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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Madara aún sostenía a Minato entre sus brazos sufriendo al verle tan alterado, al verle sufrir sin tener una razón clara del motivo por el que lo hacía.


- Llama a un médico y que no sea el de la última vez – fue lo primero que escuchó Izuna viendo a Minato tan afectado en los brazos de su esposo.


- ¿Quieres algún médico en concreto?


- Sí, quiero un Uchiha – le dijo Madara.


- Pero… es imposible, nosotros no entrenamos nunca para médicos, somos guerreros.


- Alguno habrá en todo el maldito clan que haya estudiado algo de medicina por su cuenta porque le guste, tráelo.


- Lo buscaré – dijo Izuna marchándose.


Madara aprovechó que su hermano se marchaba para tocar la frente de su esposo sintiendo que volvía la fiebre, aquello no le convencía nada con un simple resfriado, con la medicación ya tenía que haberse pasado la mitad de los efectos de uno.


Izuna no tardó más de una hora en llegar con uno de los Uchiha del clan, uno que aunque no se especializaba en medicina, sí sabía algo acerca del tema. Se acercó a Madara y le indicó que se apartase un poco para poder atender a Minato. Madara ni siquiera salió de la habitación, se quedó allí con ellos observando y cuando el Uchiha acabó, le indicó que saliera al pasillo dejando a Izuna en la habitación.


- ¿Qué es? – le preguntó.


- Esto no va a gustarte.


- ¿Está loco? Porque todo el mundo dice eso de él.


- No, no lo está – comentó – es complicado de explicarte esto pero… está confundiendo cosas reales que ve con cosas imaginarias.


- ¿Cómo es posible? ¿Es algún Genjutsu?


- También pensé eso al principio pero no, es veneno, debe de ser una mezcla entre Hioscianmina o la hierba mora, en dosis reducidas durante varios días consecutivos puede provocar alucinaciones y periódicamente… la muerte. El agotamiento, las alucinaciones… todo lo está haciendo ese veneno. Alguien se lo está administrando y debe ser alguien cercano para tener acceso a él.


- Joder – dijo Madara cabreado – Gracias por el diagnóstico. ¿Qué solución hay?


- Quitarle el veneno, descubrir quién o cómo se lo están administrando y evitarlo. Si no se lo toma en unos días estará como nuevo. Lo siento, no puedo ayudar mucho más.


- Ya has hecho suficiente.


El médico ya se marchaba cuando Madara cayó en la cuenta de algo importante y le detuvo unos segundos más. El Uchiha se quedó un poco sorprendido, pocas veces le habían mandado llamar por temas de medicina y es que él era un novato, todo lo que sabía lo había estudiado por su cuenta y es que a los Uchiha, les llamaban para el combate más que para dedicarse a la medicina, era poco habitual, de hecho él mismo estaba en un equipo ANBU y no era el médico del equipo.


- Disculpa que me entrometa un poco más pero… ¿Si tuvieras acceso al resto de cuerpos de los Namikaze, podrías identificar si tienen esa sustancia en su cuerpo?


- Si no han pasado muchos días, sí, es posible que aún tengan restos de ella en su organismo.


- Hablaré con el Hokage para que te deje ver los cuerpos e infórmame enseguida si encuentras esa sustancia en sus cuerpos.


- Sospecha que no se volvían locos, ¿verdad?


- Creo que les están drogando para debilitarlos y llevárselos – dijo Madara – y la prueba está en esos cuerpos, si consigo demostrar al menos cómo se los llevan… sabría que es alguien cercano, alguien que tenga acceso a ellos tan fácilmente como para drogarles. Ni siquiera sé aún cómo han llegado hasta Minato, pero se arrepentirá el que lo haya hecho – dijo cabreado – si quieren llevárselo tendrá que ser por encima de mi cadáver.


- Le mantendré informado de todo lo que descubra.


-  Muchas gracias.


Madara se despidió del médico y entró en la habitación mirando a Izuna allí de pie observando cómo Minato descansaba ahora.


-  ¿Qué te ha dicho?


- ¿Qué le has dado? – preguntó Madara.


- ¿Qué?


- Eres el que más cerca ha estado de él todo este tiempo, tienes unas malditas pastillas en tu cuarto que no sé qué narices son y a él lo están envenenando.


- ¿No creerás que soy yo? Las pastillas son mías, pierdo visión, Madara, me las recetaron para intentar frenar mi ceguera por el uso de Sharingan. ¿Cómo es eso que lo están envenenando?


- ¿Quién más le ha visto aparte de ti?


- No lo sé, medio clan – comentó Izuna desesperado – Estuvimos en su clan, ha estado con Sakumo, estuvo en ese bar contigo aquella noche y con la mitad del clan Uchiha.


- Tiene que ser alguien que le vea de continuo, le están administrando las dosis a diario. ¿Quién viene más seguido aparte de ti?


- Los guardias – dijo Izuna – pero no suelen entrar a la casa.


- Vale… no tengo ni idea de quién diablos es el culpable ahora mismo pero tengo una cosa clara… le están envenenando de alguna forma y voy a descubrir cómo.


-  Si es alguien que tiene acceso a Minato y él apenas sale de la casa, el veneno o lo lleva encima o tiene que estar dentro de la casa – comentó Izuna - ¿Algo que esté comiendo, quizá? Eso lo ingeriría todos los días.


- Registremos toda la cocina, no quiero ni un bote de nada sin revisar – le dijo Madara a su hermano.


Los dos se hundieron en la cocina registrando cada armario aunque Madara en este momento sospechaba hasta de su sombra, alguien estaba envenenando a su esposo y el que más cerca había estado era su hermano. Una parte de él quería pensar que su hermano no sería capaz de algo así y otra parte le decía que tenía que ser él, había pasado más tiempo que nadie a su lado, debía haberse dado cuenta al menos de lo que ocurría, su hermano no era idiota.


- Aparte de los guardias ¿Alguien más ha pisado esta casa? – preguntó Madara mientras abría un bote de sal y comprobaba que era sal de verdad.


- No sé… los papás vinieron un par de días creo – comentó Izuna.


- Un par de días es suficiente para dejarle así – comentó Madara.


- ¿No estarás sospechando también de ellos?


- Sospecho de todos en este momento, hay un asesino suelto y están envenenando a mi esposo en mi propia casa. ¿Qué quieres que piense? El papá ni siquiera me ha dicho qué maldito trato hizo con el Hokage para unirnos en matrimonio. Es sospechoso.


- Le interesaba ese acuerdo. ¿Por qué querría matarlo luego? – preguntó Izuna intentando pensar en algo.


- Quizá porque no quería verme casado con un Namikaze y tras conseguir lo que el Hokage le ofreciera podría deshacerse del estorbo.


- Papá no es tan retorcido – dijo Izuna – creo – especificó luego sin estar seguro.


- Por favor… no conoces a papá, es capaz de vender su propia alma con tal de conseguir lo que desea.


- No seas así, es nuestro padre y nos ha educado bien.


- Nos ha educado perfectamente para ser armas de matar, hombres sin sentimientos que destrozan todo lo que está a su paso. Sus enseñanzas sobre no mostrar sentimientos casi llevan a mi matrimonio al infierno.


- Te has enamorado – dijo de golpe Izuna sorprendiendo a Madara – ese chico se ha colado muy dentro de ti – le sonrió.


- No es cierto – trató de fingir.


- Si lo es y me alegro de oírlo. Creía que no eras capaz de ver la persona tan especial que tenías a tu lado pero sí lo haces. Te estabas enamorando a cada día que pasaba y te alejabas para no demostrarle que de verdad le amabas. Te duele ver cómo ese chico ama a Sakumo y no a ti. Hasta has dejado atrás tu vida de soltería y desmadre con esas mujeres por él.


- Y por su culpa vivo excitado todo el día sin tener sexo.


Izuna sonrió y es que sí había comprobado que su hermano estaba algo más estresado, estaba claro que la falta de sexo y convivir con el amor de tu vida sin poder tocarle, no era nada bueno para él.


- Dale tiempo – le dijo Izuna – es joven, ya te lo dije una vez. Tendemos a creer que el primer amor será para siempre pero pocos son así. ¿Qué te ocurrió a ti con el primer amor? Ibas feliz pensando que te casarías con aquella chica y te dejó por su mejor amigo. Minato no ha experimentado nada, ni siquiera está seguro de lo que es el amor o lo que se siente, dale un poco de tiempo y enamórale, puedes quitárselo a Sakumo con mucha facilidad, pero te negabas a hacerlo alejándote de él y lanzándole cada vez más hacia sus brazos. Ese chico acabará amándote, eres un gran hombre y puedes hacerle feliz.


- No necesito ánimos, sólo que se recupere y encontrar al culpable de todos esos asesinatos – dijo enfadado Madara volviendo a buscar en los tarros.


- No tienes remedio – dijo Izuna sonriendo – siempre tan frío y calculador. Desde luego papá te enseñó muy bien a ocultar lo que sientes.


Registraron toda la cocina y hasta el resto de la casa por si acaso estaba el veneno guardado en otro sitio. A Madara le preocupaba también la enfermedad que su hermano le había dicho que tenía, cómo perdía su vista aunque aún dudaba de si eso podía ser cierto o no, era su mayor sospechoso en estos momentos y era posible que le engañase y fuera el veneno que buscaba.


Volvieron a la cocina frustrados de no encontrar nada cuando uno de los guardias entró por la cocina para avisar que ya terminaba su turno, pero al verles allí le sorprendió que Izuna no le hubiera subido ya el vaso habitual de todas las noches a Minato, así que no pudo evitar preguntarle si le iba a subir el vaso de leche. Ambos le miraron y es que el guardia se había quedado sorprendido al ver la cocina patas arriba, todo desmontado y los tarros encima de la encimera esparcidos, no sabía qué buscaban.


- No puedo subírselo hoy – comentó Izuna – ¿te importa llevárselo tú?


- Vale, no hay problema – Sirvió el vaso del bote de cristal de la leche y ya se iba cuando volvió a girarse - ¿Estáis bien? ¿Puedo ayudaros en algo?


- No – dijo Madara – lo tenemos todo controlado.


- De acuerdo, le subiré esto a Minato y me iré a casa, termina mi turno ya.


- Si, descansa – le comentó Izuna.


El guardia subió hacia el cuarto de Minato dejando a ambos hermanos preocupados abajo hasta que Madara cayó en algo.


- Espera… ¿Cuánto tiempo llevas subiéndole la leche? – preguntó preocupado.


- Desde que llegó al clan – comentó – le ayuda a dormir. ¿Por qué?


- Joder… es la leche – le dijo gritando subiendo escaleras arriba para impedirle al pobre guardia que no tenía ni idea de lo que llevaba en su mano darle ese vaso a Minato.


Madara entró como alma que lleva el diablo por la habitación y le quitó de forma brusca el vaso que Minato ya estaba a punto de llevarse a la boca para dar el primer trago.


- No te tomes esto – le dijo mirando el vaso en su mano y luego observando al guardia confuso.


- ¿Qué ocurre?


Madara olió el borde del vaso y aunque no olía nada raro, intentó afinar más su olfato activando el sharingan por si veía algo que se le escapaba. Al final consiguió ver el polvo del veneno disolviéndose en la leche lentamente.


- Joder – exclamó Izuna sorprendido – lo siento, yo no sabía nada.


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