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The Nerd's Trouble por Killer Cobain

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Notas del capitulo:

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Mis rachas de actualizaciones seguidas no son muy duraderas xd 

A decir verdad ya tenía la mitad del capítulo terminado, pero entonces me estanqué y valió pito xd 

Pero apenas lo terminé y me salieron más de 10,000 palabras xd 

Que cosas :y 

Espero que les guste, aunque tampoco tiene demasadia acción, pero tranquilos, ya se viene lo mejor uwu 

Creo xd 

Pasen y lean~

En primero lugar, resistió el impulso de salir corriendo de vuelta a la puerta.

Se quedó de pie en el umbral del pasillo a las habitaciones en el fondo. Sus zapatos estaban tirados concienzudamente justo en medio de la sala, junto a su mochila y el sencillo suéter que había usado durante las clases.

Dudó un poco, hasta que sus piernas comenzaron a moverse. Sintió el vello de la espalda erizársele, ante la imagen de Johnny, parado frente a su casa para pedir perdón.

“¿Perdón por qué?” Bueno, él no estaba seguro de por qué habría de pedir disculpas… pero tenía que hacerlo.

Su mano encontró la perilla y la giró en un movimiento rápido.

Uno, dos, abierta.

Pero la persona de pie en los escalones a su entrada no era Johnny. Gruñó en voz baja.

—Hey… —pronunció el joven, mientras esbozaba una sonrisa un tanto extraña.

“¿Por qué él? ¿Por qué justo ahora?”

No quería ser grosero (del todo), pero no podía evitar lamentarse ante la inesperada presencia de Derek. Sinceramente no tenía demasiados ánimos de verle ese día.

—Hola —masculló, sin sonreír completamente.

—Deberías contestar los mensajes cuando te llegan, ¿no crees? —el tono que usaba no era muy amigable y a Jude no le agradaban esas cosas. Aun así, se forzó a sí mismo para ser amable. O lo más parecido a eso.

—He estado ocupado, lo siento —hizo una curiosa mueca que se asemejaba a una sonrisa torcida, aunque en un sentido mucho más incómodo.

Derek le miró a los ojos y suspiró.

—Bueno.

Paseó sus ojos sobre el cínico muchacho, examinándole. Derek era jodidamente guapo, seriamente. Hasta un tipo como él podía admitir cuando otro hombre era atractivo, y Carson lo era casi en demasía. Personas como Bill y Daniel también eran guapos, y hasta Johnny lo era (en su humilde opinión), pero todas eran bellezas muy diferentes, incluyendo la suya.

Bill y Daniel parecían modelos, de buenas a primeras. Los dos se rasuraban diario, usaban gel o esas cosas en el cabello, ropa deportiva de hombre, colonia, zapatos bonitos. Tenían rostros simétricos, con barbillas cuadradas, cejas bien parejas y miradas penetrantes de ojos brillantes. Sin contar con que eran altos, esbeltos pero con cuerpos bien trabajados y atléticos. Eran casi lo que la palabra “varonil” significaría letra por letra.

Johnny, bueno, básicamente él era todo lo contrario a ellos. Alto, flacucho, con apariencia de vago, o de drogadicto (o vago drogadicto). Probablemente si se lo encontrara en un callejón oscuro, gritaría aterrado. Pero aun así pensaba que era lindo. Si se afeitaba esa barba, se peinaba un poco más y desaparecía las horribles ojeras bajó sus dulces ojos de perrito, muy seguramente le haría justicia a su personalidad tan adorable, con una apariencia de príncipe. Sonrió internamente ante la idea.

Y bueno, Jude tampoco tenía mucha idea de cómo la gente definía su atractivo físico, pero de cualquier modo suponía que era algo muy diferente.

Pero no sabía cómo llamarla correctamente. Podría decir que era una belleza brusca. No tenía esos aires masculinos y elegantes de Bill, ni esa aura desastrosa de Johnny. Era más bien un tipo raro de facciones afiladas, casi sucias y un aspecto general bastante desaliñado.

Cejas delgadas, la nariz pronunciada y ligeramente desviada, la barba de apenas unos vellos sobre las mejillas y el cabello corto desgreñado y la ropa holgada y de apariencia sucia (aunque no estaba sucia en realidad). Alto, cuerpo delgado y algo musculoso. Realmente era un tipo de lo más atractivo. Aunque él mismo ya se lo había dicho un par de veces, Jude no se fijaba en esas cosas.

—Yo… no sé, pensé que sería bueno venir a verte otra vez —masculló el joven ex universitario, echándose en el sofá de Jude sin tomarse la cortesía de preguntar.

— ¿Ah sí? —Jude no se sentía muy cómodo con toda la situación. Se recargó contra la puerta, mirando a los ojos a Derek.

—No me respondías, así que vine y me di una vuelta por aquí —Carson podía notar esa desazón en las palabras de Black, aunque no entendiese del todo porque lucía tan desencantado — ¿Te molesta que haya venido?

No del todo —respondió sin mucha educación.

Jude le miró agudamente y esta vez sí se sintió molesto. No quería pensar en todo ese problema que tenía con Johnny, si se le podía llamar problema, pero era inevitable teniendo a Derek frente a él. Obviamente no podía culparle de nada aún o acusarle de ser un bocón, pero tampoco se veía a si mismo interrogándole todo ese asunto.

Aunque sólo le preocupase una cosa:

—Dime que Johnny no miró que venías hacia acá.

— ¿Qué?

— ¿Te encontraste con Johnny mientras venías a mi casa?

—Ah, bueno, le miré cruzando la calle directo a su casa, pero no volteó a verme, no estoy seguro si me vio o algo.

—Carajo.

Jude se sentó en la mesita de madera frente al sofá, moviendo con la cadera una pequeña taza de plástico que se había quedado ahí desde la mañana que Johnny estuvo con él. Estiró las piernas sólo para cruzar una sobre otra y dejar caer el rostro sobre las manos. Derek lo tomó como un gesto de agobio, aún sentado en el sillón marrón.

—No quiero ser grosero y eso… —masculló con voz ahogada por las palmas sobre su boca —pero no estoy de ánimo para ver a alguien en estos momentos. —Jude elevó el rostro y se frotó la mejillas con las manos —Además debo alistarme para ir a trabajar.

—Yo puedo llevarte —se ofreció con tono tímido mientras le miraba.

Jude se puso de pie y se alisó el pantalón con dos dedos. Trató de no dirigirle una mirada de enojo ante su propuesta. Era muy claro que lo que no quería era que Johnny les viera juntos.

—No, tranquilo, tomaré el autobús como siempre —comenzó a andar de vuelta al pasillo, donde su gato se mantenía al margen de Derek —Ten cuidado de que Johnny no te miré al salir, por favor.

Derek se quedó sentado aún, sin entender completamente por qué Jude le echaba de su casa tan rápido.

—Hey —rápidamente se paró y volteó a la dirección en la que Jude se alejaba —Quiero hablar contigo, en serio.

Black detuvo su suave andar y regresó el rostro hacia Derek.

—Bien, ¿de qué quieres hablar? —cruzó los brazos sobre el pecho y esperó pacientemente a que le diera una buena respuesta para seguir oyéndole un poco más.

—No lo sé. De algunas cosas —Derek se metió las manos en los bolsillos, en un gesto inocente. Maldecía que en ese momento no tuviese las palabras correctas para explicarle que estaba pensando. Jude apenas y alzó una ceja.

— ¿De algunas cosas? —bajó los brazos sólo para posar las manos en cada lado de su cadera —Por favor, se más específico.

—Sólo quiero charlar un rato contigo, ¿tiene eso algo de malo?

Jude le miró con cierta condescendencia y suspiró.

—Escucha, tengo muy poco tiempo para cambiarme, salir de aquí e ir a tomar el autobús —Jude se pasó las manos por el cabello, con intención de volver a atárselo, pero la liga que se suponía que tendría en la muñeca, había desaparecido en algún momento. Terminó alejando los dedos y sus mechones oscuros cayeron nuevamente alrededor de su cuello —Si quieres hablar conmigo de algo, puedes pasar por mí al restaurante donde trabajo y llevarme a mi otro empleo. ¿Te parece?

—No quiero hablar contigo sólo unos minutos, ¿sabes?

—Entonces espera a qué salga del otro trabajo.

— ¿A qué hora es eso?

—A la una y media de la mañana.

Derek se quedó callado, viéndole a los ojos. Jude esperaba que eso fuera suficiente para que el muchacho declinara del querer hablar con él ese día. Ya podía oírle diciendo que estaba bien y que quizá le vería otro día (aunque muy probablemente él se las ingeniera para evitarle por completo).

Pero no fue como así.

—Está bien. Iré por ti. ¿Cómo se llama el lugar dónde trabajas?

— ¿Conoces ese club para caballeros del centro?

— ¿Pink House?

Men’s Heaven.

—Ah, sí. ¿Acaso eres…?

—Soy mesero —contestó antes de que pudiera seguir hablando —Así que bueno, te esperaré un rato ahí, unos 20 minutos. Si no llegas, me iré, ¿entendido?

—Está bien, iré por ti —esbozó una extraña sonrisa de ilusión, casi como la de un niño al que le prometieron un regalo. Jude no supo cómo reaccionar exactamente.

—Cómo sea, vete ya —caminó rápidamente hasta él y comenzó a empujarle suavemente contra la puerta —Y ya te dije, que Johnny no te vea por aquí o no hablaré contigo de nuevo.

—Hasta lueg… —para cuando se dio cuenta, ya estaba fuera de la casa de Jude y este le había cerrado la puerta en la nariz.

El chico se dio la media vuelta y suspiró nuevamente. En serio que no estaba de ánimos para hablar con nadie, ni siquiera para ir al trabajo, pero todo era su obligación. Incluso el tener que arreglar todo ese asunto con Derek.

Despejó su cabeza como pudo y se concentró en correr de vuelta a su habitación para cambiarse de una buena vez y largarse al restaurante.

~~~~~~~~~~~~~~~~~*~~~~~~~~~~~~~~~~~

El autobús se detuvo justo frente a la calle del restaurante, así que no tuvo que caminar mucho. Mala suerte para él, ya que había deseado poder fumar un poco antes de llegar, pero igual podría encender un cigarrillo en su descanso.

Se abrió la chaqueta a medida que camina por toda la acera llena de polvo y rayones, mientras que miraba a todas las demás personas caminar de un lugar a otro, demasiado ocupados en sus propios asuntos. Miró a un par de tipas bonitas acompañadas de una chica algo gorda, viendo vestidos frente a un aparador, y dos hombres hablando de forma brusca en un callejón justo a su izquierda. No les puso mayor atención a ninguno de ellos.

Se restregó el rostro con ambas manos y caminó hasta el otro callejón por el que tenía que pasar para llegar a una de las puertas traseras del restaurante.

Entró justo a la pequeña habitación pegada a la cocina, donde los meseros almorzaban y guardaban sus cosas. Con poco esfuerzo, marcó la hora de su entrada en su tarjeta, metió su bolso-mochila en uno de los pequeros casilleros verdes junto a la puerta y arrojó la bolsa de papel con su nombre, que tenía un sencillo emparedado de pavo y un vaso de yogurt de frutas. No era mucho, pero era suficiente. Sólo se lavó las manos y salió al pequeño pasillo entre aquel cuarto y la barra del mostrador, donde se ubicaba su mesa favorita.

Para su nula sorpresa, se encontró a Lucy sentada en ella, con un libro abierto sobre la mesa y un vaso de jugo de uvas en la mano.

—Hey… —la llamó con voz baja, recargándose en la pared.

La chica alzó el rostro y sonrió simplona al ver a su joven novio frente a ella. Se levantó inmediatamente y caminó hacia él para besarle. Sonrió para sus interiores al notar la herida oscura en su labio inferior, que aún no cerraba por completo, y que él se había encargado de hacerle la noche anterior.

Antes de que ella dijera algo y enseguida la tuvo lo suficientemente cerca, estiró los brazos y la sujeto por la cadera. Apretó la grasa de sus costados entre los dedos y la besó con fuerza al sentir sus delgados brazos rodearle el cuello. Su pequeña lengua manchada de purpura por el jugo se deslizó entre los labios de Black y con un discreto movimiento, la atrajo más hacia él, sólo para abrir aún más la boca e irrumpir con mayor fuerza en la de ella.

Cuando sintió que estaba demasiado emocionada, la alejó bruscamente.

—Llegaste antes que yo —masculló Jude, sin apartarla a ella o las manos de su cuerpo.

—Bueno, mi último maestro no llegó a clase, así que nos dejaron salir un par de horas antes… —paseó sus finos dedos en el pecho plano de su novio y le miró con ojos brillantes. El intenso beso la había tomado con cierta sorpresa, más no desagrado —Aquí estoy.

—Bien —Jude sonrió y bajó suavemente la mano sobre su espalda hasta llegar a uno de sus glúteos. Su trasero se notaba apretado por el ajustado pantalón negro y pudo sentir con las yemas la línea de sus bragas a media nalga —Buena chica.    

Lucy, en su propia opinión, no era alguien ni impresionable, manipulable o débil ante ciertos estímulos, pero Jude, que con poco más de medio año de conocerla, sabía que era todo lo contrario. Le sonrió y apretó su trasero entre los dedos con poca delicadeza. En parte, quería que le dolería.

Pero ella sonrió igualmente y volvió a besarle, mientras movía suavemente las caderas y la otra mano de Jude se metía lentamente bajo su blusa, hasta acariciar la piel tibia. Jude sabía que obviamente no podía llevar nada de eso más lejos en un lugar así, por lo que enseguida escuchó el pequeño tintineo de la puerta cuando alguien entraba, le dio una leve palmada en el trasero, tiró de su cabello y despegó su rostro del suyo.

—Calmada, muñeca —la miró directo a los ojos, en busca de una señal de molestia. Suponía que debía estarlo, por el doloroso jalón de cabello, pero ella no lo parecía en absoluto. Quizá después de todos esos meses de caricias que parecían golpes, rasguños, mordidas y heridas hechas con los dientes, se había acostumbrado a sus tratos.

Lucy sabía que Jude era un tipo duro, incluso para su apariencia de niña, y que generalmente no era demasiado delicado para algunas cosas. Especialmente en su trato hacia ella. No le faltaba recordar que la primera vez que durmieron juntos, él la golpeó una y otra vez en los muslos, hasta que casi perdió la sensibilidad y sus caderas se llenaron de moretones con forma de manos por la forma tan brusca en la que le sujetaba cada vez que le penetraba.

Aun así y pese a cualquier disgusto inicial, sencillamente había dejado pasar todas esas cosas debido al ensimismamiento que sentía al estar con él. Y  ni siquiera entendía bien por qué, pero había algo en Jude que le provocaba todo eso. Quizá era sus ojos inusuales, o su voz suave, o la cadencia de sus palabras, o su rostro bonito, o toda su persona en sí.

Solamente estaba segura de que le gustaba demasiado. Como nadie le había gustado antes y que por muy fuerte o muy inteligente que ella pudiera creerse, Jude era el único hombre que le interesaba mantener junto a ella, le costase lo que le costase.

—Voy a atender a los clientes —ella le acarició el rostro una vez más, antes de que él volviese a besarle y se alejara finalmente para ir hacia las mesas. Lucy asintió, complaciente y le miró mientras caminaba, tomaba un par de menús y su libretilla con pluma hasta acercarse a quien fuera la persona que había entrado.

—Buenos días, ¿qué les gustaría ordenar? —dijo con una bonita sonrisa surcando su rostro, a la pareja de jóvenes adultos sentados a un lado del ventanal. Ambos tomaron un menú, leyeron un poco y no se tardaron demasiado en ordenar.

Tenían un aspecto de pareja de jóvenes ricos, siendo que el tipo usaba un conjunto de ropa deportiva Adidas, así como un bonito reloj de oro brillaba en su muñeca derecha, mientras que la chica llevaba un sencillo vestido negro hasta la rodilla con tacones rojos. 

—Yo quiero un filete con puré y salsa y una botella de refresco de cola—el muchacho sólo levantó el rostro para verle un poco — ¿Tendrán en botella de vidrio?

—Por supuesto. ¿Coca cola o Pepsi?

—Pepsi.

— ¿Y usted, señorita?

—Yo quiero la pasta espagueti, una ensalada verde y un vaso de jugo de frutas —declaró la joven, que miraba con curiosidad a Jude. Él lo notó de inmediato. Tal vez le parecía atractivo, no estaba seguro.

—Enseguida les traeré su comida —dijo mientras anotaba todo en la pequeña hoja rayada — ¿Desearían ordenar un postre?

— ¿Qué tal una tarta de manzana? —le preguntó el joven a su novia.

—Por mí está bien —contestó ella, quien no despegaba la mirada de Jude.

—Una tarta de manzana será —exclamó el hombre antes de entregarle los dos menús de vuelta a Jude. La chica le seguía sonriendo sin intenciones de ser un poco discreta, y Jude apenas mostró algo de emoción.

—De inmediato.

Se apresuró a regresar al pequeño pasillo tras la barra, abrió la pesada puerta abatible de madera roja y entró a la no tan grande cocina. Cuatro cocineros, Tony, Fernando, Louis y Mario eran los únicos que permanecían ahí todo el día y se encargaban de todas las órdenes. Siendo que igualmente ese día no había demasiados clientes, los cuatro se hallaban descansado un rato.

—Oigan —colgó la pequeña nota en un viejo alambre extendido sobre uno de las barras de metal de la cocina —Aquí está la orden, los sugiero que horneen la tarta rápido.

Fernando, el más viejo ahí con 36 años, fue el primero en acercarse y tomar entre sus grandes el trozo de papel y echarle una mirada rápida.

—Está bien.

Jude no dijo nada más, y solamente salió para tomar una botella de refresco de la nevera, un vaso de plástico oscuro, servir el jugo, abrir la botella y regresar a la mesa a entregarla las respectivas bebidas a los dos jóvenes.

El resto de la siguiente hora se le fue en llevar los platos a la mesa de la pareja y aguantar las raras miraditas de la chica, mientras su novio se distraía comiendo y revisando quien sabe que cosas en su teléfono celular. Incluso mientras se hallaba limpiando la barra de granito, la notaba volteando a verle una y otra vez, y sonriéndole cada vez que sus ojos se encontraban con los de ella.

No le molestaba ni le sorprendía, puesto que la chica era una pelirroja bastante bonita y estaba un tanto acostumbrado a esa clase de comportamiento por parte de los comensales ocasionales y frecuentes, ya fueran hombre o mujeres, aunque normalmente ignorase los acercamientos de varones.

Se limitaba a devolverle las sonrisas y evitar que Lucy lo notara, mientras ella atendía a sus propios clientes y andaba ágilmente entre el montón de mesas vacías.

— ¿Te pasa algo? —escuchó la voz de la chica justo a un lado suyo, mientras pasaba el trapo amarillo sobre la  brillante superficie.

—Oh —apartó la mirada de la otra joven y volteó a ver a su novia —No es nada, sólo estaba pensando en algunas cosas.

— ¿Ah sí? —Preguntó ella con tono animoso, mientras se recargaba en la barra — ¿En qué?

—En cosas —esparció un poco más de líquido limpiador y siguió frotando. Le dio un inocente beso en la comisura de los labios y sonrió cariñoso —Vete a trabajar.

Lucy sonrió bastante complacida, mientras se daba la vuelta y regresaba a atender a otro par de personas más. Jude volvió la mirada la mesa de la pareja, quizá la chica le había visto mientras besaba a su novia, pero los dos jóvenes en algún momento se habían puesto a conversar. No le dio mayor importancia, suspiró y siguió trabajando.

Pasaron unos 20 minutos más, hasta que escuchó la voz del hombre gritarle “¡Mesero!” y se apresuró a limpiarse las manos y andar de vuelta a ellos.

— ¿Qué se le ofrece?

—Quisiera pedir la cuenta —contestó el muchacho, mientras hurgaba entre sus dientes con palillo mondadientes. Revisó la hora en su teléfono y su propio reflejo en la pantalla.

—En un momento.

Corrió un par de veces más mientras traía el pequeño trozo de papel donde había anotado toda la orden e hizo la suma de todo rápidamente. Setenta y cinco dólares con sesenta y siete centavos, anotó.

El hombre solamente se sacó la billetera del bolsillo, sacó un par de dólares, unas cuantas monedas, contó el dinero y lo puso sobre el pequeño plato donde yacía  la nota con la cuenta.

Masculló un seco “Gracias” y se levantó acompañado de la joven, que no dejaba de sonreírle a Jude.

—Adelántate al auto, yo paso al baño —le susurró al oído a su novio. El muchacho apenas asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta.

Jude tampoco puso atención a la joven, mientras se disponía a recoger los platos sucios de la mesa. La chica entró y salió al sanitario al mismo tiempo que Jude se llevaba el trasterío entre brazos, y regresaba para limpiar cualquier mancha de suciedad.

—Oye —le escuchó hablarle, justo cuando rociaba el limpiador en la superficie de madera pulida. Se dio la vuelta para encontrarse con ella, parada detrás de él y con lo que parecía un billete entre los dedos —Toma.

Jude la miró a los ojos y estuvo a punto de responderle, pero ella se le adelantó.

—Mi marido no es muy dado a dar propinas, pero yo sí —Black no sabía exactamente que decirle, así que se limitó a esbozar una sonrisa bastante forzada, mientras que el propio gesto de la jovencita le resultaba extraño. Metió el billete enrollado en el bolsillo de su pecho y dio un golpecito sobre él, juguetona —Hasta luego. 

Le guiñó un ojo, se dio la vuelta sobre sus tacones de aguja y se alejó con paso rápido de él hasta llegar a la puerta y salir de ahí.

Se quedó en su sitio, un tanto pensativo, mientras se sacaba el dólar del bolsillo. Lo desenrolló y se encontró con la agradable sorpresa de que era un billete de veinte dólares en realidad, pero tenía lo que un trozo de papel arrancado de una nota de supermercado escondido dentro de él. 

“Gwen <3 554-662-734”

Le intrigaba ese pequeño corazón dibujado y relleno con tinta de bolígrafo azul.

Con una enorme expresión de desinterés que habría ofendido horriblemente a la mujer si le hubiera visto, leyó el número escrito en el papel. Se dijo que quizá por cortesía a Lucy, debía tirar a la basura la nota. Lo pensó un par de segundos, mientras sostenía el arrugado billete entre los dedos.

Terminó encogiéndose de hombres y guardando los veinte dólares en el bolsillo de su camisa y el papelillo, en el de sus pantalones. Todavía tenía trabajo que hacer.

El resto de las horas entonces, las dedicó a correr de un lado a otro, sirviendo a los clientes que llegaban, cobrando a los que se iban, lavando platos, trapeando, limpiado baños, limpiando mesas y recibiendo una que otra propina de dos, cinco o diez dólares. Lucy también andaba de un lado a otro, mientras firmaban los papeles de los distribuidores en nombre del administrador, que sólo venía un par de veces al día a contar el dinero en la registradora, hacía un par de preguntas y se volvía a ir.

La tarde se fue demasiado rápido, sin que siquiera le diera tiempo para comer o fumar o siquiera beber un poco de agua.

Para cuando lo notó, su teléfono marcaba las 6:30 p.m., así que tenía que irse pronto.

Les llevó la cuenta a los dos últimos clientes que le tocaron esa noche. Se sentía un tanto culpable, siendo que para esas horas de la tarde, el restaurante estaba mucho más lleno y él tenía que irse, dejándole toda la carga a Lucy y el otro mesero.

Por ello mismo tendría que pedir el cambio de horario, se dijo.

— ¿Ya tienes que irte? —Le preguntó la joven, mientras le miraba acomodar unos cuantos vasos más y meter todo el dinero a la caja registradora. A su pie, había una bolsa de plástico llena de rollos de papel sanitario que había sacado de la pequeña bodega tras el restaurante, y que debía poner en las cabinas del baño de mujeres. — ¿Tu jefe ya no te deja llegar tarde?

—Hoy voy a pedirle el cambio de turno, así que debo llegar pronto para explicarle todo —marcó un par de números más en la máquina y suspiró —Esperando que no lo tomé a mal y decida despedirme de una vez.

Lucy le miró con preocupación, pero él le sonrió para que se relajara un poco.

— ¿Irás a mi departamento después del trabajo?

—No puedo hoy, lo siento.

— ¿Por qué? —su voz se notaba un tanto triste y eso le hizo sentirse un poco mal. Pero tampoco quería explicarle sobre su encuentro con Derek ni nada que tuviese que ver con eso.

—Tengo algo que hacer y es mejor que lo haga ahora —le dio un cariñoso golpecito en la frente con dos dedos.

— ¿Qué es? ¿Es algo malo? —volvió a lucir algo acongojada, lo cual sólo le ponía nervioso. Jude en absoluto era alguien débil o manipulable, pero eso no evitaba que le diera un poco de remordimiento.

—No es nada, sólo tengo que arreglar un asunto con un amigo. Nada importante, tranquila.

—Te voy a extrañar —se recargó sobre su hombro y le rodeó la cintura en un abrazo inocente. Jude apenas y dejó caer el brazo sobre los hombros, acariciándole suavemente la espalda.

—Ya, calmada.

La mano de Lucy se deslizó lentamente hasta rozar su entrepierna, y sus largos dedos arañaron sin fuerza su cadera. Su palma se ahuecó contra su muslo y subió con poca rapidez sobre este hasta tocar el hueso de su pelvis y el final de su ingle. Sintió un fuerte escalofrío recorrerle la espalda y miró a la chica, que aún con expresión triste, le tocaba de esa forma. ¿Acaso quería masturbarle o algo?

— ¿A qué te referías con “Te voy a extrañar” exactamente?

Lucy elevó el rostro y le sonrió con poco recato, aunque aun ligeramente afligida. Jude elevó las cejas, sorprendido.

—Ve al baño.

— ¿Qué?

—Ve al baño. Al de mujeres.

— ¿Para qué?

Se inclinó un poco para tomar la bolsa con los de rollos de papel, y se los entregó.  

—Acomoda estos, ¿quieres?

Lucy infló las mejillas, disgustada, pero terminó aceptando la bolsa y caminó hasta el baño con los rollos entre los brazos. Jude se quedó ahí, metiendo los billetes y sonriendo para sus adentros.

 

* * *

 

Desprendía con cuidado los pequeños tubos de plástico, metía el rollo y lo acomoda con cierta delicadeza. No le gustaba demasiado el trabajo del baño, pero poner papel higiénico era mucho mejor que destapar sanitarios.

Un escalofrío de asco le asaltó con disgusto mientras recordaba las veces que le tocó hacer todo eso.

“Asqueroso”.

No llevaba mucho tiempo ahí, quizá unos 10 minutos, así que apenas estaba en la segunda cabina, aunque le faltaban otras tres. Probablemente luego tendría que sacar las bolsas que tenían papel sucio, pero eso sería cuando ya cerraran.

Estaba inclinada sobre la taza del escusado, el rollo en la tapa de este y con una de sus manos bien apoyada en la pared del frente, mientras sacaba el tubo con resorte de su lugar.

— ¿Lucy? —era la voz de Jude.

— ¿Sí? —Probablemente no le oyó bien, puesto que no se volteó para contestarle — ¿Pasa algo?

—… Te encontré…

— ¿Cómo? —ahora ella no le escuchó con claridad. Pero sí como la puerta tras suyo se cerró con fuerza.

Se irguió rápidamente para darse la vuelta y saber que estaba sucediendo.

— ¿Jude…?

“Crack”. La palabra parecía extenderse frente a sus ojos, al tiempo que el sonido asaltaba sus oídos. 

Percibió el doloroso crujido que salió de su cadera, cuando una mano le tomó por el cabello, y el codo apoyado sobre su espalda le empujó violentamente hacia abajo, a su posición original. 

Quiso gritar, pero otra mano de dedos delicados aprisionó su boca y no le dejó emitir palabra alguna. Se sintió verdaderamente aterrada durante un microsegundo, pero no duró. Reconoció ese aroma a perfume de bambú y flores, así como la suavidad de la piel en la mano que le callaba.

—No hagas ruido, muñeca.

Jude le habló al oído, mientras se pegaba a su cuerpo. Sentía la dureza de una erección escondida en sus pantalones frotarse contra su cadera y trasero, y las rodillas le temblaron. Dos dedos se colaron entre sus labios, obligándole a succionarlos. Black sabía que eso le gustaba, y ella sabía que a él también.

—Mantente calladita. ¿Sí? —ella asintió energéticamente con la cabeza, y le oyó ahogar una risa, así como el sonido que producía cuando se relamía los labios.

La pierna de Jude separó las suyas, dejándole aún más vulnerable, cuando soltó su cabello y sujetó sus dos muñecas tras su espalda, con tanta fuerza que le dolía. La empujó una vez más, sin sacar los dedos de su boca y su frente golpeó la tapa del tanque del sanitario, donde terminó apoyando la cabeza.

Jude deslizó desde su propia muñeca una larga banda elástica de tela, aquellas que usaba para recogerse el cabello hacia atrás o amarrarlo en una coleta, y la enredó sobre las manos de Lucy, con tanta habilidad, que parecía que lo había hecho muchas veces antes. La ató en un hábil nudo y entonces ella realmente no pudo zafar los brazos.

Jude no volvió a decir nada, y sólo podía escuchar su respiración acelerada. Su mano se escabulló entre sus muslos, donde arañó el pantalón, hasta dar con el botón y la cremallera, los cuales abrió sin mucho cuidado. Metió los dedos entre su pantalón y su pubis, sin ir más profundo. Sólo quería acariciar la ropa interior pegada al vello rizado, por la humedad en su entrepierna. Le dio un fuerte apretón y terminó forcejeando un poco hasta que los pantalones negros de la chica estuvieron a la altura de sus rodillas y podía ver con plena libertad, las bragas rosas que llevaba puestas.

Lucy deseaba que Jude dijera algo más, todo ese silencio, apenas interrumpido por sus extraños suspiros, los sonidos de su lengua moviéndose dentro y fuera de su boca de su boca, y sus manos frotándose contra su ropa y piel, le inquietaba. Cerró los ojos, mientras se dejaba hacer y los dedos de Jude apretaban uno de sus glúteos y se metían bajó la tela de su ropa interior. Le dolía el cuero cabelludo, las muñecas, la frente, el labio aún partido. Los hombros echados hacia atrás por la fuerza, la cadera torcida, las rodillas dobladas en una posición incómoda.

Jude la golpeó una vez. Dos veces. Tres veces. Cinco. Diez. Perdió la cuenta así como oía su palma azotar su trasero una y otra vez, y el ardor comenzaba a extenderse sobre su cadera y muslos. Usaba demasiada fuerza y cuando alejaba sus manos de su piel, la rasguñaba con la punta de los dedos. ¿Por qué Jude se dejaba las uñas tan largas? Probablemente con el único fin de herirla a ella.

Le preocupaba que el sonido de las nalgadas fuera demasiado fuerte, así como los gemidos ahogados en su garganta, y el golpeteo de sus tacones contra la loseta del piso, en su esfuerzo por no resbalar y caerse con Jude sobre ella. Desearía poder sujetarse de algo, pero por el momento, su cabeza sobre la tapa del tanque sería su gran apoyo en caso de que Jude se pusiera aún más violento. 

Cuando el escozor de los golpes se volvió aún más intenso, el chico se detuvo. Le arañó los costados y la espalda baja profundamente. Quiso chillar ante la sensación de las uñas cortándole como pequeñas navajas, pero los dedos de Jude seguían atorados entre sus dientes, abriéndose como tijeras y atrapando su escurridiza lengua. Fueron más profundo en su garganta y tuvo una arcada, lo que a Black parecía no importarle.

—Cuidado… —masculló con voz baja. Gruesas lagrimas bajaban por las mejillas de la chica, causa del reflejo de vomito que había tenido.

Justo cuando creyó que ya no podía aguantar el dolor general de todo su cuerpo, finalmente escuchó a Jude abrirse el pantalón. El vello de toda su espalda se erizó cuando sintió la dura punta húmeda de su miembro acariciar la superficie de su nalga desnuda, así como nuevamente los dedos de su novio hundirse en su carne blanda, y apenas apartar un poco la tela mojada para descubrir su vagina caliente.

— ¿Has tomado las pastillas que te di, verdad? ¿Todos los días? —Su tono grave la asustó un poco, pero no hizo más que asentir, sumisa. Jude entonces sí rio, por la graciosa y patética forma en la que Lucy parecía estar tan desesperada por ser penetrada. En parte le excitaba y la causaba risa que se humillara de esa forma —Buena nena.

La mano en su rostro se alejó, repartiendo la saliva viscosa sobre sus mejillas, mentón y cuello, y mezclándola con las lágrimas saladas. Aun así, el sentir su boca libre no duro mucho, porque cuando quiso dar una buena bocanada de aire, un trozo de tela se vio introducido casi hasta el principio de su garganta. Jude le había metido un pañuelo entre los labios.

—No quiero que hagas ruido —fue toda su explicación.

Y ella la aceptó.

Volvió a tomarle del cabello con toda la fuerza que pudo, casi torciéndole el cuello y su otra mano se aferró a su costado, justo sobre las costillas. Tuvo el impulso de gritar cuando sintió el pene de Jude irrumpir dentro de ella sin mayor preparación, como si no le importara si a ella le dolía o no.

Aunque bien en el fondo, Lucy sabía que a él no le interesaba.

Lloriqueó, gimió y sollozó, dividiéndose entre frenético placer e insoportable dolor. Jude le enterraba los dedos entre las costillas y sentía su pelvis chocar contra su cadera, en cada ida y venida. Black era todo menos delicado, y mientras más cerca se sentía del clímax, más rápido se movía. Ni siquiera se había tomado el tiempo de bajarse los pantalones, por lo que podía sentir el cierre metálico lastimarle. Las piernas le dolían tanto que estaba seguro que iba a resbalarse, que iba a abrirse la frente contra la pared o contra el mismo escusado, aunque Jude se encargaba de mantener su cabeza bien en alto, tirando de su cabello tan fuerte que creía que se le iba a desprender el cuero (aunque igual podía percibir el dolor en puntos sobre su piel de los cabellos siendo arrancados con cada zarandeo).

No tenía una noción del tiempo real, así que no sabía si llevaban cinco minutos en eso, diez, treinta, una hora, un jodido día. Y por más perdida que se sintiera dentro de su propia cabeza y entre todas las sensaciones que le embargaban, aún le asustaba que pudieran encontrarles.

Un destello más de dolor estalló dentro suyo, cuando sus muñecas volvieron a crujir, sus rodillas golpearon el borde del inodoro y las uñas de Jude se sintieron como puntas de clavos en su torso. Sentía su cuerpo deshacerse en sufrimiento, y ni siquiera estaba segura de que se estaba manteniendo en pie por sí misma.

El orgasmo le llegó en una ola de dolor intensificado por el propio placer, y en serio quiso llorar.

Supo que Jude se había venido también, por el temblar de sus piernas pegadas a las suyas, la forma en la que aflojó un poco el agarre sobre ella, y ese gruñido gutural acompañado de un “Mierda” con voz muy profunda.

Con nula consideración, la soltó sin previo aviso. Y para la mala suerte de Lucy, sus piernas estaban demasiado débiles para sostener su peso.

Cayó torpemente sobre la tapa del escusado, aunque un rápido actuar de Jude, al tomarla por los hombros con un brazo, evitó que se hiciera una herida en la frente. Le sacó el pañuelo de la boca y soltó la liga en sus muñecas. Ella sólo se limitó a inhalar profundamente, mientras se restregaba el rostro con las palmas. Estaba muy agitada y por alguna razón, a pesar de que había disfrutado todo eso (o algo así), se sentía demasiado apenada.

Jude se tambaleó un poco, tratando de cerrarse el pantalón, pese a que lucía un tanto mareado. Trastabilló hasta golpear la puerta con la espalda y a duras penas se subió la cremallera. Miró a su novia, tirada en el piso de un baño público, medio desnuda, sangrando y con lágrimas, saliva y maquillaje deshecho cubriéndole gran parte de la cara.

Se pasó el dorso de la mano por la boca y tragó fuerte.

—Nos vemos mañana.

Se apresuró a abrir la puerta y caminar lejos de la pequeña cabina.

—Claro.

Lucy recargó la frente sobre la tapa de plástico y suspiró cuando escuchó la puerta cerrarse.   

~~~~~~~~~~~~~~~~~*~~~~~~~~~~~~~~~~~

 

— ¿Seguro qué no quieres que te de un aventón hasta tu casa? —Le preguntó su joven compañero, ya con las llaves de su auto en la mano —Puedo llevarte y regresar rápido aquí, no hay problema.  

—Pues se supone que van a venir por mí —revisó la hora en su teléfono y suspiró —Así que no gracias, Jim, me tengo que quedar aquí a esperar.

Le sonrió con bastante amabilidad, mientras permanecía parado en medio del estacionamiento casi vacío. No había muchos clientes en el bar a esa hora, porque la mayoría se iban antes de las 12 a.m., aunque unos cuantos aguantaban hasta las cinco, cuando cerraba el lugar.

—Supongo que está bien, pero ten cuidado ¿sí? —Jim se guardó las llaves en el bolsillo nuevamente y chasqueó la lengua —Si ves a un tipo raro en lo que llega tu amigo, entra al local rápido.

—Claro, claro —se limitó a contestarle de vuelta.

—Hasta mañana.

—Adiós.

Permaneció de pie en el mismo lugar, apoyado contra el mismo auto de Jim y se apresuró a buscar un cigarro en su bolso mochila. Encontró la cajetilla, pero estaba vacía. Había olvidado comprar una nueva.

Rechistó, molesto, y aplastó la caja vacía entre los dedos para terminar arrojándola lejos.

Revisaba la hora en su teléfono a cada momento, deseando que Derek se atrasara un par de minutos y le diera la excusa para huir e ignorarle por el resto de sus vidas; pero eso no ocurrió.

Con molestia, notó el bonito auto detenerse justo en la acera del otro lado de la carretera y reconoció a su conductor con facilidad. Suspiro, derrotado, y se echó a andar a través del paso peatonal.

—Hola… —saludó Derek enseguida le vio acercarse a su automóvil.

—Hola —Jude dio un suave golpe con el nudillo en la ventana del otro lado y Carson sólo se estiró un poco para abrir el pequeño seguro. Abrió la puerta rápidamente y se dejó caer en el asiento, con la mochila sobre las piernas.

Derek entonces arrancó el auto y se puso en marcha.

— ¿Cómo estás? —volteó a verle y le sonrió, amistoso.

Sinceramente, Jude no entendía bien el porqué de todo ese intento de comportamiento amable. Sonriéndole de esa forma ni siquiera parecía el mismo tipo presumido y ligeramente arrogante que le había empotrado contra una mesa y le había dejado marcas de dedos en las nalgas. Era demasiado extraño para su gusto.

Aun así, no quería hacer preguntar por el momento.

—Bien, algo cansado —se pasó un par de dedos por los mechones del cabello, desenredándolo con suavidad. Tenía la liga con la que había atado a Lucy alrededor de su muñeca, pero no planeaba sujetarse el pelo —Han sido días pesados.

—Me imagino que no es fácil tener dos empleos —soltó una especie de risilla incomoda, al tiempo que se detenía un segundo frente a una señal de alto.

—No lo es —no quería sonar grosero, pero en serio estaba cansado. Quería irse a casa y tirarse en medio de la sala a dormir, pero su propia consideración por el joven ex universitario le impedía rechazarle. Tendría que aguantarle lo suficiente para que se aburriera y le dejara largarse.

Estuvieron dentro del auto unos 10 minutos más, con Derek conduciendo entre calles que Jude no reconocía por completo. Se alarmó un poco cuando el auto se detuvo dentro de un pequeño estacionamiento frente a un viejo edificio.

—Ah… —Jude balbuceó un poco antes de ordenar sus ideas y seguir hablando — ¿Dónde estamos?

—Cómo dijiste que no querías que Johnny nos viera, pensé que lo mejor sería llegar a otro lado a hablar —se bajó del auto sin decirle más —Vamos.

Jude le miró confundido, pero aun así decidió acompañarle. Se apeó del vehículo poco después de Derek y cerró la puerta para salir corriendo tras de él.

— ¿Acaso es un motel o algo así? —le preguntó, un tanto enojado. Si en serio era un motel, le iba a patear la entrepierna y se iba a ir de ahí por su propio pie.

—No —Derek dejó salir una fuerte carcajada que ofendió un poco al chico —Es sólo un edificio de departamentos, tranquilo.

Caminaron hasta llegar al frente del lugar, donde había una sencilla puerta de cristal cubierta por una reja. Derek la abrió con una llave de las tantas que traía en el bolsillo, y una vez que ambos entraron, volvió a cerrar. Una larga escalera y dos pisos más después, estaban al principio de un sucio pasillo con alfombra marrón y un tapizado de flores que se había vuelto amarillo con los años. Debía haber unas ocho puertas en todo el lugar, cuatro de cada lado. El último largo foco al final del lugar estaba fundido y las dos puertas ahí se hundían en la oscuridad, apenas descubierta por el brillo de las otras lámparas de LED.

—Ven —susurró el muchacho de cabellera castaña. Avanzó silenciosamente frente a las demás puertas, hasta que sus pasos irrumpieron dentro de la oscuridad y Jude percibió el tintineo de las llaves colgando de uno de sus dedos. Los goznes de la puerta chirriaron justo después de oír el chasquido del seguro.

Jude no espero a que le llamara nuevamente para apresurarse y entrar al pequeño lugar.

—Siéntate donde quieras —masculló Derek, mientras se quitaba la sudadera que traía puesta y la colgaba en un viejo perchero junto a la puerta —Te diría que me dieras tu chaqueta, pero aún hace frío y no tengo calefacción por aquí, lo siento.

—Está bien —le contestó el joven —Sólo explícame que es esto y todo arreglado.

Jude echó un rápido vistazo a todo el lugar. Era pequeño como el carajo y se veía bastante rudimentario. Piso de tablones de madera, paredes blancas, cortinas viejas de diseño floral. En la sala, dos sillones roñosos, uno individual y un mueble con una televisión de caja ancha. A la izquierda, una mesa con cuatro sillas de madera oscura, frente a una estufa, donde estaba una barra con zinc, un microondas y una nevera. Y a la derecha de la cocina, un pequeño pasillo que daba a dos puertas. Suponía que debían ser un baño y una habitación.

—Es mi departamento… bueno, mi viejo departamento —se tiró sobre el sofá grisáceo, extendiendo sus largas piernas sobre él y sonriéndole a Jude. 

— ¿Aquí vivías antes? —Jude caminó hasta el pequeño sofá y se echó ahí sin mucha queja. Al menos era cómodo.

—Cuando estudiaba la universidad, hace un par de años ya —se acostó a lo largo de todo el sillón y se puso las manos tras la cabeza.

— ¿Y por qué todavía tienes las llaves?

—No sé, cuando me mude a la casa donde estoy ahora sentí un tanto de nostalgia por este lugar, así que sigo pagando la renta y viniendo de vez en vez —el joven se levantó de su lugar y caminó directo a la cocina —Además de que aquí puedo traer chicas cuando no quiero que los vecinos vean con quien me estoy acostando o cuando quiero drogarme un rato—dejó salir una corta risa cínica —Suelo quedarme unos cuantos días seguidos y no volver en semanas, y así.  

Jude le miró con un poco de sorpresa, e igualmente se puso de pie para caminar hasta él. Arrastró una de las sillas, se sentó y le miró a la cara.

—Muy bien —habló en voz bastante baja —Ahora dime de que quieres hablar.

Le veía a los ojos, con el mentón descansando sobre las manos y los codos sobre la mesa, mientras Derek se aproximaba a la nevera a paso lento.

—Tranquilo, tú —le dijo mientras aún mostraba esa rara sonrisa amable que tan nervioso ponía a Jude —Déjame preparar algo de café.

—No soy muy fan del café, a decir verdad —respondió Jude, con gesto de ligero desagrado.

— ¿Ah sí? ¿De qué eres fan entonces?

—Del vodka.

Derek elevó ambas cejas, aunque no estaba demasiado sorprendido a decir verdad. Le sonrió comprensivo, pese a que no recibió mucha respuesta de parte de Jude.

—Pues debo revisar si aún me queda algo de eso por aquí.

Buscó un poco en sus alacenas, apartando un montón de latas empolvadas y bolsas de arroz, azúcar y demás cosas. Solamente pudo encontrar una buena botella de whiskey Jim Beam a medio vaciar que quien sabe cuánto llevaba ahí. Tampoco tenía demasiados vasos, y menos de los pequeños con los que uno tomaría de esa clase de alcohol, así que optó por un par de vasos de plástico de colores. Vertió un poco en ambos y le entregó uno de ellos a Jude, quien lo aceptó con un “Gracias” entre dientes.

—Te notas muy agotado —Derek se sentó en la silla contigua a Jude, quien daba un suave sorbo a su whiskey y se pasaba la mano por el rostro.

—Lo estoy, creo. Y mañana tengo que ir a la escuela, no recuerdo si tenía tarea o algo…

—Pero, mañana es sábado.  

—Ah, sí. Cierto —Jude se río sin mucha diversión real y se dejó caer todo el trago de alcohol en la garganta. Bufó y sólo se sirvió un poco más —Comienza a hablar de lo que sea que quieras.

—Sólo quería conversar contigo sobre todo lo que pasó la última vez que nos vimos —Derek de repente se sonrojó levemente y dio un duro trago a su vaso con whiskey —Ya sabes, el sexo y eso.

 Jude se escondía de tras de su sucio vaso de plástico, deseando que Derek no hubiera mencionado eso. Pero lo hizo, para su mala suerte. ¿Se vería muy maleducado el mostrarse totalmente incómodo y asqueado cada vez que recordara que durmieron juntos?

En su momento estuvo bien, se decía. Jude se había dejado llevar por una furiosa curiosidad sexual. Después de tanto tiempo de recibir esa clase de tratos por hombres, insinuaciones, caricias, roces y demás cosas, algo dentro de él le había dicho que no le haría daño intentarlo. Y mirar a Derek a la cara sólo había aumentado su deseó de saber que se sentiría.

Y realmente estuvo bien.

Pero por un demonio que si había algo que Jude había disfrutado desde muy joven, además de los cigarros, los comics y la historia, eran las chicas. No iba a cambiar las piernas bonitas, los senos, los traseros y todo eso por el pene de alguien. Jude no era gay ni bisexual, ni nada de eso. Y él estaba demasiado seguro de ello.

—Pues fue divertido —Black le miró sin mucho interés —Nunca me había acostado con un hombre, estuvo bastante bien.

— ¿En serio nunca habías dormido con un chico?

—Te lo dije entonces, ¿no?

—Bueno… —-Derek se mostró nervioso —Creí que estabas mintiendo.

— ¿Por qué estaría mintiendo sobre eso? —contestó enseguida el muchacho, con cierto tono defensivo.

—No sé… ¿Para emocionarme?

Jude sonrió y se llevó el borde del vaso a los labios. Derek no sabía que debía responder exactamente.

—Mira, Derek, eres un tipo atractivo y todo, disfruté dormir contigo aunque fuera sólo una vez y todo lo que digo ahora, y dije antes era en serio —sorbió y regresó a verle a la cara —Fue lindo, pero no soy marica.

Derek se quedó callado, con la mano congelada sobre la botella de whiskey, a punto de vaciar un poco más en su vaso azul.

—Espero que lo entiendas —Jude se sirvió aún más y volvió a bebérselo todo de una sentada. No era de esas personas que aguantaban mucho el alcohol, pero tampoco era un llorón que se caía a las tres copas.

—No, no, está bien —Derek habló tan rápido, que parecía que las palabras salían disparadas desde el fondo de su garganta —No creas que tenía planeado pedirte que te volvieras a acostar conmigo o algo así.

—Perfecto, entonces —Jude tampoco ya sabía que decir con certeza y esperaba que el muchacho dijera más, pero no parecía que fuera a pronunciar otra cosa. Tal vez todo eso que le había dicho lo había puesto tan incómodo como a él —Tengo que llegar pronto a casa.

Se puso de pie rápidamente, empujando la silla con la cadera y dispuesto a echarse a correr de vuelta a la puerta sólo para salir de ahí.

— ¿Por qué quieres irte tan pronto, eh? Acabas de llegar —Derek le sonrío, bastante insistente —Quédate otro poco… al menos hasta que se acabe el whiskey.

Jude le miró con cierta pena, pensó en que realmente no podía irse así de rápido, por mucho que le desagradara. Echó un rápido vistazo a la botella, que aunque no lucía pronta a vaciarse, tampoco es que estuviera casi llena.

Además que llevaba una semana sin tomar nada de alcohol. Un poco más de whiskey no le iba a matar.

—Está bien, me quedo —se dejó caer en la vieja silla con poco cuidado y acercó el pequeño vaso a Derek, para le sirviera un poco más de la bebida —Pero me tendré que ir tarde o temprano.

—Tranquilo, esta botella va a estar vacía en un rato —vertió un apenas un chorrito del whiskey en el vasillo de Jude, quien lo aceptó sin renegar. Le miraba con cierta desconfianza, así como el muchacho también se servía y bebía inocentemente.

—Dime que tienes cigarros, por favor —masculló el muchacho mientras sacaba su teléfono de su bolsillo para revisar la hora. Le enojaba notar lo tarde que era y lo lejos que estaba de poder echarse a dormir en su cama.

—Claro, ¿quieres uno?

Jude quiso golpearle por su tonta pregunta ante algo que era obvio, pero prefirió calmarse y asentir con la cabeza sin decir mucho. Derek se puso de pie y caminó hasta la sala, donde buscó el abrigo que había tenido pues y hurgó entre los bolsillos hasta que encontró una arrugada cajetilla de cartón con la mitad de los cigarros que habría tenido originalmente.

—Toma los que quieras —masculló Carson cuando estuvo de vuelta junto a Jude y la cajetilla abierta frente a él. Black dudó un poco, pero terminó tomando dos entre los dedos. A Derek le bastó con sacar uno. Tomó una cerilla cualquiera de la pequeña caja que cargaba consigo y con ella encendió ambos cigarrillos. Jude se apuró a tomar una gran bocanada del venenoso humo y lo exhaló con una fuerte sensación de relajamiento. Nada le calmaba en esos días como lo hacía el fumar.

—Pareces muy aliviado de tener un cigarro entre los dientes —masculló Derek con cierto tono de burla que Jude ignoró por completo.

—Tuve un día un poco tenso, sólo quiero desestresarme —estiró las piernas bajó la mesa y casi escuchó un chasquido proveniente de su cadera. Todo su cuerpo se sentía demasiado pesado y agotado.

—Hay otras formas de quitarse la tensión además de fumar, ¿sabes?

—Pero ninguna tan rápida.

—Y tampoco tan dañina.

Jude le dirigió una mirada bastante amarga, aunque Derek no la notó. Estaba bastante más entretenido dando golpecitos con la uña a la superficie de vidrio de la botella en medio de la mesa.

—No hables como si no fumaras de cualquier forma —volvió a aspirar el azulado humo y suspiró profundamente —Déjame descansar un poco. 

— ¿Por qué tienes dos trabajos, eh? —Entonces preguntó Derek, cuya mirada brillante se centró el blanco rostro del joven junto a él —Apenas estás en la preparatoria, deberías concentrarte nada más en estudiar y no reprobar nada.

Jude esbozó una sonrisilla mientras jugaba con el pequeño vaso entre los dedos.

—Tengo que ganar o dinero, o no puedo pagar la escuela, así de fácil —respondió lentamente. A decir verdad no tenía muchas ganas de estar explicando toda su situación ese día, pero si debía, podría seguir respondiendo las preguntas… siempre y cuando le diera más alcohol y cigarros.

— ¿Y tus padres? ¿Qué acaso ellos no pagan los gastos y esas cosas? —Derek lucía muy intrigado por todo eso.

—No pueden —fue toda su respuesta.

— ¿A qué te refieres con qué no pueden? ¿Están separados o algo así? —Carson se inclinaba un poco sobre la vieja mesa, mientras el propio Jude se alejaba poco a poco de él.

—Algo así, creo —ese tono extraño con el que el muchacho desconcertaba un tanto al ex universitario, aunque Jude sólo se centraba en revolver despreocupadamente el whiskey en su vaso y bebérselo todo de un solo trago —Cuando salí de la casa de mis padres todo era demasiado complicado como para siquiera querer recordarlo.

—Espera, ¿la casa dónde vives no es la de tus padres? ¿No vives con ellos?

—No, es la casa de un tío, el hermano mayor de mi padre.

— ¿Ellos te enviaron con él? —Derek observaba con cuidado cada uno de los pequeños gestos en el rostro de su amigo.

—Yo salí de ahí.

Derek se quedó callado, mientras Jude se limitaba a pasar la mirada sobre todo el lugar.

— ¿Hace cuánto fue eso?

—Como once años, creo. Yo tenía siete años y mi hermano once, y tuvimos que irnos de ahí… —se restregó el rostro con la mano y apartó el rostro —Realmente no es algo de lo que me guste hablar.

— ¿Por qué nunca he visto a tus padres o a tus tíos? —Derek no solía insistir en averiguar detalles sobre la vida personal de las personas, pero Jude le causaba tanta curiosidad así como le gustaba mucho —O siquiera tú hermano.

—No creo que exista una necesidad de hacerlo, ¿o sí? —Jude clavó los ojos en los de Derek y siguió tomando —En serio no me gusta tener que hablar de estas cosas, así que mejor me detengo aquí.

El muchacho de sedoso cabello azabache bajó la mirada a la mano que sostenía su vaso y se pasó la lengua por los dientes, mientras que el incómodo silencio se extendía sobre ellos dos. Derek nunca había sido alguien que se rindiera a la primera señal de resistencia de una persona y realmente le gustaba indagar en la vida de otros (no sabía si por curiosidad o mero morbo), pero Jude tenía algo muy diferente al resto de las personas.

Pensó en Johnny, y luego pensó en Rebecca.

Johnny era un “pequeño” enclenque debilucho y bastante torpe, que no parecía saber defenderse suficientemente bien. Para Derek era casi como estar frente a una casa de vidrio, totalmente frágil y transparente. Pese a que la mayor parte del tiempo estuviese serio o con ese tonto gesto de miedo por todo, Johnny era una persona muy gesticular, y su largo rostro pálido podía traicionarle en cualquier momento. Era fácil saber que sentía y que pensaba, sólo era cuestión de usar las palabras correctas, y su reacción lo diría todo.

Por otro lado, estaba Rebecca, que era casi igual en ese aspecto a Jude, incluso un poco más fría. Uno la veía tonteando con jóvenes menores que ella, tocándose el cabello y cruzando las piernas, mientras se reía y soltaba miraditas bobas que parecían tan inocentes, por mucho que ella no lo fuera. O te la encontrabas hablando con tipos fuera de la universidad, con los propios maestros, con cualquier persona con un pene entre las piernas y más de 30 años de existencia. Derek bien podría decir que era una zorra con toda la extensión de la palabra, pero eso no era verdad. La había conocido lo suficiente, o hasta donde ella le dejaba llegar. Cuando tenía una botella de vodka entre las manos y bebía entre cada beso, los cuales comenzaban a saber más amargos y a volverse más ardientes conforme pasaba la noche.

Derek podía tenerla bien agarrada por la garganta con ambas manos y las piernas tiradas, una por cada lado, mientras se movía sobre ella como si no hubiera un mañana, pero ella jamás soltaría una verdad sobre nada. Tampoco hablaba sobre sus padres, sobre viejos novios y amigos, por qué estaba estudiando medicina, por qué a veces bebía tanto, por qué en ocasiones lucía tan triste o a donde escapaba todas esas ocasiones que quiso ir a verla porque la extrañaba. Apenas y decía “Voy a salir por ahí” antes de colgar el teléfono y no contestar ninguna llamada hasta el día siguiente.

Quizá a Derek realmente le había gustado Rebecca mucho más de lo que admitía para sí mismo, pero había cosas de las que ella nunca quería decir una palabra y eso lo preocupaba un montón. Y la última vez que tuvieron sexo, cuando ella misma le pidió por favor que se largara de su casa y luego le entregara su número a Johnny, se sintió extremadamente triste y furioso. Quiso romper el pequeño papel entre sus manos, pero se resignó y aceptó el final.

Jude se parecía un montón a Rebecca en ese aspecto, pero no sabía qué clase de emoción le provocaba exactamente. Quizá un tanto de tristeza.

“También tiene ojos muy bonitos, en realidad”.

Le miró servirse un último trago de whiskey y negarse a beber otro, aunque aún quedaba un poco de bebida al fondo de la botella. Derek terminó negándose igualmente, y llevó ambos vasos fregadero. Al final la habitación aun silenciosa sólo se llenaba con el humo amargo del cigarro de cada uno de los muchachos. Jude acabó con el suyo pronto y se apresuró a encender el siguiente.

—Eres demasiado cerrado para gusto, en verdad —murmuró Derek, fumando y mirando a la pared frente a él.

Jude no reaccionó demasiado, sólo paró de juguetear distraídamente con la caja de cerillas. Levantó la mirada y se enfocó en el rostro de Derek.

—Lamento si ese es un problema para ti, pero… —exhaló todo el humo de sus pulmones y suspiró suavemente —Realmente no me gusta tener que hablar sobre mí en cualquier situación. Hay cosas que en serio no es bueno recordar.

— ¿Tan trágica fue tu vida? —preguntó el ex universitario con un tonito que fácilmente se podía pasar por burla. Jude de nuevo no lo notó.

—Lo suficiente como para enseñarme un par de lecciones sobre prudencia y discreción —en un rápido movimiento, Jude subió los pies a la silla, pegando las rodillas a su pecho y rodeándolas con los brazos, todavía con el cigarrillo entre los labios —Si te digo algo, la mayoría de los hombres de mi familia eran bastante idiotas y se metían en un montón de problemas por no pensar un poco las cosas antes de actuar —Jude soltó una suave risa melancólica —Yo no soy así, porque aprendí a no hacer lo mismo.

— ¿Ah sí? —-Derek se echó hacia atrás sobre su silla —Me gustaría preguntarte más, pero sé que no vas a decir ni “pío”.

—Lo lamento aún —masculló Black, aunque ambos sabían que de verdad no lo lamentaba.

—Está bien, entiendo que quieras mantener las cosas para ti, supongo.

Derek sonrió y aspiró con fuerza, tanto que casi comenzó a toser. Estaba un tanto frustrado por no poder averiguar lo suficiente sobre el chico. Quería desmenuzar sus memorias e investigar sobre ellas, pero era duro como una roca. No podía hacer mucho, aunque aún había cosas que quería saber con especial entusiasmo…

Y quizá de eso si podría enterarse un poco.

— ¿Qué hay de Johnny? ¿De eso si puedes hablar?

El gesto de desconfianza que abarcó todo el bonito rostro de Jude le dio lo que quería: una muestra de inseguridad.

Como una pequeña grieta en su fortaleza por la que podría mirar.

— ¿Qué tiene Johnny? —hablaba con delicioso tono defensivo que resultaba tan curioso para Derek, porque también se lo había oído a Johnny un par de veces al tocar el tema de Jude. ¿Acaso los dos eran iguales cuando se trataba del otro?

—Nada, sólo quería preguntar sobre su relación y todo eso —Derek esbozó una sonrisa un tanto maliciosa, pero que aparentaba ser amable y sencillamente no terminaba de agradar a Jude.

—Ya me habías preguntado eso y también ya te respondí —hablaba bastante rápido —Somos amigos.

Derek sonrió inocente, mientras sostenía su cara con una mano. Que siempre contestaran eso cuando les preguntaban por su relación no le convencía del todo. Era muy obvio que se traían algo entre ellos, incluso si ninguno se percataba del todo.

—Sinceramente parecen muy cercanos y unidos, siendo que se conocen de tan poco tiempo y a veces luce como que tienen otro tipo de sentimientos, ¿no lo crees?

Carson río para sus adentros, al ver como todo Jude parecía exaltarse poco a poco, como un gato que se eriza al ver un perro para tratar de alejarle. Sus ojos de inusual color se volvían más intensos y toda su expresión se endurecía.

— ¿A qué te refieres? —respondía como si se sintiese ofendido.

—Sólo quiero saber una cosa —la voz de Derek parecía repentinamente muy seria — ¿Por qué insisten tanto en que Johnny no se entere de que estuvimos juntos?

La pregunta le cayó como un balde de agua fría a Jude, aunque Derek ni siquiera pudiera notarle en plenitud.

Jude reprimió las ganas de toser mientras fumaba para no revelar nada que no quisiera que él notara, así que se limitó a seguir llenándose la boca de humo durante un segundo antes de pensar en toda una buena respuesta y contestar de una vez.

Se pasó los dedos por la suave cabellera y suspiró mientras se alejaba el cigarrillo de la boca.

—Es bastante obvio el hecho de que no quiero que Johnny sepa que dormí con un chico —de repente los ojos de Jude parecían muy turbios y Derek se sintió encantado y aterrado por el lento movimiento de sus labios al hablar.

— ¿Por qué te importa tanto todo eso? ¿Por qué te importa todo lo que Johnny piense? —Derek estaba realmente intrigado —Casi parece que todo lo haces en función de que va a pesar ese tarado sobre ti…

—No lo llames “tarado”, primero que nada —apuntó violentamente Jude, cuya mirada le recordaba un poco al de una serpiente —Y sólo no quiero que él piense que soy un idiota o algo, es mi amigo y por supuesto que interesa que piense acerca de mí.

— ¿Y realmente no eres un idiota o algo? —Derek sonrió, realmente sarcástico y Jude gruñó un ´poco. Aunque el propio Jude sabía que era bastante idiota para con otras personas.

No quería ni ponerse a pensar en que le había hecho a su novia esa tarde.

—Sólo quiero que Johnny esté bien, ¿sí? —el muchacho se puso de pie rápidamente, ante los ojos complacidos de Derek, quien ya no tenía necesidad de hacerle quedarse un rato más ahí —Ya es muy tarde, mejor me voy.

— ¿No quieres qué te lleve?

—No.

Escuchó la suela de sus zapatos golpear el suelo con cada paso furioso al atravesar la pequeña estancia.

— ¿Sabes? —Jude se detuvo justo antes de tomar el picaporte entre los dedos y abrir la puerta del pequeño departamento para salir de ahí, al escuchar la grave voz de Derek —Johnny también es mi amigo y no creo que haya algo malo en que se entere de que dormimos juntos. No hago las cosas para ver si le molestan o no

Jude sonrió sin gracia alguna y abrió la puerta.

—Pero a mí sí me importa Johnny.

Cerró con un portazo. Derek se quedó sentado en su lugar, fumando y oyendo el golpeteo de las suelas de Jude al correr por el pasillo.

* * *

Jude no se percató de que ese día no le envió un mensaje a Johnny.  Ni Johnny le envió un mensaje a él.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ya saben. avisenme de inmediato si ven algún errorcillo por ahí, y dejen sus comentarios para saber que piensan de la historia uwu 

Aún hay muchas que quiero comenzar a meter en la todo el fic, aunque aún no sepa como y el tema del m-prg siga siendo especialmente complicado, pero tranquilos, ya sabré como arreglarlo xd 

¡Gracias por leer! c: 

Editado: Ya está arreglado uwu (espero xd) 


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