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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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El llanto de aquel chico rubio era audible por todo el pasillo del hospital pero a Izuna le dio igual. Dejó que hundiera el rostro en su pecho y simplemente se dedicó a abrazarle con fuerza demostrándole que él estaba allí y que iba a protegerle. Una silenciosa lágrima resbaló por la mejilla de Izuna, en parte estaba feliz de tenerle consigo de nuevo, de verle sano aunque le habían contado sobre las heridas que tenía y que necesitaría reposo pero por otro lado… estaba triste, todo se lo habían contado porque él ya no podía verle, sus ojos habían perdido todo rastro de luz y era incapaz de ver a su esposo. Tan sólo sentir su piel contra la suya, esos abrazos era lo único que le indicaba que Kazuto realmente estaba allí con él.


- ¿Qué te ocurre? – preguntó Kazuto apartando su rostro de la clavícula de su esposo - ¿Por qué lloras? ¿Es por mi culpa? ¿Porque no soy como antes?


- ¿Te acuerdas de cómo eras antes?


- No mucho, pero no creo que fuera esto que soy ahora.


- Un día te lo contaré pero ahora tienes que descansar.


Izuna hizo un gesto hacia Shisui para que llamase a una de las enfermeras y les avisase que ya todo estaba controlado. Una vez Kazuto estuvo más tranquilo, Izuna le convenció para que volviera a la camilla y confiase en la gente de allí, tan sólo trataban de hacer su trabajo y tratar sus heridas.


La enfermera no tardó en entrar en el cuarto. Se le notaba asustada pero aun así, traía consigo el instrumental médico. Kazuto estaba bastante tranquilo hasta que vio cómo la enfermera metía la jeringuilla en un pequeño bote y sacaba un líquido para inyectárselo. Aquello lo puso nervioso de golpe.


- ¿Qué es eso? – se alarmó Kazuto – no quiero que me inyecten nada.


- ¿Qué es? – preguntó Izuna con tranquilidad agarrando a Kazuto para que se calmase.


- Es sólo un sedante, necesita tranquilizarse para recuperarse. Tiene muchas heridas, esto le ayudará a dormir.


- No puedo dormir – dijo Kazuto como si eso fuera malo – no necesito calmarme ni tranquilizarme, estoy bien así.


- Kazuto… escúchame – susurró Izuna a su esposo – sé que has pasado por mucho y que no has podido dormir mucho estando allí encerrado, que tenías que permanecer atento y completamente en todas tus condiciones para enfrentarte a los enemigos pero… ahora estás aquí, estás a salvo conmigo. Al otro lado de esa puerta están las personas a quien más les importas, tus padres, tu clan, tu mejor amigo, todo mi clan y mi familia, estaré yo, créeme, te protegeremos, nadie de los que entren aquí te hará daño. Ahora necesitas descansar. Es sólo una inyección, un tranquilizante para que puedas dormir, para que puedas recuperarte. Cree en mí.


- Vale – acabó susurrando Kazuto tranquilizándose del todo.


Izuna le hizo un gesto con la cabeza a la asustada enfermera. Se acercó hacia el paciente y le inyectó con cuidado la sustancia indicándole con suavidad que se tumbase y simplemente, se relajase. Izuna se quedó allí hasta que Kazuto se durmió completamente. No quiso separarse de su lado.


 


Por primera vez en mucho tiempo, Itachi finalmente sintió que podía descansar. Esos últimos meses habían sido un infierno. Todo el clan había estado años buscando a Kazuto, negando que estuviera muerto, manteniendo la esperanza y tratando de animar a un Izuna que cada vez se hundía más en su propio llanto y en su desesperanza al ver pasar los días, las semanas y los meses sin tener noticias de Kazuto. Había sacrificado su vista a cambio de encontrar la guarida de Orochimaru y lo había conseguido, ni siquiera Itachi creía que se arrepintiera de algo así. Barrió durante años todo el bosque en busca de pruebas, activando un sharingan que debía haber descansado hasta recuperar la vista o al menos, no dañarla más, pero se negó, prefirió sacrificar sus ojos con tal de traer a Kazuto y de eso jamás se arrepentiría.


El clan hoy dormiría finalmente complacido y feliz por haber recuperado a uno de los suyos porque así sentían a Kazuto, como uno más de ese clan. Tan sólo los niños habían seguido con sus vidas ajenos a toda la tristeza y preocupación que había vivido el clan, incluido un Naruto que aunque se olía algo de lo que ocurría, no sabía exactamente lo que ocurría.


Esa mañana, Naruto no tenía que ir con su equipo a ninguna misión. Buscó a Sasuke por todo el clan, quería hablar con él, algo raro teniendo en cuenta que más que hablar se peleaban, pero quería hacerlo igualmente, preguntarle algo que para él era importante. No lo encontró.


Iba a marcharse hacia casa cuando escuchó una voz conocida, la de Itachi hablando con su mejor amigo, ése que estaba en su equipo pero que llevaba meses desaparecido o al menos, Naruto no le había visto por el clan. Sabía que Itachi había estado haciendo las misiones con un integrante menos y fingía ante sus superiores haciéndoles creer que Shisui estaba en el equipo aún. Se escondió tras uno de los árboles y escuchó su conversación.


- ¿Cómo está? -  preguntaba Itachi.


- Grave, los médicos siguen revisando sus heridas. Creo que les preocupa la cesárea con la que sacaron al niño, tienen miedo a que se le infecte la herida.


- Imagino que no se habrá despertado de buen talante.


- Casi mata a una enfermera. No es un mal chico pero… ahora mismo está demasiado confundido, no sabe quiénes son los buenos ni los malos, no diferencia quién quiere ayudarle de quién herirle y se defiende de todos. Por suerte está Izuna allí, parece que es al único al que reconoce.


- Poco a poco le haremos recordar. Siete años viviendo con el enemigo trastoca a cualquiera. Tú has pasado más tiempo con él. ¿Crees que sabe quién es el traidor?


- Si lo sabe, borró toda la información. No he pasado tanto tiempo con él como para saber si aún la tiene.


- La tiene – se escuchó a Minato a la espalda de ambos que venía con Madara – le he visitado en el hospital, tiene un sello en la mano, un sello Namikaze de ocultación. Creo que sus recuerdos están encerrados para evitar que el enemigo se hiciera con ellos. Lo que no entiendo es cómo aprendió algo así.


- Los sellos son la especialidad de los Namikaze – dijo Itachi confiado.


- Los sellos sí, pero esa técnica… los Namikaze no somos grandes mentirosos, ni solemos ocultar cosas, esa técnica no es nuestra. Nunca hemos tenido que ocultar nada, no tenemos una habilidad especial como los Hyuga o los Uchiha.


Madara, Itachi y Shisui se miraron desconfiados. Para Minato aquella mirada no pasó desapercibida en absoluto, esos tres sabían algo y no se lo estaban diciendo.


- ¿Qué ocurre? – preguntó preocupado.


- Es un secreto del clan Uchiha – desveló Madara al final – cuando un Uchiha es capturado desactivamos el sharingan, lo perdemos. Preferimos morir o vivir sin el sharingan a que caiga en manos enemigas. A veces no lo conseguimos, hay ninjas a los que no les da tiempo a desactivarlo antes de morir.


- ¿Pero? – preguntó Minato.


- Pero hay una técnica para desactivarlo temporalmente.


- Déjame adivinar… ¿Perder la memoria?


- Algo así. Si perdemos la memoria, no sabemos utilizarlo ni activarlo, el sharingan queda a salvo hasta que recordemos. Nos da tiempo a salir con vida o a que nos rescaten.


- ¿Y qué tiene que ver con Kazuto? Él no tiene el sharingan.


- Pero está casado con un Uchiha.


- Izuna se lo contaría por si acaso. Le enseñaría cómo hacerlo por si a él no le daba tiempo, que Kazuto le borrase la memoria. – sonrió Itachi sin poder creérselo.


- Y lo utilizó consigo mismo – susurró Minato – pero ha mejorado la técnica con los sellos Namikaze.


- Mirándolo por el lado bueno… ha mantenido toda la información a salvo del enemigo pero… si va con sellos Namikaze yo no sé cómo hacer que recuerde – dijo Itachi.


- Lo siento, Minato, pero yo tampoco – le comentó Madara – ese sello lo complica todo.


- Kazuto es un chico listo, habría dejado algo para que sus recuerdos volvieran.


- No sería algo de dentro de la guarida – pronunció Shisui – se habría arriesgado a que le descubrieran o desvelasen la información.


- Debe ser algo de aquí, de su entorno. Hay que pensar como él, dejó el nombre de Izuna y sus recuerdos con él por algún motivo, algo le impulsó a no esconder esa información. La necesitaba para algo pero no sé para qué. – pronunció esta vez Minato tratando de pensar en algo – de lo que estoy convencido es de que sabe quién es el traidor. El problema es cómo conseguir esa información si la ocultó.


- Es un sello de tu clan – sonrió Madara – investiguemos por allí aunque dudo que a un Uchiha nos digan algo.


- Yo me ocuparé de eso – dijo Minato.


Los ojos de Itachi se fijaron en el fondo del parque, podía sentir aquel endemoniado chakra del Kyuubi y sonrió, sólo una persona tenía ese tipo de chakra y lo conocía muy bien. Quizá para los demás hubiera pasado desapercibido porque no le esperaban, pero para Itachi, que siempre estaba atento a todo, era muy obvio que les estaba espiando.


- Yo tengo que irme ya – dijo Itachi empezando a caminar hacia Naruto – tengo algo que atender.


- De acuerdo – pronunció su tío.


Todos se despidieron de Itachi viéndole marchar. Naruto al ver cómo se acercaba hacia su tronco del árbol donde se ocultaba, se sentó y se tapó la boca junto a la nariz tratando de camuflar y que no escuchase nada, pero fue imposible, pese a cerrar los ojos como si eso fuera a ocultarle, cuando los abrió se encontró con los intimidantes ojos oscuros de Itachi.


- ¿Espiando a los adultos, Naruto? Eso no está nada bien.


- No estaba espiando, además ya no soy un niño.


- Tienes dieciséis años, eres un niño – dijo Itachi sonriendo.


- No es cierto, me he enfrentado a la prueba chunnin…


- Y no eres chunnin – sonrió Itachi.


- Pero estuve cerca, la próxima vez lo haré. No es mi culpa que aparecieran aquellos tipos de la arena y la cancelasen. Me presentaré en el siguiente.


- Vuelve a casa Naruto.


- ¿Hablabais de Kazuto? ¿Ha vuelto a casa? ¿Le habéis encontrado? – preguntó con extrema curiosidad.


- Son asuntos de mayores. Vuelve a casa, tus padres te lo contarán todo.


- Shisui se infiltró, ¿verdad?


- Naruto, he dicho que no es asunto de niños.


- Siempre dices eso pero no ves que estoy preocupado por ti.


- No tienes por qué estarlo. Estoy bien.


- Aparentas estarlo pero me evitas constantemente. ¿Por qué? ¿Qué te he hecho? Siempre que te digo que me ayudes a entrenar me revuelves el pelo y me dices “otro día”. Tampoco ayudas a Sasuke. ¿Qué ocurre?


- Un día lo entenderás todo – dijo Itachi agachándose a la altura de Naruto y revolviéndole el cabello.


Enfadado como estaba Naruto por las evasivas de Itachi, decidió que estaba harto, harto de ocultar todo lo que sentía, cansado de estar escondiendo sus sentimientos a todo el mundo. Estaba preocupado por Itachi, sabía que ocultaba algo, podía sentirlo y aunque él no quisiera reconocerlo, sabía que algo le preocupaba, algo que Naruto no sabía qué era pero que hacía que él se preocupase también por Itachi.


Decidió lanzarse pese a saber que estaba mal lo que hacía, aun así no pudo evitarlo. Sentir la respiración del mayor tan cerca de su mejilla, viendo aquellos sensuales labios aproximarse a los suyos entreabiertos, recordar las sonrisas de Itachi, el tacto de sus dedos cuando resbalaba por su cabello, todo hizo que Naruto diera un paso hacia delante y uniera sus labios a los de Itachi en un inmaduro y tímido beso que pilló por sorpresa a un Itachi que jamás bajaba la guardia.


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