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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Madara se había quedado paralizado viendo frente a él a Minato de pie en mitad de la calle con el rostro descompuesto, con los ojos abiertos sin poder creerse lo que veía frente a él. Miró la escena sintiéndose mal por dentro y recordó las palabras de su hermano, aquellos primeros amores que destrozaban a cualquiera, que te hundían, el amor en el que creías y que te fallaba. Allí estaba Sakumo besándose con pasión con otro Namikaze, empotrándole contra la pared mientras Minato veía la escena sin saber qué hacer.


Madara se acercó a Minato y colocó su mano sobre su hombro pero éste la apartó de un manotazo dejándole ver cómo una lágrima resbalaba por su mejilla. Se quedó estático justo a la espalda de su esposo, sabía que no era un buen momento para nada pero tampoco sabía cómo aminorar ese sentimiento doloroso que llevaba por dentro.


- Minato – dijo su nombre tratando de sacarle del trance pero él se limpió la lágrima con la manga y desapareció de nuevo levantando algo de polvo que hizo que Sakumo mirase a Madara allí de pie.


- ¿Minato? – escuchó que preguntaba Sakumo apartándose del otro Namikaze pero cuando fue a salir tras él Madara le retuvo cogiéndole con fuerza.


- Déjale – le dijo Madara con dureza.


- Suéltame, tengo que explicarle lo que ocurre.


- Creo que está muy claro lo que ocurre. No tienes que hablar nada con mi esposo.


- Él no te ama.


- A ti tampoco – le dijo Madara muy seguro – acabas de destrozarle el corazón más de lo que yo jamás podré hacerle.


- Tú se lo romperás más, Madara – dijo Sakumo muy seguro – los Uchiha no sois de fiar, os han enseñado a ser armas de matar, sois los perfectos ANBU pero en el amor sois lo peor, jamás mostráis sentimientos y Minato los necesita.


- Deja de decir lo que necesita mi esposo porque te diré lo que no necesita… a ti. No necesita tus mentiras ni tus bonitas palabras de amor, no necesita que lo seduzcas y le hagas sentirse importante cuando está claro que él te da igual. Sigue en tus asuntos y no vuelvas a acercarte a él, es mi esposo y yo me ocuparé de todo lo que necesite.


- Él jamás será feliz al lado de un Uchiha. Minato es dulce e inocente. Un Uchiha jamás sabrá hacerle feliz.


- Es mi problema – dijo Madara desapareciendo en el Kamui para investigar los sellos de Minato hasta que uno de los últimos lo encontró.


Había ido primero al clan Namikaze, creía que se sentiría más a gusto en su casa pero no era cierto, cuando recapacitó Madara en que Sakumo besaba a otro Namikaze, cayó en la cuenta que Minato no volvería a ese clan por miedo a encontrarse con aquel Namikaze, tenía que estar en otro lado. Estaba harto de perseguir sellos y Kunais que Minato dejaba por todos partes y entonces descubrió aquel extraño Chakra Namikaze en su clan, justo en la torre más alta de la policía ANBU y se teleportó allí viendo el Kunai de Minato clavado en las tejas que ahora pisaba Madara.


Se acercó a Minato sentado en el borde con las piernas colgando mientras lloraba. Se sentó a su lado viendo el resto de casas del clan Uchiha bajo él y se quedó en silencio unos segundos escuchándole llorar. Aún recordaba a su primer amor, le había destrozado y se había sentido tan mal… entendía a Minato y por lo que estaba pasando en aquel momento así que prefirió no decir nada hasta que se le escapó una sonrisa al ver bajo él su clan.


- ¿De qué te ríes? – preguntó Minato enfadado aún derramando lágrimas.


- De que estés aquí precisamente. El clan Uchiha habría sido el último lugar donde te habría buscado. Lo odias. – Minato se sorprendió al escucharlo y se dio cuenta de algo… había vuelto a casa, a su casa, al clan Uchiha.


- Dios mío – dijo dándose cuenta al mirar abajo el clan Uchiha.


- Me alegro que lo hicieras. En parte me siento feliz de que nos empieces a ver como a tu familia.


- No te creas lo que no es – dijo girando el rostro para que su esposo no le viera llorar.


- Aunque no lo creas, yo también pasé por algo así.


- ¿Tu novia le metía la lengua hasta el fondo a tu mejor amigo? – le preguntó Minato enfadado – ya me extraña.


- Se tiró a medio clan después de estar conmigo. Creo que solo quiso poder decir que se había acostado conmigo. Me dejó tirado. De hecho es a la que viste besándome. Siento que tuvieras que ver eso también.


- Sé que no fue tu culpa, todas aquí me miran como si fuera el que te ha raptado.


- Están celosas.


- Quieren meterse en tu cama – comentó Minato limpiándose las lágrimas.


- Sí, es cierto. Pero el único que está y estará en mi cama eres tú, Minato. Te amo a ti.


Minato se sorprendió de aquellas palabras. Jamás había pensado que un Uchiha llegaría a decir algo así, era improbable, esas palabras no existían en el vocabulario de los Uchiha, ellos eran armas de matar, los ANBU perfectos, los que no tenían sentimientos. Sonrió de golpe pese a que aún le resbalaba una lágrima por la mejilla.


- He conseguido que sonrías, voy mejorando – comentó Madara sonriendo acariciando su cabello pero Minato al notar la mano de Madara en su nuca, dejó caer su cabeza hacia ella hasta que se apoyó en su hombro.


- Estás mejorando. Me ha dolido lo de Sakumo pero… no tanto como creía – comentó Minato susurrando – me estás enamorando. Creo que te quiero.


- ¿En serio? ¿Pero es un querer de amor o un querer matarme? – preguntó Madara sonriendo y Minato sonrió aún apoyado en su hombro mirando el clan bajo sus pies.


- Te amo – le aclaró – pero hay que poner condiciones para que este matrimonio funcione – comentó Minato.


- Me parece bien. Empieza tú con tus normas.


- Quiero que dejes claro a todas esas zorras celosas que eres mío.


- Hecho – comentó Madara sonriendo – y si siguen sin entenderlo te doy permiso a que las asustes un poco y te pongas en tu sitio.


- Me parece bien.


- Yo… por Dios deja de despertarme con Kunais en el cuello – comentó Madara haciendo reír a Minato.


- Lo siento, no volveré a hacerlo.


- Quiero tus kunais bien lejos de nuestra cama.


- Trato hecho, pero tienes que dormir en casa, siempre.


- ¿Y las misiones?


- Excepto en misiones, pero no te quiero ver en otra cama. O en tu saco de dormir o en mi cama, nada de compartir con otros.


- Yo quiero… no volver a verte llorar – dijo Madara sorprendiendo a Minato – sé que no somos nada buenos en sentimientos y en relaciones amorosas pero… necesito que me enseñes a ser bueno para ti. Mi clan no nos enseña nada así.


- Lo haces bien, Madara – dijo Minato acercándose a sus labios para besarle.


Madara cerró los ojos dejándose besar, pocas veces conseguía que Minato fuera voluntariamente y le dijera algo bonito, normalmente le llamaba asesino y esas cosas. Sabía que los Uchiha nunca habían sido fáciles pero pese a saberlo, amaba a su esposo aunque no fuera capaz de decirlo muy a menudo.


- Minato… esa chica que me besó – intentó hablar Madara.


- Lo entiendo. Te vi apartarla.


- Saliste corriendo a buscar a Sakumo, pensé que habías pensado mal de mí.


- No, me di cuenta de algo cuando vi aquel beso y cómo la apartabas.


- ¿De qué? – preguntó Madara intrigado.


- Me di cuenta que te quiero. Me dolió cuando ella te besó pero también me alegré cuando te vi apartarla pese a los celos que me dio.


- ¿Entonces por qué saliste corriendo si lo sabías?


- Quería hablar con Sakumo, decirle que… me estaba enamorando de ti, arreglar todo dejando las cosas claras. Quería intentar que lo nuestro funcionase pero… él…


- Te ayudaré a olvidarle. Sé que no es fácil, los primeros amores se quedan muy marcados pero… creo que no es importante el primer amor, sino el último, yo quiero ser tu último amor, Minato, quiero estar contigo el resto de mi vida aunque suene irónico siendo Ninjas, mi vida podría acabar en breve pero… quiero pasar todo el tiempo a tu lado.


Minato sonrió y se sentó encima de las piernas de Madara frente a él mientras cogía con sus manos sus mejillas y le daba un apasionado beso. El moreno pasó sus manos por la cintura de Minato temiendo que pudiera caerse y es que seguían en aquel tejado a más de quince pisos de altura.


- ¿No te da miedo caerte? – le preguntó Madara divertido.


- Me cogerías, ¿no? Además… puedo teleportarme a cualquier sello – le dijo acercando su mano y metiéndola bajo su kimono para apartarlo levemente hasta ponerle un sello suyo en el pecho – si me caigo, volveré a ti – le dijo sonriendo.


- ¿Me queda bien? – dijo tratando de mirarse el sello que no podía verse desde ese ángulo.


- Genial, será porque es mío – dijo bromeando y haciendo sonreír a Madara justo antes de que volviera  a besarle.


Cuando sintió cómo las manos de Minato le quitaban finalmente la parte de arriba de su kimono, es cuando Madara empezó a darse cuenta que su esposo no frenaría en un par de besos y pese a que le gustaban esos impulsos y arrebatos, tenía miedo de que fuera simplemente como una venganza a Sakumo.


- ¿Estás seguro de esto, Minato? – le preguntó con dudas.


- ¿Es que tú no? ¿No quieres hacerlo conmigo? – le preguntó extrañado.


- ¿Aquí? ¿Al aire libre y en este sitio? Estamos a unos cuantos metros de altura.


- ¿Es que alguien nos puede ver? – preguntó con cierta sonrisa perversa.


- No, sólo mi hermano viene por aquí y no creo que a estas horas quiera venir.


- ¿Entonces? ¿Quién va a vernos? – preguntó – Creí que te gustaba un poco de riesgo.


- Y me encanta cuando haces cosas así, que improvises.


- Lo sé – le dijo Minato atrapando nuevamente sus labios mientras desataba el cinturón para abrirle el kimono a su esposo.


Madara viendo que aquella acción iba en serio, cerró sus ojos dejándose arrastrar por sus sentimientos y empezó a desabrochar el cinturón del  pantalón de Minato. Madara metió sus manos bajo la camiseta de su esposo rozando su abdomen y subiendo hacia su pecho con lentitud memorizando cada músculo de su anatomía, quería recordar siempre el cuerpo perfecto de aquel chico rubio que le volvía loco.


Madara se deshizo de aquella molesta camiseta y metió sus dedos en la boca de su esposo mientras éste se bajaba los pantalones hasta los tobillos quedándose completamente desnudo frente a su esposo. Introdujo sus dedos en la entrada de Minato mientras ambos se besaban con pasión cerrando los ojos y dejándose llevar por la pasión del momento. Quizá no habían empezado bien, pero ninguno podía contenerse al estar junto al otro. Sakumo había quedado para Minato como un amor del pasado y pese a que le dolía su traición, se sentía demasiado querido por su esposo, sentía que aquel amor que una vez le regaló a Sakumo, se desvanecía en el aire dejando florecer aquel brote que una vez hace semanas plantó Madara en su corazón. Aquel chico de duro carácter le había enamorado. Jamás pensó enamorarse de un Uchiha.


Minato apartó la mano de Madara colocándose mejor y cogió con su mano el miembro de su esposo posicionándolo mientras él se sentaba encima introduciéndoselo. Se movió con lentitud al principio cogiendo cada vez más velocidad a medida que el placer se intensificaba hasta que finalmente, Madara se tragó el último gemido que Minato lanzó con fuerza hacia su boca llegando al clímax. El Uchiha tampoco resistió mucho más y tras un par de embestidas se corrió también mientras cogía la chaqueta de Minato para colocársela con dulzura sobre su espalda y hombros abrigándole a la vez que le recostaba sobre su pecho para que descansase unos momentos. Empezaba a hacer frío en aquellas noches, así que no tardarían en volver a casa.


 


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