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Ciudad de pobres corazones por Aphrodita

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CAPITULO 3: “Decisiones apresuradas”...
 
 
  Una vez listo Hyoga paso por la puerta de su ex trabajo sintiendo una especie de liberación personal, como una asignatura pendiente que tenia, algo que siempre debió hacer, Saga a su lado sonrió al ver a ese joven tan furioso por un lado y tan libre por el otro.
  Ya en el auto el rubio se mantuvo en silencio, quizás analizando los hechos ¿Estaba bien lo que hizo?... ¡Al demonio! Ya estaba cansado de ese tipo que solo buscaba molestarlo:
 
--¿Hyoga?...
Una voz ajena a sus pensamientos interrumpió al ruso.
--¿Hyoga? ¿Estas bien?... –Preguntó el griego preocupado por el mutismo del niño.
--Si... Es que... No se si hice bien...
--¿Hyoga?... –Volvió a repetir el peliazul doblando en una esquina para entrar a la autopista, su tono de voz fue distinto –Cuando dijiste “Lo mato si me pone otra vez una mano encima”... O algo por el estilo... ¿Qué quisiste decir?... –El hombre miró fijamente al muchacho por unos segundos para luego dirigir su mirada a  la autopista --¿Qué te hizo ese tipo?...
--Me empujo... Me quiso golpear... Y amenazo con matar a mis hermanos... –Respondió Hyoga perdiendo la mirada en la amplia autopista.
--Ah... Yo pense... Otra cosa... –Balbuceó Saga restando dudas, sin embargo eso tampoco era bueno, comprendió los motivos de ese joven al someterse, pero todo tiene un limite –Hyoga... Nunca dejes que alguien te vuelva a tratar así, sea quien sea, bajo la circunstancia que sea ¿Entiendes?...
--Si... –Respondió el rubio casi en un susurro.
--¿Quieres?... ¿Quieres que haga algo al respecto?... –Preguntó el griego mostrando por primera vez un atisbo de nerviosismo.
--¿A que te refieres con “algo”?... –El ruso se desconcertó, no entendió las palabras de aquel hombre.
--Podría... Digo, tu ex jefe podría tener un accidente... –Dijo el peliazul con naturalidad.
--Con que un coleccionista de arte ¿Eh?... –Dijo Hyoga consiguiendo las carcajadas de Saga.
--No pienses nada malo... Pero conozco a mucha gente en este ámbito...
  El rubio lo miró fijo, como investigando quien era ese hombre, prácticamente no lo conocía ¿De donde había venido? ¿Adónde iba?.
--¿Y?... ¿Qué decides?.... –Volvió a insistir Saga.
--¡No!... –Exclamó el rubio –No Saga... No puedo hacer algo así... Déjalo: “En la vida todo vuelve”... Ya las pagara de alguna forma...
--No me mires así Hyoga... –Pidió el griego al ver esos ojos inquisidores y curiosos –Por ti, créeme haría cualquier cosa...
 
  El ruso no supo interpretas esas ultimas palabras del peliazul, pero encerraron un significado enorme, la razón de porque estaba allí, llevándolo a almorzar al lugar mas caro de todo Tokio, Hyoga no pudo evitar exclamar:
 
--¡Aquí!... ¡Aquí vamos a almorzar!..
--Si... ¿Qué tiene de malo?... ¿No te gusta el lugar?... –Preguntó Saga preocupado por que al niño no le gustase.
--No... No es eso... Es que... –Automáticamente el rubio miró su atuendo –¡Mira como estoy vestido!... No puedo entrar así... con zapatillas negras, un jean viejo y una remera blanca con mas años que yo...
--Eso es lo de menos... –Naturalizó el griego estacionando su coche. –Aquí les importa que pagues... Mientras pagues no les molesta que vayas vestido de mujer inclusive... Que por cierto hay muchos de esos en este lugar...
 
  Cuando ingresaron al maravilloso restaurante Hyoga no pudo evitar sentirse pequeño, era demasiado para él. Los espejos, las sillas, las mesas, la grifería del baño, absolutamente todo estaba revestido con dorado, que luego Saga le confirmo era oro kilate 24... Ese era uno de los tantos motivos por el cual se lo consideraba el restaurante mas caro de Japón y el segundo en el mundo, ya que el primer puesto lo tenia Dubai.
  El segundo motivo por el que se lo consideraba el mas caro sin dudas era por el precio de la comida ¡Dioses! Pensaba el rubio, con lo que almorzarían alcanzaba para pagar la comida de un mes, y se quedo corto ya que el griego le mintió con respecto a los precios redondeando siempre para abajo.
  Decir que el ruso se encontraba maravillado, asombrado, anonadado es poco, muy poco... Estaba impactado hasta la medula, sin poder articular palabra alguna, aunque bueno Hyoga siempre fue de pocas palabras, ahora estas habían huido apabulladas por tanto oro... Hasta tuvo la idea descabellado de ir al baño, romper una de las canillas y venderlas para así poder darle de comer a sus hermanos toda una temporada... Tampoco era tanto, pero para el rubio era mas de lo que podía ver, sentir, tocar y escuchar... Escuchar la voz de Saga ¿Quién era? Aun no lo sabia pero estaba comiendo con él, en ese lugar.
 
--¿Te gusta la comida?... –Preguntó Saga al ver que el muchacho aun no había probado bocado.
--Estaba pensando... Si esto dorado de aquí en el plato también sea oro...
 
  El griego rompió a reír y lo alentó a comer, sintiéndose muy idiota por aparentar ser un chico de campo, Hyoga se limito a saborear la comida.
  Si bien la comida era normal, o sea el sabor era el mismo que en otros lugares mas baratos, lo valía si se comía allí, eso comprendió el rubio, que aquello de visitar lugares caros le sentaba demasiado bien, pues tenia un humor que rayaba por momentos el de Seiya, al borde de quedarse sin aire por tanto hablar.
  El peliazul se sintió conforme al ver que ese niño comenzaba a soltarse dejando atrás el amargo episodio con su jefe, entonces la comida había tenido éxito.
 
--Y dime Saga... –Pronunció Hyoga al no encontrar de que hablar con un hombre que sin dudas era de otro mundo –Ya vendiste ese... –Intento hacer memoria –Manuscrito de Ganimedes.
--Pergaminos de Arquímedes... –Saga sonrió al ver las mejillas del rubio teñirse de rojo --Bueno en realidad no son pergaminos, llevan otro nombre ya que han sido borrados...
--No entiendo... Y si han sido borrados ¡Para que quieres una hoja en blanco!
--Pues... No han sido borrados del todo...
--No entiendo... –Espetó el ruso y era verdad, no comprendió absolutamente nada.
--Lo que sucedió que un cura se quedo sin papel, entonces tomó ese pergamino y lo lavó para poder escribir las Santas escrituras sobre el pergamino de Arquímedes... Aun así, con la tecnología moderna se puede leer lo que ha quedado debajo de esas escrituras... Llevará años pero sin dudas lo que este escrito allí revelara grandes cosas a la humanidad... Ya han descubierto soluciones matemáticas que revolucionaron los integrales, usados hoy en día por la ciencia mas moderna... Y pensar que Arquímedes existió... –El griego se censuró de golpe –Lo siento... Te estaré aburriendo...
  ¿Matemáticas? ¡Aaah! Hyoga supuso que Arquímedes tenia algo que ver con alguna asignatura de su colegio.
--No... No me aburres... Pero ¿La has vendido?... –El rubio cortó por lo sano antes de quedarse dormido.
--Pues aun no... Tengo un comprador que casi supera el doble de su valor... ¡Ba! En realidad casi supera el valor por lo que yo pague, porque es una pieza incalculable... Pero no me agrada mucho el tipo...
--¿Y porque quieres vender algo que te gusta tanto?... –La pregunta del ruso era mas que lógica.
--Pues... Por empezar yo no soy historiador ni restaurador... Solo soy un coleccionista... Ese pergamino necesitan que lo restauren sino quedara poco y nada de él dentro de unos años, además de que es necesario que los historiadores y científicos puedan trabajar sobre el para descubrir lo que esta escrito allí y así revelárselo al mundo... Es una pena que yo lo tenga... –Finalizó el peliazul dando un sorbo a su copa de vino.
--¿Y a cuanto vendes algo así?... –Hyoga se quedo maravillado, por lo que escucho Saga era propietario de un tesoro, de algo legendario, incalculable y de gran valor histórico.
--Yo lo compre a dos millones de dólares, pero ahora esta a la venta por aproximadamente trescientos ochenta millones de dólares...
 El rubio no pudo evitar atragantarse con su bebida, tremendo papelón que hizo en un lugar tan elegante, pero escuchar esa cifra, esos números, se le helo la sangre.
--¿Estas bien?... –Preguntó el griego preocupado y hasta un poco divertido.
--Y tienes algo mas así de ese valor?...
--Tengo algo que nunca tuvo precio, ni lo tendrá...
--¿Qué?...
--Tu compañía... –El peliazul esbozó una de sus sonrisas mas hermosas y picaras que el ruso le había visto hasta el momento.
--Saga... En serio...
--No te molestes conmigo... –Pidió Saga aun divertido –Tengo lo que se supone que es un pedazo del cáliz perdido...
--¿Es de oro?.. –Preguntó Hyoga al borde de un colapso nervioso.
--No... Es de madera... Un trozo de madera...
 
  El rubio si que se quedo sin palabras, desconcertado continuo con su interrogatorio. El griego le explico que hay muchas obras que a simple vista parecen basura, pedazos de telas como el Santo Sudario, o pedazos de maderas como Barcas legendarias de algún pirata famoso, no siempre vale mas aquello que tiene oro, sino lo que eso implique o signifique para la historia del mundo, es uno de los tantos motivos de que haya muchas reliquias que nunca tuvieron precio por ser incalculables, por ser de gran importancia en la historia de la humanidad.
  El ruso sonrió mas de una vez al ver a ese peliazul narrar sucesos de la historia con honda pasión, le encanto ver eso en Saga, pues le dejó ver un poco a ese misterioso ser... Por fin comenzaba a conocerlo, aunque aun faltaba mucho para saber quien era Mileto Saga.
 
--Saga... Dime... –Intentó interrogar el joven cuando Saga detuvo su discurso –Tu me dijiste que me ibas a llevar a almorzar para decirme por que me dejaste esa cantidad de dinero como propina...
--¿Y porque estas tan interesado en saber los motivos?...
--Porque nadie cuerdo dejaría cien dólares en una mesa...
--Esta bien... Te lo diré, pero en el coche... –Concedió el griego –Tengo asuntos que atender...
--Voy a empezar a pensar que huyes de mi... –Dijo Hyoga arrugando su frente.
--Oh no... Que mas quisiera yo que tener tiempo de sobra para estar contigo... –Espetó el peliazul llamando al mesero con una mano –Pero lamentablemente tengo clientes que me esperan...
 
  Luego de pagar y dirigirse juntos al coche, el rubio espero pacientemente que Saga comenzara a hablar, el griego vio la intensa mirada que el ruso le estaba dedicando y esbozando una sonrisa supo que buscaba.
 
--Escuche la pequeña discusión que tuvieron tu y tu jefe...
--¿Ese día?... –Preguntó Hyoga sorprendido.
--Ese día... Y la semana pasada...
  El rubio no recordó haber visto al peliazul en el restaurante, era mas que lógico con los cientos de clientes que van por día, además tranquilamente alguno de sus compañeros pudo haberlo atendido.
--¿Cómo? No entiendo... –Impaciente, el ruso esperó a que Saga fuera mas explícito.
---Noté como te trato y me di cuenta... Esa clase de tipos se aprovechan de muchachos como tu, que buscan empleo sin importarles estar bajo la opresión...
  Hyoga se quedó callado, todo comenzaba a tomar color.
--Entonces... –El rubio rompió su mutismo –Te compadeciste de mi... Te di lastima ¿Era eso?... –En las palabras hubo cierto reclamo, como un reproche... Lo ultimo que quiso era que alguien, un perfecto desconocido le tuviese lastima.
--No... No te confundas... Jamas me darías lastima, no tu... –El griego fue firme –Solo quise pagarte el trabajo que estabas haciendo de buena ley...
--Gracias... –Se le escapo al ruso.
--No me agradezcas, la semana pasada me atendió uno de tus compañeros y te digo... Hubiera preferido servirme yo mismo...
 
  Hyoga no pudo evitar reír, seguro que había sido Kaede, ella era nueva y un poco torpe, al estar en un lugar medianamente caro siempre se ponía nerviosa cuando iban clientes importantes y todo terminaba saliéndole mal, pero no era mala chica.
 
--Por eso... Toma aquel papel que esta en la gaveta... –Indicó Saga sin dejar de mirar la ruta.
--¿Qué es?... –Investigó Hyoga y al notar lo que era exclamo --¡Saga no! No puedo aceptar esto...
--Por favor... Te hice renunciar... Es lo mínimo que puedo hacer por ti... Es poco pero si necesitas mas solo llámame...
--Saga yo... No se que decir... –Dijo el rubio observando aquel cheque firmado por mucho mas dinero del que cobraba en el restaurante de mala muerte.
--No digas nada...
--Gracias... –Dijo con dificultad el ruso –Pero de verdad, no puedo aceptarlo...
--Hyoga... Se que eres un chico muy inteligente... Sabes perfectamente que ese dinero ayudara a tus hermanos, no lo rechaces...
 
  Aquello fue tan real y verídico que Hyoga no tuvo mas opciones que guardar el cheque en su bolsillo sintiendo mucha vergüenza.
  Cuando el rubio quiso darse cuenta de donde estaban reconoció su pobre y oculto barrio, intento seguir investigando, para saber así los motivos que los habían llevado a cruzarse en la vida y a conocerse:
 
--Saga... ¿Por qué me dejaste tu numero de teléfono?... –Una pregunta que siempre quiso hacerle.
--Esa capitulo... Te lo contare otro día...
--¡Aaaah! ¡Saga! ¡No!... –Se quejó el ruso consiguiendo las carcajadas del mayor.
--Lo siento, pero me aprovechare de ti y usare tu interés como excusa para llevarte a cenar...
 
  Hyoga, al escuchar esas palabras, le dedicó una de sus sonrisas mas hermosas, una de esas que rara vez dejaba ver. Y en la puerta de su casa, como si de un padre se tratase, Ikki Yamaguchi con las manos en su cintura... Esa sonrisa que porto el rubio se esfumó rápidamente.
  Luego de saludar a su ¿Amigo? El ruso bajó del coche ideando algo que lo ayudase con su hermano, entro a la casa y detrás de él Ikki.
 
--¿Qué haces en casa tan temprano?... –Preguntó el peliazul ahorrándose los comentarios de verlo bajando del coche de ese tipo.
--Eh... Etto... –Balbuceo Hyoga –Renuncie...
--¿Renunciaste?... –Preguntó Ikki mas que nada afirmando.
--Si... Estaba cansado... –Al ver el rostro de su hermano, el rubio opto por mostrarle el cheque, a ver si así lograba calmarlo un poco –Mira Ikki...
  El peliazul investigó aquel papel comprendiendo la situación.
--¡Hyoga quiero que te alejes de ese tipo!...
--Ikki... –Reprochó el ruso quitándole de las manos el cheque --¡¿Por qué te comportas así?!...
--¡Esa pregunta tendría que hacerla yo! ¡¿Qué demonios te ocurre?! ¡¿Acaso estas cogiendo con él o que?!
--¡Eres un idiota!... –Explotó Hyoga indignado por esa falsa acusación ¿Esa impresión estaba dándole a sus hermanos?.
--Desde que estas con ese tipo andas muy reticente... No estudias un carajo, se te da por faltar a clases mas seguido ¡Y encimas te das el lujo de renunciar!... –De pie en medio de la cocina, conteniendo sus puños Ikki se sintió en todo el derecho de reclamarle su comportamiento.
 
  El rubio no comprendió, tanto que su niisan se quejaba y pregonaba el estudio, ahora le estaba reclamando por renunciar cuando durante mucho tiempo se lo insistió, pero lo que no entendió el ruso fue que Ikki nunca quiso que renunciara bajo esas circunstancias, convirtiéndose en un ser tan influenciable.
 
--¡No eres papá! ¡Así que déjame en paz y quítate ese absurdo papel que nadie te cedió!... –El rubio se desplomo en el sillón intentando ignorar a su hermano.
 
  Aquellas palabras lastimaron al hermano mayor, eso era cierto, nunca quiso ocupar el lugar de padre solo quería lo mejor para sus hermanos, que a pesar de su condición no dejaran de ser hombres hechos y derechos, que no dejaran de luchar por sus ideales, que no abandonaran sus sueños porque la esperanza es lo ultimo que se pierde.
  Para colmo la casa era tan chica que lamentablemente debieron verse las caras, por eso Ikki optó por tomar su campera y salir a dar una vuelta ¿Qué podía hacer para alejar a Saga de su otouto? Saga... Ese nombre le helo nuevamente la sangre.
 
 
hhhhhh
 
 
  Pasaron varios días hasta que Hyoga volvió a tener noticias de Saga, llegó a pensar que quizás había partido rumbo a otras tierras y esa idea aunque no quiso reconocerlo lo apeno un poco. Fue una tarde de intensa búsqueda laboral en donde al llegar a su hogar, Seiya le paso el mensaje de que el griego había ido a la casa una mañana en que afortunadamente no había nadie, afortunadamente mas que nada por Ikki. Esa noticia, ese mensaje alegro al rubio aquietando un poco su entristecido corazón, entonces aun permanecía en Japón aquel enigmático peliazul.
  Y mientras esa tarde nublada el pequeño de los hermanos Yamaguchi salió a callejear, el ruso se puso a estudiar sin éxito pues había perdido tantas clases que estaba mas atrasado que un primate, Shiryu intentó dialogar con el peliazul, había notado a Seiya un tanto extraño los últimos días y si bien se le podía atribuir a un nuevo hecho delictivo no estaban las pruebas latentes, sin embargo Ikki estaba tan preocupado por Hyoga que escucho a su otro hermano al pasar, restándole importancia al creciente aislamiento y mutismo en aquel muchacho efusivo y hablador.
  El menor que había ido a callejear por ahí estaba en busca de comida y ni su creciente mutismo y aislamiento, ni las amenazas de su hermano mayor podían detenerlo. Así termino metiéndose en un modesto almacén de ramos generales, recorrió todas las estanterías y los largos pasillos escondiendo la mayor cantidad de cosas en su abultada ropa. Los grandes y ovalados espejos puestos estratégicamente le permitió a la dueña de dicho lugar observar a este pequeño ratero.
  Cuando Seiya paso por la caja para pagar un simple chocolate con su mejor cara de Póker, hábilmente la dueña investigo:
 
--¿Pagaras todo el resto? ¿O tienes pensado irte con todo lo que tienes escondido?...
 
  El morocho se puso pálido, la respiración cesó abruptamente amenazándolo con una muerte segura, su corazón latió con la intención de salirse de la caja torácica y sus ojos se llenaron de agua, sin embargo la voz de aquella señora no había sido ni de enojo, ni de reclamo, ni de nada... Sin expresión alguna, como quien pregunta la hora.
 
--Niño... Dime ¿Qué harás?... –Inquirió la señora de bucles y anteojos acomodándose los mismo.
  En ese momento Seiya no tuvo mas opciones que apelar al dramatismo:
--Por favor señora, se lo suplico... No llame a la policía... –Comenzó a sollozar para ver si así le causaba mas lastima... –Mi hermano me golpeara si se entera... –Eso era 100 % verdad –Yo no quise... Solo tengo hambre... –Otra cosa verídica.
--Ya... Deja de llorar... –Rió la señora mostrando sus perlas blancas como dientes –Si buscas que te tenga lastima ya lo has conseguido... Eres un buen actor... –Exclamó a lo ultimo y no supo porque, aunque en realidad en su interior si, aquel niño era distinto a todos los niños rateros con los que se había cruzado hasta el momento.
--Lo siento... De verdad... Le dejare todo... –Seiya empezó a sacar uno por uno todo lo que había robado, impresionante lo que su pequeño cuerpo puede albergar con un simple buzo como tapadera.
--Esta bien... Pero lo volverás a hacer, no aquí, en otro lado... Pero lo volverás a hacer y eso no sirve... –Dijo la mujer negando varias veces con su cabeza muy pensativa. –Si tienes hambre, prefiero que te lleves todo esto antes de que vuelvas a robar...
  Sobre la mesada había entre varias cosas golosinas, chocolates, alfajores.
--Pero esto no te alimentara... –Exclamó la mujer al ver toda la comida chatarra. –Hagamos un trato... Yo no le cuento a tus padres si aceptas una comida mas sana...
  ¿En vez de echarlo a soberanas patadas de su local, le quería dar de comer? ¿Aun existían personas así en el mundo? Todo un hallazgo.
--No tengo padres... –Corrigió Seiya inocentemente y apelando nuevamente a sus dotes actorales puso ojos de perrito desamparado.
--No intentes dar lastima, eso no funciona conmigo... No eres el único niño en el mundo sin padres... –Dijo la señora sonriendo al ver el esfuerzo de aquel joven por dar lastima y así salvarse, sin saber que ya se había salvado --¿Cómo te llamas jovencito?...
--Yamaguchi Seiya... ¿Y usted?... --Preguntó el morocho mas relajado.
--Kido Keiko... –Al ver que el muchacho seguía de pie un tanto confundido lo alentó --¿Te quedaras parado ahí todo el día? ¿No piensas comer?...
 
  Keiko era una señora casi mayor que poseía un gran prestigio en Tokyo, su marido había sido un importante inversionista, sola en su gran Mansión decidió ponerse un modesto almacén para estar con la mente ocupada, sin ninguna necesidad económica tampoco se le daba por caridad y cuando aparecían rateros como Seiya solía echarlos a patadas o denunciarlos con la policía, entonces ¿Por qué no lo había echo con el morocho? La respuesta estaba en una vieja foto sobre una cómoda de roble antiguo dispuesta en la sala principal.
 
 
jjjjjj
 
 
  Mientras Seiya comió en aquella enorme Mansión una comida casera y caliente, ajeno a que su vida había cambiado para siempre, en la casa de los hermanos se vivió un clima tenso. Shun, al volver de la escuela con cara de perro explotó, quizás imitando a su niisan o contagiado por él, alegando que las cosas iban de mal en peor desde que Saga había ingresado a sus vidas, sin saber porque Hyoga salió a defender al griego de esas acusaciones, sin saber porque defendió a un ser prácticamente desconocido, intentó hacerles ver a sus hermanos que si estaban comiendo era gracias a su dinero ¿¡Para que!? Ikki se ofendió por los días de los días, amen.
  Entre que Seiya se había escapado todo el día, y vaya a ser Dios en que lío andaba, Hyoga coqueteaba con un tipo mayor que él, Shun con su mal humor a estas alturas crónico y Shiryu preocupado por el menor de todos intentando hablar con Ikki sin éxito, el hogar Yamaguchi era un caos en toda su expresión.
  Para completar el fastidio del rubio, terminó cayendo en el mismo punto de partida cuando, cansado de buscar empleo sin hallarlo, intentó recuperar el perdido. Ahogándose el orgullo y la vergüenza tuvo que aceptar que no tenia otra opción, el dinero lo necesitaban así que llego frente a la puerta del restaurante Tokumaru conteniendo la furia, tantas ganas que tenia de golpearse por caer tan bajo. De tan solo imaginarse la risa socarrona de su jefe le crispaba los nervios, se armó de una coraza invisible para poder soportar todas las burlas e ironías de ese pelado e ingreso por el costado donde se atiende a los empleados.
  Caminando por ese estrecho pasillo el ruso tuvo la oportunidad de salir corriendo, pero a pesar de que sus piernas flaquearon mas de una vez llego hasta la parte trasera de la cocina encontrándose con quizás la única persona que valía la pena en ese lugar.
 
--¡Hyoga! Que sorpresa... ¿Qué te trae por aquí?... –Investigó Agustín sin descuidar la sartén que estaba manipulando.
--Agustín... Tanto tiempo... –Saludó Hyoga con una tenue sonrisa, a pesar de aparentar ser un muerto estaba realmente contento de volverlo a ver –Lamentablemente he venido en busca de empleo...
  El cocinero rompió a reír incrédulo con aquellas palabras.
--Luego de tu monumental actuación vuelves en busca de empleo...
--Nhe... –Se quejó el rubio –No tengo opción, tendré que verle la cara a ese pelado...
--Lo dudo... Quedo Guilty como jefe ahora... –Dijo Agustín contradiciendo ¿Por que el encargado estaba como jefe?.
--¿Qué ocurrió?... ¿Afortunadamente le paso algo a Tatsumi?... –Preguntó el ruso curioso lejos de estar realmente preocupado.
--No te has enterado... –Agustín siendo perspicaz –No sabes, pero le dieron una paliza cuando salió de aquí tres noches atrás... ¡De película!... Esta internado...
 
  Hyoga dio tres pasos hacia atrás, aquello había sido mucho, necesito huir de ese lugar y buscar respuestas. Agustín al ver el extraño comportamiento de su amigo exclamó antes de perderlo de vista:
 
--¡Hey! ¡¿No venias por empleo?!... –Pero el cocinero no recibió respuestas, las piernas del rubio lo habían llevado hasta una cabina telefónica.
 
  De pie frente al aparato el ruso intento hacer memoria, marco un par de veces equivocado a causa de los nervios hasta que dio con el teléfono de Saga, del otro lado una voz grave le contesto, sin dudas era él:
 
--¿Qué hiciste Saga?...
--¿Quién habla?... ¿Hyoga?... –Descubrió el griego --¿De que hablas?...
--Sabes perfectamente de lo que hablo... ¿Qué hiciste Saga?... –Hyoga fue mas firme en su tono de voz.
--Oh... Es sobre tu ex jefe ¿Verdad?... –Reconoció el peliazul.
--¡¿Por qué?! ¡¿Conque derecho?!... ¡Yo no te pedí absolutamente nada, con que derecho te inmiscuiste en mis asuntos!...
--Dentro de dos horas pasare a buscarte así charlamos mejor este asunto, hay varias cosas que quiero decirte...
 
  Sin darle oportunidad a objetar o negarse, Saga corto la comunicación, sin opciones el rubio dejó el tubo en su lugar y caminó confundido hasta su casa para esperar a aquel hombre y sus explicaciones ¡Y que sean buenas y coherentes porque sino no se lo perdonaría jamas! ¿Por qué había actuado así? El ruso no comprendió que el griego, por él, haría cualquier cosa y mucho mas.
  Cuando el impresionante auto de Saga frenó en la puerta, el rubio lo esperaba sentado en las  pequeñas escalinatas desvencijada de su casa y antes de que Ikki saliera por la puerta principal haciendo un escándalo se subió rápidamente al coche de aquel hombre.
 
--Ten... –Dijo el griego secamente dándole al ruso un pequeño aparato.
--¿Y esto?... –Preguntó curioso Hyoga al tener ese celular en su mano.
--Para que estemos comunicados por cualquier cosa... –Lo que quiso decir el peliazul fue: Para tenerte controlado. –En el revés esta el numero pegado...
 
  Hyoga comenzaba a acostumbrarse a esos pequeños y grandes regalos que Saga le hacia últimamente y en el fondo, porque mentir, le gustaba el trato, sin embargo no dejo que aquel tecnológico aparato con cámara digital, ultimo en el mercado acaparara por completo su atención, estaba en ese coche por algo.
  El griego manejo por caminos que el rubio no conocía, por eso antes de reprocharle investigó:
 
--Esta vez ¿Adonde me llevas?...
--En donde estoy viviendo... –Respondió el peliazul sin dejar de mirar la ruta –Así podremos hablar mejor...
 
  Durante todo el trayecto ambos permanecieron en silencio, a Hyoga aun le duraba el enojo y Saga se mantuvo callado solo para hacerle compañía a su rubio. Luego de veinte minutos de viaje llegaron a un lugar casi apartado de la ciudad, en donde a lo lejos se visualizaba una gran construcción moderna que sobresalía sobre una pendiente. A los pocos minutos el ruso comprendió que ahí estaba viviendo el griego.
  Un portón se abrió solo permitiendo el paso del coche, en el extremo de ese pequeño camino, propiedad de esa misma construcción, al final frenaba todo intento de seguir la marcha una inmensa fuente de agua, detrás de esa fuente una mega estructura.
  Si Hyoga se había quedado sin palabras en la entrada, ahora se había quedado sin aire... En la sala principal completamente vacía se encontraban cuadros, que supuso de gran valor. Aquel silencio y aquel vacío le daba un aspecto único a esa sala desprovista de muebles. Pero para que el rubio no creyera que el peliazul no tenía muebles, lo llevó a la segunda sala en donde dos inmensos sillones que tranquilamente podrían albergar a todos los Yamaguchi se encontraban exquisitamente dispuestos al costado de una gran hoguera. Y eso no era todo, la cocina era de ultima tecnología, hasta el ruso llego a pensar que apretando unos botones ya se hacia la comida. Ni hablar del baño revestido de dorado como aquel restaurante de Tokio a donde habían ido almorzar. Aun así, la habitación era bastante simple, enorme, eso si, pero sencilla.
  Lejos de creer que eso era todo, pegado a esos cuartos la sala de juegos, la biblioteca y la oficina... La oficina era otra casa, lo que le llamo la atención a Hyoga fue la cantidad de gente trabajando en ese lugar para el griego... ¿Para que necesitaba un coleccionista de arte tantos hombres con caras de matones? Hyoga podía ser aun un niño, un poco inocente y hasta medio despistado, pero era muy inteligente.
  Apartados de esos hombres, el peliazul sentó a su niño en su inmenso sillón sirviéndole previamente una copa de vino tinto, el rubio sin saber de vinos supuso que quizás el precio de aquella bebida rondaba su sueldo. Era hora, penso el ruso cuando Saga se sentó a su lado, había muchas cosas que aclarar.
 
 

  CAPITULO 4: “Cable a tierra”...

 
 
  Hyoga no supo por donde empezar, porque en el fondo, por mas de querer reprochar una actitud semejante, el gesto le agradó ya que Tatsumi siempre se lo tuvo bien merecido pero... Algo no le gusto, quizás que Saga tomase esa decisión por su cuenta sin consultárselo, o mejor dicho sin escucharlo, por que de ese tema ya habían hablado camino al restaurante y el rubio le había dejado en claro que no necesitaba ese tipo de “ayuda”.
 
--Saga... –El rubio observo el contenido de su copa --¿Por qué hiciste eso sin que yo te lo pida?...
 
  En respuesta el griego lo miro fijo sin mover un solo músculo, atinó a abrir su boca para decir algo, pero solo fue un amague. Dejando la copa sobre la pequeña mesa de cristal tomo el rostro del ruso entre sus manos para luego estudiarlo como si de una obra de arte se tratase. Todo fue en un segundo pero para Hyoga fue una eternidad.
 
--Porque... –Pronunció Saga débilmente en el rostro del joven –Le haría eso y mucho mas a todas aquellas personas que molesten a mi niño...
 
  Sin poder evitarlo, el rubio esbozo una tímida y nerviosa sonrisa ¡Dioses! ¿Cuándo iba a besarlo? ¿Pensaba tardarse mas? ¡Un momento! Era eso lo que el ruso quería ¿Qué un hombre lo besase? ¡¿Un hombre?!... ¡Pero que hombre!. Cuándo el griego beso dulcemente los labios del muchacho, Hyoga jamas se sintió tan confundido en su corta vida... Aquello ¿Esta bien? Y si lo estaba, ¿Por qué esa sensación de culpa en su interior? El peliazul sonrió al ver el rostro estupefacto de aquel adolescente, si sus sospechas eran ciertas, lo mas probable es que debió haber sido el primer beso por parte de un hombre... Y así fue.
 
--¿Quieres que te diga mas?... –Desafió Saga sin quitar su rostro del rubio. –Una vez me preguntaste algo que no te respondí...
--No recuerdo... –Habló el ruso por primera vez luego de un tiempo, su voz fue un hilo apenas audible.
--¿Por qué te deje mi numero de teléfono?... –Refrescó el griego la memoria del joven –Bueno... Aquí esta la respuesta... No quise dártela en ese momento porque temí asustarte si te besaba furtivamente en el auto...
--Ah... –Fue lo único que pudo pronunciar Hyoga.
  Con extrema paciencia, el peliazul quitó la copa de la mano del rubio para dejarla junto a la suya, acaricio la blanca mejilla del muchacho cuando estas automáticamente se tiñeron de rojo.
--Eres hermoso... –Susurró Saga –No sabes... No te das una idea de cuanto te he deseado...
  El ruso tragó saliva con cierta dificultad, quizás aun no estaba preparado para lo que estaba por venir.
--Saga yo... –Alcanzó a decir Hyoga cuando el griego comenzó a descender con cálidos besos por el cuello hasta llegar a su nuez de adán.
--Tranquilo... No te preocupes, comprendo que será tu primera vez...
--No... O sea... He estado con chicas... Pero... –Balbuceó el rubio con torpeza.
--Lo se... –Interrumpió el peliazul comprensivo –A eso me refiero... No eres la clase de chico que se acuestan con hombres... Pero bueno, digamos que seré la excepción que confirma tu regla...
 
  Era cierto en parte, el ruso jamas concibió la idea de estar con alguien de su mismo sexo, si bien nunca fue homofobico ni le molesto reconocer que la homosexualidad era una realidad de la sociedad, nunca espero terminar con un hombre entre sus piernas.
 
--Entiéndeme Hyoga... –Las palabras de Saga fueron una suplica –No te haré daño...
--Ya se pero... –Hyoga intentó sin éxito que el griego no le quitase la remera.
--Pero debo tomarte... –Interrumpió el peliazul y notando el nerviosismo del menor reconoció que lo mejor era desvestirse primero él --Lo necesito o sino moriré...
--Saga... No es que no quiera... –El rubio se quedo sin habla al ver el torso moreno de aquel hombre al desnudo, aun mas cuando al quitarse los pantalones dejo a la luz un miembro hinchado y palpitante que amenazo con introducirse dolorosamente.
--Ya me duele verte y no tenerte... --Gateando por el sillón, Saga llego hasta el niño y continuo con la tara de quitarle el pantalón.
 
  El ruso cerró sus ojos encomendándose a Dios, tuvo que abrirlos cuando sintió la mano poderosa de su hombre bajando la cremallera del pantalón. Se sorprendió hasta el mismo cuando su erección dio un respingo entre gracioso y excitante.
  Sin tapujos y demostrando que quizás no era la primera vez que lo hacia, el griego engulló el palpitante pedazo del rubio. Sin poder y sin querer evitarlo Hyoga exhaló un gemido; y perdiendo la poca fuerza de voluntad que le quedaba, se aferró de su “torturador” enredando sus blancos dedos en los cabellos azules.
 
--Sa-ga...
--Quiero que lo disfrutes... –Dijo el peliazul para luego continuar con su tarea, se entretuvo observando el rostro de su niño, como este se curvaba en una expresión de placer casi rayando el dolor.
--Sa-ga... Voy... Voy a acabar... –El rubio se aferró aun mas a aquellos cabellos.
--Hazlo... –Concedió Saga acelerando la mamada, dejo de jugar con la redondeada cabeza de aquel miembro para apretar con sus labios toda la extensión del tronco, como intentando exprimir al joven... Y lo consiguió.
 
  Sentir eso en su pedazo, como los labios del griego lo apresaban con real hambre lo llevó al limite de la locura, con gemidos contenidos y mordiéndose el labio inferior, el ruso dejó que su néctar golpeara de lleno en el paladar de su experimentado amante, por el rostro, el peliazul pareció disfrutar mucho de ese liquido caliente y espeso.
  Sin darle tiempo a respirar, Saga besó con cierta dulzura los testículos del su niño para luego deslizar su lengua hasta su cerrado orificio.
 
--¡Saga! ¡Eso no!... –Exclamó Hyoga muerto de vergüenza, busco incorporarse encontrándose con el rostro de su hombre y una mueca morbosa en sus labios.
--¿No te gusta?... –Preguntó el griego besando furtivamente al rubio quien pudo saborear un poco de su propia esencia. --Lo necesito... Ven... –Finalizó atrayendo de un brazo a su adolescente amante.
 
  Al principio el ruso no comprendió, pero luego cuando el peliazul tomó su pedazo con una mano sacudiéndolo grotescamente entendió. No supo porque, pero como si estuviese acostumbrado a  hacerlo, Hyoga bajo hasta ese suculento miembro e intento metérselo en la boca sin éxito... Una barrera moral no se lo permitió.
 
--Bésame ahí... En la punta... –Alentó Saga viendo al dubitativo muchacho.
 
  El rubio obedeció depositando un inocente beso en aquel pequeño orificio de donde un liquido casi transparente surgió en pequeñas cantidades, el griego exhaló un suspiro ronco, cargado de placer y morbosidad. Sin que nadie se lo dijese, el ruso volvió esos besos mas osados, humedeciendo un poco a medida que bajaba a través del extenso tronco surcado de venas palpitantes.
 
--Vas a matarme si sigues así... –Se quejó el peliazul aunque era mas que obvio lo bien que la pasaba. –Pásale la lengua... Por favor...
 
  Hyoga sin omitir una sola palabra, deslizó su cálida lengua empapando aquel pedazo, era la primera vez que hacia algo así, y para serlo no estaba nada mal... Poco a poco, tomando confianza descubrió que aquello amenazaba con su sexualidad, pues era extremadamente morboso y excitante tener un miembro duro en su boca... Por que cuando quiso darse cuenta, su boca engulló con insistencia el pedazo de Saga, quien al sentir como su miembro entraba y salía en esa cálida boca y sonrosados labios se limitó a contener su eyaculación. Estirando su cabeza hacia atrás, dejándola apoyada en el brazo del sillón, el griego cerro fuertemente sus ojos y sin restricciones largo su semen entre gritos graves cargados de deseo contenido, sin reparar en nada, motivado por la situación sostuvo la cabeza del rubio de manera que no tuviese mas opciones que tragar su néctar o morir ahogando... Casi el ruso tomó la segunda opción, atragantándose al punto de volverse rojo, elevó su cabeza de entre las piernas de su hombre en busca de aire.
 
--¡Qué asco!...
--Ya te acostumbraras... –Dijo el peliazul tomando a su niño por la cintura para recostar su pequeño cuerpo en el sillón.
--¿Estuve bien?... –Preguntó Hyoga mas que nada para romper ese incomodo silencio.
--Demasiado bien... –Respondió Saga besando la barbilla del rubio quien aun siguió jadeando –Pero aun falta lo mejor...
 
  Luego de decir esto, el griego se puso de pie y se alejó hasta lo que el ruso supuso, era su cuarto. Ver de espaldas a ese peliazul fue sublime, nunca penso que un hombre despertase eso en él, pero bueno para que mentir, prácticamente desde que lo conoció, Hyoga siempre deseó a ese enigmático ser, muy en su interior pero estuvo latente hasta ese momento, por algo lo dejo llegar tan lejos. Cuando Saga volvió caminando tranquilamente con un pote en su mano de frente, el rubio recordó que estaba con un hombre ¡Por todos los Dioses! ¿Qué estaba haciendo?. Las formadas y trabajadas piernas, brazos y abdomen del griego dejó al descubierto que sin dudas era un hombre que se preocupaba por su figura. El ruso tembló cuando sus ojos se desviaron a la entrepierna de ese infartante peliazul, una tenue erección acompañaba los pasos de su amante. Cuando elevó sus ojos a los de Saga se encontró con una picara sonrisa que dejo en claro que había sido descubierto in fraganti.
 
--¿Te gusta lo que miras?...
--Eh... Yo... –Balbuceó Hyoga escondiendo su mirada nerviosamente.
 
  El griego se sentó a su lado depositando el pote en el piso. Hyoga no necesitó que le dijeran que contenido tenia ese pote ni conque fin su amante lo había llevado, pero para restar dudas el peliazul lo abrió embadurnando sus dedos de crema.
  El rubio cerró sus ojos fuertemente mientras su experimentado hombre hundió su boca en su cuello para saborearlo hasta el cansancio, tuvo que abrirlos cuando sintió algo frío en su cerrado orificio.
  Saga silenció a su niño con un beso en sus labios, para luego introducir con dificultad un dedo que poco a poco, con tortuosos círculos llego hasta donde pudo llegar. Se entretuvo un rato, hasta que el segundo dedo irrumpió dilatando aun mas la virgen entrada de ese adolescente. ¡Dioses! La cara del ruso, mezcla de pavor, dolor y ansiedad era mas de lo que Saga pudo desear.
  Sin soportarlo un segundo mas, el griego quitó sus dedos llenos de crema para luego embadurnar su mano y lubricar así su enhiesto pedazo. Hyoga, que había abierto sus ojos para espiar volvió a cerrarlos, supo lo que a continuación venia.
  Como si de una orden mental se tratase, el rubio abrió sus piernas con un leve temblequeo permitiendo la invasión en su cuerpo.
  El griego buscó una posición y besando nuevamente los labios de su niño para tranquilizarlo, le dijo que se relajase lejos de conseguirlo realmente, aquellas palabras pusieron aun mas nervioso al menor.    
  Saga apoyo la punta de su miembro en aquella cálida cavidad causándole un estremecimiento general a su niño. El ruso no pudo mas que aferrarse al cuello de su hombre cuando este lentamente empezó a empujar rompiendo aquella barrera. Era un tanto difícil, prácticamente era imposible no causarle dolor, aunque sea un poco. Eso comprendió Saga y sin remordimiento, con una firme y segura estocada enterró de lleno su pedazo. Hyoga ahogo un grito, la falta de aire le dificultaba concentrarse en busca del placer.
  El griego detuvo sus movimientos para permitirle a su joven amante que se acostumbrase a tener eso metido allí, pero no paso mucho tiempo hasta que comenzó con un rítmico vaivén, metiendo y sacando, cada vez mas rápido y furioso.
  El rubio exhaló ese grito varonil que tenia aprisionado en su garganta cuando sintió como si lo desgarrasen por dentro, partiéndolo literalmente por la mitad. Sin embargo el peliazul hizo bien su labor, lo tranquilizo hasta conseguir que el cuerpo del ruso se acostumbrase a la extensión y al grosor de ese pedazo de carne.
  Cuando quiso darse cuenta, aquellos gemidos de dolor se transformaron en placer... Lentamente Hyoga comprendió que si su amante seguía así no solo acabaría por la fricción de su miembro contra el abdomen del peliazul, sino que también atento contra su sexualidad que creyó definida hasta ese momento.
  El rubio deslizo sus manos hasta la cintura de su hombre, se aferro a ellas mientas Saga se aferro a las de su niño, elevó un poco su cuerpo para ver el rostro del ruso que comenzaba a tornarse de placer.
  Como si estuviese acostumbrado a ello, Hyoga levantó sus piernas para aprisionar las caderas de su amante y así facilitar la penetración, el griego no lo soporto mucho mas y tomando las piernas del rubio dio las ultimas furiosas estocadas descargándose por completo en el interior de su niño. Algo viscoso y pegajoso en su abdomen le indico al mayor, que su pequeño amante también había liberado su semen por segunda vez.
  Con mucho cuidado de no lastimarlo, Saga quitó su pedazo cuando este comenzó a ablandarse, el ruso reprimió una lagrima cuando la punta con dificultad se liberó del encierro.
  Acostándose a su lado, el griego acarició la cabellera rubia del ruso en busca de consolarlo.
 
--No sabes... No te das una idea de cuanto he deseado esto... –Susurró el peliazul sin dejar de lado las caricias –Mira lo que me has hecho... –Finalizo besando los labios de un callado niño.
--¿Yo que he hecho?... –Preguntó Hyoga con tono de culpa.
--Me has enamorado... Mi niño... Cuanto te amo...
 
  Aquellas palabras, aquellas dulce palabras se calaron profundo en el corazón del rubio, sin embargo no era tan tonto e inocente y supo que un hombre como él no podía enamorarse de un día para el otro de un perfecto desconocido. Lo que no supo fue, que si bien no era amor, o si lo era... Sin dudas era una obsesión casi insana que el hombre anidó en su ser: Buscaba a alguien y se encontró con Hyoga... Lo conoció... Y lo quiso para él y ahora que lo tuvo no lo dejaría ir... Era, sin dudas su “mejor pieza”, ninguna obra de arte, nada se comparaba a ese joven.
 
--Eres demasiado comprador... –Se quejó el ruso sonriendo.
 
  ¡Al demonios! ¿Qué importaba si lo amaba o no? Habría tiempo para eso, además Hyoga quiso creer en esas palabras pues mágicamente le hacían olvidar un poco todas sus penas y sus tristezas. Ese hombre era su salvación pero ¿A que precio?.
 
--¡Dioses!... –Exclamó el rubio con una cara de espanto que daba risa --¡¿Qué hora es?!...
--Ya casi va a ser medianoche...
  Rápidamente Hyoga buscó sus ropas para vestirse cuanto antes.
--¿Qué sucede?... ¿Es por tu niisan?... –Preguntó Saga aun recostado en su sillón.
--Va a matarme... Ahora si que va a matarme...
--¿Tan importante es para ti lo que el te diga?... –Inquirió con un tono de voz extraño, distinto, casi de burla pero no precisamente con esa intención.
--Pues... Si... Es mi hermano... –Respondió el rubio con naturalidad poniéndose la remera y luego el pantalón. --Trabaja día y noche por nosotros y mínimamente intento no darle disgustos... Mas de los que ya tiene...
 
  Finalizó Hyoga recordando las veces que Seiya robó, las veces que Shiryu dejó los estudios por ir en busca de trabajo, las veces que Shun pasó tiempo en el hospital por un cuadro agudo de anemia... Sin dudas Ikki era el pilar principal y por Zeus ¿De donde sacaba esas fuerza? Mientras los demás se desmoronaban, el seguía luchando y al mismo tiempo cargando con el dolor de sus hermanos menores. Si el día de mañana Ikki llegase a faltar, Hyoga supo que eso seria un golpe muy bajo para todos ¿Qué harían de sus vidas?... Dejó de reflexionar sobre su niisan para depositar su mirada en la de aquel hombre con sus ojos pedía a gritos compañía.
 
--¿Te iras así? ¿Todo sucio y con olor a semen?... –Inquirió Saga arqueando sus cejas en señal de terror --¿Piensas que tu niisan no lo notara?...
--No importa, ya veré que hago... Debo volver... –Reafirmó el rubio mas que nada para si mismo.
--Esta bien... Lo entiendo... –Concedió Saga recostando por completo su cuerpo en el sillón.
--Saga... No me hagas esto... –El ruso comprendió ese tono de voz y ese comportamiento.
--¿Qué hago? Te estoy dejando ir ¿No?... –Se quejó el griego con tono falso de indignación.
--Maldición... Esta bien... –Exclamó el menor dejando las zapatillas a un costado del sillón en donde estaban --Me quedare un rato mas... Total, de por sí llego tarde... –No necesitó que lo convencieran demasiado.
--Gracias... –Dijo el peliazul esbozando una agradable sonrisa --¿Tienes hambre?...
--Estoy que me muero de hambre...
--Bien... Primero un baño... –Dijo Saga quien aun permaneció desnudo.
 
  Hyoga vio a su hombre ponerse de pie y caminar hasta el baño, desde la puerta el griego lo llamo diciéndole “sucio, ven a bañarte”, cosa que no le agrado al rubio, frunciendo el ceño y sin opciones lo acompaño para terminar a los pocos minutos revolcándose de nuevo en el extenso jacuzzi.
 
 
 
llllll
 
 
  Mientras tanto, en la casa de los Yamaguchi, el mayor de los hermanos fumaba nerviosamente un cigarrillo sentado a la mesa y observando a cada rato el reloj. Apagó justo la colilla cuando la puerta del cuarto se abrió de donde Shiryu, aun somnoliento, salió frotándose los ojos.
 
--¿Qué sucede Ikki niisan?... –Preguntó el pelilargo aunque supuso acertadamente los motivos de aquel desvelo, Ikki solo fumaba cuando algo lo sobrepasaba.
--Nada... Todo esta en perfecto orden... –Respondió Ikki entrelazando sus dedos con un extraño brillo en sus ojos.
--¿No tienes trabajo mañana?... –Volvió a inquirir Shiryu sentándose al costado de su hermano.
--No... Me dieron franco... --Dijo con tono seco mirando fijo al frente. --Pero debo levantarme temprano para ir a cobrar...
--Entonces... ¿Por qué no vuelves a la cama y dejas de preocuparte por Hyoga?... –Dijo el pelilargo agudo esperando una reacción coherente.
--¡No puedo! ¡No se quien se cree para hacerme esto!...
--¿Qué te hace Ikki?... –Preguntó Shiryu con tono harto. --¿No te deja vivir?...
--Me molesta de sobremanera que actúe de esta forma... Es solo eso...
--¿No será que te molesta Saga? ¿En vez de lo que hace o dejar de hacer Hyoga?... –El pelilargo se cruzó de brazos.
--No puedo estar tranquilo si se que... –Ikki se censuró de golpe, ocultando algo quizás para ahorrarle algún disgusto a su otouto –Estoy preocupado... –Dijo finalmente cansado de las preguntas –Es eso... ¿No puedo estar preocupado por mi hermano?...
--Si Ikki... –Concedió el pelilargo firme –Pero Hyoga no es tu único hermano... –Se puso de pie con cierto enojo y caminó hasta la puerta del cuarto.
--¿Qué quisiste decir con eso?... –Se desconcertó el peliazul.
--¿Acaso te olvidaste de Seiya? ¿Tan preocupado te tiene Hyoga que no reparas en otro de tus hermanos?... Por si no lo has notado Seiya no esta bien últimamente... –Respondió Shiryu conteniendo su carácter, nunca fue explosivo, no lo seria en ese momento.
 
  Como Ikki nada argumentó o acotó, el pelilargo elevó su mano en señal de saludo y se encerró en la habitación para continuar con su sueño. A los pocos minutos, luego de meditar que era en vano seguir esperando, el peliazul siguió sus pasos. Siempre supo que el rubio sabia cuidarse perfectamente bien solo, nada mas que el saber con quien andaba le crispaba los nervios hasta el punto de desesperarlo ¡Cuanta impotencia! Saber y no poder decirlo. Por otro lado, cuando llego a su cama, desvió la mirada hasta donde su pequeño otouto dormía profundamente ¡Dioses! ¿Hacia cuanto que no se sentaba a su lado para preguntarle como estaba? Se sintió mal, se sintió culpable, pues si a Seiya le hubiese ocurrido algo malo sin duda era su culpa, por no protegerlo, por no estar ahí para cuidarlo... Todos sabemos que no es así, pero Ikki no pudo evitar sentir eso en su interior. Suspiro largamente y trato de dormirse.
 
 
ññññññ
 
 
  Al otro día, cuando Ikki volvió de su empleo con el dinero, trajo consigo suficiente comida como para dos semanas, dejó las bolsas sobre la mesa en donde Shiryu estudiaba muy concentrado, prácticamente no lo vio entrar a su niisan. Como supuso sus hermanos mas chicos estaban en el colegio, sin embargo al preguntar se sorprendió de saber que el menor no había asistido.
 
--¿No fue a estudiar?... –Preguntó el peliazul con enojo e indignación.
--No... –Respondió el pelilargo sin levantar la vista de su cuaderno.
--¿Y no le dijiste nada?... –Ahora si que Ikki se indigno de veras, no esperó que Shiryu fuera tan pasivo con ese tema, sobre todo él.
  Pero si el pelilargo nada le reprocho al menor fue al notar que no se sintió bien, hacia días que el morocho no estaba de ánimos para nada y ese argumento fue el que Shiryu le planteó a su niisan.
--¿Pero que? Si esta mal una semana ¿Faltara una semana?... –Le reprochó el peliazul. –Encima anda callejeando por ahí... –Finalizó cuando echó una ojeada al cuarto... Hyoga tampoco estaba en la casa, se le instaló un nudo amargo en su estomago.
--No se trata de eso Ikki niisan... Hay que ver porque no quiere ir a la escuela, debe haber algún motivo... Con obligarlo no conseguimos nada... Solo presionarlo y sumarle un problema mas... Déjalo pasar por esta vez...
 
  El pelilargo casi al igual que Shun, tenia la facultad de calmar la “bestia” interior de Ikki... Mientras el peliverde actuaba con dulzura, Shiryu prefería usar las palabras persuasivas: “Hablando se entiende la gente”. Sin embargo la “bestia” del peliazul surgió con toda la furia cuando el mencionado hermano apareció por la puerta con una bolsa de frutas.
 
--¡¿De donde carajo sacaste eso?!... –Preguntó Ikki sin darle tiempo a nada al pequeño.
--Me... Me lo... Me lo dieron... –Respondió Seiya entre asustado y asombrado, nunca lo había visto al peliazul con ese fuego en los ojos, si bien era bastante duro a veces, dejaba entrever la dulzura y la comprensión.
  Shiryu desvió sus ojos del blanco papel para prestar atención a la disputa.
--¡¿Te lo dieron?!... –Exclamó Ikki arrebatándole con violencia la bolsa de sus manos.
--¡Sí Ikki niisan!... –Sollozó el morocho cuando su hermano mayor estrello las manzanas contra la pared.
  El pelilargo se puso de pie, aquello se estaba yendo de las manos.
--¡No me mientas! ¡No mientas mas!... –Exigió el peliazul fuera de sí, agarró por los hombros a su otouto sacudiéndolo y quizás de esa forma liberando un poco todas las tensiones acumuladas esa semana que, con el tema de Hyoga, había acumulado.
--¡Ikki! ¡No!... ¡Me lo dieron!... –Volvió a repetir Seiya dolido no en si por la sacudida, sino por el trato, Ikki jamas le había tratado así, jamas intentó siquiera levantarle la mano.
  Shiryu llegó a tiempo cuando el peliazul le dio una fuerte bofetada al morocho arrancándole lagrimas de dolor sentimental.
--¡Faltas a clase sólo para robar! ¡ME TIENES CANSADO!...
--¡IKKI! ¡DETENTE!... –Exigió el pelilargo tomando por los brazos a su hermano mayor, momento que Seiya aprovechó para huir por la puerta de la calle.
 
  Shiryu fue soltando poco a poco a su niisan, a medida que este se iba calmando, a decir verdad hasta el mismo pelilargo se asombro por la reacción de Ikki. Lo miro extrañado y el peliazul sintió como una daga esa mirada mezcla de reproche, indignación, dolor y lastima.
  Shiryu no dijo nada, una mirada dice mas que cien palabras, dejo que Ikki se encerrase confundido, dolido y enojado consigo mismo en el cuarto.
 
 
zzzzzz
 
 
  Seiya camino sin rumbo fijo intentando contener las lagrimas, estaba muy confundido y dolido ¿Qué le ocurrió a su niisan? Sin saber a donde ir, sus pies lo llevaron al único lugar en donde supo, seria bien recibido. Abrió el amplio portón de la Mansión Kido y en ella ingreso en busca de Keiko, a veces, hablar con esa señora era un bálsamo para su agitado corazón. ¿Tan mal hacia las cosas? Solo había querido llevar un poco de fruta a sus hermanos que la Señora Kido le había obsequiado ¿Por qué Ikki no lo escuchó?... Luego de lo que le había pasado, se sumaba esa pelea con su niisan ¡Dioses! Bueno, pero por lo menos ahí estaba, aun seguía de pie y mientras su corazón latiera él seguiría adelante.
 
 
xxxxxx
 
 
  Shun volvió del colegio encontrándose con una escena densa en su hogar, su niisan fuera del cuarto portaba una cara de pocos amigos que daba miedo y el rostro de Shiryu para nada ayudaba a armonizar esa casa. El peliverde buscó a su otouto pero no lo encontró y sin opciones preguntó:
 
--Disculpen... –Pronunció débilmente, sintió que al hablar desencadenaría algún tipo de guerra --¿Seiya? ¿Dónde esta?...
--¡Ja!... –Soltó el peliazul de espaldas dejando en claro su disgusto por aquella persona mencionada.
--No esta... Se fue... –Respondió el pelilargo con tono tranquilo.
--¿¡Que paso ahora!?... –Exigió Shun sorprendiendo a sus hermanos. --¡Por que no lo dejan tranquilo!...
--Shun... –Se desconcertó Ikki --¡¿Qué lo dejemos tranquilo?! ¿¡Él es ahora la pobre víctima!?... –Pregunto con cierto sarcasmo.
--¡Estoy cansado de todo esto!... –Explotó el pequeño con los ojos húmedos, recién en ese momento Shiryu pudo leer entre líneas que algo supo el peliverde que ellos no.
--¡¿Y ahora que le ocurre?!... –Preguntó Ikki desconcertado, lo único que le faltaba, que se sumara Shun a las peleas cotidianas.
--Espera Shun... –Intentó el pelilargo frenar a su otouto sin conseguirlo, llego al cuarto en donde Shun se encontraba refugiado en su cama y se sentó a su lado para intentar averiguar que estaba ocurriendo allí.
 
  Para completar el día de Ikki, Hyoga no tuvo mejor idea que aparecer en ese momento, abrió la puerta, saludó al aire y dejo su billetera cargada de billetes sobre la mesa junto a un bonito y moderno celular.
 
--¡¿De donde sacaste esas cosas?!... –Generalizó el peliazul, mas que nada refiriéndose al dinero y al aparato.
--¿Eh?... –Se desconcertó, pero luego entendiendo acotó --Me lo regalaron... –Respondió el rubio con desgano, restándole importancia a la situación se quito la campera para dejarla sobre el sillón.
  Sorpresivamente una mano violenta lo tomó de su brazo derecho para hacerlo voltear.
--¡Escúchame bien! ¡No eres quien para venir a la hora que se te da la regaladisima gana!
--¡Ikki suéltame!... –Exigió el ruso realizando un movimiento brusco para soltarse del agarre --¡Qué te crees! ¡No eres papá!...  ¡Y menos mi dueño!
  Aquello fue hiriente, sin embargo Ikki no amedrentó:
--¡¿En dónde estuviste toda la noche?!
--Ja... ¡Como si ahora te importase realmente en donde paso la noche!... –Se burló el ruso incrédulo.
  Al notar que su otouto no entendió la pregunta, el peliazul fue más directo:
--¡Con quien estuviste, con un demonios!...
 
  Sin embargo no recibió respuesta, Hyoga lo ignoró olímpicamente yendo a la heladera en busca de agua. Eso fue demasiado para Ikki, aunque el rubio supo disimularlo muy bien, para el también fue difícil enfrentarse de esa manera con uno de sus hermanos.
  En el único cuarto de esa casa, Shiryu intentó no prestarle atención a los gritos de sus hermanos y concentrarse en cambio en las palabras que Shun pronunciaba entre sollozos y susurros.
El peliazul de espaldas a Hyoga, de un empujón le obligó a dar la vuelta.
 
--Encima ahora vienes con regalitos... ---Susurró Ikki entre dientes muy cerca del oído de su otouto. --¿Qué? ¿Acaso eres su “puta”?... ¿Te dejas coger por él?...
 
  Sin reparo en sus actos, el rubio empujó con todas sus fuerzas a su niisan consiguiendo quitárselo de encima. Ambos supieron de quien hablaban. La situación se hubiera tornado mas violenta de no ser por la intervención inocente del menor de los Yamaguchi. Seiya, quien escuchó los gritos a media cuadra, entró a su casa dubitativo pero aferrando fuertemente una cacerola tapada.
 
--Niisan... –Pronunció el morocho extendiendo sus brazos y ofreciendo la cacerola –Ten... Para que no te enojes conmigo... –Había sido idea de la señora Kido preparar una rica receta para darle al pequeño y de esa manera obsequiarle al mayor de los hermanos con el fin de hacer las paces.
--¡¿Otra vez con comida?!... –Se indignó Ikki sin reparar en lo absurdo de su enojo.
  En ese momento, antes de que el peliazul matase a uno de sus hermanos, Shiryu quien gracias a Shun supo de la Señora Kido salió del cuarto.
--Ikki... ¡Termínala de una vez!... –El pelilargo estaba como nunca antes visto, tomo entre sus brazos a su otouto y desafió con la mirada a su niisan. --¡Si le pones una mano encima! ¡A él! ¡O a cualquiera de nosotros!... ¡Te mato!...
 
  En ese momento Ikki se quedo helado, acaso ¿Esa era la imagen que tenían sus hermanos de él? ¿Se había convertido en una especie de monstruo? Si bien todos lo respetaban jamas le habían tenido miedo pues nunca necesitaron motivos, en cambio, lo que vio en los ojos de sus hermanos fue justamente ¿Miedo? Pero... ¡Pero si el jama lastimaría a sus hermanos, jamás haría algo en su contra!.
  Al ver que sus palabras habían causado efecto Shiryu siguió hablando mientras Hyoga aprovecho la distracción para tomar su celular y encerrarse en el baño; marcó casi temblando, porque no se puede negar que aquella pelea le afecto por demás, y cuando Saga atendió del otro lado intentó controlar sus palabras pero le fue difícil:
 
--Por... Por favor... –El nudo en su garganta le dificulto hablar, susurrando en el baño para no ser oído por sus hermanos, pero el eco del lugar no ayudaba mucho.
--¿Hyoga?... –Se desconcertó Saga --¿Qué te sucede?... –Era tan evidente por mas disimulo por parte del niño.
--Ven... Ven a buscarme... –El rubio no lo soporto mas, dejando su hombría de lado una lagrima rebelde se escabullo por su mejilla.
--Tranquilízate... ¿Qué ocurrió?... –Preguntó el griego con tranquilidad, buscando la manera de ayudarlo.
--Estoy cansado de todos y de todo... –El ruso llevó una mano para limpiarse el rostro empapado --Por favor ven a buscarme...
--Esta bien... –Concedió el mayor.
--Te estaré esperando en la plaza...
 
  Hyoga cortó para poder recomponerse, se lavó la cara reiteradas veces e intentó encontrar ese coraje que necesitaba para salir de allí y enfrentarse con su niisan, porque por mas que no quisiera aceptarlo o verlo de aquella forma, la imagen de Ikki era tan fuerte en su vida como lo era la de su madre... El ruso llevó una mano hasta su pecho, en donde una cruz descansaba sobre su piel, oculta por una remera y le pidió a su madre que lo ayudase ¿Ayudase en que? Ni siquiera él mismo lo supo.
  En la pequeña cocina, Shiryu le dio el tiempo necesario a su niisan para que comprendiese la situación:
 
--¿Por qué no intentas tranquilizarte?... Si ves bien como son las cosas te darás cuenta de tu error... –Pronunció el pelilargo.
 
  Como comprendiendo sus palabras, Ikki bajó su vista hasta la cacerola y lo comprendió: Era evidente que alguien se lo había dado ¿Cómo robar una cacerola con comida? Si, es posible, pero muy rebuscado.
 
--¿De donde lo conseguiste?... –Preguntó el peliazul más tranquilo, ahora curioso.
 
  Seiya suspiró aliviado, iba a comenzar a narrar sobre la señora Kido, como la conoció y quien era, pero bruscamente del baño Hyoga salió sin omitir palabra, y ocultando su rostro tomo la billetera sobre la mesa y se alejó por la puerta, Ikki alcanzó a reaccionar e intentó detenerlo con palabras sin éxito, en parte porque se encontraba demasiado confundido consigo mismo, quizás las cosas no las estaba haciendo bien, las estaba haciendo terriblemente mal, por eso no quiso forcejear demasiado con el rubio y en cambio dejarlo ir por esta vez.
  Cuando el “clima” se tranquilizó un poco, Shun salió del cuarto para unirse a una parca cena con sus tres hermanos en donde Seiya intentaba levantar el ánimo contando un poco sobre la Señora Kido, el único que realmente lo escuchaba y le hacia preguntas sobre la Señora era Shiryu, Shun ya sabia de ella e Ikki... Pues Ikki estaba luchando con la comida, amenazándola mentalmente si esta llegaba a hacerle algún daño a su organismo, pues amenazó con caerle muy pesado, no era sano comer luego de una pelea familiar, la comida tiende a ser nociva cuando estamos tensos.

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