor atención posible mientras se manchaba la cara de salta de tomate y migajas de pan. Se metió un puño de patatas a la boca y Johnny quiso reír inocentemente ante la imagen del rostro abultado y sucio de su amigo. Sólo ahogó la carcajada y continuó hablando.

—En algún momento conocí a Jude, aunque fuera de vista —el chico se sonrojo sin querer y pasó sus grandes manos por sus mejillas calientes y ásperas —pero siempre fui demasiado tímido como para hablarle o algo así. Estaba siempre tan rodeado de gente que me intimidaba y esas cosas.

— ¿Cómo empezaron a hablar? —finalmente preguntó Bill, limpiándose la cara con una servilleta.

—No creo que Jude quiera que hable de eso sin su consentimiento —admitió Johnny aún sonrojado seguido de una risa avergonzada.

Bill le sonrió comprensivo.

— ¿Fue en una situación mala o algo así?

—Creo que llamarle totalmente mala es incorrecto. Pero sí fue bastante extraña.

Johnny echó un vistazo a su jugosa hamburguesa, su estómago gruñó un poco y por fin, se dignó a darle un bocado. Disfruto el sabor grasoso en su boca y sonrió para sus adentros. De repente recordó a Rebecca, comiendo hasta el hartazgo sin importarle siquiera lo que White podría haber estado pensando de ella al verla llenarse la boca sin vergüenza.

“Dios, ella es taaaaan linda.”

—Entonces eres amigo de Jude, te gusta pero jamás se lo vas a decir, ¿sólo así?

Johnny elevó el rostro para ver a los ojos a su amigo. Bill de repente estaba muy serio.

—Supongo.

— ¿Por qué?

Johnny volvió a tener ese impulso de reír, pero no era precisamente porque todo eso fuera gracioso, sino que toda la tensión e incomodidad que se acumulaban sobre él no le daba para otra cosa más que reír sin sentido.

— ¿Tengo que repetirlo? Es imposible. Sólo soy un raro hombrecillo gay enamorado de alguien que hacía menos de dos meses ni siquiera notaba mi existencia con verdadera importancia. Piensa en Jude por un momento, dios santo. Es lindo, listo y totalmente funcional, ¿qué haría él con un tipo que difícilmente puede tomar una decisión por sí mismo sin terminar en el piso con algún tipo de hemorragia? —la sonrisa de su rostro se acentuaba de forma inquietante, y en el fondo de su garganta sentía un nudo formarse. Estaba a punto de soltarse a reír como un histérico. —Yo siempre estoy asustado, y no puedo hacer nada por mí mismo. Con suerte puedo ir a la escuela sin tener ataques de pánico. Jude sólo tiene que estirar la mano para que todos hagan lo que él quiere. Él anda por ahí, como si el mundo fuera suyo. Y quizás lo es. Que yo siga manteniendo una nula y triste esperanza de que un día se dé la vuelta y me note es bastante trágico, ¿no lo crees?

Bill dejó de beber a su refresco. Silencio.

Johnny de repente sentía mucha pena por la maraña de emociones de su estómago que lo empujaron a decir todo eso, pero realmente estaba cansado y sentía que la única persona que llegaría a comprenderle sería el joven futbolista sentando frente a él, con una hamburguesa por terminar en la mano.

—Estoy demasiado aterrado, Bill. Jude es lo único que me interesa ahora y no pienso arriesgarme a perder lo único que quiero de él. Un poco de su atención me basta.

Donovan dio un nuevo sorbo y golpeó la mesa con la base del vaso.

—Tú estás enamorado de Jude, ¿verdad?

“Bueno, esto es malo. Veamos, inventa algo bueno y todo estar…”

.

“PEDAZO DE IDIOTA, HIJO DE…”

¿Qué era esa expresión en el rostro de Bill? No quería pensar que estaba molesto, porque sí lo estaba tal vez querría romperle los dedos o la nariz. O un brazo.

“Esto no podría ser peor”.

— ¿Y aun así, en serio, realmente, no planeas hacer nada? —“Deja de insistir, estoy demasiado avergonzado ahora, por favor”.

—No.

Bill acabo el último bocado de su hamburguesa, dio un trago a su soda y se limpió nuevamente la cara manchada con un par de servilletas.

—Dios mío, eres patético.

Acto seguido, Bill se puso de pie, giró sobre sus talones y comenzó a caminar hacia la salida.

—Adiós.

Johnny se quedó sentado en la solitaria mesa, desconcertado por completo. Esperó a que Bill se detuviera y dijera que todo era una broma, pero supo que no jugaba cuando realmente lo vio abrir la puerta hacia el estacionamiento para ir al exterior.

White se puso de pie rápidamente, entre golpes y resbalones para correr hasta él. Dejo su comida a medio terminar ahí, sin mucha importancia, igual sin notar que la pareja que había llegado al restaurante hacía un rato, les miraba a ambos con extrañeza.

Alcanzó a salir para ver a Bill arrancar su Mustang y alejarse poco a poco del estacionamiento.

Corrió nuevamente y puso sus grandes manos sobre el cofre del auto.

— ¡Hey! ¿A dónde rayos crees que vas?

—A la escuela —Bill siguió dando para atrás, y Johnny apenas podía mantener las manos pegadas a la carrocería brillante y seguirle el paso al auto.

— ¿Qué? ¿Por qué…? —Bill ya estaba a punto de salir a la calle. Ni siquiera volteaba a ver a la cara a White mientras este le gritaba — ¿Planeas dejarme aquí solo?

—Probablemente.

—Bill, ¿qué demon…?

—Adiós.

— ¡DETEN EL MALDITO AUTO!

Bill paró el auto, y finalmente volteó a verle a la cara. Johnny estaba molesto y confundido. Donovan le miraba con mueca de irritación.

— ¿Qué mierda te sucede? —Johnny casi le escupió las palabras en la cara.

—Me iba a la escuela y ya.

— ¿Y tenías en mente llevarte mis cosas e irte sin mí?

—Quizás.

Johnny frunció el ceño. Bien, estaba muy molesto.

—Explícame qué carajo pasa o lo que sea.

Donovan le miró intensamente a los ojos, suspiró y despegó la llave del contacto en el auto.

—Eres un completo idiota.

—Dijiste lo mismo hace un rato —Johnny se enderezó y alejó las manos del auto.

—Pero hace un rato no lo creía en serio —Bill abrió la guantera de su auto y sacó un arrugado paquete aplastado de Lucky Strike. Atrapó entre las puntas de sus dedos el último cigarro dentro y lo encendió entre sus labios —Pero realmente eres un idiota.

Johnny alzó una ceja, no sabía exactamente que pensar.

—Muy bien, ah… —el chico solamente volteó a ver su alrededor, en un gesto de incomodidad — ¿Por qué?

—Todo eso que tienes con Jude, es… frustrante.

— ¿Exactamente por qué?

Bill gruñó en voz muy baja y apretó la dentadura lo suficiente como para partir el cigarrillo. Escupió el trozo de su boca por la ventanilla y recogió el otro pedazo aún encendido que cayó sobre sus pantalones, para arrojarlo igualmente. Johnny miró el cigarro aterrizar y solamente atinó a pisarlo con la suela de sus tenis.

—No lo sé. Cuando ustedes están juntos, son tan raros que me confunde. No recuerdo la última vez que vi a Jude ser tan amable y cariñoso con alguien. Creo que ni siquiera lo he visto ser así con cualquiera de las cabeza hueca con las que sale.

Bill suspiró y nuevamente clavó la mirada molesta en el rostro de desconcierto de Johnny.

—Y me parece demasiado estúpido que siendo que estás tan enamorado de Judey… — “¿Judey?” —y siendo que él te da ese trato tan especial que probablemente ninguno de los dos vaya a ver darle a otra persona que no seas tú, el hecho de que te rindas así de fácil, con toda esa ventaja… eso realmente me enoja.

Johnny suspiro y se río con tono nervioso, incomodo de todas maneras posibles. Había casi olvidado que Bill también estuvo (o estaba) enamorado de su pequeño amigo de piernas interminables. Y ahora finalmente notaba que todo eso debía ser igual de penoso para él.

“Así que, ¿básicamente le molesta que yo sí pueda hacer algo con Jude, pero que sea demasiado cobarde para ello?”

“Creo que sí”.

“Oh, bueno”.

“Demonios”.

— ¿En verdad te molesto eso?

—Sí.

— ¿Hay algún modo en el que pueda hacer que esto deje de molestarte?

No es como si Johnny se desviviera para cumplir los deseos de Bill y tratar de complacerlo, pero en ese momento le importaba especialmente solucionar eso. Quizá porque el futbolista ya le agradaba demasiado como para querer perder su amistad. O tal vez porque aún le intimidaba un poco y le daba miedo que quisiera golpearle en la cara.

Realmente no quería dejar de ser su amigo. O recibir un puñetazo en medio de los ojos.

—Deja de ser un gallina sin razón y háblale a Jude de lo que sientes. Eso es todo.

Johnny aspiró profundamente y aguantó la respiración durante un largo minuto. ¿Eso era en serio? ¿De verdad quería eso?

— ¿En verdad tengo que hacerlo? —el tono de aflicción de White sólo lo hizo lucir más patético a ojos de Bill.

Ciertamente a Donovan le agrada Johnny tanto o más como él mismo a White, pero sí había algo que no le gustaba en absoluto, eran las personas demasiado cobardes para hacer las cosas por sí mismas. Y por mucho que Johnny le gustase como amigo, no había manera de que pudiera seguir hablando con él sin sentirse enojado por su actitud tan estúpida y llorona.

—En verdad.

White apretó los puños. Abrió la boca, en busca de las palabras correctas para expresarle a Bill que podía meterse sus órdenes por el trasero y luego irse a la mierda, porque él no podía obligarlo a hacer algo tan embarazoso como confesar sus sentimientos de niño raro ante Jude. Pero cuando quiso decirlo en voz alta, nada de lo que escuchaba en su cabeza, salió:

—Está bien.

“Realmente soy un marica de lo peor. Absolutamente el peor”.

Le causaba una gracia muy amarga el hecho de que era su propio miedo a decir “No” lo que lo hacía incapaz de negarse a tratar de dejar de ser un miedoso. No podía ser más irónicamente cruel, así como un mal comienzo.

“Je”.

—Pero… —Bill, que ya se encontraba sonriendo tenuemente en dirección del volante de su automóvil, regresó la mirada al rostro del enorme muchacho con voz extremadamente suave —Tienes que ayudarme con todo esto.

— ¿Ayudarte?

—Realmente no podría solo, Bill. Necesito un poco de apoyo, ¿no crees?

Bill se lo pensó a penas durante unos segundos.

—Supongo que tienes razón —Donovan hizo una graciosa mueca de meditación —Uno no puede dejar de ser un tonto llorón de un día para otro, ciertamente.

Bill río con descaro y Johnny se sintió ligeramente ofendido, aunque mucho más relajado. Al menos ya no tenía esa expresión de disgusto en la cara.

—Voy a echarte una mano con todo esto. Pero te digo una cosa, —le miró fijamente a los ojos y habló con una entonación muy seria —tienes que decirle lo que sientes, mínimo en el próximo mes y medio, ¿entendido?

Johnny quería golpearse la frente contra el parabrisas del Mustang de Donovan y desangrarse hasta la muerte. O hasta que alguien culpara a Bill por su incidente.

— ¿Ya no puedo echarme para atrás, verdad?

Nope —la sonrisa de extraña satisfacción en el rostro del futbolista le asustó un poco.

“¿En qué me estoy metiendo?”

Johnny se quedó de pie, mirando a la nada entre los autos que corrían en la calle, pensando en todo el sufrimiento que iba a pasar. Era una exageración, por supuesto, pero él siempre había sido un dramático.

“JEJE”.

—Vamos, sube al auto —Bill le llamó en medio de su ensoñación repentina y el chico apenas y reacciona.

— ¿A dónde vamos?

—No sé, al parque o al cine, o a cualquier lugar, sólo súbete y deja de estar ahí parado como árbol. Rápido.

Johnny no quiso decir más. Con que no regresaran a la escuela o a su casa, estaba bien.

—Bien entonces.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~*~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Para cuando Johnny lo notó, tenía un pie sobre el tablero del vehículo, la mano fuera de la ventanilla y la cara llena de helado de chocolate. Se había abierto el pantalón, para dejar a la vista un poco de sus boxers azules con franjas y unos cuantos vellos púbicos oscuros que se asomaban bajo su pequeña barriga abultada, sobre el borde de la ropa interior. Parecía que vomitaría en cualquier momento.

— ¿Cuánto falta para que lleguemos a mi casa?

—Unos 20 minutos.

— ¿Qué hora es?

—Las 7:14

— ¿Cuánto helado comí?

—Creo que poco menos de medio litro.

—Voy a morir…

—Probablemente.

Johnny había pasado las últimas 12 horas con Bill, haciendo un montón de cosas. Fueron a una asquerosa cafetería perdida entre las calles, porque Johnny aún tenía hambre, y Bill aprovechó para comprar dos enormes tartas de cereza con algo de helado y comerse ambas con poco recato. Al parecer, Donovan era un amante del azúcar sin remedio, o eso notó cuando lo vio esbozar esa mueca de absoluto amor y satisfacción una vez metió la última cucharada de helado ya casi derretido en su sucia boca llena de migajas de pan, azúcar y relleno artificial. Johnny, que apenas y podía terminar su sándwich de pavo con papas, se burló de él mientras sentía nauseas de solo pensar en comer tanto como el futbolista lo hacía.

Y lo volvió a comprobar, cuando lo vio compras aún más helado, las palomitas más grandes que habían y una enorme soda Sprite para entrar al cine, a ver tres películas diferentes (las cuales fueron malas por completo y Bill se la pasó quejándose hasta que en la última de ellas, una extraña y fea mujer obesa se giró para callarle), mientras que White se sentía bastante en paz con su banderilla y un pequeño vaso de té helado.

Después de un rato de que anocheciera, estuvieron sentados en el parque más feo de la ciudad, con Bill explicándole un montón de cosas sobre futbol, así como que empezaría a jugar de nuevo por febrero, aunque en realidad ya estaba un poco aburrido de todo eso, aunque todavía le gustaba ese deporte. A White le parecía interesante, y Bill le dijo que con su altura y complexión, quizá podría entrar algún día.

“No lo creo. Ni en otra vida”, le dijo apenas pronunció todo eso y se río.

“¿Por qué?” le preguntó Bill, curioso.

Johnny le sonrío, sacó la lengua y se golpeó la nariz con dos dedos.

“Demasiado torpe. Probablemente acabe con una pierna rota en el primer juego”.

Bill río sutilmente, y Johnny lo hizo nuevamente.

Después de eso, White solamente le contó un poco más acerca de cómo era cuando vivía en Lancaster, sus amigos, la escuela y eso. Le habló sobre su afición por escribir y Bill animosamente le dijo que si podría leer algo de su trabajo.

“Tal vez algún día” se limitó a contestar Johnny, con una sonrisa tenue.

Finalmente, acabaron metidos en un Sam’s Club de por ahí, con Bill comprando un montón de bolsas de frituras, pastelillos, y chocolates, así como una cubeta de helado de chocolate, un frasco de nueces trituradas y una bolsa de pequeños bombones.  Johnny no entendía de donde sacaba tanto dinero, pero tampoco se lo cuestionaba mucho.

Lo vio vaciar las nueces y los bombones en el helado, y con sendas cucharas de plástico desechables, comerse media cubeta de esta con unas ganas terribles. Johnny amaba el helado de chocolate, así que igualmente comió con gusto. Pero cuando él helado se terminó, Johnny sentía que iba a explotar y Bill parecía con ganas de más. El futbolista tenía manchas de chocolate seco en las mejillas ásperas y unos cuantos trozos de nuez pegados al mentón.

Y ahí estaban, en el auto, Bill conduciendo de vuelta a casa de Johnny, y este tratando de no regresar la comida de ese día.

Johnny, pese a todo, estaba todavía intranquilo. En su cabeza resonaba una y otra vez la discusión de la mañana y esa especie de promesa a Bill de decirle lo que sentía a Jude. ¿Cómo se suponía que iría a hacer eso? ¿Y en un mes y medio? Era momento de planear su suicidio.

White era un pequeño cobarde, lo admitía para sus adentros. Y siempre se había dicho que todo eso que tenía con Jude, que ni siquiera estaba muy seguro de a dónde estaba yendo, no pasaría de una amistad bastante bonita. Realmente no estaba ni satisfecho pero tampoco del todo inconforme. Sólo estaba bien con ello. Sólo bien.  

Aún con todo ese sufrimiento emocional que le acompañaba y la constante sensación de culpa al siquiera pensar en otras personas que no fueran Jude, estaba bien, puesto que aún tenía la esperanza de que todo eso se iría conforme el tiempo pasara y se convenciera a si mismo de que cualquier inútil deseo de que Black siquiera le viera de esa forma era ridículo. Claro que en un principio su anhelo era que Jude le quisiera, y probablemente habría matado sólo para obtener esa clase de afecto del chico de ojos purpuras, pero mientras más lo pensaba, más estúpido le parecía.

Igualmente, todo eso también le molestaba. ¿Cuál era el punto de seguir enamorado de Jude, si lo único que quería con él en ese mismo momento era seguir siendo su amigo sobre cualquiera cosa? Demasiado cobarde como para intentar algo más, Bill tenía razón con respecto a él. Johnny amaba a Jude de un modo casi insano, pero tenía tanto miedo de ser rechazado y odiado por él, que no quería tratar nada más que ser su amigo y olvidar cualquier sentimiento de amor romántico por él. ¿Cómo estaba eso supuesto a funcionar?

Le confundían sus propios sentimientos.

Pensó en todo eso, con la mirada pegada al parabrisas. Ya estaba bastante oscuro y hacía frío. Justo como le gustaban los días.

Entonces, pensó en Bill.

¿Qué buscaba el joven y serio jugador de futbol con el hecho de alentarle (más bien obligarle) a confesar su afecto por Jude? Johnny tampoco lo comprendía.

No pudo evitar sentir algo de pena por él.

Pensó en cómo habría sido para él cuando descubrió que sentía algo por Jude. No se imaginaba a un tipo tan listo y serio como Donovan teniendo esa clase de sentimientos por una persona, especialmente por un chico, y menos por alguien tan frívolo como Jude. Le provoca algo de escalofríos el pensar en Bill teniendo ese mismo tipo de conflictos mentales que él mismo tenía. Le resultaba demasiado raro.

Y no se imaginaba como debió ser el rechazo.

“Pobre chico”.

Río en su interior pensando en que Bill tal vez querría romperle un par de dedos si le oyera llamarlo de ese modo. No le parecía de esos que aceptara tan fácilmente la lástima ajena.

“Pero yo no siento lástima por él. Más bien, compasión. O algo así”.

Bill conducía en silencio junto a él. Apenas y sacó un largo pañuelo oscuro de su bolsillo y se limpió el rostro pegajoso con él. Johnny se pasó la manga de la camiseta por las mejillas llenas de vello oscuro. Quería decirle algo a su amigo, pero todo ese silencio repentino que distaba de incomodo, se lo impedía en parte.

—Hey, Bill… —el joven de ojos grises volteó a verle lentamente, sin ponerle demasiada atención en verdad.

—Todo eso de Jude… ¿seriamente tengo qué hacerlo?

—A menos que quieras que siga pensando que eres un cobarde de mierda, sí.

— ¿Y en menos de un mes y medio?

—Yep.

— ¿Qué se supone que haga si me rechaza o algo así?

—Bueno, entonces podrás decir que por lo menos tuviste el valor de decirle —Bill sonrió burlón y Johnny no supo que pensar.

Johnny se enderezó finalmente, bajó la pierna, metió la mano y estiró su largo cuello, pero su cabeza golpeaba el techo del vehículo y sus piernas estaban insufriblemente aprisionadas entre el asiento y la guantera. No era divertido ser así de alto.

Bill se detuvo en un alto a sacar un cigarrillo de la cajetilla nueva de Lucky Strike que compró sin más en un 7 Eleven de por ahí. Johnny no culpaba al empleado que le haya vendido cigarros al chico siendo menor de edad, sino a Donovan por parecer un maldito adulto amargado con esa constante mueca de estar demasiado ocupado en sus propios asuntos.

White tuvo deseos de pedirle un cigarro, pero mejor se mantuvo callado mientras lo veía encenderlo y dar la primera bocanada de humo blanco.

Johnny suspiró muy suave.

—Supongo que no será algo fácil, menos si hay días en los que no lo veo ni una sola vez, como hoy. Querría ir a su casa, pero probablemente ya entró al trabajo y saldrá hasta la madrugada —el chico se lamentó sin pensar mucho en que estaba diciendo.

—Whoa, ¿acaso te sabes los horarios de Jude o qué? —Bill le miró con cierta curiosidad inusual brillándole en los ojos. Johnny esbozó una sonrisa incomoda.

—Bueno, lo llevé al trabajo un par de veces, así qu… —

— ¿Y también sabes dónde trabaja?

—Pues sí.

—Lindo. Tú y él realmente se llevan bien, ¿no? —Bill tiró la ceniza de la colilla por la ventanilla, deteniéndose frente a una luz roja, y regresando el cigarrillo a su boca.

—Creo que sí. No es que me cuente demasiadas cosas, pero me ha explicado unas cuantas y parece que me tiene confianza. Eso me gusta —Johnny se sonrojó, algo apenado y sonrió de forma muy tenue — ¿Cómo es él contigo?

Bill esbozó una sonrisa bastante triste y White se sintió culpable.

—Él no es demasiado cercano conmigo o con nadie más que yo conozca. Antes solía ser un poco más amigable y cosas así, incluso le gustaba hablar con nosotros más que lo que lo hace ahora. Pero, bueno, algo debió pasar, y él eventualmente sólo se alejó.

Bill aspiró el humo profundamente. Tenía los ojos acuosos y su voz sonaba algo apagada. Parecía afligido, y eso preocupó a Johnny.

Hubo silencio durante unos minutos más, y Johnny pensó que lo mejor era callarse, así que trato de no decir más, hasta que la voz grave de Bill irrumpió sus oídos sorpresivamente.

—Jude siempre ha sido bastante callado desde que lo conozco, lo cual era algo gracioso si uno se ponía a pensar en lo mucho que llamaba la atención de las personas, aunque ahora creo que era por eso por lo que él les gustaba y les gusta aún, —Bill río de tal modo que más bien parecía que trataba de ahogar un hipo desde el pecho —y cuando le conocí, a principios del ciclo escolar, era mucho más agresivo que ahora. Entonces también era más abierto, pero después sencillamente decidió que le iba mejor estando sólo y comenzó a apartarse de mí, de Daniel, de todos, hasta llegar a ese punto de no tolerar a ninguno de nosotros. Y cuando ellos se dieron cuenta que a él simplemente ya no le agradaban, comenzaron a tratarle de esa manera tan desagradable e hipócrita, mientras Daniel sólo intenta una y otra vez volver a ganarse ese afecto.

White no hacía más que mirarle, a medida que notaba el cigarrillo consumirse y la expresión de Bill endurecerse.

—No he tratado seriamente volver a cuando nos llevábamos bien, porque sé que cualquier intento es inútil. Realmente no quiere molestarle o algo. Así que, supongo que para Jude está bien que aún le hable un poco o así, siempre y cuando no traté de meterme más de lo necesario en su vida.

El chico bajó la mirada un par de segundos, e inmediatamente la regresó al camino. Johnny, que escuchó y meditó cada palabra, no estaba seguro de que debía decir.

Hubo silencio una vez más y White pensó que el tiempo corría demasiado lento en esos momentos.

—Él debe apreciarte un poco más a ti —masculló White, en algún raro intento de animar al futbolista.

—No entiendo porque dirías eso —Bill sonrió con resignación y se limitó a soplar todo el humo fuera de su cuerpo. Avanzó nuevamente cuando la luz se puso verde y los autos frente al suyo se alejaron.

—No sé. Sólo creo que te tiene más estima que a los demás. No eres tan idiota en lo que él piensa —soltó una risilla que quiso sonar amistosa, pero más bien sonó incomodo. Bill hizo una mueca que asemejaba una mezcla entre una sonrisa y una expresión de molestia leve.

—Lo que digas, cuatro ojos.

Johnny no se tomó el apodo en serio, siendo que estaba más centrado en tratar de animar un poco a su amigo.

Siguió pensando en cómo habría sido la relación de Bill y Jude, si es que realmente existió más contacto entre ellos del que había actualmente, y en especial, como el pobre joven de ojos grises habría acabado en la misma desafortunada situación que él. Eso era triste en verdad.

Le escuchaba aspirar y soplar el humo una y otra vez, y el olor a tabaco se hacía cada vez más intenso. Su mente divagó un poco, y entre sus pensamientos sobre Bill y sentimientos extraños, se asomó la cara de Rebecca.

“No pienses en ella ahora”.

— ¿Llevas mucho tiempo fumando? —no tenía otro tema de conversación, así que se fue por lo primero que se le ocurrió.

Donovan se quitó el cigarrillo de la boca y sopló.

—No, en verdad —miró atentamente el cigarrillo a medio consumir entre sus dedos, como si nunca lo hubiera notado antes —En realidad muchas de las cosas que hago ahora las empecé hace menos de un año, y eso incluye el tabaco y el futbol, je.

— ¿Ah sí? ¿Por qué?

Bill emitió un largo quejido grave, y echando la cabeza hacia atrás, contestó.

—Todo es una historia muy larga, realmente no tengo muchas ganas de hablar de todo ello.

Johnny hizo un puchero de molestia, pero ello no duró mucho. Dejó caer la barbilla sobre el tablero y siguió aspirando el apestoso humo en el auto.

No pasó mucho hasta que finalmente divisó su calle y unas cuantas casas conocidas cercanas a la suya. El auto siguió lentamente hasta quedar a unos cuantos metros de su vivienda.

—Bien, aquí estamos —Bill arrojó el cigarrillo por la ventanilla.

—Sí —apenas exclamó Johnny.

Abrió rápidamente la portezuela, y con la mochila en mano, bajó del vehículo.

Con sus acostumbrados pasos torpes, se alejó un poco y se detuvo. Se mantuvo de pie frente al auto, en silencio. Planeaba decirle algo más, como una despedida o un mensaje de ánimo, pero otra vez se había quedado sin palabras.  

Bill esperó a que el chico dijera algo, pero seguía parado ahí, sin pronunciar ni pio.

—Deberías llamar a Jude —pronunció después de un minuto.

—Quizás —dijo Johnny en respuesta.

—Hasta mañana.

—Igualmente.

Johnny se quedó ahí hasta que Bill encendió su automóvil y él pudo ver como el bonito Mustang se alejaba y desaparecía de su vista.

Entonces Johnny entró a su casa, subió a su cuarto y se echó en el piso alfombrado.    

 Jude nunca recibió su llamada esa noche, porque él nunca marcó.

 

Notas finales:

Como ya es costumbre, si ven algo raro, como una parte que parezca faltar, errores ortográficos, gramaticales o equis cosa, por favor, avísenme. Normalmente reviso todas esas cosas, pero pues, a todos se nos puede ir algo xd

Espero que este capítulo les haya gustado, aunque realmente no tenga mucha acción xd                 Pero pues ciertamente, y como ya les dije, muy pronto empezarán a pasar cosas más interesantes uwuwuwuwuw

Estense atentas e.e

Las invito a dejar su review con sus críticas, opiniones, insultos o quejas xd        

Ya saben que todos son bienvenidos, me encanta leer todo lo que tengan que decir mis amados lectores, aunque ya me conocen y saben lo mucho que me atraso para todo esto x,d  

Sin más, me despido, nenes, nos leemos en la próxima c: <3

¡Gracias por leer! :D                                                                    


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