Era un día especial en la casa DeFluorite. El jefe del clan cumplía sus 27 años. Todo el día llovieron los presentes enviados por conocidos y amigos. La fiesta no se llevaría acabo por el reciente fallecimiento del padre del sucesor. Fye no quería involucrarse en ese ambiente tan trivial pero al fin y al cabo era su cumpleaños por lo que recibía los regalos de mano de sus subordinados.
En la tarde uno de ellos se acercó con cara de desconcierto. Una cajita simple y pequeña descansaba en su mano. Fye tomaba el té en un saloncito discreto de la mansión que él prefería porque estaba alejado de todos y todo. Ultimamente su vida era trabajo y más trabajo. Miró al hombre acercarse con curiosidad creciente. ¿Qué le afectaría tanto?
Disculpe señor por molestarlo pero hemos recibido este paquete y como con todos lo abrimos para verificar su seguridad—le dijo el hombre y el rubio pensó que habían roto algo valioso en su interior, lo siguiente que dijo le llamó más la curiosidad—Creo que debe de ser un malentendido, señor. Quiero que sepa que nosotros no nos hemos quedado con su regalo o algo parecido, es que…--dijo mientras abría la pequeña tapa—No entiendo. De seguro es un error de algún tipo. Solo estaba esto, se lo juro—dijo el hombre mientras la mirada del ojos azules quedaba paralizada por su singular contenido.
Un pequeño rollo de sedal.
Su cabeza se llenó de imágenes de esa vez que Fuko le atara con algo así, las sensaciones de esos momentos se hicieron presentes en su interior. La intensidad del deseo, el dolor, las embestidas de Fuko. Por un momento revivió todo como si estuviera sucediendo pero su cuerpo, por suerte, fue lo suficientemente disciplinado para no demostrar nada.
Después de reponerse del impacto de esos recuerdos su cuerpo se tensó. El paquete, le explicaron, no tenía remitente. Debía ser una broma de mal gusto o algo así.
Si, de muy mal gusto, se dijo pensando en la única persona que podía haberle enviado algo así mientras se llenaba de furor.
¡Que preparen el auto enseguida! Voy a salir—ordenó el rubio.
Sorprendido Kurogane recibió la noticia de quien estaba tocando a su puerta y viendo la cara enojada de Fye decidió que no era una visita de cortesía.
¿Qué quieres?—preguntó el ojos rojos.
Dile a tus perros que nos dejen solos—respondió la visita inquietando a los guardias con el insulto. Él había entrado solo aunque sus hombres querían acompañarlo. Fuko miró a los suyos en modo de advertencia como diciendo que no hicieran nada y luego asintió para que se fueran lo cual hicieron.
Tienes valor al entrar a una casa a insultar sin compañía—le dijo Kurogane.
¡Dime que rayos te hizo enviarme esto en mi cumpleaños! ¿Acaso quieres acabar con el acuerdo de un plumazo?—preguntó el ojos azules.
¿Cómo? ¿Es tu cumpleaños?—preguntó curioso Fuko.
¡No te burles de mí!—le gritó el rubio aventándole la cajita que se abrió en el suelo dejando escapar su contenido--¡Solo tú pudiste haberme enviado eso! ¡Solo nosotros conocemos su significado!—añadió mientras el pelinegro miraba el rollo de sedal, Fye fue a por él porque no se aguantaba las ganas de pegarle pero el ojos rojos lo atrapó.
Puede que seas tan jefe de tu clan como yo pero olvidaste que de los dos soy el mas fuerte—dijo Kuro con los brazos atrapados por sus manos, sus pechos tocándose y fue inevitable, los cuerpos que se ansiaban hace mucho se reunieron, sus labios no dejaron de saborearse.
Kurogane lo empujó hasta la esquina de la habitación donde no tenía escape posible. Sus cuerpos se buscaban por el placer que recibían del otro, hizo arrodillarse al ojos azules luego de darlo vuelta, sus manos lo despojaron rápido de la ropa bajo la cintura dejándolo expuesto. La fricción entre ambos cuerpos los enloquecía mientras el miembro atrapado de Kuro pugnaba por salir de su ropa rozaba al ojos azules en sus asentaderas.
La mano de Fye se alzó tocando la fría pared a su lado mientras su frente tocaba la de enfrente, jadeaba por el calor que invadía todo su cuerpo mientras deseaba que el otro se liberara. La mano del rubio se crispó y arañó la pintura por el deseo. ¿Cómo había llegado a necesitar tanto de él así? De pronto sintió el colapso al sentir la fuerte mano en derredor de su miembro justo un segundo antes de sentir sus dedos penetrar su entrada. Su boca empezó a exteriorizar los gemidos que su pecho clamaba mientras sentía esos embates y esas caricias, sus ojos lloraban sin razón aparente pero sabía que era el deseo.
De pronto la mano de Kuro abandonó su entrada y abrazó su cuello para retirarlo hacia atrás, cuando la espalda de Fye tocó su pecho de inmediato entró en él. Sus dedos descendieron por su pecho hasta debajo de manera sensual mientras sus caderas se movían al unísono, las manos de Fye se agarraron de la nuca de Kuro mientras el placer hacía que sus sentidos se sintieran invadidos.
Esta vez no puedes negarlo. Viniste por ti mismo. Te entregaste a mi—le dice el ojos rojos justo en el segundo en que el cuerpo blanquecino se tensa y expele el líquido albo. Fye no quería pensar pero era cierto. Estaba entregándose. Tal vez había venido por lo del sedal pero al ver aquello, esas imágenes y la escusa perfecta para verlo aceleraron su ida.
Kurogane empujó su cuerpo hacia abajo y mientras Fye se sostenía de sus manos, él apoyó las suyas sobre estas y sus dedos se entrelazaron mientras las últimas embestidas daban lugar a la invasión del interior del rubio.
Ambos se quedaron jadeantes y arrodillados. Kuro arriba y el ojos azules debajo sosteniéndolo con su espalda, el deseo aún no los dejaba por completo mientras sus cuerpos aún expelían su calor.