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Luhan le teme a las alturas. Imaginarse volando por los aires en un enorme artefacto aéreo le eriza la piel, sentirse cada vez más lejos de la tierra y cada vez más cerca del cielo le produce mareos y taquicardia. Su temor es muy fuerte, más allá de su raciocinio. Por ello, se niega rotundamente a tomar un vuelo. No obstante, tiene que hacerlo. Recién ha debutado en un grupo k-pop y su trabajo le exige viajar de un país a otro, constantemente.
Él estaba consciente de esto al firmar su contrato. Creía que podía lidiar con ello, sin embargo ahora siente que en cualquier momento va a enloquecer.
—¡Suéltame! ¡Ya he dicho que saldré de aquí! —Luhan forcejea con el líder de su grupo, quien le sostiene por los brazos para evitar que logre bajarse del avión antes del despegue. El miedo le ha cegado por completo y su mente no está pensando con claridad. Sólo desea escapar de allí a toda costa, sin importar las consecuencias.
—¡No puedes irte ahora, Luhan! ¿¡Qué pasará con el concierto!?
—¡Me importa una mierda el concierto! —Luhan logra zafarse del agarre y está a punto de empezar a correr, sin embargo uno de sus compañeros le obstaculiza el camino antes de que logre hacerlo. Luhan momentáneamente se sorprende, pero luego logra reaccionar—. Xiumin, apártate y no interven-
—Dame tu mano.
—¿Qué?
—¡Que me des tu mano! —Xiumin le agarra sin autorización y ante la mirada expectante de todos los pasajeros le devuelve a su asiento, pero está vez se sitúa a su lado. Luhan en ningún momento se atreve a replicarle; sigue atónito por la sorpresa. Xiumin jamás le había dirigido la palabra antes, sin embargo acaba de gritarle, e incluso se encuentra sosteniendo su mano con firmeza—. Sólo cierra tus ojos y relájate.
—No pued…
—Sólo hazlo. Confía en mí.
Luhan resopla, pero obedece. Y al cabo de unos minutos puede sentir como su acompañante acaricia suavemente con la yema de los dedos su mano, provocándole una sensación relajante que logra distraerle un poco de la situación en que se encuentra. Luhan piensa que podría acostumbrarse a ello. Y de hecho, eso hace. Ahora cada vez que debe viajar en un avión, no suelta ni un segundo la mano de Xiumin. Sólo así es capaz de soportarlo. Y aunque muchos podrían malinterpretarlo, a ninguno de los dos les importa.
Luhan ya no teme volar. Siempre y cuando Xiumin esté junto a él.
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