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The Nerd's Trouble por Killer Cobain

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Notas del capitulo:

Incluso aunque me tarde siglos, seguiré continuando esta historia xd 

El siguiente capítulo será muy especial, porque básicamente marca uno de los puntos más importantes de esta novela gay tan extraña (jejejej), sin embargo, no el más importante de todos. 

O al menos, desde dónde yo lo quiero contar e.e 

Y por alguna razón, este corto capítulo también es uno de mis favoritos, al menos, me quedé satisfecha con su final xd 

Como sea, se los dejó aquí para que lean y disfruten uwu 

 

Aspiró con fuerza el humo del cigarro, mientras tiraba de la cortina de metal frente a la puerta. Lucy estaba apoyada contra la pared, sonriendo ante el muchacho.

— ¿Por qué siempre pones esa cara tan seria? —preguntó ella, con una de sus acostumbradas sonrisitas extendiéndose sobre sus labios rosados.

— ¿De qué hablas? —Jude se agachó frente a la puerta para poner el grueso candando en la ranura de la cortina. Como casi todos los días desde que consiguió su cambio de horario, Lucy y él se quedaban a cerrar, para que Black terminara acompañando a su novia hasta la parada de autobús e irse a su otro trabajo.

—Es algo que siempre he querido preguntarte —Lucy se acercó a él lentamente, golpeando con suavidad su trasero con la punta de su tacón. Jude casi se fue de frente —Desde que trabajamos juntos de hecho.

—No sé qué tiene de interesante eso —Black se puso de pie en un salto y se acomodó la mochila tras la espalda. Ella le tomó la mano sin dejar de sonreír.

—Siempre tienes el mismo gesto, no te ríes ni sonríes mucho y eres tan callado —los dos jóvenes se echaron a andar, con Jude fumando su cigarro a medio terminar — ¿No te gusta trabajar aquí, no te gusta la gente o qué?

—Bueno, no se supone que me tenga que gustar ser mesero ¿o sí? —Jude respondía entre dientes, sobando cuidadosamente sus muñecas. Le dolían un poco debido a todo el trabajo de lavar y llevar platos.

—Pues sí, pero podrías verte más feliz —se colgó del delgado brazo del muchacho —Siempre he creído que la gente que viene al lugar se siente asustada ante tu mal humor, siendo tan guapo igual.

Jude río para sus adentros. No era necesario suponer, sólo tenía que verlo en los rostros decepcionados de los comensales, que le miraban nervioso ante su falta de ánimo. Era especialmente divertida la decepción en las chicas cuando Black rechazaba sus tristes intentos de coqueteo, por muy bonitas y juguetonas que fueran. Él ya no sabía si se comportaba así naturalmente o solo para divertirse ante las reacciones de los clientes.

—Como sea, una sonrisa de vez en cuando no te matará —Lucy cruzó los brazos sobre sus voluminosos senos, soltando a su novio en proceso —Quizá toda esa amargura es porque estás muy solitario.

— ¿A quién llamas solitario y amargado? —Contra-atacó en un gruñido.

A ti —respondió con un tono meloso que le puso los pelos de punta a Jude —Había estado pensando en algo a partir de eso, en realidad.

— ¿En qué?

— ¿No te gustaría vivir conmigo?

Jude se detuvo en seco.

—Lucy, yo… —pero ella no lo dejó terminar.

—Vamos —se plantó frente a él, a unos metros a punto de llegar a la parada del autobús —Sería una buena idea —sujeto sus manos y sonrío —Tengo un departamento espacioso con una cama grande, y los muebles y todo lo necesario para vivir bien. Podríamos estar juntos en la mañana antes de ir a la escuela, y después del trabajo —le rodeó el cuello con los brazos, en un toque cariñoso. Jude no movía ni un musculo.

— ¿Hablas en serio?

—Claro que sí —apretó el abrazo y sonrió animosamente —Te puedes salir de la casa de tus padres, tendrías muchas libertades conmigo —Lucy soltó una risilla —Aunque ya tienes muchas ahí ¿No?

Jude se había puesto más serio que de costumbre. Apartó los brazos de la mujer y suspiró.

—Es una pésima idea, Lucy.

La sonrisa en su rostro desapareció por completo.

— ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?

— Es una tontería —sinceramente, a Jude no le importaba mucho ser hiriente con ella en esos momentos —Apenas llevamos juntos unos meses.

—Pero nos conocemos de más, yo confío en ti…

—No deja de ser estúpido —siguió caminando junto a ella hasta sentarse en la helada banca de metal —No funcionaría, te hartarías antes que yo.

— ¿Cómo puedes decir eso? —ella se notaba ofendida, e incluso entonces, Jude pensó que se veía bonita. Enojada y adolorida, Lucy era bonita. Alejó esos pensamientos de su cabeza y se concentró en mantener su postura severa.

—Yo lo sé, te conozco, y a mí. Nos falta tiempo, mucho.

Lucy se dejó caer en la banca y refunfuñó, como una niña pequeña a la que se le negó un dulce.

—Sólo quería que estuviéramos más cerca.

—No es necesario —suspiró y se sentó junto a ella. Quiso tocar los dedos de su mano, pero ella la apartó rápidamente. Aunque no lo admitiera, se sentía un poco culpable por hacerla enojar así, pero sabía que era lo mejor para los dos, no sabía si especialmente para él o para ella.

Se quedaron en silencio, e incluso el barrio se sentía un poco callado, pero Jude se dijo que solo era su cabeza la que estaba calmada. A diferencia de los otros días, cuando sus pensamientos parecían avispas furiosas, su mente estaba muy pacifica esa noche. Pensó que quizá se estaba volviendo idiota o algo.

Pronto el silencio de su cabeza y del ambiente se vio interrumpido por el sonido de los tacones gruesos de Lucy, golpeando la acera bajo sus pies.

—Mi autobús está cerca —musitó la joven, antes de que Jude pudiera preguntar algo. No cayó en cuenta de que había permanecido con los ojos cerrados durante todo ese rato —Ojala ´pudieras acompañarme a casa esta noche.

—Lo siento —fueron todas sus palabras. Ella asintió y suspiró, buscando las monedas para pagar en un bolsillo interno de su bolso.

El largo vehículo se detuvo a unos metros de la parada, abriendo la puerta para dejar salir a unas cuantas personas. ¿Qué hacían tantas personas en esa zona de la ciudad, a esas horas de la noche? Jude desechó la duda rápidamente.

—Adiós —Lucy corrió hasta la puerta del autobús y desapareció rápidamente ante los ojos de Jude, quien se quedó sentado en el mismo lugar, con las manos en las rodillas y el cigarro en la boca.

Esperó a que llegara el camión que le llevaría a su otro empleo.

* * *

 

Estando tan cerca, el jodido anuncio de neón lastimaba los ojos. Levantó una mano sobre su rostro y cruzó todo el estacionamiento hasta llegar al callejón entre el establecimiento y un viejo restaurante de comida cantonesa, solo para entrar por la puerta junto al basurero. Los empleados no debían pasar por la entrada principal, la que era para los clientes.

Se fajó la camiseta, se echó el cabello hacia atrás y se acomodó la mochila sobre los hombros. Justo en el callejón se encontró a Earl, uno de los dos hombres que hacía la limpieza en el local. Estaba atando bolsas de basura con cintas rojas y amontonándolas en los grandes contenedores verdes.

—Buenas noches, Jude —saludó el hombre de mediana edad. Black sonrió y saludó con la mano, pasando justo tras su espalda hasta la puerta. Sabía que muchos hombres como él buscaban la forma de trabajar en sitios como ese para ver a las chicas y luego los terminaban echando por pervertidos. En todo el tiempo que Jude llevaba trabajando ahí, Earl era el quinto conserje. El otro chico, Timmy, al menos era más joven y menos idiota, para su sorpresa.

Entró hasta el pequeño cuarto para los meseros y conserjes, justo como en el restaurante. Una mesa, una nevera, varios estantes y un mueble con pequeños casilleros maltratados donde guardaban las mochilas, bolsos y demás. En el mismo lugar había una puerta que daba a la sala donde descansaban las bailarinas, y donde mismo, había otro camino a la habitación donde se cambiaban y duchaban.

Bernard y Peter, dos de los cinco meseros en todo el lugar (incluyendo a Jim, otro muchacho llamado Kyle, y a Jude), estaban sentados en la mesa en medio de la estancia, comiendo un par de emparedados.

—Hola Jude —masculló Bernard, sonriendo ante el atractivo joven. Peter volteó a verle con el bocadillo llenándole la boca.

—Hola Ben —se acercó al casillero, dejando su mochila dentro de uno y cerrándolo con llave, y yendo hasta el lavabo para enjuagarse las manos —Hola Peter —el joven hizo un gesto con la cabeza que Jude entendió como un saludo — ¿Dónde están Jim y Kyle?

—Los dos están afuera atendiendo a los clientes —respondió Peter, limpiándose la boca con una servilleta — ¿Quieres un sándwich? Juntamos nuestro dinero y compramos para todos, incluso uno para ti…

—No gracias, no tengo hambre —le sonrió al muchacho de cabello oscuro y revisó la hora en su teléfono celular —Saldré a ayudarles.

Cruzó la puerta de la pequeña habitación, para encontrarse con la fuerte música, las luces de colores y la sensación del piso alfombrado bajo sus botas. Enfocó la mirada en las mesas redondas llenas de hombres de todas las edades, las pasarelas con largos tubos metálicos, donde las chicas bailaban sin pena alguna. Se quedó de pie observando a las diferentes jóvenes, hasta que reaccionó y se dirigió al bar del local.

Kyle estaba entre las mesas, recogiendo vasos y platos, acomodando sillas y limpiando mesas. Jim, por su lado, estaba tras el mostrador del bar, y Jude supuso que debía estar acomodando botellas y demás cosas. Se acercó rápidamente hasta él, frotando sus manos húmedas contra las perneras de su pantalón.

—Hey —le llamó, a lo que el hombre respondió levantando el rostro al instante —Ya estoy aquí.

—Hola guapo —respondió Jim con una sonrisa. Jude rodeó el mostrador para entrar por la pequeña puerta del costado. El joven de largo cabello castaño saludó al chico con una palmada en la espalda —Aún no me acostumbro a verte tan tarde.

—Ni modo —respondió con voz baja. Se acercó al lavabo bajó el largo mostrador de granito y pateó cuidadosamente la pantorrilla de su compañero —Ahora largo de aquí, ve a ayudar a Kyle en las mesas, yo atenderé el bar.

— ¿Seguro?

—Claro, me pondré a lavar vasos en lo que alguien se acerca.

—Está bien, suerte.

—Claro.

Suspiró profundamente cuando se encontró solo tras la barra y frente al montón de vasos, copas, platos y cestos para frituras sucias. Abrió la llave del agua para comenzar a enjaguar el montón de platos y se dobló las mangas hasta los codos.

Jude se dijo que todo aquello le gustaba. Le gustaba el sitio donde pasaba sus noches trabajando, le gustaba poder mirar a las atractivas chicas desnudándose sobre las mesas y los hombres sucios que se desmayaban por lo ebrios que estaban. Entre todos los clientes, miró a las puertas de las cabinas para los encuentros entre los clientes y las bailarinas, así como la puerta para sus camerinos y la pequeña cocina donde solamente se preparaban y guardaban diferentes bocadillos sencillos. Era un lugar tranquilo pese a todo, con mujeres calladas y clientes poco revoltosos, con unas cuantas excepciones al mes.

De todos los empleos que había conseguido con el paso de los últimos años, ese era su favorito. Jude pensó que probablemente, de todos los demás trabajadores del lugar, incluyendo hasta a los demás meseros, él era el que más lo disfrutaba. Quizá más por el hecho del ambiente tranquilo, que por las mujeres sin ropa. Aunque tanto Jude como los demás, después de meses del mismo espectáculo, se habían acostumbrado a ello. No quería ponerse a pensar en las primeras (y totalmente vergonzosas) erecciones que tenía a cada momento y debía ocultar tras los mostradores y mesas.

Pero ya acostumbrado a las mismas funciones y jornadas, la noche le parecía apacible.

Ni siquiera se ponía a pensar en Lucy, en Derek, en Bill, en Daniel o en…

Johnny.

Para su desagradable sorpresa, las entrañas le dolieron ante el nombre que cruzaba sus pensamientos.

Casi dos semanas desde la última vez que hablaron. La añoranza era tan insoportable para tan corto periodo de tiempo, que se sintió abrumado ante sus propios sentimientos. Lo cual era la muerte, en su opinión.

Nadie tenía ni la mitad del autocontrol que Jude tenía sobre sí mismo, al menos, en el aspecto psicológico y emocional. No sentía amor y cariño a la ligera, casi nunca, en realidad. Pero ese pequeño idiota (en la forma menos literal posible), con sus horrorosas gafas y su bonito rostro de cachorro. Le crispaba los nervios, le erizaba los vellos, le mareaba y le provoco sentimientos de angustia que pocas veces llegó a sentir en su corta vida.  

Todo eso le disgustaba a un nivel desconocido, y al mismo tiempo le daba cierto placer estar pasando por aquello. La última vez que una chica le hizo sentir de esa forma, casi había rayado en la tragedia. Incluso cuando le gustaba bromear consigo mismo diciendo que toda su existencia era una pena.

Pero Johnny le llevaba a otro nivel, uno al que Jude nunca había querido volver a acercarse. No le agradaba en lo más mínimo apegarse a las personas de esa forma y sinceramente le molestaba que White se hubiera tomado el derecho de romper sus reglas personales.

Aun así no se explicaba por qué estaba tan enojado.

No quería verle ni pensar en su nombre y reproducir el sonido de su voz en su cabeza una y otra vez. Detestaba la idea de Johnny con Rebecca, y siquiera saber que ella le había contado todo su viejo asunto, solo le ponía peor.

Johnny, tan inocente e idiota, y esa mujer que siempre le dejaría el mismo sabor amargo en la boca. Podría soltarse a escupir veneno y rabia sobre la imagen.

Pero era Jude Black. Era calmado y serio. Lo que Johnny quisiera pensar sobre él no debería importarle.

Pero lo hacía.

—Por un demonio… —se recargó en la barra, hundiendo la cara entre las manos. Suspiró profundamente, tanto como sus pulmones negros le permitían.

— ¿Qué te pasa ahora? —la aterciopelada voz de una mujer asaltó sus oídos.

Elevó la cara para encontrarse con los penetrantes ojos azules de Adelaide, una de las tantas bailarinas del lugar. Alta, morena, con un largo cabello rizado, y voluminosa, ella tenía uno de los rostros más bonitos que Jude Black jamás había visto.

—Nada en especial, tonterías mías —respondió el muchacho, enderezándose y tronando los nudillos en sus manos

—No te veo bien, incluso tienes ojeras —le tocó el rostro con cuidado — ¿Quieres que te preste un poco de maquillaje?

Jude bufó y apartó su mano con la mayor delicadeza posible.  

—No es nada, Adelaide —esbozó una sonrisa cansada y apuntó con el mentón — ¿Cómo te va esta noche?

Ella sonrió, mostrando su dentadura de blancas perlas y los carnosos labios pintados de un bonito color púrpura.

—Bien, bastante bien. He ganado casi doscientos dólares en propinas —dijo, mostrando el montón de billetes enrollados —Guárdalos por mí, ¿quieres? —arrojó el pequeño rollo, el cual Jude atrapó en el aire y procedió a guardar en el bolsillo de su camiseta, junto a su cajetilla arrugada y el encendedor —Ah, y también esto —le ofreció un paquete de cigarros Marlboro blancos nuevos, aun cubiertos con plástico —Un chico me los dio como propina, te los regalo.

Jude los tomó y les echó un rápido vistazo, elevó las cejas y chasqueó la lengua. La joven bailarina entendió que esa era uno de sus gestos de agradecimiento más común, por muy grosero que pudiera lucir.

—Gracias —masculló el muchacho, guardándose el paquete en los pantalones.

—No es nada —respondió ella, agitando la mano — ¿Podrías darme un vaso de té helado con limón?

— ¿Té helado? ¿No quieres un trago o una botella de cerveza? —se inclinó frente a ella, mientras la bailarina se subía a uno de los altos asientos y cruzaba las piernas.

—No tengo ganas de embriagarme hoy, no ahora que me está yendo tan bien —golpeteó la superficie del mostrador con sus largas uñas decoradas y se acomodó los tirantes de su brassiere — ¿A ti cómo te va hoy?

—Igual que siempre —tomó entre las manos varios platos y comenzó a fregar —No sé qué esperas que te diga.

Adelaide sonrió y se apoyó su rostro sobre las palmas de su mano.

—Pues no sé, me gustaría que hablaras más —sujetó su vaso de té una vez Jude lo puso frente a ella y le dio un cuidadoso trago —Por ejemplo, cómo te va con la chica esa con la que has estado saliendo, ah… ¿Nancy, dijiste?

—Lucy —corrigió con una sonrisita —Lucy Doherty.

—Oh claro, cómo el músico —Jude sabía que a ella no le interesaba del todo el nombre de su novia — ¿Ella no te ha dicho o hecho nada interesante?

Le miró a los ojos durante un momento y regresó la atención a los platos en sus manos.

—Justamente hace un rato me dijo que le gustaría que viviéramos juntos —admitió.

— ¿En serio? ¿Qué le dijiste?

—Obviamente le dije que no —respondió con un tono ligeramente agresivo —Sería terrible.

—No lo dudo —ella no se mostraba molesta ante la forma ruda en la que el chico hablaba — ¿Qué tanto llevan juntos?

—No lo suficiente —murmuró ante la mirada afilada de la joven, y ella se limitó a reír entre dientes.

—Qué triste.

—Lo que digas.

Volvió a pensar en la propuesta de Lucy y se estremeció perturbado ante ello. Realmente era una horrible idea, Jude lo sabía.

Escuchó los goznes de la puerta del bar rechinar y pronto miró a Jim acercarse a la barra, dejando una charola llena de más platos y demás, para tomar un vaso de agua.

—Ya me harté de los ebrios —comentó el hombre, casi atragantándose con el agua —Por lo menos a estar horas ya no hay mucha gente, o eso me gusta creer —Adelaide y Jude se rieron, pero Jim de verdad lucía cansado.

—El trabajo nocturno no te hace bien, cariño —la bailarina le sonrió comprensiva, y el joven mesero apenas respondió con un suspiro. 

—Me queda el consuelo de que todo terminará cuando finalice los estudios y pueda buscar un empleo más tranquilo —se sujetó el largo cabello en un coleta que acabó siendo un moño tras su nuca —Luego podré dormir.

—Buena suerte —musitó Black, secando un par de copas con un trozo de tela limpio.

—Por cierto —le llamó la voz profunda de su compañero —Mira a ese chico.

La gran mano de Jim apuntó sobre la barra del bar, hasta una de las mesas más apartadas de todo el lugar. Cuatro jóvenes, cuyas apariencias decían que no eran mayores de 21 años, estaban muy entretenidos frente a una bonita rubia de altura medio con los pechos al descubierto. Al menos, tres de ellos lo estaban. Pero uno de ellos, uno alto, rubio, de camisa a cuadros y feos anteojos cuadrados, estaba un poco separados de ellos.

El chico miraba fijamente a Jude, aunque enseguida notó que él le estaba mirando, alejó la vista violentamente.

Jude frunció el ceño.

—Lleva mirándote todo el tiempo, desde que llegaste —Jim se tomó la molestia de lavar su vaso y dejarlo junto a los demás —Vaya bicho raro.

—Parece muy pequeño, incluso para estar en un sitio como este —Adelaide se llevó su pajilla a la boca y sonrió encantada ante el extraño jovencito —Que tierno.

—Se parece a tu amigo gigantón —Jim se terminó sirviendo un trago de whiskey y se lo tomó en una sentada —El tipo ese de los lentes.

— ¿Cuál amigo? —preguntó enseguida la chica.

—Un chico que vino a recogerlo un par de veces hace unas semanas —contaba Jim, apuntando a Jude. Este suspiraba y giraba los ojos en sus cuencas —Se notaba muy preocupado por él, ciertamente.

— ¿De veras? —El tono burlón en la voz de Adelaide le provocó un sentimiento de vergüenza — ¿Cómo se llama?

—Johnny White —respondió a regañadientes, frotando violentamente los platos después de lavarlos.

— ¿Son muy amigos? —cuestionó ella.

—Algo, nos conocemos de hace poco —realmente no quería seguir con el tema.

— ¿Y él…? —estuvo Jim a punto de hacer una nueva pregunta, cuando el timbre del teléfono de Jude comenzó a sonar entre ellos. Black lo sacó rápidamente de su bolsillo, solo para encontrarse con que era una llamada entrante de Daniel. Mostró un gesto de molestia, pero pese a ello, decidió que podía contestarle por esa vez.

—Diga —contestó, alejándose de la mirada curiosa de los otros jóvenes.

—Hey, Jude —la voz pastosa del chico le irritaba sin medida, aunque ni siquiera pudiera explicarse por qué —Por poco y se me olvidaba decirte que va a haber una fiesta en la universidad estatal.

— ¿Me llamaste por esa tontería? —le regañó del otro lado de la línea, pero manteniendo la voz lo suficientemente baja para que ninguno de los dos jóvenes pudiera escucharle — ¿Cuándo es?

—Este domingo —hubo una corta pausa en su hablar —Es por eso del fin del semestre y no sé qué más, pero las chicas querían que te dijera, así que ya lo hice ¿Irás?

—No lo sé —fue la pronta y cortante respuesta de Black —No tengo muchas ganas de estar en un lugar lleno de universitarios borrachos, pero me la pensaré. ¿Los demás irán?

—Supongo que sí, incluso Bill le dijo a tu amigo ese, el cuatro ojos —Jude gruñó, pero rápidamente supo a quien se refería —Creo que deberías ir. Estas últimas semanas te viste demasiado tenso.

Jude suspiró, preocupado. ¿Tan mal debía estar como para empezar a tener ojeras y a ser tan obvio para los demás? No había nada peor que escuchar las preguntas de “¿Estás bien?” de los demás.

—No es asunto tuyo —sonó casi enojado, aunque no había sido su intención inicial —Adiós.

Colgó y regresó su teléfono al lugar dentro de sus pantalones donde pertenecía. Volvió a su labor de lavar los trastes de ese día y no dijo nada hasta que tanto Jim como Adelaide dijeran algo.

— ¿Una llamada importante? —preguntó la mujer.

—Bazofia —contestó. La bailarina y el otro mesero soltaron una carcajada que sonó vacía ante los oídos de Jude.

—Pues, como decía —continuó Jim — ¿Cómo se conocieron?

Esta vez Jude sí pudo sonreír un poco.

—Se podría decir que me salvó el trasero un par de veces y de ahí comenzamos a llevarnos bastante bien —ambos entendieron que Jude no planeaba dar mayor explicación sobre el asunto — ¿Qué le pasó a este? —levantó un largo vaso de vidrio, en el cual se podría apreciar una larga grieta delgada extendiéndose en toda su altura, hasta una pequeña zona astillada en el borde.

—Creo que un tipo lo dejó caer —contestó Manzarek, mientras se picaba las encías con un mondadientes —Es mejor que lo tires a la basura de una vez.

—Todavía está bueno, sólo es la grieta —masculló, examinándolo —Me lo llevaré a casa —lo dejó en la barra, con la idea de lavarlo al último.

—Como sea —fue toda la respuesta del joven castaño — ¿Entonces tú y ese chico son buenos amigos de corto tiempo.

—Creo —Jude esbozó una media sonrisa y continuó lavando los últimos vasos, los cuales se iban velozmente entre sus manos, enjabonando y enjuagando todos.

—Pues tiene cara de tonto —pronunció el muchacho entre risas, mientras que la joven morena apenas se terminaba su vaso de té —Pero una muy expresiva. Es gracioso.

—Algo así.

Los pensamientos de Jude parecían aligerarse, al tiempo que su estómago se volvía más pesado. Tenía tantas ganas de hablarle, llamarle o enviarle un mísero mensaje. Pero nada. Incluso aunque se lo hubiera propuesto, su cuerpo no reaccionaría como quería. Probablemente se quedaría de pie con el teléfono en la mano y la voluntad de pedir disculpas por ser un idiota.

¿Por qué él tenía que pedir perdón? No sabía, pero algo en su cabeza le decía que era su culpa. Su culpa por sobre-reaccionar y seguir guardando los mismos rencores de siempre, que tantas veces se había dicho que tenía que eliminar. Porque terminarían envenenándole. Justo como ahora.

“Actúa asustado y la gente sospechará”.

“Johnny sospechará”.

El vaso cuarteado pasó a sus manos, se hundió en el agua y se llenó de jabón. Lo tallaba con fuerza exagerada, y a sus oídos llegaba un zumbido agudo que identificó como la voz de Jim, Adelaide, la música, los gritos y sus pensamientos, todo combinado.

Pero quería escuchar a Johnny.

La última persona que quería que supiera la clase de persona que fue. Que era.

 Johnny bueno, inocente. Rebecca mentirosa, sucia. Johnny bueno. Rebecca mentirosa. Johnny. Rebecca. Johnny y Rebecca. Rebecca y Johnny. Rebecca y Johnny juntos. Juntos. Johnny y Rebecca.

Johnny y Rebecca.

Johnny.

Johnny y Jude.

Crack.

* * *

“¡CRACK!”

“Algo se rompió”.

— ¡Carajo!

— ¡Jude, cuidado!

— ¡Hey!

Soltó los trozos de vidrio ensangrentados, junto con la esponja manchada también. El dolor agudo, intensificado por el jabón que entra en la cortada, le despertó.

Toda la mano se le llenó de sangre y unos cuantos hilillos se le escurrieron entre los dedos, manchando el piso, sus botas y el agua enjabonado.

—Puta mierda… —masculló con un tono de rabia completo, como un perro herido, y se sujetó la muñeca con la otra mano, extendiendo la palma por completo. Alcanzó a divisar astillas de vidrio aún enterradas en su piel y gruñó un par de palabrotas más, doblándose ante la punzada de dolor que le recorrió toda la mano.  

—Déjame ver —le pidió Jim enseguida, tomando su mano con delicadeza extrema. Revisó la larga cortada, no muy profunda, pero larga y que tenía un sangrado tan profuso que asustó a los dos espectadores —Casi parece que el vaso estalló en tu mano, ¿te duele mucho?

—No, está bien —ardía como los mil demonios, pero prefería morderse el labio. Pocas veces se había herido así, y menos por su propia imprudencia. Era casi penoso —Creo que la porquería esa se deslizó en mi mano llena de jabón y me cortó.

—Creo que deberías ir a un hospital, Jude —Adelaide le miró preocupada y asustada, y Jude no supo decirle algo para calmarla —Te está saliendo mucha sangre.

—Tranquila, yo… —las punzadas dolorosas que le recorrían todo el miembro eran lo peor —Ah, carajo, que idiota.

—Ya, chico —Jim tomó uno de los trapos para secar los vasos y lo enredó alrededor de la mano de Jude —Vamos a la cruz roja a que te cosan o te pongas una gasa, o lo que tengan que hacerte para parar ese sangrando.

—Pero, no pode…

—Cierra la boca y vámonos.

Sin querer, su mente evocó una serie de imágenes ante la visión de su mano cubierta por la sangre de la larga herida vertical. Sintió el frío de un auto, la chaqueta ajena ensangrentada y sujetarse el pecho herido de su amigo, corriendo lejos del callejón oscuro.

Johnny y las tontas heridas que se provocó sólo por… salvarle.

Ni siquiera en una situación así, John White podía dejarle en paz.

 

Notas finales:

Si ven cualquier error de grámatica, ortografía o cuaqluier otra cosita, diganme con toda confianza uwu 

Sinceramente creo que esta historia va a ser bastante larga, pero más que nada por todos los capítulos que me va a tomar poder explicar todo este pequeño y retorcido universo xd

Por cierto, tengo una pequeña historia nueva, un fanfic de Sherlock, llamdo Stop It, publicado en Fanfiction (y proximamente tal vez lo publique aquí y/o en Wattpad), por si quieren pasar a leerlo uvu (Ese no planeo que dure mucho, máximo poquito más o menos de 20 capítulos) 

¡Gracias por leer! :3


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