Sasuke decidió no hacerle caso a ese buscapleitos rubio y después de dirigirle una mirada de hastío se dio vuelta y se fue pero descubriría que eran compañeros de curso al encontrarlo en su salón. Como siempre se sentó en uno de los últimos asientos sin ansias de entablar amistad con ningún humano. Estaba ahí para no fastidiar a su tío, no para hacer amigos. Su actitud fría e indiferente llamaba más la atención de lo que hubiera querido pero eso no le importaba.
Por el otro lado descubrió que el ojos azules era un payaso que pronto se rodeó de perdedores como él. Uno se parecía a un perro. ¡Por favor! Para tener amigos como esos más valía quedarse solo, pensaba el Uchiha.
Llegaron las elecciones de curso y sin postularse Sasuke las ganó. Los entrometidos de siempre habían optado por votarlo y como la mayoría de la curso eran ukes. El pelinegro fue al frente de la clase para ser declarado por el profe ante todos como el presidente mientras cierto rubio que se había postulado con un ¡Seré el presidente del curso, dattebayo! en sus carteles lo miraba con rabia. Tal vez por ese simple hecho el ganar se convirtió en algo agradable al fin y al cabo.
Mientras el profesor hablaba la cara de Sasuke Uchiha mostraba un gesto neutral lo que fastidiaba al rubio que en serio le había echado ganas a las elecciones.
¡Oye! ¡Al menos cambia esa cara de chupalimones!—le dijo y fue la primera vez que alguien llamó con tal sobrenombre al sobresaliente Sasuke Uchiha. Al menos en su presencia por lo que eso terminó de poner en su lista negra a Naruto y cuando le pidieron que eligiera a sus compañeros sonrió.
Elijo a Naruto Uzumaki—dijo y el mencionado impresionado se quedó con la boca abierta y le sonrió antes de disculparse con la mano en la nuca.
¡Lo siento Uchiha! Yo solo bromeaba. ¡Sabes, dattebayo!—le dijo el ojos azules creyendo que el otro le hacía el favor de entrar a la presidencia del curso porque le apenaba ganarle sin querer y que al menos él no tenía la culpa de ganar si no se había postulado.
¡Lo sé!—dijo el pelinegro con una sonrisa torcida--¡El será el recadero!—dijo luego al profesor Asuma para pasmo del otro.
¡Oye, yo no…!—dijo el rubio entrando a cabrearse.
¿Qué? ¿Dices que ser el chico de los recados no es digno? ¿Es que te parece que solo el puesto de presidente es de preciarse?—preguntó el astuto ojinegro con fingido interés mientras le sonreía.
Era una trampa y Naruto lo captó de inmediato. Si llegaba a responder afirmativamente quedaría mal ante todos, el ojos azules lo miró por unos segundos con ojos entornados y luego respondió--¡Claro que no tengo problemas, dattebayo!—
Y es así como un día, llevando los papeles de la clase a secretaría terminaron juntos en un ascensor justo cuando hubo un corte en el suministro de luz y se vararon entre dos pisos.
Tener ahí al rubio era una molestia porque de no haber estado hubiera sido un juego de niños salir de ahí pero ahora tenía que pretender ser un humano normal. ¡Que dejades! Así pensaba el Uchiha tratando de que no se notara su cabreo mientras esperaba que los auxiliaran y emitía gritos y cuidadosos golpes desde el elevador.
De pronto sintió un sonido metálico y volteó para ver que estaba haciendo el imbécil ese, como cariñosamente lo llamaba, se lo encontró colgado del techo del elevador golpeando la puerta de emergencia que había ahí. Parecía que era más listo de lo que hubiera creído.
¿Qué haces ahí?—le preguntó por rutina.
¿Eres idiota o qué? ¡Voy a salir! ¿Vienes o te quedas a esperar damisela en peligro?—dijo con aire soberbio Naruto haciendo que la bilis del otro le suba. Naru logró zafar la puerta disimulada en el techo con un segundo golpe y luego empezó a escalar dejando atrás a un cabreado Uchiha.
¿Damisela en peligro? ¿Ese idiota se había atrevido a llamarlo así? Se preguntó mientras de un nada difícil salto llegaba hasta la puertita. Ya vería. Cuando llegó al techo el otro había empezado a escalar la pared en busca de la siguiente puerta. No era un gran trecho y en seguida el ojos negros se le puso a la par.
¿Qué haces? Con uno es suficiente—le dijo el ojos azules.
Tú no podrías—dijo el pelinegro—Vales como medio—
¿Qué?—dijo el indignado rubio—Porque supongo que tú hombresote puedes arrancarla de los goznes con una mano. ¿Si?—preguntó luego el enfurecido Naruto.
El otro lo miró con sonrisa sobradora--¿Qué? ¿No sabes nada? Las puertas de los ascensores hace décadas que no tienen goznes, imbécil—le dijo complacido consigo mismo mientras ponía las manos en las junturas de las puertas, tenía que medir su poder. En realidad de quererlo podía abrir eso con poco esfuerzo pero para un humano eso sería imposible y dada que su constitución no era precisamente hercúlea no podía hacerlo ver fácil o derivaría en sospechas y problemas.
Pero a Naruto se le ocurrió que tenía derechos sobre la puerta y forcejeó con él para lograr abrirla lo que hizo que al final ambos perdieran agarre y cayeran hacia atrás sobre el elevador.
¿Ves lo que has logrado?—se enderezó Uchiha furioso para ponerlo en su lugar—Pudimos habernos roto la cabeza—era un cabreo circunstancial por tener que fingir que la caída importaba pero al mirar a su lado donde estaba el otro comprendió que Uzumaki había sido desmayado por la caída. Chasqueó la lengua por el idiota e iba a subir y abrir esas puertas antes de que él despertara cuando entonces percibió lo que paralizaba las sensaciones de un vampiro y las atraía irremisiblemente.
Sangre.
Siguiendo su fino olfato percibió que venía de detrás de la cabeza de Naruto y aunque se resistió un poco no pudo evitar acercar su nariz a la cabeza de este y justo cuando olfateaba la esencia a ese jodido idiota se le ocurrió despertarse.
¿Uchiha? ¿Qué se supone que haces?—preguntó Uzumaki con voz sorprendida. La cara de Sasuke estaba oculta por la propia cabeza del rubio pues estaban con las cabezas pegadas pero en direcciones contrarias.
¡Piensa rápido! Se dijo el pelinegro—Estaba… escuchando a ver si respirabas—dijo y poco convencido por un cuento algo plausible se irguió hasta quedar sentado mientras el otro también se elevaba sobando su nuca.
¡Ay! Pero que golpe tan fuerte—dijo Uzumaki retirando la mano embebida en el líquido carmesí que para ese momento inundaba las fosas nasales del Uchiha dejándolo casi sin respiración. Si hasta en un momento jugueteó con la idea de que en ese lugar solitario nadie los vería y él podía devorar su sangre sin complicaciones. Y es que los vampiros no es que no reaccionaran de tal manera a su elixir era que por cuestiones de conveniencia y practicidad no lo hacían. Claro que solo la necesitaban para recuperarse pero eso no quería decir que no los atrajese. Muchos habían sucumbido al placer de arrebatarla por deseo pero habían pagado caro por su capricho despertando la ira de algunos humanos que se habían convertido en sus incesantes perseguidores. “Los cazadores”.