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The Nerd's Trouble por Killer Cobain

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Notas del capitulo:

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

¿Quién pensaría que escribir como aficionada podría traerme tantas cosas? 

Realmente, toda la gente que me lee y sigue esperando por mi trabajo, debería odiarme Jajajaj 

¿Hace cuánto que no me paso por aquí? ¿Desde septiembre? Creo que el penúltimo capítulo, con toda esa basura de Jonnhy y Jude reecontrándose me secó el cerebro (no se preocupen si llamo basura mi trabajo, es una forma cariñosa de hablar de él) xd 

A estas alturas no veo adecuado pedir disculpas por ausentarme tanto, creo que incluso sería ofensivo. Pero bueno, no soy una escritora profesional y estoy llevando esto de forma periódica, no estoy escribiendo un libro que puedo corregir y relegar tanto como yo quiera (de lo cuál me arrepiento ahora, porque siento que todo esto afecta mucho la cronología de mi historia, pero siempre puedo cmbiar uno que otro detallito jeje xd), y aunque básicamente toda la historia está escrita en mi cabeza, a veces uno se levamta de ánimos de escribir, y otros días no. O incluso uno quiere escribir; te levantas, abres la jodida computadora... y las perras palabras no llegan. Esto es algo muy recurrente en mí, en realidad, porque cuando no tengo inspiración, me vuelvo tan inútil y desabrida como la escritora de fanfics cursis promedios (y esto me da cierta culpa ahora, porque reakmente no veo a mi historia muy distinta de ese tipo de textos xd). Y cuando realmente quiero escribir, cuando realmente puedo, es cuando suceden cosas cómo el capítulo treinta y nueve; creo qye soy capaz de excribir diez mil palabras seguidas xddddd 

Estos últimos meses esta joven escritora amateur que leen aquí ha pasado por demasiadas cosas para su propio bien, y muchas fueron particularmente desagradables, pero jamás he olvidado esta historia. Créanme cuando les digo que en muchas de estas situaciones, siempre se me venía a la mente mi historia y cómo todo lo que he estado viviendo, descubriendo y aprendiendi me pueden ayudar a mejorar. En lo particular he estado leyendo un oar de novelas porque aún siento mi estilo de narración muy pastiso y no me agrada. Todo lo hago para que ustedes, mis lectores, puedan disfrutar mucho más de mi pequeño trabajo.

Sólo espero no llevar la historia a lugares muy turbios, siendo que ya serpa momento de dar explicaciión a muchas cosas y no pieno ser precisamente amable. Me gustan las cosas un poco oscuras, quizá demasiado. Pero no los quiero asustar xd  

Lo que también aprecio mucho es que en este tiempo de ausencia, las lecturas sobrepasaron las treinta mil, y es un pequeño gran sueño. No me considero especialmente popular, pero algo es algo, y lo agradezco de todo corazón. 

I love all of ypu so fucking much it hurts ok 

Bueno, bueno. ¿qué más les puedo decir? No es un capítulo muy laego o elaborado, pero todo es parte de la historia y ya se viene un poco más de material sobre Jude, desde los ojos de otro cierto personaje (pero no les diré cuál jijiji) 

Love you guys <3

Sentía los ojos extremadamente pesados, así como la alarma en su teléfono sonaba tan fuerte que hacía vibrar el mueble bajo él. No estaba seguro de cuantas horas durmió exactamente, pero podía imaginar que fueron pocas.

Por algo se había dicho que no sería mala idea activar la alarma de su móvil para despertarlo en la mañana.

Se estiró tanto como la longitud de su cama se lo permitió, hasta sentir los pies fuera del colchón y las manos chocar contra la pared sobre su cabeza. Aspiró el aire helado de su habitación, frotando su vientre descubierto y frío.

Sin muchas ganas de ponerse de pie, pero consciente de la hora, se decidió lentamente a sacar la mitad de su cuerpo de la cama y levantarse completamente, estremeciéndose ante la sensación congelada del ambiente. La noche anterior se había sentido tan cálido que pensó que no habría problemas al dormir sin camiseta, pero realmente no fue tan buena idea.

Buscó su ropa de ese día en el armario, y sin despabilar completamente, se arrastró hasta el baño, ya medio desnudo. Se duchó con la mayor rapidez que pudo y cepilló sus dientes con la misma velocidad para regresar a su cuarto y cambiarse.

Su intención era hacer todo lo más rápido posible y salir corriendo de la casa sin tener que hablar con su madre. No se hacía ni la más mínima idea de que le podría decir, desde que llegó tan tarde a casa, que todos ya estaban dormidos.

Pero mientras bajaba por las escaleras y alcanzó a escuchar el sonido de alguien desplazándose en la cocina, supo que todo su plan era inútil.

Bajó a paso lento entonces, hasta que finalmente notó la presencia de su madre, sentada en la mesa, con una taza de café y un periódico entre las manos. Estaba vestida con su acostumbrado atuendo de trabajo y la expresión de su rostro no le decía mucho.

—Buenos días hijo —le llamó en voz alta al muchacho que permanecía de pie en la entrada de la cocina. Johnny no dijo nada en el momento y prefirió acercarse a ella antes de hablar. Caminó rápidamente hasta estar a un lado suyo.

—Hola mamá —saludó en voz baja — ¿Por qué sigues aquí?

—Tu padre tuvo que irse temprano, tomaré un taxi —le dio un suave trago a su taza, sin apartar la mirada de las paginas grises — ¿Cómo te fue en la biblioteca, eh?

Johnny sintió el vello de la nuca erizársele y las piernas ponérsele rígidas, pero aun así se las arregló para mantenerse calmado.

—Genial, estudié mucho —trató de sonreír, pero su rostro no le obedeció.

—Te llamé como ocho veces —parecía más interesada en su periódico que

—Yo apagué el teléfono, es que en la biblioteca…  

— ¿A dónde fuiste, Johnny? —Catherine finalmente volteó a verle. Los gestos en su cara lucían tranquilos, pero la forma en que lo veía decía todo lo contrario —Porque no creo que las bibliotecas estén abiertas después de las doce de la noche.

Él no pudo evitar dejar en evidencia su nerviosismo ante la mirada acusadora de su madre.

—Mamá, yo, ah…

—Respóndeme Johnny.

Bien podía ignorarla y salir corriendo, pero sus piernas acalambradas por el temor no le dejarían hacer mucho.

—Yo, yo… —se pasó las manos por el rostro, tan ansioso que sentía que iba a explotar —Estaba con una chica.

Muy seguramente su madre había estado esperando una respuesta totalmente diferente. La ira que parecía nacer en su rostro fue remplazada por un gesto de sorpresa.

— ¿Estuviste con alguien ayer?

—Yo, quería salir con ella, pero no sabía si me darías el permiso, así que, solamente, mentí —no era la mejor excusa del mundo, pero era lo mejor que podía decir. Pero siendo sincero consigo mismo, nunca había dado pretextos creíbles. Parecía que su madre solamente prefería ignorar lo obvio.

— ¿Saliste con una chica? —El asombro en las palabras de la mujer lo ofendió ligeramente, aunque él tampoco se creería tal cosa — ¿Por qué no me dijiste?

—No sabía cómo ibas a reaccionar —hizo una larga pausa entre sus palabras, tragando con fuerza y mirando a su madre con dificultad —Y-yo… lo siento.

No tenía mucha idea de que iba a hacer su madre. Esperó que se pusiera de pie, o que comenzara a gritarle, tal vez que sólo pronunciara su castigo con voz calma.

—Bueno, yo… —dejó caer el periódico en la mesa, frotándose las manos con suavidad —No sé qué decir frente a esto.  

— ¿Vas a castigarme? —se removió en su lugar, ansioso ante la falta de palabras de su madre. Sin embargo, Catherine lucía casi igual de incomoda que su hijo.

—Supongo que tengo que, pero…

— ¿Pero?

—Escucha Johnny, es la primera vez que haces algo como esto, así que quiero confiar en que no lo repetirás, sin necesidad de ponerte un castigo —le miró a los ojos, ya sin la severidad con la que le había estado hablando unos momentos atrás.

El muchacho sintió el cuerpo más ligero así como la tensión en la habitación se disipaba poco a poco.

—No te voy a castigar, y tampoco le diré nada a tu padre. Pero la próxima vez que me mientas, no te la dejaré pasar, ¿entendido? —la mujer se notaba mucho más calmada, pero con mucha seguridad en sus palabras. Johnny asintió con la cabeza cuando terminó de hablar.

—Está bien, mamá —Johnny revisó la hora en el reloj que colgaba de la pared en la sala y regresó la vista a su madre —Tengo que irme a la escuela, lo siento. Te quiero nos vemos —dijo así como caminaba fuera de la cocina, sin darse tiempo de escuchar la despedida de ella.

—Adiós, te quiero —alcanzó a decir, pero él no le escuchó.  

Johnny cerró la puerta tras su espalda, aspirando con fuerza el aire helado del exterior. La mañana se notaba algo grisácea, con el cielo nublado y el ambiente frío.

Y en el mismo momento en el que sintió las mejillas ser acariciadas por las ráfagas de viento congelado, se dijo que tenía que ir a buscar a Jude a su casa.

Tan rápido como pudo se echó a andar sobre la acera junto a la calle, sin llegar a correr. No quería lucir tan ansioso (aunque nadie le estuviera viendo). Se frotaba las manos contra la camisa mientras caminaba, sintiendo los pies más torpes que de costumbre. Se tropezó un par de veces y casi resbaló sobre algunos guijarros en el suelo, pero no disminuyó la velocidad de su marcha. Al contrario, a cada paso, parecía que aceleraba más.

Finalmente se encontró frente al jardín de Black y la casa poco iluminada del muchacho. La única luz era el pequeño foco amarillento que alumbraba la puerta y las escaleritas a esta, pero no se miraba mucho más adentro. Resopló contra sus manos frías, sonrió con el corazón latiéndole en las orejas y caminó el pequeño tramo de la banqueta al frente de la casa.

Tres dolorosos golpes con los nudillos congelados a la madera de la puerta y esperó.

—Jude, Jude… —se aseguró de llamarle con suficiente fuerza, pero sin gritar.

No pasaron muchos minutos desde el momento en que tocó a su puerta, hasta que está se abrió frente a sus ojos expectantes.

El rostro apacible de Jude Black se asomó tímidamente tras la puerta, en busca de la voz familiar que clamaba su nombre.  Sonrió ante la imagen del grandulón chico White de pie en los escalones de la entrada.

—Hola —masculló Johnny en voz muy baja y con una suave sonrisa dibujándose en su rostro rojizo. Jude respondió con una sonrisa igual.

—Hola —abrió toda la puerta, revelando su delgada figura enfundada en un par de pantalones vaqueros oscuros y una larga blusa roja con rayas negras con cuello en V. Llevaba un par cualquiera de zapatillas deportivas negras.

—Ah, es hora de irnos a la escuela —murmuró el muchacho, sintiéndose incapaz de hablar con intensidad. Algo estaba hirviendo lentamente dentro de sí.

—Por supuesto, deja voy por un abrigo.

Jude regresó al interior rápidamente, sin cerrar la puerta por completo. Johnny apreció a Black recogiendo un par de chaquetas del sofá de su sala, uno de los cuales reconoció como aquel que le había prestado la noche anterior. Se puso encima la chaqueta más pequeña, de oscuro cuero y guardo su teléfono celular en el bolsillo de esta, mientras tomaba su mochila con la mano que no sostenía el abrigo de Johnny.

Regresó hasta Johnny, haciendo un pequeño gesto para que se apartara y él pudiera cerrar la puerta de su casa. Echó las llaves en la vieja mochila, se la llevó a la espalda y giró sobre sus talones para quedar de frente a White.

—Gracias por prestarme tu chaqueta ayer —le dijo con expresión afectuosa, entregándole la prenda en las manos —La lavé anoche.

—No es nada, pero gracias por lavarla —Johnny soltó una risilla aguda, aunque Jude sólo reaccionó con una sonrisa.

—Tiempo de irnos, vamos —Black golpeó suavemente su hombro y comenzó a caminar fuera de su patio. Johnny se quedó atrás unos minutos mientras guardaba su chaqueta limpia dentro de la mochila, para enseguida echarse en una pequeña carrera y alcanzar a su joven amigo.

Y como la pequeña tradición que parecía haberse vuelto, el camino a la preparatoria era bastante callado. Lo único que interrumpía el silencio entre ambos eran los autos que pasaban, el viento sobre los árboles y sus pies arrastrando la grava de la acera.

Pero ese día era bastante diferente.

No era el mismo silencio incomodo que había reinado entre los chicos los pocos días anteriores a toda la odisea de del día pasado. Jude, aunque se notaba distraído, se veía relajado, admirando las casas y la calle del vecindario, como si fuera la primera vez que estaba ahí. Soplaba sobre sus manos heladas, las frotaba un poco y las volvía a dejar caer contra sus costados. Johnny por su lado, no reflejaba en el rostro la maraña de sentimientos, preguntas y comentarios reprimidos que le estaban carcomiendo el estómago. Pensó que bien podría disfrutar un poco aquella caminata a la escuela y dejar para después el drama de todo el asunto.

Incluso caminaban cerca, casi hombro a hombro. Johnny sentía la tentación de sujetar su mano cada vez que los dedos de Jude rozaban su brazo, pero no lo consideraba adecuado. Por mucho que el vello se le erizara cada vez que sentía su toque.

Pero después de pocos minutos de caminar sin decir nada, Johnny se desesperó ligeramente.

— ¿Cómo te sientes hoy?

Jude agitó la cabeza, así como escuchaba la voz de Johnny hablándole desde arriba. Elevó el rostro en su dirección y le miró con curiosidad.

— ¿Sobre qué?

—Sobre todo, sobre hoy, ayer. Eso.

Black sonrió suavemente, mientras Johnny se mantenía serio. Volvió la mirada al camino frente a ellos, masajeándose la nuca con los dedos.

—Pues anoche estaba algo preocupado. No sabía cómo seguías de tu cortada, como habías llegado a casa o si tus padres te dijeron algo —alejó su mano de su cuello y la frotó ligeramente contra la mezclilla de su pantalón —Pero veo que estás bien. O eso supongo.

—Mi herida no está mal, sólo es un rasguño cualquiera —Johnny levantó su camisa y su chaqueta sobre su costado, revelando la larga herida blanca, ya limpia, y cubierta con un montón de venditas color durazno —No duele mucho.

Jude elevó su mano silenciosamente, acariciando con cuidado la superficie áspera de la piel de Johnny. Apreció para sus adentros lo marcado que tenía el torso, por muy escuálido que luciera regularmente. El corazón se le saltó un latido y un escalofrío placentero le recorrió la espina de arriba a abajo.

White se estremeció ligeramente ante el tacto de su amigo, pero sonrió amistoso cuando su mirada se encontró con la del muchacho. Jude sonrió de vuelta y alejó su mano del cuerpo pálido.

—Mi mamá tampoco me castigó. Le dije todo eso sobre estar con una chica, y dijo que no tenía problema con ello siempre y cuando no volviera a hacerlo.

— ¿Y no vas a repetirlo? —dijo el joven de ojos purpuras, con cierta burla en la voz y en el gesto. Johnny sonrió, un poco cohibido.

—No lo sé.

Jude sonrió cómplice ante la mueca de su amigo, y soltó un pequeño golpecito al hombro del muchacho. Fue entonces que giró el rostro para encontrarse con un angosto callejón a unos cuantos metros lejos de ellos.

—Johnny, mira ahí —le llamó, apuntando con el dedo al montón de cajas apiladas sobre un gran contenedor de basura vacío —Creo que vi algo interesante.

Johnny enfocó la mirada a la dirección que apuntaba el muchacho, sin mirar nada más que pilas de cajas y bolsas negras.

— ¿Qué viste…? —Y antes de que White pudiera decir o preguntar algo más, sintió los dedos de Jude rodearle la muñeca, tirando de su brazo para halarle hasta el callejón.

Una vez ahí, Black soltó su mano para patear las bolsas y cajas con la punta del pie. Johnny examinó el pequeño espacio lleno de basura, sin hallar nada más que cosas rotas, periódicos viejos y un sofá mordisqueado por las ratas. Además de la peste, claro.

— ¿Qué se supone que miraste, Jude?

—Esto.

Un par de manos pequeñas le sujetaron por los hombros para darle vuelta sobre sus pies y entonces empujarle contra la pared. Su espalda golpeó los ladrillos oscurecidos por la mugre, así como pudo oír cuando su pierna derribó una pila de latas y botellas de alcohol.

No tuvo mucho tiempo de reaccionar y saber que estaba pasando exactamente cuando los gruesos labios de Black asaltaron su boca. Le besó intensamente, tirando de los bordes de su chaqueta y respirando de forma irregular.

A Johnny le recorrió un fuerte escalofrío de placer, al tiempo que se obligaba a hacer algo. Lo que fuera. Rápidamente le tomó por la cadera, y sin pensar dos veces, metió la mano bajo su camiseta, acariciando la piel de su espalda. Abrió la boca y dejó entrar la húmeda lengua caliente de Jude, la cual acarició su propia lengua, sus dientes, las mejillas, todo lo que encontrara a su paso.

Las manos de Johnny abandonaron su cadera, sólo para sujetarle las mejillas y jalarle el cabello mientras se besaban violentamente. Jude le tocaba el pecho, subiendo los dedos por su cuello y arañándole la nuca sin cuidado, preso de la excitación. Nunca había besado a alguien con la mitad del ahínco de lo que lo hacía con ese enorme muchacho.

Johnny sintió todo el cuerpo arder. Las manos, los labios y el pecho le quemaban. Abrió los ojos apenas unos segundos para encontrarse con la sucia pared frente a ellos y el rostro tenso, pero complacido, de Jude. Volvió a bajar los parpados, dejándose llevar por la sensación.

No le importaría quedarse así, en ese exacto lugar, para siempre.

¨* * *

 

—Llegaremos tarde, mejor comenzamos a correr.

—Nah, que pereza. Estamos bien.

—Si tú lo dices…

Johnny sonrió tímidamente, bajando la velocidad ligeramente. Jude miraba alrededor, fascinado sin razón por la ciudad que los rodeaba. Aunque White podía adivinar que no es que las casas viejas y el cielo gris le resultaran tan atractivos en ese momento.

Solamente no quería verle a la cara.

A Johnny no le molestaba, siendo sincero consigo mismo. Él sentía algo parecido.

Divisó la entrada a la escuela, con un montón de alumnados amontonados alrededor, cuyas caras revelaban la falta de deseo de entrar. Solo hablaban, se reían e ingresaban finalmente, a paso lento.

Jude revisó la hora en su teléfono celular, acomodándose la mochila tras la espalda y echando una mirada a la aburrida construcción descolorido que se levantaba frente a ellos. Ninguno de los dos dijo algo mientras atravesaban el patio de césped seco y concreto, hasta llegar a los escalones del primer edificio.

Y al tiempo que caminaban en el pasillo semi-vacío, Johnny bajó la mirada a la mano de Jude que sujetaba entre sus largos dedos. Notó que los finos dígitos del jovencito estaban oscurecidos por la mugre de la pared donde se apoyó mientras le besaba. Probablemente su mochila y espalda también estaban llenos de hollín y polvo.

—Tienes las manos sucias, Jude.

— ¿Eh?

Jude apartó la mano rápidamente, para examinar sus palmas. Chasqueó la lengua, un poco asqueado por la imagen y volteó a ver a Johnny.

—Iré a lavarme al baño, ¿puedes llevarte mi mochila y apartar un lugar para mí?

White sonrió mientras el joven se la entregaba y dejaba caer su brazo a un lado, sujetándola; —Claro.

Black no dijo más, apenas dándole un golpecito amistoso en el hombro para luego girar sobre sus talones y correr en dirección de los sanitarios más cercanos. Johnny río entre dientes. Sintiéndose fácilmente encantado por cualquier cosa que Jude hiciese. Por más pequeña que fuese. Ya fuera la forma en la que sonreía, movía las manos o corría lejos de él.

Suspiró fuertemente y se echó a andar al salón de clases, el cual supo casi vacío y sin maestro alguno dentro. Entre los pocos chicos que habían decidido atender a clases ese día, se encontró a Bill, sentado de la manera más irregular posible en uno de los pupitres medios de la última fila desde la puerta. Tenía la cabeza echada hacia atrás, y con un viejo cuaderno deshojado sobre el rostro. Daniel no estaba en el aula.

Sin necesidad de hacer mucho ruido, se acercó a los asientos contiguos a su amigo, y dejó caer su cuerpo sobre la fría silla de platico, después de acomodar cuidadosamente la mochila de Jude en el lugar junto a él. El joven futbolista alejó el cuaderno de su cara enseguida detectó el sonido del pupitre frente a él rechinando dolorosamente ante el peso de alguien.

Se enderezó ligeramente en su asiento, golpeándose las rodillas bajo la mesa del pupitre. Se talló la cara con pereza, ante la mirada divertida de su amigo.

—Hola Bill —pronunció el joven de gafas feas, antes de que el otro muchacho pudiera decir algo.

—Hey... —fue toda la respuesta del chico, dejándose caer contra la superficie helada frente a él. Emitió una especie de gruñido que denotaba malestar, mientras White le miraba extrañado.

— ¿Cómo estás?

Finalmente Bill se sentó derecho en su lugar, estirando los brazos sobre la cabeza y bostezando ruidosamente. Volvió a tallarse los ojos con las palmas, enfocando su vista borrosa en el rostro difuso de su amigo.

—He estado mejor —respondió, echando una miradilla a la ventana junto a él —No pasé muy buena noche ayer.

—Yo… lamento haberte pedido que llevaras a Rebecca y a Jennifer, pero me surgió una cosa muy importante y tuve que hu… irme de inmediato —masculló Johnny, con verdadera pena en la voz.

—No es importante —contestó de inmediato. Le miró a la cara con gesto calmado, sin severidad o molestia alguna. Incluso sonrió un poco —Hasta me dio el tiempo de separarme un rato de Barbara y sus tonterías.

Johnny relajó un poco su cuerpo, aliviado ante la falta de enojo en su amigo. Pero aun así, tenía más cosas por las que preocuparse.

—Y… ¿Qué dijeron ambas?

Bill se mostró un tanto preocupado, lo cual sólo crispó los nervios de White.

—Jennifer estaba borracha y dormida, fue bastante difícil llevarla a su casa, así que tuve que llamar a la casa de una de sus amigas y dejarla ahí. Rebecca, pues… —el muchacho se frotó las manos, suspirando suavemente — Rebecca no quiso irse conmigo. Creo que estaba algo molesta y prefirió quedarse con un montón de chicos que estaban ahí.

—Oh, vaya —Johnny río nervioso —Creo que no querrá hablarme ya.

—No lo sé —Donovan palmó uno de los bolsillos de sus pantalones, sacando el contenido y dejándolo caer sobre la mesa de su pupitre. Llaves, una billetera gastada, una banda de goma y un paquete de mentas casi vacío. Se echó el caramelo en la boca y estiró su musculoso cuerpo sobre el asiento —Dios santo, no quería venir a la escuela. Siento que me pulsa la cabeza.

Johnny le miró condescendiente y cariñoso, riéndose ante la tosquedad del joven. La personalidad violenta pero sincera del muchacho deshacía un poco la tensión que sentía por todo.

Bill echó la cabeza hacia atrás, ocultando su cara bajo sus gruesos antebrazos llenos de vellos finos y oscuros. Pateó sin querer el asiento donde Johnny estaba sentado, buscando dónde acomodar las piernas.

—Sí que han sido días extraños, ¿no crees? —masculló el joven, con toda intención de ser más casual que profundo. Era un comentario cualquiera. Bill le echó una miradilla de ojos grisáceos entre sus brazos, esbozando una sonrisa melancólica que crispó un poco a Johnny.

—He visto peores.

—Ah, yo…

— ¿Dónde está Jude? —le interrumpió, enderezándose violentamente en su viejo mesa-banco.

—Él fue al baño a lavarse las manos, enseguida regresa.

—Bien.

No pasó mucho tiempo entre la pequeña conversación incomoda de los dos adolescentes y la figura de Jude atravesando el salón mientras frotaba sus manos húmedas en las perneras del pantalón. Divisó el lugar apartado por su mochila llena de parches y se dejó caer sobre él, sacándose antes el teléfono del bolsillo.

—Buenas, Jude —murmuró Bill con una media sonrisa formándose en sus labios —Hoy te ves diferente.

Black giró el rostro en su dirección, mirándole con indiferencia, cómo lo hacía todo los días. Aunque en esa mañana sólo se podía percibir eso en su cara, falta de interés. No molestia o hastío.

— ¿Ah sí? —Desbloqueó la pantalla del teléfono celular, revisando los mensajes y las páginas de inicio en sus diferentes cuentas de redes sociales —Quizá bebí mucho ayer.

— ¿Estuviste en la fiesta de ayer? No te vi.

Jude río entre dientes, sin voltearle a ver. Bill se denotaba ligeramente molesto ante los ojos espectadores de Johnny, que intercalaba la mirada entre los rostros de sus dos amigos.

—Estaba por ahí.  

Donovan sonrió sin gracia alguna, no sorprendido por una respuesta así. Sus conversaciones siempre habían tenido ese matiz seco, casi sarcástico y poco amable.

Johnny esbozó una mueca de incomodidad, ante la tensión siempre presente entre los dos muchachos.

— ¿Por ahí dónde?

—No te interesa.

Jude le cortó antes de que Bill pudiera seguir hablándole con ese tono desagradable de voz que parecía sólo usar para dirigirse a él.

Pasaron entonces varios minutos en silencio, sin ningún profesor entrando al salón y apenas unos pocos alumnos llegando apenas. Johnny y Bill habían empezado a conversar en voz baja de todo lo que habían visto en la fiesta, hasta que el fuerte bostezo de Black les llamó la atención. 

El joven de ojos purpuras guardó el teléfono celular en alguno de sus bolsillos, poniéndose de pie de inmediato sólo para estirarse un poco y tallándose el rostro con las palmas de las manos.

—Son los últimos días de clase, ningún jodido maestro va a darnos clase ya, si no es para dar las calificaciones o alguna tontería. Vamos allá afuera, me aburre estar aquí —Se echó la mochila al hombro, caminando hasta la entrada sin preocuparse por pedirle de frente a Johnny que le acompañara, a sabiendas de que lo haría sin decirle palabra alguna.

White volteó a ver a Bill, que le miraba sin sorpresa, y encogiéndose de hombros, se paró de su asiento con la mochila entre brazos y procedió a seguir al otro chico. Donovan silbó molesto ligeramente y se echó a andar detrás de su amigo de gafas.

Recorrieron el pasillo vacío hasta la entrada principal del edificio, donde Jude se regocijó al sentir los rayos tibios del sol en la mañana helada. Frotó una mano contra la otra, al tiempo que soplaba sobre ellas para calentarlas.

—Odio el invierno —masculló Bill enseguida pisó el primer escalón frente a la puerta y la piel de su cara se encontró con el aire helado —No trae otra cosa más que este puto frío de mierda.

—A mí me gusta bastante —dijo Johnny con una sonrisita inocente, disfrutando suavemente del ambiente gélido —Es como en las películas, saben, esas navideñas dónde siempre hay nieve.

—Pero aquí no hay nieve Johnny —Bill echó una miradilla al patio vacío, pensando en regresar a su cómoda casa con calefacción —Lo único que hay es basura y charcos.

Johnny sonrió de todos modos y regresó el rostro para encontrarse con Jude caminando directamente a las mesas de concreto, las cuales quedaban en el sol. Los otros dos chicos le siguieron hasta ahí.

Jude se dejó caer en la dura banca, embarrándose las zapatillas deportivas con barro y césped. Disfrutaba el ambiente frío y el aroma de la tierra mojada. Toda esa mañana helada, en aquella insípida ciudad le parecía más interesante de lo común.

Johnny no tardó en tomar su lugar, demasiado cerca de Jude, casi pegando su hombro izquierdo al del muchacho, y esbozó una ancha sonrisa cuando se encontró con la cara de su amigo, a unos centímetros de la propia. Bill les miró con gracia y prefirió sentarse frente a ellos.

—Entonces… —comenzó a hablar el joven futbolista, llamando la atención de sus dos amigos — ¿Cómo estuvo la fiesta para ustedes?

Antes de siquiera responder, White giró el rostro una vez más para mirar a los ojos a su amigo Jude. El chico de cabello negro se encogió de hombros, con una expresión calma, pero satisfecha.

—Creo que estuvo bien. En la noche todo el lugar apestaba a cerveza, y vómito, y todos estaban borrachos, drogados o follando por ahí —se frotó las manos contra la cara —Nada nuevo. 

— ¿Qué hay de ti, Johnny? —se dirigió directamente a él.

Johnny escondió las manos entre sus muslos, en un intento de entibiarlas, y río nervioso ante la pregunta de su amigo.

—Realmente no sé qué decir. Bebí un poco por ahí, hablé con una chica, cosas que no hago normalmente —Bill sonrió levemente al escuchar a Johnny —Pero creo que estuvo bien para, siendo que es mi primera fiesta. Fue interesante.

—Me gustaría decirte que mejoran o eso, pero casi te puedo asegurar que todas son iguales. Sólo hay un poco más o menos de alcohol, drogas o payadas —relataba Bill, qué, como una vieja costumbre, se había sacado la cajetilla de cigarros del bolsillo, y los vació sobre la superficie de concreto para contarlos tranquilamente —Jude y yo hemos estado en muchas y sabemos bien de esas cosas, ¿no es así? —habló mirando directamente a Black con gesto provocativo. El chico rodó los ojos en sus cuencas, no dándole importancia a las palabras de su atractivo amigo.

—Todas me parecen iguales —respondió sin interés, poniéndole más atención a cualquier otra cosa menos a Bill —Quizá te lleve a otra en algún futuro lejano, Johnny.

— ¿Qué acaso ya no piensas ir a ninguna, Black? —preguntó el muchacho con toda la sorpresa fingida del mundo.  Jude le dirigió una mirada fría, a lo que el futbolista no reaccionó del todo.

Johnny no evitó sentirse alarmado antes los no muy inusuales roces entre sus dos únicos amigos. Pero por alguna razón las cosas se sentían más tensas esa mañana. Al menos del lado de Jude. Bill era igual de idiota con él que todos los días.

—A diferencia de ti, niñito de papá, tengo que mantener mi trasero con un par de trabajos y además venir a la maldita escuela —escupió como veneno sobre la cara de Donovan, a quien no le afectó mucho oírle hablar de esa forma. Parecía estar habituado a tal cosa. A Johnny se le erizó el vello ante su poco delicado vocabulario —Aparte… —sin advertirlo, Johnny se encontró con la afectuosa mirada de Jude sobre su rostro congelado, mirándole como si quisiera decirlo algo más allá de sus palabras simples —Tengo otra cosa de que ocuparme. Algo importante.

Bill entendió aquello y entonces sí mostró más en sus bonitas facciones que la perpetua satisfacción de poder molestar a Jude Black y hacerle enojar. Tragó duro ante el profundo contacto visual entre Johnny y Jude, y en el estómago le surgieron muchas sensaciones. La alegría por la felicidad ajena se mezcló con los celos disfrazados de envidia, mientras su cerebro le decía que a esas alturas sus viejas emociones por el mayor de sus amigos deberían estar más que muertos.   

Jude no hizo nada, se limitó a mirar a Johnny sin sonreír. Sin tocarle o besarle y Johnny no lo sintió necesario. Esbozó una sonrisa tímida, no queriendo exponer nada de lo que había entre ellos ante Bill.

Black rompió el momento, alejando bruscamente la cara para mirar el edificio que se erguía sobre sus cabezas a la izquierda.

— ¿Crees que algún maestro haya llegado ya? Porque si no es así, voy a saltar la cerca para irme a casa.

—No lo sé, aún no se termina la primera clase —masculló Johnny, revisando la hora en su celular —Pero supongo que el maestro ya va en camino al salón.

—Iré a revisar —se puso de pie, lejos del duro asiento de concreto con la mochila tras la espalda —Si el maestro está ahí te echaré una llamada —le decía a Johnny, antes de echarse a caminar de vuelta al interior, no sin antes tocar sutilmente los anchos hombros de White en una suave despedida que sólo ellos dos comprendían.

Bill le siguió con la mirada, con ojos añorantes que Johnny no supo identificar. Se talló la cara con manos frías y toscas, y centró la atención el rostro querido de White (para su particular molestia).

—Bueno, supongo que eso ya pasó —habló con tono sombrío, casi amargo.

Johnny se vio interrumpido en sus pensamientos sobre Jude mientras le miraba desaparecer tras el edificio y volvió la cara a Donovan.

— ¿De qué hablas?

—Tú y… él —le miró entre los dedos que ocultaban sus ojos ojerosos y sonrió sin diversión — ¿Qué le dijiste, Johnny?

Johnny entendió a qué se refería su amigo, pero en vez de sentir la emoción de poder relatar su ansiado final feliz con Jude, el pecho se le llenó de pesar. Bill lucía cansado, con una sonrisa triste de derrota y la cara se le envejeció como diez años. Por primera vez cayó en cuenta de que tenía un par de finísimas arrugas prematuras alrededor de los ojos y en el entrecejo.

—Nada —musitó entre dientes, rehuyendo a hablar con fuerza —Sólo… lo que tenía que decirle. Y dijo que sí. Y ahora estamos… así.

Bajó la mirada para no confrontar lo que fuera que pudiera manifestarse en la cara atractiva de Bill Donovan. Aunque no había nada que confrontar.

Bill estaba tranquilo por fuera, aunque una increíble pesadez se había instalado en el fondo de su estómago y cada célula de su cuerpo le pedía un poco de nicotina.

—Y… ¿Se besaron?

—Sí.

— ¿Cuántas veces?

—Una ayer en la noche, en mi auto, y otra vez frente a su casa. Y una vez más hoy en un callejón.

— ¿Y se sintió bien?

—Mucho.

Cool.

Ambos jóvenes se quedaron en silencio total, apenas interrumpido por el sonido de los aspersores de agua del jardín contiguo, los autos en la carretera y el ruido amortiguado de los dos muchachos revolviéndose en sus lugares. Unos cuantos minutos después, el teléfono celular de Johnny comenzó a vibrar.

—Diga —respondió cortésmente a quien esperaba que fuera Jude, ante los ojos poco impresionados de Bill. Asintió un par de veces y pronunció con voz suave “Está bien, gracias” —El maestro ya está en el salón, es hora de irnos.

—Bien —musitó el muchacho, escondiendo la cajetilla de cigarros en su bolsillo y poniéndose de pie —Andando.

Sin decir mucho más, Bill y Johnny caminaron juntos de vuelta al edificio.

* * *

 

Las clases acabaron en un pestañeo y Jude no se había equivocado. Los maestros eran los primeros en querer irse.

Un par de horas más tardes, y casi todos los alumnos tenían finalmente el permiso de regresar a sus casas. Con poca delicadeza, Jude se puso de pie, golpeándose la cadera contra la orilla del pupitre. Se notaba un poco ansioso por salir del salón, lo cual Johnny no podía comprender. Debe querer llegar rápido al trabajo, se dijo.

— ¿Crees que todavía tendremos que venir a la escuela, o ya se terminó todo? —preguntó Johnny a Bill, mientras Jude guardaba cada uno de sus cuadernos en su gastada mochila.

—Ni idea, pero tampoco planeo seguir viniendo —masculló el joven, quien igualmente metía sus pocos libros en la mochila —Ni siquiera creo que algún maestro quiera darnos clases los siguientes dos días:

Johnny encogió los hombros y se mostró de acuerdo. Regresó la mirada de vuelta a Jude, preparado para abandonar el salón.

— ¿Quieres que te acompañe a casa, Jude?

Su amigo de ojos purpuras apenas le miró sobre la pantalla de su teléfono, a unos centímetros de su cara.

—Claro, tal vez incluso puedas llevarme al trabajo —entonces esbozó una amplia sonrisa sugerente, pero bastante juguetona y White no pudo hacer otra cosa más que responder con un gesto parecido. Bill sintió esa intensa atmosfera que parecía rodearles únicamente a ellos dos en una habitación llena de gente, y la sensación lo incomodó al máximo.

—Bueno, bueno… —llamó para interrumpir el momento entre los dos —Hora de irnos.

—Claro —respondió Johnny, pero a Jude no le importaron mucho sus palabras.

Los tres adolescentes salieron del aula junto con un montón más de chicos de su edad, todos luciendo igual de aliviados de poder irse de una vez.

Jude caminaba pegado a White, casi de forma intencional, pero sin buscar llevar más lejos su contacto. Rozarle el brazo con su hombro entre cado paso le bastaba. Johnny, por su lado, no caía en cuenta de ello. Bill era el único que le ponía atención al sutil lenguaje corporal de sus dos amigos.

Los pestañeos suaves, las manos que se frotaban “accidentalmente”, como Jude se relamía los labios o como Johnny caminaba al ritmo de su amigo para ir literalmente al mismo paso. Cerró las manos en puños, con visión consternada y el estómago revuelto. Las emocionas mixtas le estaban asfixiando.

Para cuando el grupo de amigos pisaron el primer escalón al exterior, Bill deseaba con ansias poder fumar.

—Ya me voy de aquí —el muchacho se tocó sobre el bolsillo del pantalón, encontrando reconfortante el relieve que formaba la cajetilla y el encendedor en bajo sus jeans ajustados —Pero no creas que no estaré llamándote para salir juntos, ¿entiendes? —miró directamente a los ojos a Johnny, quien sonrió bochornoso.

—Está bien Bill, nos vemos —respondió amistosamente.

—Hasta luego Jude —no tuvo problemas en mirar a Black a la cara, pero éste no mostró nada más allá de su acostumbrada indiferencia.

—Nos vemos —su voz sonó plana y sin emoción.

Bill palmeó la espalda de Johnny cariñosamente y con un leve gesto de la mano para Jude, bajó las escaleras apresuradamente hasta llegar a la entrada de la verja alrededor de la escuela. Desde ahí Johnny y Jude le siguieron con la mirada a lo largo del camino sobre la acera hasta el estacionamiento, y finalmente se encontró fuera de su campo de visión.

— ¿Nos vamos ya? —murmuró suavemente en dirección de Jude. El chico acarició su mano con cuidado y negó con la cabeza.

—Sí.

Con un suave ademán, Johnny le dio el paso a su amigo. Jude bajó las escaleras seguido de la alta figura de White, quien se erguía protectoramente sobre su persona.

Apreció ligeramente el vaivén de su cabello mientras caminaba elegantemente hasta la salida y se dijo para sus interiores lucía especialmente bien entonces. Incluso mejor que cuando tenía las puntas teñidas.

— ¿De verdad quieres que te lleve al trabajo? —pronunció en algún momento, no mucho después de haber salido de la escuela. Aún les faltaba un largo tramo de vuelta a casa.

—Si tú quieres —elevó el rostro en dirección de la cara de Johnny, con expresión tranquila —Pero si no tienes tiempo, está bien…

—N-no —se apresuró a contestar —Siempre tengo tiempo para ti.

Jude no respondió, ni siquiera respondió de vuelta, pero a Johnny no le preocupó.

Sintió de inmediato la forma cuidadosa en la que Black le sujetó la muñeca con sus dedos finos, sin dejar de caminar o apartar la mirada de su rostro.

— ¿Te han dicho alguna vez que eres muy amable… pero un poco complaciente?

Johnny no se lo tomó propiamente a mal, pero escuchar tal cosa le trajo recuerdos de turbios tiempos pasados. No se mostró molesto u ofendido, pero sí se tomó la libertad de responder.

—Creo que sí. En algún momento —continuaron caminando, cada vez más lento, con Jude frotándose suavemente la vena que saltaba en su muñeca con la yema de su dedo medio — ¿Es algo muy malo?

Jude finalmente detuvo el paso. Johnny tironeó un poco de su mano, sin notar que él había parado y enseguida se percató de ello, detuvo la marcha a unos centímetros de su amigo. Jude le miraba sin seriedad o severidad alguna, pero sí con una leve expresión de preocupación. Sus ojos brillantes le miraban bien abiertos, queriendo decirle mucho más sin palabras.

—No lo sé —el agarre alrededor de su brazo se intensificó apenas un poco, y Johnny acortó la distancia entre los dos —Sólo quiero que estés bien.

Johnny pensó un poco antes de decir cualquier cosa. Se mostró calmado ante él y no esbozó sonrisa alguna.

—Lo estoy —bajó la mirada al encuentro entre su muñeca y los dedos de Black, y apreció la sensación de su piel helada y suave, sobre la suya, caliente y algo áspera. Jude le soltó entonces.

Sin preguntarle antes, rodeó los estrechos hombros del muchacho con su largo brazo, que parecía demasiado grande y torpe en comparación a los de Jude. Le estrechó sin fuerza y aspiró sobre la fragancia a flores del cabello de Black, al pegar la nariz a su cabeza.

Jude no dijo nada y en cambio se dedicó a dejarse hacer por los brazos gruesos de Johnny, y agradeció que no decidiera abrazarle abiertamente. Incluso el sentir su boca de labios calientes cerca de la coronilla de su cabeza le pareció agradable.

Johnny elevó la mirada al cielo grisáceo y gruñó contra el cabello de Jude.

—Va a llover.

* * *

 

Detuvo el auto suavemente junto a la banqueta, apenas para darse tiempo de encender un cigarro.

Con manos nerviosas, se sacó la cajetilla torpemente del pantalón, y el encendedor se deslizó entre sus dedos sólo para ir a dar entre sus piernas, bajo los pedales.

—Puta mierda —musitó con furia hacia nada, y pegando el rostro al volante, se inclinó lo que más pudo para tener el suelo del automóvil. Las puntas de sus dedos sintieron el plástico liso del encendedor y con una ágil maniobra, se hizo de él entre las manos.

Segundos más tarde, la llama brillante se elevó frente a sus ojos y tragó saliva, ansioso, con un cigarrillo ya entre los dientes.

El alivio del tabaco le inundó los pulmones y se dio el momento para disfrutar de aquello. No quiso pensar en que llevaba casi dos semanas fumando cerca de cinco cigarrillos diarios y aumentando.

Palmeó su musculoso muslo, dejando escapar el humo por la pequeña rendija de la ventana bajada, y mientras miraba el ambiente que le rodeaba sin interés particular.

Eso, hasta que notó las dos lejanas figuras de pie en la acera, lejos de su auto. Lo suficiente cerca para mirarles sobre los arbustos, lo suficientemente lejos para no reconocerles del todo.

Pero la inusual altura de uno de ellos, y las caderas anchas con piernas largas del otro le dieron una muy buena idea de quienes eran.

Y porque el más alto de ellos rodeaba al más bajo en un calmo apretón de hombros, a lo que el otro chico respondía con un brazo delgado que rodeaba la cintura recta del otro.

No necesitó ver más para alejarse de ahí casi inmediatamente, con la ceniza del cigarrillo cubriéndole el pecho de la camiseta y los pantalones, y el humo amargo entrándole en los ojos.

Notas finales:

Los invito a leer mi otro trabajo, Stop It, un fanfiction sobre Sherlock de la BBC, igual aquí en AY y FF <3

See ya soon <3


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