Los dos despertaron al mismo tiempo de ese sueño. En la habitación no había nadie más que ellos. Ambos eran conscientes de que lo sucedido en sus cabezas solo era parte de la técnica usada por Itachi. El pelicorto estaba sentado en el piso pues sus piernas no lo habían sostenido durante ese tiempo. Los dos sabían que sus mentes habían pasado por todo aquello pero no era real.
Shisui miró a Itachi, su cuerpo se sentía afiebrado, la sensación era de que quería llevar a cabo aquello que su imaginación había vivido. Despacio levantó su mirada hacia su amigo. Sus ojos se encontraron por un momento y entonces el pelilargo optó por irse. Una mano extendida lo siguió en silencio mientras un cuerpo en estado de shock permanecía del todo quieto.
La puerta resbaló hacia un lado y volvió por el riel con rapidez azotándose de manera brutal contra el marco. Eso había sido real. ¿No?
Tal vez no lo que hicieran pero en ese mundo sus intenciones estaban claras. De ninguna manera hubiera estado en los brazos del otro si este no hubiera querido. Se paró con esfuerzo dados los resultados de la técnica pero después de tomar aire con fuerza se dirigió afuera.
Estaban en la casa de la familia de él así que era probable que él permaneciera por ahí. Corrió frenético por los pasillos y alcanzó a ver una mano que deslizaba una puerta. Era él. Lo intuía. Y por eso mismo Shisui abrió la puerta.
La cara de Itachi volteó desde varios pasos de distancia, sorprendida y muy turbada. Shisui dio dos pasos adentro e intentó hablarle. Pero… ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo podría hablarle de aquello?
De pronto estaba inseguro y sorprendido de la situación en que estaban ambos--¡Ita…!—fue lo único que escapó de sus labios antes de atragantarse con las palabras que podía pronunciar.
De pronto esos labios sobre los suyos mientras era proyectado hacia atrás y el sonido de la puerta siendo cerrada. Su cuerpo entre la pared y él, sus labios y su lengua dentro de su boca. La necesidad tan grande que los agobiaba y que se sentía entre ambos.
Las manos de Shisui apretando la ropa entre los dedos. Las manos de Itachi en sus espalda para que no pudiera apartarse. Eso no estaba bien. No estaba bien para nada. Pero sus cuerpos no dejaban de expeler calor y deseo. Ambos necesitaban del otro. Los rígidos paquetes tocaban al otro haciendo notar su presencia y calentando todo pues no podían esconder lo que querían.
Itachi volteó a Shisui, desprendiendo después su chaleco y agrandando el cuello de su camiseta para desnudar su hombro comenzando a besarlo de cierta manera mientras ambos descendían sobre el tatami deslizándose por la puerta.
¡Ita-chi! La habi…--trató de indicar el pelicorto.
¡No puedo llegar!—le dijo el otro en un momento antes de volver a seducirlo con sus labios en su cuello y hombro.
Los gemidos antes pequeños ahora eran audibles junto con los jadeos.
¡Para ya!—susurró el pelilargo—Van a descubrirnos—
Shisui entonces puso su mano ante su boca buscando ahogar sus jadeos sobre la piel de esta.
El hermano del Hokage que desde su cuello pudo ver ese perfil mientras su mano encontraba bajo el pantalón el erguido miembro sintió que su cuerpo hervía al ver como mordía su mano y los gemidos ahogados que el acto propiciaba. Volteó con su mano libre al otro y arrancó esa mano de sus labios para meter en ella su lengua y ahogar así sus gritos apasionados mientras sentía como el otro liberaba al fin su semilla con un espasmo.
Ahora es mi turno—dijo el pelilargo mientras metía la mano del otro en su propio pantalón. Cuando el pelicorto sintió su erección dio un grito de placer, Itachi que sabía que no debían ser atrapados en tal acto y que estaban muy cerca del pasillo y la puerta ahogó de nuevo sus sonidos con su boca. Luego su mano bajó hacia el pantalón del otro para dedicarse a bajarlo.
Para separarse un poco y tomar algo de aire separó sus caras con la mano que masturbara al otro pero al hacerlo sintió su escencia, ambos lo hicieron. Una esencia que no habían sentido antes y a la vez si. Olía a sexo y a deseo. Ambos se rindieron ante esa verdad tan sencilla y una vez dejados los pantalones de lado y abiertos los otros, Itachi volteó al otro para ponerlo en cuatro y a él sobre su cuerpo, su mano libre le servía de apoyo mientras la otra lo masturbaba y su cuerpo rozaba esa hendidura.