Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un hilo para los rivales por Fullbuster

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Aomine abrió los ojos como todos los días pero como de costumbre, nada cambió, todo seguía oscuro, todo el cuerpo le dolía y lo único que tenía que hacer era esperar al médico rehabilitador. La puerta sonó como todas las mañanas dejándole escuchar la dulce voz de su madre al otro lado de la puerta. Ni siquiera se molestó en contestar, su madre ya estaba acostumbrada desde los últimos meses a que su hijo estuviera más antipático de lo normal, el accidente le había cambiado, le había hecho perder la vitalidad que siempre había tenido.


- Cielo, te traigo el desayuno – comentó – arréglate rápido que va a venir el chico de rehabilitación.


- No me apetece hacer rehabilitación hoy – comentó.


- No te apetece ningún día, pero tienes que hacerlo. ¿Has hablado con Tetsu? – preguntó su madre abriendo la cortina y la ventana para ventilar la habitación.


- No quiero hablar con él.


- ¿Por qué no, Aomine? Siempre habéis sido buenos amigos, no dejes que el accidente os separe ahora.


- No es por el accidente – dijo Aomine agarrándose a la almohada.


- Entonces explícamelo. Ese chico se siente culpable, piensa que es su culpa que tú no quieras verle. ¿Por qué no vas a verle y le dices lo que ocurre?


- Porque no quiero que me vea así – dijo Aomine.


- Tetsu te quiere, da igual lo que te ocurra, él te ama, quiere estar contigo.


- Pero yo no quiero que esté conmigo, ahora mismo le daría pena, además… ¿Qué vida iba a darle? No puedo hacer nada por mí mismo, siempre tendría que estar pendiente de mí y no quiero arruinarle su vida. Es mejor así, cuanto menos me vea más rápido se olvidará de mí.


- Quizá ese chico no quiere olvidarse de ti. Sólo quiere verte y saber que estás bien.


- Estoy genial – dijo Aomine sin moverse de la cama.


- Pues no lo parece – comentó su madre dejando la bandeja del desayuno en la mesilla de noche y caminando hacia la puerta.


- ¿Dónde está papá? – preguntó Aomine.


- Trabajando.


- ¿Por qué trabaja un sábado? – preguntó Aomine dudando.


- Porque necesita hacer horas extra para poder costear tu operación. No te preocupes y arréglate para cuando venga el fisioterapeuta.


Desde que se había quedado ciego todo era más complicado, muchas cosas habían dejado de importarle. Daba igual el color de la ropa o lo que iba a ponerse, no lo veía, cogía lo primero que tenía a mano sin importar nada más. Estos cuatro meses había tenido que aprender a vivir de nuevo con su invalidez. Había tenido que reforzar otra vez su musculatura después de la operación, necesitó mucho tiempo de rehabilitación y ahora… estaba aprendiendo a leer en braille, a intentar caminar sin tropezar con las cosas y a guiarse por sus otros sentidos. No quería ni iba a mostrarse a Tetsu estando así. Tetsu jamás se enteraría que él estaba ciego pero había algo que aún le preocupaba. Tetsu tenía su beca deportiva, una beca que acabarían quitándole también si no empezaba a jugar al baloncesto de nuevo.


Ahora mismo podía alegar que aún estaba convaleciente por el accidente, los mismos médicos de la universidad podían asegurarlo, pero en algún momento tendría que volver antes de que esa beca prescindiese. Lo que no sabía era cómo iba a poder jugar al baloncesto si ni siquiera podía ver el campo, ni a los jugadores, ni donde estaba la pelota o el aro.


Desayunó como pudo aunque tardaba más de lo normal, ahora tenía que tantear la bandeja con sus manos y buscar las cosas al no poder ver absolutamente nada de lo que estaba haciendo, comiendo o bebiendo. Tenía que tocar la taza para saber si estaba caliente o frío y muchas veces, hasta para untar una tostada tenía que pedir ayuda para que le dijeran qué era la mantequilla y qué la mermelada para no meter los dedos y averiguarlo.


- Veo que vas acostumbrándote – comentó el rehabilitador entrando por la puerta viendo como Aomine intentaba untar una tostada.


- Ni siquiera sé de qué la estoy untando – comentó.


- Ven aquí. No hace falta que metas los dedos, coge el frasco y llévalo a la nariz, huele.


- ¿Es mermelada de melocotón?


- Sí – sonrió el rehabilitador – venga, desayuna que empezaremos con la rehabilitación.


- ¿Habría alguna posibilidad de que pudiera volver a jugar al baloncesto? – preguntó de golpe Aomine.


- Es posible.


- ¿Sin que sepan que no puedo ver nada?


- ¿Por qué quieres ocultarlo?


- Porque si se enteran que no puedo ver, me sacarán del equipo pensando que ya no soy tan bueno como antes y necesito mantener esa beca.


- Podemos trabajar en ello. Te enseñaría las distancias de la cancha, la distancia a canasta, el problema sería identificar dónde están los jugadores, pero podemos trabajarlo aunque es mucho riesgo, es posible que te pillen.


- Quiero intentarlo.


-  Entonces desayuna rápido, hay mucho trabajo que hacer y esto nos va a llevar unos meses.


- Me han dado de plazo hasta un año para incorporarme al equipo. Para la nueva temporada tengo que estar perfecto.


- Entonces lo estarás para la nueva temporada – le dijo el rehabilitador.


Aomine estuvo practicando con su rehabilitador aunque todo se le daba demasiado mal. Se desanimaba con rapidez y es que todo parecía imposible sin su vista. Era incapaz de hacer nada por sí sólo, siempre necesitaba a alguien. Dejó de practicar cuando escuchó el ruido del coche de su padre. Buscó la pelota de baloncesto por la cancha y tardó casi un minuto en encontrarla pese a que el rehabilitador le indicaba hacia donde ir y cómo buscarla más rápido. Su padre se acercó a su hijo sonriendo y alegrándose de que hubiera salido al jardín aunque fuera a practicar unos tiros que no conseguía encestar.


- Me alegra verte por aquí fuera – comentó su padre.


- A mí no me alegra saber que vienes del trabajo. ¿Por qué papá?


- Ya sabes por qué. Tú operación de la vista cuesta mucho dinero. Quizá haciendo horas extra pueda pagártela algún día y conseguir que vuelvas a ver.


- No quiero que te esfuerces tanto.


- ¿De qué hablas Aomine? Yo siempre haré lo que sea por mi hijo y lo sabes. No me importa si haciendo esto puedo volver a verte feliz.


- Ya lo sé papá – dijo Aomine buscando con la mano el banco de piedra, pero su padre al verle, le ayudó y le indicó donde estaba para que se sentase – Es que no quiero que dejes de pasar tiempo con la familia por esto. Es mucho dinero y prefiero que pases tiempo en casa. Te prometo que conseguiré el dinero de algún patrocinador o algo.


- Aomine… tú ya no puedes jugar al baloncesto, no como antes. Me encanta verte jugar y lo sabes, nunca me he perdido ni un partido tuyo y aunque quiero creer que todo se arreglará, no es cierto si no ponemos de nuestra parte. Quiero que vuelvas a ver y quiero verte feliz, trabajar más sólo será durante un tiempo hasta que reúna el dinero necesario.


- Vale – dijo Aomine finalmente.


- Esfuérzate. Estoy seguro de que pronto volveré a verte en el campo de baloncesto – sonrió su padre tratando de animarle y Aomine sonrió levemente.


 


Un año después del accidente:


Tetsu caminaba por el jardín en dirección a la biblioteca de la universidad. Los exámenes se acercaban y pronto tendría que demostrar todo lo que había estudiado estos últimos meses aunque la verdad… es que había estado muy distraído con todo el asunto de Aomine. Ya había pasado un año y seguía sin saber noticias suyas. Había tratado sin éxito de hablar con el médico que le operó pero tenía confidencialidad del paciente, era imposible saber qué ocurría.


El primer año lo había aprobado con notas bastantes justas aunque los profesores le entendían después del accidente, la expulsión del equipo, la pérdida de su beca y la de su mejor amigo, eran demasiadas cosas acumuladas. Sentía que lo único que realmente aún le unía a Aomine era aquella beca que le había dado, aquellos patrocinadores que no tardarían en quitarle la beca y es que Aomine, no había asistido a la universidad en todo el año. Decían que sus heridas eran demasiado graves y que tardaría en incorporarse. Tetsu se moría de ganas por saber algo real en vez de rumores, quería verle y comprobar por sí mismo que Aomine estaba bien.


Buscó entre los pasillos un libro sobre biología cuando vio a su antiguo equipo de baloncesto sentado en una mesa estudiando unas estrategias que iban a utilizar en algún partido. Todos se giraron a mirar a Tetsu pero éste, al verles, retiró la mirada hacia el libro y caminó en dirección contraria por el pasillo alejándose de su mesa. Kagami le alcanzó.


- Tetsu… - le llamó.


- ¿Qué quieres ahora Kagami? – preguntó Tetsu sin apartar sus ojos del libro.


- Yo… sólo quería decirte que lamento lo ocurrido en el pasado. Sé que esto no arreglará nada entre nosotros pero… quizá te ayude. Aomine va a jugar hoy en el partido de su facultad. Llevaba un año desaparecido pero los rumores dicen que ha estado entrenando desde hace un mes con su antiguo equipo el Gakuen, va a salir hoy a jugar.


Tetsu abrió los ojos sin poder creérselo, Aomine volvía a jugar. Dejó el libro en la estantería con rapidez y aunque cayó al suelo, no se giró a recogerlo, salió corriendo hacia la calle y no dejó de correr ni por un segundo. Metió su mano derecha en uno de los bolsillos de su chaqueta y apretó con fuerza aquel hilo azul roto y desgastado que Aomine había perdido aquel día del accidente, aquel día en que todo su amor y su relación se desvanecieron por completo. Entró como alma que lleva el diablo por la puerta del pabellón deportivo de la Universidad Gakuen para ver la cantidad de gente que se había reunido en las gradas, pero no era en las gradas donde quería encontrar a la persona indicada. Respiró con dificultad tratando de recuperar el aliento hasta que vio a Aomine salir junto a su equipo a la cancha de baloncesto.


- Daiki – susurró mirándole fijamente y sonriendo con dulzura al ver que se encontraba bien – menos mal – susurró cayendo de rodillas al suelo con la mano aún agarrada a la barandilla.


No podía creerse que Aomine estuviera allí, lucía como siempre, tan guapo y obstinado como le recordaba. Ya ni siquiera podía ver en él marcas del accidente aunque debía tener alguna, quizá bajo la camiseta. Tetsu se sentó en las gradas y observó el partido. Igual de rápido que siempre, igual de altanero que siempre, moviéndose por el campo como sólo él sabía. Hacía tanto tiempo que no le veía jugar que ahora al verle por fin, se daba cuenta que echaba de menos aquel juego que le hacía sonreír, Aomine siempre le hacía sonreír.


Cuando chocó contra aquel rival que estaba parado en el campo frente a él, Tetsu dudó unos segundos ¿Cómo había sido posible que se hubiera chocado contra alguien que ni se había movido?


Tetsu se levantó de golpe del asiento viendo como uno de sus compañeros le tendía la mano a Aomine que fallaba al intentar cogerla y fingía con una sonrisa encontrarse mareado, pero no era cierto, Aomine jamás se había mareado y eso lo sabía Tetsu demasiado bien, le conocía desde niño. Había recibido más de un golpe y jamás le había pasado algo así. ¿Era posible que el accidente le hubiera afectado más de la cuenta?


Decidió ir a averiguarlo cuando vio que lo metían hacia la enfermería, así que bajó corriendo de las gradas y caminó por los desiertos pasillos del pabellón hacia la enfermería. Todo el mundo estaba ocupado viendo el partido que volvía a retomarse, nadie caminaba por los pasillos ni vendrían, era su oportunidad de abordar a un desaparecido Aomine. Al entrar por la enfermería, Aomine estaba de espaldas a él pero ni siquiera le reconoció, pensó que estaba hablando con el médico.


- Estoy bien. ¿Puedo volver al partido? – preguntó Aomine – sólo ha sido un pequeño golpe.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).