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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Itachi se asomó tras uno de los gruesos troncos de los arces del clan Uchiha. Observó a su tío marcharse alterado y aunque le habría gustado preguntarle dónde iba o qué tenía pensado hacer, creía tener la respuesta a eso sin necesidad de preguntarle. Apoyó su espalda contra el árbol un momento, sintiéndose culpable por las verdades que él sabía y el modo en que las estaba ocultando. Sabía que tenía que contarle las cosas que ocurrían en ese edificio a su tío, pero Kazuto casi le había suplicado que le dejase a él arreglar las cosas, no sabía qué hacer. ¿A quién traicionar? ¿A Kazuto, preso de su baja autoestima o a su tío que trataba de ayudar sin saber qué estaba ocurriendo?


Respiró unos segundos, cogiendo el aire profundamente y soltándolo con suavidad antes de apartarse del árbol para ir a ver a un afectado Kazuto que trataba sin éxito de borrar todo rastro de sus lágrimas. Itachi se acercó a él colocándose delante sin agacharse, esperando a que Kazuto terminase de restregar la manga de su camiseta por sus ojos tratando de secarlos.


Itachi fue a decir algo cuando un Ninja de Élite se personificó frente a ellos trayendo una carta. Aunque se la estaba ofreciendo a Kazuto, éste la miró sin saber qué hacer, finalmente fue Itachi quien la cogió como miembro del equipo. El ninja desapareció en una nube de humo en cuanto la carta se soltó de sus dedos.


- ¿Qué es? – preguntó Itachi intrigado mirando la carta.


- La misión que buscabas – comentó Kazuto – vayamos al edificio.


- No estás para hacer una misión y menos con Sakumo por el escuadrón.


- No queda más remedio. Sé que tu tío lo arreglará, pero hoy no me queda más remedio que aguantarle en el equipo. Esperemos que lo aparten del escuadrón después de hoy.


- Ve a cambiarte a casa y nos vemos en el edificio ANBU – comentó Itachi.


- De acuerdo.


Kazuto no entendía muy bien lo que estaba pasando por la cabeza de Itachi Uchiha, él siempre era un gran enigma para todos, era el genio Uchiha. Era cierto que el rubio quería pasar por casa y lavarse al menos el rostro, no quería ir a la base ANBU y que descubrieran aquellos buitres que tenía por compañeros que había llorado, que seguía siendo ese chiquillo débil que había fingido frente a ellos durante tantos meses ser fuerte.


En cuanto Kazuto se marchó hacia su casa, Itachi se dirigió sin demora hacia la base ANBU. Aún tuvo tiempo de ver a su tío salir de allí notablemente enfadado pero no se interpuso en su camino, le dejó marchar. Sabía que había ido a hablar con Tobirama, era el jefe del escuadrón, era quien los había formado, eran sus Ninjas de Élite. Pese a saber eso, él no tenía ni edad, ni nada que decirle a Tobirama, demasiado poder para un chiquillo de ocho años, sin embargo, sí había alguien a quién podía encarar, sí había una persona con la que iba a hablar allí dentro.


Entró por el edificio más decidido que nunca, era la primera vez que su mirada cambiaba a una más dura y fría. Estaba cansado de toda esa farsa, de las mentiras de los compañeros, de las argucias y las trampas que tejían a la espalda de todo el escuadrón.


Los ninjas al ver aquella mirada en el rostro de Itachi, simplemente se apartaron, se alejaron del lugar dejándole pasar mientras aquel pequeño Uchiha buscaba a alguien activando su sharingan. Hacía poco tiempo que había conseguido activar aquellos ojos, apenas unos meses pero ahí estaba, poca gente lo sabía pero hoy lo sabrían todos, él era el más joven de los Uchiha en activar aquella habilidad.


Sakumo apareció ante sus inescrutables ojos. Giró el rostro en cuanto lo tuvo localizado y apartando a uno de los ninjas empujándolo levemente, caminó hacia Sakumo Hatake. El que siempre fue el ninja más respetable de la villa, el que más ninjas había salvado y que había traicionado a todo un clan, al clan Namikaze.


Elevó su mano hasta coger el chaleco verde de Sakumo y arrastrarle tras él hacia los aseos de la base. Ni siquiera se molestó en tener paciencia o calma, cerró la puerta tras él y empujó la espalda de Sakumo contra los azulejos de la pared.


- Estás enfadado, eso lo entiendo – comentó Sakumo.


- No es enfado lo que siento en este momento – le confirmó Itachi – es lástima. Fuiste el gran ninja de la villa y lo tiraste por la borda, preferiste traicionar a todo un clan, a tu hijo. Kakashi ni siquiera puede verte después de lo que hiciste. Ahora estás aquí, libre y en el mismo escuadrón que yo.


- No elegí estar aquí. He venido a ayudar. Necesitaba redimir mi error y voy a ayudar a encontrar al antiguo alumno del Hokage, encontraré a Orochimaru para vosotros.


- Muy bonitas palabras, pero hazlo lejos de mi escuadrón, hazlo bien lejos de Sakumo.


- ¿Me amenazas?


- Te advierto más bien. ¿Recuerdas la última vez que estuviste con Kazuto? Le traicionaste y le vendiste, le entregaste en bandeja de plata a Orochimaru y sus secuaces haciéndoles creer que él era el genio Namikaze, les diste a un chiquillo inocente, le destrozaste la vida. Ahora sólo te aviso, ese chiquillo ya no está solo, todo el clan Uchiha estará detrás si le ocurre algo y no seremos tan considerados contigo como la última vez. Si te atreves a traicionarle, si te atreves a hacerle algo, te aseguro que no sólo yo, sino todo el clan irá a por ti.


- No he venido aquí por Kazuto, no contra él, más bien estoy aquí para encontrar al culpable de todo lo que ocurrió. No puedo hacer más para intentar mitigar el daño y el dolor que le causé.


- No vengas con palabras bonitas, no puedes hacer nada para mitigar su dolor, ya está hecho. No puedes arrugar una hoja de papel y luego querer dejarla como estaba de lisa, siempre quedan esas marcas, esas marcas quedaron en él, no puedes quitarlas, nadie puede. Tu presencia le hace daño.


- No puedo evitarlo – dijo Sakumo – puedes pegarme si te sientes mejor, puedes hacer lo que quieras conmigo pero no puedo salir de su equipo ni de su escuadrón si no lo aprueba Tobirama. Yo no quería estar en el mismo equipo que Kazuto. ¿Crees que soy idiota? Esperaba que me colocasen bien lejos de él pero aquí está ocurriendo algo y tú lo sabes, los rumores no hablan nada bien de Kazuto y no creo que él se los haya ganado. Alguien está jugando por detrás y creando rumores… y no creo que vayan a por él, van a por vosotros – susurró Sakumo con una leve sonrisa – a alguien no le gustan mucho los Uchiha y el novio de tu tío, está en medio, es el eslabón más débil para hacerle daño a Izuna.


Itachi no terminaba de entender lo que ocurría, aún era pequeño para comprender la inmensidad de aquella situación, para poder mínimamente ser capaz de seguir las insinuaciones de aquel hombre, pero una cosa tenía clara con sus palabras, no iban tras Kazuto, iban tras los Uchiha y el Hokage era demasiado fuerte ahora con su nuevo cargo como para poder atacarle, por eso habían elegido a Kazuto. Había algún secreto escondido en aquel cuerpo de élite, algo grande que no podía ver ni siquiera con su sharingan.


Soltó a Sakumo dejándole finalmente libre y le observó mientras éste se frotaba el cuello con delicadeza. Tampoco le dijo nada a Itachi, no era aconsejable meterse con un Uchiha.


- Ten los ojos bien abiertos, Itachi – le susurró antes de marcharse – aquí está ocurriendo algo, no sé qué es, pero no será nada bueno. Aunque no me creas… yo tampoco quiero que le pase nada a Kazuto.


Itachi salió de allí enfadado pero no podía discutirle más, por el momento no había hecho nada en contra de Kazuto y por mucho que quisiera hacerle pagar el daño que le hizo con anterioridad, ya había pagado parte de esa culpa en la prisión de Konoha. Quizá no había estado todo el tiempo que se le había asignado pero estaba seguro que en eso algo tenía que ver el escuadrón ANBU. Estaban tramando algo, los altos cargos estaban planeando algo y como decía Sakumo… los ojos estaban puestos en los Uchiha y en Kazuto, porque le gustase o no, ellos y su clan habían puesto a esos chicos rubios en medio de su problema.


Izuna y Madara tenían razón en algo, mucha gente odiaba a los Uchiha, no confiaban en ellos y juntarse con esos pobres chicos les había puesto en el blanco de mira de los insultos y del odio de los aldeanos. Nadie sería tan estúpido como para meterse con un Uchiha, pero ellos eran Namikazes, se creían con el poder de juzgarles, les creían débiles y mediocres, pensaban que podían pasar por encima de ellos y él no iba a permitir que siguiera ese abuso hacia Kazuto. El clan Uchiha había puesto en medio del flanco de toda disputa a esos dos chicos, pero nadie se metería con el Hokage, eso había dejado a Kazuto muy solo aguantando la burla de los compañeros.


Al salir Itachi del aseo, todos los ninjas allí reunidos giraron la mirada evitando cruzarla con él, pero Itachi sabía muy bien que habían tratado de cotillear, seguramente sin mucho éxito. Intentó no prestarles atención y en cuanto sus ojos se fijaron en Kazuto que entraba en aquel momento por la puerta principal, caminó hacia él con decisión. Le habían asignado como su maestro y llevaba un par de días entrenando con él, a nadie le sorprendía que fueran juntos.


Los líderes salieron al balcón superior para dar la misión. Itachi observó a todos los ninjas en completo silencio escuchando la información sobre la misión. Debían ir a acabar con unos ninjas que estaban invadiendo las tierras cercanas a la villa, unos ninjas que asaltaban las caravanas de recursos y provisiones, que robaban a los mercaderes. Todos los escuadrones se pusieron en marcha aunque Kazuto se adelantó para evitar ver a Sakumo a su espalda, le tocaba hacer la misión con él.


Ni para Itachi ni para Sakumo pasaban desapercibidas las sonrisas de los compañeros de escuadrón, ni los susurros, ni las miradas que lanzaban hacia el Namikaze. Itachi cada vez estaba más de acuerdo con las palabras de Sakumo, algo estaba acechando desde las sombras a todo el escuadrón, había algo que los líderes ocultaban y Kazuto debía estar metido en el medio, algo que tenía que ver con él y que no podían descifrar con el poco tiempo que llevaban en la organización.


- Kazuto – gritó Itachi de golpe.


Kazuto se giró al escuchar el silbido de un kunai aproximándose hacia él pero cuando sus dedos estaban tocando el kunai de su cintura para lanzarlo y teleportarse, alguien le apartó de la trayectoria, viendo a Itachi meterse en medio y bloqueando el kunai con uno de los suyos.


Se quedó unos segundos estático, sentado en la rama del árbol apoyando su espalda contra el pecho de Sakumo, la persona que le había apartado de aquel ataque. Sakumo miró a Itachi, con el sharingan encendido y entendió cómo un chiquillo de apenas ocho años estaba allí, era rápido, tenía buenas reacciones y no le importaba meterse en medio de un ataque para defender lo que a él le importaba. Sería un gran ninja cuando creciera, de eso estaba seguro.


Sakumo sintió que alguien le levantaba del suelo y le empujaba tirándole del árbol. No entendió lo que ocurría ni por qué reaccionaba así Kazuto hasta que vio la bola de fuego explotar. Habían caído en un lugar rodeado de sellos explosivos. Aunque gritó el nombre de Kazuto, se alivió al ver el kunai a su lado y al chico aparecer a su lado algo magullado pero sano. Había aprendido bien de sus entrenamientos con Minato, al fin y al cabo, seguía siendo un Namikaze, la velocidad era algo propio de ellos.


Ni siquiera les dio tiempo a reaccionar cuando Kazuto ya había desaparecido de su vista deteniendo a tres de los ninjas enemigos que les había atacado. Itachi sonrió, su maestro era bueno, lo había visto en los entrenamientos, pero verle en batalla real era aún mejor. Quería aprender esa velocidad, quería ser tan rápido como él, sentía que tenía cosas que aprender todavía y ese chico podía enseñarle. Estaba absorto pensando en eso que no pudo sentir la explosión a su espalda.


Cayo irremediablemente al suelo sintiendo un gran peso sobre él. Cuando abrió los ojos, el resto del escuadrón estaba deteniendo a los ninjas que quedaban pero seguía sintiendo ese peso encima de él. Se movió sin mucho éxito de poder apartar lo que le estaba aprisionando hasta que escuchó a Sakumo venir con rapidez hacia él apartando algo de encima suyo, apartando a Kazuto que se había puesto en medio entre la explosión y él. Miró el cuerpo inconsciente de Kazuto, aquel chaleco destrozado por la explosión, las quemaduras a su espalda y una lágrima resbaló por su mejilla sin poder ocultar la preocupación. Si había muerto por su culpa no se lo perdonaría, no sabría cómo mirar a su tío a la cara.


- Kazuto – gritó Itachi apartando a Sakumo de mala forma para cogerle él entre sus brazos, apretando el rostro de Kazuto contra su pecho.


- Necesita un médico urgentemente, Itachi. Suéltale, voy a llevarle al hospital, soy el más rápido aquí – le aclaró Sakumo.


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