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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Kazuto bajó las escaleras de su casa apoyándose contra la pared de madera. La pierna le dolía como nunca y sabía que aún sangraba. Quizá si Izuna hubiera venido unos minutos después le habría dado tiempo a curarse, ahora sólo le quedaba la opción de disimular y fingir que todo estaba bien. Lo último que le faltaba era que Izuna se enterase de todos los problemas y le viera aún como lo que era, un chico débil que no merecía el privilegio de estar con un Uchiha, quería ser fuerte como ellos, nada más.


A medida que bajaba, la figura de Izuna en la puerta empezaba a aparecer. Se enderezó como pudo y continuó bajando esta vez aguantando el dolor y apoyándose con normalidad. Le sonrió al llegar hasta él y su novio le devolvió la sonrisa.


- Había escuchado que ya habías vuelto de la misión. ¿Cómo ha ido?


- Ha ido bien – le mintió Kazuto – todo como siempre.


Izuna se quedó unos segundos en silencio observando a aquel chico que siempre llevaba esa mirada de tristeza en él. Tan sólo quería verle feliz pero sabía que Kazuto tenía algo dentro de sí mismo que le impedía serlo, aún así, Izuna seguía intentando hacerle el chico más feliz del mundo.


- ¿Quieres que vayamos a cenar por ahí? Te invito – le sonrió Izuna.


- La verdad es que estoy un poco cansado de la misión – volvió a mentirle Kazuto por el dolor de la pierna, sólo quería subir arriba y curarse.


- ¿Seguro que estás bien?


- Sí.


Izuna, al ver a Kazuto tan serio apoyándose contra el marco de la puerta, se dio cuenta de que no era el mejor momento así que decidió marcharse.


- Bueno… yo sólo  había pasado para comprobar que estabas bien y verte un rato. No te molesto más. Buenas noches, Kazuto.


Kazuto intuyó aquella reacción de su novio, siempre era muy directo y sus ojos, su rostro, cada uno de sus gestos indicaba claramente lo que pensaba, en aquel momento se había sentido como una molestia, quizá por el tono de voz que había utilizado con él o por la forma seria en que le había tratado. Aguantando el dolor y apretando su pierna con fuerza para calmarse, se apresuró a llamar a su novio antes de que desapareciera en el Kamui.


- ¿Te importaría mucho si cenamos aquí? – le preguntó Kazuto obligando a Izuna a girarse por la sorpresa – estoy cansado para salir pero… si entras… me alegrará que me acompañes cenando.


- Claro – dijo Izuna caminando hacia él y entrando en la casa.


Ambos chicos se sentaron frente a la pequeña mesa de la cocina pero cuando Kazuto se agachó para arrodillarse en el cojín, su gesto de dolor no pasó desapercibido para Izuna. Los padres de Kazuto se marcharon de allí para dejarles solos un rato.


- ¿Por qué no llevas la bandana en la frente? No es propio de ti, siempre la llevas en la frente o en el cuello pero hoy te la has puesto en la pierna. Además, estás muy pálido.


- Me clavé una astilla durante la misión – le dijo Izuna – nada serio.


- Déjame ver la herida – comentó Izuna.


- En serio que no es nada – intentó sonreír Kazuto.


- Prefiero verla.


Izuna se levantó del cojín para ir al lado de Kazuto y quitarle la bandana dejando ver la sangre que seguía saliendo. Aquello le sorprendió, no era una simple herida, tan sólo con tocarlo lo más mínimo ya estaba gritando del dolor.


- Hay que llevarte a urgencias – dijo Izuna preocupado.


- No – le gritó Kazuto – estoy bien, te lo prometo. Sólo necesito un par de puntos, nada más.


- ¿Un par de puntos? Esto necesita más de un par. Estás perdiendo mucha sangre. ¿Cuánto rato llevas con esa herida?


- No… lo sé – comentó justo antes de desmayarse.


- ¡Ey! Kazuto.


Izuna cogió a Kazuto en brazos y se alejó de la casa con un Kamui llegando a la casa del médico del clan Uchiha. La familia estaba cenando cuando vieron entrar a Izuna llevando en brazos a un desmayado Kazuto y el médico enseguida le comentó que lo metiera en el despacho y lo tumbara en la camilla. Rasgó el pantalón a la altura del muslo y le comprobó la herida.


- Ha perdido mucha sangre pero estará bien – le confirmó el médico – le coseré la herida y sólo tendrá que descansar. La próxima vez, que venga antes de que se desmaye – le comentó el doctor.


- Me acabo de enterar – dijo Izuna – Me había dicho que sólo era una astilla que se clavó.


- ¿Ves esta parte de piel rojiza? – le preguntó el médico señalándole la parte de atrás del muslo.


- Sí.


- Eso es una quemadura, seguramente por algún sello explosivo pero es extraño.


- ¿Por qué? – preguntó Izuna.


- Si estaba corriendo y se clavó la astilla de espaldas, ¿cómo puede tener la quemadura delante? – preguntó el médico.


- Sí que es raro. Si estuviera huyendo tendría la quemadura detrás igual que la astilla y si hubiera atacado, tendría la astilla delante.


- Creo que la explosión le pilló por sorpresa – comentó el médico – iba de frente a la explosión y al escapar, la astilla se clavó detrás. ¿Por qué atacar tan de frente a un enemigo y luego darle la espalda? Nadie daría la espalda a un enemigo.


- Quizá no se la daba a un enemigo – comentó Izuna preocupado.


- Eso me preocupa aún más – comentó el médico Uchiha.


- Supongo que tendré que preguntarle qué ha ocurrido cuando despierte, si es que quiere contármelo.


- ¿Estáis bien? – preguntó el médico.


- Más o menos. A veces siento que todo es perfecto y otras… que me oculta cosas y no sé si es porque no confía en mí o porque quiere mantenerme al margen, quizá sólo se avergüenza por lo que ocurrió en el pasado.


- Es duro superar que te traicionaron, es muy difícil recuperar la confianza en la gente después de lo que ocurrió en el clan Namikaze, todos están demasiado alerta, incluso Minato sigue sospechando que aún puedan haber traidores, no termina de fiarse.


- Lo sé y tengo paciencia pero… me gustaría que me contase lo que le pasa por su mente.


- Dale tiempo, Izuna. Estoy seguro de que este chico te quiere, sólo ha pasado por un mal momento, ha visto morir a sus compañeros frente a él, estuvo saliendo con un hombre que le traicionaba y que pensaba venderlo a los asesinos de su clan, siente que traicionó a su amigo… dale tiempo para que todo se calme.


-  Sí, lo sé, pero es difícil mantener una relación así.


- Todos los Namikaze lo son – sonrió el médico – acuérdate de los quebraderos de cabeza que Minato le trajo a tu hermano Madara.


Izuna sonrió finalmente al acordarse de aquello, la verdad es que Minato había sido el único capaz de sacar de los nervios a Madara, hasta se atrevió a llamarle asesino y su matrimonio no había sido precisamente un camino de rosas. Ahora cuando los miraba, sabía que se amaban aunque Minato seguía igual de rebelde que siempre. Miró hacia Kazuto recostado en la camilla y se entristeció de nuevo.


- ¿Puedo quedarme esta noche con él? – preguntó Izuna viendo cómo el médico cosía la herida.


- Sí, claro. Te traeré unas mantas.


- Gracias.


Izuna se quedó toda la noche sentado en aquella silla observando dormir a Kazuto. Al menos empezaba a recuperar lentamente el color tras haberle cosido la herida. El médico entró un par de veces a comprobar su estado y a darle algún medicamento. De madrugada, Izuna se percató que Kazuto se movía y se acurrucaba tratando de resguardarse del frío, así que cogió una de las mantas y se la pasó por encima abrigándole. En aquel momento, Kazuto abrió los ojos sintiendo cómo alguien acariciaba su flequillo y su frente con dulzura encontrándose con los ojos de Izuna y aquella sonrisa.


- ¿Dónde estoy? – preguntó Kazuto sin moverse.


- A salvo – le dijo Izuna sin dejar de acariciarle – Sabes que te quiero, ¿verdad?


Kazuto se sonrojó al darse cuenta de que, pese a que su chico sonreía, su voz sonaba seria y con convicción. Kazuto sonrió también en aquel momento acariciando la mejilla de Izuna.


- Lo sé.


- ¿Qué ocurrió en aquella misión?


- ¿Podemos no hablar de eso?


- ¿Está ocurriendo algo?


- Nada de lo que debas preocuparte. En serio, sólo fue un accidente en la misión, nada más.


- Vale – le dijo Izuna sin motivos para desconfiar aunque seguía sin estar tranquilo.


Izuna acercó su rostro al de Kazuto y depositó un suave beso en ellos antes de coger la manta y subirla un poco más para abrigarle mejor.


- Descansa, yo estaré aquí cuidando tu sueño – le sonrió Izuna siendo correspondido por Kazuto.


A la mañana siguiente, desayunaron juntos y tras darle Kazuto las gracias al médico, se marchó hacia el edificio de los ANBU. Hoy le tocaba trabajar de nuevo pese a no tener ninguna gana de ir. Al entrar, toda la sala se llenó inmediatamente de rumores, sonrisas, cotilleos y miradas en su dirección. Debería estar acostumbrado pero era imposible, seguía sentando igual de mal que la primera vez, seguía sintiéndose acosado por todos aquellos ninjas que le miraban con desprecio, jamás podría acostumbrarse a esa sensación de soledad en el trabajo, a esa sensación de inseguridad.


Uno de sus compañeros que le había atacado la tarde anterior trató de acercarse a él, pero Ibiki fue más rápido llamándole a su despacho, así que todo movimiento en la sala cesó de golpe aunque las miradas sobre él continuaban. Se acercó hacia Ibiki y éste le dejó pasar en su oficina cerrando la puerta tras él.


- Kazuto, creo que ya conoces a Itachi Uchiha – le dijo señalando hacia un joven de unos diez años que estaba allí frente a ellos con la máscara ANBU.


- Sí – dijo Kazuto sorprendido.


- Quiero que vaya contigo esta semana. Acaba de entrar al cuerpo ANBU y ya que os conocéis mejor prefiero que vaya con alguien conocido esta semana y aprenda de ti.


- Sí, claro – dijo Kazuto al final mirando la sonrisa de Itachi que se quitaba la máscara en aquel momento.


- Entonces está decidido, Itachi se unirá a vuestro equipo por el momento hasta que pueda liderar su propio equipo.


Ibiki salió del despacho para dar las órdenes al resto de equipos dejándoles a ellos dos solos para que hablasen antes de ponerse manos a la obra.


- No te ha sorprendido mucho.


- ¿Por qué tendría que sorprenderme? – preguntó Kazuto con una sonrisa.


- Nadie entra tan joven en el escuadrón ANBU, creí que todos se sorprenderían.


- Es posible que la gente se sorprenda cuando te vea – comentó Kazuto – pero yo he visto lo que un Uchiha es capaz de hacer, no dudaba ni un segundo en que eras bueno, además dicen que eres el genio de los Uchiha. Me alegro que estés por aquí.


- ¿No te sienta mal que esté por tu equipo?


- Para nada – le comentó – aunque realmente no tengo mucho que enseñarte, a medida que se hacen misiones vas aprendiendo por ti mismo. Seguramente serás mejor que yo – le sonrió y el mismo Itachi sonrió también.


- Me han dicho que eres un buen profesor. Supongo que podré comprobarlo.


- Sólo enseñé a un par de chicos Namikazes cuando era más joven, nada importante, no me dedico a la enseñanza – comentó Kazuto sonriendo aún más y rascándose la cabeza – venga, salgamos de aquí, el equipo nos espera.


Al salir del despacho, Itachi observó atónito todo a su alrededor, podía escuchar los murmullos y pensaba que eran por él, por lo joven que era pero al agudizar más su oído, supo que se equivocaba por completo, a nadie le sorprendía verle allí, lo que les sorprendían es que hubieran elegido a Kazuto como profesor o guía de un Uchiha. Afiló su mirada y comprendió que allí, entre aquellas paredes, estaba ocurriendo algo mucho más siniestro de lo que pensaba. Miró a Kazuto agachar la cabeza mirando al suelo mientras seguía caminando hacia la salida. Nada de lo que ocurría allí le gustaba ni un poco a Itachi pero no dijo nada, simplemente se limitó a seguir a su profesor.


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