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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Aviso: para cuando acabe el fic "Modelo solitario" empezaré a publicar éste día sí y día no en vez de una vez por semana. Un saludo a todos.

Sakumo Hatake fue el primero en llegar aquella mañana al clan tras haberse enterado del altercado que tuvieron en la noche. Acababa de llegar de una importante misión que le había llevado unas semanas fuera de la villa y tras ver a su hijo Kakashi de diez años de edad, se había ido corriendo al clan Namikaze a ver cómo se encontraba su mejor amigo y por supuesto… su hijo.


Allí se enteró del otro chico que había fallecido y de cómo Minato trató de evitar que se llevasen el cuerpo sin éxito. Por suerte Minato había regresado sano y salvo, algo que a Hatake le complacía. Le habían intentando localizar el líder de su clan para informarle de la última reunión, el asunto era el compromiso del Namikaze y le preguntaban si él estaría dispuesto a casarse con Minato para unir fuerzas ambos clanes y luchar contra esa amenaza. Por supuesto contestó enseguida que él haría siempre todo lo posible por su mejor amigo y por su propio clan, si el clan Hatake creía que era el mejor candidato, con gusto tomaría en matrimonio al genio Namikaze.


Llegó con toda la velocidad que pudo alcanzar hasta el hospital del clan Namikaze y allí los enfermeros, reconocieron al “Colmillo blanco de Konoha”. Preguntó por Minato pero le dijeron que a primera hora su padre se lo había llevado a casa para que descansase, estaba un poco aturdido por el suceso y no había querido hablar con nadie, su cabeza no le dejaba recordar con claridad, lo habían achacado a alguna clase de ilusión o manipulación. Los chicos jóvenes eran muy vulnerables a esas técnicas debido a su inocencia.


Sakumo Hatake conocía a Minato desde que nació y enseguida supo que ese chico sería especial. Tenía una gran bondad y era un magnífico estratega, hasta a él le costó no caer en los encantos del chico y pese a que su padre era su mejor amigo… reconocía que ese chico conseguía excitarle con su dulzura y su inocencia, era un buen ninja y una mejor persona, siempre veía las cualidades buenas de la gente y luchaba por lo que creía, era un idealista y le encantaba esa vitalidad. Ese chico se había colado muy dentro de su corazón y más cuando perdió a su esposa hace años.


¿Cuánto tiempo hacía que él había perdido aquella inocencia propia de los adolescentes? Ésa en la que se enamoraban con una dulce palabra, aquella que les hacía creer en una persona hasta quedarse ciegos por completo y no ver los errores, sólo lo bueno, así le miraba Minato, cuando le miraba, Hatake sentía que era su ídolo, podía sentir el respeto y la admiración que Minato le regalaba en cada sonrisa. Si alguien hacía daño a ese chico… él mismo se ocuparía de destrozarle.


Corrió de tejado en tejado hasta llegar a la puerta de la casa de su mejor amigo, todo estaba en silencio y caminó hasta la puerta llamando a ella. Le abrió su esposa, de largo cabello rubio típico de los Namikaze y ojos azules. Ella se alegró de verle y le pidió que entrase, avisaría a su esposo enseguida para atenderle. Con su sutil caminar se marchó por uno de los pasillos y volvió indicándole que su esposo le recibiría en la sala común. Al entrar allí estaba su viejo amigo con una tetera humeante frente a él y dos vasos del mejor barro de la ciudad. Su esposa entró a servir el té y se marchó sin decir nada.


- Qué alegría verte por aquí, Sakumo. ¿Qué tal ha ido tu misión?


- Mi misión perfecta – exclamó Sakumo - ¿Cómo está su hijo?


- Descansando, no se encontraba bien aún y he preferido que durmiera.


- Hace bien, necesitará descansar después del suceso.


- No sé qué habría hecho si llego a perderle.


- Minato es un chico fuerte, no le ocurrirá nada.


- Te lo debo a ti – dijo el Namikaze – tú le enseñaste gran parte de su velocidad.


- Sólo una parte. Tiene un don natural para la velocidad, la heredó de los Namikaze, es todo un lujo verle correr y luchar, se mueve muy bien, muy veloz y tiene sus propias técnicas y sellados. Yo sólo le indiqué cómo sacar su potencial, él ha conseguido superarme, es sin duda el más rápido de Konoha, el doble o incluso el triple de lo que yo jamás seré.


- ¿Cómo pudo enfrentarse a esos… asesinos sin pedir ayuda? Podía haberle ocurrido cualquier cosa.


- Es un buen chico y un mejor ninja.


- Nunca ha estado en combates reales.


- No le hace falta, ha combatido contra media villa, le entrenamos bien y es muy paciente, sabe esperar a que su enemigo se confíe y baje la guardia, siempre ha tenido esa habilidad de hacer creer que lo tienen atrapado para luego escaparse con una gran velocidad y derribar a su enemigo, es un gran estratega, el mejor seguramente.


- Es joven – dijo su padre.


- Lo es, pero mejorará con el tiempo y con un buen maestro. Él no es de los chicos que dejarían vendido a su clan, pensó que podía arreglar el problema y lo intentó, él siempre ha sido así, haría lo que fuera por salvar a su clan.


- Eso es lo que más miedo me da de él. Que es capaz de sacrificarse por gente que incluso no conozca, no quiero perder a mi hijo.


- Es un ninja, se hizo un ninja y sólo quiere ayudar a su clan que muere en silencio. Debes dejarle ser tal y como es.


- Tienes toda la razón, Sakumo.


Ambos se tomaron el té y hablaron de los sucesos, de la reunión y del matrimonio de Minato Namikaze, todo apuntaba a que Sakumo Hatake sería su pretendiente y el padre de Minato deseaba saber si realmente su amigo estaba conforme con esa decisión puesto que había visto a ese chico crecer, casi era como su hijo y podría no sentarle bien. Sakumo sólo respondió que haría lo que fuera por ambos clanes y si esa era la decisión final, acataría las órdenes y convertiría a Minato en su esposo. El que una vez fue su alumno… pasaría a su cama. Ahora era Jiraiya quien llevaba el entrenamiento de aquel chico rubio.


Hatake se despidió con una cordial reverencia aunque indicó que conocía la salida, por lo que podía ir él solo, no hacía falta que le acompañasen. Se despidió de la familia y salió por el pasillo en dirección a la salida cuando giró un segundo su vista atrás hacia el pasillo que conducía a las escaleras y a las habitaciones, allí se encontró a Minato cabizbajo y con la espalda apoyada contra la pared.


- Minato – le llamó Sakumo y Minato alzó la vista mirándole sonrojado.


- Lo siento – le dijo entristecido y Sakumo comprobando que no había nadie por allí se acercó a Minato con rapidez empujándole aún más contra la pared  mientras unía sus labios a los del chico.


- No te disculpes, lo hiciste bien.


- No recuerdo qué ocurrió. ¿Por qué no puedo acordarme? – preguntó extrañado.


- No te preocupes, te acordarás tarde o temprano. Lo importante es que estás vivo.


Ambos sabían lo peligrosa que había sido su relación, siempre a escondidas, siempre ocultos… el padre de Minato no entendería jamás cómo su hijo podría haberse enamorado del que fue su primer profesor, del que era su mejor amigo y que le sacaba veinte años de diferencia, casi podría ser su padre, pero Minato no podía verlo, fue su primer amor, ése tan fuerte e inocente por el que luchas a ciegas. Minato nunca había estado con nadie más que no fuera Sakumo y aunque su relación únicamente se basaba en algunos besos inocentes, él sabía que le quería y si tenían razón y su matrimonio fuera con él, estaría encantando de ser finalmente suyo tras tantos años deseándolo.


- Dicen… que eres un firme candidato a casarte conmigo.


- Sí – dijo Sakumo sonriendo – siento si soy demasiado mayor para ti.


- No… eres perfecto. Lo único que lamento es que tenga que ser en estas circunstancias y os complique a los Hatake las cosas por esta alianza con nosotros.


- Has sido un gran alumno, Minato.


- ¿Sólo un gran alumno? – preguntó sonriendo con cierto sonrojo.


- Me gustaría tenerte como esposo si tú me lo permites. No te defraudaré y sé que tú tampoco lo harás. Serás el esposo perfecto, estoy seguro.


- Yo… nunca he tenido una relación sentimental con nadie excepto contigo pero sé que estoy enamorado de ti, puedo sentirlo.


- Me alegra escuchar eso. Demos un paseo si puedes y así puedes intentar recordar lo sucedido. Yo no dejaría que nada malo te pasase.


- Vale.


Minato salió caminando tras Sakumo y dieron una vuelta por el clan Namikaze hasta llegar al parque. Sakumo viendo lo débil que aún se encontraba aquel chico rubio decidió que era mejor sentarse.


- ¿Te acuerdas de algo? Aunque sea mínimo.


- No, lo siento. ¿Quién crees que podría ser?


- Ni idea, por poder podría ser cualquiera. Tranquilo, Minato, arreglaremos todo. Ya lo verás.


La gente del clan Namikaze observaba cómo Sakumo se arrodillaba frente a Minato sonriéndole con dulzura. La noticia que Sakumo podría ser el pretendiente al matrimonio del genio había corrido como la pólvora por toda la villa. Muchas mujeres se lamentaban de perder la oportunidad de casarse con él, algunos hombres incluso pero todos sabían que lo hacía por ayudar al clan, necesitaban esa alianza.


Alguien más los observaba desde la cima de la torre del clan Uchiha. Izuna miraba al horizonte viendo cómo Sakumo intentaba animar a ese joven que parecía ahora mismo decaído y empezaba a pensar el motivo por el que estaba cabizbajo.


- ¿Fuiste al final a su clan? – preguntó Izuna hacia Madara que estaba tras él mirando la misma escena que su hermano.


- Tuve que hacerlo.


- ¿Por qué? – preguntó Izuna pero su hermano no contestó – anoche desapareció ese chico y tú no estabas durmiendo, entré en la habitación para hablar de algo importante y no estabas.


- Salí a entrenar.


- Ya… siempre dices lo mismo. ¿Crees que se casará con Sakumo?


- Es lo más probable – comentó Madara fijándose con atención en aquellos dos y mirándose después su mano, aquella que Minato tocó la noche anterior descubriendo sus heridas.


Minato miró instintivamente hacia la torre del clan Uchiha que se levantaba tras los altos muros del clan Namikaze. Algo le hizo girarse pero ya no vio a nadie. Sentía una sensación tan extraña en su pecho cuando pensaba en los Uchiha, como si hubiera olvidado algo importante referente a ellos. Madara salió de su escondite soltando a su hermano cuando se percató que el chico ya no miraba hacia ellos.


- ¿Por qué nos escondemos? – preguntó Izuna sorprendido y algo intrigado.


- Porque no quiero que me vea.


- Fuiste tú, ¿verdad? Tú te lo llevaste.


- Quieres callarte, no quiero que me pillen.


- ¿Pero en qué diablos piensas? – preguntó enfadado Izuna - ¿Quieres poner más en evidencia al clan Uchiha? Tenemos muchos enemigos y no les gustamos a ningún clan, no intentes darles más motivos.


- Lo siento, ya te he dicho que era necesario que lo hiciera.


- Ese chiquillo puede reconocerte.


- Le borré la parte de la pelea, al menos que era yo el que estaba frente a él.


- La recuperará en cuanto te vea frente a él.


- Lo sé, por eso nos escondemos – dijo Madara sonriendo.


- Estás en un lío.


- No… ese chico no saldrá del clan, no tengo que volver a verle.


- Es el clan vecino y el puerto lo tienen ellos, créeme que si alguna vez hay que salir de misión lejos, tendrás que ir a su puerto a coger el barco. Es bastante probable que te lo encuentres y más si se casa con Sakumo, dudo que le deje en casa encerrado, lo sacará por la toda la villa.


- Ese crío es un verdadero quebradero de cabeza – exclamó Madara.


 


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