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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Madara había salido con rapidez siguiendo a Sakumo hacia el lugar donde solía quedar con aquella persona que le facilitaba el veneno. Quizá allí encontrasen algo. Aún le preocupaba el otro Namikaze pero al menos seguía vivo gracias a que Sakumo apareció antes de que pudieran hacerle algo más. En el hospital de Konoha harían todo lo posible por él, de eso estaba convencido Madara, ahora quien le preocupaba era Minato.


Sabía que era un maldito cabezón y que incluso estando tan débil como estaba, era capaz de haber utilizado su última brizna de fuerza para teleportarse a su clan intentando ayudar a su familia sin sospechar que iba directo a la trampa. Madara miró a Izuna a su lado que le hacía algunas señas algo extrañas pero las entendió, su hermano no se fiaba de Sakumo y pese a que Madara había preferido callarse lo que había hecho Sakumo para evitar que le hicieran daño y perder la pista de su esposo, seguía sintiendo rabia y odio por lo que había hecho, él tampoco se fiaba del todo.


Madara le hizo una señal a su hermano apenas visible para que estuviera atento y cubriera su espalda por si acaso les conducía a una trampa. Izuna entendiendo la señal de su hermano, afirmó con la cabeza y se colocó a la espalda de Madara vigilando también al resto de ninjas que habían venido a la misión. Activó su sharingan cuando notó un poderoso chakra venir a toda velocidad tratando de alcanzar al grupo.


Ambos hermanos se miraron y Madara fue el primero en hablar rompiendo aquel tenso silencio que todos habían mantenido.


- Es Jiraiya, querrá unirse a la búsqueda. Al fin y al cabo era su maestro – comentó Madara.


En menos de cinco minutos, aquel chakra llegó hasta ellos y tal y como dijo Madara, se trataba de Jiraiya que corría ahora al lado de ambos Uchihas.


- ¿Le habéis encontrado? – preguntó.


- Aún no – comentó Madara con el sharingan activado – quizá si hubiera venido algún Hyuuga esto sería más rápido, pero nos odian, no creo que nos ayudasen.


- El hermano de Hiashi estaba un poco más atrás, me seguía para ayudar. Quizá vosotros no les deis confianza pero no tienen nada en contra de los Namikaze.


Pocos minutos después apareció finalmente Hizashi por allí resoplando. Debía haber estado bastante tiempo sin hacer misiones y Madara lo entendía, la rama secundaria muchas veces la utilizaban para proteger a la rama principal y pocas veces salían.


- No recordaba que fueseis tan rápidos – comentó intentando romper el silencio que reinaba.


- ¿Puedes ver algo? – preguntó Jiraiya preocupado.


- No, todavía no.


- Está demasiado débil para defenderse – comentó Madara tocándose el pecho donde Minato había puesto su sello – si pudiera moverse ya estaría aquí conmigo, se habría teleportado de nuevo.


- Debe de estar inconsciente – comentó Jiraiya – yo al menos no me llevaría a un Namikaze consciente y menos a uno con la facilidad de Minato para escapar.


- Si le han hecho algo los mataré a todos – dijo enfadado Madara apretando su puño.


Tanto Izuna como Madara miraron hacia Sakumo que seguía delante del equipo liderando la marcha, llevándoles a través del bosque hacia algún punto donde él creía que podrían encontrar algo.


- No me fío de él – susurró Jiraiya hacia Madara.


- Yo tampoco – le contestó – pero es el único que se ha reunido con esos desgraciados. Si él tiene la más mínima pista para encontrar a Minato la seguiré cueste lo que cueste.


El equipo llegó hasta un puente y Madara enseguida supo dónde se encontraban, la entrada a Kusagakure, la aldea entre la hierba.


- El lugar perfecto para desaparecer – susurró Madara.


Ningún ninja que no fuera de allí sabía exactamente dónde se encontraba esa villa, lo más seguro es que si entrasen allí, se perdieran antes de dar con la villa.


- Siempre quedábamos aquí, en el límite. Venían de dentro del bosque – comentó Sakumo.


Madara se acercó al puente caminando y lo cruzó pese a que su hermano le hizo una señal para que no lo hiciera. Trató de impedírselo con la voz pero a él le dio igual, continuó cruzándolo hasta que sus pies tocaron la hierba del otro lado.


- Puedo sentirle – dijo Madara hacia su hermano – está en algún lugar de este maldito bosque.


- Es el lugar perfecto para esconderle, nadie se atreve a entrar en Kusagakure por el temor a perderse – dijo Jiraiya.


- Tenemos unos cuantos sharingan y un Byakugan. Creo que sabremos regresar y si encontramos a Minato él podría teleportarnos de vuelta a casa.


- ¿De donde viene su chakra? – preguntó Jiraiya y Madara sonrió, el maestro de Minato siempre fue algo malo para detectar esas cosas.


- Del este – dijo Izuna antes de que su hermano hablase – lo tengo localizado. No parece estar lejos.


- Hay una cueva al fondo entre los árboles – comentó Hizashi activando sus ojos – puede que esté allí.


- Vayamos hacia allí. A medida que nos acerquemos sabremos si su chakra se intensifica y vamos en la dirección correcta.


Todos emprendieron el camino aunque esta vez, Madara no permitió a Sakumo ir delante. Ya les había llevado hasta allí, era suficiente. A partir de ahora los Uchiha tomaban el control de la expedición, no dejaría que un Hatake les condujera a alguna trampa.


A medida que se acercaban a la cueva, el chakra de Minato aumentaba. Sabían que se acercaban aunque Izuna colocó una cara de preocupación. Jiraiya supo por la mirada cómplice entre Izuna y Madara que estaban ocultando algo esos dos.


- ¿Qué ocurre? – preguntó.


- Minato está dentro – dijo Izuna.


- ¿Qué ocultáis? – les preguntó de nuevo mirando hacia Izuna.


- Démonos prisa.


- ¿Qué pasa? – preguntó preocupado Jiraiya agarrando del brazo a Madara con brusquedad.


- Se muere – dijo Izuna adelantándoles y Jiraiya soltó el brazo de Madara dejándole continuar.


Madara continuó corriendo hacia la cueva y entró en ella tras ordenar a algunos de sus hombres que se quedasen atrás y vigilasen a Sakumo. No quería tenerle por allí dentro. Entraron a la cueva, todo estaba a oscuras excepto el fondo. Los ojos de Madara siguieron la luz del fondo viendo aquellas antorchas formando un círculo perfecto, podía ver a Minato tirado en un charco de sangre en el suelo.


Aunque trataron de impedirle que se lanzase hacia Minato, no pudieron impedir que Madara saliera a la carrera hacia él. Todos sacaron sus armas esperando la posible trampa menos Izuna que miraba con tristeza cómo llegaba Madara hasta el cuerpo de aquel chico rubio y se arrodillaba frente a él elevándole la cabeza para apretarla contra su pecho mientras acariciaba su cabello.


- Estoy aquí – le susurró a punto de llorar.


- Puede ser una trampa – dijo Jiraiya.


- No lo es – comentó Izuna – si hubiera una trampa su sharingan lo habría visto a kilómetros de distancia. Madara es bueno, ve cosas de las que los demás no nos percatamos.


Jiraiya se acercó con lentitud hacia donde estaban ambos en el suelo. Madara no dejaba de repetirle a Minato que todo estaría bien, que se iba a recuperar pero él no respondía, estaba bañado en sangre, lleno de cortes y se veía a distancia que le habían torturado, hasta su ropa estaba desgarrada.


- ¿Lo han…? – preguntó Jiraiya sabiendo lo que ocurría a las víctimas.


- No, está bien, sólo le han torturado – dijo Madara – ni siquiera creo que se haya enterado, estaba inconsciente. El veneno que tenía ha hecho de sedante.


- ¿Por qué torturar si no puede hablar ni sentir? – preguntó Jiraiya.


- No lo hacen por información, lo hacen para descubrir quién tenía el secreto de los Namikaze. Saben que es él por eso le han dejado en paz.


- ¿Por qué le dejarían en paz? – preguntó Jiraiya – algo querrían de él.


- Lo que quieren de él lo tengo yo – dijo Madara – Dicen que torturan a los Namikaze pero les abren para descubrir si tienen algo concreto. Buscan el recipiente para el Kyuubi.


- ¿Qué? – preguntó Izuna - ¿Papá lo sabía?


- Sí. Me casó con él para que le protegiera pero creo que lo que están buscando es al Kyuubi, pensarían que lo tendría Minato.


- ¿Por qué iban a pensar eso? – preguntó Izuna.


- Porque el Kyuubi desapareció de un día a otro, creerían que lo habrían atrapado y el único capaz de contenerlo es Minato, él es su recipiente.


- No sabían que lo tenías tú bajo un contrato de invocación – dijo Izuna – lo han dejado aquí al abrirle y ver que no lo tiene – susurró Izuna.


Todos se giraron cuando vieron al médico de los Uchiha llegar agotado después de la carrera que se había pegado para alcanzarles. Traía el antídoto pero al ver a Minato desangrándose supo que daba igual el antídoto. Quizá podía quitarle el veneno pero no podía cortarle esa hemorragia, se estaba muriendo.


- Yo… lo siento – dijo el médico.


- Has hecho lo que has podido, hasta has traído el antídoto – comentó Madara aún cogiendo a Minato.


- No puedo pararle esta hemorragia, es demasiado grande y lleva ya tiempo abierta, se irá en pocos segundos.


- Salid todos – dijo Madara a los demás.


- ¿Qué vas a hacer? – preguntó su hermano.


- Voy a invocar a esa maldita bestia y voy a meterla en el contenedor.


- ¿Por qué? No hagas locuras, nadie puede controlar al cien por cien a ese bicho – le gritó.


- Por eso estoy pidiendo que os larguéis. Si arremete lo hará contra mí, me odia por haberle hecho firmar el contrato. No quiero que mate a más gente si se me descontrola. Es la única opción para salvarle ahora. El chakra del kyuubi es curativo, por no morir él mismo salvará a su contenedor.


- Estás loco – le dijo Izuna.


- Lo sé, pero no dejaré que muera aquí.


- Si metes a ese bicho en él volverán a intentar capturarle.


- No le perderé de vista, los encontraré y los mataré antes de que vuelvan a ponerle un dedo encima a Minato, pero no voy a dejar que muera aquí. Ahora lárgate – le gritó con furia haciendo que todos se marchasen hacia el exterior de la cueva corriendo.


Madara se mordió el dedo haciéndose sangre e hizo los sellos correspondientes para iniciar la invocación. La fuerza del chakra se podía sentir fuera de la cueva, todos sabían lo que estaba ocurriendo dentro pero a Madara le dio igual, sólo pensaba en salvar a Minato. Activó el sharingan concentrándose para poder dominar al Kyuubi.


La invocación salió en una nube de humo mientras Madara hacía más sellos encima del vientre de Minato para sellarlo. El Kyuubi al ver lo que intentaba Madara atacó sin consideración quedando su enorme garra a escasos centímetros de atravesar su cuerpo. Una vez dominado pese al enfado del Kyuubi, lentamente empezó a introducirse la mitad dentro de Minato.


Madara no se atrevía a meter todo ese enorme poder en el cuerpo de su esposo, ya a él le costaba controlar todo su poder, así que pensó que quizá la mitad ayudaría a salvar su vida pero no lo descontrolaría. Además si sus enemigos querían a ese bicho, tendrían que llevarse a los dos.


Agotado, Madara cayó encima del cuerpo de Minato y sus compañeros sólo entraron cuando sintieron que aquel enorme chakra desaparecía. Minato abrió los ojos lentamente sintiendo sobre su pecho el peso de su esposo. Se miró la ropa empapada en sangre y se abrió la chaqueta preocupado viendo que sus heridas ya no estaban, se habían curado.


- ¿Madara? – preguntó preocupado pero Izuna llegó enseguida separándole a Madara y abrazando a Minato - ¿Qué le pasa? ¿Por qué no se mueve? – preguntó confuso.


- Tranquilo, está cansado nada más. Está bien y tú también. Os llevaremos a casa. Ven, te ayudaré a ponerte en pie.


- Me siento… mareado – dijo Minato viendo cómo cogían a un inconsciente Madara para llevarlo de vuelta a la Villa.


 


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