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Ángel (Himno Nacional) por STEREK141618

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Notas del capitulo:

Este es el final temporal. *Capítulo Largo*

Se despierta muy exaltado, ha tenido un sueño húmedo, al igual que su miembro ahora mismo; había sido tan bueno que por un momento pensó que era real, desearía poder hacerle a Stiles todo lo que pasó en sus sueños, pero el chico está muy afectado y ahora no es tiempo para cosas como las que pasan por la cabeza del moreno, incluso se siente demasiado sucio por tan sólo considerarlo, tiene pena ajena de él mismo. 
Así que sólo ve a Stiles dormir muy profundo al parecer; es hermoso. 
Acaricia su cabello con los dedos, y los peina hacia atrás, le entretiene y le conmueve la manera en que su chico respira muy lento, y profundo, cree que en verdad lo ama, porque es verdad, su lobo lo siente en su alma, y la emoción de tenerlo con él es muy fuerte y explota tan fuerte dentro de el moreno que se lanza —lo más despacio que puede para no despertarlo— hacia Stiles sin pensarlo para volver a tenerle entre sus brazos, besar su nunca y disfrutar de su calor, además del olor. 
Derek cae muy dormido de nuevo hasta que pasa no más de media hora, el castaño abre los ojos, sólo para poner su mano sobre la de Derek, y mantenerse en silencio para disfrutar de esa magnífica, magnífica paz. 
—¿Derek? —susurra el castaño después de unos minutos que han sido suficientes para él. El moreno no lo escucha a la primera pero después de varios intentos atiende a su llamado.
—¿Pasa algo...? —pregunta Derek aún adormilado, su corazón se contrae de felicidad y acerca más la nariz a la nuca del chico de ojos whisky. 
—No pero... Quería hablar contigo —confiesa el chico con susurros. 
—De qué. —Derek eleva el tono de voz y se despierta más, se ha preocupado—. ¿Qué sientes? 
—Nada nada —se apresura el castaño—, ya te dije que sólo quería oírte. 
Derek suelta el aire contenido y se recuesta aliviado de nuevo. 
Mientras tanto con Paige, ella ha amanecido en la gran cama, pero fría y sola, quería despertar con Derek abrazándola, pero... No sabe el por qué de la puerta cerrada con seguro, además su nana no ha llegado en toda la noche, está muy preocupada y además tiene un presentimiento extraño que la inquieta. 
Se levanta, sus pisadas resuenan en las paredes de la mansión, hasta que llega a la habitación de Derek, y toca la puerta con pena, insegura, pero está decidida a que él tiene que abrir en ese mismo instante. 
Derek y Stiles comen manzanas sentados en la cama y el sonido de la puerta siendo medio golpeada hace que se alarmen un poco. 
—De seguro es Paige... —musita Derek en la oreja de Stiles. 
—Pues ve a ver —susurra el castaño dando una mordida silenciosa a la manzana. 
—¡Derek! ¡Ven a desayunar! ¿Ya te despertaste príncipe? —exclama la chica del otro lado de la puerta, parada de puntillas (por alguna razón cree que se oirá más fuerte su voz) con expresión decepcionada o algo parecido.
—Ahora mismo voy princesa —exclama Derek de dientes para afuera. Sonríe porque Stiles pone los ojos en banco—. Ahora vuelvo mi único y hermoso príncipe —susurra Derek en la boca de Stiles antes de besarlo. 
Derek sale de la habitación sin permitir que Paige de un paso adentro. Stiles puede escuchar la conversación desde ahí pero en realidad no le interesa ni un poco lo que hablan, prefiere seguir comiendo fruta proveniente de la mochila. Se levanta, estira las piernas, bosteza, estira los brazos momentos después, todo parece tan, ostentoso en la mansión de Paige, su casa a lado de la Paige ni siquiera sería una mansión. Extraña su hogar sin dudas, quiere soltar más lágrimas, sólo se lo permite por un momento corto, Derek le dice muy seguido que no llore, y pretende hacerle caso.

Pasan muchos minutos, entonces decide que recoger el cuarto, es una buena forma de matar el tiempo, cuando te vas sólo espero a que regreses. Hay mucha ropa tirada en el suelo toda húmeda, y las mochilas regadas por ahí al igual que los zapatos, ay Derek, eres un desastre. 
Stiles no sabe qué hacer con la ropa húmeda así que sólo la exparse por los muebles, de manera que no se vea tan desordenado, acomoda los zapatos y las mochilas, además de tender la cama, se toma su tiempo para poner cada sábana con suma perfección, justo cuando pone la última, la dobla con cuidado, y pone las almohadas, son seis para ser exactos. Se sienta en la cama mirando la puerta anhelante y se da cuenta que lo más interesante que ha pasado en su vida ha sido conocer a Derek Hale, además de que parecen uña y carne. De pronto, Derek entra radiante. 
—Hola —saluda al entrar por la puerta—. Paige me enseñará a andar a caballo. ¿Y mi ropa? —pregunta al notar que todo ha sido recogido, pero eres tan poco observador Derek.
—Está aún mojada secándose en los muebles —indica Stiles pensando en lo ciego que puede llegar a ser su moreno. 
—Ah sí. —Derek se sorprende—. Bueno, me la pondré así.
—Derek, te va a dar algo —advierte Stiles realmente preocupado. 
—Claro que no —responde el moreno iendo hasta la ropa húmeda. 
—Ponte ropa limpia, está en la mochila.
—Pero es que esta es mi ropa favorita. —Derek señala la ropa de los muebles—. Quiero que me veas montar a caballo con la ropa que me hace ver mejor. 
—Eres muy terco —exclama Stiles, se dirige hasta la mochila con cosas y saca un atuendo limpio—. Ponte esto, te vas a ver bien. 
—Pero con esa otra me veré mejor. —El moreno hace un medio puchero, hace que Stiles sonría. 
—Para mí te ves apuesto con todo —le confiesa Stiles poniendo la ropa contra el cuerpo de Derek para después darle un beso casto en los labios y abrazarlo. 
—Siempre eres tan... tan tú —susurra Derek correspondiendo al gesto. 
—Algo así, es lo menos que puedo hacer, digo, tú eres que el siempre se preocupa por mí.
No dicen nada, sólo se quedan ahí con la luz del sol entrando entre las cortinas espesas de terciopelo amarillo y rojo hasta la alfombra de color hueso sobre la que están de pie. 
—Vamos, date prisa, ella te espera —dice Stiles después un buen rato. 
Derek sale y Stiles atranca la puerta, no pasa mucho cuando escucha las voces de los chicos cerca, el castaño se dirige hacia las ventanas y abre muy poco las cortinas. Derek, Derek Hale mide ya uno sesenta y ocho centímetros apenas cumplidos los quince años, Stiles cree que el moreno tiene una altura promedio, lo suficiente como para poder montar un caballo grande para adultos, y es tan fuerte que no se caería tan fácilmente al ir rápido, si en algún momento le agarra el modo; además sabe que el mayor nunca ha montado un caballo o se lo habría dicho ya antes. 
Derek monta un caballo negro, hermoso y poderoso, es demasiado para él. Al principio es un poco manso, apenas y lo puede mover, al caballo le importa muy poco que Derek esté sobre él. Después de un rato Paige logra hacer que el caballo obedezca a Derek, y camina lento, dando una caminata suave. 
Stiles ya tiene en sus manos su cuaderno y su lápiz número dos, no es el mejor para hacer un dibujo pero, ya verá qué hacer; lleva semanas dibujando el perfil de su ahora novio, porque quería darle su rostro dibujado para el cumpleaños del mayor, pero bueno, no sabia cómo hacerlo, cómo continuar, cómo acabarlo. Además ahora tiene planeado dárselo para Navidad. Ha sido el secreto mejor guardado de Stiles hasta ahora, ni siquiera su diario SourWolf lo sabe. Así que viendo a Derek desde ahí con el caballo es perfecto para seguir con el boceto, por muchas razones; entre ellas y la principal, puede ver a Derek y dibujarlo sin que éste se entere y entonces se arruine la sorpresa. 
Pasan algunas horas, Derek domó al caballo en una hora y después Paige lo reto a una carrera por el campo atrás de su casa. Stiles piensa que el boceto está más que terminado ahora que ha tenido toda la comodidad y tiempo para hacerlo, no es el mejor dibujo pero, se parece bastante a Derek e incluso se sorprende de sus habilidades. No ha dibujado los ojos porque, los ojos de Derek son demasiado perfectos como para dibujarlos él sólo, así que sólo delineó las cejas. 
Quiere saber cuánto tiempo ha pasado, así que busca su reloj de bolsillo en la mochila, pero no lo encuentra, decide indagar en todos lados pero el reloj que Derek le regaló no aparece en ningún lado. Lo ha perdido. Aunque puede presentir en dónde se calló. 
Observa a Derek volver en el sendero más amplio de entre los arbustos, el sudor hace que su frente brille al igual que, todo él. Su amplia sonrisa, pero esa mirada llena de determinación, se ve que por primera vez se siente libre en toda su vida, las pisadas fuertes del caballo contra la tierra hacen que se note que va muy rápido. Y llega a la meta. Con Paige detrás de él por mucho. Ambos se ven felices, se bajan de los caballos, Paige sorprende a Derek con un beso que él corresponde. 
Son el uno para el otro, están perfectos, deben de estar juntos.
Derek regresa bastante contento de su viaje, su ropa está algo opaca debido al polvo durante la carrera, aunque la trae bastante descolocada se ve muy guapo, y así es como lo quiere recordar, con esa faz tan llena de vida; quiere llorar de sólo pensar en lo que va a hacer. 
—¿Te gustó andar en caballo? —pregunta Stiles acercándose a su novio, para que éste ponga con ternura sus brazos alrededor de su cuerpo, reconfortante gesto para Stiles y maravilloso a la vez. 
—Fue emocionante y alucinante, tú sabes, el aire, la velocidad, el poder —comenta Derek muy animado—. Algún día vamos a montar a caballo juntos, Stiles, lo prometo. 
—Sí —responde ahogándose. Y piensa en decirle: No quiero que la vuelvas besar o estallaré cual volcán.
Después no hace nada, sólo se queda ahí abrazando muy fuerte al moreno, es de esa forma tan inusual que a Derek le llama la atención, y por éso mantiene el tacto tanto como su novio quiere. 
—Perdí el reloj de bolsillo que me regalaste —confiesa bajito Stiles arrepentido.
—¡¿Lo perdiste?! —exclama Derek separando a Stiles de él. 
—Este... Pues sí. —Y los hombros le llegan hasta las orejas. 
—¡Stiles! —Derek se ve bastante decepcionado de lo que acaba de decir el pequeño de ojos whisky. 
—Lo siento, creo que se me calló cuando regresaste de la mansión de Paige para recogerme frente a la escuela —indica Stiles abriendo los brazos mientras camina hacia atrás para después agarrarse los cabellos. 
El moreno aprieta los labios.
—Iré a buscarlo, no tardaré nada —avisa y se dirige a la puerta. 
—¡Derek! —estalla de repente Stiles cuando su novio toca el picaporte.
—Mande. —Voltea a verlo sin soltar el picaporte brillante y dorado, hasta frío.
—Bésame —súplica Stiles desde el fondo de todo lo que es. 
—Perdiste el regalo, mereces un escarmiento —dice Derek en seco y gira el picaporte.
—Por favor.
Entonces el chico nacido en Bélgica con acento inglés —y cuando se requería, francés— se queda estático en la puerta, pasan los minutos, en su cabeza hay una guerra pero al final, nunca le negaría nada al nacido en Nueva York con un gran corazón —guerrero cuando necesita defenderse— de lindos ojos whisky. Derek camina raudo y sujeta el rostro de Stiles con una mano, acerca su rostro tanto a él y...
—¡Derek! —grita Paige desde el pasillo acercándose al cuarto. 
—Mierda —susurra el mayor a milímetros de la boca de Stiles—. Ve al armario, ahora —ordena y corre para saltar por la ventana. No quiere que Paige le entretenga si sale por la puerta, su prioridad ahora mismo es recuperar el reloj lo más pronto posible antes de que algún extraño lo vea en el pasto y se lo lleve.
Stiles se mete al ropero vacío y Paige entra al cuarto, no ve a nadie y se va. Stiles mete todas sus cosas en su respectiva mochila, se lleva toda la comida porque sabe que a Derek no le faltará nada a lado de Paige. Hace esto mientras unas lágrimas se juntan en sus ojos, todo es mi culpa. 
Sale muy rápido de la mansión y el mayordomo de Paige le grita:
—¿Quién eres y de dónde saliste? —interroga mientas Stiles corre escaleras abajo camino hacia la fuente cerca de la carroza, pero el chico no responde nada y empiezaa correr. 
Por fin sale de la mansión y termina en la quinta avenida con el atardecer empezando, corre tan rápido como puede, quiere llegar al bosque y llorar ahí toda la noche porque él tiene la culpa de todas las desgracias de su familia, y de las de Derek, si nunca hubiera conocido a Derek tal vez... No, si tan sólo no fuera anormal, si tan sólo no le gustarán los chicos, si tan sólo no fuera diferente, todo estaría como debe ser, Derek con Paige, él con Malia, todo estaría perfecto y serían los mejores amigos y sus novias serían mejores amigas.
Derek toma el reloj del suelo frente a la escuela, lo limpia de la tierra, ha tardado al menos cuarenta minutos en llegar hasta ahí, no ha ido corriendo, pero lo hará de regreso porque se ahorraría al menos veinte minutos. Así lo hace hasta que pasa frente a la mansión Stilinski. Los recuerdos en esa casa, las risas a la de su pequeño novio que ha crecido tanto en un año, física y psicológica, hay una diferencia entre el Stiles del verano de 1863 y el Stiles de ahora. Se queda con la mirada perdida mientras el atardecer proporciona sus últimos minutos. Suspira densamente. 
De pronto el Sheriff sale de la mansión con expresión desesperada, su ropa aún tiene sangre, y parece que no ha dormido la noche que pasó.
—¡Derek! —vocifera él mientras se acerca a una gran velocidad al joven Hale quien solo empieza a retroceder varios pasos a la vez, su mano aprieta más el reloj—. Te necesito ahora mismo, por favor —súplica mientras se deja caer al suelo de rodillas frente al joven Hale quien sólo lo mira horrorizado y confundido—. Claudia necesita verte, ahora mismo, ayúdale. 
Derek no deja que el Sheriff lo toque, sin embargo, desenfoca la vista del hombre y corre hasta la casa y de ahí a la habitación de la mujer, ella yace en la cama, aún con sangre seca en la ropa, está muriendo.
—Trae a Stiles, por favor —pide ella estirando su mano a la del chico.
La casa está tan oscura y tan vacía, la familia de Derek se ha ido. Éste sólo estira su mano muy lento, y ella la aprieta con fuerza, sus últimas fuerzas. Nunca antes lo había intentado, pero por primera vez usa las venas negras, ella parece aliviada.
Un ejército vasto había llegado a la bahía de Nueva York hace un par de días, tan silenciosos y disfrazados, habían secuestrado a la nana de Paige la noche de ayer, ahora mismo el gran cuchillo termina de pasar por el cuello de la señora, uno de los soldados reales, limpia el rojo líquido con un trapo viejo. Unos seis caminan en una calle que colinda con el que será el zoológico de Central Park —se inaugura en un par de meses— a paso firme, con sus grandes escopetas en las manos, disparando a cualquier ciudadano que pase frente a ellos, su ropa se agita por el viento que hacen los caballos de otros soldados reales que pasan a un lado de ellos. 
Derek tiene un oscuro presentimiento, parece que se han llevado la luz de todo, por un momento queda ciego, pero recupera la vista de nuevo, suelta la mano de la mujer decidido a ir por Stiles y traerlo hasta aquí. Sale a paso raudo mientras el Sheriff llora en el sillón, debería de estar realmente arrepentido, maldito estúpido. Al llegar a la calle lo único que hace es correr, correr tan rápido hasta que sus piernas se rompan, correr tan rápido hasta que sus pulmones exploten, correr tan rápido hasta que su cuerpo se deshaga, pero llegar lo antes posible. La oscuridad de la noche se ve alumbrada por el fuego, en cuanto llega al que será el próximo Central Park, hay gente corriendo de un lado a otro, sólo intentando huir, sus gritos son demasiado para Derek. Hay personas vestidas con ropas de terciopelo rojo y blanco, algunos con espadas, otros con largas escopetas, pero todos con el mismo objetivo, matar. Su presencia es tan fuerte y malvada que el moreno sólo puede quedarse hecho piedra, su nariz se llena de muchos olores como el hierro y el cobre calientes en el aire, la madera al rojo vivo y los gritos de dolor resonando en sus oídos y en las calles, las cenizas y la muerte arrancando las almas de sus cuerpos inertes. Todo ese aire de cruel salvajismo, despierta su lado más instintivo dentro su cuerpo, su cuerpo, empieza la transformación a lobo muy lento, está en sus manos, llenándose de pelos, pero cada folículo parece recrear un poder mítico en su ADN, su cuerpo poco a poco se va inundando de poder, parece ir bien, hasta que las nubes se despejan de la oscuridad, la luz de eclipse de luna inunda el mundo donde se encuentran, el poder parece dejar un vacío dentro porque ha desaparecido, esa clase de luna se lo ha llevado. Se siente desesperado, pero recuerda su misión, llevar a Stiles con su madre y ahora, también protegerlo. 
No tarda mucho en llegar hasta la quinta avenida, los caballos hercúleos pasan imponiendo el poder a sus lados, su cuerpo adolescente tropieza y cae al suelo terroso. 
Paige corre hasta una habitación, en medio de un grito y llanto incontrolable, mientras el fuego se exparse por su mansión, sus amigas las sirvientas la ayudan y se encierran todas en la habitación oscura guardando silencio. 
Derek se levanta y corre hasta la mansión, con sus instintos de humano pone atención desesperado para poder localizar al castaño que busca con toda su vida. Entra mientras se escuchan los gritos de los soldados reales intentado encontrar a Paige.
—Stiles —grita desesperado en la gran estancia de la mansión, empieza a sentirse realmente mal, ¿cómo dejó a su castaño sólo por ir a buscar un simple reloj? 
Cuando menos se lo esperan, hay unos tipos llevándose a Paige, ella grita y platalea además de llorar. Los soldados reales, la lanzan al suelo, la piedra de mármol, la recibe fría y dura en todo su blanco ser. Derek quiere ayudarla, hasta que se escucha el grito de Stiles cerca de la puerta de la mansión.
—¡Derek! —grita Paige cuando se da cuanta que está él ahí—. ¡Ayúdame!
Pero el grito de Stiles es aún más prominente que los alaridos de Paige. Sólo lo piensa un par de veces, claro, sin meditar las consecuencias. Abandona a Paige, decidido a recuperar a su castaño, cuando sale de la mansión lo ve siendo secuestrado por uno de los soldados reales, mientras lo sube en su caballo para sólo salir corriendo, Derek los persigue, un disparo explota en los oídos de Derek y los gritos de Paige sólo quedan en el recuerdo, el impactante recuerdo, de una niña a la cual le fue injustamente arrebatado el derecho de vivir. 
Derek corre, entonces ve el caballo negro al que Paige le enseñó a domar hace unas horas atrás, él lo detiene poniéndose frente a él, el animal lo reconoce y se detiene, él sube enseguida, y lo hace correr detrás del forajido que tiene a Stiles secuestrado. Se acerca justo a un lado, el soldado real no hace nada para evitar que Derek esté ahí, es solo un mocoso. 
—¡Stiles! —grita Derek extendiendo su mano (la que tiene el reloj) hacia el castaño, éste se aferra a ella, pero a pesar de todo, los caballos van tan asimétricos, sus manos se sueltan, Stiles sujeta con todas sus fuerzas el reloj de bolsillo, pero al hacerlo, su cuaderno "SourWolf" cae de su brazo, girando y dando vueltas en el aire para estrellarse contra el suelo liberando un poco de tierra hacia arriba. 
Los labios de Derek se mueven demasiado, su boca se abre tanto, y sus gestos se ven tan deformados, está gritando, con dolor:
—¡Te Amo! ¡Stiles! ¡Te salvaré! ¡Stiles! —Y no puede evitar llorar, su caballo se está quedando atrás. 
Un soldado real desnuca al sheriff, quien cae al suelo de madera de su casa, la madre de Stiles apenas termina su última oración por su hijo antes de dar el primer suspiro hacia la muerte, sus ojos se quedan abiertos mirando el universo, su boca inerte, su piel sin vida, su expresión de un cuerpo vacío, otro recipiente inservible donde habitó un alma. 
Stiles no deja de gritarle a su moreno que siempre lo amará y nunca lo va a olvidar, ya aceptó que el destino los separa aquí y que no se va a poder evitar, niega con la cabeza hacia el moreno para hacerlo recapacitar porque Derek no deja de pedirle que deje de decir estupideces, que todo se va a arreglar ahora mismo y Stiles sólo siente pena, porque su novio se ciega los ojos con una fantasía, y cruel mentira.
El soldado se desespera, sujeta con más fuerza la gran escopeta, y se gira, sólo para ver una vez y disparar fuerte a Derek, el adolescente abre desmesuradamente los ojos, y se toca el estómago, sus manos se mojan en un líquido tibio que desprende olor a oxidado. Pierde el equilibrio, el impacto es fuerte, pero donde ha caído es lo suficiente suave para que Derek no se hiera mucho. 
Stiles es metido a la fuerza a un gran barco en la bahía de Nueva York justo para escapar. Derek no puede regenerarse, la luz del eclipse total de luna lo impide aún. Si se desangra rápido podría morir antes de que términe el fenómeno astronómico. 
Derek, se queda ahí, empezando a morir, sus ojos se llenan de lágrimas, lágrimas porque a pesar de todo, no pudo salvar a su castaño, no fue lo suficiente fuerte para protegerlo, nunca irán a California y tampoco montarán un caballo como lo prometió. Lo ama tanto, que no quiere seguir viviendo sin Stiles a su lado, por eso lo arriesgo lo todo por él. Piensa en la primera vez que vio a Stiles. Cuando su dulce voz llegó a sus oídos, cuando lo invitó a dormir a su cuarto, cuando le contó de dónde venía, cuando estaban en el gallinero, cuando le pellizco y Stiles se vengó como en otras ocasiones, cuando corrió detrás de él el día del vino, en la primera vez que se dúo cuenta que le gustaba el castaño, el cumpleaños y el perfume, su primer beso, la navidad y el reloj, la vez que se le declaró, su tercer beso, su primer momento íntimo juntos, cuando sintió el amor de verdad a su corta vida. Algo tan fuerte como eso, tan imponente, se está rompiendo en el interior de Derek, no deja de gritar hasta que sus cuerdas bucales vibran demasiado, las lágrimas de sus ojos se vuelven infinitas y éstos se hinchan demasiado, sus esfuerzos desesperados de aliviar ese dolor, de poder ir detrás de su vida, de su castaño para nunca más perderlo. Un diamante gigante se quiebra en pedazos muy pequeños. “De haber sabido que sería la última vez que te besaría, no lo hubiera pospuesto tanto...”
La familia Hale deja a Nuevo York arder, mientras atentos observan todo desde las montañas cercanas, al final lo sabían, Derek amaría tanto a Stiles como su propio Himno Nacional y sería el ángel del pequeño.
A Derek de pronto le llega un dolor tan grande que al principio no lo siente, pero cuando lo hace, le quita todas fuerzas que aún le quedaban, sus ojos se empiezan a inundar de negro y todo se apaga lento, lento, lento... 

Notas finales:

Lo que sigue es el epílogo.


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